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TRADICION REVi)LUCION Y R' ELYGYON EN L A.ESP ANA DE P3O BAROJA PDF

326 Pages·2000·16.49 MB·Spanish
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TRADICION REVi)LUCION Y R’ E L Y G Y O N EN L A.ESP ANA DE P3O BAROJA ( ) 1km Historia da 3.a dacadencia ce Espolio y sus mitas Fco. Javier Gónzáluz Martin. 4nsa. Lcb. Historia Cantempox (Tesis Ocotaral). —1— RuveIucijn, Tradición y Revolución en Barqa! (tite Historíe de le Oso denotada EsvaRar sus mttosW E. IntroduccUn. pg. 1.-XV31. U. Osada el 98.. 01.0/. o 2 0. 1. 21 impacto del calanialisua. 1—11. 2. 21 Rug.neracioniame costista. ía—a. 3. El R.genarecionismo barojiano. 21—37. 4. Decadencia y Critico da l. Tradición. 38—45. 5. Oacmdsnci~ e Mispwiofobia: La Leyenda Negra. 46—50. 5. La In’aaan de Espafla. 51-64. ¡U. Tradicidn y Literatura: Los Odios imuiticos. 6~—22. 1. Nacionalisuos o regtonal±smos.73—93. 2. Las Valores Histdricas y literarias. 94—114. 3. Enfre lo nietrachiana y lo castellana. 115—128. 4. La Ido. da Tradición. l~—38. 5. A la busqueda da lo propisnente espe~ia1. 139—151. 6. El Problema guneractonal. 152—171. 7. Decadencia y sustrato étnico: idiosincrmBta y negación tradicin— nal—catdlica. 1.72-el. 8. 1. Ciudad Tradicional y Lwitica. 152—206. EV. Le Novela Histdrica y su dualidad hfrtdrico-polftica. 207. 1. Una introducción a las “dos EspaRat’. 207—210. II — — 0ualidad Histdrico—literarj.a. 212—225. 2. La 3. La Dualidad moral entre héroes y prctagonistas. ~. a) Personajes y protagonistas. 226. b) £1 Héroe y el mita: su función revolucionaria. 227—40. a) El EUros y el aventurero: misteric’ y ulxtificaoidn. 240—56. 4. La actitud atoral. 256—58. 5. La Tasis Baarlficial: La novela y lo herdica. 259—61. a) El deseo triangular. 262—65. A) La ft,ción dal Resentimiento. 266—303. y Seculartzacidn. Revolución y Ruptura. 304—342. • 1. El Trunefonde religioso del Sacrificio Politice (Guerra civil o guerra de cruzada). 343-360. 24 kas Sacrificados: Elio. 361—370. 3. El Empecinado. 371—398. 4. Ri.go. 379—86. 5. Le Bacanal SacrifAcial y la Inversiñn patita.. 387—402. (El sentido de 1. fiesta). 6. Las Razones de 1. heterodoxia. : entre Él pecado y el errar. e ~a. 7. El Eapfritu camita: violencia mitin. y religión. 423-472. 8. Terror y Religión. 473—81. 9. SOciedades Guantes absolutistas. 432—524. 10. Él Estado Absoluto trasunto judAico. 525-537. 11. Lwersión y Reinvarsión da antigua. tendencias. 538—570. VI • Kantismo y Pesimismo. 571—601. 1. Pesimismo y Nihtltu.o. 602—515. 2. Relativismo y Pesimismo. 616-666. 3. Contra 2. Historia. 667—724. vii.. Conclusión 715-729. ,ix:. Podndica de Textos C Bibliografla .. -1— Esta tesis doctoral ha sido elaborada mediante una Selección bt- — bliográfica que diera cuerpo antropológico y un sentido diferente. a Quizá sea tan sólo una pretensión. Para su realización, la fuente documental más 5~nportante utilizada ha sido el conjunto de novelas y sobre todo ensayos y articulas bara jf.anos, inscribiendo este caracter antropólogico en una crítica del— comportsniento cultural y de educación política de los espalioles. Muchos de estos artículos han sido c’lvidacbs o no estudiados Comon todo el pens8miento polftico del 98, Eobre todo, en la perspectiva — anunciada, salvo la recienta obra da Elello V~zquez: El Pensamiento Polltico y social de Rio Baroja. Ed Universidad de Salamanca. 1990,., pero que no se introduce en el tena “uiiitol¿Sgico”, en el de las emule ciones, loe criterios individuales niotzschianns o los de masa. Vm— cul~ndolos a la violencia y a un ideaL de acción. Además de la fuente barojiana me han sido de ayuda toda la infor— mación recogida en la Biblioteca Nacional, Bibliotecas Populares, —— la antigua biblioteca circulante de l~ Biblioteca Nacional hoy con—— vertida en Biblioteca Popular Salwnancia, las da las Facultades: Geo— grafié e Historia, Fflosofa y Filoloila, SoctoíagL y Políticas, la — II — — de Psicología de Sómosaguas, las librer:Las llifuadas de “viejo” o las diversas busquedas en las mejores librerías de Madrid, la Cuesta Mo— yana, así como la irwnensa bibliografía recogida por Pio Caro Baroja— en su Guía de Pío Baraje, el mundo bar’ojiano. Ed Caro Reggln/Catedra Madrid. 