TEEB para la Agricultura y la Alimentación L Informe Provisional loa y ls Ec a Eon Bic o odivosistmía e e r d sidamas e d Un informe de “La Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad” Fotografía de la portada: © Shutterstock L l a o y ls Ec a Eon Bic o odivosistmía e e r d sidamas e d La Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad (TEEB) es una iniciativa mundial centrada en “hacer visibles los valores de la naturaleza”. Su objetivo principal es integrar los valores de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos en la toma de decisiones a todos los niveles. La iniciativa trata de alcanzar este objetivo aplicando un enfoque de valoración estructurado que ayuda a los encargados de la toma de decisiones a reconocer la amplia variedad de beneficios que ofrecen los ecosistemas y la biodiversidad, a demostrar sus valores en términos econó- micos y, según proceda, a recoger esos valores en la toma de decisiones. Descargo de responsabilidad El contenido de este informe no refleja necesariamente las opi- niones ni las políticas del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), las organizaciones contri- buyentes o los redactores. Las denominaciones empleadas en este informe y la forma en que aparece presentado el material que contiene no implican la expresión de ningún juicio por par- te del PNUMA, las organizaciones contribuyentes, los redacto- res o los editores con respecto a la mención de una entidad o producto comerciales, la condición jurídica de países, territorios, ciudades o zonas, o de sus autoridades, ni por lo que respecta a la delimitación o designación de sus fronteras o límites, ni a la denominación de su nombre, fronteras o límites. Cita recomendada: TEEB (2015) TEEB para la agricultura y la alimentación: informe provisional, Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Ginebra (Suiza). i AGRADECIMIENTOS DIRECTOR DEL ESTUDIO Alexander Müller DIRECCIÓN DEL INFORME Danielle Nierenberg, Pavan Sukhdev y Heidi Wittmer COORDINADORES DE CAPÍTULO o Capítulo 1: Barbara Gemmill-Herren y Dustin Miller o Capítulo 2: Sandy Andelman, Anne Bogdanski y Tomas Declercq o Capítulo 3: Kavita Sharma o Capítulo 4: Salman Hussain COLABORADORES DE LOS CAPÍTULOS o Capítulo 1: Fabrice Declerck, Lucas Garibaldi, Michael Hamm, Pete Myers y Wei Zhang o Capítulo 2: Georgina Catacora-Vargas y Richard Young o Capítulo 3: Haripriya Gundimeda, Felix Mittermayer, Carl Obst y Marieke Sassen o Capítulo 4: Chris Baldock, Fabrice DeClerck, Michael Hamm, Marieke Sassen, James Vause y Wei Zhang EQUIPO EDITORIAL Dustin Miller (Dir.), Tomas Declercq, Salman Hussain, Kavita Sharma, Pavan Sukhdev y Heidi Wittmer (con el apoyo de Andrew Buckwell y Molly Robbins) DISEÑO GRÁFICO Pierluigi Rauco y David Díaz Martín Los autores quisieran agradecer la orientación y la dirección brindadas por los miembros del Comité Directivo de TEEB para la agricultura y la alimentación (TEEBAgriFood). Aquí puede con- sultarse una lista de sus miembros actuales: www.teebweb.org/agriculture-and-food/steering-committee (en inglés). Asimismo, a los autores les gustaría reconocer las contribuciones, de inmensa utilidad, realizadas por casi 100 expertos con respecto al desarrollo de la estructura del presente informe durante un seminario internacional celebrado en Bruselas del 8 al 11 de septiembre de 2015. La iniciativa TEEB está acogida por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y TEEB para la agricultura y la alimentación recibe el apoyo de la Comisión Europea, la Alianza Mundial para el Futuro de la Alimentación, el Gobierno de Noruega y el Programa de Colaboración de las Naciones Unidas para Reducir las Emisiones Debidas a la Deforestación y la Degradación Forestal en los Países en Desarrollo (ONU-REDD). ii PRÓLOGO La contribución de la naturaleza a la productividad agrícola en todo el mundo no ha recibido el reconocimiento que merece. Durante muchos años, las políticas y los programas económicos mundiales y nacionales no han reconocido por completo la contribución de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos a las economías mundiales y nacionales. En rara ocasión vemos reflejadas en las cuentas nacionales de producción agrícola las inestima- bles contribuciones de los ciclos de los nutrientes, la polinización, el control de plagas y el caudal de agua de las zonas de captación. Ello puede deberse a diversas razones, como la complejidad de atribuir valores monetarios a los bienes y servicios naturales, entre otras. Esta