ebook img

Lecciones De Vida PDF

0spanish
Save to my drive
Quick download
Download
Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.

Preview Lecciones De Vida

Datos del libro Traductor: Ávalos Cadena, Blanca Autor: Kübler-Ross, Elisabeth ©2001, Luciérnaga Colección: Elisabeth Kübler-Ross ISBN: 9788489957336 Generado con: QualityEbook v0.70 LECCIONES DE VIDA Elisabeth Kübler-Ross David Kessler Dos expertos sobre la muerte y el morir nos enseñan acerca de los misterios de la vida y del vivir Nota para el lector Este libro es el resultado de una estrecha colaboración entre Elisabeth Kübler-Ross y David Kessler. Las historias clínicas y experiencias personales están tomadas de sus conferencias, talleres y conversaciones con pacientes y familias. A veces conciernen a David, otras veces a Elisabeth, y otras a ambos. Para mayor claridad, empleamos el plural «nosotros» referido a Elisabeth y David en todo el texto, salvo en historias clínicas y experiencias personales, en las que las de Elisabeth van precedidas por sus iniciales, EKR, y las de David por las suyas, DK. Agradecimientos A Joseph, por facilitarme el camino para escribir otro libro. A Ana, que mantiene el buen orden doméstico, lo que me permite permanecer en casa en lugar de ir a un hospicio para ancianos. Y a mis hijos, Barbara y Kenneth, que me estimulan a seguir activa. ELISABETH En primer lugar, mi profundo agradecimiento a Elisabeth por el privilegio de escribir con ella este libro. Su sabiduría, autenticidad y amistad han hecho que ésta sea la gran experiencia de mi vida. Gracias a Al Lowman, de Autores y Artistas, por creer en la importancia de este trabajo. Su consejo, apoyo y amistad son genuinos regalos en mi vida. Mi gratitud a Caroline Sutton de Simón & Schuster, por su perspicacia, cuidado y maestría en la edición. Gracias también a Elaine Chaisson, doctora en Filosofía, B. G. Dilworth, Barry Fox, Linda Hewitt, Christopher Landon, Marianne Williamson, Charlotte Patton, Berry Perkins, Teri Ritter, enfermera diplomada, Jaye Taylor, al doctor James Thommes y al doctor Steve Uribe; cada uno en su especialidad, hicieron su personal aportación a este libro. DAVID Mensaje de Elisabeth Todos tenemos lecciones que aprender en el transcurso de este tiempo llamado vida, y esto se hace especialmente patente cuando se trabaja con moribundos. Los moribundos aprenden mucho al final de la vida, generalmente cuando es demasiado tarde para ponerlo en práctica. Después de trasladarme al desierto de Arizona en 1995, el día de la Madre sufrí un ataque que me dejó paralítica. Pasé varios años a las puertas de la muerte. A veces pensaba que la muerte vendría en unas pocas semanas. Otras muchas me sentía defraudada de que no ocurriera, porque estaba preparada. Pero no he muerto porque sigo aprendiendo las lecciones de la vida, mis últimas lecciones. Estas lecciones son las verdades fundamentales sobre nuestras vidas, son los secretos de la vida misma. Quería escribir otro libro, no sobre la muerte y el hecho de morir, sino sobre la vida y el vivir. Cada uno de nosotros lleva dentro un Gandhi y un Hitler. Quiero decir, simbólicamente. El Gandhi tiene que ver con lo mejor que hay en nosotros, lo más compasivo, mientras el Hitler se refiere a lo peor que hay en nosotros, nuestras negativas y pequeñeces. Nuestras lecciones en la vida suponen trabajar con nuestra pequeñez, deshacernos de nuestra negatividad y encontrar lo mejor en nosotros y en los demás. Estas lecciones son las tormentas de la vida, y nos convierten en lo que somos. Estamos aquí para sanarnos unos a otros y a nosotros mismos. No una sanación como en la recuperación física, sino una sanación mucho más profunda. La sanación de nuestros espíritus, de nuestras almas. Cuando hablamos de aprender nuestras lecciones, estamos hablando de deshacernos de asuntos inacabados. Los asuntos inacabados no tienen que ver con la muerte, sino con la vida. Abordan nuestros temas más importantes, como «Sí, he tenido una buena vida, pero ¿he sacado tiempo para vivir de verdad?». Hay muchas personas que han existido, pero que realmente nunca vivieron. Y gastaron cantidades inmensas de energía en mantener ocultos sus asuntos inacabados. Puesto que los asuntos inacabados son el mayor problema en la vida, también es el tema principal que abordamos cuando nos enfrentamos a la muerte. Muchos de nosotros dejamos la vida con una gran cantidad de asuntos inacabados; algunos sólo dejan unos pocos. Hay tantas lecciones que aprender en la vida que es imposible asimilarlas todas en el transcurso de una sola existencia. Pero cuantas más lecciones aprendemos, más asuntos acabamos, y vivimos más plenamente, vivimos realmente la vida. Y, sin importar en qué momento morimos, podemos decir: «¡Dios, he