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Teoría e ideología en el pensamiento político de Norberto Bobbio PDF

331 Pages·1998·88.821 MB·Spanish
by  GreppiAndrea
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OHIHOH OJ.~3H~ON 30 O:JILJ'lOd OJ.N3IWVSN3d 13 N3 VJDO'l0301 3 VJ~03J. ANDREA GREPPI TEORÍA E IDEOLOGÍA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO DE NORBERTO BOBBIO Prólogo de Norberto Bobbio INSTITUTO DE DERECHOS HUMANOS "BARTOLOMÉ DE LAS CASAS" UNNERSIDAD CARLOS lll DE MADRID MARCIAL PONS, EDICIONES JURÍDICAS Y SOCIALES, S. A. MADRID 1998 BARCELONA Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del «Copyright>>, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. © Andrea Greppi © MARCIAL PONS EDICIONES JURÍDICAS Y SOCIALES, S. A. San Sotero, 6- 28037 MADRID 1t 91 304 33 03 ISBN: 84-7248-579-X Depósito legal: M. 31.586-1998 Fotocomposición: INFORTEX, S. L. Impresión: CLOSAS-0RCOYEN, S. L. Polígono lgarsa. Paracuellos de Jarama (Madrid) MADRID, 1998 Nadie puede iniciarse en esta profesión sin la ayuda de personas comprometidas con la formación de sus alumnos. Agradezco por tanto al Prof Gregario Peces-Barba un apoyo sin el que seguramente no habría tenido la oportunidad de proseguir mis estudios, y al Prof Eusebio Femández que accediera a dirigir la tesis doctoral que está en el origen de este trabajo. Los pro fesores Gregario Peces-Barba, Michelangelo Bovero, Antonio-Enrique Pérez Luño, Alfonso Ruiz Miguel y María José Fariñas tuvieron la amabilidad de formar parte del tribunal que juzgó aquella tesis. Considero ade más que el estudio nunca puede ser solitario, y por eso valoro extraordinariamente la compañía de quienes han estado cerca de mí durante la elaboración de este libro, en particular, la de mis compañeros del Área de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos Ill de Madrid. Finalmente, agradezco al Prof Norberto Bobbio la aten ción y la benevolencia con la que me ha recibido en diversas ocasiones. PRÓLOGO El primer debate sobre la noción de filosofía política tuvo lugar en Italia entre el final de los años sesenta y el comienzo de los setenta, con motivo de la reforma de la Facultad de Ciencias Políticas en la que se había introducido por vez primera en nuestro país La enseñanza de "Filosofía de la Política". Creada la nueva Facultad también en La Universidad de Turín, en la que desde hacía muchos años impartía Filo sofía del Derecho en la Facultad de Jurisprudencia, me incorporé a ella en 1972, como sucesor de Alessandro Passerin d'Entreves que había estado entre sus fundadores. No había esperado el nacimiento de la nueva Facultad ni el paso de una disciplina a otra para comenzar a dedicarme al estudio de la política y de la historia del pensamiento político. En 1948 había preparado la edición de la primera traducción italiana del De cive de Thomas HOBBES, un autor que he retomado con frecuencia y que siempre he considerado como un punto de referencia obligado en la historia del pensamiento político y en la formación del Estado moderno. Desde los años setenta, sin embargo, mis escritos de teoría política se intensificaron en relación con los de teoría jurídica. En 1974 aparece el Dizionario di Política dirigido en colaboración con Nicola MAITEUCCI, en el que me encargo de ilustrar algunos conceptos fundamentales de teoría política, como "democracia", "despotismo': "élites", "oligarquía': "paz': "polí tica", "sociedad civil". En 1979 publico una recopilación de ensayos sobre el problema de la paz y de /.a guerra; en 1984 recojo en un volumen algunos escritos sobre la democracia, el primero de los cuales está tomado de una conferencia dictada en Madrid en 1978; en 1985 aparecen reunidos en un único volumen los artículos publicados en la Enciclopedia Einaudi, con el título Stato, governo, societa, y con el ambicioso subtítulo Per una teoría generale della política, una promesa no mantenida. Por últi mo, en 1991 publico un volumen titulado L'Eta dei diritti, en el que lO PRÓLOGO ensayos de teoría jurídica, de historia del pensamiento político y de teoría política van alternándose. No es necesario reiterar en este lugar que, en mi opinión, teoría jurídica y teoría política se integran y se completan reciprocamente, centrándose una en el concepto de "norma" y la otra en el concepto de "poder". Quienes lean el amplio y documentadisimo estudio de Andrea GREPPI tendrán ocasión de encontrar varios lugares en los que se afronta el tema del nexo entre teoría jurídica y teoría política, empezando por el problema de la relación entre legitimidad y legalidad, una relación en la que el primer término se refiere a la titularidad y el segundo al ejercicio