LOS REYES CATOLICOS Y LA PACIFICACION DE ANDALUCIA (1475-1480) PAULINA RUFO YSERN Universidad de Sevilla I. INTRODUCCION En el momento de la subida al trono de doña Isabel y don Fernando, gran parte de Andalucía se encuentra sumida en un clima de guerra solapada, fruto de los sucesos que se habían desarrollado durante los últimos años del reinado de Enrique IV, que se verá potenciado por la guerra de sucesión desatada tras su fallecimiento. El objetivo de los nuevos monarcas, que era, naturalmente, el de asentar su autoridad en todo el reino, requería, como paso previo, la pa- cificación del territorio. Tras ello se encontrarían en condiciones de comenzar a desarrollar su proyecto político en todos los aspectos del gobierno. Con tal fin, los Reyes Católicos recurrirán a la conjugación de medidas de fuerza en relación a aquellos abusos cuya corrección resultara imprescindible para la consecución de sus fines y las concesiones a las «fuerzas vivas» locales, sin cuya colaboración resultaría imposible el gobierno de la zona. No se tratará, pues, como ya advirtió M.A. Ladero, de destruir «... usos y estructuras sociales ni leyes básicas de organización política y gobierno, sino abusos que impedían al sistema funcionar con la eficacia que intrínsecamente le podía corresponder»1. En este sentido, las líneas de acción de la política regia pueden estructurar- se en cuatro apartados: — Consecución de la restitución de los castillos, torres, fortale- zas y otros lugares fuertes a las ciudades y villas a las que le habían sido usurpadas y nombramiento de alcaides de confianza. — Concesión de los perdones y las confirmaciones de mercedes y oficios precisos para calmar los ánimos de quienes se sintiesen ame- nazados por la autoridad de los Reyes y fomentar las adhesiones a su causa. — Liquidación de las tensiones locales que impedían el normal desarrollo de la vida institucional y cotidiana de las localidades anda- luzas. 1. M.A. LADERO QUESADA. La Ciudad Medieval. Historia de Sevilla, II. Sevilla, Publica- ciones del Excmo. Ayuntamiento, 1976, p. 43. [1] 217 PAULINA RUFO YSERN — Organización de un cuerpo militar permanente, estrechamen- te vinculado a la Corona y libre de cualquier tipo de lazos que le im- pidiera o dificultara el cumplimiento de los objetivos que en cada mo- mento le fueran marcados. Estas actuaciones se enmarcarán en un panorama de gran inestabilidad po- lítica y social. En los años previos a la subida al trono de Isabel I, y favorecida por los cambios de partido que se producen en torno a la futura sucesión de Enrique IV y la consiguiente política de concesión de mercedes con que este monarca pretendía atraer partidarios a su opinión y obtener su lealtad y apoyo —fomentando así la ambición nobiliaria—, Andalucía había visto aumentar hasta límites extremos la situación de anarquía que venía marcando la actitud de una nobleza atenta sólo a incrementar y fortalecer su patrimonio y su po- der2. Esta postura, potenciada por la degradación de la autoridad monárquica y la inexistencia de una fuerza social que pudiera contrarrestar el poder de la nobleza, se plasmará en los continuos enfrentamientos que en defensa de sus intereses y de sus distintas opciones de gobierno se producen entre sus miem- bros, divididos en linajes o bandos, y entre una gran parte de ellos y el poder real, frente al que propugnan un régimen de oligarquía nobiliaria3. De este modo, gran parte del Reino de Sevilla se encontraba dominado por dos linajes que se disputaban el poder y que controlaban, directa o indirecta- mente, muchas de las ciudades, y de las villas y fortalezas de sus tierras: el encabezado por don Enrique de Guzmán, duque de Medina Sidonia y conde de Niebla, claramente proisabelino, que domina la ciudad de Sevilla y las for- talezas de Aroche, Fregenal, Aracena, Lebrija, Alanís, Alcantarilla y Villanue- va del Camino, y el dirigido por don Rodrigo Ponce de León, conde de Arcos y reciente marqués de Cádiz, que había sido expulsado de Sevilla por su adver- sario y se había hecho fuerte en Alcalá de Guadaira y Jerez de la Frontera, controlando, además, la fortaleza de Constantina4. En Córdoba el enfrenta- 2. M.A. LADERO QUESADA. Andalucía en el siglo XV. Estudios de Historia Política. Ma- drid, C.S.I.C., 1973, p. 115. Sobre este período vid. también E. CABRERA MUÑOZ. «Los rei- nados de Juan II y Enrique IV» en Historia de Andalucía, vol. III. Madrid-Barcelona, Cupsa- Planeta, 1982. 