NATURALEZA ANIMAL Y HUMANA Colección Razón y Sociedad Dirigida por Jacobo Muñoz Antonio Diéguez y José María Atencia (Eds.) NATURALEZA ANIMAL Y HUMANA BIBLIOTECA NUEVA Cubierta: J. M.ª Cerezo Este libro ha recibido apoyo económico con cargo al Proyecto de Excelencia «Naturalismo y Pragmatismo contemporáneos» (HUM-4099) y con cargo al Grupo de Investigación en Ciencias Cognitivas (HUM-264), financiados ambos por la Junta de Andalucía. © Los autores, 2014 © Editorial Biblioteca Nueva, S. L., Madrid, 2014 Almagro, 38 28010 Madrid www.bibliotecanueva.es [email protected] ISBN: 978-84-16170-67-8 Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sigs., Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos. Índice Introducción, Antonio Diéguez y José María Atencia La profecía incumplida de Darwin, Julián Almaraz Aspectos del simbolismo animal: El animal y sus máscaras, José María Atencia Humanos, animales, plantas, derechos y deberes, Carlos Castrodeza Pensamiento conceptual en animales, Antonio Diéguez ¿Conciencia animal?, Pedro Fernández-Llebrez Más allá de los códigos de señales animales: Lo irreductible de la condición humana, Víctor Gómez Pin Homo sapiens: El animal enfermo, José Lasaga Medina Naturaleza humana y derechos de los animales, Alfredo Marcos ¿Son los seres humanos animales racionales?, Pascual Martínez-Freire Naturaleza humana, naturaleza animal, Ramón Muñoz Chápuli La filosofía y (eso que llaman) el animal, María Victoria Parrilla Acerca de la condición humana, Jorge Riechmann Como el ave que escapó de su prisión. O sobre el puesto de la libertad en la naturaleza, Jesús Zamora Bonilla Nota de autores Introducción Antonio Diéguez y José María Atencia Los avances logrados por algunas disciplinas biológicas, como la etología cognitiva, la primatología, la paleoantropología, la ecología del comportamiento, la neurobiología, etc., han inducido a diversos autores a sostener que, tal como cabía esperar desde una perspectiva darwiniana, no existe una separación esencial entre los seres humanos y el resto de los animales; que incluso en el orden de sus capacidades cognitivas, que son las que el pensamiento tradicional señalaba como exclusivas y distintivas del ser humano, existe una considerable continuidad entre los distintos organismos vivos, incluyendo a nuestra propia especie. Los estudios sobre cognición animal vienen mostrando en los últimos años que en buena medida compartimos con los grandes simios no solo la capacidad de razonamiento con un cierto nivel de abstracción, sino también sentimientos de empatía hacia los congéneres, sentimientos que pueden situarse en la base de la moralidad. Ello ha llevado incluso a que crezca el número de los que defienden la necesidad de conceder ciertos derechos a los animales para proteger así su existencia y su integridad frente a los daños que puedan causarles los humanos. La obra que presentamos es parcialmente el resultado del curso de verano que la Fundación General de la Universidad de Málaga organizó en la ciudad de Ronda en julio del año 2010 bajo el título de «Hombres y animales. ¿Qué hemos aprendido de Darwin?». Decimos «parcialmente» porque algunas de las ponencias dictadas en dicho curso no han sido incorporadas al texto y, en cambio, sí lo han sido otros trabajos que no formaron parte de él. Recoge, pues, una serie de estudios de destacados especialistas en estas cuestiones y pretende con ello poner al alcance del lector una información actualizada sobre los argumentos centrales que han sido esgrimidos en el mencionado debate, facilitando así la adopción de una posición personal, producto de una reflexión bien informada. Los temas que en el libro han sido objeto de presentación y discusión tienen que ver sobre todo con la separación o continuidad natural y ontológica entre seres humanos y animales. El solo enunciado de la cuestión pone de manifiesto su complejidad, actualidad y carácter polémico. El problema central se halla planteado desde una perspectiva darwinista, que avanza en la dirección de un acercamiento al animal y a un replanteamiento del lugar del hombre en la naturaleza. Lo que se acaba de decir, con toda probabilidad, ha traído a la memoria del lector la publicación en 1928 de la obra de Max Scheler El puesto del hombre en el cosmos, libro inaugural de la antropología filosófica moderna. Arnold Gehlen, Ernst Cassirer, Johan Huizinga, Víctor Frankl, etc., son nombres inseparables de una riquísima indagación en el ámbito de esta disciplina, en numerosas ocasiones inclinada o atraída por el problema suscitado por la cercanía con lo animal. Dicho esto, hemos de añadir que la discusión ha solido darse en un doble nivel. Por un lado, la investigación se ha dirigido a examinar con cuidado y detenimiento toda una serie de rasgos comunes a seres humanos y animales, reconsiderando incluso la legitimidad y pertinencia de tal distinción. En especial, ha resultado brillante y esperanzadora la serie de analogías observables y datos relativos a las capacidades cognitivas en animales desde el punto de vista de la ciencia actual. Por otro lado, una vez aceptada la proximidad con ellos, el tema se traslada desde el ámbito ontológico (similitud o identidad de naturaleza) al axiológico, y afecta entonces a la fundamentación de los valores