iniciativa, dirigida por la oficina de La Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad (TEEB) del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), constituye un paso muy positivo para lograr influir en las perspectivas mundiales y nacionales sobre la compleja interrelación existente entre la productividad agrícola y la disponibilidad de una biodiversidad y unos ecosistemas saludables. Del mismo modo, pone de manifiesto algunos de los desafíos que supone el aumento de la produc- tividad agrícola para el medio ambiente, como el cambio climático y la contaminación, así como sus consiguientes repercusiones en el bienestar económico y humano en los ámbitos mundial y nacional. Estoy plenamente convencida de que los resultados de esta iniciativa influenciarán y aumentarán en gran medida el grado de reconocimiento y aprecio de estos valores “invisibles” que ofrece la naturaleza. A su vez, ese reconocimiento y aprecio ejercerán influencia en los debates globales y en la toma de decisiones en distintos sectores de las economías mundiales. Confío sinceramente en que esta iniciativa será un gran logro y recibirá el apoyo de todas las partes interesadas, tanto gubernamentales como no gubernamentales. Prof. Judi W. Wakhungu SECRETARIA DEL GABINETE Ministerio de Medio Ambiente, Recursos naturales y Autoridades de Desarrollo Regional de Kenya iiiiii PREFACIO LA COMPLEJIDAD DE LOS SISTEMAS ALIMENTARIOS DEL MUNDO Y LOS DESAFÍOS QUE TENEMOS POR DELANTE Por qué y cómo puede contribuir “La Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad” (TEEB) a la sostenibilidad de la alimentación a largo plazo para todos Nuestros sistemas alimentarios son increíblemente complejos y diversos, y están interconectados a tra- vés del comercio, el clima y otros muchos factores que no conocen de fronteras. Los sistemas alimenta- rios de la actualidad abarcan desde el ámbito local hasta el mundial, desde la agricultura de subsistencia concebida para abastecer a la familia hasta el comercio mundial de gran volumen de productos básicos. Cada sistema alimentario está compuesto por distintos elementos de producción, procesamiento y dis- tribución. Nuestras modalidades de consumo son tan diversas como nuestros sistemas de producción y en ellas influyen la cultura, las necesidades nutricionales y las cambiantes preferencias alimentarias. Los sistemas alimentarios han sido objeto de numerosos análisis en los que se toman determinados elementos del sistema y se mide el desempeño de dicho sistema (y las posibilidades de incrementar- lo) teniendo en cuenta criterios tales como la lucha contra el hambre, la mejora de la seguridad alimen- taria, la mitigación del cambio climático o la reducción en general de los efectos en los ecosistemas. Las bibliotecas están repletas de documentos con los resultados de estas investigaciones. Títu- los como The Poorest and Hungry1, la publicación anual El estado mundial de la agricultura y la alimentación2, La seguridad alimentaria y el cambio climático3 y Feeding Frenzy4, así como los informes del Comité Permanente de Nutrición sobre la situación mundial de la nutrición5, no son más que una ínfima parte de la oferta de publicaciones disponible, y esta lista ni siquiera empie- za a abarcar la diversidad de investigaciones que se llevan a cabo en universidades o que están disponibles en la literatura gris en todo el mundo. En gran parte de las investigaciones sobre nuestros sistemas alimentarios quedan reflejados pro- blemas de sostenibilidad a corto y (aún más) a largo plazo. Así, Johan Rockström resumió el alar- mante estado actual de la base de recursos naturales de nuestra economía en un artículo publicado en The Guardian. En este, afirmaba que, como la Tierra era relativamente grande y presentaba una resiliencia sólida y una gran abundancia de recursos, pudimos beneficiarnos de los subsidios de la riqueza de recursos naturales, un ecosistema indulgente y un clima estable. Los ecosistemas pro- porcionan agua dulce, polinización, suelos fértiles y alimentos. Rockström recordaba que, de hecho, la estabilidad del clima mundial a lo largo de los últimos 11.000 años, período que los geólogos de- nominan “Holoceno”6, ha sido la base de nuestra civilización. No obstante, las actividades humanas han causado cambios fundamentales en nuestros ecosistemas y están, en efecto, desestabilizando nuestros ecosistemas. En la última evaluación sobre el estado de la biosfera se calcula que, como consecuencia de las actividades humanas, ya hemos