RECONQUISTA Y POBLADORES DEL ANTIGUO REINO DE TOLEDO Por JUAN FRANCISCO RIVERA RECIO Canónigo Archivrro d. To l.do El ámbito del presente estudio abarca desde los años anteriores a la reconquista cristiana de la ciudad hasta los inmediatamente anteriores a la batalla de las N a vas de Tolosa, el 1212. Espacio de unos ciento treinta años, durante los cuales la taifa toledana es conquistada; nuevamente vuelve a perderse el territorio transtagano que, después, mUy lenta mente, se recupera. Con la batalla de las Navas ya se desborda ampliamente la frontera meridional del que será reino de Toledo. Por esto expresamente nos limitamos a aquellos años inmediatamente anteriores a ella, aunque allí se completase el área territorial con la readquisión de fortalezas y castillos que habían pertenecido a las Ordenes militares. LA CORA TOLBDANA Al producirse la desmembración del califato cordobés, la cora toledana, convertida en taifa independiente, quedó bajo el gobierno de los banu Di-n-nun establecidos en ella des r>ué~ de desaparecida la asamblea urbana, rectora desde el 1031 al 1036. Los dinnúnidas, profundamente hispanizados. eran de ascendencia bereber mezclada a lo largo de su anti gua permanencia en al-Andalus con m,ucha sangre árabe por los r~iterados cruces de los individuos de la estirpe afri cana con personajes de la dinastía omeya '. 1 Coof. CAGIC,\S, 1. DE LAS, Los lIIozárabes (Madrid, 1947), 42<). 2 RECONQUISTA Y POBLADORES El territorio, de límites hoy difíciles de precisar, debió corresponder a la antigua marca central, establecida por Abderramen para sofocar rápidamente con destacamentos militares fijos las permanentes ansias de insurrección local. Situado en el curso medio del Tajo y del Guadiana, cuyas cuencas rebasaba ampliamente por el sur y el norte, corres pondía su perímetro al de la subm¡eseta meridional. Dentro de él quedaban incluídas las coras de El Ulga (aproximada mente la actual provincia de Ciudad-Real), El Belath (exten dida por la parte oriental de Badajoz y Cáceres) y Esch Scharram (que en sentido vertical comprendía íntegramente las actuales provincias de Toledo, Madrid, Guadalajara, el nordeste de Cáceres y el sur de Avila). El contorno sep tentrional se delimitaría por las sierras de Gredos y Gua darrama, el meridional por los macizos montañosos de las sierras de la Alcudia, Madrona y Alcaraz; al este, la serranía de Cuenca serviría de frontera exterior,' y al oeste, una línea sinuosa que, partiendo de Gredos, cortaría el Guadiana hasta Castuera y Peñalsordo. En tan amplio dintorno-el mayor de todos las demarcaciones taifales-se encontraban las po olaciones de Toledo, Guadalajara, Madrid, Talavera y, al menos, hasta la reconquista, Cuenca '. SITUACION DI! TOLEDO Los geógrafos árabes se encargaron de magnificar en sus escritos la envidiable situación de la ciudad y de su territo rio Situación central en la península, porque "desde ella 3. " Córdoba, entre occidente y mediodía, hay nueve jornadas, y a Lisboa, nueve jornadas, y a Jaca, hacia el oriente, nueve jornadas, y a Santiago, que está sobre el mar Cantábrico, nueve jornadas, y a Valencia, entre oriente y mediodía, nueve jornadas, y a Almería, sobre el Mediterráneo, nueve jornadas". a Conf. MELON. y R. DE GORDE]UELA, A., Geografia históy¡:ca española (Madrid, 1928), 204-206; 212. 3 LEVI PROVENCAL, E., art. "To!Cd,e", en "Dict. de l'lsla,u " , J. F. RIVERA RECIO 3 Si esto escribía El Idrisí', que no pudo conocer personal mente la circunscripción, más de un siglo antes Ah~d ben Mohamed Arrazí, el Moro Rasis', describía las inmejorables ,; \ Emplazamiento de la taifa de Toledo en el territorio peninsular. condiciones climatológicas diciendo: "" ,et fué muy prove chosa en todos tiempos para sus moradores et siempre de buena mantenencia et muy abondada en los años fuertes et siempre vinieron a ella de todas partes, et ha la mejor tierra de panes, tanto como la mejor de España. Et otro si, es tierra de buenos aires et su pan dura mucho et non pudre nin se daña, tanto que pueden detener el trigo diez años que '+ EL IDRISl (I1üO--II6g?), Dcscri/,pión de AjI-ú'a y de España, traducción e,-;pallOla de Blázquf;z (Madrid, 19o1). 