ebook img

TÍTULO APROXIMACIÓN AL FONDO BIBLIOGRÁFICO ANTIGUO DEL HOSPITAL DE SAN ... PDF

103 Pages·2011·0.5 MB·Spanish
by  
Save to my drive
Quick download
Download
Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.

Preview TÍTULO APROXIMACIÓN AL FONDO BIBLIOGRÁFICO ANTIGUO DEL HOSPITAL DE SAN ...

TÍTULO APROXIMACIÓN AL FONDO BIBLIOGRÁFICO ANTIGUO DEL HOSPITAL DE SAN CARLOS DE SAN FERNANDO: SU CATALOGACIÓN AUTORA Inmaculada Cano Révora Esta edición electrónica ha sido realizada en 2011 Curso Experto Universitario en Información, Documentación y Bibliotecas de Ciencias de la Salud ISBN 978-84-694-6967-5 © Inmaculada Cano Révora © Para esta edición, la Universidad Internacional de Andalucía Universidad Internacional de Andalucía, 2011 Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas Usted es libre de: • Copiar, distribuir y comunicar públicamente la obra. Bajo las condiciones siguientes: • Reconocimiento. Debe reconocer los créditos de la obra de la manera. especificada por el autor o el licenciador (pero no de una manera que sugiera que tiene su apoyo o apoyan el uso que hace de su obra). • No comercial. No puede utilizar esta obra para fines comerciales. • Sin obras derivadas. No se puede alterar, transformar o generar una obra derivada a partir de esta obra. • Al reutilizar o distribuir la obra, tiene que dejar bien claro los términos de la licencia de esta obra. • Alguna de estas condiciones puede no aplicarse si se obtiene el permiso del titular de los derechos de autor. • Nada en esta licencia menoscaba o restringe los derechos morales del autor. Universidad Internacional de Andalucía, 2011 APROXIMACIÓN AL FONDO BIBLIOGRÁFICO ANTIGUO DEL HOSPITAL DE SAN CARLOS DE SAN FERNANDO: SU CATALOGACIÓN Inmaculada Cano Révora 1 Universidad Internacional de Andalucía, 2011 LA MEDICINA: BREVE ACERCAMIENTO A SU HISTORIA La práctica médica está vinculada al hombre desde que éste puso el pie en la Tierra, y sintió la necesidad de ser curado de heridas y enfermedades. Este trabajo de curación en las tribus primitivas podía reconocerse en nuestros días como Medicina, envuelta en los roles mágicos de los chamanes y sacerdotes. Y en Occidente, gracias a doctrinalistas como Galeno (s. II), se mantuvo esta consideración pseudocientífica de la Medicina hasta entrado el siglo XIV, resultado del largo sueño del mundo medieval, y de la falta de curiosidad científica en que se vio sumido gracias a la intervención de la religión. Mientras esto sucedía en nuestra civilización, en el resto del mundo acontecían grandes eventos, y civilizaciones como la India o la China hicieron importantes descubrimientos y mejoraron la calidad de la atención médica. Ya en la Baja Edad Media, Occidente empezó a despertar al nuevo conocimiento, pero fue en el Renacimiento cuando hombres como Vesalio iniciaron la tendencia a la “observación”, con las primeras disecciones, meticulosas, que llevaron a un profundo conocimiento de la estructura del cuerpo humano. Las observaciones del Renacimiento continuaron enriqueciendo el conocimiento de las enfermedades humanas hasta el siglo XIX. Sin embargo ya en el siglo anterior se había iniciado un movimiento de salud global, que pudiera hacer frente a las diversas oleadas de epidemias que asolaban Europa1. La paulatina asunción de la idea de que la sanidad no es sólo un concepto privado, sino en el que interviene la comunidad, hizo que se progresara enormemente, especialmente a partir del movimiento ilustrado del siglo XVIII, que en España se plasmará en la Ley de Sanidad de 1885, con más de medio siglo de retraso con respecto al resto de Europa.2 Esta misma circunstancia se repite con los profesionales que practican la Medicina. Ya desde el siglo XV se habían regulado los estudios para ejercer la 1 Como ejemplo, véase Cubillo de la Puente, Roberto, p. 31 y siguentes 2 En países como Austria se había iniciado ya en el siglo XVIII la organización de una verdadera política sanitaria completa (véase Viñes, Jose Javier, p. 26) 2 Universidad Internacional de Andalucía, 2011 profesión de médico, muy reconocida por otro lado, al igual que la de boticario, sometidos a inspección por ley desde el siglo XVI3. No sucede lo mismo con la Cirugía, separada de la práctica profesional de la Medicina, y relegada a barberos hasta bien avanzado el siglo XVIII, cuando Pedro Virgili y Juan Lacomba, cirujanos de la Armada, crean en Cádiz, en el Hospital Real, un centro para la formación anatómica de los cirujanos castrenses, que posteriormente (1748) se convertiría en el Real Colegio de Cirugía de Cádiz4, origen de lo que ya casi en el siglo XIX pasó a ser Real Colegio de Medicina y Cirugía, uniéndose así por fin las dos ramas de las Ciencias de la Salud. En cuanto a otros