Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 5, p.297-327, ene-jun, 2017 LAS REVUELTAS DE LOS VEGUEROS EN LA HABANA Y ALREDEDORES (1717-1723) [email protected] José Naranjo Río-Miranda1 Universidad Pablo de Olavide Resumen El objetivo de este artículo es mostrar lo sucedido en tres acontecimientos que tuvieron lugar sucesivamente en los años 1717, 1720 y 1723 en Cuba, pero que resonarían en diferentes plazas de la corona de España a lo largo de todo el periodo colonial. De esta manera, se analizan los motivos por los cuales estallaron estas protestas, cuál fue su balance final y contra quién fueron realmente dirigidas. La compilación y análisis de los documentos encontrados a través de la bibliografía o de la búsqueda en los archivos y su ubicación en el entorno ideológico e histórico son las herramientas metodológicas que han dado sentido y dirección a este trabajo. Este artículo contribuye con una nueva lectura a la visión de disconformidad latente a las medidas reformistas llevadas a cabo por los Borbones en el período colonial en América. Palabras Clave Revueltas – Vegueros – Cuba – Tabaco – Estanco – La Habana 1 Magíster en el programa América Latina: Mundos Indígenas, Universidad Pablo de Olavide, Sevilla. Aspirante a doctor en el programa de doctorado Historia y Estudios Humanísticos: Europa y América, Arte y Lenguas, Universidad Pablo de Olavide, Sevilla. Miembro del grupo de investigación HUM209. Integración Histórico Cultural, Desarrollo y Derechos Humanos en América Latina. Docente en el programa de Máster Derechos Humanos y de los Pueblos Originarios por la Universidad de Oriente de Valladolid, Yucatán, México. Curso 2015-2016. 297 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 5, p.297-327, ene-jun, 2017 THE VEGUEROS’ REBELLIONS IN LA HABANA AND ITS SURROUNDINGS (1717-1723) [email protected] José Naranjo Río-Miranda Universidad Pablo de Olavide Abstract The objective of this article is to provide a comprehensive analysis of the events that took place in Cuba in the years 1717, 1720 and 1723, echoing throughout the Spanish Empire. It examines the reasons behind the vegueros’ rebellions, their outcome, and in particular, their target. Methodologically, this study is based on the compilation and analysis of primary and secondary sources from private and public archives. Lack of documentary evidence explains the frequent recourse to the work by Leví Marrero, which is examined at length. Arguing that the vegueros’ rebellions were aimed, not against the monarch, but against the colonial Government’s representatives in Cuba, this paper contributes new perspectives towards the understanding of anti-monopoly revolts in the Americas. Key Words Rebellions – Vegueros – Cuba – Tobacco – Havana 298 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 5, p.297-327, ene-jun, 2017 Introducción El objetivo de este artículo es mostrar las protestas que tuvieron lugar sucesivamente en los años 1717, 1720 y 1723 en Cuba, pero que resonarían en diferentes plazas de la corona de España a lo largo de todo el periodo colonial. En el texto se analizan los motivos por los cuales estallaron estas protestas, cuál fue su balance final y contra quién fueron realmente dirigidas. Con ello se pueden vislumbrar las dificultades que entrañó el programa reformista de los Borbones, recién llegados al trono en el momento de estos acontecimientos, así como la complicada situación en la que se encontró la Corona tratando de salvaguardar los beneficios que reportaba a comienzos del siglo XVIII un producto tan cotizado como el tabaco cubano. No en vano, ante el notable empeoramiento de sus condiciones laborales, los vegueros se vieron obligados a sublevarse hasta en tres ocasiones con la intención de reclamar derechos que consideraban legítimos. A lo largo del artículo se mostrará también lo complicada que resultaba una negociación en aquellas fechas debido a la lentitud de las comunicaciones. Uno de los factores a resaltar, frecuente por otra parte en revueltas de la época moderna, es que las sublevaciones no fueron dirigidas hacia la Corona de forma directa, sino contra quienes trataron de abusar de su situación de poder y la lejanía de la metrópoli para sacar el máximo beneficio. Las revueltas fueron una de las consecuencias inmediatas del establecimiento del Estanco del tabaco, la Real Factoría de Tabacos de La Habana y los constantes abusos