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Mala hierba. El surgimiento del punk en el barrio Castilla, Medellín PDF

182 Pages·2019·27.873 MB·Spanish
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LA VALijA DE FUEGO EDITORJAL CONCEPTO EDITORIAL, PORTADA, tl SU~4\t\\tt\1~ ~EL H\ tl BARRIO \~UNK <ASTILLA ~ ME~ELLINP :lRALA HIERBA nunca murrt. not .Pun~ ~ra~. - - -7- Mala Hierba: Planta sin valor comercial u ornamental. Es considerada un estorbo para el crecimiento de la vegetación útil, invade un cultivo y es dificil de eliminar. Las malas hierbas se caracterizan por su alta capacidad de dispersión, gran persistencia y llegan a alterar los ecosistemas naturales de un territorio, muchas veces desplazando a la flora autóctona. En ténninos generales, una maleza, una planta en un lugar indeseado. N o importa dónde, cuándo, ni cómo la mala hierba siem pre sale a flote, incluso en las circunstancias más inverosímiles. En los años ochenta bajo el suelo fecundo de la ciudad de las flo res crecían, en el jardín ya marchito, las malas hierbas. Por todos lados como un rumor, con facilidad, solas y sin control, tal como la corrupción, los miedos, la hipocresía social, la ambición de po der y el crimen, se desbordaba echando a perder la estética del jardín. Se desarrollaba entre las plantas útiles y entre las piedras. La maleza que crecía a través del asfalto, de las baldosas, de las grietas, lo hacía espontánea y salvajemente. Allí donde menos se la esperaba, abrazaba la ciudad. El p1mk no fue una bella flor de invernadero. En la década de los ochenta la mala hierba no sólo crecía en el solar abandonado de una mente vacía. Así como las malas hierbas también el punk se propagó extensamente, cre ció afanosamente en esta parcela de la ciudad; se repartió por el teiTitorio sin temor, a espaldas de la ciudad. Pero el punk era una buena mala hierba que tuvo muchas utilidades. A veces, lo que nos parece anómalo, disonante y erróneo realiza hermosos trabajos. -9- Queremos prestar especial atención a los espacios urbanos medio de ordenar el mundo (. .. ) es la creación de un mundo donde se enquistaron las prácticas de empoderamiento por parte paralelo». de jóvenes punks que sembraron una actitud y una música como forma de protesta. Estas hierbas nocivas estaban bien prepa La mala hierba era una actitud, un sonido, un ideal. Músicos radas, y hoy son supervivientes. Sobrevivieron a las pisadas de la c~n plena autonomía y capacidad de autogestión que gritaron, y indiferencia y cuando fueron muy visibles y estorbaron, a la gntan, para despertar la conciencia a bocajarro contra la fumigación. Son una metáfora de resistencia y de sobrevivencia. injusticia. Gritos por la libertad, odas a la dignidad humana. Aún Fue un movimiento que creció rápido y aún con el paso del tiem crece esta maleza en el solar urbanizado de la noroccidental, po, pervive. Mala hierba no muere, dice el refrán, que tiene desde la parte baja alta, hasta la parte alta del Picacho (1). Mala mucho de cierto; al menos en esta historia que costará arrancar hierba not dead. de nuestra memoria. Y para terminar, ya que me he extendido como unamalahier «Mala hierba nunca muere», es un adagio que tiene una ?a, dicen que las malas hierbas son pe1judiciales, pero a mí no me connotación peyorativa como ejemplo del imaginario que Importa pues me hacen feliz: me hacen reír y cantar. conlleva la idea de la «oveja negra». Sin embargo, con esa imagen intentamos abordar desde la narración de qué manera en este Arrancar la hierba buena y dejar la mala hierba florecer: un suelo fecundo está condicionada la relación y comprensión de tributo a lo perversos que fuimos. nuestro entorno según el modo de habitarlo y el uso que, desde el punk, se hizo de él. Estas hierbas desordenadas eran una disconformidad en el jardín de la eterna primavera, y repre sentaron la antítesis en la cultura urbana de la Medellín de los ochenta. Como toda mala hierba, no tenían raíces profundas, sus hojas no eran bellas; sin embargo, absorbieron del rocío, el agua, la sangre y la carne de los muertos para poder crecer. Las malas hierbas fueron jóvenes no tolerados, grupos de música políticamente incorrectos: chocantes al buen gusto, a la decencia, a la moral. N o tenían tapujos a la hora de expresar lo que querían, y de hacerlo en la manera que mejor consideraban para ello, aunque levantaran ampollas mentales, removieran conciencias y provocaran sarpullido a los más reaccionarios y tradicionales. Solo se necesita cabeza, boca y mano para par ticipar con una versión alternativa a la construcción de nuestra sociedad. Lo que muchos callaban el punk lo decía: era un universo de verdades como puños. El arte no es ninguna florecita bonita; en palabras de Luri Lotrna: «Es otra forma de pensar, otro (1) Cerro ubicado al Noroccidente de la ciudad de Medellín. -10- -11- Esta es la voz de una generación de desempleo y agresión. Blitz, voice of a generation. -13- Fuimos una generación que bajó al infierno para cantar con el diablo y los condenados, porque no podíamos subir al cielo y cantar con los dioses. El hechizo de la música abría puertas en la noche, conjurábamos melodías desde debajo de nuestros vientres, abrimos nuestras gargantas y lo dejamos salir, no podíamos retenerlo, necesitábamos expresarnos. Nuestras voces no eran agradables pero cantamos para salvarnos del silen cio al que nos sometían, sin miedo de quebrantar la perfección. ¿Qué alguien nos diga que lo abeiTante no está bien? Si no te gusta nuestro canto no tienes suerte, estaremos cantando por siempre y no puedes callarnos. Nuestras cicatrices se suavizaban cantado desde lo profundo y fuerte. Cantábamos de encanto y desencanto, cantábamos con nuestras voces feas, coiTompiendo los tímpanos puros canciones rápidas y lentas, con notas altas y bajas; cantábamos con el miedo de vivir subordinados. Sacábamos las voces de ángeles con gritos de diablos, el ADN se convulsionaba en claves de sol. Cantábamos un yo soy, nuestra propia canción, canción para los solitarios, para los no tan orgu llosos. No importaba cuán fuera de ritmo o fuera de sintonía estuviera, no andábamos «a la caza» de pavonearnos, cantába mos como lo hacen la mayoría de los viejos amantes: llenos de pasión, rabia reincidencia y verdadera consternación. 1 Cantábamos erizados. N o nos importaba que se burlaran de nuestro canto; no es perfecto, lo sabemos. No planeábamos un concierto de gala, no cantábamos susurros a medias, cantá bamos para complacernos a nosotros mismos ¿Qué podíamos perder? N o esperábamos que nadie nos oyera, nuestras voces es taban sin domesticar. En esta sociedad enferma vivíamos como el pez fuera del agua, pero la música nos daba un respiro y lo hacía todo mejor. Cantábamos en tonos graves. No era agra- -15- dable de verdad. Cantábamos por impulso, por la paz al menos interior. Al ritmo de los tambores cantábamos para ayudar: para ti, para él, para mí, para nosotros. Y recuerdo que me encantaba oírte cantar. Tu luz brillaba, y tu voz abrumaba mi corazón. Cantabas tu propia canción con sentimiento, hasta que tus pulmones desfallecían y las flores se volvían rancias y se secaban. Cantabas conmigo y no era para presumir, ni adornar la historia. Cantabas para plantar, para pro palar. No parabas de cantar; quizá fue así que me escuchaste. No (El ¡ ri~oma pun~ manteníamos las palabras detrás de los dientes con miedo al dolor porque debían ser liberadas para que la vida respirara la propagación Oel semillas. Por eso en las esquinas de nuestros barrios cantá rh!oma punk) bamos como si nadie pudiera escucharnos y bailábamos como si nadie nos estuviera mirando. Fuimos como canta lnfa Riot «tma generación perdida en el infierno», y eso es punkrock. El país, la cuidad, era un naufragio, y cantábamos desde los botes salvavidas canciones lejos de ser perfectas, antítesis de sosiego. Intensidad y locura eran evidentes. Teníamos demasiadas voces dentro de nosotros para ser escuchados, teníamos demasiados enemigos para esperar ganar. En las noches bailábamos solos, excomulgados, y en algún sentido, dejados atrás. Aun bailo contigo. -16- -17-

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