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Tratados hipocráticos : 2. Sobre los aires, aguas y lugares ; Sobre los humores ; Sobre los flatos ; Predicciones I ; Predicciones II ; Prenociones de cos PDF

388 Pages·1986·6.943 MB·Spanish
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T R A T A D O S H I P O C R Á T I C O S II SOBRE LOS AIRES, AGUAS Y LUGARES . SOBRE LOS HUMORES · SOBRE LOS FLATOS . PREDICCIONES I · PREDICCIONES II . PRENOCIONES DE COS INTRODUCCIONES. TRADUCCIONES Y NOTAS POR ). A. LÓPEZ FÉREZ Y E. GARCÍA NOVO f i EDITORIAL GREDOS BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS, 90 Asesor para la sección griega: Carlos García Gual. Según las normas de la B. C. G., las traducciones de este volumen han sido revisadas por M.a Dolores Lara Nava. © EDITORIAL GREDOS, S. A. Sánchez Pacheco, 81, Madrid. España, 1986. Las traducciones, introducciones y notas han sido llevadas a cabo por: J. A. López Férez (Sobre los aires, aguas y lugares, Sobre los humores y Sobre los flatos) y E. García Novo (Predicciones I, Predicciones II y Prenociones de Cos). Depósito Legal: M. 4342-1986. ISBN 84-249-1018-4 Impreso en España. Printed in Spain. Gráficas Cóndor, S. A., Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1986. — 5922. SOBRE LOS AIRES, AGUAS Y LUGARES (Perl aérôn, hydâtôn, tôpônj INTRODUCCIÓN Contenido Sobre los aires, aguas y lugares es, sin duda, una de las obras más célebres de la Colección Hipocrática. Atri­ buida a Hipócrates desde siempre por numerosos críti­ cos, ha gozado de la admiración, plenamente justifica­ da, de todos los que la han conocido Toda la antigüedad tuvo por auténtico el escrito. Ga­ leno y Erotiano, por ejemplo, lo afirman taxativamente. De otra parte, desde fechas muy tempranas, Sobre los aires, aguas y lugares mereció la atención de los comen­ taristas alejandrinos, que repararon, ante todo, en las peculiaridades léxicas de la obra. Calificado, en ocasiones, como «libro de oro» de Hi­ pócrates, el tratado abarca dentro de sí numerosos as- 1 R. Joly, Le niveau de la science hippocratique, París, 1966, pá­ gina 180. Sobre el carácter auténtico del escrito, cf. Tratados hipocrá- ticos, B.C.G., vol., I, Madrid, 1983, págs. 222-223. Aparte de los autores allí mencionados, lo tienen por auténtico: K. Deichgraber, Die Epide- mien und das Corpus Hippocraticum, Berlín, 1933, pág. 163 (junto a Epidemias I y III, II, IV y VI, Sobre los humores, Sobre el dispensario médico, Instrumentos de reducción, Pronóstico, Sobre las fracturas, So­ bre las articulaciones, Sobre la naturaleza del hombre, Sobre la enfer­ medad sagrada y, quizá, Epidemias V y VII), y M. Pohlenz, Hippokra- tes und die Begründung der wissenschaftlichen Medizin, Berlín, 1938, págs. 79-80 (al lado de Sobre la enfermedad sagrada, Pronóstico, Epide­ mias I y III y, probablemente, Sobre las fracturas y Sobre las articula­ ciones). 10 SOBRE LOS AIRES, AGUAS Y LUGARES pectos técnicos que han suscitado gran interés en los estudiosos de la ciencia antigua, hasta tal punto que ha podido decirse, sin exageración, que «entre los escri­ tos del CH, ninguno capta el interés de la ciencia en mayor medida que este tratado» 2. Así y todo, no fal­ tan en él aspectos oscuros, y de entre ellos no es el me­ nor el de que no se haga en nuestra obra ninguna men­ ción ni de Tesalia, ni de la costa de Tracia, lugares en donde, según la tradición, sabemos que Hipócrates prac­ ticara la medicina. Los críticos han observado que, frente a la sagaci­ dad y la postura racional que caracterizan al autor de este tratado, pueden verse, en