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paradigmas v estrategias antropologia simbolica PDF

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PARADIGMAS V ESTRATEGIAS EN ANTROPOLOGIA SIMBOLICA Primera edici6n: Mayo de 1987 Portada: Jose Luis Carmona Pieza arqueol6gica de portada: Cantara antrapomorfo condorhuasi © AVlLU S.R.L. Sede: Defensa 788 1065- Buenos Aires. Postal: Casilla 227.SUG.1 1401- BuenosAires Argentina Todos fos derechos reservados Hecho ef deposito que marca la ley 11.723 lmpreso en la Argentina I.S.B.N.950-560-043-7 1. Enfoque psico16gico 0 cognitivo .... . 21 2. Enfoque ret6rico 0 expresivo 39 3. Enfoque posicional 0 sintactico 54 4. Enfoque semi6tico 0 comunicacional . .... 64 5. Enfoque cripto16gico 0 hermeneutico .... 79 6. Enfoque interaccional 0 socio16gico . ..... 103 7. Enfoque holistico 118 IV. Esquema sistematico de la antropologia sim- b61ica 153 V. Bibliografia basica de antropologia simb6lica 157 VI. Bibliografia complementaria 169 I. LOGICA Y ESTRUCTURA DE LOS ENFOaUES SIMBOLISTAS Gorresponde preguntarse primero si es que existe en realidad algo asi como una antropologia simbolica instituida y autoconciente, y recien despues, en caso afir,. mativo, indagar su historia, su aporte y su estructura. Keith Parry (1979 :956) ha llegado a decir de la antro- pologia simb6lica que "constituye un campo amodo", mientras que Martin Silverman (1983 :178) sostiene que nose trata mas que de un rotulo que designa a un "con- junto indefinido" de especialidades. Melford Spiro, por su parte, va todavia mas lejos cuando dictamina que no hay razones para distinguirla del cuerpo de la antropologia cul- tural (1969 :211-212). Todas estas aseveraciones, amen de controvertibles, entrafian en mayor 0 menor medida la esperanza ingenua de que las caracterizaciones y los Ii- mites emerjan automaticamente del objeto. Por igual razon, las mas recientes resefias historicas de la antro- pologia han encontrado soberanas dificultades para tra- tar las estrategias simbolistas en terminos mas 0 menos unitarios, y algunas veces han preferido soslayarlas 0 minimizar su impacto (d. Harris, 1978, 1982; Kuper, 1972; Voget, 1975; Leaf, 1979). El caso es que la antropologia simb6lica parece cons- tituir una modalidad de indagaci6n que, a contrapelo de 10 habitual, se define por su objeto (el simbolo) mas que por sus metodos 0 por sus teorias. Lo cual no obsta, cier- tamente, para que en ocasiones se haga referencia a ella como si constituyera una escuela 0 una corriente teorica Pero aunque resulte insolito, esta discordancia no de la misma entidad que, pOl' ejemplo, la antropologia marca, en el ambito de las tendencias simbolicas, ninguna eognitiva, el evolucionismo 0 el materialismo cultural. escision fundamental, ni sirve de base a nniguna disyun- 'Quede desde ahora expllcito que la antropologia simbo- tiva que pudiera plantearse en su interior como catego- lica no conforma, de ninguna manera, un "paradigma" rica 0 excluyente. Se puede seguir siendo simbolista ya .en el sentido kuhniano de "matriz disciplinaria", carac- sea que se rechace 0 que se incorpore en el estudio que terizado POI'un conjunto de principios 0 POl'una serie se emprenda la realidad concreta que rodea al simbolo. de modelos a titulo de denominador comun, sino que es Es POl'esta especie de atipicidades que las cronicas nitidamente otra cosa, un ente complejo que nos impone reflexivas de la disciplina no han sabido tratar adecua- demarcarlo de a pOCO. damente el problema de la antropologia simh6lica como Subyacente a todo el espacio teorico de la antropolo- una variante discernible dentro de ella misma. Se diria gia simbolica se encuentra una concordancia en un inte- que ni siquiera han habido intentos serios en el proposito res especifico POl'un objeto elusivo, que no es otro que de delimitarla, 0 de explicitar su diferencia con estrate- .el simbolo. Esta