3. Muy interesante, en relación con este tema, es el estudio de M. I. DEL VAL VALDIVIE- SO. «Los bandos nobiliarios durante el reinado de Enrique IV». Hispania, 130 (Madrid, 1975), pp. 249-294. 4. En relación con ambos bandos, vid. A. DE PALENCIA. Crónica de Enrique IV (Ed. A. PAZ Y MELIÁ), 3 vols. Madrid, Atlas (B.A.E., t. CCLVH, CCLVIII y CCLXVII), 1975. D(écada) I, L(ibro) VII, c(apítulo) IV; L. IX, c. I y III; L. X, c. VIII. D. II, L. IV, c. II, IV, V, IX y X.; L. V, c. VII, VIII y X; L. VI, c. III y VI; L. VII, c. I, II, III, IV y VIII; L. VIII, c. IX; L. IX, c. III. D. DE VALERA. Memorial de diversas hazañas. Crónica de En- rique IV (Ed. J. DE MATA CARIUAZO). Madrid, Espasa-Calpe, 1941, c. XXIX, LXIV, LXVI, LXVIII, LXXIV, LXXVIII, LXXIX y LXXXII. A. BERNALDEZ Memorias del reinado de los Reyes Católicos (Ed. M. GomEz MORENO y J. DE MATA CARRIAZO) Madrid, Real Academia de la Historia, 1962, c. IV y V. D. ORTIZ DE ZUÑIGA. Anales Eclesiásticos y Seculares de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Sevilla... Madrid, 1796, L. XI, 1472-2, 1473-3,4, 1474-4. 218 [2] Los Reyes Católicos y la pacificación de Andalucía (1475-1480) miento por el dominio de la ciudad tenía por protagonistas al conde de Cabra, don Diego Fernández de Córdoba, firme apoyo de Enrique IV, primero, y de doña Isabel, después, que dominaba, entre otras localidades, Baena, Castro el Viejo, Pedro Abad y Aldea del Río, y don Alfonso de Aguilar, que, junto al alcaide de los Donceles y Luis Méndez de Sotomayor, señor de El Carpio, lo- gró expulsar de la ciudad a sus oponentes y dominar los puntos fuertes de la misma, además de Bujalance, Montoro, Santaella, Hornachuelos, La Rambla, Adamuz, Peñaflor, Castro del Río y la torre del Puente de Alcolea s. Ecija es- taba dominada por don Fadrique Manrique y su yerno Luis Portocarrero, cer- canos a don Alfonso de Aguilar6. Por su parte, Carmona, objeto durante arios de enfrentamientos entre fuerzas de don Pedro Girón —más tarde del maestre don Juan Pacheco— y las que se oponían a éstos, ayudadas por el duque de Medina Sidonia, acabó siendo controlada en gran parte por frey Luis de Go- doy, allegado a Pacheco, que dominaba dos de los tres alcázares de la villa7. En el reino de Jaén, esta ciudad permaneció fiel a Enrique IV, y luego a doña Isabel, en manos del condestable Miguel Lucas de Iranzo y, más tarde, de su viuda doña Teresa de Torres, a pesar del asedio a que la sometieron sucesiva- mente don Pedro Girón y don Rodrigo Téllez Pacheco, que, no obstante, ocu- paron ciertos castillos de la tierra de la ciudads. Asimismo, Ubeda permaneció fiel a doña Isabel bajo la direcicón de don Rodrigo Manrique, conde de Pare- des y, con posterioridad, maestre de Santiago, con el concurso del linaje de Molina. Baeza, por el contrario, quedó bajo el dominio de los partidarios del maestre de Calatrava9. 5. PALENCIA, Ibíd., D. I, L. VII, c. IX; L. IX, c. III; D. II, L. I, c. II y VIII; L. II, c. VI; L. VII, c. IX y X; L. VIII, c. VIII; L. X, c. III; D. III, L. X, c. III. VALERA, Ibíd. c. LIII, LXXXIII y LXXXIV. D. ENRIQUEZ DEL CASTILLO. Crónica del rey don Enrique el Cuar- to de este nombre en Crónicas de los Reyes de Castilla, vol. III. Madrid, Atlas (B.A.E., DM, 1953, c. XXIX y XXXVIII. M. C. QUINTANILLA RASO. Nobleza y señoríos en el Reino de Córdoba. La Casa de Aguilar (siglos XI V y XV). Córdoba, Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros, 1979, esp. pp., 113-126. 6. PALENCIA, Ibíd., D. I, L. VII, C. IV; L. IX, C. III; D. II, L. I, C. VIII. ENRIQUEZ DEL CASTILLO, Ibíd., c. CXXXII y CXXXIII. 