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Los Gobiernos Progresistas Latinoamericanos En El Siglo XXI PDF

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2 L OS GOBIERNOS PROGRESISTAS LATINOAMERICANOS DEL SIGLO XXI E NSAYOS DE INTERPRETACIÓN HISTÓRICA 3 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Rector l ENRIQUE LUIS GRAUE WIECHERS Secretario General l LEONARDO LOMELÍ VANEGAS Secretario Administrativo l LEOPOLDO SILVA GUTIÉRREZ Abogada General l MÓNICA GONZÁLEZ CONTRÓ Director General de Publicaciones y Fomento Editorial l SOCORRO VENEGAS PÉREZ FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES Directora l ANGÉLICA CUÉLLAR VÁZQUEZ Secretario General l ARTURO CHÁVEZ LÓPEZ Secretario Administrativo l JUAN MANUEL LÓPEZ RAMÍREZ Jefe del Departamento de Publicaciones l ILAN EDWIN GARNETT RUIZ FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 4 L OS GOBIERNOS PROGRESISTAS LATINOAMERICANOS DEL SIGLO XXI E NSAYOS DE INTERPRETACIÓN HISTÓRICA F G , J W , M M RANCK AUDICHAUD EFFERY EBBER ASSIMO ODONESI UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 5 Esta investigación arbitrada a “doble ciego” por especialistas en la materia, se privilegia con el aval de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM. Este libro fue financiado con recursos de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA) de la Universidad Nacional Autónoma de México a través del proyecto: "Movimientos antagonistas en México y América latina" como parte del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) con número de registro IN302716 coordinado por el doctor Massimo Modonesi. Los gobiernos progresistas latinoamericanos del siglo XXI Ensayos de interpretación histórica Franck Gaudichaud, Jeffery Webber, Massimo Modonesi Primera edición: 24 de abril de 2019. D.R. © Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Circuito Cultural Mario de la Cueva, Ciudad Universitaria C.P. 04510, Alcaldía Coyoacán, CDMX. ISBNe: 978-607-30-1770-1 Diseño de portada y cuidado de la edición: Domingo Cabrera Velázquez. Esta publicación no puede ser reproducida ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electro-óptico, por fotocopia o cualquier otro sin el permiso previo por escrito de la Universidad Nacional Autónoma de México. Impreso en México / Printed in Mexico. 6 Í NDICE Presentación .......................................................................................................7 Capítulo 1 Conflictos, sangre y esperanzas. Progresismos y movimientos populares en el torbellino de la lucha de clases latinoamericana ..................................13 Franck Gaudichaud Capítulo 2 Mercado mundial, desarrollo desigual y patrones de acumulación: la política económica de la izquierda latinoamericana ................................97 Jeffery Webber Capítulo 3 El progresismo latinoamericano: un debate de época ................................181 Massimo Modonesi Conclusiones ...............................................................................................230 7 P RESENTACIÓN En el primer quinquenio del 2000 se produjo en América Latina una oleada de derrotas electorales de los antes “invencibles” partidarios del neoliberalismo y la correspondiente apertura de uno de los más grandes procesos de recambio relativo de los grupos dirigentes que ha visto la historia de la región. Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia, Uruguay, Ecuador, Nicaragua y El Salvador, en una breve secuencia que se aceleró entre 2002 y 2006, pasaron a ser gobernados por partidos y presidentes que se declaraban antineoliberales. Así, en la primera década del siglo XXI, se contaron tantos gobiernos de tinte progresista como no se veían desde los años treinta y cuarenta del siglo anterior. Estos gobiernos lograron instalar cierto grado de hegemonía que les permitió sostenerse por un ciclo temporal sorprendentemente largo –que varía entre 10 y casi 20 años de gobierno- que incluyó tres procesos constituyentes, varias re-elecciones presidenciales, logrando inclusive sostener el recambio del titular del ejecutivo al interior del mismo partido (salvo el de Bolivia y Nicaragua). Sin embargo, en los últimos años, por múltiples razones que se analizarán en el libro, este proceso entró en una etapa de agotamiento –el llamado “fin de ciclo”– que se manifestó en la derrota electoral en Argentina en 2015, el golpe institucional en Brasil 2016, la negativa plebiscitaria a la