5 CrÚltiC,l de! mOYe Rasis (edic. Gayangos, 1850). lJtilizamos el texto de FLOREZ, E., ES. V. (Madrid, I763), I68. 4 RECONQUISTA Y POBLADORES non sea muy dañado et por esto se tenía mucho cuando había guerras. Otro si el su azafrán es mejor de toda España en tinta e color ... " La ciudad sobre todo les deslumbró. En el curso medio del Tajo, el agua se desliza mansamente por entre tierras bajas, con descenso suave. Tnesperadamente un promotorio, adelantado y como desgajado de la cordillera oretana, le sale al paso, le detiene en su corriente hacia el oeste y le fuerza a pasar por una hendidura áspera, angular, como un tajo en la peña. El río, coaccionado, retorcido, penetra por ella, formando una hoz hacia el mediodía. Así el peñasco queda convertido en península que el Tajo casi circunvala, antes de tomar nuevamente su interrumpida dirección atlán tica. Sobre este peñasco, de escarpada configuración, se fundó Toledo y el Tajo dibujó al pie de su geología el primer arco de herradura que en el lugar había de levantarse. La situación estratégica era extraordinaria y segura. Abo rígenes e invasores supieron ponderar el valor de esta mon taña y encastillarse en ella para afirmar el propio poderío y mantener su defensa. Asegurada por tres lados con la muralla natural del río, era sólo necesario fortificar el sep tentrión. Por el.ángulo suroriental, la vertiente abrupta, casi cortada a pico, alcanzaba la parte más elevada de la mon taña. Era el lugar donde debía señorear la fortaleza bélica. Junto a ella, las viviendas de los pobladores, arracimadas por el reducido espacio de la acrópolis y por las irregulari dades del suelo, hubieron de serpentear, buscar un apoyo en las contorsiones del terreno, escalar alturas y terraplenar desniveles para construir 'sus moradas. ,"oled o necesaria mente, como lugar de habitación humana, tiene que ser un conglomerado de pequeñas terrazas, que durante su prolon gada estancia en Toledo los árabes multiplicaron dando una de las siluetas característic;;, de la ciudad. Las callejas es trechas, de trazado ocasional, son consecuencia de la apretada y escalonada superficie 5,. Sin lucha apenas, los árabes se habían adueñado de la 5.a Véase L. TORRI';S BALnA~J Lus tiwiadcs hispano musulmanas}' su urba nización, "Roe vista de EJstud;ús de la vida local" I (Madrid, 1942), 59-80. TOLEDO Vista aérea de la parte oriental. J. F. RIVERA RECIO 5 ciudad en su primera algara de invasión. Las frecuentes revueltas interiores habían aconsejado la división del casco urbano en dos circunscripciones, reservando la parte costera al río por el lado oriental para ciudad fortificada. Un muro de materia frágil parece que unía el alcázar con la residencia real, al mismo tiempo que guarnecía contra las posibles ame nazas venidas de la población. Todo lo que quedaba acotado tras el muro de separación debía estar reservado para guar niciones castrenses con el fácil acceso a la otra orilla del Tajo por el puente, tan elogiado por los escritores de la época, como veremos a continuación. Por bajo de él quedaba, fuera de la ciudad y en la margen izquierda, los célebres palacios de Galiana, núcleo de leyendas, edificados proba blemente sobre las ruínas del famoso monasterio agaliense; lugar propicio, casi al nivel del río, para que en aquellos excelentes parajes el notable botánico ben Walid plantase algunos de sus deliciosos jardines. FASTUOSIDAD DI! LA CORTE TAIFAL Escasamente cincuenta años duró el gobierno taifal de los dinnúnidas en el reino de Toledo, que se repartieron tres representantes de la dinastía, correspondiendo los siete pri