7. PALENCIA, Ibíd., D. I, L. VII, c. IV; L. VIII, C. III; D. II, L. I, c. VIII; L. VI, c. III. ENRIQUEZ DEL CASTILLO, Ibíd., C. CXXXIV. ORTIZ DE ZUÑIGA, Anales..., Ob. cit., L. XI, 1469-1. VALERA, Memorial..., Ob. cit., c. LXXI. M. GONZALEZ JIMENEZ. Carmona en la Edad Media. Sevilla, Monte de Piedad y Caja de Ahorros, 1984, pp. 60-62. 8. PALENCIA, Ibíd., D. I, L. VII, c. IX; L. VIII, c. III; D. II, L. VI, c. I; L. VII, c. X. VALERA, Ibíd., c. XXXII y LXXXIV. J. ZURITA. Anales de la Corona de Aragón (Ed. A. CANELLAS LOPEZ). Zaragoza, C.S.I.C., 1977, vol. 7, L. XVIII, c. LII. 9. PALENCIA, Ibíd., D. II, L. IV, c. IV. E. TORAL PEÑARANDA. Ubeda (1442-1510). Ma- drid, C.S.I.C., 1975, p. XXX. Archivo General de Simancas, Registro General del Sello (en adelante citaremos R.G.S.), 1475, mayo f.° 487. [3] 219 PAULINA RUFO YSEFtN II. MEDIDAS DE PACIFICACION DEL TERRITORIO 11.1. Recuperación de castillos y fortalezas Una de las cuestiones que centró la atención de los monarcas desde un pri- mer momento fue la recuperación de los castillos, fortalezas y torres que se encontraban usurpadas, unas veces por declarados desafectos a su causa y otras por personajes que, a la tibieza de sus inclinaciones —frecuentemente a la es- pera del desarrollo de los acontecimientos— añaden el hábito de utilizar el po- der que les proporciona su situación para cometer todo tipo de abusos contra los habitantes de las villas y lugares comarcanos, convirtiendo las fortalezas en auténticas bases de comisión de delitos10. Como afirma H. del Pulgar, quienes habían enajenado las fortalezas «...ni al rey ni a las cibdades respondían con ellas, é facían guerra e paz a su arbitrio, sin cono-cimiento ninguno de supe- rior»11. Lo intolerable de esta situación para unos reyes que pretenden dejar clara la supremacía de su autoridad respecto a cualquier otra resulta aún más grave si consideramos que el control de los lugares fuertes resultaba imprescin- dible para el del orden público y la pacificación del territorio, primer paso para el definitivo asentamiento de aquélla. Por ello, como señala M.A. Ladero «...los reyes no vacilan a la hora de reclamar la devolución a los concejos de castillos y fortalezas rebeladas contra ellos —al igual que a las localidades y a los particulares que se encontrasen en la misma situación— para que depusiesen su actitud y se redujesen a la obediencia de los jóvenes monarcas»12. En este sentido, don Fernando y doña Isabel enviarán delegados con poder para reclamar la entrega de las plazas fuertes ocupadas y para secrestar los bie- nes de quienes no obedeciesen sus mandatos y proceder contra sus personas. Más tarde, serían los propios monarcas quienes, a través de órdenes directas, reclamarían las fortalezas, e incluso impondrían sus deseos en el nombramiento de alcaides, aún cuando ello supusiese sustraerlo de la jurisdicción conceji113. 10. A. COLLANTES DE TERAN SANCHEZ en «Un requerimiento de los jurados al concejo sevillano a mediados del siglo XV». Historia. Instituciones. Documentos, 1 (Sevilla, 1974), pp. 45-46 muestra cómo los abusos cometidos por los tenentes de los castillos de la tierra de Sevilla provocaba, a mediados del s. XV, la protesta de los jurados por ser motivo de «desór- denes y arbitrariedades» que llegaron a amenazar de despoblamiento a varias localidades. Vid. también, R.G.S., 1477, agosto f.° 441, septiembre f.° 557. 11. H. DEL PULGAR. Crónica de los Señores Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel de Castilla y de Aragón. Madrid, Atlas (B.A.E., t. VII), 1953, 2.a parte, c. LXX, p. 323. 12. M.A. LADERO QUESADA. Andalucía en el s. XV. Ob. cit., p. 144. 13. Ya el 15 de diciembre de 1474 la Reina comisiona al maestresala Pedro de Silva para que se dirija a Sevilla a recibir en su nombre los castillos y fortalezas y entregarlos a quienes entendiera que debían ocupar su tenencia. Cfr. El Tumbo de los Reyes Católicos del Concejo de Sevilla. (Ed. de R. CARANDE y de J. DE M. CARRIAZO). Sevilla, Universidad, 1929-1968, 3 vols., (en adelante citaremos Tumbo...). I, 2. Vol. I, pp. 2-3. R.G.S., 1475, octubre f.° 667. 