Hasta el día en que Nora Whitfield se presentó en mi despacho con su aroma a ángel de porcelana y su diadema de plumas blancas surcándole la mirada exhausta, el transcurso de mi vida no se torcía más que para formar algún pequeño meandro. Poco sabía yo que el caso que me iba a encomendar pondría mi vida en peligro. Mucho menos que me obligaría a destapar un auténtico Secreto de Estado.
Al principio no podía creérmelo, una verdad tan truculenta siempre es difícil de digerir. Pero yo soy de los que prefieren la cruda realidad a una mentira piadosa así que he decidido que este secreto horrendo sea precisamente el que termine conformando mi único legado. No creo que exista nada más importante en el mundo que compartir mi historia.
Aun así te lo advierto. Lo que estás a punto de descubrir podría convertirse en una losa demasiado pesada para tu espalda. Si no estás preparado, será mejor que pases de largo y finjas que nunca te has topado con este libro. De este modo podrás seguir fingiendo que te gusta someterte al yugo de un artífice caprichoso llamado destino.