Diego Sazo Muñoz • Editor eD Di La lucha por la interpretación de Maquiavelo sigue vi- ie eos tg D ué gente. Como afirmó alguna vez Isaiah Berlin, existen oo Lsp al menos veinte lecturas disímiles sobre su pensamiento, r S nee a d número que continúa creciendo al conmemorarse 500 z óvs o ciaño años de su obra más reconocida. Hay quienes lo consi- M deran un científico de la política, otros un promotor del a u ui0 republicanismo, algunos un defensor del pueblo o, por ñ oLue 50 el contrario, simplemente un despreciable consejero de oz vqip tiranos. La mayor fuente de polémicas la concita El Prín- Otros títulos publicados c por este sello rearín cipe, opúsculo que compuso en la amargura de su exilio a M P (1513) y que desató una crítica visceral que se extiende L el hasta nuestros días. Diego Sazo Muñoz ¿Cuál es la importancia de El Príncipe? ¿Qué explica L (Santiago, 1986) es cientista político que sea uno de los libros más leídos en la historia de la a de la Pontificia Universidad Católica Para leer ‘El Príncipe’ de Maquiavelo teoría política? En sus líneas Maquiavelo navegó contra r de Chile. Miembro fundador del Cen- Carlos E. Miranda y Luis R. Oro e tro de Análisis e Investigación Política Tapia la corriente: liberó a la política de la metafísica tradicio- v (CAIP). Fue editor de la revista Pléya- nal y prefiguró los contornos de lo que hoy llamamos o Estado, de carácter soberano y secular. Con ello abrió las L de, dedicada a estudios de ciencias so- En vez de una sola mirada puertas de la modernidad política. Su método también u ciales y humanidades. Actualmente se c Vanessa Kaiser fue revolucionario, pues emprendió un original retorno desempeña como investigador titular y i ó director de Ediciones CAIP. a los clásicos, resignificando los conceptos de libertad, n república, virtud y fortuna. El concepto de realismo político Este libro expone y confronta ideas heterodoxas so- D Luis R. Oro Tapia bre diversas dimensiones del pensamiento de Maquiave- e lo, entregando luces y nuevas aproximaciones acerca del M legado de uno de los autores políticos más importantes a q en la historia moderna de Occidente. u i a La revoLución De v Escriben e L MaquiaveLo o Gonzalo Bustamante · Tomás Chuaqui · Óscar Godoy Sebastián Guerra · Daniel Mansuy · Carlos Miranda Leonidas Montes · Luis Oro · Ely Orrego el Príncipe 500 años después Ernesto Rodríguez · Diego Rossello Miguel Saralegui · Diego Sazo · Miguel Vatter ISBN 978-956-01-0038-2 Diego Sazo Muñoz (editor) La Revolución de Maquiavelo El Príncipe 500 años después 320.01 Sazo Muñoz, Diego S La revolución de Maquiavelo. El Príncipe 500 años después / Editor: Diego Sazo Muñoz. – – Santia- go : CAIP - UAI - RIL editores, 2013. 328 p. ; 23 cm. ISBN: 978-956-01-0038-2 1 machiavelli, niccoló, 1469-1527-contribucio- nes en ciencias políticas. 2. Filosofía política. 3. Ciencias políticas Creative Commons La revolución de Maquiavelo. El PrínciPE 500 años después Primera edición: noviembre de 2013 © Diego Sazo Muñoz, 2013 Registro de Propiedad Intelectual Nº 235.179 © RIL® editores, 2013 Los Leones 2258 751-1055 Providencia Santiago de Chile Tel. Fax. (56-2) 2238100 [email protected] • www.rileditores.com Composición, diseño de portada e impresión: RIL® editores Impreso en Chile • Printed in Chile ISBN 978-956-01-0038-2 Derechos reservados Índice Nota del editor ....................................................................................11 Agradecimientos ..................................................................................19 Introducción Moderno y polémico: Maquiavelo 500 años después ..........................21 Diego Sazo Muñoz Capítulo I. Poder y política La previsión del futuro en Maquiavelo ................................................51 Óscar Godoy Arcaya Republicanismo, realismo y economía política en El Príncipe .............73 Leonidas Montes Lira Maquiavelo y la república. Notas críticas ............................................93 Daniel Mansuy Maquiavelo: ¿Filosofía versus Historia? ............................................117 Gonzalo Bustamante Las tres fortunas de El Príncipe .........................................................143 Miguel Saralegui Capítulo II. Ética La ética política de Maquiavelo: Gloria, poder y los usos del mal .....165 Tomás A. Chuaqui Maquiavelo y la ética de la responsabilidad política ..........................201 Carlos E. Miranda Capítulo III. Religión A propósito de los principados eclesiásticos en Maquiavelo ..............213 Luis R. Oro Tapia