220 [4] Los Reyes Católicos y la pacificación de Andalucía (1475-1480) 11.1.1. Reino de Sevilla En agosto de 1475 los Reyes Católicos habían nombrado a don Enrique de Guzmán, duque de Medina Sidonia, alcaide de los alcázares y atarazanas de la ciudad de Sevilla, con derecho a tener dos voces y votos en el cabildo, al igual que los había tenido su antecesor en el cargo, Juan Manuel de Lando, por merced de Enrique IV. El duque controlaba, además, la Puerta de Jerez y el castillo de Triana de esa misma ciudad, y las fortalezas de Lebrija, Frege- nal, Aroche, Alanís, Montegil y Villanueva del Camino". Por su parte, el mar- qués de Cádiz obtuvo el 30 de abril de 1476 confirmación de la alcaidía de los alcázares de Jerez de la Frontera, ciudad que, como ya vimos, dominaba, al igual que los castillos de Alcalá de Guadaira y Constantina15. Sin embargo, los reyes no tenían la intención de que estas confirmaciones supusiesen hacer de- jación en manos de los dos Grandes sevillanos de puntos tan estratégicos para el dominio de las ciudades afectadas y de sus tierras, que querían dejar clara- mente en dependencia directa de la Corona. El 10 de septiembre de 1477, cuando aún no hacía dos meses que la Reina había llegado a Sevilla, ésta ordena al duque de Medina Sidonia la restitución de los alcázares, atarazanas y Puerta de Jerez, nombrando nuevo alcaide de los mismos a su secretario Francisco Ramírez de Madrid. Asimismo, le reclamó la entrega del castillo de Triana, cuya tenencia confió a Juan de Briones. Según Palencia, aunque le contrariaba profundamente, el duque obedeció el mandato con la esperanza de obtener la confirmación de los castillos que tenía usurpados en la tierra de Sevilla. Bernáldez, por el contrario, sugiere que don Enrique se mostró dispuesto desde el primer momento a entregar sus «fuerzas», dándole las llaves de «todo ello» en el momento de su llegada. Por su parte, Pulgar afirma que el duque solicitó rápidamente la remuneración de los servicios pres- tados en mantener la ciudad en obediencia de SS.IVEM. En todo caso, lo cierto es que, a cambio de la entrega de las atarazanas, el duque percibiría una renta ánual vitalicia de 400.000 mrs., según un acuerdo firmado con el cardenal Men- doza y el almirante Enríquez en enero de 147816. Cualquier esperanza que abrigara se vería, de todas maneras, defraudada. Como hace notar L. Suárez, al adelantarse el marqués de Cádiz a ofrecer a doña Isabel la entrega de Jerez, Constantina y Alcalá de Guadaira, acabó con cualquier justificación que el duque pudiera aducir para continuar ocupando 14. Tumbo 1,28 y 36, vol. I, pp. 51-53 y 69-71. ORTIZ DE ZUÑIGA. Anales... L. XII, 1475- 7. Ob. cit., vol. III, pp. 74-75. VALERA. Memorial..., c. LXXIV. Ob. cit., pp. 217-219. ZU- RITA. Anales..., L. XX. c. XII, Ob. cit., vol. 8, p. 292. 15. VALERA. Memorial..., c. LXXVIII. Ob. cit., pp. 227-230. R.G.S., 1476, abril f.° 248. 16. PALENCIA, D. III, L. XXIX, c. IX. Crónica... Ob. cit., vol. III, pp. 48-50. ZURITA. Anales..., L. XX, c. XII. Ob. cit., vol. 8, p. 292. BERNALDEZ. Memorias..., c. XXIX. Ob. cit., p. 66. PULGAR. Crónica..., 2.a p., c. LXXI. Ob. cit., p. 326. Acuerdo con el Almirante en A.G. Simancas, Patronato Real, leg. 11, f.° 39. Cit. por L. SUAREZ FERNANDEZ. Historia de España, Vol. XVII, 1.°. La España de los Reyes Católicos. (Dir. R. MENENDEZ PIDAL). Madrid, Espasa-Calpe, 1983, p. 284. R.G.S., 1477, septiembre f.° 495. [5] 221 PAULINA RUFO YSERN las fortalezas de la ciudad de Sevilla17. Pocos días después la Reina ordenaría a don Enrique de Guzmán que entregase las fortalezas que ocupaba. Según lo pactado, éstas serían depositadas en tercería durante seis meses, siéndole de- vueltas si en el plazo acordado el marqués no restituía las que estaban en su poder. La villa de Lebrija le sería concedida para que entrara a formar parte de su señorío, aunque la fortaleza quedaba de momento, bajo una doble juris- dicción, en manos de Fernando de Abreu. La fortaleza de Alanís recibiría más tarde como alcaide a Cristóbal Mosquera, la de