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My Town Writers On American Cities Spanish PDF

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MI CIUDAD ESCRITORES DE ESTADOS UNIDOS HABLAN DE SU LUGAR PREFERIDO MI CIUDAD ESCRITORES DE ESTADOS UNIDOS HABLAN DE SU LUGAR PREFERIDO C O N T E N I D O PRESENTACIÓN por Claire Messud .......................................... 2 LA POESÍA EN LOS PUENTES por David Bottoms ..................... 7 MI VIEJO BALTIMORE por Jonathan Yardley ............................ 13 FANTASMAS por Carlo Rotella .............................................. 19 AGUAMARINAS DE CHICAGO por Stuart Dybek .................... 25 HOUSTON: LA CIUDAD EXPERIMENTO por Fritz Lanham ........ 31 TIERRA DE ENSUEÑO por Jonathan Kellerman ......................... 37 SONÁMBULO EN MEMPHIS por Steve Stern .......................... 45 MIAMI, POR FIN EN CASA por Edna Buchanan ....................... 51 NUEVA ORLEANS EN LA MIRADA por Richard Ford and Kristina Ford ............................................ 59 NATIVO DE BROOKLYN por Pete Hamill ................................. 65 ENTRADA AL NOROESTE, POR SEATTLE por Charles Johnson .. 73 LA CIUDAD CAPITAL, SEGÚN UN ESCRITOR por Thomas Mallon ................................................................ 79 PRESENTACIÓN por Claire Messud Más de tres cuartas partes de la población de Estados Unidos vive en una ciudad. En esta nuestra era de globalización, se puede caer en la tentación de decir que la experiencia de vida es igual en todos los entornos urbanos: los mismos rascacielos, trenes subterráneos, cadenas de tiendas; la misma densidad de construcción y de humanidad; la misma sensación de urgencia y determinación. Los ensayos incluidos en esta colección evidencian lo desacertada que sería esa suposición al presentar la tierra de ensueño que es Los Angeles para John Kellerman, el despertar animado del Miami que describe Edna Buchanan, las barriadas de mediados de siglo pasado del querido Brooklyn de Pete Hamill, los viaductos embrujados del barrio Pilsen del Chicago de Stuart Dybek, la belleza natural y la diversidad humana que hay en el Seattle de Charles Johnson, y los mitos presentes y pasados del Claire Messud es autora de tres novelas Nueva Orleans de Richard Ford. Todos sus recuerdos y reflexiones evocan en y un libro de novelas cortas. Su título más reciente, “Los hijos del emperador”, nosotros la experiencia rica y única que es la vida en el medio urbano, figuró en la lista del New York Times de y la manera en la que nuestra imaginación, nuestra identidad y nuestra los diez libros de mayor éxito de venta historia literaria se entremezclan con las calles, edificios, olores y sonidos de 2006. Ha sido dos veces finalista de una ciudad. del Premio PEN/Faulkner Award y ha recibido becas de la Fundación Las ciudades son una invención de nuestra mente, que creamos bien sea Guggenheim, del Instituto Radcliffe y antes de conocerlas o cuando ya nos desesperan, y a base de los datos aislados del Centro de las Humanidades de la que recogemos, de las historias que nos cuentan y de los autores que hemos Universidad de Harvard. Actualmente leído. Fue así como David Bottoms, cuya niñez transcurrió en un pequeño vive en Cambridge, Massachusetts, con su familia. pueblo del sur, dio vida a una Atlanta cosmopolita y Steve Stern redescubrió su Memphis natal a través de las fábulas a lo Bashevis-Singer de los judíos inmigrantes. El Boston que nos presenta Carlo Rotella es una ciudad poblada de fantasmas que descubre en sus recorridos nocturnos, donde se coexiste con garzas y coyotes, y donde los nombres de ciudadanos ya muertos adornan los parques y muelles como recordatorio de hechos banales y de hazañas. El Baltimore de Jonathan Yardley es una conversación literaria entre el pasado y el presente, empezando con Edgar Allan Poe hasta Anne Tyler. La ciudad sólo existe en función de su