1967, la apartada por Ignacio Elizalde sobre la Bibliáteca — barojiana de obras filosóficas y de religión (en Personajes y Temas bara ianos. Universidad de Deusto 1995), 0. Longhurst en Las Novelas Hist6ricas de Pío Baroja. Ed Guaderrana 1974. La aportada par B~eza, F en Baroja y su Mundo (Ed Anón. M 8dnid. 1962 2 y y otro de Agendi— ce todos ellos desperdigados por las diferentees bibliotecas), la —— recogida en los diferentes homenajes: ~Encuentros con Don Pío. Rime— naje a Baroja”. AL—BGiM. 1972 y sobre todo: en”Cuadernas 1-fispanosne nicanad. nOs 265-67 twiibien de 1972, sim el centenario de su naci¡nien to, el citado de Baroja y su Mundo y nl publicado por Taurus en ——a 1972 tambien: Barojiana. Les diversas obras de FLores Arroyuelo, Al-. berich (Baroja y la Historia en Helios• 1971 o La Biblioteca de Pío Baroja, los ingleses y otras historias Revista Hisp¿nioa Modernas—aa XXVII 1981 o Universidad. XXXV. 1958), o las de Jorge Caipos, • fltóa y otros me Ilustraron el tema, así can la utilización de obras en — la Biblioteca General del CSIC y en le de Historia y Ciencias Socia- les (en las calles Serrano y Duque de Medinacelí de Madrid), tambi4n me fue de utilidad la consulta de algunos docunentos como los de las Documentación del Fraile en el Archivo Hist¿rica Militar o en el An-. chivo Histarlca Nacional (relativo a comparar la selección de dacu-..t mentas en relación con la crisis de lei Inquisicidn y las sociedades— secretas absulutistas —mucha más brev~miente—) y la Biblioteca da la Real Sociedad Economnica Matritense.. Archivo de la Torre de las Luje— nes. en la Plaza de la Villa. La culminación de estas visitas se nanifestá en le enorme.fuente — que supone para el estudioso de estos temas y le aniabi3.idad con le— que me brindd Don Julio Caro Baroja para la consulta de sus más de — 40.000 volumenes en el caserío familiar de Itzea, en Vera de Bidasoa. - — A todo ello hay que aFiadirle las publicaciones reoientss, tanto en — periódicos como en reediciones de libras. Otras bibliotecas y centros de consulta utilizados son la de la Uní versidad de Comillas y la de la AutónorTa. una advertencia, la orientación antropológica que generalmente se — da a estos estudios suele ser referida a los prtnitivos actuales o— a sociedades contemporáneas excesivamente desarrolladas. No hay mu- chos estudias sobre esta interpretación mitológica, selva las refe—s rencias clásicas de A. QLdO o más recientemente de Garcial Gual, —s Robert Graves y otro clásico: Spenglar en su obra La Decadencia de accidente en donde habla del espfritu l’áustico y apolíneo. Las interpretaciones sobre la violencia las encontremos en el impor’ tente trabajo titulado: La Violencia y lo sagrado o la Ruta antigua de los hombres perversos de Reuié Giran, publicadas en Megrama, también son de interés las obras de Larilantine, Oevereux, Bastido, — Deleuze, Lopaz Ibor, Vallejo Nágera, R,~ Carballo, Salgado y un dé- sico: 1. Lorenz. Así como toda una gPma de obras de final de siglo:- la obra filosófica de Nietzsche, Schopenhauer (como maestro del anta rior)), Fouillée, Richter, Eucken, Guyau, Novicow, Mex Nordau, Sabe— tier, flibot, Payot, Villar y toda la biblioteca de libros editada —— por Daniel Jorro a principios de esta centuria que acaba, además des. toda una bibliografía dedicada al 98: Granjal, Abellán, Liman Fox, — Ooiiatd Shaw o las mismas fuentes halledas en Ganivet, Costa (como los precursores —me fue de gran ayuda el libro de Dolores Franco so— bre: Espa~ia como preocupación en Madrid. 