morales relacionados con el animal y, ya en el orden jurídico, el de los derechos de los animales. Las diversas concepciones a lo largo de la historia tienen en común su coincidencia en la definición del animal por amputación. El «bruto», como solía decir la tradición, carece de razón, como carece de emociones, de sociabilidad, de libertad. El racionalismo defenderá su carácter meramente maquinal, de modo que nuestras concepciones han llegado incluso a discutirles y arrebatarles el carácter de ser vivo. El animal carece de casi todo, y ello nos hace sentirnos superiores y nos ha permitido convertirnos en lo que hemos sido: su pesadilla. Junto con analogías sorprendentes en el plano de los procesos cognitivos, hoy los científicos estudian a una nueva luz las emociones y la conducta en los animales. Ontología y ética se hallan concernidas por estos estudios, pero no solo. La antropología filosófica, como apuntamos antes, se ve obligada a plantear de nuevo la vieja cuestión de la existencia de una naturaleza exclusivamente humana. Porque, en efecto, el «animal», una categoría en la que hemos encerrado, como en un zoológico, a todos, desde la lombriz hasta el gran simio, ha acompañado siempre al homo sapiens, y el modo como este ha imaginado o inventado su naturaleza ha condicionado siempre el modo de pensarse a sí mismo. Quizá resulte conveniente recordar, además de la importancia y actualidad de la cuestión general planteada y de la relevancia de sus diferentes aspectos particulares, el hecho de que la escasez de publicaciones en español contrasta con la abundancia de publicaciones en inglés, reveladora del interés que en el ámbito cultural que se expresa en esta lengua suscita el conjunto de problemas que planteamos en este libro. Sus autores pretenden contribuir a subsanar esta distancia y a propiciar una mayor atención a dichos problemas entre nosotros. En «La profecía incumplida de Darwin» Julián Almaraz aborda la trayectoria seguida por la psicología, en su estudio de las aptitudes y facultades mentales, hasta dar cumplimento a la profecía realizada por Darwin al final de El origen de las especies de que su teoría permitiría en el futuro arrojar luz sobre estas cuestiones y sobre el origen del ser humano. Destaca el hecho de que en las tres últimas décadas del siglo pasado han surgido en el ámbito de la psicología nuevas perspectivas de investigación en las que el conocimiento y los principios de la biología evolutiva se ponen al servicio del estudio de la mente humana en la dirección prevista por la citada profecía darwinista. Almaraz se ocupa de esa historia y de la presencia actual de la evolución y la teoría de la selección natural en las investigaciones psicológicas, exponiendo los principios básicos de la llamada ‘psicología evolucionista’, así como sus similitudes y diferencias con la sociobiología. En «Aspectos del simbolismo animal: el animal y sus máscaras» José María Atencia aborda el tema de la imagen del animal, su cosificación y apresamiento en imágenes y mitos que expresan terrores, deseos, y sublimaciones del lado irracional, oscuro y caótico de una naturaleza humana que se pretende racional pero no ignora del todo el abismo de animalidad e irracionalidad junto al que se encuentra. El animal ha estado siempre junto al hombre pero este parece ser incapaz de verlo de otro modo que como un objeto o, en las ocasiones en que intenta adentrarse en su ámbito propio, encontrarse con él, choca una y otra vez con los límites de su propia visión antropomórfica. Una «humanización» del animal, deformante, distorsionada y que no por haber recibido una representación de intenso colorido emocional y de una plasticidad muy bella, puede ocultar el hecho de que quizá nos es radicalmente imposible verlo como un prójimo y no simplemente como «lo otro». En «Humanos, animales, plantas, derechos, deberes», Carlos Castrodeza analiza la cuestión de los derechos animales, y subraya la importancia, pocas veces destacada, del hecho de que la violencia (y también su ausencia), puede constituir un resultado de condiciones ambientales que la estimulan (o no) en el contexto de una adaptación facultativa no rígida. La mejor fórmula para crear un mundo del que el sufrimiento esté ausente sería, en este sentido, propiciar condiciones adecuadas para la vida. De ese modo, a todos convendría conservar lo que tienen y se desarrollaría un proceso selectivo que no favorecería la violencia. No se trata de mejorar condiciones en detrimento de consideraciones biológicas y antropológicas, sino precisamente a favor de ellas. En el trabajo «Pensamiento conceptual en animales», Antonio Diéguez aborda la cuestión de la formación de representaciones conceptuales en animales, argumentando contra el humanismo tradicional (ya sea de inspiración religiosa o busque apoyo en razones de tipo naturalístico) que las limitaciones cognitivas de los animales son menos amplias de lo que habitualmente se cree, y que así lo viene mostrando la investigación empírica realizada sobre cognición animal en las últimas décadas. Se da un pensamiento con un considerable grado de sofisticación en los animales, aunque ciertamente esto no les iguale con las potencialidades que despliega el pensamiento humano. Los datos experimentales muestran que son