traspasado cuatro límites planetarios (cambio iv climático, pérdida de biodiversidad, deforestación y uso de fertilizantes)7, y nuestros sistemas ali- mentarios actuales forman parte del problema. Ante esta situación, hemos comenzado una nueva línea de trabajo analítico en la que nos centramos en algo que la mayor parte de las evaluaciones realizadas hasta la fecha no han abordado o lo han hecho solo de forma parcial. La economía de los ecosistemas y la biodiversidad para la agricultura y la alimentación (TEEBAgriFood, por sus siglas en inglés) determina los valores que aportan una biodiversidad y unos ecosistemas con un buen funcionamiento (capital natural), las aptitudes y los conocimientos (capital humano), las finanzas y la maquinaria (capital físico), y las interacciones sociales, las relaciones, y las instituciones oficiales y no oficiales (capital social) a nuestros siste- mas alimentarios, así como la dependencia de dichos sistemas de estos capitales. De igual modo, determina las repercusiones de diversos sistemas alimentarios y agrícolas en los capitales natural, humano y social, que comprenden las partes más importantes de la riqueza de las naciones8. Como proyecto, desde 2009, TEEB ha resaltado que la naturaleza provee a la sociedad humana de una amplia diversidad de beneficios, como alimentos, fibras, agua limpia, suelos saludables y cap- tura de carbono, entre otros muchos9. Estos beneficios se denominan “servicios ecosistémicos” y, junto con la biodiversidad, representan la riqueza natural de la Tierra. Son los sistemas de sustento de nuestra vida. Nada menos que nuestra propia existencia depende del flujo continuo de estos servicios. La tecnología puede alterar los servicios ecosistémicos y la biodiversidad, pero no puede reemplazarlos. Si bien TEEB posee un mandato amplio e intersectorial10, queremos que TEEBAgriFood se centre de forma específica en recoger los valores de los servicios ecosistémicos y la biodiversidad presentes en distintos sistemas agrícolas en los que se aplican diversas prácticas de gestión. Observamos los efec- tos derivados de la producción, el procesamiento y la distribución de alimentos en los capitales natural y social, y analizamos tanto las repercusiones de las modalidades de consumo en la salud como las consecuencias de los sistemas en la salud humana. El coste real de producir 1 kg de trigo o 1 L de leche puede variar en gran medida del precio que pagamos como consumidores, si tenemos en cuenta el papel de todos los servicios ecosistémicos y la biodiversidad a lo largo de la cadena de valor. El centro de este estudio lo ocupa la siguiente pregunta: ¿estamos pagando el precio correcto por los alimen- tos? A veces, es posible que paguemos de menos (ya que el sistema económico no refleja todos los costes públicos derivados de las repercusiones negativas causadas en los capitales natural y social) y, en otros casos, puede que paguemos de más. TEEBAgriFood no solo tendrá en cuenta los valores visibles de los ecosistemas y la biodiversidad que están plasmados en las etiquetas de los precios de nuestros alimentos. También queremos valorar los costes y los beneficios invisibles de los sistemas alimentarios, tanto el aprovisionamiento de agua y aire limpios (un valor positivo) como la contaminación del agua y el aire (un valor negativo). La descrip- ción de la complejidad de los sistemas alimentarios, la evaluación de sus efectos positivos y negativos, y el análisis de sus interrelaciones visibles e invisibles con la naturaleza y la sociedad constituyen el centro de este estudio. El objetivo de esta iniciativa no consiste en “poner precio a la naturaleza”, algo v que en ocasiones se ha asociado erróneamente a TEEB, sino en examinar más de cerca los valores im- plícitos de los servicios que nos ofrece la naturaleza sin coste alguno o a un coste prácticamente nulo. En los debates celebrados durante las negociaciones de los Objetivos de Desarrollo Sostenible11 (ODS) se resaltó la importancia de cambiar nuestras vías de desarrollo, algo que la comunidad internacional convino en llevar a cabo. Los sistemas agroalimentarios son clave para la transición hacia la sostenibi- lidad de los sectores a este respecto. TEEBAgriFood presentará pruebas para demostrar que los distin- tos sistemas de producción están basados en los servicios ecosistémicos, dependen de los capitales natural y social, influyen en ellos (tanto de forma positiva como negativa) y pueden contribuir a lograr la necesaria transformación a la que se