Numéro 5, articles Memoria de familia y olvido en la ciudad de A Coruña: Os libros arden mal de Manuel Rivas Anna Lammers Universidad de Kiel [email protected] Citation recommandée : Lammers, Anna. “Memoria de familia y olvido en la ciudad de A Coruña: Os libros arden mal de Manuel Rivas”. Les Ateliers du SAL 5 (2014) : 45- 56. Anna Lammers. “Memoria de familia y olvido en la ciudad de A Coruña: Os libros arden mal de Manuel Rivas” Les Ateliers du SAL, Numéro 5, 2014 : 45-56 La memoria activa, libre, es imprescindible para superar esa dramática escisión que marca nuestra historia, entre la grandilocuencia lesiva de “lo que se debe decir”, “lo que se debe ver”, y la dolorosa amputación de “lo que no se puede decir” y “no se puede mirar”. (Rivas, Lo más extraño 213) Introducción En un país donde se aprecia la pervivencia de los efectos traumáticos de la Guerra Civil y de la dictadura la literatura juega un papel relevante. Las ficciones de la memoria contribuyen a comprender ciertos fenómenos sociales relacionados con lo transmitido y lo olvidado de la historia española reciente y, además, según las palabras de Manuel Rivas, la literatura “nos permite ver la historia humana desde un «presente recordado»” (Rivas, Lo más extraño 215). Cuando hablamos de “Memoria histórica” en España se distingue mayormente entre la memoria de los vencidos y los vencedores (Bernecker 2010, 57). Esta distinción sirve de base para el siguiente análisis, aunque no se debe pasar por alto el hecho de que tras una guerra se forman muchas memorias más que las dos nombradas, tal y como lo mencionó Dolores Vilavedra en el año 2011: En tanto que discurso ficcional, la literatura gallega trabaja con memorias, no con LA memoria, es decir, rescata y explora – explota– memorias parciales, marginadas, contestatarias (protestantes, anarquistas…) que de facto ponen de manifiesto la imposibilidad de elaborar una memoria única y la necesaria dimensión caleidoscópica de toda memoria colectiva. (3) Tomando esta idea como punto de partida, el primer objetivo de este artículo es analizar una novela que representa en clave ficcional diferentes memorias de experiencias traumáticas: Os libros arden mal (2006)1 de Manuel Rivas expone una imagen de la ciudad gallega de A Coruña en tiempos de la Guerra Civil. Así en la novela se ilustra a la perfección la interiorización del conflicto bélico por parte de la sociedad coruñesa y sus consecuencias a lo largo del tiempo. Las circunstancias traumáticas alrededor del golpe militar y la quema de libros en A 1 || Para este trabajo se utilizará la traducción al español de Dolores Vilavedra: Rivas, Manuel. Los libros arden mal. Madrid: Punto de Lectura, 2007. [46] Anna Lammers. “Memoria de familia y olvido en la ciudad de A Coruña: Os libros arden mal de Manuel Rivas” Les Ateliers du SAL, Numéro 5, 2014 : 45-56 Coruña, el 19 de agosto de 1936, funcionan como telón de fondo para narrar diferentes biografías, que en muchos casos muestran traumas silenciados. Sumamente interesante para el siguiente análisis es el hecho de que Os libros arden mal propone una perspectiva comparada que permite visibilizar tanto la memoria reprimida como la oficial en diferentes generaciones. En este artículo se analizarán dos colectivos de memoria, la familia Crecente y la familia Samos. En la novela las dos familias ocupan una función antagonista y se utilizan para contrastar los discursos oficiales con la memoria reprimida. A primera vista, se incluye a la familia Crecente en el grupo de los vencidos y a la familia Samos en el grupo de los vencedores, pero en el transcurso de la historia se comprueba cómo las relaciones familiares son mucho más complejas e interrelacionadas más allá del contexto familiar y la incorporación a un grupo u otro. Se considerarán por un lado las estrategias y momentos de conmemoración colectiva y, por el otro, el olvido –también entendido como estrategia para el manejo de las heridas traumáticas– con el fin de buscar una respuesta a la siguiente pregunta: ¿Cómo se establece –en diferentes familias