Intervención en la todas las revoluciones, como haremos Cámara de: Diputados nosotros metódicamente (aplausos). Presidente: Gramsci: Tiene la palabra Su Señoría Gramsci. Sólo es una revolución la que se basa en una nueva clase. El fascismo no se basa Gramsci: en ninguna clase que no estuviera ... Nosotros nos contamos entre los pocos previamente ya en el poder… que se tomaron en serio el fascismo, ya cuando éste no parecía ser más que una Mussolini: farsa sangrienta, cuando a propósito del ¡Pero si gran parte de los capitalistas fascismo solían repetirse simplemente está en contra de nosotros, si le puedo los tópicos sobre la "psicosis de guerra, citar grandísimos capitalistas que votan cuando todos los partidos intentaban contra nosotros, que están en la adormecer a la población trabajadora oposición: los Motta, los Conti...! presentando el fascismo como un fenómeno superficial de breve duración. Farinacci: En noviembre de 1920 previmos que el ¡Y que dan subsidios a los periódicos fascismo llegaría al poder —cosa subversivos! entonces inconcebible para los mismos fascistas— si la clase obrera no Mussolini: conseguía frenar a tiempo, con las La gran banca no es fascista, y usted lo armas, su avance sabe (rumores). sangriento Gramsci: … La realidad es, pues, que la ley contra la Gramsci: masonería no es una ley principalmente ¿Qué oponen los fascistas a esas dirigida contra la masonería: el fascismo soluciones? Oponen hoy eso que llaman llegará fácilmente a un compromiso con ley contra la masonería; dicen que con los masones. eso quieren conquistar el Estado. En realidad, el fascismo lucha contra la Mussolini: única fuerza organizada eficazmente ¡Los fascistas han quemado las logias de que ha tenido la burguesía en Italia, lo masones antes de redactar esta ley! para suplantarla en la ocupación de los Por tanto, no hace falta ningún puestos que el Estado da a sus compromiso. funcionarios. La revolución fascista no es más que la sustitución de un personal Gramsci: administrativo por otro. El fascismo aplica a la masonería, intensificándola, la misma táctica que ha Mussolini: aplicado a todos los partidos burgueses De una clase por otra, como ha ocurrido no fascistas: en una primera fase crea un en Rusia, como ocurre normalmente en núcleo fascista en esos partidos; en un segundo periodo intenta tomar de los distinta de la que hasta ahora era la más demás partidos las mejores energías que común en el terreno de la organización convenían, cuando no consigue obtener de masas. Esto queremos decir al el monopolio que buscaba. proletariado y a las masas campesinas italianas desde esta tribuna: que las Farinacci: fuerzas revolucionarias italianas no se ¿Y nos llamáis tontos? dejarán aplastar, que vuestro sueño siniestro no podrá realizarse Gramsci: (interrupciones)… Para demostrar no serlo tendríais que ser capaces de resolver los problemas de Mussolini: la situación italiana. . . ¡El partido comunista tiene menos inscritos que el Partido Fascista italiano! Mussolini: Los resolveremos. Ya hemos resuelto Gramsci: bastantes. Pero representa a la clase obrera. Gramsci: Mussolini: Esta es la cuestión más importante de la ¡No la representa! discusión de la presente ley; vosotros podéis "conquistar el Estado", podéis Farinacci: modificar los códigos, podéis intentar La traiciona, no la representa. impedir que las organizaciones existan en la forma en que han existido hasta Gramsci: hoy; pero no podéis prevalecer por Vosotros no contáis con más consenso encima de las condiciones objetivas en que el obtenido a palos. las que no tenéis más remedio que moveros. No haréis más que obligar al [16 de mayo de 1925] proletariado a buscar una orientación Cuadernos Políticos, número 13, México, D. F., editorial Era, julio-septiembre de 1977, pp. 4-57. Perry Anderson Las antinomias De Antonio Gramsci En la actualidad, no hay ningún pensador marxista posterior a la época clásica tan universalmente respetado en Occidente como Antonio Gramsci. Ningún término es tan libre y diversamente invocado en la izquierda como el de hegemonía, por é1 acuñado. La reputación de Gramsci, todavía local y marginal fuera de su Italia natal a principios de los sesentas, ha adquirido, una década después, fama mundial. Finalmente ahora —treinta años después de la primera publicación de sus Cuadernos— se rinde pleno homenaje al trabajo que emprendió en la cárcel. La falta de conocimiento o la exigüidad de la discusión han dejado de ser obstáculos para la difusión de su pensamiento. En principio, de ahora en adelante, todo socialista revolucionario no sólo en Occidente —aunque sí especialmente en Occidente— puede beneficiarse del patrimonio de Gramsci. Pero, al mismo tiempo, la difusión del renombre de Gramsci no ha estado acompañada hasta la fecha de un estudio igualmente profundo de su obra. La gama misma de apelaciones a su autoridad desde los sectores más contrapuestos de la izquierda, nos da un indicio de la limitación en el estudio y comprensión de sus ideas. El precio de una admiración tan ecuménica es necesariamente la ambigüedad: interpretaciones múltiples e incompatibles de los temas contenidos en sus Cuadernos de la cárcel. Existen, por supuesto, buenas razones para ello. Ningún trabajo marxista es tan difícil de leer con precisión y sistemáticamente debido a las peculiares condiciones en que fue compuesto. Para empezar, Gramsci sufrió el destino normal de los teóricos originales, del que ni Marx ni Lenin estuvieron exentos: la necesidad de trabajar en dirección a conceptos radicalmente nuevos con un vocabulario viejo diseñado para otros propósitos y épocas, que recubrió y distorsionó su significado. Del mismo modo que Marx tuvo que pensar muchas de sus innovaciones en el lenguaje de Hegel o Smith, y Lenin en el de Plejánov o Kautsky, Gramsci tuvo que producir a menudo sus conceptos dentro del aparato arcaico e inadecuado de Croce o Maquiavelo. Este problema tan conocido, empero, se combina con el hecho de que Gramsci escribió en la cárcel, en condiciones atroces, con un censor fascista que escrutaba todo cuanto él producía. Al disfraz involuntario que con tanta frecuencia impone a un pionero el lenguaje heredado, se sobreimpuso por lo tanto un disfraz voluntario que Gramsci adoptó para evadir a sus carceleros. El resultado es un trabajo censurado dos veces: los espacios, elipsis, contradicciones, desórdenes, alusiones, son el resultado de este proceso de composición adverso y único en su género. Sigue sin hacerse la reconstrucción del orden oculto tras esos jeroglíficos. Esta difícil empresa apenas ha empezado. Es necesario un trabajo sistemático de recuperación para descubrir lo que Gramsci escribió en el verdadero y tachoneado texto de su pensamiento. Y esto hay que decirlo como una advertencia en contra de las lecturas fáciles o complacientes de Gramsci: es todavía, en gran medida, un autor desconocido para nosotros. Herencia impugnada Pero ya urge volver a considerar sobria y comparativamente los textos que lucieron más famoso a Gramsci. Porque los grandes partidos comunistas de masas de Europa occidental — Italia, Francia, España— están en el umbral de una experiencia histórica sin precedentes: la presunción dominante de ocupar el gobierno dentro del marco de Estados democrático- burgueses, sin ser fieles a un horizonte de "dictadura del proletariado" que fue en otro tiempo la piedra de toque de la III Internacional: Si hay alguna ascendencia política que se invoque más amplia e insistentemente que cualquier otra en las nuevas perspectivas del "eurocomunismo" es la de Gramsci. No es necesario dar crédito a ninguna visión apocalíptica del futuro inmediato: para inferir la solemnidad de las pruebas inminentes en la historia de la clase obrera de toda Europa occidental. La actual coyuntura política exige una seria y responsable clarificación de los temas tratados en la obra de Gramsci, ahora comúnmente asociados al nuevo designio del comunismo latino. Claro que, al mismo tiempo, la influencia de Gramsci no está restringida en absoluto a aquéllos países en los que existen importantes partidos comunistas preparándose para la entrada en el gobierno. En realidad la adopción de conceptos contenidos en los Cuadernos de la cárcel ha sido especialmente notable en el trabajo técnico e histórico de la izquierda inglesa en los últimos años y, en menor medida, de la izquierda norteamericana. El fenómeno repentino de esta recurrencia tan extendida a Gramsci en el seno de la cultura política anglosajona nos da