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Sobre La Localizacion De Las Enfermedades PDF

453 Pages·8.124 MB·Spanish
by  Galeno
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GALENO SOBRE LA LOCALIZACION DE LAS ENFERMEDADES (DE LOCIS AFFECTIS) INTRODUCCIONES DE LUIS GARCÍA BALLESTER TRADUCCIÓN Y NOTAS DE SALUD ANDRÉS APARICIO s EDITORIAL GREDOS BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS, 248 Asesor para la sección griega: Carlos García Gual. Según las normas de la B. C, G., la traducción de este volumen ha sido revisada por Jorge Bergua Cavero. © EDITORIAL GREDOS, S. A. Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1997. Depósito Legal: M. 44364-1997. ISBN 84-249-1888-6. Impreso en España. Printed in Spain. Gráficas Cóndor, S. A. Esteban Terradas, 12. Polígono Industrial. Leganés (Madrid), 1997. INTRODUCCIÓN GENERAL I LA OBRA DE GALENO Y SU TRADUCCIÓN AL CASTELLANO: EL FINAL DE UN DESENCUENTRO El historiador de la medicina Pedro Lain Entralgo no ha dudado en afirmar que «acaso no haya én la historia univer­ sal de la ciencia otro hombre tan afortunado como Galeno. Ni siquiera Aristóteles. Sü ingente obra personal, su vasto saber médico y filosófico y su doble condición de legatario y testador de toda la medicina griega hicieron de él la figura suprema del arte de curar a lo largo de casi milenio y medio y a través de las más diversas culturas: la bizantina, la arábi­ ga, la medieval europea y la renacentista. No obstante las valiosas novedades que desde el siglo xvi han creado los médicos ‘modernos’, Galeno sigue siendo explicado y estu­ diado en las universidades europeas del siglo xvn, y todavía en 1726 un catedrático y publicista, el valenciano Lloret y Martí, se creerá en la obligación de componer una ‘defensa de la doctrina de Hipócrates y Galeno contra los errores vulgares’. Y si todo esto puede ser dicho de Europa entera, ¿qué no podrá decirse de España, donde todavía el lenguaje 8 GALENO familiar llama por antonomasia ‘galeno’ al médico en ejer­ cicio?» (Lain, 1972). Pese a esta vigencia histórica, el castellano era la única lengua occidental moderna de amplia difusión con la que ape­ nas se podía acceder a una mínima parte de la ingente obra médica y filosófico-natural del médico griego. Cosa que no ocurría con el italiano, el inglés, el francés o el alemán. Los lectores de estas lenguas modernas tenían a su disposición el núcleo más importante de sus obras ofrecidas en cuidadas edi­ ciones, algunas de ellas acompañadas del texto original griego. En 1899, hubo en España un primer intento, muy ambi­ cioso, no sólo de traducir el corpus entero de las obras de Galeno, sino de hacerlo tras haber llevado a cabo la hazaña de realizar lo que sería la primera edición crítica de sus obras. Algo que, por desgracia, la gran empresa del Corpus Medicorum Graecorum (Berlín) todavía no ha culminado. El proyecto español formaba parte de otro más amplio, pues comprendía también la traducción a nuestra lengua de las obras de Hipócrates, planificado por el filólogo Donaciano Martínez Vélez, cuyos planes y logros han pasado desaper­ cibidos hasta hace pocos años (García Ballester, 1975). Su trabajo como filólogo coincidía con las investigaciones que desde mediados del siglo xix venían realizando los grandes maestros de la filología francesa (Daremberg) y alemana (Ilberg, Schöne, Kühlewein y sobre todo Diels). El proyecto lo planteó en el contexto de un acercamiento exigente a la historia de la medicina antigua, realizado en el seno de uno de los grupos médicos que —junto con el de Simarro, Gó­ mez Ocaña, Cajal, y otros— encabezaron el proceso de re­ novación de las ciencias biomédicas en la España de la Restauración: el que cristalizó en Madrid en torno al ciruja­ no Federico Rubio y Galí (1827-1902) en la transición de los siglos xix al xx. INTRODUCCIÓN GENERAL 9 En efecto, pese a la insatisfactoria situación de la medi­ cina española en la segunda mitad del siglo xix, el esfuerzo de muy contados hombres, apoyados en una situación eco­ nómica, social y política más favorable, logró cristalizar en unas instituciones sensibles a las corrientes científicas euro­ peas. Uno de estos hombres fue Federico Rubio, típico re­ presentante del científico liberal decimonónico, profesor de cirugía en Sevilla y posteriormente en Madrid y fundador en esta última ciudad de un Instituto de especialidades quirúr­ gicas cuna del especialismo quirúrgico en