re- elección de Evo Morales en Bolivia ese mismo año, la apretada victoria de Lenin Moreno en 2017 y su casi inmediato enfrentamiento con Rafael Correa en Ecuador, y que se presenta en forma explosiva tanto en la crisis venezolana desde 2014 como en la del “orteguismo” en Nicaragua en 2018. Tratando de dar cuenta de forma integral del ascenso, consolidación y crisis de estas experiencias políticas, en este libro se pretenden ofrecer claves de lectura para atender los desafíos analíticos relacionados con dos elementos trascendentes, que le otorgan un valor que inclusive rebasa la dimensión latinoamericana: su historicidad y su politicidad. La historicidad del ciclo progresista es evidente en el corto plazo ya que constituye un capítulo significativo de historia del tiempo presente –que podemos llamar provisionalmente las dos décadas del progresismo latinoamericano–, 8 PRESENTACIÓN marcado por la línea de tensión neoliberalismo-antineoliberalismo-posneoli- beralismo, por la discontinuidad que introdujeron los gobiernos, su discurso y sus prácticas, respecto del ciclo neoliberal anterior. De allí que se justifique la expresión de “cambio de época”. Al mismo tiempo, y esto interpela la caracterización de su politicidad, no es igualmente evidente su alcance en términos de “hacer época”, lo cual, como sugería Gramsci, implica marcar un quiebre profundo y duradero, una diferencia cualitativa que podríamos enmarcar en la distancia que separa un cambio de una transformación, que rebasa el nivel estrictamente político para sedimentar a nivel estructural y cultural. En este sentido, los gobiernos que se proclamaron posneoliberales e incluso revolucionarios, fueron evaluados con esta vara tanto desde su derecha como su izquierda y, en ambos casos, por ir demasiado lejos o por quedarse cortos respecto de las proclamas y las aspiraciones. La historiografía de las próximas décadas, sopesando estos fenómenos en un impacto que todavía no podemos medir plenamente, nos permitirá evaluar el alcance de estas dos décadas progresistas en el mediano y largo plazos. Un alcance que podría llegar a compararse, mutatis mutandi, con el impacto de los gobiernos progresistas latinoamericanos de los años treinta y cuarenta, los cuales fueron la consecuencia de otra oleada o ciclo de movilización popular y que operaron como solución de compromiso, como forma de temperar y desactivar el conflicto, abriendo una época de revolución pasiva que resultó bastante exitosa en el corto plazo, pero se agotó inexorablemente en el mediano plazo. En esta inflexión hegemónica, apareció otro ciclo de movilización y de conflicto que inició entre finales de los años cuarenta y mediados de los años cincuenta y terminó en los años setenta, con la oleada militarista que arrasó con las diversas expresiones –nacional-populares y socialistas revolucionarias– de movi- mientos populares construidos y fortalecidos a lo largo de –por lo menos– medio siglo de historia. La hipótesis de que existan rasgos similares en la configuración de estos dos ciclos históricos merece ser explorada por medio un tratamiento mucho más profundo y sistemático, pero podemos prever que será parte de un ejercicio comparativo y de un análisis de los ciclos políticos de mediana duración en América Latina. Más allá de su alcance histórico, respecto de su politicidad, es decir su composición política, la experiencia latinoamericana planteó su propia contribución al debate-proceso de renovación/reconfiguración de las izquierdas LOS GOBIERNOS PROGRESISTAS LATINOAMERICANOS DEL SIGLO XXI 9 a nivel mundial, a casi 30 años de la caída del muro de Berlín. Salvadas las diferencias y las especificidades que aparecerán a lo largo del libro, podemos sostener que la América Latina de inicio del siglo XXI fue caracterizada por la irrupción un antineoliberalismo desde abajo que derivó en proyecto progresista implementado desde arriba, que se proclamó posneoliberal, fue cuestionado por sus rasgos populistas y terminó siendo acorralado por una combinación de protestas surgidas a su izquierda y por la reacción restauradora de las derechas neoliberales de matriz oligárquica. La noción de progresismo es conceptualmente vasta y ambigua como lo es el campo real de las expresiones y configuraciones de izquierda, centro- izquierda y nacional-populares que conquistaron el poder estatal. Así lo entendieron los mismos gobernantes al buscar un mínimo común denominador, de la misma manera