ALTHUSSER LECTOR DE GRAMSCI1 Vittorio Morfino Università degli Studi di Milano-Biccoca, Italia Abstract This paper examines Althusser’s readings of Gramsci, from the first critical notes and annotations to his writings on the crisis of Marxism. It highlights the profound ambivalence of Althusser’s interpretations. On the one hand, Gramsci is presented as a precursor, as the only figure within the Marxist tradition deemed to have attempted to think the superstructure, and in particular the political. On the other side, the Gramscian corpus is criticized as the paradigmatic instance of a concept of temporality and politics with which Althusser is in disagreement. Regarding the Althusserian critique, we here identify two distinct phases starting out from a critique of the lack of knowledge of the specific status of the science in general, especially of the science of history, characteristic of the second half of the sixties, Althusser would, in the late seventies, formulate a critique of the Gramscian concept of hegemony which, in his view, erases the question of class domination. Keywords <Historicism> <Time> <Ideology> <Science> <Politics> Resumen Este trabajo examina las lecturas de Gramsci realizadas por Althusser, desde sus primeras notas críticas y anotaciones hasta sus escritos sobre la crisis del marxismo. Subraya la profunda ambivalencia de las interpretacio- nes de Althusser. Por una parte, Gramsci es presentado como un precursor, como la única figura dentro de la tradición marxista que intentó pensar la su- perestructura y en particular lo político. Por otra parte, el corpus gramsciano es criticado como la instancia paradigmática de un concepto de la tempora- lidad y de la política con el que Althusser disiente. Considerando la crítica 1 Traducción al castellano de Constanza Storani (UNLP) y Pedro Karczmarczyk (UNLP-CONICET). Los traductores agradecen las observaciones realizadas por Lui- sina Bolla. Fecha de recepción: 30 Mar. 2015 - Fecha de aceptación: 30 Jun 2015 Representaciones, Vol. XI, Nº 1 – Jul. 2015, pp 43-66 © SIRCA Publicaciones Académicas – [email protected] Vol. XI - Nº 1 43 Vittorio Morfino althusseriana, identificamos dos fases distintas, comenzando por una crítica al desconocimiento del status específico de la ciencia en general, y en par- ticular de la ciencia de la historia, que caracteriza al período de la segunda mitad de los sesentas, Althusser formuló, hacia el final de los setentas, una crítica del concepto gramsciano de hegemonía que, en su opinión, borra el problema de la dominación de clase. Palabras clave <Historicismo> <Ideología> <Ciencia> <Política> I. Introducción Entre los actores de la tradición marxista con los cuales Althusser se ha enfrentado en la elaboración de su teoría, Gramsci es probablemente la presencia más constante. Desde los inicios de los años ‘60 hasta fines de los años ‘70 las referencias a Gramsci, reconocimiento de deuda o toma de distancia, permiten individualizar, como sobre un negativo fotográfico, los contornos y desarrollos de la teoría althusseriana: desde Pour Marx a Lire le Capital, de “Ideología y aparatos ideológicos de Estado” a los textos sobre la crisis del marxismo, Althusser redefine constantemente su posición según la relación que asuma respecto a la posición de Gramsci. Sin embargo, si toma- mos en consideración los textos publicados póstumamente y los documen- tos conservados en el Archivo del IMEC, se obtiene una impresión aún más fuerte: desde los años Sesenta en adelante encontramos un gran número de extractos y de notas (desde las Note sul Machiavelli, los Textes choisis de Gramsci, Materialismo storico e la filosofía di Benedetto Croce, en fin, desde la edición de los Quaderni), un proyecto de artículo para Rinascita, el capítulo final sobre hegemonía de Marx dentro de sus límites, y finalmente un texto titulado “Que faire?” (“¿Qué hacer?”) enteramente dedicados a Gramsci. Respecto a este enfrentamiento estratificado es útil esquematizar al- gunos puntos: En primer lugar, el encuentro con Gramsci en el verano del ‘61 lleva consigo también aquel con Maquiavelo, haciendo que estos dos autores es- tén constantemente pensados uno en el otro, y uno a través del otro. En segundo lugar, la fuerte ambivalencia del juicio althusseriano sobre Gramsci: por una parte el precursor en la tradición marxista del intento de pensar la superestructura y en particular la política, por otra el paradigma de una concepción de la temporalidad y de la política de la cual tomar distancia. 