del poder. Me interesa poner de manifiesto, sobre todo, aquello que las dos teorías tienen en común en mis escritos. Justa y acertadamente GREPPt insiste en la prioridad que han tenido en mi trabajo las cuestiones de método. Lo que teoría jurídica y teoría politica tienen en común no es sólo el fin exclusivamente cognoscitivo (no propositivo ), sino también el procedimiento para alcanzarlo. Es el procedimiento bien definido y repetidas veces ilustrado por nuestro autor como "reconstrucción", a través de un análisis lingüístico nunca carente de referencias históricas a los autores clásicos, de las categorías fundamentales, que permiten delimitar desde el exterior y ordenar en el interior las dos áreas, la jurídica y la política, y las relaciones entre ambas. Una filosofía politica concebida principalmente como reconstrucción de "conceptos fundamentales" (la referencia a la obra de Felix 0PPENHEtM es aquí obligada, a pesar de las oportunas salvedades) no tiene ninguna función directiva o normativa. Si, como se ha dicho, el renacimiento de la filosofía política se debe a la obra de John RAwLs, una obra que pretende indicar la mejor solución posible para una sociedad justa, la teoría general, tal como yo la he concebido y la he comenzado a formular, pertenece a la fase anterior, por lo demás nunca superada en estos últimos años. Teoría general de la politica y teoría n01mativa de la justicia pueden tranquilamente avanzar la una junto a la otra sin chocar entre si. Sus objetivos son diferentes. Aunque la primera puede ayudar a la segunda a perseguir con claridad y precisión su objetivo, y la segunda puede ofrecer a la primera renovadas materias de estudio. El hecho de que la teoría general de la politica se proponga ser ava lorativa no quiere decir que quede despojada de juicios de valor implícitos. Las palabras del lenguaje político no son axiológicamente asépticas. Tie nen un significado descriptivo y un significado emotivo que difícilmente pueden ser diferenciados. Y el significado emotivo puede ser positivo o negativo, dependiendo de quien use la palabra y del contexto en que ésta sea empleada. Libertad puede sugerir emotivamente a un liberal la idea de un estado que debe ser deseado, promovido y defendido; a un reaccionario, amante del orden, un estado que debe ser rechazado. En la izquierda la igualdad, como crítica de las discriminaciones injustas, PRÓLOGO 11 es una meta que debe ser perseguida; en la derecha, en cambio, entendida como indebida equiparación entre quien merece estar más arriba y quien debe resignarse a estar más abajo, es percibida como un disvalor. En el mismo instante en que, al definir la democracia, hago uso de palabras como "libertad, igualdad, no violencia", y la comparo con una definición de autocracia en la que incluyo palabras como "no-libertad, desigualdad y violencia", mi pretensión de ser neutral queda desvirtuada a causa del significado fuertemente emotivo que tienen las palabras que forman parte del lenguaje que me resulta familiar y que es habitual en el círculo de mis probables lectores. No existe una teoría tan aséptica que no deje intuir elementos ideológicos que ninguna pureza metodológica llega a eliminar por entero. Incluso la teoría pura del derecho de KELSEN, en la que he encontrado mi principal fuente de inspiración para la teoría general del Derecho y que siempre he tenido presente como modelo tam bién en mis escritos de teoría política, toma como punto de partida el presupuesto, que bien puede ser considerado ideológico, de que el Derecho en cuanto tal, incluso si es definido neutra/mente como técnica de orga nización social, tiene una función social a.xiológicamente positiva, hasta el punto de que puede ser considerado como un medio necesario para alcanzar y conservar un bien colectivo como la paz interna y la paz internacional. Lo cual no impide que teoría e ideología, como dice claramente el título de este volumen, deban permanecer bien diferenciadas. La teoría presupone, como desde el comienzo GREPPI señala, la observación realista de las cosas, mientras que la ideología forma parte de nuestra esfera emotiva o, con un término clásico, de las pasiones. La distinción entre teoría e ideología se funda en un rígido dualismo entre hechos y valores: una cosa es afirmar que la democracia es un sistema de reglas que permiten tomar decisiones colectivas con el máximo consenso, y otra propugnar la democracia como la mejor forma de gobierno. No sé cuántas veces, acudiendo a la "gran división" entre lo descriptivo y lo prescriptivo, he tenido ocasión de subrayar la diferencia entre una definición explicativa y una definición persuasiva de la política, a pesar de