profesionales encargados también de la sanidad en su sentido más amplio, como los veterinarios, eran los llamados “albéitares”5 los que practicaban el cuidado de los animales domésticos, regulados por un examen, aunque no es hasta 1793, con la creación de la Escuela de Veterinaria de Madrid, cuando se crean centros específicos para el estudio de esta profesión, comenzando a desaparecer la albaitería a partir del primer tercio del siglo XIX. Es en este siglo, cuando, gracias al desarrollo de la investigación y de la metodología científica, se afianzó lo que ya en el siglo pasado se había iniciado con tímidos pasos: la Medicina moderna, realizándose importantes avances en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades, así como en los métodos quirúrgicos empleados.6 Es el siglo de la Clínica y la Fisiología, en el contexto de la Revolución Industrial, así como de la consolidación de diversas especialidades, y el desarrollo de los métodos de exploración clínica. La noción de la evolución darwiniana, la definitiva fundamentación de la teoría celular, el conocimiento de la naturaleza y la fecundación, influyen en la biología en general, logrando un gran desarrollo también la fisiología7. El laboratorio en la investigación médica adquiere una prominente importancia durante la 3 Cubillo de la Puente, Roberto: p. 40 y siguientes 4 Para un acercamiento a la historia del Colegio de Cirugía de la Armada en Cádiz, véase Rosario Gestido del Olmo: Una biblioteca ilustrada gaditana: La Biblioteca del Colegio de Cirugía y Medicina de la Armada, Cádiz, 1994 5 Sobre este tema, consultar Herrero Rojo, M.: La albeyteria española en el siglo XVIII, Salamanca, 1984 6 Baste destacar el inicio y desarrollo de métodos de anestesia y asepsia, el invento o perfeccionamiento de instrumentos de observación como el microscopio, o el fonendoscopio, o quirúrgicos, como los fórceps 7 Estas aportaciones quedan reflejadas en la bibliografía que es objeto de este estudio, donde encontramos publicaciones de los grandes científicos de la época, como Klein, Bouchard, Laënec, Chomel, Wundt y tantos otros. 3 Universidad Internacional de Andalucía, 2011 segunda mitad de este siglo, con el rigor científico y la amplitud lograda por la microbiología. Este siglo también verá evolucionar la prevención de las enfermedades infecciosas mediante la vacunación. Cabe recordar que uno de los males más temidos ya desde la Edad Media eran las grandes epidemias de viruela, y sobre todo de cólera, que diezmaban a la población.8 Efectivamente, las aportaciones científicas en el siglo XIX se producen a gran velocidad y saltando de escenario en los diversos países europeos, destacando a la cabeza de las grandes líneas de investigación Inglaterra, Alemania y Francia. España, que durante buena parte de este siglo vive envuelta en una profunda convulsión política y social, va a remolque de las líneas de investigación de estos países, y no es hasta finales de siglo que se produce el despegue definitivo hacia el positivismo y la experimentación.9 Destacan importantes personalidades, como Santiago Ramón y Cajal (1852- 1934), premio Nobel en 1906 por sus estudios neuronales, Federico Rubio y Galí (1827-1902), promotor de la Escuela Libre de Medicina de Sevilla, cuna de importantes investigadores del campo de la Fisiología, y renovador del campo de la Cirugía en España, el fisiólogo José Gómez Ocaña (1860-1919), estudioso de las funciones tiroideas y de los centros ópticos; higienistas como Carlos María de Cortezo (1850-1933) o Francisco Méndez Alvaro, figuras importantes de la política sanitaria de la época; en la incipiente especialidad de Pediatría destaca Rafael Ulecia Cardona (1850-1919), que creará en Madrid los llamados “Centros de la Gota de Leche”, ya entrado el siglo XX, para asegurar la correcta alimentación de los niños con menos recursos; o José Olavide Landazábal (1841-1901) que es considerado el padre de la Dermatología en España.10 El fondo bibliotecario antiguo del Hospital de Marina de San Carlos contiene bibliografía específica de este período, con una importante representación de todos estos autores. 8 Precisamente, como veremos más adelante, ése fue el origen del Hospital San Carlos en San Fernando 9 Una buena clasificación de científicos españoles de este siglo la tenemos en: Ana María González Rebollo: Los Colegios médicos en España (1893-1917) (Tesis doctoral). Valladolid, 1997 10 La importancia de la Biblioteca que nos ocupa se muestra en que entre sus títulos aparecen una importante muestra de todos estos autores, así como de los extranjeros, que suponían la avanzadilla científica de la época. 