relación con cada persona. Las ciudades desbordan de vidas y esa es, precisamente, la causa por la que carecen de vida propia o de realidad objetiva. No se puede decir que el Nueva York de Donald Trump es más o menos real que el Nueva York del vendedor ambulante oriundo de Karachi. Es por ello que nuestra imaginación es nuestra Atlanta Baltimore 2 MI CIUDAD : ESCRITORES DE ESTADOS UNIDOS HABLAN DE SU LUGAR PREFERIDO única llave al corazón de la ciudad. Una experiencia historia, sus piedras, las conversaciones que se oyen por particular puede dar al traste con cualquier generalización. casualidad; la ciudad está compuesta de cosas concretas Aquello que se tiene por cierto puede ser refutado, lo que que nuestra imaginación no puede hacer desaparecer. De no quiere decir que sea falso. Ello es lo que hace que el una manera misteriosa, cada uno de nosotros encuentra entorno urbano sea muy liberador, no sólo porque es la la ciudad de su vida, aun cuando le tome tiempo (como le invención personal de cada uno de nosotros, sino porque sucedió a Edna Buchanan con Miami) o regrese al lugar hace posible nos reinventemos, un tema recurrente en los de donde creía haber escapado (como le pasó a Steve ensayos que se presentan a continuación. Stern con Memphis). Ser parte de una ciudad es, por consiguiente, una Yo, por ejemplo, vivo ahora en Cambridge, cuestión de elección. La ciudad acoge por igual al más Massachusetts, aunque suelo decir que vivo en Boston. indiferente que al más ferviente converso, al hijo adoptado Durante varios años, después de regresar a Estados Unidos que al natural del pueblo, al más compenetrado que al de mi estancia en el extranjero, viví en Washington, D.C. más distanciado; a todos por igual. Lo contrario sucede en Durante ese período, de 1995 a 2003, me sentía a disgusto los pueblos pequeños, donde el desarraigo y el desafecto en la ciudad, como en un exilio. No me sentía parte de la te aíslan (en una entrevista del 11 de abril de 2010 en ciudad, pero tampoco quería ser parte de ella. Durante The Observer, Lorrie Moore recuenta en tono jocoso su todos los años que allí residimos (por motivos de trabajo experiencia en su pueblo adoptivo de Madison, Wisconsin de mi marido y no del mío), miraba a mi alrededor e : “Algunas personas consideraban que era criticona. Si imaginaba que todos los demás pertenecían a la ciudad, escribes desde la perspectiva de un forastero, no pasa nada. ya fuera porque estaban en la política o porque eran del Pero, después de hacerlo, tienes que salir de allí. Ese fue sur o porque habitaban en ese feliz estado donde se es mi error, no irme del pueblo”. ) En cambio, la ciudad es parte de la ciudad, sin realmente serlo, algo muy propio de por su naturaleza como el amante perfecto, se entrega sin periodistas o diplomáticos destinados a un lugar por un condiciones, y mientras más le pides, más te da. plazo fijo en puestos de trabajo que implican una cordial Sin embargo, y a pesar de su carácter mudable, pero a la vez distante convivencia con la ciudad. cada ciudad tiene su propia personalidad, sus cualidades Durante esos años, viví primero enamorada de únicas y su ambiente. El sabor de su aire, la amplitud de Nueva York, mi amor inalcanzable y no correspondido sus calles, el ruido de la circulación de los automóviles, su (donde nunca he vivido, aunque he escrito una novela Boston Chicago Houston Los Angeles PRESENTACIÓN 3 que tiene lugar allí para consumar mi pasión), corriendo ir y venir a mi antojo, de coquetear con otras ciudades para allá cada vez que podía quedarme con amigos y e imaginar otra vida, pero siempre con la seguridad solicitando puestos de empleo que nunca aceptaría. de que somos, en definitiva, felices, y que la ciudad, si Cuando finalmente me cansé de Nueva York, dediqué el bien no me apasiona, es complicada, bella e interesante, resto de mi tiempo en Washington a planificar mi escape. bendecida