España. Federico Rubio adoptó ante el pasado médico la misma actitud que Virchow en Berlín o la de sus colegas vieneses Hyrtl y Billroth. Su interés por los «precedentes» le llevó a incluir en su revista —Revista Iberoamericana de Ciencias Médi­ cas, fundada en 1899, y una de las muestras más interesan­ tes y exigentes del periodismo médico español— trabajos de historia de la medicina en la línea de las distintas ten­ dencias entonces vigentes en el área alemana. Allí publicó Rodolfo del Castillo Quartiellers su clásico trabajo sobre «La oftalmología en tiempos de los romanos» (1900), basa­ do en fuentes arqueológicas y epigráficas; también colaboró el catalán Luis Comenge, sin duda el mejor historiador de la medicina española anterior a la Guerra Civil (1936-39). En este contexto se realizó la más importante contribución es­ pañola contemporánea al conocimiento de los textos de la medicina antigua: la realizada por Donaciano Martínez Vélez al traducir directamente del griego con abundantes notas críti­ cas, fundamentalmente de caracter filológico, seis tratados hipocráticos. Todos ellos aparecieron entre 1899 y 1900 en la Revista de Federico Rubio, junto con dos breves notas pro­ gramáticas: la primera relativa a los códices de Hipócrates existentes en España (1899), y la segunda a lo que él llamó «Materiales para la historia de la medicina antigua» (1900). 10 GALENO Fue en este contexto en el que planeó «hacer una nueva edición de Hipócrates... y la primera edición crítica de Ga­ leno». Pero, sea por demasiada edad o por razones que des­ conocemos, su ambicioso proyecto no se llevó a cabo. Su trabajo, como el de otros miembros de su generación (Sima- rro, Cajal, por ejemplo), fue acompañado de una fuerte de­ nuncia de la situación de la ciencia (en su caso, de la filo­ logía clásica y de la historia de la medicina) en la España del momento y de su esfuerzo por insertar esas dos discipli­ nas en las corrientes más fecundas y exigentes del momento europeo, y superar con ello «el gran bochorno» de la nula atención que el gobierno español de entonces concedía a los estudios de filología clásica. Por desgracia la muerte de Fe­ derico Rubio en 1902 interrumpió las investigaciones y tra­ ducciones de Donaciano Martínez Vélez. Nada más sabe­ mos de él ni de su proyecto de editar y traducir al castellano el corpus médico de Galeno. El programa y las traducciones de Martínez Vélez se ol­ vidaron rápidamente. Hasta 1947-48 no se volvió a plantear el proyecto de traducir al castellano las obras médicas de Galeno. Fue en Buenos Aires, cuando Aníbal Ruiz Moreno, director junto con Pedro Laín de la revista de Historia de la Medicina que éste fundara en Madrid (1949), entró en rela­ ción con el filólogo español Antonio Tovar durante la es­ tancia de este último en Argentina en 1948. Ruiz Moreno concibió una colección de clásicos médicos, entre ellos Ga­ leno. En 1947 aparecieron dos volúmenes con traducciones totales o parciales de ocho obritas de Galeno o pseudogalé- nicas. La traducción se hizo del texto latino (Venecia, 1586) por no disponerse entonces en Argentina de un texto griego. Fueron incluidas más tarde sin variación alguna en la anto­ logía de Científicos griegos, hecha por encargo de la edito­ rial Aguilar. Al año siguiente, Antonio Tovar y Ruiz More­ INTRODUCCIÓN GENERAL 11 no tradujeron juntos, a partir del texto griego de Kühn, el De differentia pulsuum y el De pulsibus ad tirones. Cincuenta años más tarde, el presente volumen es el primero dedicado a la obra médica de Galeno en la Biblioteca Clásica Gredos, que pretende presentar al público de habla castellana una muestra representativa de la amplia produc­ ción escrita del médico de Pérgamo. Es también la primera vez que aparece en España, traducida del griego (edición de Kühn), una obra médica del gran clásico griego. Con ello, la filología española, de la mano de la editorial Gredos y bajo el impulso de Carlos García Gual, comienza a hacer reali­ dad el ambicioso proyecto del olvidado filólogo español Donaciano Martínez Vélez. II ¿POR QUÉ GALENO AHORA? Creo que para el hombre culto en general y para el mé­ dico preocupado de hacer de su actividad algo más que la aplicación de unas técnicas diagnósticas y terapéuticas de inmediata aplicación, la obra de Galeno puede ofrecer un cuádruple interés: en primer lugar, por lo que en sí misma sig­ nifica de máxima expresión de un momento culminante y de innegable interés en