sus páginas, una cierta tendencia a la generalización fácil y carente de garan­ tías y, asimismo, un tono ciertamente dogmático. En efecto, no faltan pasajes en que se ofrecen demasiadas conclusiones sin mostrar sobre qué están basadas 3. Como primer acercamiento al contenido, hacemos nuestro el comentario de E. Littré4, que distinguía cuatro puntos esenciales en este libro: saber cuál es la influencia de la situación de las ciudades respecto del sol y los vientos, en orden al mantenimiento de la salud y a la producción de enfermedades; examinar las pro­ piedades de las aguas; señalar las afecciones predomi­ nantes, según las estaciones y sus cambios; comparar Europa y Asia, atribuyendo las diferencias físicas y mo­ rales de sus habitantes a las características de cada una de ellas en lo tocante a suelo y clima. El autor de nuestro escrito gusta de hacer precisio­ nes sobre el mundo físico que le rodea. Observa el di­ verso peso de las aguas; explica el mecanismo de la llu- 2 Pohlenz, op. cit., pág. 3. 3 W. H. S. Jones, Hippocrates, vol. I, Londres, 1972 ( = 1923), pá­ gina XXI. 4 Oeuvres complètes d’Hippocrate, 10 vols., Paris, 1839-1861, vo­ lumen II (1840), pág. 1. INTRODUCCIÓN 11 via, sosteniendo que, cuando el agua se ha evaporado, la parte más turbia y oscura de ésta se convierte en niebla y bruma, mientras que la más ligera marcha ha­ cia arriba y origina la lluvia en determinadas circuns­ tancias (cap. 8); ve en las aguas calientes un resultado de la fuerza del calor (cap. 7); considera la sal a manera de residuo del agua evaporada (cap. 8); deduce que el sol se lleva la humedad de todos los cuerpos (cap. 8), etc. En el contenido, visto a grahdes rasgos, pueden distinguirse dos partes: la primera (caps. 1-11) quiere ofrecerle al médico que llega a una ciudad extraña la posibilidad de obtener buena infor­ mación y conclusiones seguras sobre aspectos esenciales de su pro­ fesión a partir de determinadas condiciones naturales del lugar. La segunda (caps. 12-24) se dedica a las diferencias entre Asia y Europa y, sobre todo, a las peculiaridades físicas y psíquicas de sus habitantes. Ya la introducción sostiene claramente lo que un médico que se precie debe conocer: estaciones del año, vientos, propiedades de las aguas y situación de la ciudad. Tal va a ser la distribución posterior: vientos (caps. 3-6); aguas (7-9); estaciones (10-11). En los capítulos 3-6, hallamos numerosas apreciaciones en tomo al papel desempeñado por los vientos en la salud y enfermedad de los ha­ bitantes, en general, y de mujeres, niños y hombres, en particular. De un estudio detenido de los vientos, llegamos a la conclusión de que lo relevante es la oposición polar, diametralmente distinta, de vientos del Norte y vientos del Sur, pues los vientos del Este y los del Oeste juegan allí un papel, ciertamente, secundario. Examinados los capítulos 3-4, nos encontramos lo siguiente. En las ciudades expuestas a los vientos calientes del Sur (3), los habitantes poseen una cabeza húmeda y flemática, padecen tras­ tornos intestinales y tienen un aspecto flojo; las mujeres, todas de natural enfermizo, padecen flujos, resultan estériles por lo ge­ neral y sufren abortos con frecuencia; a los niños les sobrevienen espasmos, asmas y la enfermedad sagrada; a los hombres, disente­ rías y diarreas, pero no las enfermedades agudas. Tanto en el caso de los habitantes en general, como en el de sexos y edades en particular, se nos da la causa de las afecciones. Nos hallamos, pues, ante una patología especial, distribuida por sexos y edades. 