que los críticos, los opositores y los analistas intentando evidenciar un modelo o un formato transversal. Por ello, convirtiéndose en una palabra escurridiza pero omnipresente, la de “progresista” se asentó como el adjetivo calificativo con el cual convencionalmente se han caracterizado a los gobiernos y se ha vuelto, por lo tanto, una palabra clave en el léxico de los debates en curso, tanto en el terreno político como en el académico. Por otra parte, en relación con los contenidos que pretende designar, la noción de progresismo tiene la virtud de apuntar a aspectos constitutivos de los proyectos y las prácticas de estos gobiernos. En efecto, esta noción pertenece al lenguaje por medio del cual se designó, históricamente, desde la izquierda marxista, a los programas y las fuerzas sociales y políticas socialdemócratas, populistas o nacional-populares que buscaban transformar y reformar al capitalismo introduciendo dosis de intervención y regulación estatal y de redistribución de la riqueza: en el caso latinoamericano, con un nítido acento antiimperialista y desarrollista. Este último aspecto, ahora presentado como neo-desarrollismo, se conecta con la noción de progreso y contribuye a definir el horizonte y el carácter del proyecto, así como de las críticas que, desde perspectivas ambientalistas, ecosocialistas o poscoloniales, cuestionan frontalmente la idea de progreso y la de desarrollo tanto en sus expresiones de los siglos pasados como en su prolongación en el siglo XXI. Hay que señalar que, de la mano del progresismo, otro concepto polémico –sobre el cual no vamos a detenernos por la complejidad que implica– rondó el debate latinoamericano: el de populismo. Valga sólo un comentario sobre la ambivalencia de una noción que sirvió a las derechas para cuestionar, desde 10 PRESENTACIÓN posturas conservadoras o reaccionarias, el estatalismo, el asistencialismo- clientelismo y el autoritarismo, puntos críticos a los cuales las izquierdas opositoras agregaban la falta de consistencia antineoliberal y anticapitalista, un interclasismo forzado que en realidad cobijaba la continuidad substancial de las división entre clases y, en su seno, la emergencia de determinados grupos, fracciones o burocracias que ocupaban lugares cruciales en las relaciones de dominación. El cerco hacia la hipótesis y las prácticas progresistas, cuestionadas bajo el rótulo de populistas, se intensificó a partir de que, a partir de 2013, se sintieran los efectos de la crisis económica mundial de 2008 y, por lo tanto, los gobiernos ya no dispusieran de los recursos para garantizar tanto la acumulación como la redistribución de la riqueza. Desde abajo y a la izquierda del progresismo, a veces desgajándose de los perímetros de las alianzas y coaliciones de gobiernos, otras desde una independencia nunca abandonada, brotaron diversas experiencias de luchas, movilizaciones y protestas que, sin lograr articular una alternativa de izquierda consistente y manteniéndose dispersas o esporádicas, mostraron grietas y rupturas en el flanco izquierdo de la hegemonía progresista. Sin embargo, en el contexto de una crisis que se hacía orgánica, fueron las derechas latinoamericanas, como lo señalamos al principio, las que aprovecharon la coyuntura para recuperar la iniciativa política que habían perdido a mediados de los años 2000. Una recuperación relativa que está mostrando muy rápidamente su límite, no sólo porque no ha logrado extenderse y generalizarse y porque, tanto en Brasil como en Argentina, el proyecto restaurador de las élites neoliberales y de las viejas oligarquías se presentó de forma brutal, sin tapujos ni veleidades de construcción de consenso, mostrando la rapacidad y el cinismo en el ejercicio de gobierno, así como la ineficacia de las fórmulas económicas. En el escenario actual, abierto a múltiples desenlaces, hay que reconocer que el progresismo, a pesar de su indiscutible crisis y de sus evidentes miserias, no ha muerto ni terminado en el basurero de la historia sino que continua siendo una opción que se coloca como alternativa a la derechización en el terreno de la disputa del poder estatal, mientras que las izquierdas sociales o anticapitalistas, los movimientos y las organizaciones en lucha se mantienen en el respetable e imprescindible pero acotado terreno de la resistencia, con dificultad para constituirse como polos de acumulación y de expansión de

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