concordancia no es inocente, y no im- gias limitrofes de contextura conocida, como el estructu- plica una particion epistemologica meramente practica ralismo, el interaccionismo simbolico 0 la fenomenologia. en beneficio de un foco concreto (como seria el caso de la Un enfoque secuencial 0 diacronico de estos asuntos, antropologia politica 0 de la antropologia economica), hubiera sido a todas luces improduetivo: no hay un dog- sino una definicion sesgada y fragmentaria de 10 que ma simbolista que surja en un momento determinado, la cultura es. Si existe un acuerdo mas alla de la pura fundando la antropologia simb6lica como idea, ni una 01'- ,elecci6n del simbolo como polo magnetico del discurso, todoxia que se coagule en torno suyo, ni un desarrollo ese acuerdo consiste en considerar la cultura como siste- lineal 0 ramificado, ni una apoteosis, ni una decadencia, ma de simbolos y significados compartidos y en concebir ni un colapso, sino un amontonamiento que se consuma la antropologia como el estudio de ese sistema. -a escala hist6rica- en apenas un instante. La misma Tenemos entonces una (re) definicion de la cultura deslumbrante variedad en el tratamiento del objeto y en mas 0 menos voluntariamente restrictiva y clausurada, las posiciones ideo16gicas que ese tratamiento deja tras- inscripta a proposito en un territorio ideo16gico proclive lucir puede alentar, POl'un momenta, la sospecha de que :a las efusiones idealistas y al mentalismo, aunque empi- la antropologia simb6lica no existe, 0 que si existe es en ricamente variable en cuanto a 10 que la cultura abarca ultimo analisis indefinible. o excluye. Aqui se presenta la primera discrepancia in- De hecho, exista 0 no (y habra que optar pOl'10pri- terna: porque mientras que para algunos simbolistas la mero si pretendemos conocerla), 10 concreto es que se dimension material, tecnologica, ecologica 0 economica ha resistido no s610al trazado de su cronica, sino tam_ forma parte de la cultura (si bien generalmente a titulo bien a una caraeterizaci6n de sus variedades que avance precario 0 como variable subordinada), para otros, todo 10 un paso mas alla de la trivialidad. Los intentos de defi- material y aun la conducta humana misma constituyen nirla mas 0 menos globalmente y de dibujar su articu- ,obstaculos, interferencias 0 ruido con respecto a 10 que lacion intima (Sperber, 1974; Rossi y O'Higgins, 1981:133- 'en verdad importa. Marshall Sahlins seria un ejemplo 138; Colby, Fernandez y Kronenfeld, 1981; Munn, 1973; de aqueIIos; David Murray Schneider es el abanderado Turner, 1975; Umiker-Sebeok, 1977; Singer, 1978; de estos. Schwimmer, 1978; Jarvie, 1976) acostumbran dejar de la- do,10,qUO In buc~a 16gica exige, dejandose ofuscar por la buible con una doctrina circunscripta. Dicho de otra OXCOHI VLL comple.)Idad de 10real: las pocas "tendencias in- manera, el espacio total del discurso sobre el simbolo y (,ornuH" que se han propuesto, se solapan mas de 10 que <manto Ie concierne, habra de cualificarse y dividirse en c~)mplementan, se inventan mas que se recuperan. a tantas dimensiones discretas como paradigmas te6ricos, 1'10 pltrtIr de 10dado, y abusan tanto del recurso del "etce- objetos de interes y magnitudes de perspectiva resulten (,~mL"como de las categorias miscelaneas. Como corola- posibles combinar. No es de temer que el numero de I'!O, gra~ parte del campo queda fatalmente sin cubrir y parcelas discriminadas se acerque a la cifra de los estu- Hill exphcar. dios llevados a cabo ni mucho menos; por el contrario, Lo que aqui vamos a postular es una caracterizaci6n resulta ser que el limite de aquellas categorias, por Ias t~nto, ~e las variantes historicamente dadas en el estudio razones que se veran, puede fijarse en principio alrede- slmb,o!lcO, como de las posibilidades 0 potencialidades dor.del numero siete. mod~h~as de dicha indagacion, en un cuadro que sea tan- Si bien en una