la medicina de la Antigüedad griega. En segundo lugar, porque la aclaración de su obra científica es una base necesaria para acercarse al estudio del galenis- mo en sus distintas fases, medieval, renacentista y moderna, tanto de la cultura europea como de las culturas mediterrá­ neas (la europea latina, la bizantina, la árabe, la judía) y orientales (por ejemplo, la armenia, tan temprana en traducir a su lengua el corpus galénico en un movimiento intelectual 12 GALENO paralelo al del occidente europeo medieval); un galenismo que a través de los misioneros jesuítas se aculturó, por ejemplo, con la cultura científica china del siglo xvi, preci­ samente en el momento de máxima vigencia del galenismo en los círculos intelectuales europeos. En tercer lugar, por­ que con ello se contribuye al esfuerzo de aclaración de los distintos problemas de la medicina moderna occidental, mu­ chos de ellos surgidos en polémica con la medicina tradi­ cional, representada en Europa por el galenismo. En cuarto lugar, para el lector inteligente de hoy, el placer y el elemen­ to de reflexión que vehicula todo gran clásico y que la lectu­ ra de sus obras hace posible. En el caso de Galeno, y en el campo médico —Laín Entralgo lo ha señalado varias ve­ ces—, su rico concepto de «indicación terapéutica», el rigor racional de su esquema de la etiología en el campo de lo que hoy llamamos «patología general», la habilidad e inge­ nio de sus disecciones, su constante llamada a la atención del paciente desde la disciplina de una formación rigurosa y la actitud de quien ve en él a un ser menesteroso necesitado de la ayuda técnica del médico, no por ello menos humana. No creo que ningún lector actual permanezca indiferente ante la insaciable curiosidad intelectual de Galeno y la pa­ sión por la investigación de la que no abdicó a lo largo de su larga vida. ¿Cómo quedar indiferente ante un hombre que se preocupó de recoger, y practicar a lo largo de su intensa vida, las siguientes palabras de uno de los grandes maestros mé­ dicos de la Antigüedad clásica, el alejandrino Erasístrato (s. ni a. C.): «quien se dedica a la investigación busca afano­ samente, no se da tregua en la tarea; se dedica a ella, no sólo día y noche, sino durante toda su vida hasta que encuentra la solución a su problema» (Ser. min. II17)? En la síntesis galénica podemos distinguir cuatro ele­ mentos íntimamente unidos. En primer lugar, la tradición INTRODUCCIÓN GENERAL 13 hipocrática, que en los siete siglos que separan los primeros escritos hipocráticos de los de Galeno sufrió distinta suerte. Científicamente se vio enriquecida y elaborada, pero la uni- lateralidad, la excesiva especulación y prolijidad de sus se­ guidores, y sin duda otros factores sociológicos más com­ plicados y no aclarados todavía, hizo que perdiera vigencia en favor de otros movimientos doctrinales médicos, como el solidismo, el empirismo o el pneumatismo. Poco tiempo antes de Galeno tuvo lugar el llamado renacimiento hipo- crático. Nuestro médico, ya desde sus tiempos de formación y siguiendo en esto a sus primeros maestros, tomó parte en las polémicas a favor de Hipócrates. Hizo del hipocratismo uno de los pilares más firmes de su doctrina médica (Smith, 1979; Manetti, Roselli, 1994). El segundo elemento que dis­ tinguimos en el corpus médico de Galeno es el pensamiento de los más famosos filósofos y científicos griegos, principal­ mente Platón, Aristóteles, Posidonio. No es posible enten­ der cabalmente muchos de los planteamientos cosmogónicos y antropológicos de Galeno sin tener presente el Timeo o el respeto con que es abordado en muchos de los diálogos la obra y la persona de Hipócrates. Las aportaciones teóricas, conceptuales, metodológicas del segundo serán decisivas para comprender adecuadamente el saber médico de Gale­ no; la instalación en la ciencia de su tiempo del tercero es básica para entender la actitud que como científico adoptó o quiso adoptar Galeno (Moraux, 1976; Bames, 1991; Pearcy, 1993; Grmelc, Gourevitch, 1994). En tercer lugar, el com­ plejo mundo de conceptos tomados de los movimientos médicos contemporáneos, como el solidista, el pneumático, el ecléctico, e incluso el empírico. Galeno perfiló sus ideas y encontró soluciones a los problemas planteados por la en­ fermedad en polémica amistosa o violenta con los miembros de estas escuelas. Su deuda con ellas es grande (Temlcin,

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