A mis hijos: Karí Banía Gabriela Gabriel Guillermo Aída Marcela Natalia IINNDDIICCEE EN LA SELVA DE MONTAÑA CAPITULO I: IMPORTANCIA DE MORGAN Morgan y su obra Del derecho a la antropología Las obras invisibles La visión de totalidad Cambio, contenido y forma La danza como factor de reproducción social Vigencia de las categorías El comunismo primitivo en la arquitectura doméstica Etnohistoria azteca Geografía india y territorialidad Familia contra parentesco: ¿cuál funda la sociedad? CAPITULO II: EL HOMBRE Y SU OBRA Las sociedades “secretas” Hacia los iroqueses: el etnógrafo Hacia el mundo entero: el antropólogo histórico ¿Amigo de los indios y enemigo de los negros? “Sistemas de consanguinidad y afinidad de la familia humana” “La sociedad primitiva” Política, evolucionismo y antropología CAPITULO III: ¿HISTORIA O TEORÍA DE LA HISTORIA? La societas como objeto de la antropología El modelo teórico El hombre nació de la experiencia Continuidad y discontinuidad históricas Períodos étnicos y realidad El tiempo y la lógica histórica no coinciden Teoría y realidad no son idénticas Períodos étnicos y condición social El camino metodológico Cortar es hacer historia “Remontarse de lo abstracto a lo concreto” El método de exposición Lewis Henry Morgan: confesiones de amor y odio 2 CAPITULO IV: DESARROLLO DESIGUAL Los ritmos de la historia Difusión, necesidad y cambio Período étnico y modo de producción Desarrollo social y conocimiento CAPITULO V: TEORÍA DE LA TRANSICIÓN Y EL CAMBIO Transición entre los kamilaroi La organización kamilaroi y su transformación Cambios de forma, cambios de contenido Tendencia histórica de la transición Momento histórico-concreto y no general La gens iroquesa Desenvolvimiento de la familia Del gentilismo al estado en Grecia y Roma La gens en la historia Epistemología de la transición CAPITULO VI: PAPEL DEL INDIVIDUO EN LA HISTORIA Historia: ¿Conciencia o inconsciente? Conciencia colectiva e individuo Adiós al subjetivismo histórico El individuo en la historia Mito e historia CAPITULO VII: EL PODER CREADOR DE LA PALABRA Origen de la Liga de los Iroqueses Palabra y pensamiento El peinador de serpientes Montezuma: el que habla (el tlatoani) Palabra y democracia Reproducción social: las danzas iroquesas La “Nueva Religión” CAPITULO VIII: FORMACIÓN DE LA HUMANIDAD Creacionismo, degradación humana y racismo “La infancia de la humanidad” Cómo el ser humano aprendió a pensar El “idealismo” de Morgan Lógica natural y gérmenes originarios La base material: artes de subsistencia Fundamentos de la unidad humana ¿Hay una teleología en Morgan? Lewis Henry Morgan: confesiones de amor y odio 3 Mirando hacia el pasado Constitución del proceso histórico Visión indígena de la historia Establecer las secuencias Hacia una arqueología de la historia Universalización de la historia ¿Bárbaros y salvajes también son “nosotros”? Mirando desde adentro La ciencia de la diversidad No hay un fin de la historia CAPITULO IX: UNIDAD DE LAS SOCIEDADES AMERICANAS ¿Etnología sobre o para los indios? El comunismo americano Diversidad contra unidad Conceptos de contenido y forma Visibilidad e invisibilidad Reducción a la unidad El grupo doméstico comunista: célula de la sociedad aborigen americana Unidad de la familia Ganowaniana CAPITULO X: LA LIGA DE LOS IROQUESES Un lugar para los indios en la historia universal El gobierno iroqués Geografía iroquesa La Gran Casa Larga Nación norteamericana e iroqueses CAPITULO XI: ¿INTEGRACIÓN O AUTONOMÍA? El integracionismo El espíritu de cacería La exaltación del indio Propiedad privada contra propiedad colectiva Rechazo a la parcelación de las tierras CAPITULO XII: COMUNISMO ABORIGEN AMERICANO Ley de la hospitalidad Modo de vida comunista Propiedad colectiva y posesión Comida colectiva Concepto de totalidad El comunismo: ¿pasado o futuro de la humanidad? Lewis Henry Morgan: confesiones de amor y odio 4 CAPITULO XIII: LA CONFEDERACIÓN AZTECA Dos concepciones en lucha La Confederación Azteca La gens Fundación de Tenochtitlán Tenencia de la tierra Diferenciación entre contenido y forma El Consejo de Jefes Montezuma: ¿emperador o jefe militar? ¿Gens arcaica o moderna? Estructura metodológica general CAPITULO XIV: LA PROPIEDAD TAMBIÉN PASARÁ Formas de propiedad La concepción de Morgan y el marxismo Papel del parentesco en la producción y reproducción social CAPITULO XV: NOTAS SOBRE FAMILIA Y PARENTESCO Elementos del parentesco Lazos de sangre Terminología Conceptos de ordenamiento y jerarquización El ir de lo complejo hacia lo simple Causas y formas del cambio Relaciones genéticas Realidad de las categorías Planes de gobierno Segmentación e integración Relación familia-parentesco Fratría, padre y genitor ¿Hipótesis inverificables? Un balance CAPITULO XVI: CONFESIONES DE AMOR Y ODIO Confusión de niveles ¿Difusionismo, evolucionismo o funcionalismo? La noción de necesidad Realidad y simbolización La historia es historia natural Tres lecturas La estructura de relaciones Las bases materiales Teoría de la transición y el cambio Lewis Henry Morgan: confesiones de amor y odio 5 Morgan, ¿teórico comunista? Materialismo contra religión Morgan, ¿racista? El imperio de la ignorancia Un fundador CAPITULO XVII: FUTURO DE LA ETNOLOGÍA AMERICANA BIBLIOGRAFÍA EENN LLAA SSEELLVVAA DDEE MMOONNTTAAÑÑAA Es 1969. El Departamento