44 Representaciones Althusser lector de Gramsci Finalmente, respecto del distanciamiento deben ser evidenciadas dos fases distintas temporalmente: desde una crítica al desconocimiento de la es- pecificidad del estatuto de las ciencias en general y de la ciencia de la historia en particular, típica de la segunda mitad de los años Sesenta, Althusser pasa, a fines de los años setenta, a una crítica del concepto de hegemonía en el cual se perdería la dominación de clase. II. El encuentro con Gramsci El encuentro con Gramsci sucede a principio de los años sesenta. En una carta a Franca Madonia del 28 de noviembre de 1961 Althusser hace re- ferencia a la lectura realizada durante el verano anterior pasado en Bertinoro (Althusser, 1998: 122). De esta primera lectura son testimonio algunas pági- nas de extractos y notas dactilográficas de las Note sul Machiavelli conser- vadas en un dossier “Gramsci sur Machiavel (remite al texto italiano)”. Aquí Althusser toma nota con precaución de los rasgos esenciales de la lectura gramsciana de Maquiavelo, probablemente en vista al curso que dedicará a éste último en 1962 (Cf. Althusser, 1962). Sin embargo al avanzar, su atención es atraída también por otros temas: por ejemplo, por un pasaje de Gramsci sobre la ideología, que traduce (“p. 294. No concebir la ideología como algo artificial y mecánico (como una prenda de ropa sobre la piel), concebirla como «la piel producida orgánicamente» por el organismo animal en su totalidad” (ALT2. A 31-05.06, f. 20)1); o por una página (p. 128) sobre la función educa- tiva del Estado en relación a las grandes masas, desarrollada positivamente por la escuela y de modo represivo por los tribunales, pero además, por “una multitud de iniciativas orientadas hacia este fin, por otras actividades, llama- das privadas, que configuran el aparato de la hegemonía política y cultural de las clases dominantes” (Ibíd.)2, que Althusser comenta así: ///Idea importante de Gramsci: que el estado no se reduce al aparato del Estado, sino que incluye muchas clases de diferentes formas de presión, etc. que el Estado es la sociedad política + la sociedad civil = hegemonía acorazada por la coerción p. 132 /// G. contra la identificación del Estado y el gobierno./// (Ibíd. f.16) Finalmente toma nota de las reflexiones del parágrafo gramsciano de las pp. 326-329 sobre <Animalità e industrialismo> y comenta: ///tema muy importante, para G. y en sí mismo. Que todo nuevo Vol. XI - Nº 1 45 Vittorio Morfino progreso de las fuerzas productivas y del modo de producción suponga nuevas actitudes hacia el trabajo, y, a través de estas nuevas actitudes técnicas, una completa subversión del modo de vida existente (...) La idea esencial de Gramsci es que para crear estos nuevos hábitos de vida, este nuevo modo de vida organizado en función del nuevo contenido de la división del trabajo, se requiere hacer violencia a la naturaleza –habiéndose convertido en “naturaleza” cada una de las viejas disciplinas y correspondiendo al viejo modo de producción–, esta violencia, esta imposición (dressage) son inevitables –toda la historia humana debe considerarse desde este punto de vista como un adiestramiento (dressage) de la animalidad, aunque pueda no repararse nunca en ella... Violencias extraordinarias muy a menudo. Que supone, esta violencia, una coerción característica y organizada (...) (Ibíd.: f.24). III. De “Contradicción y sobredeterminación” a “El objeto de El capital” A este primer acercamiento a Gramsci siguen dos tomas públicas de posición de carácter antitético, la primera en el ensayo “Contradicción y so- bredeterminación” publicado en La pensée en diciembre de 1962 (incluido en 1965 en Pour Marx), la segunda, célebre, en “El objeto de El capital” de 1965. En “Contradicción y sobredeterminación” Althusser sostiene la tesis según la cual la filosofía marxista no puede ser