Lebrija a Luis de Tovar y la de Fregenal al maestresala Juan de Torres, veinticuatro de Sevilla, pasando más tarde al también veinticuatro Fernando de Ribadeneira. Por su parte, Villanue- va del Camino fue entregada a Melchor Maldonado —que la perdería poco des- pués—, Aroche a Juan de Monsalve y Montegil a Pedro Manuel. En septiem- bre de 1478 sería designado nuevo alcaide de los alcázares y atarazanas de Se- villa, con los derechos y prerrogativas anejos al cargo y 150.000 mrs. de ayuda de costa, el maestresala Pedro de Silvals. Como adelantamos anteriormente, el marqués de Cádiz se mostró dispuesto a entregar a la Reina las fortalezas que ocupaba, lo que, según aseguraba, hacía como medida de defensa frente a los continuos ataques de su adversario. Pulgar asegura que la fortaleza de Jerez fue entregada al capitán Juan de Robles y la de Alcalá a Pero Vaca. La entrega de aquélla se haría efectiva a los propios monarcas durante su visita a Jerez, en octubre de 1477, durante la que recibie- ron, además, las llaves de las puertas de la ciudad. En adelante, tanto una como otras quedarían bajo el control directo de la Corona por mediación del corre- gidor de la ciudad, nombrado alcaide del alcázar19. Seguidamente, los Reyes llegaron a un acuerdo con el marqués del que nos informa Zurita: las fortalezas de Alcalá de Guadaira y Constantina serían en- tregadas en tercería durante sesenta días a Hernando de Villafañe y Lope Pon- ce de León, respectivamente. Si durante ese plazo el duque no restituyera las que se había comprometido a devolver, o el mariscal Fernando Arias de Saa- vedra no hiciese lo mismo con Utrera, los terceros le restituirían las que ahora entregaba. Cualquier recompensa que se decidiese otorgar a alguno de ellos se haría también efectiva a don Rodrigo Ponce de León. Además, para evitar dis- putas, tanto en un caso como en otro se prometió que los alcaides serían «... ho- mes naturales de la cibdad, que venían con ella é no eran de ninguna destas par- 17. SUAREZ. Ibíd., p. 275. 18. Pacto con el duque en A.G.S., Patronato Real, leg. 11, f.° 40. Cit. por Ibíd., p. 276. Donación de Lebrija en Idem., leg. 11, f.° 41. PULGAR, Crónica..., 2.a p., c. LXXII. Ob. cit., p. 327. PALENCIA, D. IV, L. XXXV, c. VIII. Cuarta Década de Alonso de Palencia (Ed. J. LOPEZ DE TORO). Madrid, Real Academia de la Historia, 1974, vol. II, p. 180. ORTIZ DE ZUÑIGA. Anales..., L. XII, 1478-1 y 5. Ob. cit., vol. III, pp. 94-95 y 100. Noticias en ROS., 1477, octubre f.° 41; 1478, febrero f.° 42, septiembre f.° 114 y 154. Tumbo I, 302, 315, 321 y 352, vol. II, pp. 250-251, 265-266, 277-278 y 333-334. 19. PALENCIA, D. III, L. XXX, c. IV. Crónica... Ob. cit., vol. III, pp. 60-61; D. IV, L. XXXII, c. X. Cuarta Década... Ob. cit., vol. II, pp. 76-77. PULGAR. Ibíd., c. LXXI, pp. 326- 327. BERNALDEZ. Memorias..., c. XXIX y XXX. Ob. cit., pp. 66-69. R.G.S., 1479, septiem- bre f.° 121. 222 [6] Los Reyes Católicos y la pacificación de Andalucía (1475-1480) cialidades»20. Así pues, el 24 de diciembre de 1477 el marqués entregó Alcalá de Guadaira, de que sería alcaide el veinticuatro Diego López de Haro, conti- nuo de la Casa Real, a pesar de la oposición de la ciudad de Sevilla. En marzo de 1478 hizo lo propio con Constantina, a cambio de la cual recibió 1.124.000 mrs. como «recompensa» de los gastos realizados en la mejora de la fortaleza y de la de Aroche, suma que le fue librada en ciertas rentas de Sevilla. Sería nombrado nuevo alcaide el maestresala Juan de Torres —que era a la vez alcai- de de Turón— tras destituir a Pedro de Pineda, parcial del marqués, que aún en enero de 1480 seguía intentando promover levantamientos en su contra con apoyo de su hermano Juan de Pineda, escribano del cabildo de Sevilla. En agosto de 1478 fue ordenada también a don Rodrigo la restitución al almirante don Alfonso Enríquez de las torres de Girgonza y Lopera, que formaban parte de su mayorazgo, y la entrega de los 400.000 mrs. a que habrían ascendido sus rentas en los últimos cuatro años21. No fueron ellos los únicos