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Lenguaje y Comunicación 3º Básico. Compartiendo cuentos, juegos y aventuras. Cuaderno de trabajo PDF

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3° Básico C ompartiendo cuentos, juegos y aventuras o j a b a r T e d o n r e d a u C LENGUAJE y COMUNICACIÓN Asesoría a la Escuela para la Implementación Curricular en Lenguaje y Matemática, LEM Nivel de Educación Básica División de Educación General Ministerio de Educación República de Chile Autoras: Universidad de Concepción Beatriz Figueroa S. Mariana Aillon N. Gloria Sanzana V. Ministerio de Educación: Sonia Jorquera C. Colaboradora: Alicia Salinas A. Revisión y Corrección de Estilo Josefina Muñoz V. Coordinación Editorial Claudio Muñoz P. Ilustraciones y Diseño: Miguel Angel Marfán Antonia Gómez Impresión: xxxxx. Marzo 2006 Registro de Propiedad Intelectual Nº xxxxxxx Teléfono: 3904754 – Fax 3810009 Cuaderno de Trabajo Tercer Año Básico TERCERA UNIDAD C ompartiendo cuentos, juegos y aventuras Mi nombre es: Mi curso es: Mi escuela se llama:   CLASE 1 Actividad  Comenta con tu curso y con tu profesora o profesor. • ¿Has leído cuentos sobre gigantes? • ¿De qué crees que se tratará el cuento titulado El gigante egoísta? • ¿Sabes lo que significa ser generoso o, por el contrario, ser egoísta? • ¿Conoces personas con alguna de esas características? Actividad  Escucha atentamente la lectura. El gigante egoísta Oscar Wilde Todas las tardes, a la salida de la escuela, los niños se habían acostumbrado a ir a jugar al jardín del gigante. Era un jardín grande y hermoso, cubierto de verde y suave césped. Dispersas sobre la hierba brillaban bellas flores como estrellas, y había una docena de duraznos que, en primavera, se cubrían de delicados capullos rosados, y en otoño daban sabroso fruto. Los pájaros se posaban en los árboles y cantaban tan deliciosamente que los niños interrumpían sus juegos para escucharlos. -¡Qué felices somos aquí!- se gritaban unos a otros.  Un día el gigante regresó. Había ido a visitar a su amigo, el ogro y permaneció con él durante siete años. Transcurridos los siete años, había dicho todo lo que tenía que decir y decidió volver a su castillo. Al llegar vio a los niños jugando en el jardín. -¿Qué están haciendo aquí?- les gritó enojado. Y los niños salieron corriendo. -Mi jardín es mi jardín- dijo el gigante. -Ya es hora de que lo entiendan, y no voy a permitir que nadie más que yo juegue en él. Entonces construyó un alto muro alrededor y puso este cartel: Era un gigante muy egoísta. Los pobres niños no tenían ahora dónde jugar. Trataron de hacerlo en la carretera, pero la carretera estaba llena de polvo y agudas piedras, y no les gustó.  Se acostumbraron a vagar, una vez terminadas sus clases, alrededor del alto muro, para hablar del hermoso jardín que había al otro lado. -¡Qué felices éramos allí!- se decían unos a otros. Entonces llegó la primavera y todo el país se llenó de flores y pajaritos. Solo en el jardín del gigante egoísta continuaba el invierno. Los pájaros no se preocupaban de cantar en él desde que no había niños, y los árboles se olvidaron de florecer. Solo una bonita flor levantó su cabeza entre el pasto, pero cuando vio el cartel se entristeció tanto pensando en los niños, que se dejó caer otra vez en tierra y se echó a dormir. Los únicos felices eran la Nieve y el Hielo. -La primavera se ha olvidado de este jardín- gritaban. -Podremos vivir aquí durante todo el año. La Nieve cubrió todo el jardín con su manto blanco y el Hielo pintó de plata todos los árboles. Entonces invitaron al viento del Norte a pasar una temporada con ellos, y el Viento aceptó. Llegó envuelto en pieles y aullaba todo el día por el jardín, derribando los techos y las chimeneas. -Este es un sitio delicioso- decía. -Tendremos que invitar al Granizo a visitarnos. Y llegó el Granizo. Cada día durante tres horas tocaba el tambor sobre el tejado del castillo, hasta que rompió la mayoría de las pizarras, y entonces se puso a dar vueltas alrededor del jardín corriendo lo más veloz que pudo. Vestía de gris y su aliento era como el hielo.  -No puedo comprender cómo la primavera tarda tanto en llegar- decía el gigante egoísta, al asomarse a la ventana y ver su jardín blanco y frío. -¡Espero que este tiempo cambiará! Pero la primavera no llegó, y el verano tampoco. El otoño dio dorados frutos a todos los jardines, pero al jardín del gigante no le dio ninguno. -Es demasiado egoísta- se dijo. Así pues, siempre era invierno en casa del gigante, y el Viento del Norte, el Hielo, el Granizo y la Nieve danzaban entre los árboles. Una mañana el gigante oyó una música deliciosa. Sonaba tan dulcemente en sus oídos que creyó sería el rey de los músicos que pasaba por allí. En realidad solo era un pajarito que cantaba ante su ventana, pero hacía tanto tiempo que no oía cantar un pájaro en su jardín, que le pareció la música más bella del mundo. Entonces, el Granizo dejó de bailar sobre su cabeza, el Viento del Norte dejó de rugir, y un delicado perfume llegó hasta él, a través de la ventana abierta. -Creo que, por fin, ha llegado la primavera- dijo el gigante; y saltando de la cama miró el exterior. ¿Qué es lo que vio?  • Ahora, continúa la lectura en silencio… Vio un espectáculo maravilloso. Por un hueco abierto en el muro los niños habían entrado en el jardín, habían subido a los árboles y estaban sentados en sus ramas. En todos los árboles que estaban al alcance de su vista, había un niño. Y los árboles se sentían tan dichosos de volver a tener consigo a los niños, que se habían cubierto de capullos y agitaban suavemente sus brazos sobre las cabezas de los pequeños. Los pájaros revoloteaban y parloteaban con deleite, y las flores reían levantando sus cabezas sobre el pasto. Era una escena encantadora. Solo en un rincón continuaba siendo invierno. Era el rincón más apartado del jardín, y allí se encontraba un niño muy pequeño. Tan pequeño era, que no podía alcanzar las ramas del árbol, y daba vueltas a su alrededor llorando amargamente. El pobre árbol seguía aún cubierto de hielo y nieve, y el Viento del Norte soplaba y rugía en torno a él. -¡Sube, pequeño!- decía el árbol, y le tendía sus ramas tan bajo como podía; pero el niño era demasiado pequeño. El corazón del gigante se enterneció al contemplar ese espectáculo. -¡Qué egoísta he sido- se dijo. -Ahora comprendo por qué la primavera no ha venido hasta aquí. Voy a colocar al pobre pequeño sobre la copa del árbol, derribaré el muro y mi jardín será el parque de recreo de los niños para siempre. Estaba verdaderamente apenado por lo que había hecho. Abrió la puerta principal con toda suavidad y salió al jardín. Pero los niños quedaron tan asustados cuando lo vieron, que huyeron corriendo, y en el jardín volvió a ser invierno.  Solo el niño pequeño no corrió, pues sus ojos estaban tan llenos de lágrimas, que no vio acercarse al gigante. Y el gigante se deslizó por su espalda, lo tomó cariñosamente en su mano y lo colocó sobre el árbol. El árbol floreció inmediatamente, los pájaros fueron a cantar en él, y el niño extendió sus bracitos, rodeó con ellos el cuello del gigante y lo besó. Cuando los otros niños vieron que el gigante ya no era malo, volvieron corriendo y la primavera volvió con ellos. -Desde ahora, este es el jardín de todos, queridos niños- dijo el gigante, y tomando un hacha derribó el muro. Y cuando al mediodía pasó la gente, yendo al mercado, encontraron al gigante jugando con los niños en el más hermoso de los jardines que jamás habían visto. Durante todo el día estuvieron jugando y al atardecer fueron a despedirse del gigante. -Pero, ¿dónde está vuestro pequeño compañero, el niño que subí al árbol?- preguntó el gigante. -No sabemos -contestaron los niños- se ha marchado. -Díganle que venga mañana sin falta- dijo el gigante. Pero los niños dijeron que no sabían dónde vivía y nunca antes 

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