aspira con los ODS. En este informe provisional, presentamos los primeros resultados de varios estudios exploratorios, así como radiografías de sistemas de producción seleccionados. Nuestra intención es ilustrar diferentes sistemas alimentarios, describir sus interacciones con el medio ambiente y la sociedad y, por último, presentar cálculos provisionales y orientativos del valor del uso de los capitales social y natural en al- gunos contextos. Los resultados de nuevas investigaciones que se citan en este informe provisional se centran en gran medida en los sistemas de producción agropecuarios (es decir, en las explotaciones), pero nosotros también resaltamos la importancia de las repercusiones de toda la cadena de suminis- tro en los ecosistemas y la salud humana. Tras la publicación de este informe, en la fase II de TEEBAgriFood, evaluaremos de forma siste- mática nuestros sistemas alimentarios de la explotación a la mesa (e incluso incluiremos la ges- tión de desechos), es decir, analizaremos lo que ocurre después de la producción primaria. Como marco analítico, dividimos los sistemas alimentarios mundiales a lo largo de la cadena de valor de los alimentos del siguiente modo: 1. Las interacciones entre las personas, la naturaleza, el conocimiento y la tecnología en el sector agropecuario para producir alimentos; 2. La producción de alimentos y la distribución de los productos en los planos local, regional y mundial; 3. El consumo humano de alimentos y la gestión de los desechos. Somos conscientes de que cada una de las anteriores categorías presenta una amplia varia- bilidad. En este informe provisional, ponemos un ejemplo (capítulo 2) para la categoría 1) en el que queda plasmada la gran variedad de sistemas y procesos de producción que emplean los pequeños agricultores en Asia para producir arroz, así como la vinculación de dichos sistemas y procesos con sus repercusiones reales, tanto positivas como negativas, en los ecosistemas y su dependencia de estos (y, por tanto, sus costes y beneficios reales). No se trata simplemente de una exposición teórica, sino que demuestra que los conceptos desarrollados en TEEB también pueden aplicarse al análisis de los sistemas alimentarios del mundo real. Asimismo, presentamos sorprendentes ejemplos extraídos de los estudios exploratorios (véanse los apéndices) en los que queda patente que una evaluación de TEEBAgriFood puede presentar posibles opciones para mejorar los medios de vida y reducir al mismo tiempo los efectos en los ecosistemas. En la fase II de TEEBAgriFood, además de examinar otros sistemas de producción agrícola (como sistemas de producción mixtos), analizaremos lo que ocurre fuera del ámbito de las explotaciones. Así, estudiaremos la producción, el procesamiento, la distribución, el consumo y los desechos alimen- tarios, así como sus efectos sobre la salud humana y de los ecosistemas, y su dependencia de ella. vi Sabemos que resultará muy complicado, pero estamos convencidos de que, para lograr la sostenibi- lidad de nuestros sistemas alimentarios a largo plazo, es necesario aplicar un enfoque integrado de estas características. Del mismo modo, queremos dejar claro que la valoración de los servicios ecosistémicos y la biodiversi- dad no implica la comercialización, la monetización ni la privatización de la naturaleza ni de los activos sociales. El simple hecho de que a los alimentos se les asigne una etiqueta con un precio no significa que todos los servicios ecosistémicos deban tener una. De hecho, muchos de ellos no deberían y no pueden tenerla, como los valores espirituales que nos ofrecen los paisajes agrícolas. Estos son servi- cios ecosistémicos reales que influyen en nuestro bienestar e incluso pueden dar sentido a nuestras vidas, pero no se les atribuirá una etiqueta con un precio determinado. Estos servicios se incluyen en nuestro marco de TEEBAgriFood (capítulo 3), que propone una metodología de captación de valores a fin de incluir todos los valores añadidos visibles e invisibles en la toma de decisiones dirigida a lograr un futuro sostenible para todos. Alexander Müller Director del estudio TEEBAgriFood Fotografía: © Claudia Leisinger 1 Von Braun, J., Hill, R. y Pandya-Lorch, R. (2009) The Poorest and Hungry: Assessments, Analyses, and Actions: an IFPRI 2020 Book, Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias. 2 Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) (2015) El estado mundial de la agricultura y la alimentación: la protección social y la agricultura: romper el ciclo de la pobreza rural, Roma. 3 Grupo de alto nivel de expertos (2012) La seguridad alimentaria y el cambio climático: Un informe del Grupo de alto nivel de ex- pertos en seguridad alimentaria y nutrición, Comité de Seguridad Alimentaria Mundial, Roma. 4 McMahon, P. (2013) Feeding Frenzy: The New Politics of Food, Profile Books, Londres. 