meros a Ismail ibn Di-n-nun, ad-Ddfir, treinta y tres al re nombrado hijo del anterior, Yahya ben Ismail, al-Mamún, que sucumbía asesinado en Córdoba el 28 de Junio de 1075, para dejar el trono al desgraciado Yahya b. Ismail ben Yahya, al-Qadir, quien a los diez años de ocuparle, hubo de renunciar a él para siempre. Pero durante este medio siglo Toledo, sobre todo durante el reinado de al-Mamún, disfrutó de uno de sus mejores pe ríodos de florecimiento. Los soberanos de las taifas hispanas, reyes improvisados, no se distinguieron ordinariamente por sus empresas bélicas sino por sus cortes fastuosas. Con ansias des medidas por emular el esplendor y la ostentación del imperio abbasida, como los bárbaros el fausto del imperio romano y los mismos abbasidas de Bagdad la suntuosidad y el lujo de Bizancio, en loca carrera se lanzaron a exornar las resi- 6 RECONQUISTA Y POBLADORES dencias reales y a rodearse de personajes famosos para des lumbrar a los monarcas vecinos', trayéndoles de donde fuera necesario sin regatear esfuerzos ni dinero. Son sobre todo los poetas quienes eran particularmente codiciosos, pues en sus qasidas podían exaltar a sus protectores con los más entu siastas ditirambos, deshacerse en elegías lastimeras o cantar las bellezas y encantos de las favoritas. AI-Saqundi aludiendo 7, a este alúd de poetas que invadieron las cortes de los régulos, dice que "en honor de cada uno de éstos se han eternizado tantas alabanzas que si con ellas se alabase a la noche, ésta reSllltaría más clara que la aurora. Los poetas no cesaron de balancearse entre ellos como se balancean los céfiros en los jardines, (pero tampoco) dejar de entrar a saco en sus te soros", Fue una fortuna para los soberanos encontrar, para satis facer sus ansias, a la generación formada en las mejores escuelas de los tiempos del califato cordobés, en cuyas filas se contaban junto a los poetas auténticos valores científicos. Con ellos - y entre los árabes descollaron también bastantes judíos -los monarcas despilfarraban mecenazgo y protec 8 ción, mientras se desentendían de las preocupaciones polí ticas, enervados por la molicie de la vida frívola y del boato, mantenido con los exorbitantes tributos con que esquilmaban a sus vasallos; las arcas del erario resultaban cada día más insuficientes para abonar las subidas parias exigidas por los reyes cristianos cOrrlo precio de treguas y alianzas. Las voces de los alfaquíes clamando contra la disolución y la impiedad eran amortiguadas por el bullicio palaciego, sordo a las prescripciones coránicas. La corte toledana se desenvuelve con amplitud dentro de este clima de ostentación y de cultura, pues la extensión del reino permitía mayores dispendios que en otras taifas mi· ó Coní. GARCIA GO~H;Z, E., lJagdad J.' los rcin,Qs de Taif(lS, en Revista de Occidlnte (1934), 9. 7 AL-SAQl'NDI, Elogio del Islam 'i'SPa/IOl, traduc. de E. García Gómez (M,,¡.-id, 1934), 48 . .':! 110sE lB!'\" EZR,\, A.itah al-IJ/u!wdar¡¡ 'Wa-f-IJ/udakara, edic. lL Halper tLeil-lzig, 1924-), u5. Cu~1f. ),lJ!.LAS VAI.LICROS;\, J. :'J., La POtúu s(/!Jrlldv h~':'Jr(/¡C¡} cspailo/a 1).1arlrid-ljarcelona, 19-+8), 38-70. J. F. RIVERA RECIO 7 llúsculas. Toledo se embellece: "Fuerte ya por naturaleza -comenta el-Idrisi'-hállase rodeada de hermosas murallas y defendida por una ciudadela bien fortificada ... , pocas ciu dades pueden comparárselc por la altura de los edificios, la belleza de sus alrededores y la fertilidad de los campos re gados por el gran río que se denomina Tajo. Allí se ve un acueducto muy curioso, compuesto de una sola arcada, por debajo de la cual se precipitan las aguas con gran violencia y hacen mover en el extremo del acueducto, una máquina hidráulica que hace subir las aguas a noventa codos de altura; llegadas a la parte superior del acueducto, siguen la misma dirección y penetran luego en la ciudad ... Los jardines que