4 Universidad Internacional de Andalucía, 2011 EL HOSPITAL DE MARINA DE SAN CARLOS EN SAN FERNANDO: BREVE RESEÑA HISTÓRICA San Fernando ha estado desde hace siglos muy vinculado a la Armada, y uno de los frutos de esa vinculación ha sido la existencia del Hospital de la Defensa “San Carlos”, único hospital que actualmente existe en esta ciudad. Pero esto no fue así siempre. En el año 1768 comienza a funcionar el hospital de San José, primero de la ciudad de uso civil. Anteriormente, la asistencia sanitaria de la zona se cubría con centros dependientes del hospital de Cádiz. El primero de ellos del que se tiene noticia data del año 1719: se trata del Real Carenero del Puente de Zuazo, donde, al iniciar sus actividades, hubo de preocuparse de la atención de los accidentados. Posteriormente, en 1756 se termina de construir un hospital provisional en la Carraca, primera enfermería naval asistida por facultativos del Cuerpo de Cirujanos de la Armada. Además de éstos, existían dos hospitales o lazaretos instalados en La Isla, también militares: el Lazareto del Caserío de los Infantes11, que estuvo funcionando durante seis años (1728-1734), y el Hospital de las Anclas, en el Caserío de Ricardos. El origen del Hospital de San Carlos está condicionado por el traslado, en 1769, del Departamento Marítimo de Cádiz a San Fernando, y por la dedicación del Real Colegio de Cirujanos de la Armada de Cádiz a funciones más docentes que asistenciales. En estas fechas, y para albergar las dependencias del Departamento Marítimo, es cuando se empieza a construir la Población Naval de San Carlos. Y en 1786 se comienza la edificación de un convento de franciscanos, a espaldas del Panteón de Marinos Ilustres, para atender las necesidades espirituales del personal de esta futura población. Pero jamás cumplió la función para cual fue diseñado, pues la epidemia de la fiebre amarilla que sufrió la ciudad, y sobre todo la derrota del ejército francés, frente 11 La Casería del Infante fue alquilada por el Cabildo de Cádiz para instalar un centro en el que se prevenía la propagación de la epidemia de la fiebre amarilla. Más tarde, en 1736 se intentó reconvertir el Lazareto en Hospital de Marina, de forma provisional, hasta que en 1809 cedió sus funciones sanitarias al Hospital de San Carlos. Sin embargo, las epidemias de principios de siglo, obligaron a las autoridades a seguir usando estas instalaciones para los fines que se habían propuesto en su creación, de prevención de la propagación de las epidemias. 5 Universidad Internacional de Andalucía, 2011 a Fadricas (1808), que causó un número importante de bajas, hizo necesaria la creación de un hospital provisional en las dependencias del convento, inaugurándose éste en 1809, tras ser evacuado el existente junto al Puente Suazo en uno de los antiguos almacenes del Real Carenero. Durante casi ochenta años (1809-1884) este hospital, aunque ubicado en terrenos de la Armada, dependía del Ministerio de la Guerra. Y fue en 1884 cuando pasó a convertirse en Hospital Naval. Hay que señalar que desde comienzos de su funcionamiento, este hospital ha estado muy unido a la población de San Fernando, pues en él se atendía tanto a militares como a civiles, y para su mantenimiento se hizo necesaria la aportación económica del Ayuntamiento. El hospital continuó ofreciendo sus servicios en el edificio que lo albergaba hasta 1981, año en el que fue demolido, ubicándose a su lado el hospital actual, que en el 2002 dejó de pertenecer a la Armada y se integró en la red de hospitales de la Defensa, con el nombre de Hospital General de la Defensa en San Carlos. Actualmente es un hospital militar dependiente del Ministerio de Defensa12, que tiene diferentes conciertos con la Junta de Andalucía, uno de ellos con el Sistema Andaluz de Salud, para atender a la población civil de San Fernando en Consultas Externas y Cirugía Mayor Ambulatoria. 12 Hay que señalar que en los Hospitales Militares no se da la misma división civil de Regionales, Comarcales, etc.. Por otra parte, disponen de las especialidades médicas necesarias para cumplir con la estrategia sanitaria definida por el Ministerio de Defensa en los aspectos logístico y operativo. Los pacientes que necesitan atención de especialidades no existentes en su Hospital son derivados al Hospital Central de la Defensa en Madrid o a otros hospitales de su zona. 6 Universidad Internacional de Andalucía, 2011 LOS FONDOS ANTIGUOS DE LA BIBLIOTECA DEL HOSPITAL DE SAN CARLOS: SU CATALOGACIÓN Dadas las características y la historia del hospital, no es de extrañar encontrar en los pasillos de la segunda planta, cercanos al área de Secretaría Técnica, y junto a una mal denominada Biblioteca, cuatro armarios conteniendo un tesoro bibliográfico en perfecto estado de conservación en su mayoría, que nos dan una idea de la formación científica que