el producto de una inversión [renversement] ni el objeto de una extracción: se trata en cambio de pensar la “transformación de sus estructuras” (Althusser, 1965: 91 [Trad.: 75]). En este cuadro la revolución no puede estar pensada a través de la categoría de con- tradicción simple: es el resultado de una acumulación de contradicciones, en parte heterogéneas, las que “no todas tienen el mismo, ni el mismo sentido, ni el mismo nivel y lugar de aplicación, y que sin embargo, «se funden» en una unidad de ruptura” (Ibíd.: 99 [Trad.: 80]). El concepto de sobredeterminación permite precisamente pensar la Revolución rusa no como la excepción a la regla de la contradicción simple, sino como la regla de la regla: De ellos se desprende la idea fundamental de que la contradicción Capital-Trabajo no es jamás simple, sino que se encuentra siempre especificada por las formas y las circunstancias históricas concretas en las cuales se ejerce. Especificada por las formas de la superestructura (...) especificada por la situación histórica interna y externa que la determina en función del pasado nacional mismo, por una parte (…) y del contexto mundial existente, por la otra (...) (Ibíd.: 104-105 [Trad.: 86]). 46 Representaciones Althusser lector de Gramsci La referencia a Gramsci aquí es todavía implícita, se explicitará con la necesidad de fundar el concepto de contradicción sobredeterminada, en una concepción marxista de la historia que no sea la simple inversión de la hege- liana, sino su transformación radical. Los conceptos de modo de producción y de clases sociales modifican en efecto los conceptos de sociedad civil y Estado y su relación, que ya no puede consistir en una “identidad tácita (fenó- meno, esencia, verdad de...) de lo económico y de lo político”, sino más bien en una “relación de las instancias determinantes en el complejo estructura- superestructura que constituye la esencia de toda formación social” (Ibíd.: 111 [Trad.: 91]). Gramsci es llevado, por el propio Althusser, a intervenir a propósito de la teoría de la eficacia específica de los elementos de la superestructura y de su esencia: Esta teoría permanece, como el mapa de África antes de las grandes exploraciones, un dominio reconocido en sus contornos, en sus grandes cadenas y en sus grandes ríos, pero con mayor frecuencia, a excepción de algunas regiones bien dibujadas, desconocida en sus detalles ¿Quién después de Marx y Lenin ha verdaderamente intentado o continuado su exploración? No conozco sino a Gramsci (Ibíd.: 114 [Trad.: 93-94]). Y en la nota agrega: Gramsci es de otra talla. Los desarrollos y las notas de sus Cuadernos de prisión tocan todos los problemas fundamentales de la historia italiana y europea: económica, social, política, cultural. Uno encuentra allí visiones absolutamente originales y a veces geniales sobre este problema, hoy día fundamental, de las superestructuras. Se encuentra allí también, como ocurre cuando se trata de verdaderos descubrimientos, conceptos nuevos, por ejemplo el concepto de hegemonía, notable ejemplo de un esbozo de solución teórica a los problemas de la interpretación de lo económico y de lo político. Desgraciadamente, ¿quién ha continuado, al menos en Francia, el esfuerzo teórico de Gramsci? (Ibíd. [Trad.: 94]). Entonces, en 1962 Gramsci es considerado el único autor que en la tradición marxista ha abierto el camino sobre el cual Althusser trata de avan- zar, en particular el concepto de hegemonía permite pensar rigurosamente Vol. XI - Nº 1 47 Vittorio Morfino (Althusser utiliza aquí la expresión fuerte “esbozo de una solución teórica”) la relación de lo económico y lo político sin aplastarla en la relación esencia- fenómeno. En 1965, a la altura del seminario sobre El Capital, las cosas esta- rán ya muy cambiadas probablemente en virtud de una profundización en el conocimiento del marxismo italiano. El anuncio de este cambio se encuentra en dos series de extractos que datan verosímilmente en torno al período de preparación del seminario. La primera serie consiste en algunos extractos de las Œuvres choisies que Althusser titula “Fragmentos escogidos pp. 17 ss.”