vivido!». Mensaje de David He pasado mucho tiempo con personas que estaban en la recta final de su vida. Este trabajo ha enriquecido y ensanchado mi vida. Gran parte de mi crecimiento psicológico, emocional y espiritual se debe a mi trabajo con los moribundos. Si bien me siento profundamente agradecido a aquellos con los que he trabajado y que tanto me han enseñado, mis lecciones no empezaron con ellos. En realidad empezaron muchos años antes con la muerte de mi propia madre, y continúan en el presente cuando pierdo a un ser querido. Durante los últimos años me he estado preparando para despedirme de mi maestra, mentora y amiga, muy, muy querida, Elisabeth. He pasado mucho tiempo con ella, recibiendo la enseñanza de las últimas lecciones. Habiéndome enseñado tanto sobre mi trabajo con los moribundos, ella se enfrentaba ahora con la muerte en su propia vida. Compartía conmigo lo que estaba sintiendo -ira, muchas de las veces- y sus perspectivas con respecto a la vida. Estaba terminando su último libro, La rueda de la vida, y yo escribiendo el primero, Las necesidades de los moribundos. Incluso durante esta inquietante etapa de su vida, su ayuda fue profundamente valiosa para mí, pues me proporcionó consejos acerca de la publicación, de mis pacientes, y de la vida en sí. Muchas veces me resultó terriblemente difícil salir de su casa. Solíamos despedirnos, creyendo ambos que esa vez sería la última que nos veríamos. Me alejaba llorando. Es muy difícil perder a alguien que ha significado tanto, aunque ella decía que estaba preparada. Pero Elisabeth no ha muerto; ha ido mejorando lentamente. Aún no ha llegado al final de su vida, y es evidente que la vida no ha terminado con ella. En tiempos antiguos, la comunidad solía tener lugares para reunirse donde los niños y los adultos escuchaban mientras los ancianos y ancianas contaban historias de la vida, de los desafíos de la vida, y las lecciones que pueden extraerse de los últimos momentos de una vida. La gente sabía que a veces nuestras lecciones más importantes se hallan en los momentos de mayor sufrimiento. Y sabían que la transmisión de estas lecciones era importante, tanto para los moribundos como para los vivos. Eso es lo que espero, poder transmitir algunas de las lecciones que he aprendido. Hacerlo garantiza la pervivencia de la mejor parte de los que han muerto. Encontramos muchas cosas en este largo viaje, extraño a veces, que contemplamos como vida, pero básicamente nos encontramos a nosotros mismos. Quiénes somos en realidad, qué es lo que más nos importa. Aprendemos de los momentos culminantes y de los cotidianos lo que son realmente el amor y las relaciones. Encontramos el valor para seguir adelante pese a nuestra ira, lágrimas y miedos. En el misterio de todo esto, se nos ha dado todo lo que necesitamos para hacer que la vida funcione, para encontrar la felicidad. No vidas perfectas, ni cuentos sacados de los libros, sino vidas auténticas que pueden hacer que el corazón se nos llene de sentido. Tuve el privilegio de pasar un tiempo con la Madre Teresa unos meses antes de que muriera. Me dijo que su trabajo más importante era con los moribundos, porque ella consideraba que la vida era muy valiosa. «Una vida es un logro -decía-, y morir es la culminación de ese logro.» La mayoría de nosotros no sólo somos incapaces de contemplar la muerte como un logro, sino que tampoco consideramos nuestras vidas como logros. Y, no obstante, lo son. Los moribundos siempre han sido maestros de grandes lecciones, porque cuando nos vemos empujados hacia el final de la vida es cuando la vemos con mayor claridad. Al compartir con nosotros sus lecciones, los moribundos nos enseñan mucho sobre el inmenso valor de la vida en sí. En ellos descubrimos al héroe, esa parte que trasciende todo aquello por lo que hemos pasado, y que nos transmite todo lo que somos capaces de hacer y de ser. No sólo para estar vivos, sino para sentirnos vivos. 1. La lección de la autenticidad S TEPHANIE, una mujer de cuarenta y pocos años, relató esta historia en una conferencia: «Era un viernes por la tarde de hace varios años y me disponía a salir de Los Ángeles hacia Palm Springs. No era el mejor momento para meterse en el tráfico de la autopista de Los Ángeles, pero estaba impaciente por llegar al desierto y pasar con los amigos un relajante fin de semana. »A las afueras de Los Ángeles, los coches que me precedían se detuvieron. Cuando a mi vez me detuve tras la larga hilera de coches, eché un vistazo por el espejo retrovisor para descubrir que el coche detrás de mí no paraba. De hecho, se acercaba a una velocidad tremenda. Me di cuenta de que el conductor estaba distraído y me iba a dar de lleno, y que el golpe iba a ser duro. Sabía que, teniendo en cuenta