obligados a hacer estas restituciones. Alfonso Pé- rez Martel, veinticuatro de Sevilla, y su hermano Rodrigo Martel, por ejemplo, debieron hacer entrega de las fortalezas de Almonaster y Castilnovo, situadas junto a la villa de Zalamea22. Uno de los episodios en los que se muestra más claramente la «...gran di- ligencia que ponía la Reyna en cobrar las fortalezas de su Reyno que estaban enajenadas», según palabras de Pulgar, es el protagonizado por el mariscal Fer- nando Arias de Saavedra, alcaide de Utrera, que ocupaba, además, las fortale- zas de Tarifa, Zahara y Matrera. Hijo y heredero de Gonzalo de Saavedra, comendador mayor de Montal- bán, ya antes de la muerte de su progenitor los Reyes habían ordenado a éste que restituyese la villa de Tarifa al Almirante. Este mandato sería repetido a su hijo Fernando, junto al de hacer entrega también de los 20.000.000 de mrs. a que ascendían las rentas que su familia había venido percibiendo ilegalmente, al par que se disponía la restitución a Nuño de Villalobos y Diego de Mesa de sus cargos de alcalde mayor y regidor, respectivamente. El mariscal se negó a atender esos requerimientos24. Tras su viaje a Jerez, y de regreso a Sevilla, los Reyes hicieron parada en Utrera para ordenar al alcaide que guardaba el cas- tillo en nombre del mariscal que hiciese entrega del mismo, ya que SS.MM . querían ponerlo en manos de «...otro veynte e quatro desa libdad que sea fiable a nos e a ella», obteniendo también una respuesta negativa. Preveyendo esa 20. PULGAR. Ibíd., c. LXXII, p. 327. ZURITA. Anales..., L. XX, c. XII. Ob. cit., vol. 8, p. 294. 21. PALENCIA. D. III, L. XXX, c. IX. Crónica... Ob. cit., vol. III, pp. 70-72. ORTIZ DE ZUÑIGA, Anales..., L. XII, 1475-7. Ob. cit., vol. III, pp. 102. Tumbo I, 259, 331, 332, 333, 377, 378 y 379, vol. II, pp. 189-190, 297-299 y 365-371. Tumbo II, 46, vol. III, pp. 68-69. R.G.S., 1478, marzo f.° 74 y 75, agosto f.° 371; 1480, enero f.° 55. 22. R.G.S., 1477, junio f.° 239. 23. PULGAR. Crónica..., 2.a p., c. LXXIII. Ob. cit., p. 329. PALENCIA, D. III, L. XXX, c. IX. Crónica... Ob. cit., vol. III, pp. 70-72. 24. R.G.S., 1475, febrero f.° 184, agosto f.° 451, octubre f.° 116. [7] 223 PAULINA RUFO YSERN situación, Fernando Arias había fortalecido y abastecido convenientemente el castillo de Utrera —según Palencia con el pretexto de posibles incursiones gra- nadinas— y había hecho circular la noticia de que don Fernando quería arre- batar la villa a la jurisdicción sevillana para entregarla en señorío al adelantado don Pero Enríquez. Al mismo tiempo, había reunido fuerzas en el castillo de Zahara, que dejó al cuidado de su hermano Pedro Vázquez de Saavedra y en el que se le había reunido previamente su madre, doña Inés de Ribera, con algunos de sus nietos. Justificaba el mariscal su postura en la confirmación he- cha por Enrique IV a su padre de las tenencias de Utrera y Tarifa, por lo que no habría motivo alguno para ser desapoderado de ellas. Una vez que se le ordenó formalmente la restitución de la fortaleza de Utrera, ordenó a su alcai- de que no la entregase bajo ningún concepto, prometiéndole socorro en caso de que fuese cercado, y dejando como rehén en la guarnición a uno de sus hijos, Pedro Hernández de Saavedra25. La fortaleza se sitió el 9 de noviembre de 1477, siendo encargados del ase- dio los capitanes Juan de Biedma, Vasco de Vivero, Pedro de Ribadeneria y Rodrigo del Aguila, con 600 lanzas cada uno. De regreso a Sevilla, el Rey inició los preparativos de la artillería precisa para el sitio, disponiendo que los costes de todo ello fuesen cargados en la hacienda del mariscal y de su madre. El cerco duraría cuatro meses, dado que Fernando Arias se empeñó en resistir, quizás confiando en que el Rey no pudiese mantenerlo durante mucho tiempo, e incluso que viniesen en su ayuda fuerzas granadinas. La firma de una tregua con Granada, por tres arios, derrumbaría, si es que existieron, esas esperanzas. Finalmente, el 29 de marzo de 1478, tropas de Gutierre de Cárdenas y del mar- qués de Cádiz