(ALT2.A57-01.03) se trata de pocos extractos de las páginas 17-45 que tienen por objeto el concepto gramsciano de filosofía como concepción unitaria y coherente del mundo en sus relaciones con la religión, el sentido común, los intelectuales, las masas, la ideología y la política. Althusser interviene raramente. En este sentido son dignos de nota dos breves comentarios que me parecen señalar el punto de apoyo de la crítica siguiente. En primer lugar después de un grupo de extractos (Ibíd.: ff 1-2), co- menta: “interesante: G. identifica religión, ideología, filosofía y política” (Ibíd.: f 2). En segundo lugar, en el comentario de un pasaje sobre la filosofía que deviene movimiento cultural, ideología de una época (Ibíd.), escribe al lado con lápiz: “cf. ¡Hegel!”. La segunda serie es titulada “El historicismo de Gramsci” y ha sido redactada verosímilmente al preparar la intervención para el seminario. En esta óptica traduce algunos pasajes de Il materialismo storico e la filosofía di Benedetto Croce, que califica como “textos de referencia”, entre ellos natural- mente aquel célebre sobre filosofía de la praxis como historicismo absoluto, y copia una serie de pasajes de la Œuvres choisies. Así resume el sentido: tema fundamental de la interpretación del materialismo marxista (“filosofía de la praxis”) por Gramsci. La influencia de Croce es muy clara: Croce representa para Gramsci un “historicismo” especulativo, que es necesario “invertir” para obtener el “historicismo” de la filosofía de la praxis (ALT2. A57-01.05, f. 1). Sobre estos apuntes basará la exposición oral de la primavera de 1965. Sin embargo la crítica no es formulada “alegremente”, muchas son las dudas expresadas en algunas cartas a Franca del período de la elaboración de “El objeto de El capital”. En una carta del 17 de junio de 1965, mientras 48 Representaciones Althusser lector de Gramsci está escribiendo el pasaje sobre Gramsci, lo define como “muy importante” y “necesario”, aunque esto haga “chillar a los amigos italianos, que tienen una religión en torno a Gramsci (...)” (Althussser, 1998: 618). Quince días des- pués (carta del 2 de julio), Althusser vuelve sobre esas cuestiones. Se pre- gunta si aquello que dice de Gramsci es justo y sobre todo, si es políticamen- te oportuno hablar en esos términos, lo relee, se da cuenta de no haber visto “ciertas cosas importantes” aunque no sólo no cambia su juicio de fondo, sino que lo refuerza: “Leyendo su Mat.[erialismo]. st[orico]. e B[enedetto]. C[roce]., he descubierto algunas cosas incluso más graves de las que creía…” (Ibíd.: 623-624). Otra cosa es el juicio sobre el Gramsci político: Es un político 100 %: el Maquiavelo de los tiempos modernos, él lee a Lenin a través de Maquiavelo y a Maquiavelo a través de Lenin, lo que no es poco decir (Ibíd.: 624).. Pocos días después, en una carta del 8 de julio, anuncia que el trabajo está terminado (Ibíd.: 625), si bien resta el deseo de profundizar ulteriormente la cuestión (Cf., Ibíd.: 628. Carta del 19 de julio). Volvamos entonces al pasaje dedicado a Gramsci. El contexto es la cuestión filosófica fundamental sobre el objeto de la teoría de Marx y su dife- rencia específica respecto de la economía política: no se trata de concebir el marxismo como una dialectización de las categorías de la economía política a través de la asunción de un concepto hegeliano de tiempo, sino de pensar “Los fenómenos económicos, no en la infinitud de un espacio plano homo- géneo, sino en una región determinada por una estructura regional e inscripta en un lugar definido de una estructura global; por lo tanto, como un espacio complejo y profundo, inscrito a su vez en otro espacio complejo y profundo” (Althusser, 1996: 396-397. [Trad.: 197]). Para hacer esto es necesario un concepto complejo de tiempo histórico, se trata de pensar el ritmo propio de cada nivel de la estructura, relativamente autónomo respecto a los otros, si bien dependiente del todo social, cuya eficacia sobre sus elementos puede ser pensada, a su vez, sólo forjando un nuevo concepto filosófico. En este esquema, Gramsci es convocado al centro de la escena como paradigma de historicismo marxista. Ciertamente la movida es hecha no sin temor y cau- tela metodológica, aunque con extrema decisión: Althusser considera que el célebre paso en el cual Gramsci afirma que “La filosofía de la praxis es el «hi- storicismo» absoluto, la mundanización y la «terrenalización» absolutas del Vol. XI - Nº 1 49 Vittorio Morfino pensamiento, un humanismo absoluto de la historia” (Ibíd.: 321)3 no tiene un simple significado polémico contra Croce, ni se limita a indicar el rol práctico del marxismo, la unidad de teoría y movimiento obrero. Hay en Gramsci una verdadera y propia “interpretacion téorica que tiene por objeto el contenido mismo del pensamiento de Marx”: una concepción historicista del ligamen de la teoría de Marx a la historia real, fundada sobre la teoría crociana de la religión como concepción del mundo, categoría sobre la cual subsume al marxismo. Por esta razón Gramsci “identifi[ca] también cómodamente reli- gión, ideología, filosofía y teoría marxista, sin destacar que lo que distingue al marxismo de esas «concepciones del mundo» ideológicas, es menos esta diferencia formal (importante) de poner fin a todo «más allá» supraterrestre, que la forma distintiva de esta inmanencia absoluta (su «terrenalidad»): la forma de la cientificidad” (Ibíd.: 326 [Trad.: 142-143]). Por ello Gramsci tiende a reunir bajo un mismo término la teoría cientí- fica de Marx y su filosofía, pensando esta unidad en la forma de una concep- ción del mundo, y para pensar la relación entre ciencia marxista e historia real “en el modelo de la relación de una ideología «orgánica» (…) con la historia real” (Ibíd.: 327 [Trad.: 143]). A partir de ello Althusser construye un paradig- ma, una forma límite, de la lectura historicista, cuyo núcleo fundamental es la historización del saber absoluto hegeliano, movida que produce el aplasta- miento de la totalidad marxista sobre la hegeliana: captando en los diferentes niveles o instancias un mismo tiempo, se excluyen “los efectos de distorsión y de desajuste (décalage) que contradicen esta lectura ideológica de la con- temporaneidad en la concepción marxista auténtica” (Ibíd.: 328 [Trad.: 144]). El punto sintomático en el cual emerge esta reducción de niveles es, por un lado, la fusión de ciencia e ideología, por el otro, de filosofía e historia, fusión que se produce a través de una serie de deslizamientos conceptuales que tienen como efecto reducir la distancia entre los niveles: por una parte la reducción de la ciencia a la historia, haciendo de la “ciencia una superestruc- tura, (…) una de esas ideologías «orgánicas» que tan bien forman bloque con la estructura, que tienen la misma historia que ésta” (Ibíd.: 329 [Trad.: 145]); por la otra la reducción de la filosofía a la política dado que “la filosofía es el producto directo (con la reserva de todas las «mediaciones necesarias») de la actividad y de la experiencia de las masas, de la praxis económica-política” (Ibíd.: 331 [Trad.: 146]). No es suficiente para Gramsci reducir al mínimo la distancia que en la estructura social separa el lugar específico de la formación teórica, filosófica y científica (el lugar de la práctica teórica), del lugar de la práctica política. Ne- cesita una concepción de la práctica teórica que muestre y consagre la iden- 50 Representaciones Althusser lector de Gramsci tidad de filosofía y política, exigencia latente que explica los “deslizamientos conceptuales, que nuevamente tiene por efecto reducir la distinción entre los niveles” (Ibíd.: 331 [Trad.: 146]). En esta interpretación la práctica teórica tiende a perder toda espe- cificidad, por estar reducida a la práctica histórica en general, categoría en la cual son pensadas formas de producción tan diferentes como la práctica económica, la práctica política, la práctica ideológica y la práctica científica (Ibíd.). Gramsci encontraría este modelo en “la practica experimental tomado no tanto de la realidad de la ciencia moderna, sino de una cierta ideología de la ciencia moderna” (Ibíd.: 332 [Trad.: 147]). Y aquí nuevamente existe una reducción de los niveles de uno al otro: Es, por ejemplo, a condición de reducir toda práctica a la práctica experimental, o a la “praxis” en general, después de asimilar esta práctica-madre a la práctica política, como todas las prácticas pueden ser