12 SOBRE LOS AIRES, AGUAS Y LUGARES Por su parte, en las ciudades dominadas por los fríos vientos del Norte (4), las mujeres son estériles; los habitantes, en su con­ junto, tienen la cabeza sana y dura y son, más bien, biliosos. Se dan, en esos sitios, «muchas pleuritis y las consideradas enferme­ dades agudas». El carácter de las gentes es allí particularmente salvaje. Pues bien, por debajo de toda la exposición, se insinúa la teo­ ría de las cuatro propiedades (humedo/seco, frío/caliente), que aflora, en ocasiones, sirviendo de base para alguna explicación etiológica, como la que sostiene que, a las mujeres de ciudades sometidas al viento del Norte, se les seca la leche a causa de la dureza y crudeza de las aguas. Más simple y esquemática es la antítesis entre las ciudades expuestas a vientos del Este (los habitantes son sanos y vigorosos; se dan pocas enfermedades; las mujeres son fecundas y tienen bue­ nos partos) y las dominadas por vientos del Oeste (allí todo es hostil y malsano; las personas son débiles; sobrevienen muchas enfermedades). Por lo que respecta a las aguas, aparecen éstas ordenadas se­ gún su valor médico (7): las mejores son las orientadas hacia el Este; las peores, las que miran hacia el Sur. Una persona sana puede beber de todas, no así el enfermo. Sobre el carácter laxante o astringente de las aguas, encontramos interesantes observacio­ nes. En cuanto a las aguas de lluvia, evaporación, formación de la lluvia, aguas mezcladas causantes de nefritis, estranguria y ciá­ tica, naturaleza y formación de los cálculos vesicales, etc., nos ins­ truyen los capítulos 8 y 9. Viene, luego, la influencia de las estaciones en las enfermeda­ des (10-11), y el carácter benigno o maligno de las distintas épocas del año. Dentro de una oposición polar, vemos que, para el autor, tras un verano seco, seguido de lluvias, hay que esperar, en invier­ no, diversas enfermedades. En cambio, un verano seco al que si­ gue un tiempo sin lluvia, es bueno para los flemáticos. La previ­ sión de lo que va a ocurrir y las fechas importantes en que cabe esperar acontezcan las crisis de las enfermedades merecen, en es­ tos capítulos, la debida atención. Por su parte, los capítulos 12-24 son como una ampliación ejem- plificadora de las teorías expuestas anteriormente. No parece ade­ cuado considerar esta parte de nuestro tratado como si fuera un INTRODUCCIÓN 13 libro etiológico, independiente y cerrado en sí mismo, dedicado a las tierras y a sus habitantes, como quería H. Diller5. En 12-24, el autor hipocrático insiste en las diferencias (diaphoraí) entre Asia y Europa, tal como se manifiestan en diversas regiones y co­ marcas, y examina toda la naturaleza en su conjunto: plantas, animales, personas, relieve, etc. Se nos dice, incluso, que las ca­ racterísticas físicas del país dependen de las estaciones, cuando realmente acontece al revés. Sugerente es también la compara­ ción establecida entre las personas y la naturaleza circundante. Pero el escritor desiste de tratar todos los pueblos asiáticos y europeos, prefiriendo detenerse en los más singulares. Así, a propósito de los macrocéfalos (14), nos dice que la costumbre ha terminado por incorporarse a la naturaleza. A su entender, lá ex­ cesiva benignidad de las estaciones del año y las instituciones po­ líticas son las principales causas del carácter poco belicoso de los asiáticos (16). Los escitas nos son presentados como distintos de los demás hombres por una serie de razones: clima, características físicas del territorio y modo de vida (17-22). El clima de Escitia es conse­ cuencia de la