pie a una segunda incitación, más provinciana, a reexaminar su herencia en estas páginas. Pues New Left Review fue la primera publicación periódica socialista en Inglaterra —y probablemente la primera en cualquier otro país fuera de Italia— en hacer un uso deliberado y sistemático del canon teórico de Gramsci para analizar su sociedad nacional y debatir una estrategia política capaz de transformarla. Los ensayos que trataban de hacer realidad este proyecto fueron publicados en 1964-65.1 En esta época, la obra de Gramsci no era muy conocida en Inglaterra y los artículos en cuestión eran generalmente impugnados.2 Para 1973-75, los temas y las nociones gramscianas de tenor similar eran ubicuas. En especial, el concepto central de "hegemonía", utilizado primero como leitmotiv de las tesis de la NLR a principios de los sesentas, ha gozado desde entonces de una extraordinaria fortuna. Historiadores, críticos literarios, filósofos, economistas y politólogos, lo han empleado cada vez con mayor frecuencia.3 Sin embargo, en medio de la profusión de usos y alusiones, ha habido relativamente poco cuestionamiento de los textos reales en los que Gramsci desarrolló su teoría de la hegemonía. Ya se ha vencido el plazo para una reflexión más directa y exacta de ellos. La revista que introdujo por primera vez su vocabulario en Inglaterra es un foro adecuado para reconsiderarlos. La finalidad de este artículo consistirá, pues, en analizar las formas y funciones precisas del concepto de hegemonía de Gramsci contenido en los Cuadernos de la cárcel y establecer su coherencia interna como discurso unitario; considerar su validez como explicación de las estructuras típicas del poder de clase en las democracias burguesas de Occidente; y, finalmente, sopesar sus consecuencias estratégicas en la lucha de la clase obrera para lograr la emancipación y el socialismo. El procedimiento será necesariamente y ante todo filológico: un intento de fijar con mayor precisión lo que Gramsci dijo y quiso decir en su cautiverio; localizar las fuentes de las que derivó los términos de su discurso; y reconstruir la red de oposiciones y correspondencias en el pensamiento de sus contemporáneos en el que se insertan sus escritos. En otras palabras, el verdadero contexto teórico de su obra. Estas investigaciones formales son la condición indispensable, como se argumentará, para cualquier juicio sustancial sobre la teoría de la hegemonía de Gramsci. I 1 Ver Tom Nairn, "The British Political Elite", New Left Review, n. 23, enero-febrero de 1964; Perry Anderson, "Origins of the Present Crisis", ibid.; Nairn, "The English Working Class", NLR n. 24, marzo-abril de 1964; Nairn, "The Nature of the Labour Party". NLR n. 27 y 28, septiembre-octubre y noviembre-diciembre de 1964; Anderson, "The Left in the Fifties", NLR n. 29, enero-febrero de 1965; Nairn, "Labour Imperialism", NLR n. 32, julio-agosto de 1965. Algunos desarrollos más amplios de las tesis sobre historia y sociedad inglesas contenidas en estos ensayos iniciales se encuentran en: Anderson, "Socialism and Pseudo-Empiricism", NLR n. 35, enero- febrero de 1966; Anderson, "Components of the National Culture", NLR n. 50, julio-agosto de 1968; Nairn, "The Fateful Meridian", NLR n. 60, marzo-abril de 1970. 2 La réplica más importante fue el famoso ensayo de Edward Thompson, "The Peculiarities of the English", The Socialist Register 1965. Sus críticas fueron probablemente aprobadas por toda la izquierda inglesa. 3 Entre los ejemplos más notables de un uso creativo del concepto de Gramsci en trabajos recientes se cuentan: Eric Hobsbawm, The Age of Capital, Londres, 1975, pp. 249-50; Edward Thompson, Whigs and Hunters, Londres, 1975, pp. 262, 269; Raymond Williams, "Base and Superstructure", NLR n. 82, noviembre-diciembre de 1973, retrabajado en Marxism and Literature, Londres, 1977 (de próxima aparición); Eugene Genovese, Roll, Jordan Roll, Nueva York, 1974, pp. 25-28. LAS METAMORFOSIS DE LA. HEGEMONÍA Vamos a empezar por recordar los pasajes más célebres de todos en los Cuadernos de la cárcel: los fragmentos legendarios en los que Gramsci contrapuso las estructuras políticas del "Oriente" y "Occidente" y las estrategias revolucionarias pertinentes a cada uno de ellos. Estos textos