con grandes obras de arte y música gloriosa, A instancias mías, nos retiramos primero a una colonia de con islas secretas, con un río resplandeciente, con playas artistas en Francia y luego pasamos tres meses en París. y montañas cercanas, y con un desbordado número de Acepté un puesto como profesora en Tennesse durante personas fascinantes , muchos de ellos jóvenes debido a las un semestre tras lo cual, a regañadientes, me llevé a mi incontables universidades. Es una ciudad cuyo pasado es marido al este de Massachusetts, donde pasamos dos años más ilustre que su presente, y ello da una sensación sin desvincularnos definitivamente de D.C., pues habíamos de alivio y relajación. En este sentido, se siente alquilado nuestro querido apartamento en Adams Morgan, como Amsterdam. localizado detrás del lamentablemente célebre hotel Me siento fuera de sitio por muchas razones: no soy Hilton, donde solía nadar felizmente seis meses del año. (Y natural de aquí, no suelo participar en las tradiciones de uso la palabra querido al hablar del apartamento, porque la ciudad o de su gente, me mantengo lo que llamo una aunque oficialmente no me gustaba vivir en Washington, actitud profesional y desvinculada, y discurro por la bella con el paso del tiempo, nos habíamos hecho una vida superficie de la ciudad como un barquero sobre el agua allí que disfrutaba). Después de Massachusetts pasé de un estanque. Me maravilla el apego sincero de mis un semestre en Ohio, luego regresamos a Washington hijos por este lugar, el único que han conocido bien. Me para vender el apartamento, dar una última nadada y encanta que sientan que pertenecen a esta ciudad, algo emprender camino hacia el norte, a principios de un que yo nunca he experimentado, ni experimentaré. Le caluroso septiembre, en nuestro cargado camión U-Haul. agradezco eso a Boston. Si Washington fue la inestable relación de mis años La pregunta que me hago es, si se hubiera invertido treinta, Boston ha resultado ser el matrimonio avenido de el orden de las ciudades, si hubiera experimentado a los cuarenta. Estudié en un internado aquí hace muchos Boston con la impaciente reticencia de cuando tenía años con la consecuencia de que en mi vida tengo ahora treinta años y hubiera acogido a Washington como hogar trato con conocidos, pero que no llega a la amistad. Me para mi familia, si no de mi corazón, ¿cómo hubieran reencuentro con antiguas compañeras que hace tiempo no influido las ciudades sobre mi experiencia de vida y cómo veía en la peluquería, en el parque, y tras alegrarme de ver la habría condicionado yo? El Washington que guardo que aún respiran, sigo mi camino. Una vez más ha sido el en mi memoria es aquel que forjó mi ser en ese momento trabajo de mi marido el que ha determinado el lugar donde de aspiraciones, desencantos y esperanzas, y de tantas vivo, pero ya no siento ningún resentimiento, disfruto de otras cosas. Pero, también es cierto que me sentía ajena Memphis Miami Nueva Orleans Nueva York 4 MI CIUDAD : ESCRITORES DE ESTADOS UNIDOS HABLAN DE SU LUGAR PREFERIDO a la flora y a la fauna de esa ciudad (el gran magnolio de bocanada de libertad. Ya no me molesta mucho ese brillantes hojas que se erguía frente al apartamento, fantasma, pero afianza mi seguridad de que esta ciudad es los frondosos y húmedos recovecos del parque natural un lugar real. de Rock Creek, las cucarachas que plagaban las noches En su novela, En busca del tiempo perdido, Marcel de verano en la calle 19, las ratas que danzaban sobre Proust escribe sobre el paisaje campestre de los paseos de sus patas traseras en el césped frente al edificio de su niñez que “constituyeron por siempre jamás para mí apartamentos), las condiciones del tiempo (los abundantes la imagen de los países en los que me gustaría vivir”. Y aguaceros, el calor africano), el movimiento somnoliento añade: “ya sea porque la fe creadora está agotada en mí de sus