Maquiavelo y la concepción republicana de providencia ...................225 Miguel Vatter Desafiando a la fortuna: Maquiavelo y el concepto de «milagro» .....251 Ely Orrego Torres Capítulo IV. Mitología y comedia La wertud maquiaveliana. El príncipe como centauro .......................269 Diego H. Rossello La mandrágora: cómo el engaño triunfa sobre los engaños ...............287 Ernesto Rodríguez Serra La finalidad de la comedia en Maquiavelo: El ejemplo útil de la representación ...................................................297 Sebastián Guerra Díaz Sobre los autores ...............................................................................323 Moderno y polémico: Maquiavelo 500 años después Diego Sazo Muñoz Centro de Análisis e Investigación Política Nadie antes había argumentado que era función del conocimiento político instruir a los gobernantes en las técnicas del mal, porque nadie había pensado que la inmoralidad era el precio exigido por la supervivencia. Sheldon Wolin1 En el amanecer de la modernidad, la vida y obra de Nicolás Ma- quiavelo deslumbra por su condición creadora y polémica. Fue un revo- lucionario y su legado en la historia es tal que el estudio de la política se suele dividir en un antes y después en torno a su figura. Nació el 3 de mayo de 1469, en la ciudad de Florencia, cuna del Renacimiento italiano y escenario de agudas luchas políticas, que con los años con- dicionarían su futura visión del mundo. La suya fue una familia con estrechez económica, ajena a los círculos de poder, pero con tradición cercana al cultivo de las artes y letras. «Nací pobre y aprendí antes a sufrir que a gozar», escribió alguna vez2. De su madre, Bartolomea, se sabe poco, aunque de Bernardo, su padre, se conocen mayores detalles, como el profundo interés por los libros y los pensadores clásicos. Nico- lás fue el tercero de cuatro hijos y como el mayor de los hombres fue el que más cercanía afectiva e intelectual tuvo con su padre. De él heredó la pasión por la lectura y el buen humor, aunque no así el oficio de las leyes y el interés por los negocios. La familia Maquiavelo vivía en una humilde casa en el sector de Santo Spirito, a pocas cuadras del Ponte Vecchio. La educación que recibió Nicolás fue discreta, principalmente por las deudas familiares que le impidieron asistir a las escuelas más privilegiadas de la Florencia renacentista. Sin embargo, por disposición de su padre, a los 8 años tuvo clases particulares con un famoso maestro de escuela, Paolo da 1 Sheldon Wolin, Política y perspectiva. Continuidad y cambio en el pensamien- to político occidental (México: Fondo de Cultura Económica, 2011), 251. 2 Carta a su amigo Francisco Vettori, 18 de marzo de 1513. Nicolás Maquiave- lo, Maquiavelo, Antología (Barcelona: Ediciones Península, 1987), 334. 21 Diego Sazo Muñoz Ronciglione, con quien aprendió gramática y rudimentos de latín clá- sico. Este aprendizaje sería fundamental en su acercamiento a los anti- guos. A los doce, ya podía escribir por sí mismo composiciones en esta lengua y nutrirse de las enseñanzas de Aristóteles, Cicerón, Tito Livio, Plutarco o Tácito. De ellos nació su pasión por la historia y el estudio de la política. También su aproximación a la vida: no por nada transcri- bió con su puño y letra La naturaleza de las cosas, poema del romano Lucrecio que sublimaba lo fortuito y redimía al hombre del miedo a los dioses y la muerte, causas principales de la infelicidad humana3. Entre los modernos, siguió la ruta de Dante, Petrarca y Bocaccio. Del prime- ro admiró su prosa y sabiduría; del segundo, su anhelo por una Italia unificada; y del tercero, su estilo de vida alegre, burlona e irreverente4. El telón de fondo de su adolescencia fue Florencia, ciudad deslum- brante que albergó lo más selecto del humanismo y Renacimiento ita- liano. Por sus calles circulaba una generación de mentes creadoras y audaces, dispuestas a sepultar la quietud y aletargamiento de la época medieval, demasiado atenta a la verdad eterna y abstracta en torno a la idea de Dios5. Aquí destacaron personajes como Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Pico della Mirandola o Marsilio Ficino, que se resistie- ron a la subordinación del hombre y su rol en la historia, rebelándose a través del rescate del arte y la promoción de lo que hoy denomina- ríamos las ciencias sociales y morales. La ciudad era gobernada por los Medici, familia rica, asociada a la banca y anquilosada en el poder por varias décadas. A la cabeza estaba Lorenzo el Magnífico, astuto go- bernante que logró establecer un equilibrio político en la fragmentada península italiana. Fue así como el Reino de Nápoles, la Roma papal, la República de Venecia, el Ducado de Milán y la misma Florencia, pudieron conservar la paz por algunos años. Y si bien frágil e inestable, esta tranquilidad pública posibilitó el auge y grandeza de Florencia a través del desarrollo del comercio y la promoción de las artes humanas. Con todo, el gobierno Medici sufriría una embestida interna. Ocurrió cuando los Pazzi, también familia banquera de la nobleza florentina, conspiraron para acceder al poder de la ciudad. El escenario de la con- jura fue la catedral de Santa María del Fiore, en momentos en que 9 Paul Rahe, «In The Shadow of Lucretius: The Epicurean Foundations of Ma- chiavelli’s Political Thought», History of Political Thought 28, 1 (2007): 30- 55. 4 Maurizio Viroli, La sonrisa de Maquiavelo (Barcelona: Tusquets Editores, 2002), 23. 5 Joaquín Barceló, «Selección de escritos teórico-políticos del humanismo italia- no», Estudios Públicos, no. 45 (1992). 22 Moderno y polémico: Maquiavelo 500 años después culminaba la misa dominical. Lorenzo y su hermano Juliano, concu- rrentes a la eucaristía del sacerdote, fueron atacados con cuchillos por miembros de la familia Pazzi y otros conjurados. Juliano se desangró en el suelo tras diecinueve puñaladas, mientras que Lorenzo logró huir del lugar con graves heridas. La respuesta Medici fue demoledora: los responsables fueron asesinados e incluso linchados por el pueblo, y los Pazzi, privados completamente de sus posesiones, perdieron todo vesti- gio de su nombre. El cruel evento remeció Florencia y sus alrededores. Era 1478 y Nicolás, de casi 10 años, contemplaba en su joven inocencia la impureza y brutalidad de las luchas por el poder. Empero, el gobierno de los Medici no se prolongaría por mucho tiempo. Tras la muerte de Lorenzo, en 1492, lo sucedió su hijo Piero, quien con 20 años no pudo mantener los equilibrios políticos que ges- tionó su padre. El ocaso Medici llegaría solo 2 años después, cuando el rey Carlos VIII de Francia avanzó por tierras italianas para reafirmar sus derechos al trono de Nápoles. Florencia estaba en la hoja de ruta de las tropas y Piero, temeroso de la invasión francesa, cedió al rey el con- trol de enclaves estratégicos para la seguridad y poderío de la ciudad. Su decisión fue muy impopular en Florencia, generando la rebelión de la élite y el pueblo, que en pocos días derribó al régimen mediceo. Des- de ese momento, Piero pasó a la historia como «el Infortunado» y Flo- rencia se abrió a una extraña opción de gobierno liderada por el fraile dominico Girolamo Savonarola. Este fraile era de condición especial. Además de popular entre los devotos, llevaba años pronosticando la caída de la poderosa familia como señal divina contra los tiempos corruptos. Formulaba encendidas diatribas desde la cúpula de Brunelleschi y arremetía contra los vicios morales, enfrentándose al papado y promoviendo la pureza de la iglesia primitiva, la modestia, castidad y el amor al prójimo. Sus convocatorias eran masivas y no era exagerado afirmar que Florencia se rendía a sus pies, otorgándole la categoría de padre espiritual y político de la nueva república6. El proyecto savonaroliano consistía en lo opuesto a lo he- cho por los Medici: en vez de instaurar una nueva Atenas, la aspiración era configurar una nueva Jerusalén, es decir, el reino de Dios en la tie- rra, con Cristo como su cabeza y el pueblo de Florencia, representado por el Consejo Grande, como su cuerpo7. Maquiavelo era un activo espectador de la vida política de la ciudad y por tanto era frecuente 6 Viroli, La sonrisa de Maquiavelo, 43. 7 Miguel Vatter, Machiavelli’s The Prince. A Reader’s Guide (London: Blooms- bury, 2013), 5. 23 Diego Sazo Muñoz que concurriera a estas querellas públicas, aunque siempre distante de la multitud cautiva por los discursos del dominico. Si bien admiraba su convicción, descreía de su grave mirada sobre los asuntos del mundo, pues contradecían el enfoque alegre, escéptico y placentero que le en- señaron los clásicos como Lucrecio. Pero el vertiginoso auge de Savo- narola fue seguido por una caída proporcional, ya que debió responder por sus denuncias contra la Curia romana. En marzo de 1498, fue in- terrogado y torturado, y a las pocas semanas condenado a muerte por hereje. Murió ahorcado en la Plaza de la Señoría, ante el furor y júbilo de las masas florentinas, las mismas que poco tiempo antes lo aclama- ban como un santo redentor. Se cuenta que Maquiavelo, ahora joven, «de mediana estatura, figura esbelta, ojos vivos, cabello oscuro, cabeza más bien pequeña, nariz levemente aquilina y labios apretados», obser- vaba la escena desde un rincón, en silencio y con mirada fija, intentado comprender el trágico destino de este «profeta desarmado». Ingreso a la vida política (1498-1512) La caída del fraile dominico abrió nuevos espacios en la naciente república florentina. Fue entonces cuando Maquiavelo, de 29 años y sin experiencia administrativa previa, accedió al puesto de secretario de la Segunda Cancillería. A su favor estuvo la distancia que tuvo con la facción política de Savonarola8 y sus conocimientos en studia humani- tis, de gran importancia para quienes asumían este tipo de roles en los asuntos públicos9. Entre las funciones de su cargo estuvo servir a los Diez de la Guerra, comité responsable de las relaciones diplomáticas de la República de Florencia, debiendo asistir a prolongadas comisiones al extranjero, actuando como secretario de sus embajadores y elaborando informes sobre asuntos exteriores10. Podemos imaginar la dicha de Maquiavelo. Ya sea por su propia virtud o por los intempestivos vientos de la fortuna, se ubicó en la vanguardia de la política florentina, siendo un espectador privilegiado de las luchas de poder de la época. Y no desaprovechó la oportunidad: en cada audiencia, en cada pasillo de las cortes que visitó, tomó nota de lo que acontecía, de los gestos y comportamientos de los poderosos. De ellos intentó descifrar los móviles de sus acciones; reconocer qué 8 Nicolás Maquiavelo, Obras completas (Madrid: Gredos, 2011), Estudio intro- ductorio. 9 Quentin Skinner, Maquiavelo (Madrid: Alianza Editorial, 2008), 12. 10 Skinner, Maquiavelo, 15. 24 Moderno y polémico: Maquiavelo 500 años después pensaban y qué proyectaban. De todo esto dejó constancia en sus car- tas. Con todo, su trabajo no fue tarea fácil. Como su condición ante las poderosas potencias era la de un emisario que provenía de una repú- blica menor, sin armas propias y dependiente de fuerzas mercenarias, muchas veces fue ninguneado y debió aceptar la subordinación de los intereses de su Florencia. Todas las labores encargadas a Maquiavelo dejaron huella y en- señanzas en su modo de comprender la política. La primera misión importante ocurrió en 1500, cuando tuvo que asistir ante el monarca francés Luis XII para solicitar ayuda en la reconquista de Pisa, enclave estratégico de la República florentina que se había independizado du- rante el gobierno de Piero el Infortunado. En esta tarea pasó al menos seis meses en Francia sin obtener grandes resultados, tratando de justi- ficar lo injustificable y tolerando la humillación de su patria, a quienes los franceses llamaban la «Señora Nada»11. De esta expedición apren- dió el valor del prestigio y la importancia de poseer cuerpos armados propios frente a otros gobiernos: Florencia no tenía ni uno ni otro. La segunda misión sucedió dos años más tarde ante el duque César Borgia, capitán general de los ejércitos papales en la Romaña e hijo del corrupto y libidinoso papa Alejandro VI. En pocos meses, César Borgia había ampliado sus dominios territoriales mediante el uso de la fuer- za y el engaño, eliminando toda resistencia a su poderío. Este ascenso creciente inquietó al resto de los potentados italianos y en especial a Florencia, que compartía fronteras con la Romaña y había sido adver- tida por el duque: «Si no me queréis como amigo, pronto me probaréis como enemigo»12. Maquiavelo fue enviado a conocer los planes de este príncipe avasallador y la experiencia lo marcaría para siempre. En los tres meses de su misión, sostuvo al menos veinticinco reuniones con el duque, a quien calificó en sus reportes como «victorioso y formidable», astuto, de gran fuerza de ánimo y con anhelo de hacer grandes cosas13. Maquiavelo se rendía ante sus condiciones, al identificar en su figura el liderazgo político que la débil e irresoluta República de Florencia necesitaba en su intento por no ser invadida por fuerzas extranjeras. De César Borgia también admiró su autonomía militar, pensamiento estratégico y carácter resuelto, que le permitía ser amado y temido por sus súbditos. Con todo, siempre recelaría de su sobrestimada confianza en los vientos de la fortuna. El secretario inmortalizaría las condiciones 11 Skinner, Maquiavelo, 17. 12 Marcel Brion, Maquiavelo (Barcelona: Vergara, 2003), 131. 13 Viroli, La sonrisa de Maquiavelo, 88. 25