UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA FACULTAD DE FILOSOFÍA Máster Universitario en Filosofía Teórica y Práctica Especialidad de Historia de la Filosofía y Pensamiento Contemporáneo Trabajo Fin de Máster Miguel de Unamuno ante la duda existencial Autor: Ignacio Valdés López Tutor: Rafael Herrera Guillem Valencia, Septiembre de 2012 2 IGNACIO VALDÉS LÓPEZ ÍNDICE 1. INTRODUCCIÓN (página 3) 1.1. Contextualización filosófica (página 5) 2. RASGOS Y ETAPAS DEL PENSAMIENTO UNAMUNIANO (página 10) 2.1. El Unamuno previo a la crisis de 1897 (página 12) 2.2. La doctrina del Verbo (página 20) 2.3. El hombre de carne y hueso (página 39) 2.4. Concepción religiosa y doctrina de la inmortalidad en Unamuno (página 57) 2.5. La duda existencial (página 83) 3. CONCLUSIONES (página 98) BIBLIOGRAFÍA (página 101) UNAMUNO ANTE LA DUDA EXISTENCIAL 3 1. INTRODUCCIÓN La vida de Don Miguel de Unamuno comienza en el Bilbao de mediados del siglo XIX, concretamente el día 29 de septiembre de 1864. Sus padres, Félix y Salomé, de clase media baja y con una diferencia de edad notable para los cánones de la época1, reciben con alegría el nacimiento del primer niño después de que en 1861 hubiese nacido su primera hija y hubiese fallecido la segunda el mismo año del nacimiento de Unamuno que recibió su nombre por ser el santo del día2. Este ambiente, el del Bilbao en crecimiento del estrato pequeño burgués, será el testigo del desarrollo del joven filósofo vasco. Fue el suyo un escenario jalonado por los importantes acontecimientos derivados de las Guerras Carlistas y que causarán honda impresión en el pensador pues será el sitio de su ciudad de 1873 lo que más profundamente grabado quedará en el por aquel entonces infantil Unamuno, más incluso que la proclamación de la Primera República española o las turbulencias derivadas del Sexenio Revolucionario3. En 1875 realiza el examen de ingreso en el Instituto Vizcaíno, momento importante para él y del que dejará constancia en sus diarios, consiguiendo la calificación de aprobado. Durante esta época entrará en contacto con la lectura, de un modo caótico, todo hay que decirlo, gracias a la biblioteca paterna que le dejará el poso indeleble de la literatura latinoamericana y que quizás explique su posterior vinculación con la prensa del Nuevo Mundo. A través de la obra de Jaime Balmes (1810-1848) tendrá su primera aproximación anárquica a Immanuel Kant (1724-1804), René Descartes (1596-1650) y Hegel (1770-1831). En este contexto es cuando le asalta su primera crisis existencial que, si bien se debía a las efervescencias adolescentes unidas a las lecturas contrapuestas aliñadas por una tentación carnal malinterpretada por sus aspiraciones religiosas, será un preludio de lo que estaba por llegar4. El segundo paso en su formación se abrirá cuando en 1880 se traslada a Madrid para estudiar Filosofía y Letras. El primer contacto con la capital en plena expansión es deprimente y alquila una buhardilla cerca de la calle Montera en la que el joven estudiante se consumirá de melancolía y soledad5. El enclaustramiento emocional en el 1 Rabaté, Colette y Jean-Claude, Miguel de Unamuno. Biografía. Madrid, editorial Taurus. 2009. P. 19 2 Ibíd. P. 20 3 Ibíd. P. 29 4 Ibíd. Pp. 36-39 5 Ibíd. Pp. 47-48 TRABAJO FINAL DE MÁSTER. Valencia, Septiembre 2012. FACULTAD DE FILOSOFÍA. UNED 4 IGNACIO VALDÉS LÓPEZ que se encuentra le lleva a volcarse en el estudio que le conduce a sacar un excelente rendimiento de los planes académicos diseñados desde la Universidad Central. Es por esta época cuando comienza a desarrollar sus primeros y titubeantes escritos entre los que se encuentra algún poema romántico destinado a Concha, la que se convertiría en su mujer, y alguna reflexión sobre la que sería una de sus más hondas preocupaciones: la situación de la España de su tiempo6. La Universidad Central, en el momento en el que ingresó Unamuno, era la única de España en ofrecer el título de doctor. El joven bilbaíno podía considerarse como un privilegiado pues solo aquellos con recursos familiares eran capaces de hacer frente a los gastos derivados de la enseñanza superior. La dinámica académica estaba estandarizada y consistía en sesiones de hora y media durante las que se ocupaba la mitad del tiempo en clases magistrales y, la otra mitad, en la resolución de dudas de los discípulos así como en las orientaciones pertinentes para el trabajo individual. En la Universidad de Madrid convergían las más diversas alineaciones académicas que iban desde el krausismo, al positivismo de novedosa impronta sin olvidar la escolástica más tradicional7 de fuerte raigambre en España. Otra de las ocupaciones a las que dedica su tiempo el joven universitario es a la asistencia, durante las tardes, al Ateneo de Madrid donde acude a debates en los que se dirimen asuntos concernientes a la intelectualidad del momento y que afectaban, de manera primordial, a la aceptación del krausismo y el positivismo en los círculos de pensamiento hispanos. Es en este momento, el de sus primeros cursos universitarios, cuando afronta los primeros sistemas filosóficos que cubren tres momentos fundamentales de la historia de la filosofía europea. Los concernientes a la obra de Immanuel Kant, Hegel y Spencer (1820-1903) y que mantendrán cierta influencia, aunque con distintos momentos de importancia, en la vida y obra de Miguel de Unamuno8. El 20 de junio de 1884 lee su tesis Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca, título que hace referencia a los nacionalismos sobre los que volverá durante su dilatado tratamiento de la situación política de la España de su tiempo. Obtiene la calificación de sobresaliente y, de manera sorprendente, solicita de 6 Ibíd. P. 53 7 Ibíd. Pp. 54-56 8 Ibíd. Pp. 58-59 UNAMUNO ANTE LA DUDA EXISTENCIAL 5 manera formal el ser relevado de la ceremonia de investidura que incluía, por presión tradicional, una serie de formulismos de calado religioso con los que quizás el recién doctorado no comulgaba debido a la racionalización de su fe y el contacto con el positivismo que había desarrollado durante sus años de Universidad9. Esto podría considerarse como un preludio de la mordaz independencia que desarrollaría el vasco durante toda su existencia y carrera intelectual. Con todo, los años madrileños fueron fructíferos y darían pie a una nueva etapa que culminaría con su cátedra en la Universidad de Salamanca y que, después de innumerables avatares que pasarían por el rectorado de dicha universidad, el exilio y los meses de la Guerra Civil, llevaría a una vida plena a nivel creativo que se apagaría en Salamanca el día 31 de diciembre de 1936. 1.1. Contextualización filosófica El pensamiento de Miguel de Unamuno se ubica en lo que se ha venido a denominar crisis de “fin de siglo” que impulsó a España de forma definitiva hacia su modernización en lo referente a pensamiento, cultura y política. Aún así, como todo cambio, produjo numerosas problemáticas que derivarán en la Crisis del 98. La contemporaneidad que trae consigo este trance, aunque con innumerables matices, se caracteriza por su reacción frente al exceso logicismo y conceptualismo del pensamiento moderno anterior y por la apertura de un nuevo horizonte de pensamiento más vitalista que, aunque en convivencia con el positivismo, se levanta contra el mismo10. Puesto que Miguel de Unamuno siempre estuvo estrechamente vinculado, tanto a nivel intelectual como vital, con los circunstancias de España, esta Crisis de fin de siglo también afectaría a su reflexión y se dejaría llevar en algunos aspectos por las corrientes europeizantes y contra-europeizantes11. En esta situación, destacaría en oposición creadora junto y frente a José Ortega y Gasset (1883-1955) y Eugenio de 9 Ibíd. Pp. 64-67 10 Suances Marcos, Manuel, Historia de la filosofía española contemporánea. Madrid, Editorial Síntesis. 2006. P. 207 11 Ferrater Mora, José, Diccionario de filosofía. Barcelona, Círculo de lectores. 