de Antropología de la Nacional bulle y se agita. Hace meses que se discute un nuevo plan de estudios. Pero ahora toda la universidad, todas las universidades del país hierven. La academia tradicional es blanco de la lucha del movimiento estudiantil; los planes gringos para su reforma también son atacados. El marxismo y el aliento revolucionario son la guía. La exigencia en antropología es clara: la teoría creada por Marx debe ser el eje del nuevo plan. Los estudiantes proponemos cuatro semestres de Marx. Los profesores están horrorizados. No quisieran ninguno, pero su fuerza no es bastante para conseguirlo. Engels ha dicho que Morgan, Lewis Henry Morgan, descubrió por su cuenta y a su manera el materialismo histórico. Se discute febrilmente y se ve allí la solución. Los seminarios y las asambleas se suceden. Y salta la propuesta. Queremos dos semestres para estudiar a Marx. Y dos dedicados a Morgan. Son cuatro para el marxismo. Los meses pasan. Los semestres corren. La propuesta se mantiene. Y, al fin, el triunfo. El nuevo plan incluye lo pedido. Pero no hay profesores ni textos para dictar Morgan ni otros cursos. La universidad, al aprobar el plan, se compromete a preparar o a conseguir los profesores. A adquirir o editar las obras. El comienzo es promisorio y se inicia el proceso para publicar La sociedad primitiva de Morgan. Pero el camino siguiente es un calvario. Cuando el curso se dicta por vez primera, el texto no ha visto aún la luz, ni la verá durante mucho tiempo. Vana Lewis Henry Morgan: confesiones de amor y odio 2 esperanza, pues los otros libros nunca se publican y los recursos docentes no aparecen. A última hora se hace el intento de conseguir los profesores. Se abren convocatorias, iniciando un camino muchas veces repetido: antropólogos desempleados o no aspiran al puesto, logran “sortear” las pruebas e ingresan. Solo para sabotear los cursos colocados a su cargo, como aquel que los bautizó desde un comienzo como Mandrake I y Mandrake II. Solo para entonar desde el primer instante su cantinela repetida por años: Morgan está revaluado, refutado, superado. No lo han leído, es cierto, pero no faltan autores extranjeros que así lo han dicho y es agradable repetirlo, como loros. Solo para lamentar como plañideras: “En Morgan no hay suficiente materia para trabajar durante dos semestres, si acaso uno”; cuando a duras penas han malmirado La sociedad primitiva. Solo para cacarear sobre su pretendido evolucionismo lineal, sin lograr demostrarlo nunca. En fin, solo para terminar escurriendo el bulto, abriendo paso, una y otra vez en sucesión interminable, a nuevos concursos y a nuevos aspirantes. Con el tiempo, se me asigna el curso sin otro argumento que el de haber estado entre los estudiantes que lo propusieron y haber sido el profesor que le dio su espaldarazo para la aprobación definitiva. Y acepté el reto. Reconociendo de entrada no conocer al autor con suficiencia, pero estando dispuesto a conocerlo. Aceptando haber leído La sociedad primitiva e ignorar los otros textos, pero pronto a leer y releer lo necesario. Habiéndome movido un poco, como tantos, entre la obra de críticos y exégetas (uno de los cuales traduje del francés al castellano), recordando sus argumentos y asombrándome, sobre todo, que coincidieran en referirse casi exclusivamente a la obra traducida a nuestra lengua, como si las otras, escritas durante treinta años, no existieran. Lewis Henry Morgan: confesiones de amor y odio 3 No fue amor a primera vista ni fue fácil. Pero allí se inició un trabajo, una relación con Morgan que ya dura quince años. Rastrear los ejemplares de sus obras. Meterles el diente sin conocer su lengua. Enfrentar un inglés, extraño a veces. Avanzar al comienzo con lentitud desesperante. Enfrentar a estudiantes de aquellos que se asombran ante fachadas de sapiencia sin advertir que ocultan abismos de ignorancia, pero que se revuelven como víboras sobre una parrilla al rojo ante el público reconocimiento de las limitaciones que se tienen. Que no soportan el llamado a conocer juntos, pues los aterra. Que prefieren la plácida comodidad de recibir todo masticado a los sobresaltos y dificultades de descubrir las cosas por sí mismos. Que prefieren la mentira lanzada con la seguridad de la verdad a la confesión de la ignorancia, unida a la intención de subsanarla. Y fue un descubrimiento. No el esplendoroso paisaje que se abre repentino ante los ojos en una vuelta del camino. No, más bien la esquiva riqueza mineral que se descubre en la más profunda veta bajo la gigantesca montaña, y se arranca al filón con sudor y esfuerzo, grano a grano. Fue encontrar al pionero y seguir sus pasos en el desbrozar caminos. Y aprender a quererlo a través de su tarea. Hace años. Estoy en las cabeceras de El Engaño, una quebrada que cae al río El Pedral y luego se precipita con él, restallando y espumeando contra enormes rocas, hacia el río Garrapatas. Es la zona embera-chamí del noroccidente del Valle del Cauca. Bonifacio se me acerca mientras desayuno y me pregunta si quiero que vayamos juntos al Chocó, pero no por la trocha conocida y lejana sino cerro arriba, hasta llegar al filo de la Serranía de los Paraguas. Acepto y pasamos el día alistando las cosas para salir al siguiente amanecer.
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