que, como ya he dicho, en los propios términos que uso, y que no puedo no usar, revelo mis preferencias. Tiene toda la razón GREPPI al subrayar la distancia entre aspiración científica y aspiración ideológica. En una concepción dualista del mundo, en la que entre hechos y valores no existe conexión necesaria, la contraposición es inevitable e insoluble. Se resuelve sólo distinguiendo de forma igualmente tajante las tareas de la teoría, que son cognoscitivas, y las de la ideología, que son normativas. También el consenso o el disenso de quienes leen mis escritos de teoría polftica encuentra una motivación diferente a la que puedo esperarme en los actores políticamente orientados a quienes me dirijo cuando asumo el papel de intelectual militante. Cuando escribí el opúsculo Destra e sinis tra, no tuve más remedio que distinguir netamente entre análisis con- 12 PRÓLOGO ceptua~ por medio del cual establecí el criterio de distinción entre Las dos partes contrapuestas del universo político, y mi toma de posición en favor de La izquierda. Mis argumentos utilizados, respectivamente, para desarrollar el análisis y para sostener La opción valorativa son diferentes. Mis interlocutores se diferenciaban también entre quienes aprobaban el criterio de distinción pero rechazaban mi preferencia y quienes, por el contrario, aun estando de mi mismo lado, consideraban que el criterio de distinción que yo presentaba era equivocado. Y ha sucedido incluso que algunas personas que rechazaban mi elección rechazaran al mismo tiempo mi criterio analítico: pero entre ambas negaciones no existe una relación necesaria. Lo mismo puede decirse de mi pertenencia, numerosas veces decla rada, a La corriente política del socialismo libera~ al que el autor del libro dedica, con la habitual precisión documental, el apéndice. La recons trucción del significado, o de los significados, de este concepto complejo debe ser diferenciada de La adhesión a La ideología política que expresa. Al socialismo liberal me he mantenido fiel desde el momento en que tuvo comienzo mi militancia política en los últimos años del fascismo hasta el presente, a pesar de La alternancia en el gobierno de diversos partidos durante estos últimos cincuenta años. Nunca he pretendido ser un ciudadano por encima de las partes y tampoco pretendo esgrimir argu mentos concluyentes para defender mis ideas. He mantenido diversos coloquios con Andrea GREPPI durante la ges tación de su obra. He percibido con cierto estupor que conocía mis escritos, repartidos sin orden a Lo Largo de algunas décadas, mejor que yo. Su paciencia unida a su curiosidad de saber, y su admirable conocimiento de mis escritos unido a su voluntad de percibir sus conexiones y su sentido, me han ayudado a comprenderme mejor a mí mismo. A mi edad, llegado al fin del «cammin della mia vita», es un reconocimiento que Le agra dezco a él, así como a quienes le han guiado en la investigación, Gre gario PECES-BARBA MARTÍNEZ, Eusebio FERNÁNDEZ GARCÍA y Michelangelo E ovERO. Norberto BoBBJO Turín, junio 1998 INTRODUCCIÓN Es el mejor de todos el que por sí solo comprende todas las cosas; es noble asimismo el que obedece al que aconseja bien ... (Hesíodo, Los trabajos y los días, 291 ss.) l. DOS MODELOS EN LA FILOSOFÍA POLÍTICA CONTEMPORÁNEA Hay filósofos que son casi más conocidos como personajes públicos que por sus escritos. No creo que sea éste el caso dt Norberto BoBBIO, pero lo cierto es que determinados aspectos de su pensamiento no han recibido hasta la fecha la atención que en mi opinión merecen. No es sencillo, por lo demás, manejar su obra, por la ausencia de grandes textos sistemáticos, por la inabarcable extensión de su biblio grafía y, sobre todo, por la desconcertante variedad y disparidad de las materias tratadas. Por esta última razón, cuando comencé a ocuparme del pensa miento político de BoBBJO me propuse delimitar sus principales áreas temáticas y los diversos momentos de su formación y desarrollo, inten tando comprender los rasgos fundamentales que caracterizan (usando una expresión de Sheldon WouN) su particular "visión" o "perspectiva" sobre la política 1 Fui descubriendo la importancia que habían tenido • en él ciertos elementos que, en sentido amplio, quisiera denominar "metodológicos", así como la preferencia por una determinada forma de entender la labor del filósofo, que no debería estar orientada tanto o sólo a justificar nuestra "visión del mundo" como a conocer y com- 1 Utiliro aquí la expres1on que aparece en S. WouN, Política y perspectiva. Continuidad y cambio en el pensamiento político occidental, Buenos Aires, Amorrortu Editores. 1973.

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