posición septentrional del territorio. Nos sorpren­ den las razones aducidas para explicar la escasa fertilidad de los escitas (21) y la impotencia padecida por muchos de ellos (22). El escritor se aleja cautamente de las razones, a la sazón, presenta­ das por los habitantes de aquel país. Leemos, entonces, que todas las enfermedades tienen una causa natural: en este caso concreto, seria el corte de las venas de detrás de las orejas el causante de la impotencia. A manera de resumen de las teorías expuestas, leemos (23) que los cambios bruscos de estación y los profundos contrastes climá­ ticos influyen en la coagulación del semen, y, por ello, son facto­ res decisivos para la diferenciación de los europeos respecto de los asiáticos. En esta línea, las instituciones políticas son también de importancia decisiva. Nuestro tratado acaba con un difícil capítulo que ha llamado la atención de los estudiosos desde distintos puntos de vista. Se está de acuerdo actualmente en que no hay que marginarlo con 5 Wanderarzt und Aitiologe. Stundien zur hippokratischen Schñft Peri aérón, hydáton, topón, Leipzig, 1934, pág. 41. 14 SOBRE LOS AIRES, AGUAS Y LUGARES respecto al conjunto del escrito6, pues forma una unidad de con­ tenido y estilo con todo lo anterior. No obstante, es ésta la parte más oscura y problemática de toda la obra, y sirve para mostrar las dificultades en que se veía el autor para redondear de manera adecuada la validez general de sus teorías. Los países se nos mues­ tran divididos en cuatro clases, de acuerdo con su altitud, vegeta­ ción, vientos y aguas. Según como sean los países, así serán sus gentes. Destaca el hecho de que son, precisamente, los habitantes de zonas pobres, peladas y sin agua los que tienen un cuerpo vigo­ roso y se muestran orgullosos de carácter, y agudos y aptos para las artes. Concluye nuestro autor insistiendo en que el aspecto y las costumbres de los hombres se ajustan a la naturaleza del país. Pues bien, por su contenido, Sobre los aires, aguas y lugares manifiesta evidentes lazos de parentesco con otros libros de la Colección Hipocrática, en especial, con Aforismos II; Epidemias, en sus siete libros, y Pronósti­ co 25. Mantiene una afinidad algo más lejana con Sobre la dieta en las enfermedades agudas, Sobre las articula­ ciones, Sobre las fracturas y Sobre las heridas en la cabeza 7. Con todo, es mucho más conspicua la relación de nuestro escrito con Sobre la enfermedad sagradas. 6 Así lo reconoce el propio L. Edelstein, Péri aéron und die Sammlung der hippokratischen Schriften, Berlín, 1931, págs. 52 y sigs. 7 Cf. L. Bourgey, Observation et expérience chez les médecins de la Collection Hippocratique, Paris, 1953, pág. 158, destacó en varios pasajes las profundas concordancias de Aforismos y Epidemias I y III con el tratado que estudiamos. 8 U. von Wilamowitz-Moellendorf, Die hippokratische Schrift Pe­ ri hires noúsou, Berlín, 1901, págs. 16 y sigs., recogido en Kleine Schrif­ ten, III, Berlín, 1969, págs. 278-302. Además, O. Regenbogen, Symbola Hippocratea, Berlín, 1914, págs. 24 y sigs.; M. Wellmann, «Die Schrift Peri hires noúsou des Corpus Hippocraticum», Sudhoffs Arch. Gesch. Mediz. 22 (1929), 290 ss., y Deichgraber, Die Epidemien..., págs. 122 y sigs., piensan que el autor de ambos escritos es el mismo. En cam­ bio, Edelstein, Péri aérôn..., pág. 181, no está de acuerdo con tal postu­ lado, siguiendo una actitud ya adoptada por C. Friedrich, Hippokratische Vntersuchungen, Berlín, 1899, pág. 32. Por su lado, Diller, Wanderarzt...,

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