primera apariencia aIgunas modali- to faetlCamente real como logicamente fundado: un es- dades propuestas en nuestra sistematizacion podrian es- quema, en otras palabras, que permita trazar las coorde- tar, en 10 tematico, comprendidas dentro de otras, y si nadas de 10y~ cons.umado y de 10que pudiera plantearse bien ocasionalmente ciertas disyunciones resultan mas di- en el fut~:o. mmedmto, e~tableciendo algo asi como una fuminadas e intuitivas de 10que seria deseable, los "en- tabla p.erlOdlCadel estudlO de la simbolicidad. Lo que foques" han sido definidos de tal manera que cualquier se per,slg~e es" e~ fin, construir el protocolo de una me- discurso 0 fragmento de discurso simbolista pueda ser tat~orIa slstem~tlCa que no resulte impugnada por el con- referido univocamente a uno de ellos, por poco que se temdo de los hbros que no conocemos, ni se yea abolida .quiera evaluar (a) su marco teorico de referencia, (b) su cuando Tl;lrner ? Leach cambien nuevamente de idea, y escala 0 perspectiva de tratamiento y (c) su objetivo 0 su que, aI,mlsmo tIempo, al presentar un orden, signifique foco de interes. En casu de error 0 de arbitrariedad, la algo mas que una glosografia 0 una critica. expresion de cada idea en sus propios terminos servira Nuestra caracterizacion no obedece a la logica de las de correctivo a 10 que nosotros mismos pudieramos fases 0 de los periodos, una aventura que ya se intento .afirmar. y que .ha.pr.~ba?o.s~r esteril; ni tampoco se conforma con De laestructura de nuestro cuadro se deduce como una dlStmclOn mlClal de tacticas emic por un lado y etic .corolario que cada estudio simbolico puede, en su trans- po; el,otr?, :ya que el panorama quedaria desbalanceado; curso, caer sucesivamente dentro de distintas categorias. mas a~m,~n!Iltrar una pauta semejante a esta en un nivel Forzar 10 opuesto seria teoricamente mas ilustrativo y par~dIg~atIc.o.! equivaldria a dejar invadir los contextos mas seductor como argumento, peru tambien dejaria de de ..JustIflCaclOnpor los de descubrimiento, falsificando ser realista: la divagacion adventicia es, hasta el mo- la Imagen de todas las relaciones intra e interte6ricas. mento, esencial a la raz6n antropol6gica. Sin embargo, . El ~eo!l? de nuestro .cuadro es Ia funcion y Ia acti- la generalidad de los estudios completos y aun la trayec- vldad slI??ohca como ob.)eto y como totalidad concebi- toria integra de la mayor parte de los simbolistas es ble, pa~tlClOnada segun una logica de escalas y de focos facilmente encuadrable en uno u otro enfoque, y a pesar dependlente del marco teorico de referencia' un marco de .Ia relativa estrechez de cada parcela, ningun autor a.su vez,,que se ha de definir por la indole 'de su para~ oproyecto sefialable 0 concebible es capaz de extenderse dlgma mas que por su identificaci6n declarada 0 atri- sobre mas de dos 0 tres. Aun la aparente dispersion de a!gunos autores en el cuadro tiene cierto valor expresivo: mas", aunque en un sentido epistemo16gico) son suscep- SI Sperber, Drummond 0 Fernandez figuran alternati~ tibles de fragmentaci6n taxon6mica independiente. Esta 'vam~'f/'teen mas. de un enfoque, es porque en alguna estructuraci6n es decidida y concientemente no ortogo~ ocaSIOnhan cambiado de foco 0 de paradigma' si Victor naI, asimetrica, discontinua; los elementos, que son en ~urner aparece simultaneamente en mas de u~o es sen- realidad estrategias formuladas casi siempre de antema- cIl.la~~nte, porq?