poseían los profesionales que trabajaban en sus dependencias durante el siglo XIX. A pesar de la apariencia de ordenación que tienen estos fondos, la realidad es bien distinta. No se encuentran catalogados, ni siquiera registrados, ni ordenados, y tampoco hemos logrado encontrar ninguna noticia de un catálogo antiguo que nos ayude a conocer la totalidad de los fondos que pudieron existir. En definitiva, lamentablemente, el único fin de estos libros es adornar una parte más o menos noble del edificio. Y resulta paradójico que investigadores de la Historia de la Medicina se vean obligados a consultar material a distancia, teniendo un ejemplar original al lado del despacho donde trabajan. En este estado de cosas, nos planteamos como objetivo del trabajo el de la puesta en valor del material bibliográfico antiguo que se encuentra en el Hospital de Marina de San Carlos. Este objetivo general se ve limitado en cuanto a que en este estudio se plantea una aproximación a los fondos, con el análisis de cien ejemplares, que constituye algo menos del diez por ciento del total de los fondos.13 Este trabajo se realizó en diferentes fases, orientadas a la consecución del objetivo propuesto, que conformaron una metodología coherente y que no sólo se basaba en establecer la cantidad del material, sino también la calidad del mismo. Así, la primera acción a realizar consistió en la selección de la muestra de fondos a analizar. Teniendo en cuenta que no contábamos ni siquiera con una relación de títulos, decidimos elegirlos aleatoriamente. 13 Un cálculo aproximado nos lleva a concluir que el número total de ejemplares puede oscilar entre los mil y mil quinientos títulos. 7 Universidad Internacional de Andalucía, 2011 Una vez delimitado el objeto de estudio, continuamos con el establecimiento de la cantidad de fondos que sobreviven de la Biblioteca hospitalaria que sin duda tuvo que existir (no olvidemos que este hospital pertenecía a la Armada, y estaba muy vinculado con el Colegio de Cirugía de Cádiz). El primer paso fue hacer un libro de registro donde a cada ejemplar se le asignó un número aleatorio, que nos sirve para mantener constancia de lo que hay actualmente. Por otro lado, procedimos a tomar nota del antiguo tejuelo que la mayoría de los ejemplares conservan, de manera que al final se puedan obtener datos que nos den idea aproximada del volumen de la Biblioteca, tanto en el siglo XÏX como en la actualidad. Por otra parte, para poder obtener información sobre la importancia de los fondos conservados, procedimos a la catalogación e indización de los ejemplares, Para este fin, utilizamos dos herramientas básicas: las Reglas de Catalogación editadas por el Ministerio de Cultura, que siguen la norma internacional ISBD (Internacional Standard Book Description) para el proceso de catalogación, y la Lista de Encabezamientos de Materia para las Bibliotecas Públicas, también editadas por el Ministerio de Cultura, que nos sirvió para realizar la indización. Una vez realizada esta tarea, comenzamos una labor de búsqueda documental en tres grandes catálogos14: la Biblioteca Nacional Española (BN), el Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español (PATBIB) y la Red de Bibliotecas Universitarias (REBIUN), procediendo posteriormente a anotar cada uno de los lugares en que se puede encontrar un ejemplar igual a los que forman parte de los fondos de nuestra Biblioteca. Por último, hemos añadido a cada registro un apartado de “observaciones”, en el que hemos anotado algún dato acerca del autor del libro, cuando esto ha sido posible. En cuanto a las características formales de los documentos, es destacable el hecho de que hemos reseñado en la descripción de cada ejemplar el tipo de encuadernación que tiene, dada la relevancia que puede tener este dato para informarnos de la importancia concedida por los usuarios de este fondo, y del nivel de utilización de los mismos.15 14 En el catálogo aparecen anotados al final de cada registro con las siglas (BN) (PATBIB) y (REBIUN) respectivamente. 15 Hay que recordar en este punto que la encuadernación original de los libros en el siglo XIX era principalmente en rústica, debido a que la producción era abundante y para los libreros-editores era la forma más rápida de presentar los ejemplares. Y eran bibliotecas y particulares los que, en función de su uso para evitar su deterioro, los encuadernaban (Dahl, Svend: Historia del Libro, Madrid, 1994) 8 Universidad Internacional de Andalucía, 2011

Description:
El fondo bibliotecario antiguo del Hospital de Marina de San Carlos .. Observaciones: Alfred Becquerel (1814-1862) era físico e investigador médico
See more

The list of books you might like

Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.