representan la síntesis más convincente de los términos esenciales del universo teórico de Gramsci, dispersos y esparcidos en las demás partes de sus escritos. No introducen inmediatamente el problema de la hegemonía, aunque reúnen todos los elementos necesarios para que surja en posición dominante a lo largo de su discurso. Las dos notas centrales se concentran en la relación entre Estado y sociedad civil en Rusia y Europa occidental respectivamente.4 En cada uno de los casos, lo hacen mediante la misma analogía militar. Posición y maniobra En la primera nota, Gramsci discute las estrategias rivales de los altos mandos en la primera guerra mundial y concluye que nos sugieren una excelente lección en la política de clase después de la guerra. La observación del general Krasnov (en su novela) de que la Entente (que no quería una victoria de la Rusia imperial para que no fuese resuelta definitivamente a favor del zarismo la cuesión oriental) impuso al Estado Mayor ruso la guerra de trinchera (absurda dado el enorme desarrollo del frente del Báltico al mar Negro, con grandes zonas palúdicas y boscosas) mientras que la única posible era la guerra de maniobra, es una tontería. El ejército ruso en realidad intentó la guerra de maniobra y de profundización, especialmente en el sector austriaco (pero también en la Prusia Oriental) y tuvo éxitos brillantísimos, aún cuando efímeros. La verdad es que no se puede escoger la forma de guerra que se desea, a menos de tener súbitamente una superioridad abrumadora sobre el enemigo, y sabido es cuántas pérdidas costó la obstinación de los Estados Mayores en no querer reconocer que la guerra de posición era "impuesta" por las relaciones generales de las fuerzas que se enfrentaban. La guerra de posición, en efecto, no está constituida sólo por las trincheras propiamente dichas, 4 Todas las referencias a la obra de Gramsci serán a la edición crítica de Valentino Gerratana: Antonio Gramsci, Quaderni del Carcere. Ed. Einaudi, Turín, 1975, I-IV. Los volúmenes I-III presentan por primera vez los textos completos y exactos de los Cuadernos en su orden de composición; el volumen IV contiene el aparato crítico reunido por Gerratana con cuidado y discreción admirables. Toda la edición es un modelo de escrúpulo académico y claridad. Las abreviaturas en todo el texto serán QC. sino por todo el sistema organizativo e industrial del territorio que está ubicado a espaldas del ejército; y ella es impuesta sobre todo por el tiro rápido de los cañones, por las ametralladoras, los fusiles, la concentración de las armas en un determinado punto y además por la abundancia del reavituallamiento que permite sustituir en forma rápida el material perdido luego de un avance o de un retroceso. Otro elemento es la gran masa de hombres que constituyen las fuerzas desplegadas, de valor muy desigual y que justamente sólo pueden operar como masa. Se ve cómo en el frente oriental una cosa era irrumpir en el sector alemán y otra diferente en el sector austriaco y cómo también en el sector austriaco, reforzado por tropas escogidas alemanas y comandadas por alemanes, el ataque de choque como táctica termina en un desastre. Algo análogo se observa en la guerra polaca de 1920, cuando el avance que parecía irresistible fue detenido delante de Varsovia por el general Weygand en la línea comandada por los oficiales franceses. Los mismos técnicos militares que ahora se atienen fijamente a la guerra de posición como antes se atenían a la guerra de maniobra, no sostienen por cierto que el tipo precedente debe ser suprimido de la ciencia; sino que en las guerras entre los Estados más avanzados industrial y civilmente, se debe considerar a ese tipo como reducido a una función táctica más que estratégica, se lo debe considerar en la misma posición en que se encontraba en, una época anterior, la guerra de asedio en relación a la maniobra. La misma reducción debe ser realizada en el arte y la ciencia política, al menos en lo que respecta a los Estados más avanzados, donde la "sociedad civil" se ha convertido en una estructura muy compleja y resistente a las "irrupciones" catastróficas del elemento económico inmediato (crisis, depresiones, etc.): las superestructuras de la sociedad civil son como el