su velocidad y el hecho de que yo me encontraba casi pegada al coche parado frente a mí, estaba en un gran peligro. En aquel momento comprendí que podría morir. »Me miré las manos, crispadas en el volante. No las había apretado conscientemente: ése era mi estado natural, y era mi forma de vivir la vida. Decidí que no quería vivir de aquella manera, ni quería morir de aquella manera. Cerré los ojos, respiré profundamente, y aflojé las manos dejándolas caer a los lados de mi cuerpo. Me solté. Me entregué a la vida, y a la muerte. Después fui golpeada con enorme fuerza. »Cuando el movimiento y el ruido cesaron, abrí los ojos. Estaba bien. El coche de delante estaba hecho una ruina, el que estaba detrás, destrozado. Mi coche quedó compactado como un acordeón. »La policía me dijo que había sido afortunada por haberme relajado, ya que la tensión muscular aumenta la probabilidad de graves lesiones. Me alejé caminando, con la sensación de haber recibido un regalo. El regalo no era sólo que había sobrevivido ilesa: era mucho más que eso. Vi la forma en que había estado viviendo mi vida, y comprendí que me habían dado la oportunidad de cambiar. Me había aferrado a la vida con los puños cerrados, pero ahora me daba cuenta de que podía sostenerla con las manos abiertas, como si fuera una pluma que descansara en la palma de mi mano. Comprendí que, si podía relajarme lo suficiente para soltar mi miedo frente a la muerte, podría disfrutar realmente de la vida. En aquel momento me sentí más cerca de mí misma de lo que nunca había estado.» Como muchos otros al borde de la muerte, Stephanie aprendió una lección, no sobre la muerte, sino sobre la vida y la manera de vivir. En lo más profundo, todos sabemos que hay alguien que estamos destinados a ser. Y podemos sentir cuándo nos vamos convirtiendo en ese alguien. Lo contrario también es verdad: sabemos cuando algo no encaja y no somos la persona que estábamos destinados a ser. Consciente o inconscientemente, todos buscamos respuestas, intentando aprender las lecciones de la vida. Andamos a tientas con miedo y culpa. Vamos en busca de sentido, amor y poder. Tratamos de comprender el miedo, la pérdida, el tiempo. Tratamos de descubrir quiénes somos y cómo podemos llegar a ser realmente felices. A veces buscamos estas cosas en el rostro de nuestros seres queridos, en la religión, en Dios, o allí donde estén. Sin embargo, con demasiada frecuencia los buscamos en el dinero, en la condición social, en el trabajo «perfecto», o en otros lugares, sólo para descubrir que estas cosas carecen del sentido que esperábamos encontrar y que incluso nos producen angustia. Seguir estas pistas falsas sin una comprensión más profunda de su significado nos deja inevitablemente con una sensación de vacío, creyendo que la vida tiene muy poco o ningún sentido, que el amor y la felicidad son tan sólo espejismos. Algunas personas encuentran sentido a través del estudio, la iluminación o la creatividad. Otras lo descubren al contemplar cara a cara la infelicidad o incluso la muerte. Tal vez sus médicos les diagnosticaron cáncer o les comunicaron que sólo les quedaban seis meses de vida. Tal vez fueron testigos de la lucha por la vida de sus seres queridos o se sintieron amenazados por un terremoto o por otro desastre. Se hallaban al borde de la muerte. También estaban a punto de iniciar una nueva vida. Al mirar directamente a «los ojos del monstruo» y enfrentarse a la muerte de una forma total y plena, se entregaron a ella, y su perspectiva de la vida cambió para siempre al aprender una lección vital. Sumidas en la desesperación, estas personas tuvieron que decidir lo que querían hacer con el resto de su vida. Si bien no todas estas lecciones son agradables de aprender, todos descubren que enriquecen la textura de la vida. De modo que ¿por qué esperar hasta el final para aprender las lecciones que podríamos aprender ahora? ¿Cuáles son esas lecciones que la vida nos pide que dominemos? En el trabajo con los moribundos y con los que viven, resulta evidente que casi todos nos enfrentamos a las mismas lecciones: la lección del miedo, la de la culpa, la de la ira, la del perdón, la de la entrega, la del tiempo, la de la paciencia, la del amor, la de las relaciones, la del juego, la de la pérdida, la del poder, la de la autenticidad, y la de la felicidad. Aprender las lecciones es un poco como alcanzar la madurez. No se es repentinamente más feliz, más rico o más poderoso, sino que se comprende mejor el mundo, y se está en paz consigo mismo. Aprender las lecciones de la vida no significa hacer que la vida sea perfecta, sino contemplar la vida tal como estaba destinada a ser.

See more

The list of books you might like

Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.