-e es. ecle.ctico. Por otra parte, l~ ads- no en otra esfera de la antropologia 0 en otra disciplina c:IpcIOn d~ las mvestigacIOneS simbolistas alas catego- (la antropologia simbOlica pudo haber urdid-o unos cuan" rias \?f~eCldas pa~a realizar su sintesis bien podria tos conceptos, pero no ha gestado aun ningun paradigma. materIahzarse medIante el recabamiento de la estrategia nov~doso), no se colocan suplementariamente, sin dejar emica~ente asumida en cada uno de los casos. Con re- junturas, uno al lado del otro. Unos pocos constituyen ferencia a los r6tuloR que exornan cada enfoque el tem- ampliaciones de escala, acercamientos de perspectiva, por., p~ramento segu~do serra similar; de hecho, t~dos son menores, de 10 que otros incluyen generalizadamente Q aJen?s, y a decn' verdad, un poco altisonantes: en su como epifen6meno; algunos mas tienen a otros como fun., s~ntido actual, "cognitivo" es ocurrencia de Bux6, "ret6- damento, presupuesto 0 cosa conocida. La relaci6n catego.., ~IC~"de,J~~~s Fe,~na~d~z, "semi6tico" de David Murray, rial propuesta no es, entonces, horizontal; nuestra divi- cnptoiogico y poslCIOnal" de Sperber, "sociologico" siondel campo de la indagaci6n simb6lica se acomoda de Melford Spiro y "holista" de Conrad Arensberg. simplemente al hecho de una fragmentaci6n previa, cap., ~a p~rtici6n del espacio de los anaJisis simbOlicos tada tanto en el plano de 10real como en el epistemol6.., e:nslete tIpos, ~e enf09ues co~pl~mentarios resulta par- gico. En este sentido puede decirse que no es arbitraria, tIcu.larm;ente utIl no solo en termmos de una imposici6n sino "objetiva", en tanto refleja las discontinuidades arbItra:Ia de forma. a un campo antes informe, sino en perceptibles en 10 real apenas se intenta convertir la 1::" medida en. que Sirve para evaluar en forma sistema- realidad en problema. Incluso los aspectos que se dirian tica el contemdo, el estado y el progreso ocurrido en cada ideologicos se manifiestan, automaticamente, en cuanto uno. de eIlos, asi como las conexiones respectivas con es- alguien afirma la preeminencia de un nivel paradigmatico peClesconcretas de investigaci6n dentro y fuera de la an- sobre los restantes; como se vera, han de ser los conside.•. tropologia. La ventaja de realizar una partici6n mas deta- rados (y no otros) los pIanos que articulan todas las po..,. Ilada. de 10 habitual y de aceitar sus articulaciones, es sibilidades opositivas de la polemica. la ~msma que va de una referencia extensional enume- Existen, de hecho, discontinuidades entre 10 psico16- ratIva, 3;1establecimiento de una pauta de diag~osis. Si gico, 10 expresivo, 10 sintactico, 10 semantico, 10sociolo- se prescmde de organizarlo de alguna manera 10 actua- gico y 10 ambiental; las discontinuidades subsisten mas do por .I,aantropol~gia simbOlica s610podra re~efiarse re- aIla de la integracion nominal de la sintaxis y la seman.l prod~clendolo, y solo podra tenerse una idea de las ten- tica en 10comunicacional, 0 de la sociedad y el ambiente denclas y mode~os frecue~tados a partir de 10 que cada en 10cibernetico. La antropologia simbOlicase extiende au~0.rse haya dignado decir acerca de su propio esquema a 10largo de todo ese "discontinuum", cuya interconexion teorIco y de su propia ideologia. es. precisamente el dilema (y la razon de ser) de las En ter!llinol~g~a cognitivista, la organizaci6n pro- ciencias sociales. Cada fragmento de la conducta sim;. puesta consiste baslCamente en un paradigma global, al- bOlica, en los distintos pIanos, plantea interrogantesa gunos de cuyos elementos (que tambien son "paradig- diferentes niveles de tipificaci6n logica; teniendo esto en t~Utllll.n, 1I01110HIH'ocurndo que nuestra referencia meta- cimientos y especulaciones sobre el simbolo que la filosofia tlll'lI'll'/L IL litH oHtrutegias alternativas en el estudio del amasa en el decurso de dos milenios: el pragmatismo Mllllholo, puedu reconvertirse con facilidad a un discurso norteamericano, que es quien impone el ritmo a casi todo MlmplonJen1;ote6rico sobre los diversos aspectos del ob- joto. el teorizar disciplinario, no ha trepidado en arrojarlo por la borda. Tambien habra que renunciar al derecho 1,0 (lue sigue no pretende ser un resumen de 10ac- de reclamar como simbolista todo texto antropologico, tundo dentro de la antropologia simbolica ni una reselia parrafo 0 alusion en