sistema de las trincheras en la guerra moderna. Así como en ésta ocurría que un encarnizado ataque da la artillería parecía haber destruido todo el sistema defensivo adversario, más sólo había destruido la superficie externa y en el momento del ataque y del avance los asaltantes se encontraban frente a una línea defensiva todavía eficiente, así también ocurre lo mismo en la política durante las grandes crisis económicas. Ni las tropas asaltantes, por efectos de las crisis, se organizan en forma fulminante en el tiempo y el espacio, ni tanto menos adquieren un espíritu agresivo; recíprocamente, los asaltados no se desmoralizan ni abandonan la defensa, aún entre los escombros, ni pierden la confianza en las propias fuerzas ni en su porvenir. Las cosas, por cierto, no permanecen tal cual eran, pero es verdad que llegan a faltar los elementos de rapidez, de ritmo acelerado, de marcha progresista definitiva que esperaban encontrar los estrategas del cadornismo político. El último hecho de ese tipo en la historia de la política se encuentra en los acontecimientos de 1917. Ellos señalaron un cambio decisivo en la historia del arte y de la ciencia de la política.5 Oriente y Occidente En el segundo texto, Gramsci se aboca a hacer una contraposición directa entre el curso de la revolución rusa y el carácter de la estrategia correcta para el socialismo en Occidente y contrastando la relación del Estado y la sociedad civil en los dos teatros geopolíticos. Es necesario ver si la teoría de Bronstein sobre la permanencia del movimiento no es el reflejo político de las condiciones generales económico-cultural-sociales de un país en donde los cuadros de la vida nacional son embrionarios y desligados y no pueden transformarse en "trinchera o fortaleza". En este caso se podría decir que Bronstein, que aparece como un "occidentalista", era en cambio un cosmopolita, es decir superficialmente nacional y superficialmente occidentalista o europeo. Ilitch, en cambio, era profundamente nacional y profundamente europeo. Bronstein en sus memorias recuerda que se le dijo que su teoría se había demostrado buena luego de... quince años y responde al epigrama con otro epigrama. En realidad, su teoría como tal no era buena ni quince años antes ni quince años después; como ocurre con los obstinados, de los cuales habla Guicciardini, é1 adivinó "grosso modo", es decir, tuvo razón en la previsión práctica más general. Es como afirmar que una niña de cuatro años se convertirá en madre y al ocurrir esto a los veinte años decir: "lo había adivinado", no recordando sin embargo que cuando tenía cuatro años se la deseaba estuprar, convencido de que se convertiría en madre. Me parece que Ilitch había comprendido que era necesario un cambio de la guerra maniobrada, aplicada victoriosamente en Oriente en 1917, a la guerra de posición que era la única posible en Occidente donde, como observa Krasnov, en breve lapso los ejércitos podían acumular interminables cantidades de municiones, donde los cuadros sociales eran de por sí capaces de transformarse en trincheras muy provistas. Y me parece que éste es el significado de la fórmula del "frente único", que corresponde a la concepción de un sólo frente de la Entente bajo el comando único de Foch. Sólo que Ilitch no tuvo tiempo de profundizar su fórmula, aún teniendo en cuenta el hecho de que podía ser profundizada sólo teóricamente, mientras que la tarea fundamental era 5 QC III, pp. 1614-16; Antonio Gramsci. Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el Estado moderno. Ed. Juan Pablas, México, 1975, pp. 93-94. nacional, es decir, exigía un reconocimiento del terreno y una fijación de los elementos de trinchera y de fortaleza representados por los elementos de la sociedad civil, etc. En Oriente el Estado era todo, la sociedad civil era primitiva y gelatinosa; en Occidente, entre Estado y sociedad civil existía una justa relación y bajo el temblor del Estado se evidenciaba una robusta estructura de la sociedad civil. El Estado sólo era una trinchera avanzada, detrás de la cual existía una robusta cadena de fortalezas y casamatas; en mayor o menor medida de un Estado a otro, se entiende, pero esto precisamente exigía un reconocimiento de carácter nacional.6 Hay una serie de