pensadas como dependientes de la práctica histórica “real”; como la filosofía y aun la ciencia y, por lo tanto, el marxismo igualmente, pueden ser pensados como la “expresión” de la historia real (Ibíd.: 334 [Trad.: 148]). De este modo aparece también la distinción entre ciencia de la historia y filosofía marxista: la filosofía marxista deviene nada más que “una simple «metodología histórica», es decir, (...) la simple conciencia de sí de la histo- ricidad de la historia, (...) la reflexión sobre la presencia de la historia real en todas sus manifestaciones” (Ibíd.: 335 [Trad.: 149]). Claramente, Gramsci retoma esta fórmula de Croce, en el intento de invertirlo, pero quedando en realidad aprisionado: las reducciones teóricas necesarias para la lectura historicista hacen emerger la estructura fundamen- tal de todo historicismo: “la contemporaneidad que permite una lectura en corte de esencia” (Ibíd.: 336 [Trad.: 150]). La polémica que esta lectura de Gramsci suscita en Italia conduce a Althusser a una nueva confrontación de la cual son testimonios algunos ex- tractos y reflexiones tituladas “Gramsci φ et pol” (ALT. 057-01.06.)4. Se trata de un verdadero cuerpo a cuerpo con la primera sección de Œuvres choisies, pasajes copiados con largos comentarios. En parte Althusser retoma las crí- ticas de Lire le Capital, insiste sobre el ligamen del concepto gramsciano de filosofía con los conceptos historicistas de historia universal, de época y sociedad que terminarían por impulsar la lucha de clases. Hay no obstante Vol. XI - Nº 1 51 Vittorio Morfino una profundización interesante respecto de la cuestión de la relación entre concepción del mundo y filosofía que presta particular atención a las reflexio- nes realizadas en aquellos años en torno a los Cours de philosophie pour scientifiques (Cf., Althusser, Du coté de la philosophie: 255-297). Nota: “Lo patético de G.: llegar a pensar/no pensar una distinción entre la «concepción del mundo» y la «filosofía», cf. p. 46-47” (ALT. 05-01.06. f. 10.). Y todavía: “nada de corte (coupure) para él”. Pero entonces ¿cómo mar- car la diferencia? Para Gramsci no se trata de una diferencia cualitativa, sino cuantitativa de “homogeneidad, de coherencia, de logicidad” (Ibíd.). Althusser comenta: ///sorprende cómo G. no logra arreglárselas con su vocabulario. Diferencia no de calidad sino de cantidad. Bien. ¿Cantidad de qué? De “logicidad” (…) Pero la naturaleza de esta “logicidad” no está definida del todo: se tiene la sensación de que es la misma, y de que de hecho nada de la logicidad ocurre en la historia (las ciencias... silencio). (…) El historicismo de G. conduce de hecho a una negación total de los acontecimientos de la historia teórica, es decir, de las “rupturas” (coupures) que se producen en la misma // (Ibíd.). Y algunas líneas después confirma: “se tiene verdaderamente la impre- sión de que para G. no hay historia de la logicidad” (Ibíd.). Precisamente éste es el punto clave de la carta sobre el pensamiento de Gramsci que Althusser publica el 15 de marzo de 1968 en Rinascita con el título “La filosofía, la política y la ciencia” (Althusser, 1968: 23-24). Si la filoso- fía, como había dicho pocos días antes en la conferencia “Lenin y la filosofía” (Cf. Althusser, 1998a: 103-144), está caracterizada por la relación por un lado con la política y por el otro con la ciencia, Gramsci ha pensado con fuerza la primera, pero no “ha visto con el mismo vigor, ni aislado, ni pensado la otra determinación: la relación entre filosofía y ciencia” (Althusser, 1968: 23). Este es para Althusser el punto débil de Gramsci que “sólo en páginas apretadas y superficiales (…) sostiene una concepción evidentemente insufi- ciente, y hasta falsa de las ciencias” (Ibíd.), no yendo más allá de la repetición de fórmulas equívocas de Croce. Éstos asignan a las ciencias un puesto en la tópica, pero no consideran lo que en ellas es específico, esto es “la producción de conocimientos objetivos” (Ibíd.). De aquí se deriva la tendencia a “reducir y a asimilar completamente (…) la «filosofía» a la «concepción del mundo»” (Ibíd.). La distinción está dada simplemente por una mayor coherencia de la 52 Representaciones
Description: