Una historia desarrollada en 1946, al norte de Inglaterra, en un tren sin nombre. La temperatura gélida obliga al ferrocarril a detener su recorrido, obligando a los pasajeros a refugiarse en las historias de Dialia, una joven de carácter extraño que, junto con su fiel libro escarlata, decide entretener a su público con el inicio de su principal relato; un joven herido llega a la taberna de un pueblo de pocos habitantes en donde inicia la narración de sus desventuras, empezando por cómo terminaron él y su hermanastro en un crucero maldito y cómo sobrevivió al naufragio, sin embargo, los presentes en el local, y los tantos que se reunieron incentivados por el morbo de su historia, desconfían de sus palabras y de su testimonio que, más que testimonio, parece una serie de cuentos lúgubres que hablan de los muertos, de sus fantasmas y de algo que va más allá de su entendimiento. Un cuento en donde las palabras pasan de boca en boca, en donde las paredes pueden hablar, en donde los labios callan, en donde ojos rojos encierran su propia historia de terror, en donde lo sobrenatural se mezcla con la normalidad en un sueño onírico y en donde el mayor misterio se guarda en las hojas que van narrando el secreto que se esconde tras lo contado.