y en distintas situaciones sociales– una relación con el pasado: recordando u olvidando, dialogando o silenciando? El análisis se apoya en los conceptos teóricos desarrollados en las Ciencias Sociales y Culturales, en particular en el concepto de la mémoire collective de Maurice Halbwachs (1925)2 y los estudios de Aleida y Jan Assmann (2007)3. Una familia entre la memoria y el olvido: la familia Crecente La novela Os libros arden mal comienza con la quema de libros tras el golpe militar de 1936. Esta quema en el puerto de A Coruña es el punto de partida de la historia dramática de la cultura, cuando los ciudadanos pierden el soporte que los une: los textos escritos desaparecen y al mismo tiempo el militar toma el poder de los lugares populares de la ciudad, como por ejemplo el puerto y la Plaza de María Pita. Los lugares donde ocurre la quema son espacios comunes y abiertos y con este hecho se demuestra lo que Maurice Halbwachs llama la pérdida de 2 || Me refiero sobre todo a los capítulos III y V de Le cadres sociaux de la mémoire (1952) de Maurice Halbwachs. La primera edición de esta obra fue publicada en el año 1925 (Halbwachs, Maurice. Les cadres sociaux de la mémoire. Paris: Librairie Félix Alcan, 1925). 3 || Para este artículo se consultó tanto el libro Erinnerungsräume (1999) de Aleida Assmann, como Das kulturelle Gedächtnis (2007) de Jan Assmann. [47] Anna Lammers. “Memoria de familia y olvido en la ciudad de A Coruña: Os libros arden mal de Manuel Rivas” Les Ateliers du SAL, Numéro 5, 2014 : 45-56 orientación –la desaparición del sistema de referencia social.4 La imagen de la ciudad cambia de un día a otro, lo que contribuye a la destrucción de la identidad de la ciudad y de la identidad cultural de la población. ¿Qué sucede en la ciudad cuando esta referencia social desaparece? En conjunto, se puede observar que la conversión del espacio público en un lugar de miedo y de violencia evoca un ambiente sobrecogedor donde los habitantes asustados modifican de manera inconsciente la forma de continuar con su vida cotidiana, andar por las calles o incluso llegan a alterar aspectos de su propia personalidad. […] en aquellos días no sólo había cambiado el humor, sino el rostro de las gentes, su presencia, sus rasgos físicos. […] Fue esa visión, la de la playa urbana desierta en verano, un hermoso día de sol, la que le metió miedo. El miedo lo fue a visitar. […] descubrió que habían transcurrido años en días. Habían desaparecido peinados, se habían oscurecido colores, se habían alargado faldas y vestidos. Había cambiado la forma de mirar. De caminar (177). Los espacios públicos se transforman en espacios donde se ejerce el poder, siendo los mismos las muestras de las nuevas estructuras. Estos acontecimientos causan una debilitación de la memoria que enmudecerá cada vez más y, al final, la quema llegará a ser un episodio silenciado en la historia de la ciudad. Las circunstancias extremas de la guerra provocan también reacciones extremas, por ello varios habitantes sufren de trastornos nerviosos, mentales y de memoria. En este sentido, lo que se pretende analizar son las profundas heridas y los síntomas amnésicos causados por estados psíquicos traumáticos que destacan en los dramas personales de la familia Crecente que consta de cuatro personajes: el padre Francisco, llamado Polca, Olinda, la madre y los hijos Ó y Pinche. El colectivo familiar forma parte del grupo socialmente marginado después de la guerra, sufre de la represión y la exclusión social ya que “Tratándose de España, todo lo que no fuese católico y absolutista, todo eran desperdicios «El deshecho de la sociedad»” (695-696). Polca, el padre, es un superviviente republicano que vive momentos muy traumáticos pero logra verbalizar el pasado para superar la experiencia traumática. La vida de Polca y sus amigos 4 || En su libro La mémoire collective (1968) Halbwachs define los marcos de la memoria, que son, por un lado, el tiempo y, por otro, el espacio. Estos marcos delimitan los recuerdos de los individuos. La destrucción del espacio