temas memorables en estos dos pasajes sumamente comprimidos y densos que tienen resonancias en otros fragmentos de los Cuadernos. De momento, no tenemos la intención de reconstruir o explorar ninguno de ellos. Tampoco de relacionarlos con el pensamiento de Gramsci en su totalidad. Bastará simplemente destacar los elementos principales visibles de los que se componen agrupándolos en una serie de oposiciones: Oriente Occidente Sociedad civil Primitiva/Gelatinosa Desarrollada/Firme Estado Preponderante Equilibrado Estrategia Maniobra Posición Tiempo Rapidez Demora Si bien no se confiere una definición exacta a los términos de cada una de las oposiciones en los textos, las relaciones entre los dos grupos aparecen inicialmente lo suficientemente claras y coherentes. No obstante, si se examinan más de cerca, revelan inmediatamente algunas discrepancias. En primer lugar, se dice que la economía hace "incursiones" en la sociedad civil en Occidente" como una fuerza elemental; evidentemente, esto implica que está situada fuera de ella. Pero el uso normal del término "sociedad civil" ha abarcado preeminentemente desde Hegel la esfera de la economía como la de las necesidades materiales; y en este sentido la emplearon siempre Marx y Engels. Aquí, por el contrario, parece excluir las relaciones económicas. Al mismo tiempo, la segunda nota contrapone al Oriente, donde el Estado lo es todo, con el Occidente donde el Estado y la sociedad civil tienen una relación justa". Sin forzar el texto, puede suponerse que Gramsci se refería con esto a algo similar a una relación "equilibrada"; en una carta escrita aproximadamente un año 6 QC n, pp. 865-66; Ibid., pp. 95-96. antes, se refiere a "un equilibrio de sociedad política y sociedad civil", en donde por sociedad política Gramsci quería decir el Estado.7 No obstante, el texto continúa diciendo que en la guerra de posiciones en Occidente, el Estado constituye únicamente la "zanja exterior" de la sociedad civil, la cual puede resistir la demolición de aquél. La sociedad civil se convierte por lo tanto en un núcleo central o reducto interior del cual el Estado es simplemente una superficie exterior y prescindible. ¿Es esto compatible con la imagen de una "relación equilibrada" entre los dos? El contraste en las relaciones entre Estado y sociedad civil en Oriente y Occidente se convierte en este caso en una simple inversión y ya no en preponderancia versus equilibrio sino en una preponderancia contra otra preponderancia. Se vuelve todavía más compleja una lectura científica de estos fragmentos cuando uno se da cuenta de que, a pesar de que los objetos formales de su crítica eran Trotsky y Luxemburgo, el blanco real puede haber sido el III Periodo de la Comintern. Esto podemos conjeturarlo por la fecha de escritura —aproximadamente 1930 y 1932 en los Cuadernos y por la referencia transparente a la gran depresión de 1929, sobre la que se basaban muchas de las concepciones sectarias del "socialfascismo" durante el III Periodo. Gramsci combatió resueltamente estas ideas desde la cárcel y, al así hacerlo, se vio obligado a reapropiarse las prescripciones políticas de la Comintern en 1921, cuando Lenin estaba todavía vivo, sobre la unidad táctica de todos los partidos de la clase obrera en la lucha contra el capital, que el mismo Gramsci, junto con casi todos los líderes importantes del Partido Comunista Italiano, había rechazado en esta época. De ahí la referencia "dislocada" al Frente Único en un texto que aparentemente trata de algo muy diferente. "Revolución permanente" La comparación de estos fragmentos con otro texto crucial de los Cuadernos nos presenta todavía más dificultades. Gramsci alude al tema de la "revolución permanente" una serie de veces. El otro pasaje importante en el que se refiere a ella es el siguiente: El concepto político de la llamada "revolución permanente", nacida antes de 1848 como expresión científicamente elaborada de las experiencias jacobinas desde 1789 al Thermidor. La fórmula es propia de un periodo histórico en el cual no existían los grandes partidos políticos de masa ni los grandes sindicatos económicos y la sociedad estaba aún 7 Letters dal Carcere, Turín, 1965, p. 481.
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