donde el simbol0 figure alguna vez do HUHcontribuciones mas idiosincraticas, sino mas bien como,termino explicito 0 como significacion oculta; nues- UUIL coordinaci6n epistemologica de cada uno de los enfo- tra antropologia simb6Iica sera, quiza por desdicha, 10 (lues, ejemplificados a traves de referencias representa- que un asenso tacito ha decidido que eIla sea, aunque Livas de sus principios rectores. Una vez descartados los desde dentro y desde fuera de la discipIina el simbolo numerosos "estudios de casos" carentes de secuelas teori- haya sido mejor y mas exhaustivamente interrogado. ,cas y caracterizados los diversos estilos epistemologicos del simbolismo, resultara evidente que la organizacion Tambien es penoso que esta antropologia simbolica de su territorio arroja consecuencias inmediatas. Una de refleje un estado de evoluci6n teoretica que solo tiene que ,ellas concierne a la fluidez con que pueden establecerse ver con la elaboracion de la discipIina que se Ileva a comparaciones conceptuales 0 cotejarse variantes :rrtini- cabo en los paises hegemonicos. Entre nosotros, tal vez mas en la interpretacion de los mismos fenomenos ;en solo Edgardo Cordeu haya realizado aportes de alguna un campo cualificado y parametrizado, las ideas pueden magnitud a este campo, en una integracion ec1eetica que ser comparadas productivamente en su relacion con los descansa, todavia, en concepciones y modelos inevitable- respectivos paradigmas y contextos de sentido, y coordi- mente extranj eros, en todos los sentidos de la palabra. nadas en su nivel debido de analiticidad. Lo AUyOrepresenta un avance extraordinario, sin em- EI modelo sistematico que presentamos, por emplear bargo, respeeto de la fenomenologia bormid~ana, s.olo un simil computacional, se encuentra recien en su etapa. circunstancialmente "nacional", la cual habrla POdldo inicial de diagramacion; todavia falta programarlo y es- plantearse como alternativa frente al simbolismo de no tructurarlo adecuadamente, hacerlo funcionar en abstrac~ haberse quedado congelada, en pie de guerra, alrededor to y ponerlo a prueba, por ultimo, procesando informa- de sus improbables dogmas. La fenomenologia de Bor- cion viva y concreta. Cuando todo esto este cumpUmen- mida, historia antigua de aqui en mas, no alcanzo a fa- tado, existira un modo legitimo y transparente de rea.Ii- bricarse una imagen sintetica de la antropologia simb6- lica ni Ilego a aprovecharla para enriquecerse, ni (por ~ar el transito desde un simbolo referido en una hipo- tesis, hasta la categoria bajo cuyo auspicio podra eva- sup~esto) tuvo opcion de superarla en 10teorico. Habida luarse y comprenderse 10que sobre el se dice. cuenta de 10dicho, uno de los propositos que anima este ensayo (al que seguiran otros) es el de constituir un Nuestra delimitacion de las extensiones que pudie- universo de dialogo antropologico actualizado, mediante ran caracterizarse como "pertenecientes" a la antropo- un juicio critico que nos parece imperativo discutir, y logia simbolica, ademas, es mucho menos formal que que pretende erigirse en respuesta quiza rigurosa (en heredera de un consenso que no hemos querido violentar. todo caso, no complaciente) a 10 que las metropolis tie- Faltara aqui, como tambien falta en el simbolismo an- tropologico constituido, todo el riquisimo acervo de cono- nen para ofertar. Si por razones economicas 0 institu- cionales America latina es incapaz por ahora de segregar una teorfa original, que sea al menos capaz de sobrepo- en un discurso (de creer a Wesley Salmon existiria in- nerse al estado de ignorancia sistematica y de manse- cluso una teoria de la importancia, capaz de arbitrar en dumbre epistemol6gica a que la fenomenologia pretendi6 este caso el grado de simbolicidad de una antropologia), reducirnos desde sus libros y sus catedras, asi como des- creemos que la cosa no es para tanto: bast,a r~cono~er de una