habitantes, los virajes casi en el aire de los oporque la realidad tan sólo se forma en la memoria, las destartalados taxis a lo largo de las anchas calles vacías, flores que se muestran hoy por primera vez no me parecen el soñoliento centro de la ciudad con sus monumentales flores de verdad”. Para que un lugar, y en particular para edificios blancos. Todo era extraño para mí y todo era que una ciudad cobre vida, hay que poner nuestra fe en agravado por mi distanciamiento. ella, en su realidad y en su relevancia. No es suficiente Una ciudad está hecha de mitos, pero también de ser un turista que observa indiferente sus plazas y plantas, animales y ladrillos. En Boston, he descubierto los callejones. Hay que dar paso a sus mitos o, por lo menos, mapaches y los zorrillos, como los de mi niñez en Canadá, a los tuyos propios. Qué muchas son las oportunidades y hasta las estaciones del año reflejadas en los arces, desde que nos proporciona este país para poner nuestra fe en el brote de sus hojas hasta la mudanza de color que es los diferentes ritmos y realizaciones, en las abundantes y clave de su despliegue otoñal, guardan algo familiar para diversas realidades, y en los sueños que se guardan sobre mí dentro de su particularidad. La manera en la que los una extensión que va desde desde Seattle hasta Houston, rayos de sol caen en determinado ángulo, la luz fría y y desde Boston hasta Los Angeles. Los ensayos en esta diáfana del invierno, el verde claro de la mañana estival, edición son testimonio de la diversidad de vidas concretas la bruma que envuelve como el amor, todo encuentra eco e imaginadas que abundan y se desbordan en cada esquina, en mi memoria y, solo por ello, me hacen feliz. Existen y de la agudeza e ingenio de cada mente. fantasmas en las ciudades como los que menciona Carlo Rotella en su ensayo sobre Boston, pero para mí también existe el fantasma de mi yo adolescente, de la joven vestida con ropa algo gastada de segunda mano y corte de pelo disparejo que recorre los Jardines Públicos y la calle Newbury Street con la pandilla de chicas, tomando café y fumando cigarrillos de clavos de especia en Harvard Square, jugando a ser adultos, tomando mi primera Seattle Washington, DC PRESENTACIÓN 5 A T L A N T A LA POESÍA EN LOS PUENTES por David Bottoms En una ocasión le preguntaron a Robert Penn Warren, autor que nació y creció en Guthrie, Kentucky, si se consideraba un escritor sureño. Su respuesta fue, ¿Qué otra cosa podría ser? Con ello quería decir que el lugar de su nacimiento y niñez había moldeado su personalidad de una forma definida e inamovible. Cada interacción suya con el mundo estaba influida por la historia y por el código social de su región. No es que siempre se sintiera orgulloso de esa historia o que siempre estuviera de acuerdo con ese código, pero su vida no era independiente de ambos. El sur está plagado de una serie de ideas falsas que tienen personas de otras partes del mundo, por lo que todo escritor que haya nacido por debajo de la línea de jurisdicción de Mason-Dixon tiene que, eventualmente, hacer David Bottoms ha publicado siete las paces con el mito y la realidad que es “El Sur”. Ello supone hacer frente colecciones de poesía, dos novelas y un a verdades inquietantes sobre la intolerancia, la violencia y la explotación libro de ensayos y entrevistas. Entre racial. No obstante, vale la pena recordar que estos defectos humanos no sus muchos premios figura el Premio son exclusivos de nuestra región. El razonamiento más empleado versa Whitman, de la Academia de Poetas de Estados Unidos y el Premio de sobre los terribles pecados de su pasado y su presente, aunque tiene buenas Literatura de la Academia de Artes y virtudes que lo caracterizan. No cabe duda de lo primero, pero lo mismo se Letras de Estados Unidos. Es profesor puede decir de cualquier otra parte del mundo. Lo que distingue al sur de distinguido de Literatura