público –la desaparición del marco espacial– lleva consigo una desintegración social. [48] Anna Lammers. “Memoria de familia y olvido en la ciudad de A Coruña: Os libros arden mal de Manuel Rivas” Les Ateliers du SAL, Numéro 5, 2014 : 45-56 –otros protagonistas importantes de la novela como, por ejemplo, Vicente Curtis, Arturo da Silva, Holando y Dafonte– cambia de manera violenta. Todos son miembros del ateneo “El Resplandor en el Abismo” y están caracterizados como “muchachos alegres” (35) que “hablaban de la revolución como de una fiesta” (35). Al comienzo de la novela, los amigos tienen la intención de participar en la fiesta de los Caneiros el 2 de agosto, pero en medio de este ambiente de fiesta y alegría se produce un terrible giro. […] el tren especial nunca llegó a salir. Ni las lanchas. Y ellos no subieron aquel 2 de agosto río arriba hacia el campo de la fiesta, Libertaria por un día, sino que muchos bajarían como cadáveres aquel mismo mes, arrojados a las aguas un tramo más arriba, desde el puente de la Castellana, en la carretera de Coruña a Madrid (533-534). El golpe militar pone fin a las actividades libertarias y el viaje en el tren especial a la fiesta no tiene lugar. El fracaso de este viaje está cargado de significación simbólica porque explica a la perfección el cambio brutal que afecta a la vida de todos los amigos. En los próximos años, algunos de ellos van a ser fusilados, como Arturo da Silva y otros viven escondidos, como Vicente Curtis. La única solución parece encontrarse en la siguiente cita de la novela: “Si quieres salvarte, hazte invisible” (178); hacerse invisible significa, en la mayoría de los casos, reprimir la identidad propia, los ideales e incluso los recuerdos individuales y colectivos. En consecuencia, hay que mencionar que estos recuerdos tras un tiempo corren el riesgo de desaparecer. Siguiendo a Jan Assmann se distingue entre diferentes niveles de memoria: la memoria comunicativa y la memoria cultural (Das kulturelle Gedächtnis 50). Si los recuerdos se conservan, se crean formas de conmemoración, sobre todo por medio de narraciones en el ámbito de la memoria comunicativa. Polca nota la necesidad de narrar, de transmitir historias locales para contar la parte marginada del relato historiográfico y de esta manera garantiza la incorporación de ciertas voces que no tienen cabida en la historia oficial. Polca se caracteriza por su actitud irónica y su mirada crítica hacia el pasado. Gracias al esfuerzo de Polca por recordar y contar los hechos históricos, la memoria de grupos sociales reprimidos no se deja borrar. Y así cabe argüir que Polca es un personaje que destaca por su capacidad para mantener una memoria comunicativa porque es la persona que relata a su hija Ó historias sobre el pasado y sus amigos pidiéndole directamente que mantenga vivos estos recuerdos. De esta manera, Polca es capaz de conseguir su [49] Anna Lammers. “Memoria de familia y olvido en la ciudad de A Coruña: Os libros arden mal de Manuel Rivas” Les Ateliers du SAL, Numéro 5, 2014 : 45-56 propósito: su memoria y la de sus compañeros allegados está viva. “El futuro es incierto, dijo Polca. No sabemos lo que va a pasar. Quizá llegará un momento, hija, en que sólo tú sabrás quién era Arturo da Silva, y que existió El Resplandor en un lugar ahora tan tristón” (400-401). En efecto, ya se observa el papel transcendental de Ó como depositario de las memorias familiares y personas allegadas. Ella transmite los recuerdos y, además, sabe ordenar los acontecimientos de la historia familiar. Pero, aparte de la relación comunicativa entre padre e hija, hay que hacer hincapié también en la relación madre-hija. Ó sirve de portavoz de su madre que tiene dificultades para expresarse mediante el habla. Olinda sufre el dolor de una mujer reprimida después del golpe militar “Se le metió el silencio dentro del cuerpo” (212), así que: Se ve que ella escoge las palabras. Para decirlas y también para oírlas. Incluso cuando habla Polca. No le molesta que él sea como una radio. Pero no lo escucha todo el tiempo. Yo me fijo en que a veces él está radiando y ella está sumida en el silencio (212). Con el paso del tiempo, la voz de Olinda está transformándose en la voz de Ó quien rompe con el silencio de su madre y se impone al “silencio mudo”5 (202). Olinda, que es incapaz de rebelarse con vehemencia contra un sistema político-social injusto, pierde constantemente su memoria y la capacidad de conectarse con la realidad. Ella es la expresión de una ciudad silenciada y la víctima de su memoria callada. Ó, en cambio, dispone de la fuerza necesaria para sobrevivir no sólo con su dura experiencia individual, sino también con las heridas colectivas de la familia. Aunque tiene presentes todos los recuerdos de sus padres y los protege con responsabilidad, es capaz de elaborar su propia manera de sobrellevarlos, a través de su imaginación y de la construcción de un mundo propio con figuras y amigas ficticias que le ayudan a soportar mejor la gravedad de la memoria traumática. Armonía, Armonía. Cuánto quiero a Armonía.Tengo otras mujeres metidas en la cabeza, cada una a lo suyo. Cada una con sus rarezas y con sus gracias. Las hay que un día desaparecen y vuelven cuando menos te lo esperas. A algunas no las echas tanto de menos, pero a Armonía no la puedo dejar marchar. Cuando la pierdo, cuando me desespero por algo, cuando llevo los calcetines 5 || En la novela repetidas veces se hace alusión a diferentes formas de silencios: “Ó enseguida distinguió dos clases de silencio. Había un silencio mudo. El silencio de callar lo que no se podía o no se debía decir. Un silencio de precaución, de miedo. Y después estaba el silencio amigo. El silencio que hace pensar. El silencio que te protege, que deja sitio para meditar” (202). [50] Anna Lammers. “Memoria de familia y olvido en la ciudad de A Coruña: Os libros arden mal de Manuel Rivas” Les Ateliers du SAL, Numéro 5, 2014 : 45-56 desemparejados, lo primero es encontrar a Armonía (282). No obstante, hay que considerar finalmente que Ó en su trayectoria personal un día experimenta una toma de consciencia y nota la necesidad de liberarse para vivir su propia vida en Londres donde emigra con Pinche, su hermano. Pinche también pertenece a la generación que sigue a los que han vivido la Guerra Civil. Sus padres están marcados por la experiencia y esto influye igualmente en su vida. Él somatiza el silencio de Olinda y sufre por causa de un traumatismo prenatal que va a agravarse durante la fase infantil. Olinda, que no es capaz de ignorar las consecuencias del cambio en la vida cotidiana provocada por la guerra y que sufre por causa de la pérdida de su entorno social habitual –tal y como lo describe Halbwachs– durante el embarazo de Pinche, tiene la sensación de que nadie puede verla ni a ella ni a su hijo: Había mucha gente que no la veía. Y eso que estaba embarazada Llegó a dudar de si existía o no. Había mucha gente desaparecida. Quizá ella misma también lo estaba sin saberlo. […] Una puede estar desaparecida, pensó Olinda, y estar embarazada. Ser real la criatura, pero tú no (204-205). Desde el nacimiento Pinche percibe este ambiente irreal en el que vive desde el primer momento como “un hombre pequeño” (213). Su padre está en la cárcel y su madre y hermana apenas hablan. También habían ahorrado en alegría su madre y ella. Mientras Polca estuvo fuera, había que ahorrar en todo. Como las mujeres vestidas de luto. Ellas también ahorraban. No sólo llevaban aquella misma ropa de color sufrido, sino que todo su ser cambiaba. Hablaban menos, no reían, apenas gastaban en mirar a los demás. Se ahorraban palabras, alegría, luz. Y, no obstante, toda la gente de luto, como Ó y Olinda, no sentían menos, tal vez más, ni tampoco tenían menos que decir, tal vez más. Ahorraban (202). La familia vive en un ambiente de silencio y temor –y aún más desde la ausencia del padre–, lo que significa que Pinche sólo conoce este ambiente que perdurará a lo largo de su vida. El hijo también está marcado por la experiencia traumática que sigue estando viva, aunque sea sólo en su subconsciente donde ha