crltica epidermica, fundamentalmente desconoce- que, por ser s610un concept?, la antropOlogl.a. slmb6~lca dora de todo 10 que no fuese ella misma. no es una realidad tan tangIble como se qmslera, SIllO. bachelardianamente. una construcci6n te6rica mas. Puesto que el objetivo es menos justificar la perfec- ci6n del cuadro que delimitar critica y sistematicamente el problema, no nos obsesiona demasiaao el que ciertos conceptos nuestros, como los' de "paradigma", "estrate- gia" 0 "enfoque", carezcan de univocidad. Aqui hemos optado por abordar el asunto desde la antropologia, y no desde la filosofia de la ciencia, con todo el riesgo de desprolijidad que ello comporta. Despues de todo, Mar- garet Masterman (1970:65) ha demostrado que Kuhn utiliza "paradigma" en unos veinte sentidos distintos, en tanto que RUdiger Bubner (1984 :162) reconoce que la riqueza te6ricadel concepto se debe precisamente a su falta de exactitud. Para quien Ie interese esta suerte de axiomaticidades, no obstante, podemos anticipar infor- malmente que la antropologia simb6lica, tal como la con- cebimos, se rige por un conjunto variado de "paradigmas ejemplares" (cf. Kuhn, 1970:272), aplicados a un nu- mero no expandible de focos 0 de pIanos analiticos, y que las "estrategias" concretas resultan de la plena cua- lificaci6n (emic/ etic, idiografico/nomotetico, rel~tivis- tajuniversalista, etc.) de los estudios hist6ricamente dados. Los paradigmas ejemplares, o' mas rudamente "modelos", acostumbran repetirse independientemente de su foco, como cuando se aplica, por ejemplo, el mismo modelo de procesamiento de la informaci6n a los sucesos mentales de la vida simh6lica y al control cultural de Ios recursos ecol6gicos, 0 como cuando el mismo modelo de los schemata sirve para explicar tanto la formaci6n de metaforas como laconstituci6n de los mapas cogni- tivos. . Pese a que existen formalizaciones matematicasca- paces de cuantificar la magnitud de una categoria inserta T'aradig?na te6rico: Psicologia cognitiva. Objeto: Actividad y procesos psico16gicos de simbolizaci6n. Convergencia disciplinaria: AntTopologia cognitiva. E'studios representativos: Sheldon Klein (1983), Benjamin y Lore ,Colby (1981), Benjamin Colby y Rodger Knaus ('1974), David Rumelhart (1,975), Jean Mandler y Nancy Johnson (1977), Walter Kintsch (1977), Emiko Ohnuki-Tierney (1981), Dan Sperber (1979, 1980), Christina Toren (1983). De 109divers os paradigmas que pueden identificarse en el interior de la antropologia simb6lica, este es el que se ha formulado mas recientemente y el de menor efecto publico. Se gesta recien a mediados de la decada del '70, cuando se manifiesta un creciente interes en relacionar los simbolos con la 16gica proposicional, con la 16gica de clases, con las jerarquias cognitivas y con el problema de la binarizaci6n y la analogia en el pensamiento humano. El modelo mediato 0 inmediato de esta vertiente es, dentro de su disciplina de origen, la Hamada psicologia cognitiva, tal como fuera concebida por P. H. Lindsay, por D. H. Norman y sobre todo por Ulric Neisser. Cabe sospechar que, de haber surgido veinte afios antes, el enfoque en cuesti6n se habria inspirado en las intuiciones freudia- rutH, ,l'cpresentativas de un estilo de pensamiento que hoy cstudios cognitivistas del quehacer simb6lico se inclinen en (ha se halla en franca bancarrota. mas hacia los aspectos organizacionales y formales del El le~guaje ~~s bien riguroso exigido por estos nue- conocimiento, en tanto que los estudios simbolistas de la vos e~paclOstematIco~ y la ostensible preocupaci6n de los cognicien se ocupan mas de los faetores afectivos, expre- e~tudlOsOSP?r l~s metodos de validacion, por las defini- sivos e inefables. Existiria, empero, una pauta de iden- ClOnescoordmatIvas y por demas formalismos, determi- tificacion mas eficaz: el modelo definitorio de la antro- naron que Colby, Fernandez y Kronenfeld (1981) pos- pologia cognitiva se origina en la lingiiistica estructural, tu~~ran que la antropologia simb6lica estaba "convergien- mientras que el del simbolismo cognitivista procede a ?O con. la antropologia cognitiva en el ambito de estas todas luces de la psicologia. De todos modos, serfa bi- ~ndagaCIOneS"l,a~cuales, por ocurrir comunmente bajo la zantino pretender trazar una divisoria absoluta; el he- lonna de ana~lSls en pequena escala, fueron caracteriza- cho es que, en unas pocas instancias muy localizadas, ~as en su c?n.~unto como m:a "microantropologia" (1981: no puede discernirse si ciertos trabajos se inscriben en AO). Es. fa?l! c0.nstatar, sm embargo, que no son frag- la tradici6n simb6lica 0 si participan en cambio de la ~entos ,slg:mflC.atIvos de cada una de las corrientes los cognitiva, a menos que se analicen las trayectorias pre- (lue estan lmphcados en esa convergencia: quienes lide- vias y los compromisos expresos de sus autores. ran .la antropologia simbolica, 0 se han manifestado in- Esto vale, por ejemplo, para las investigaciones del s~~sl.bles, 0 se han opuesto frontalmente al generO cog- antrop6logo y lingiiista Sheldon Klein, algunas de las mtIvlsta de fo::malizacion (Geertz, 1973:11-12; Schnei- cuales han desatado ruidosas polemicas. Klein, especia- ~er, 1965; Sahl.ms, 1980:138). Y en nuestra articulaci6n lizadoen simulacion computadorizada y en inteligencia e las tendenclas actuales de la antropologia cognitiva artificial, ha concebido un modelo etnografico de reglas (Reynoso, 19~6a), hemos comprobado que solo una de de comportamiento que estarfan codificadas como "ope- entre sus vanas facciones internas manifestaba intere- radores analogicos" y que se referirfan a "descripciones ~es co:mune~ can los de la antropologia simb61ica. Esta de estado cognitivo". Su modelo se denomina Operador f~se slmbohsta: qu~ en su oportunidad distinguimos den- Aposicional de Transformaci6n (ATO), y se inspira tan- ~ ~bde la.etnoclencla, y que estaba acaudillada por Basso to en los estudios sobre particion cerebral hemisferica .e .y, RIce, Buchler y el propio Colby, vendria a cons~ como en el principio de que la division de tareas entre t~tmr, consecuentemente, la otra cara del enfoque cogni- los modos de razonamiento aposicional-ana16gico y pro- t~vo dentro del simbolismo que aqui se pretende caracte- posicional-binario esta determinada por la cultura. "Si r~z~x:. De todas m~neras, en situaciones limitrofes, es afirmamos -dice Klein- que las reglas de comporta- ~lflCI1corroborar Sl la convergencia en cuestion se ha miento estan codificadas primariamente en una notacion ~?dnsumado hasta tal punto que pueda hablarse con cer- equivalente a la de la logica proposicional, nos encontra- 1-1 umbre de u~a f~sion cabal. Mas· bien se diria que mos con el hecho desagradable de que e1tiempo de pro- ambas estrateglaS, sm perder del todo su identidad y su cesamiento computacional se incrementarfa en forma ex- ma~ca, confluye.n en un terreno tradicionalmente recla- ponencial de acuerdo con la dimension de la base de nut 0 P?r la .pSlCologia cognitiva, agregandose a nuevas datos" (1983 :151). En consecuencia con esta premisa, aportaclO~es}e la. lingiiistica (como serla "semantica que traducida de lenguaje de maquina a idioma humano de prototIpos.; derIvada: de ~illmore) y a investigaciones viene a decir mas 0 menos que el tiempo de resolucion en computacIOn y en mtehgencia artificial. Acaso los mental de las alternativas planteadas por la vida sim-

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Marshall Sahlins seria un ejemplo de aqueIIos; David Murray Schneider es el abanderado de estos. Pero aunque resulte insolito, esta discordancia no marca, en el ambito de las tendencias simbolicas, ninguna escision fundamental, ni sirve de base a nniguna disyun- tiva que pudiera plantearse en su
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