Inglesa en la Estados Unidos es el hecho de que perdió una guerra que se libró mayormente Universidad Estatal de Georgia y poeta laureado de ese estado. por faltas de conducta moral imposibles de corregir. Este me parece un argumento particularmente convincente cuando se mira la obra de sus escritores. El sur es una región con un corazón herido que siempre va en pos de la trascendencia. Cuando la herida es cultural, las personas tienden a buscar remedio en la religión o en el arte. La aplicación más amplia de esta deducción es que el sur de la posguerra civil se ha convertido en una tierra de predicadores y poetas. Es inevitable que a cualquier autor que se presente en público le pregunten cómo él o ella se hizo escritor. A todo escritor del sur le preguntarán cómo el lugar de su niñez ha influido sobre su obra. He reflexionado sobre estas preguntas porque siempre han sido un enigma para mí. Crecí en los años 50, a los pies de las montañas del norte de Georgia y nada hubo en mi familia o en mi comunidad que me hiciera pensar que algún día yo vaya a escribir una palabra en una página. No provengo de una familia de lectores. Ni una sola vez durante mi El Domo de Georgia. Página opuesta: el niñez observé que uno de mis padres leyera un libro por mero placer. No era horizonte de Atlanta visto detrás de la calle gente de libros. Eran hijos de la Gran Depresión y trabajaron toda su vida. La 17th Street Bridge. televisión era el único entretenimiento para el que disponían de tiempo. La mayoría de los libros que había en nuestra casa eran míos, y la mayoría eran LA POESÍA EN LOS PUENTES 7 textos escolares. Mi abuela tenía unas diez novelas apiladas nítidamente en una pequeña estantería en su salón, dos de ellas eran ejemplares de Lo que el viento se llevó, de Margaret Mitchell, una edición de tapa dura y otra de bolsillo. Lo extraño es que durante mi niñez sentía gusto por la lectura. Ello se debió mayormente a que mi madre me alentaba a ello y a una pequeña librería que pertenecía a mi maestra de segundo grado. Sin embargo, de niño dediqué la mayor parte del tiempo a los deportes, en mi caso, al béisbol. Jugar un deporte era algo que se esperaba de un niño de un pequeño pueblo como Canton, mientras que los libros, la música y el arte, y casi todo aquello que se calificaba como cultural, levantaba sospechas. Si no se frenaban esos intereses a tiempo, podrían eventualmente contravenir las doctrinas del cristianismo fundamentalista. Vivíamos en el cinturón bíblico, y a veces parecía que vivíamos en la parte donde más apretaba, en la hebilla. La ironía es que mis memorias más tempranas sobre el lenguaje poético datan de mediados de la década del 50 y del sótano de la Primera Iglesia Bautista de Canton. Todavía recuerdo las filas de sillas de respaldar redondo colocadas frente al pizarrón de la escuela dominical donde los niños de la sección primaria se reunían para cantar en grupo. En ese salón fue donde por primera vez descubrí la belleza, las alabanzas y la angustia de los Salmos. Aún entonces, cuando era sólo un niño de siete u ocho años, me conmovía Arriba izquierda: La madrugada se anuncia en algo de ese inglés arcaico y exótico que aludía a otro mundo divino. Me refiero, Atlanta. Tope: La marquesina del viejo Teatro claro está, a la traducción de la Biblia del Rey Jacobo. Qué poeta podría superar Fox, en Atlanta. Arriba: Estreno de la película Lo que el Viento se Llevó, en el Gran Teatro el lamento afligido del Salmo 102: “Porque mis días se disipan como el humo, y Loew’s, en la calla Peachtree, en el año 1939. mis huesos arden como brasas; mi corazón se seca, marchito como la hierba”. Y el mensaje igualmente bello e infinitamente más esperanzador del Salmo 23: “El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas”. 8 MI CIUDAD : ESCRITORES DE ESTADOS UNIDOS HABLAN DE SU LUGAR PREFERIDO

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