lograron entrar en la fortaleza. En la acción bélica habían par- ticipado, entre otras, tropas de Jerez, Lebrija y Carmona. El gobernador de la fortaleza y los demás miembros de la guarnición sufrieron pena de muerte, mientras que el hijo del mariscal fue tomado prisionero. Sería designado nuevo alcaide Gómez de Sotomayor, hermano de Pero Vaca. La toma de la fortaleza de Utrera —y la anterior de la torre de la Membri- lla—, y el hecho de que tanto el mariscal como su madre, hermanos y demás partidarios hubieran sido declarados traidores y, por tanto, de que sus bienes y cargos hubiesen sido confiscados, e incluso donados a otras personas, no su- puso su rendición, ya que Fernando Arias decidió perseverar en su postura re- 25. BERNALDEZ, Memorias..., C. XXX y XXXI. Ob. cit., pp. 69-70. PALENCIA, D. III, L. XXVIII, c. X; L. XXX, c. IV y VI. Crónica..., vol. III, pp. 30, 62 y 64-66. PULGAR. Cróni- ca..., 2. p., c. LXXII. Ob. cit., pp. 327-328. ZURITA. Anales..., L. XX, c. XII. Ob. cit., vol. 8, p. 294. Tumbo I, 225, vol. II, p. 115. 26. Doctor de TOLEDO. Crónicón de Valladolid (Ed. facsímil). Valladolid, Grupo Pincia- no-Caja de Ahorros Provincial, 1984, pp. 133 y 135-136. PALENCIA, D. III, L. XXX, c. VI y IX. Crónica. Ob. cit., vol. III, pp. 64-66 y 70-72. D. IV, L. XXXI, c. VI y L. XXXII, c. X. Cuarta Década... Ob. cit., vol. II, pp. 24-27 y 76-77. BERNALDEZ. Memorias..., c. XXXI. Ob. cit., pp. 70-73. R.G.S., 1478, enero f.° 141. M. GONZALEZ JIMENEZ. Catálogo de Docu- mentación Medieal del Archivo Municipal de Carmona, vol. 11 (1475-1504). Sevilla, Excma. Diputación, 1981, n.° 43. 224 [8] • Los Reyes Católicos y la pacificación de Andalucía (1475-1480) belde desde la fortaleza de Zahara, que se convirtió en un foco de amenazas para la seguridad de quienes vivían en la zona. Los Reyes ensayaron el cami- no de la clemencia, ofreciendo perdón a quienes abandonasen las fortalezas de Tarifa, Zahara o Matrera (que habían ocupado poco antes), so pena de incurrir en rebeldía. Finalmente, sería el propio mariscal quien, vista la inutilidad de su postura, y contando con el respaldo de algunos nobles sevillanos, solicitó a los Reyes su perdón, a lo que éstos accedieron. A decir de Bernáldez, este he- cho le concitó la animadversión de los familiares de sus seguidores muertos en Utrera, agraviados por la diferente suerte de quien había sido su jefe e induc- tor. También atendieron los Reyes a la provisión de alcaides de su confianza a otras fortalezas de la ciudad de Sevilla, caso de Encinasola —que tras la deser- ción de Martín de Sepúlveda pasó a Juan Martínez Tinoco y Luis Méndez Por- tocarrero— y Cortegana —con Pedro de Almonte y don Gutierre de Cárde- nas—, aunque su nombramiento fuese una prerrogativa del concejo, lo que provocó fuertes resistencias en aquél, que defendía su derecho a proveer las tenencias, y en los alcaides destituidos29. Tras la partida de los Reyes de Sevilla, dilatada, según Palencia, «...a causa de los encendidos deseos de tomar posesión de muchas plazas, cuya custodia convenía confiar a guarniciones más fieles», y continuando con su periplo paci- ficador por Andalucía, los Reyes Católicos se dirigieron a Carmona30. Allí re- quirieron a Luis de Godoy que les entregase los dos alcázares que tenía en su poder, de los tres que existían en la villa, desde que en 1465 le fueron entrega- dos por don Pedro Girón. A pesar de sus reiterados intentos, frey Luis no había logrado hacerse con la tercera de las fortalezas, la de la puerta de Sevilla, de la que era alcaide Gómez Méndez de Sotomayor, que contaba con el apoyo del duque de Medina Sidonia, y que debió entregar también ésta. Pulgar ase- gura que Godoy pretendía obtener ciertas equivalencias y mercedes a cambio de la entrega que le era solicitada, pero «...considerando que no tenía lugar de mostrar desobediencia a los mandamientos reales...