dejado un sello en su personalidad. En comparación con su hermana, nunca llega a una interpretación definitivamente coherente del pasado de su familia. Esta desconexión entre el presente y el pasado tiene graves efectos en su identidad personal y social. Negándose a identificarse por completo con la identidad de su familia, se mantiene al margen. Su posición [51] Anna Lammers. “Memoria de familia y olvido en la ciudad de A Coruña: Os libros arden mal de Manuel Rivas” Les Ateliers du SAL, Numéro 5, 2014 : 45-56 marginal está simbolizada por el espacio que ocupa no siendo ni el cómplice del padre en cuanto a la “batalla contra el olvido”, ni el portavoz de la madre. Secretos y silencios: La familia Samos La segunda estructura familiar que se pretende analizar es la de los Samos, especialmente la relación entre el juez Ricardo Samos y su hijo Gabriel. Esta relación la podemos definir como una relación diferida –la transmisión de los recuerdos es indirecta, de oídas y llena de suposiciones e incertidumbres. Como se ha aludido antes, el núcleo narrativo de esta novela, se corresponde con la quema de libros en la Dársena de A Coruña. Ricardo Samos se encarga de esta quema y es, por lo tanto, el responsable de la destrucción dramática de buena parte de la cultura popular. Por su actitud durante la quema de libros, su empeño en legitimar el sistema de los vencedores e imponer a la ciudad una sola memoria, se revela el contrincante directo de Polca. Ricardo Samos está casado con Chelo Vidal, una pintora que ocupa un papel importante en la lucha clandestina contra el régimen y, por ello, se manifiesta como una opositora secreta a la dictadura. Este colectivo familiar está, por tanto, ideológicamente desintegrado y Gabriel, el hijo, vive desde pequeño desgarrado entre dos mundos: el de la madre y el del padre y sólo con el tiempo comprenderá toda la verdad sobre su familia. Al no tener un apoyo de su padre como transmisor de recuerdos, él mismo tendrá que interpretar individualmente el pasado. Tanto los libros de su padre como los cuadros de su madre juegan un papel importante para este trabajo de memoria individual. Gabriel, por haber sido testigo tanto de la angustiosa relación de silencio entre sus padres como de la historia silenciada de la ciudad, sufre por causa de un bloqueo emocional y somatiza el ambiente enmudecido y conflictivo de su entorno. Esto se manifiesta, sobre todo, en su silencio y su tartamudez, la cual tarda unos años en superar: “Podía permanecer días en un silencio casi total. Así se ahorraba las risotadas y las burlas” (605-606). Este personaje presenta un parecido muy significativo con Olinda, como se puede comprobar en la siguiente cita: “Algo pasó con Olinda, que se le metió el silencio dentro del cuerpo. […] Ahora no es habladora. Tampoco muda. Ella le teme al silencio mudo. Dice que ese silencio se te puede meter dentro y no querer salir” (212). [52] Anna Lammers. “Memoria de familia y olvido en la ciudad de A Coruña: Os libros arden mal de Manuel Rivas” Les Ateliers du SAL, Numéro 5, 2014 : 45-56 Ambos personajes somatizan el silencio de la memoria repri- mida. Tanto Olinda, como Gabriel adquieren cierta invisibilidad y en el caso de Gabriel esta invisibilidad le permite asistir a diálogos de su padre y descubrir la verdad sobre su pasado. En su manera “invisible” de andar por la casa, encuentra en la biblioteca del padre los libros supervivientes de la quema, que son signos de la memoria perdida de la ciudad. En Gabriel yace oculto un alto potencial de narración pero falta la capacidad de rememoración e iniciación de un diálogo hasta que encuentra su salvación: su pasión taquigráfica. En un momento dado este personaje se enfrasca a escribir “todo” (609), todas las huellas de la memoria perdida de la ciudad, ya que en Gabriel: […] se produjo un cambio rotundo. Un giro milagroso. Fue cuando rompió a escribir. De forma compulsiva. […] Sabía escribir a máquina con todos los dedos y sin mirar, a gran velocidad. Y lo que era aún más interesante. Estaba aprendiendo taquigrafía. También él podría dar ese paso. Conseguir la técnica que permite transcribir el habla con su ritmo natural (605). Siguiendo con esta reflexión, se puede afirmar que a los descendientes de ambos grupos –los vencedores y los vencidos– les corresponde un papel esencial como portadores de la memoria. Igual que Ó, Gabriel recoge silenciosamente las historias no solo de los familiares sino de toda una ciudad. El propio hijo del juez hace revivir los recuerdos reprimidos y se empeña en mantener viva la memoria de la generación de sus padres y de su propia generación, transformándose en el portador de lo escondido. Conclusión Concluimos que existen personajes –como Polca y Ó– que son capaces de comunicar y transmitir acontecimientos pasados traumáticos y otros –como Olinda, Pinche y Ricardo Samos que no lo consiguen. La familia Crecente Por una parte, Polca representa la memoria reprimida de la ciudad y, compartiendo sus conocimientos e historias con su hija Ó, garantiza la preservación de la memoria familiar. Por otra, Ó es la personificación de la esperanza y la superación del silencio. Su voz es mucho más que una voz individual, es también la voz de su familia, sus amigos y vecinos que la rodean. Gracias a su “arranque” (626) está preparada para recoger los múltiples recuerdos que se conservan en la familia y así enfrentarse contra [53] Anna Lammers. “Memoria de familia y olvido en la ciudad de A Coruña: Os libros arden mal de Manuel Rivas” Les Ateliers du SAL, Numéro 5, 2014 : 45-56 los que pretenden bloquear la recuperación de la memoria. Polca y Olinda sufren una gran crisis porque perciben un cambio en la vida cotidiana que les afecta tanto física como psíquicamente. Dentro de la familia Crecente se observa una manera diferente de sobrellevar este desequilibrio, como estrategias para la supervivencia de una experiencia traumática. Es evidente que la forma de recordar el pasado remite a las estrategias de superación: cuanto más integrados están los recuerdos, por medio de verbalización y trabajo mental, tanto mejor se deja superar el trauma. En cuanto a esta familia, finalmente, hay que mencionar dos aspectos centrales. En primer lugar, la familia Crecente resulta ser una entidad colectiva: a través del diálogo se configura una memoria comunicativa, en este caso, contraria a la memoria oficial. En segundo lugar, existen dos formas diferentes de reaccionar ante un pasado traumático: Polca y Ó contrastan con el silencio de Olinda y Pinche –pars pro toto: de la sociedad–, somatizando el silencio de la ciudad porque viven la experiencia traumática de una manera diferente acabando con el silencio y la supresión de la conciencia. La familia Samos En cuanto a la familia Samos, se concluye lo siguiente: a la hora de definir el carácter colectivo de los Samos sería más factible hablar de una anti-colectividad. En este sentido, en el caso de esta familia podemos hablar de una transmisión de recuerdos indirecta. Asimismo, vemos que el individuo siempre pertenece a diferentes grupos sociales y se define en relación a diferentes personas, textos e historias con las que tiene contacto y que cooperan para construir la memoria individual. Se destaca además que en la familia Samos la memoria familiar resulta ser el fruto del trabajo de memoria individual del Gabriel quien se está transformando en el descubridor de la memoria perdida de la ciudad. El hijo construye su idea del pasado a través de sus actividades detectivescas y de su incorporación en otros colectivos donde experimenta posiciones ajenas y opuestas a las de su padre. En este personaje se entrecruzan ciertos flujos del subconsciente urbano y de la memoria reprimida con las ideas radicales del padre y el trabajo de resistencia de la madre. Desde la perspectiva que ofrece el paso del tiempo Gabriel compone su propia visión de la historia de su país. Este personaje está caracterizado por un fuerte trabajo de memoria individual debido a una transmisión intergeneracional indirecta, oculta y confusa. [54]
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