rodean a Toledo están surcados por canales sobre los cuales se han construído norias para el riego de las huertas, que producen, en cantidad prodigiosa, frutos de una belleza y de un sabor inexplicables. Por todas partes se admiran hermosas posesiones y castillos bien fortificados.:' El agua fue siempre admiración y juguete para los árabes. Hasta Almacarí llegó la fama del regio capricho en el Alcázar 10: "en mredio del alcázar construyó al-Mamún un gran estanque y en medio del estanque un pabdlón con cristales de c:>lores labrado de oro. Sobre la cúspide de este pabellón por artificio de sus sabios ingenier0'3 hizo tra:cr gran caudal de agua, de manera que derramándose igualmente desde aquella altura por los costados y envolviendo tod:> el pabellón con U!1 manto cristalino venía a mezclarse con la qUe llenaba el estanque. AI-Mamún solía sentarse allí por la noche, sin que le tocase el agua y encendía por dentro antorchas 0011 que r.mltaba por defuera un espectáculo maravilloso." Tan maravilloso debía parecer a las gentes que el histo riador no duda en parangonarle con las grandezas de Medina AZ8hra, aunque hoy nos parezca desbordamiento de la fan tasía oriental. Y, sin embargo, las maravillas hidraúlkas, muy docu mentadas, de Toledo en esta época sorprenden. No es que 9 Citado de Fons en GONZALE.Z PALENcr.\, A., Li!cratl"ra aníbigo-{'spafíola (Harcdona-Buenos Aires, 1928), J99-2OO. 10 Cont. R,UIO:-' PARRO; S., Tol,'do en la mallo (T'Oloeúo, 1857), Ir, 89. 8 RECONQUISTA Y POBLADORES a los dinnúnidas les faltasen poetas ni músicos. Famosa debió de ser la pericia musical del fundador de la dinastía ad-Dáfir, "educado entre eunucos y cantoras", y renombrados músicos fueron Ab-l-Hosain, hijo del ministro Abu-Chafar el-Guacaxi, que acompañándose con ei laúd cantaba anexires compuestos por él mismo y, sobre todos, el judío Daní, quien en una fiesta de idar, celebrada en los tiempos de al-Mamún, deslumbró a los invitados con su virtuosa dIrección de la orquesta de palacio D. Los poetas toledanos, por el contrario, según hoy podemos conocerlos, carecen de renombre, pues al-Asad ben Sillita y Galid ben Ribah son de muy segunda categoría. Pero fueron los sabios, más que los artistas, los que cons tituyeron el más relevante esplendor de esta corte. Cúpole en suerte a al-Mamún conseguir para su reino al meritísimo cadí Ibn-Said quien, a pesar de haber nacido en Almería, sería conocido como el Tulaylulí por su residencia y porten tosa actividad en Toledo. Afamado jurisconsulto, discípulo del cordobés Aben-Házam, crea una importante doctrina jurí dica al mismo tiempo que ejerce su alto cargo judicial y canónico. Pero simultánea su saber de leyes con el estuflio de la historia; su obra "Tabacal al-uman" (Clases de pueblos) es una notable aportación geopolítica y un intento no des preciable de revisar las culturas históricas ". Aunque, ,in discusión, el más importante mérito del cadí consistió en acertar a rodearse de jóvenes inteligentes, entre quienes fomentó el interés por los estudios astronómicos. Los componentes de esta escuela toledana de Astronomía re currieron a la extraordinaria pericia del forjador Azarquiel para que les confeccionase los instrumentos de medición. Llegó a interesarse tan intensamente por aquellos conoci mientos el artesano que, ayudado por el cadí que le facilitó los mejores tratados sobre la materia, se convirtió en un gran astrónomo y ¡matemático, quizá el más insigne del 11 RIBERA, J., Historia de la mÚ,lica ÓTabe medie'ual y su influencia en la tspaii-ula (Madrid, 1927), 210; ANCLES, B., La música medic'Z.'al eJl Toledo haSta el si{!/o XI, en "Spallischc ForscJwng;clI ... ·, R. 1. Band, 7 (Münstcr, J93Ú), 36-37; MILLAS VALLICR(¡SA, J. M., u. C,) 44. 12 lml S.\IJ) DJ~ TOLEno, Tubaqu! al-l1J/w~'t. edie. . de P. L. Cheikho (lkirut, lo;JJ.J). Trad. france ..; a de H. Dlach,}re (París, 1935).
Description: