Territorio es el espacio que nos pertenece sin ser nuestro. Para ubicar la territorialidad no requerimos un mapa, sino algo más cercano a una fotografía térmica: no hay margen preciso en donde el calor se pierda. La territorialidad no tiene límites como la propiedad; no es contrastable, vive en la imagen que tenemos de un paisaje, en lo que podemos nombrar de él (árboles, animales), en lo que sabemos y en nuestra capacidad para transmitirlo. Justo como los granos de maíz, que se intercambian entre campesinos y necesitan del hombre tanto como él de ellos para reproducirse.
El presente libro es un ataque desde todos los flancos en resguardo de este patrimonio. Óscar Arnulfo de la Torre (Aguascalientes, 1981) echa mano de distintas fuentes —la biología, el Derecho, la filosofía— para azuzar al lector en cuidado de la soberanía alimentaria y de la tecnología agrícola tradicional. Ésta es una respuesta enérgica a las leyes e instituciones que promueven el exterminio de los cultivos nativos; es un llamado que nos invita a hacer milpa y desalambrar la ciencia campesina de las patentes, agrotóxicos, y de las semillas programadas para dar frutos estériles. El esfuerzo aquí vertido se resume en una cosa: para nosotros el maíz es máximo.