emau 1 d 1; e a " . BVine;.' ~ Investigaciones y F~tudio6 Toledanos DIPUTACION PRO' I..CIAL Plaza de la r.1.rced. 4 TOLEDU santuarios marianos de la provincia de toledo jasé gómez - menor I.p.l.e.t;. -------- dlputaei~" pl·~~.+ t;~lerJ~ (i~t;ema3 t;eJle~aMeJ3 director de la colección Julio Porres Martín -CIelo consejo de redacción José María Calvo Cirujano, José GÓmez·Menor Fuentes, Ricardo Izquierdo Benito y Ventura Leblic García colaboradores Rafael del Cerro Malagón, Fernando Martínez Gil e Hilarlo Rodríguez de Gracia dirección artística e ilustraciones José Luis Ruz Administración LP.LE.T. Diputación Provincial Plaza de la Merced, 4. Telf. 225200 (Ex!. 261) TOLEDO -r José Gómez-Menor SANTUARIOS MARIANOS DE LA PROVINCIA DE TOLEDO Publicaciones del I.P.I.E.T. Serie VI. Temas Toledanos, 27 Cubierta: Ntra. Sra. de Piedraescrita (Robledo' del Mazo) 1, S, B. N,: 84·500-9150-0 Depósito Legal: M -27,635 -1983 Imprenta IDEAL - Chile, 27 - Teléf, 2595755 - Madrid-16 Publicaciones del I.P.I.E.T. Serie VI. Temas Toledanos, 27 Cubierta: Ntra. Sra. de Piedraescrita (Robledo' del Mazo) /, S, B. N,: 84·500-9150-0 Depósito Legal: M-27,635 -1983 Imprenta IDEAL - Chile, 27 - Teléf, 2595755 - Madrid·1B INSTITUTO PROVINCIAL DE INVESTIGACIONES Y ESTUDIOS TOLEDANOS José Gómez-Menor SANTUARIOS MARIANOS DE LA PROVINCIA DE TOLEDO Dibuios de Rafael del Cerro Toledo Diputación Provincial 1983 INTRODUCCION Para los cristianos, María es un nombre sagrado. Es no sólo un manantial de gracia y de esperanza, de alegría y poesía. sino un pilar esencial en la vida de la comunidad de los creyentes. Por eso, antes de enumerar los principales santuarios dedicados a la Virgen María en nuestra provincia, es conveniente evocar a la per sona singular de María, es decir -con palabras de Raimundo Pániker- «de Myriam, aquella judía morena, humilde y femenina que vivió ignorada de ella misma -no se sabía llena de gracia hasta que el Angel se lo descubrió, turbándola con su saludo- y consciente, en cambio, de su cósmica misión fraguada en un simple y humano corazón de Madre». Para el pueblo cristiano, María de Nazaret es verdadera madre de Jesús, y éste es Hijo de Dios Padre, engendrado por obra del Espíritu Santo, sin menoscabo de su virginidad. San Pablo (Carta a los Romanos, V, 12-15 Y primera a los Co rintios, XV, 21-22) llama a Cristo «el nuevo Adán» y establece un paralelismo entre El y nuestro primer padre bíblico. De modo análogo, a partir del siglo II, los llamados Santos Padres de la Iglesia (predicadores y escritores que comentan el Nuevo Testa mento y recogen el sentir de los primeros cristianos, desarrollando racionalmente los dogmas de la fe cristiana) expresaron la unión tan estrecha de María con Jesús mediante el paralelismo antitético entre Eva y María. Eva atrajo la maldición y la muerte sobre el mundo (Génesis, III, 6). María es causa de que Dios derramase sobre la humanidad la bendición y la vida. Por Eva todos nacimos «hijos de ira»; por María nos viene Jesús, y al hacernos hermanos suyos e hijos adoptivos del Padre, renacemos a una nueva vida. 5 ••• VENERACION DEBIDA A LA VIRGEN MARIA Siendo tantos y tan sublimes los misterios del nacimiento del Redentor y de la divina maternidad de María, los cristianos han sentido desde los tiempos de la Iglesia primitiva la necesidad y conveniencia de rendir un culto especial a María, Virgen y Madre de Dios, que se ha sintetizado al invocarla tradicionalmente con las palabras de Señora nuestra. Este culto externo está por encima del que es conveniente y humano rendir a los santos, personas que han concitado las ma~ yores bendiciones de Dios y han correspondido a la gracia con una vida de heroico cumplimiento de la voluntad de Dios. Los teólogos expresan este culto con