2002. Pp. 3597- 3600 TRABAJO FINAL DE MÁSTER. Valencia, Septiembre 2012. FACULTAD DE FILOSOFÍA. UNED 6 IGNACIO VALDÉS LÓPEZ d’Ors (1882-1954) como referencias filosóficas patrias entre las que Unamuno llevaría, como era su costumbre, una sana discordancia que estimulaba su cavilación12. Con la mencionada Crisis de fin de siglo, se produce en España un levantamiento contra formas que se consideraban plenamente integradas y atávicas de la cultura hispana. De esta manera, se produce una revisión crítica del legado recibido que se puede sintetizar en la rebelión estética contra el naturalismo, el rechazo intelectual del positivismo y cientificismo y el levantamiento social contra la burguesía conformista. Se trata, por tanto, de un período convulso del que Miguel de Unamuno se alimentará desarrollando su voz personal e independiente. De entre todas las problemáticas que se trataron durante esta época, será el “problema de España” uno de los que más le interesarán y que tratará desde el ámbito creador de la literatura pues fue éste el modo expresivo fundamental13 para los pensadores de fin de siglo que se agruparon bajo el rótulo de Generación del 98. Frente a otros intelectuales, que intentaron la regeneración española de la mano de sistemas de pensamiento extranjeros como el krausismo, Unamuno no se alineó con ninguna tendencia europea aunque, si bien era conocedor en profundidad de la obra de Immanuel Kant, Hegel, Schopenhauer (1788-1860), Kierkegaard (1813-1855) y Friedrich Nietzsche (1844-1900), no instrumentalizó estos pensamientos con fines regeneracionistas14. De hecho, en la polémica que bullía entre europeizantes e hispanizantes, Unamuno resolvió esta tensión con la declaración de que lo necesario era la hispanización de Europa15. La controversia se centraba en relación a la preocupación por España entre modernistas, que abogaban por una solución al retraso patrio desde el cosmopolitismo y la universalidad y la Generación del 98, que respaldaba más bien un casticismo nacional que ayudara al levantamiento del país16. La salida de Unamuno, rasgo distintivo de su personalidad y pensamiento, será la del enfrentamiento de estos, en apariencia contrarios, elementos 12 Sabater, Fernando, Prólogo, en Miguel de Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos. Madrid, Alianza Editorial. 1997. P. 8 13 Suances Marcos, Manuel, Historia de la filosofía española contemporánea. Madrid, Editorial Síntesis. 2006. Pp. 208-209 14 Sabater, Fernando, Prólogo, en Miguel de Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos. Madrid, Alianza Editorial. 1997. P. 9 15 Ferrater Mora, José, Diccionario de filosofía. Barcelona, Círculo de lectores. 2002. Pp. 3597- 3600 16 Suances Marcos, Manuel, Historia de la filosofía española contemporánea. Madrid, Editorial Síntesis. 2006. P. 209 UNAMUNO ANTE LA DUDA EXISTENCIAL 7 para conseguir una solución creativa nacida de la tensión entre estas dos formas de abordar la problemática que se presentaba. La actitud modernista que se respiraba en España a finales del siglo XIX, afectó a la dimensión religiosa y procuró alejarse del dogmatismo estereotipado para enfrentar una forma más íntima de vivir la fe. Por lo tanto, el catolicismo español también se vio afectado por la Crisis de final de siglo y se llegó a hablar de un catolicismo liberal en el que se eliminaba la jerarquía religiosa y los principios indubitables que habían sido impuestos. Este movimiento, en el que se vio inmerso Miguel de Unamuno por estar dentro de sus intereses, fue condenado por herético por Pio X con lo que, de esta manera, el proyecto de establecer un cristianismo orientado a los tiempos que corrían se derrumbó17. Por el Syllabus de Pio X, se establecían una serie de condenas que se concentraban en el Decreto Lamentabili sane exitu del 3 de junio de 1907 donde se corregía el anti-intelectualismo en el que habían derivado numerosas vertientes modernistas18. La Generación del 98, el grupo más representativo en España de la Crisis de fin de siglo y exponente literario superlativo, se caracteriza por tratarse de un conjunto de pensadores heterogéneos que, en menor o mayor medida, se vio afectado por la decadencia española que se veía representada paradigmáticamente en el “desastre nacional” que provocaría la pérdida de las colonias. Las ideologías, planteamientos y soluciones que se ofrecían para la situación española eran de los más variadas pero tenían como objetivo común el renovar España y frenar su decadencia. Unamuno, de forma tradicional, es incluido en esta corriente de pensamiento puesto que, por diversas características de su reflexión intelectual, conecta con este conjunto de literatos y pensadores. Algunos elementos afines se encuentran en la oposición al positivismo del siglo XIX y a la aspiración de la renovación de la religión en un sentido antidogmático y libre19. Entre las influencias más generalizadas en los pensadores de final de siglo se 17 Ibíd. Pp. 210-211 18 Ferrater Mora, José, Diccionario de filosofía. Barcelona, Círculo de lectores. 