1960-., Unamuno, AzorAn, —— Maeztu, Machado y el propio Baroja, por supuesto. Este esfuerzo de unificación de “totalización” es lo más importan”. te, y cabe la duda do haberlo consegu:Ldo. Un esfuerzo que ha sido — propio en tanto no existe ninguna tesis que sirva de precedente, ya que todas han seguida criterios literarios, histéricos o de otro ti— po por separado, sin encontrar otro sl3ntido u otra alternativa: ni — en Perez Muntanar, ni en Flores Arroyuelo, Longhurst, Ferrán, Olver— — — IV — — de Lean, Luis Urrutia Salavarrí, Magunacoinoechea, Bólinger, o U. Gwen dol~’.n (tesina del Goucher Callege en 1925), por citar algunas obras ~¿ consultedaa~ no obstant, todas han contribuido algo en esta labor co- mún, en esta intento. Quiero recordar y agradecer a todos los que me han ayudado en esta la bar, ya sea dándome ánimos o consejos. De aquí mi agradecimiento a Don Antonio Morales Moya primer director da esta tesis, ahora en la tkiivr sidad de Salamanca, a Vicente Cacho Vio quien me facilitó la primera — b1bb1±~grafiay me diO facilidades en al Instituto Ortega y Gaaaet, a— Leandro Higueruela del Pino quien me facilitO Él acceso a los Archivos de la Real &,ciedad Económica Matritense, al Sr Caballero del mismo —— archivo por su amabilidad y los servicios prestados, a Don Emilia de — Diego, Pedro Alvarez Lazaro y Enrique MenEndez Ureija por haberme faci- litado el paso a fondos a información en )a Universidad Pontificia de— Comillas, a Don Eloy Rodtiguez Navarro quÉt me abrid el mundo da la Fi- losofía y de la Psicología a través de su traducción del libro da VLA DIER, 5’.: Nietracha y la Crítica del Crisl:ianisno. Ed Cristiandad. Ma- drid. 1964 y sus seminarios sobre Freud, El DoPia Guadalupe Gomez Ferrer por sus consejos sobre historia y novela urn la perspectiva del estu—s— dio da las mentalidades y por dltlmo al profesor de Psicología de la-— Universidad de Somosaguas. MariNas. E. estudio de Baroja ha sido completada con la visión galdosiana d~— mate periodo historico. Siguiendo la perspectiva anunciada por Rodgers a Baroja como a Galdós, no 1. interesaba :La historia en tanto constate clOn objetiva y documentada de lo que pasd, tanto como la filoséf’ia de la historia, es decir, lo que interesó a ambos era: “la dirección ideal que debía tomar el desarrollo da los pueblos, la— conciencia (y esto es muy importante) que cada pueblo debía tomar de — su participación en este proceso (se habli de ética, no lo olvidemos), el grado de desqrrollo a que habla llegad’ (de aquí la noción de deca— ciencia mayormente desarrollada en Baroja) y los prejuicios que snpafia— bar su visión (pera tainhidn afiadir los prejuicios populares, las su— pereticiones qu. también omite Rocigere, olvtdando que el siglo XIX ~ produce unos mitos que transfiere al siglo XX: violencia, martires, — héroes. .guerra civil, a esta transferencia o cefibio de dirección de — los ?BnOSnSnOS de la mentalidad, sin perturbar ml sentido ea lo que los francesas llenan de forma mitaménicau reificationu es decir wn mitománica, mediante la.herenoia psinolc~icn y 11 contagio. No podemos entender nuestra siglo a Sin el XIX. A mi juicio no se entienden los couportsuientos ni las mentalida—~ das sin al estudio de los mitos (coma retorno a la Historia contumpo~ tanes segun explican Graves, Jung, el propio Baroja) sobre nuestra e caractm’ y la concepción biológica y sociaL, que en definitiva ator—— gen un mayor valor al estudio de la culturm en nuestra mentalidad, en nuestra capacidad etica y en nuestra .duca~idn política y social. Cabe pensar si. detrds de tan compleja ex’,licación existe un fondo — oculta, una especie dc misterio que le historia oculte en su juicio — de valar como lw-caja4etRfhk~w.a, donde se guardaban todos los males- de la humanidad y cuyos criterios de culpa se encuenIran vinculados a al mito prometeico (al Arbol de la ciencia), mitos cuya bisagra en ea te triunfo y decadencia de la Civilización es est. fin de sigla, esta