Le gustaban los hombres. Eso fue en lo primero que pensé tan pronto como me abrió la puerta, respondiendo a mi llamada. Apenas si la miré, pero me dio aquella impresión. —¿Qué desea? —preguntó. Llevaba un jersey posiblemente negro o marrón; la luz de la bombilla del recibidor podía cambiar un poco el tono del color. Y unos pantalones, quizá negros. No me fijé tampoco en su calzado… o en el color de sus ojos o pelo. No era morena ni rubia; no me pareció ser castaña aunque quizá fuese su cabello color caoba...