la palabra griega hiperdulía, una sobre veneración respecto a la rendida a los santos. Pero los mismos teólogos recuerdan que hay una distancia infinita entre el ser divino del Hijo y el ser meramente humano de María, su madre, aunque enriquecido por la gracia divina en un grado excepcional. Los escritores cristianos han comentado las palabras del texto evangélico de San Lucas (l, 26-38), que es el único que narra la anunciación a María. El ángel Gabriel dice a la joven nazaretana: «Mira, concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús (Salvador). El será grande, se' llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de su padre David; reinará sobre la casa de Jacob eternamente, y su reino no tendrá fin.» Estos caracteres de Jesús son los indicados en los libros pro féticos del Antiguo Testamento corno propios del Ungido (Cristo), es decir, del Mesías, un redentor esperado por el pueblo judío desde siglos. Este Mesías habría de ser Rey de Israel. Si Jesucristo es rey, confonne él mismo precisó en el curso de su pasión, la madre de Jesús merece ser llamada Reina (título que es equivalente al de Señora). De aquí que algunos de los más antiguos escritores eclesiásticos llamen a María «Madre del Rey» y «Madre del Señor» (Prudencio, san Jerónimo, san Efrén, san Gregario Nazianceno, san Agustín y otros varios). A partir del siglo VI, ya consolidada la Iglesia, es común llamar a María con los nombres de Reina y Señora en obras teológicas, himnos litúrgicos y oraciones. El Arte también muestra la antigüedad de la veneración a María. En las catacumbas romanas se conservan pinturas al fres- 6 co, datadas del siglo n, que representan a María (cementerio de Priscilal y otras del siglo nI y del IV (cementerio de los santos Pedro y Marceliano l. Se sabe con certeza que algunos misterios de la vida de Maria eran solemnizados por los cristianos con fiestas, al menos desde el siglo IV. Culto litúrgico oficia! de la Iglesia y devoción del pueblo cris tiano a María tienen un desarrollo gemelo e interdependiente. Sabemos que la Iglesia, en el área de la cultura griega, designaba a la Virgen María, a partir del siglo III a! menos, con el nombre de «Theotokos», es decir, «la que ha dado a luz a Dios •. La antí fona litúrgica griega que comienza «Bajo tu amparo nos ponemos, Santa Madre de Dios» es la más antigua que conocemos alusiva a María, y es del siglo IV. LA DEVOCION A MARIA EN LA REGlON TOLEDANA y en Toledo ¿ cuándo comenzó el culto y devoción aMaría? Evidentemente, desde los albores de la Iglesia toledana. Los por menores de la introducción del cristianismo en la región toledana son, por su misma entidad y por la total ausencia de documentos, datos imposibles de conocer hoy día. Es más, n';nca sabremos cuándo se inició la cristianización de Toledo. Sabemos únicamente que Toledo fue ciudad importante e in tensamente romanizada a! menos desde el siglo n de nuestra era. Los restos de los monumentales acueducto y circo romanos, la riqueza de los mosaicos de las villas próximas a Toledo y las huellas de la red viaria son índice de su riqueza e impor~ tanda en ]a época imperial. La red de vías y calzarlas que unían Toledo con las ciudades más importantes de la Hispania romana indican un contacto comercial y administrativo intenso con las otras provincias del Imperio. Del estudio de los sarcófagos paleocristianos hallados en nues tra comarca se deduce -como escribe M. Sotomayor- que «la región .. , aparece ya a principios del siglo IV como un centro cristiano digno de consideración», Ello significa que la cristia nización de Toledo era ya notable en la segunda mitad del si glo nI. El primer obispo de Toledo de nombre conocido es el que 7
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