generación del 98, y .1 advenimiento de la nueva era como vaticinaba— Nonnan Stone al titular por vez primera su Europa Transformada con el de el fuego robado a los dioses. -VI- Este es un trabajo sobre el penso¡nientc politico-.social de uno de los más grandes escritores que ha tenido Espaiia. Su altura, radica a = mi modo de ver, en el anjlisis de la mentalidad, en el estudio antropa lógico y filosófico da los espaFioles a través de sus supersticiones po líticas y religiosas (es decir ideológicas)), su intolerancia, sus mi—— tos y sus herencia e cifradas en la imagnn tópica de quijotismo y de — vandalismo que el ectr’anjero tuvo de nosotros hasta hace muy poco tía,-” po.. (Cfi. con ‘Re’Uisidn Necesariau o “Espalia Vieja Patria NuevaI. Esta intolerancia parece obedeoer-a~cfrcunstancias particulares den- tro de una Europa finisecular que rinde culto a la Violencia, pero se- ria iluso creer que la violencia florece en este tiempo. La violencia con su contenido de frustración (Cfi. con Dollard: f~~- sión y Frustración. 1950) es un resu1tad~ de la idea de decadencia. 1 La decadencia de todos los valores sufre una crisis, un agotamientos y una adulteración: Tradición, Revolución y Religión son ideas que sus partidarios intentan renovar, actualizar.. Todas estas tendencias se —— han me 2clado confusamente, se ha creído en las tres cano las so)uciones proclives para el cambia o para la perwaneocia en un anhelo de eterní-. dad, de perdurabilidad. VII — — Por otro lado la voz de alanna dada por los intelectuales cae en el = pesimismo, para unos en algo exagerado, d~straoto y utópico. QJizS haya algo de exagerado, pero en eFata visión pesimista no esta— de más advertir. El desastre del 98 abre en Espafia y en el mundo europeo la revisidn= del cdnit de la civilización europea como el “no va más de la ciencia! y por otro lado abre aun más la distancia entre las naciones. Del cd—= nit es muy facil pasa- a. la decadencia, y en nuestro caso, como nación latina con mayor razón en la desventaja histdrica con las naciones an- gb—sajonas y germanos. La revisión de nuestra decadencia o de las razones de nuestra violen cia histórica, es una frustración :Ijnperíal, un deseo de independencia, de grandeza. El quijotismo nos ha hecho ir de las gijerras de religión, de nues—— tros enemigos externos: ingleses, franceses, holandeses a una reifica— ción y un cambio de sentido: el aislamiento produce un proceso de ruco gimiento: el enemiuo esta en caso, y hacemos de nuestra casa un campo- de batalla. La guerra de la Independencia supone este csnbio de sentí— do y de dirección del odio, es decir, supone el preluUío de nuestra —— guerra civil, nos ha fallado el dominio del hombre por el hambre como. hqn sabido hacer el resto de los paises. Así, a la antiguo mentalidad inquisitorial y religiosa se impone la política, la de las ideas, la — “tiranía de las ideas en Unamuno u Ortega”, las persecuciones, la dlvi sión hacen posible una visión nihilista en esta revisión de valores. Pero esa intolerancia, esa superaticidin o “desviación” de los autén- ticos criterios, derivaba de una dogmática, de una doctrina o “teolo- gía” entre comillas, que no ha hecho otra qosa que sustituirse en el — tiempo, solapando o escondipndo bajo unEl capa de civilización los ins- tintos de agresión (sg Schopenhauer o la noción del hombre de I-bbbes— que a su vez, había leído en Plauto). Para Baroja esa propensión a la— maldad o a la “Perversión ese arreperbtirse de nuestra historia como “, protestantes liberales o judíos y marxistas (posteriormente) nos han ,

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gún sus tradiciones, sus costumbres, su lengua; queremos orgení Todos los tc$icos que rondarían alrededor del caracter racional y cal—. A. culador se flan te i±ssuccesa fi brmadcaating en e wavalongth te which tic publio.
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