5 Comité Permanente de Nutrición del Sistema de las Naciones Unidas (2004) 5th report on the world nutrition situation, Ginebra. 6 Zalasiewizc, J. (2015) “The Earth stands on the brink of its sixth mass extinction and the fault is ours”, The Guardian, 21 de junio. 7 Rockström, J. (2015) “The planet’s future is in the balance. But a transformation is already underway”, The Guardian, 14 de noviembre. 8 Banco Mundial (2006) ¿Dónde está la riqueza de las naciones? Medir el capital para el siglo XXI, Banco Mundial, Washington D.C. 9 TEEB (2009) La economía de los ecosistemas y la biodiversidad: informe provisional, Comunidades Europeas. 10 Si desea obtener más información, visite www.teebweb.org (en inglés). 11 Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (DAES) de las Naciones Unidas (2015) “Sustainable Develop- ment Goals”, Plataforma de conocimiento para el desarrollo sostenible, último acceso el 18 de noviembre de 2015 [https://sustainabledevelopment.un.org/?menu=1300] (en inglés). vii RESUMEN La agricultura como eje central del bienestar humano y el desarrollo sostenible 1. La historia humana está íntimamente vinculada al desarrollo de la agricultura. En este vínculo, la agricultura siempre ha sido más que una fuente de alimentos para el sustento humano. Ha in- fluido en nuestros sistemas de valores, en nuestro patrimonio cultural, en la estructura y ubicación de nuestras comunidades, y en el desarrollo de otros sectores de la economía. La agricultura es crucial para nuestras vidas. 2. Estos distintos vínculos influyen en el bienestar humano. Para poder sobrevivir, necesitamos una cantidad suficiente de alimentos con un valor nutritivo adecuado. Se trata de una necesidad fisiológica fundamental, una necesidad humana que todavía no tiene cubierta una parte significa- tiva de los pobres del mundo, lo cual constituye un desafío primordial que está plasmado en va- rios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Sin embargo, en todos los demás vínculos también hay reflejados elementos de sostenibilidad. 3. El modo en que producimos, distribuimos y consumimos los alimentos afecta a estos vínculos y, por tanto, a nuestro bienestar. No obstante, estos vínculos entre los sistemas alimentarios y la salud humana, el patrimonio cultural y los efectos de nuestros sistemas de producción en la na- turaleza se han ido haciendo cada vez más invisibles o, peor aún, se han roto por completo. 4. Esta invisibilidad puede hacer que nos alejemos de la administración de nuestros recursos naturales y que avancemos hacia su uso insostenible, lo que causará efectos negativos para las generaciones presente y futuras. Los sistemas agrícolas y el suministro de alimentos y nutrición 5. Hoy en día, los sistemas alimentarios producen calorías más que suficientes para alimentar a todo el mundo. Desde 1970, la cantidad de alimentos disponibles por persona para su consumo directo ha aumentado de 2.370 a 2.770 kcal/persona/día. En total, hay suficientes alimentos disponibles para que todo el mundo pueda alimentarse, y casi para que todo el mundo esté bien alimentado. El hecho de que esto no sea así es indicativo de que existe una deficiencia en el sis- tema con respecto a la equidad y la satisfacción de las necesidades humanas básicas. 6. De hecho, debido a los problemas de acceso y distribución, unos 2.300 millones de personas que viven en países en desarrollo consumen menos de 2.500 kcal/día (500 millones de las cuales consumen menos de 2.000 kcal/día) y, mientras tanto, 1.900 millones de personas de países desarrollados consumen más de 3.000 kcal/día. Mientras que muchas personas mueren de hambre y por carencias, otras padecen enfermedades derivadas de su modo de vida y del consumo excesivo. 7. Esto no tiene por qué ser así. Más o menos un tercio de los alimentos que se producen al año en todo el mundo para consumo humano (aproximadamente 1.300 millones de toneladas) se pier- de o se desperdicia. Si los desechos alimentarios fuesen un país, sería el tercer principal emisor de gases de efecto invernadero del mundo (3.300 millones de toneladas). viii
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