ÍNDICE PASEN Y VEAN 13 PRIMERA BOBINA CUESTIONES PSICOLÓGICAS 1. Lo QUE NO SE PUEDE CONSEGUIR A FUERZA DE VOLUNTAD. I. El coleccionista 19 2. Lo QUE NO SE PUEDE CONSEGUIR A FUERZA DE VOLUNTAD. II. WOODY ALLEN Y LA LEYENDA INTELECTUALISTA. Hannah y sus hermanas 33 3. Lo QUE NO SE PUEDE CONSEGUIR A FUERZA DE VOLUNTAD. III. Ciudadano Kane 53 4. FABRICAR FOBIAS. La naranja mecánica 73 5. EL ABURRIMIENTO COMO FUENTE DE MALDAD. Calle Mayor. 81 10 SEGUNDA BOBINA CUESTIONES MORALES 6. LA FORMACIÓN DEL GUSTO MORAL. I. Almas desnudas 101 7. LA FORMACIÓN DEL GUSTO MORAL. II. La ley del silen cio 115 8. No TODO VALE. Uno de los nuestros, El triunfo de la vo luntad, Recuerdos 127 9. CÓMO COMBATIR LA FALTA DE VOLUNTAD. El hombre del brazo de oro, Días sin huella 135 10. LA TENTACIÓN DEL BIEN. Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú? 159 11. Luz QUE AGONIZA. Vivir, BladeRunner 171 12. OTRAS VIDAS SON POSIBLES. Family Man, La vida en un hilo 189 13. EL ÁRBOL DE DECISIÓN VITAL. Family Man, Varque Jurási co, El efecto mariposa, ¡Qué bello es vivir! 207 14. UN PAISAJE RUGOSO 225 15. APETITO FÁUSTICO. Desafío total, La rosa púrpura de El Cairo, Las zapatillas rojas 235 16. LA PREFERENCIA ÉTICA POR VIVIR EN UN MUNDO REAL. I. Matnx, Desafío total 253 17. LA PREFERENCIA ÉTICA POR VIVIR EN UN MUNDO REAL. II. El show de Truman 283 ÍNDICE 11 18. LAS SALAS DE CINE «FAUSTO» 293 «THE END». UN FINAL CASI STENDHALIANO. Casablanca 313 TÍTULOS DE CRÉDITO 323 LISTA DE PELÍCULAS COMENTADAS 325 PASEN Y VEAN Usté libro pretende ser a la vez una introducción a la filosofía para amantes del cine y una introducción al cine para amantes de la filo sofía (filofílósofos). En cuanto a lo primero, los aficionados al cine encontrarán aquí algunas de sus películas favoritas, piezas del cali bre de Casablanca, Ciudadano Kane o La ley del silencio, por poner solo algunos ejemplos. También hallarán —quizá con un respingo de inquietud o de suspicacia— obras menos afamadas, material menos distinguido, como Family Man, a cuyo comentario, además, se dedi ca una buena cantidad de papel. Que no le extrañe: el criterio para seleccionar una película ha sido, en primer término, la fuerza con que en ella queda ilustrada una determinada cuestión filosófica, y solo después he tenido en cuenta su calidad estética. Los largometrajes que le convido a contemplar están vistos con la «deformación profesional» de quien ha dedicado una buena can tidad de años a estudiar filosofía; y una y otra vez le iré señalando —acaso con innecesario apremio—: «Fíjese en este detalle, no deje pasar este otro y, sobre todo, por nada del mundo permita que su atención se distraiga de esta escena, en que se trasluce un cierto pro blema filosófico con un brillo especial». Aunque me dedico a esto machaconamente, espero que no me considere tan filisteo como para evaluar una película por la cantidad de «mensaje filosófico» que lleve a sus espaldas. Estoy persuadido de que ese mensaje filosó fico, cuando existe, casi siempre está ahí de forma involuntaria; y de que, por otro lado, su presencia en nada aumenta (ni tampoco dismi- 14 nuye, claro) la prestancia estética de esa película. Si sucede que la casi totalidad de las cintas que comento son también obras maestras, ello obedece a la circunstancia anodina de que me gusta el gran cine y recuerdo mejor sus más altas cúspides, con independencia de que lleven consigo algo que un filofilósofo (alguien separado por dos amorosos peldaños de la sabiduría) pueda echarse a la boca. Este ensayo es también una introducción al cine para filósofos, y esto sí requiere algo más de aclaración. No he conocido a nadie que pertenezca a ese género de degenerados a quienes no gusta el cine, de modo que es seguramente superfluo pretender crear afición a una de las formas de arte más populares desde el siglo XX hasta aquí. Pero sí he conocido a muchos profesores y estudiantes de filosofía que se lamentaban de que en esta disciplina no abundan los buenos ejemplos que den vida a las distintas teorías expuestas. Pues bien, este es un libro de filosofía en el que las cosas suceden al revés: los ejemplos son enviados por delante en casi todos los casos y solo a la vez (o con posterioridad) se les exprime el zumo teórico que contie nen. Ese surtido de ejemplos está extraído, como cabía imaginar, del cine, de modo que quien piense que una imagen vale más que mil palabras encontrará aquí ampliamente confirmadas sus sospechas. Los aficionados a la filosofía quedan invitados a contemplar en los fotogramas de algunas de las mejores películas que jamás se han he cho los reflejos de las teorías que tienen que explicar o comprender. No albergue temor de que le destripe el argumento de estos largo- metrajes: creo (y espero) que tendrá más ganas de verlos después de lo que tenga que contarle de ellos. El propósito de este ensayo es in tensificar la contemplación de las películas, no sustituirla. Aunque en las siguientes páginas salen a escena algunos de los fi lósofos clásicos (Sócrates, Platón, Aristóteles, san Agustín, Kant o Nietzsche), también comparecen otros más actuales y que probable mente, con el correr del tiempo, pasen a engrosar la nómina de los clásicos: figuras como John Rawls, Robert Nozick o Jon Elster. Bue na parte de las materias tratadas son también las inexcusables y pe rennes de la filosofía: el amor, la muerte, la felicidad, la racionalidad, la maldad, la falta de voluntad, el azar... Pero otras pueden ser nove- PASEN Y VEAN 15 dosas hasta para los más versados en filosofía: los subproductos, la formación del gusto moral, la tentación del bien (mucho menos co nocida que la tentación del mal), el apetito fáustico o las rugosidades de la elección racional. Espero, pues, que el libro diga algo nuevo también a los entendidos o, cuando menos, que les diga lo que ya sa bían de forma nueva. Quizá usted en concreto eche en falta algunos de sus asuntos predilectos. El autor solo puede decirle que se en cuentra al presente preparando otras dos «bobinas»: una dedicada a cuestiones políticas y otra a asuntos metafísicos. Quizá en ellas loca lice lo que aquí no encuentra. El que leyere no debe tomarse muy a pecho la distinción entre cuestiones psicológicas y cuestiones morales. La separación del con tenido del libro en dos «bobinas» es, en parte, y como no podía ser de otro modo, arbitraria; y la frontera entre ellas es enormemente porosa: las cuestiones psicológicas tienen aspectos morales eviden tes, y estos últimos se basan en supuestos básicos de la psicología hu mana. En conjunto, el libro puede verse como, en lo fundamental, una iniciación a algunos de los asuntos centrales de la ética; una ini ciación tal vez no muy al uso, pero espero que no exenta de interés. Y, sin más preámbulos, pasen y vean.
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