2002. Pp. 2434- 2436 19 Suances Marcos, Manuel, Historia de la filosofía española contemporánea. Madrid, Editorial Síntesis. 2006. Pp. 212-213 TRABAJO FINAL DE MÁSTER. Valencia, Septiembre 2012. FACULTAD DE FILOSOFÍA. UNED 8 IGNACIO VALDÉS LÓPEZ encuentran Arthur Schopenhauer y Friedrich Nietzsche que no fueron ajenos a Miguel de Unamuno. En Nietzsche se encarna la crítica social a la medianía social que se estaba viviendo y que, en el caso de España, se había acentuado por las aventuras coloniales que tan nefasto resultado habían cosechado y por la degradación política denunciada en innumerables ocasiones. En Nietzsche se encuentra un referente renovador en el que se hará patente la crítica a la moral cristiana, el vitalismo frente al racionalismo y la diatriba social ante los acontecimientos que se estaban desarrollando en la España de finales del siglo XIX20. La filosofía nietzscheana puede acercarse a la unamuniana en algunos aspectos puesto que, en ambos casos, se trata de un pensamiento personal y de carácter poético que precede, de alguna manera, al pensamiento existencialista que se mostraría con toda su fuerza en la Francia del período de entreguerras. También es posible rastrear, en ambos pensadores, una influencia schopenhaueriana21 que en el caso del prusiano fue efímera y de juventud mientras que en el vasco tuvo una mayor pervivencia. La crítica incansable, el antidogmátismo y la consideración de la fuerza creadora de la Palabra serán otros elementos que pueden rastrearse en el rector de la Universidad de Salamanca como cercanos al alemán. De todas formas, también diferían en numerosos puntos de su reflexión en los que, en algunos casos, hizo hincapié el propio pensador vasco. Por otro lado, entre los intelectuales españoles de este período, se incluye la influencia del filósofo alemán Schopenhauer. Su reflexión intelectual lastrada por un profundo pesimismo, mostró de forma latente, frente a otras posiciones más optimistas y normalmente emparentadas con el cientificismo, la vacuidad vital, el padecimiento que supone la existencia y la inconmensurabilidad de lo volitivo22. Todos estos elementos tuvieron una excelente recepción en España pues, debido a la circunstancia social y política del momento, se vivía una atmósfera opresiva que quedaba retratada con este tipo de sistemas de pensamiento. Unamuno, comparte con Schopenhauer 20 Ibíd. P. 215 21 Ferrater Mora, José, Diccionario de filosofía. Barcelona, Círculo de lectores. 2002. Pp. 2556- 2560 22 Suances Marcos, Manuel, Historia de la filosofía española contemporánea. Madrid, Editorial Síntesis. 2006. P. 215 UNAMUNO ANTE LA DUDA EXISTENCIAL 9 algunos rasgos y formas de reflexión. En un primer momento, se puede ver una similitud evidente en la forma personal de recapacitar que tienen ambos pensadores así como una oposición al hegelianismo del que se desligó el español tras un período breve de juventud. Por añadidura, aunque no con la radicalidad del alemán, en los dos intelectuales se detecta un rechazo al racionalismo que, en lo concerniente a Miguel de Unamuno, se centraba en aquellos aspectos vitales y sentimentales en los que la razón no tenía capacidad de ofrecer respuestas. El conocimiento de la conciencia de sí a través del dolor, el ansia por vivir característico del ser humano y la identificación del arte como elemento creador o poietico en lo referido a la voluntad son atributos fundamentales del schopenhauerianismo que pueden rastrearse sin complicaciones en el rector de la Universidad de Salamanca. Ahora bien, existen elementos en los que se diferencian netamente y en los que el bilbaíno tomó su propio camino desviándose de la resignación y el autoaniquilamiento al que llega la voluntad en Schopenhauer tras el conocimiento de sí. Esto, para Unamuno, es impensable pues la identificación con el todo y la disolución de la personalidad23 en una especie de conciencia universal son elementos contra los que elevó la voz de su vitalismo cuajado de “hambre de Dios”. Mención aparte a las influencias mencionadas y más o menos generalizadas de la España de final de siglo, merece la del pensador danés Soren Kierkegaard en la formación del pensamiento de Miguel de Unamuno. Un elemento afín entre el vasco y el nórdico son las crisis existenciales de carácter religioso que vivieron ambos y, en los dos casos, se produjo un cambio de dirección en su trabajo intelectual que halló su ruta de salida en la religiosidad y en el vitalismo que se derivaba de una postura que defendía una doctrina escatológica que permitiese la prolongación vital. Por otro lado, y también en consonancia con el alemán Schopenhauer y con el español, Kierkegaard desarrolló un movimiento contrario al hegelianismo que por aquel entonces dominaba el panorama europeo. Su crítica insistía, al igual que haría con posterioridad Unamuno, en el valor de lo individual, lo subjetivo y lo concreto frente a las lecturas de las teologías de inspiración hegeliana que insistían en lo universal y genérico. Este último rasgo será fundamental en el caso del bilbaíno pues su posición vitalista incidirá de manera radical 23 Ferrater Mora, José, Diccionario de filosofía. Barcelona, Círculo de lectores. 2002. Pp. 3198- 3202 TRABAJO FINAL DE MÁSTER. Valencia, Septiembre 2012. FACULTAD DE FILOSOFÍA. UNED 10 IGNACIO VALDÉS LÓPEZ en la pervivencia de la conciencia personal frente a otras nociones de la prolongación de la existencia. Por último, el pensamiento desarrollado por el danés tenía, al igual que en el vasco, una profunda impronta del cristianismo en el que había desarrollado su vida24. 2. RASGOS Y ETAPAS DEL PENSAMIENTO UNAMUNIANO La vida y la obra unamuniana están íntimamente relacionadas y, en ocasiones, resulta complicado separar la una de la otra puesto que acaban por confundirse en el trabajo lírico final. El escritor vasco cultivó todo tipo de estilos en los que los límites, como los de su vida y su obra, no estaban definidos de una manera demasiado nítida. Así, se le achaca a sus novelas y obras teatrales que sean demasiado filosóficas y, a sus ensayos filosóficos, que sean demasiado poéticos. Y, por supuesto, su reflexión política, a la que dedicó innumerables textos, es considerada como demasiado arrebatada y pasional25 por lo que caía en los errores propios de esta manera de conducirse pero, por supuesto, éstas eran características unamunianas que trascendían una ocupación que se embrollaba con su existencia. Esta forma en que personaje y persona se enredan puede ayudar a definir uno de los rasgos expresivos fundamentales de este pensador y que era propio del momento postmoderno que vivía, el de cultivar de forma práctica y teórica el narcisismo. Así, el que representaba a Miguel de Unamuno puede catalogarse de narcisismo trascendental26 puesto que un elemento clave en su intelectualismo iba referido a la persistencia vital de carácter escatológico. De este narcisismo trascendental pueden desglosarse dos polos que incidían en la persona y el personaje; por un lado la referida ansia de inmortalidad y, por otro, el afán de conflicto polémico con el que cuajo su existencia. En ambos casos se trata de una búsqueda del sí mismo, de autoafirmación de la conciencia que sería también representativa de su pensamiento27. De manera reduccionista, se puede asumir que las principales preocupaciones que ocuparon el quehacer intelectual de Miguel de Unamuno se referían, de manera principal, a la doctrina del hombre de carne y hueso, la doctrina de la inmortalidad y la doctrina del Verbo. De forma evidente, estas temáticas se hayan imbricadas unas en 24 Ibíd. Pp. 2012-2017 25 Sabater, Fernando, Prólogo, en Miguel de Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos. Madrid, Alianza Editorial. 1997. P. 8 26 Ibíd. P. 10 27 Ibíd. P. 11
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