é por la justicia que vido que se executaba contra los rebeldes á sus mandamientos, ovo su acuerdo de las en- tregar». En todo caso, sí obtuvo compensaciones: la tenencia de la villa de San- taella y 60.000 mrs. de juro sobre las alcabalas de ese lugar, aparte de un oficio 27. PALENCIA, D. IV, L. XXXI, c. X y L. XXXII, c. IV. Cuarta Década... Ob. cit., vol. II, pp. 43 y 57. R.G.S., 1477, diciembre f.° 478; 1478, febrero f.° 31, marzo f.° 43, abril f.° 65, 83, 85, septiembre f.° 72, 79 y 106. Tumbo I, 239 y 256, vol. II, pp. 141-142 y 183-184. 28. ROS., 1478, abril f.° 74. VALERA. Crónica..., c. XLIII Ob. cit., p. 128. PULGAR. Crónica... 2. p., c. LXXIII. Ob. cit., pp. 328-329. BERNALDEZ. Memorias..., c. XXXI. Ob. cit., p. 72. Vid. apartado 11.2. 29. Tumbo I, 311, 315, 345, vol. II, pp. 259-260, 265-266 y 317. Tumbo II, 10, 23, 32, 33, 68 y 91, vol. III, pp. 14, 37, 47-49, 91-94 y 136-137. En el caso de Encinasola los Reyes llegaron a acordar la entrega de una gratificación al alcaide que habían ordenado destituir y que se resistía firmemente a ello, aunque no acceden a la suma de 800.000 que éste había solicitado. Tumbo II, 36, vol. III, pp. 51-52. 30. PALENCIA, D. IV, L. XXXII, c. VII. Cuarta década... Ob. cit., vol. II, p. 66. [9] 225 PAULINA RUFO YSERN de veinticuatro de Córdoba en favor de su hijo Juan de Godoy. Sancho de Avi- la, nombrado corregidor de Carmona, pasaría a ostentar la alcaidía de los al- cázares de la villa31. En Ecija se había producido cierto desorden con motivo de la ocupación por parte de ciertos regidores de la ciudad de la torre y fortaleza de La Mon- clova en febrero de 1476. En octubre del ario siguiente los Reyes ordenaron a Cristóbal de Eslava y Rodrigo de Lamas que las restituyeran, emplazándolos para que compareciesen ante el Consejo Real a responder de su acción. Sin embargo, el 14 de diciembre de ese mismo ario SS.MM. les concedían perdón por éste y otros delitos, aunque habían sufrido ya las penas de prisión y destie- rro a que los condenó Luis Portocarrero. Según Pulgar, éste, que ocupaba el citado alcázar, sería privado por los Reyes de todos sus poderes a su paso por la ciudad, pero esta noticia es inexacta. En todo caso, en agosto de 1476 Luis Portocarrero tenía en sus manos la guarda de las puertas de la ciudad en su calidad de asistente, lo que nos hace sospechar que la fortaleza lo estaría tam- bién32. 11.1.2. Reino de Córdoba Son escasas las noticias que las fuentes que hemos consultado nos ofrecen en torno a la actuación que en relación con las fortalezas situadas en el área cordobesa siguieron los Reyes desde su llegada a Córdoba. Dominada, al igual que Sevilla, por dos bandos rivales —como ya hemos tenido ocasión de comen- tar—, éstos se repartían el control de la mayor parte de las fortalezas de la zona, incluyendo los alcázares de la ciudad. Al principio del reinado de los nuevos monarcas, don Alfonso de Aguilar ocupaba, además del alcázar y de la torre de la Calahorra de Córdoba, las for- talezas de Hornachuelos, La Rambla, Montoro, Santaella, Bujalance, Pedro- che y Castro del Río, así como los castillos de Andújar y Marmolejo. En abril de 1475 los Reyes confirmarán a don Alfonso de Aguilar las tenencias de los alcázares de Córdoba, del castillo de la Judería y la Calahorra de esa ciudad, y la de Antequera y la fortaleza de Andújar, a la vez que se hacía lo propio con el conde de Cabra respecto a la alcaidía de Alcalá la Rea133. El 7 de octubre de 1477, sin embargo, los Reyes ordenaban al señor de Aguilar entregar tanto el alcázar como la Calahorra a uno de sus criados, que enviaban a esa ciudad con tal fin. En 1478 la alcaidía del alcázar viejo sería desempeñada por el co- rregidor de la ciudad, Francisco de Valdés. Asimismo, se le mandó devolver 31. PALENCIA, D. IV, L. XXXII, c. X. Ibíd., pp. 76-77. PULGAR. Crónica..., 2.° p., c. LXXIII. Ob. cit., pp. 328-329. R.G.S., 1478, febrero f.° 5, junio f.° 44; 1479, julio f.° 94. 32. PALENCIA, D. IV, L. XXXIII, c. II. Ibíd, p. 83. R.G.S., 1476, agosto f.° 559; 1477, octubre f.° 32. 33. PULGAR, Ibíd., c. LXXVIII, pp. 332-333. C. QUINTANILLA. Nobleza y señoríos... Ob. cit., pp. 127-130. 226 [10]
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