cometidos por los funcionarios de esta. Las vegas de tabaco crecieron a expensas de las haciendas comuneras, pero pronto cayeron estos labradores bajo la dominación de los comerciantes y hacendados, especialmente los de La Habana, pues dependían de ellos al objeto de comercializar su cosecha, y de los latifundistas porque tenían que pagarles rentas por las tierras. El sector de labradores tabacaleros que decidió unirse a las sublevaciones, pues no fueron todos ellos tal y como veremos a continuación, mostró su disconformidad con las nuevas medidas establecidas, lo cual quedó reflejado en el último estadio del conflicto, cuando decidieron rebelarse contra la autoridad hasta en tres ocasiones, siendo la última de ellas la más conflictiva, pues supuso el enfrentamiento físico con tropas reales. El gran descontento de estos labradores radicaba en que el monopolio del tabaco establecido por parte de la Real Hacienda se basaba en el pago de precios inferiores a los que hasta entonces habían 299 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 5, p.297-327, ene-jun, 2017 efectuado los comerciantes e intermediarios. En 1730 el fisco abandonó esa política, concediendo la compra del tabaco a comerciantes o arrendatarios privilegiados. A partir de 1740, esta dispensa fue concedida a la Real Compañía de Comercio de La Habana. Una vez que esta perdió su privilegio, en 1760 se organizó la superintendencia estatal, restableciéndose el monopolio en forma parecida a la de 17172. Recordemos brevemente quienes eran estos vegueros. Se trataba de trabajadores libres, procedentes en su mayoría de Canarias. Eran labradores, generalmente pequeños propietarios o arrendatarios de una porción de tierra, la vega, la cual se encargaban de cultivar. Estas vegas no solían ser de gran tamaño, hablamos de minifundios. Dichos labradores podían poseer incluso esclavos, si bien no en gran número, generalmente uno o dos, aunque en algunos casos podían tener más. A diferencia del cultivo de azúcar, el tabaco requiere una mayor dedicación, cuidados más meticulosos, exigiendo asimismo el empleo de una mano de obra cualificada y poco numerosa, en este caso los vegueros. Mientras tanto, el azúcar, se nos presenta históricamente como un producto que requiere atenciones menos específicas y una masa de trabajadores amplia y menos preparada. Alrededor del desarrollo y comercialización de ambos cultivos se ha construido la historia de la isla caribeña, de esta forma nos lo expuso Fernando Ortiz en su Contrapunteo Cubano del Tabaco y el Azúcar3, y así parece haber calado en el imaginario colectivo de la sociedad cubana. De todos modos, el excesivo peso de estos cultivos en la economía local en los siglos XVIII y XIX, sobre todo del azúcar, ha sido puesto en tela de juicio en los últimos años. Investigaciones recientes de Vicent Sanz y de otros tantos autores nos presentan una realidad más compleja y parecen rebatir, con pesados argumentos, este constructo4. Dejando a un lado la interesante hipótesis planteada, sea o no el cultivo del tabaco más meticuloso que el del azúcar, ambos formaron una parte esencial de la historia cubana y, en consecuencia los vegueros, pieza fundamental en la elaboración de uno de ellos, jugaron un papel relevante en la sociedad de Cuba allá por el siglo XVIII5. 2 Naranjo Orovio, Consuelo, Hª de Cuba, Ediciones Doce Calles-CSIC, Madrid, 2009, 92. 3 Ortiz, Fernando, Contrapunteo cubano del azúcar y el tabaco, Ed. J. Montero, La Habana, 1940. 4 Sanz Rozalén, Vicent, Esclavitud, mestizaje y abolicionismo en los mundos hispánicos, Ed. Universidad de Granada, Granada, 2015, 63-81. 5 González Ripoll Navarro, MarÍa Dolores y Alvarez Cuartero, Izaskun, Francisco Arango y la invención de la Cuba azucarera, Ediciones Universidad de Salamanca, Madrid, 2009. 300 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 5, p.297-327, ene-jun, 2017 El Período francés y el Monopolio sevillano La Guerra de Sucesión española (1701-1713) tuvo diversas implicaciones para la economía cubana. Ante la crítica situación de España, hubo que confiar a los navíos franceses la custodia de los tesoros de la Carrera de Indias, y a su vez conceder el asiento para el tráfico de esclavos a la Compañía francesa de Guinea6. Se trata de concesiones relevantes, pues por primera vez se abrían las puertas del Imperio español a una potencia extranjera, y los franceses no iban a desaprovechar la oportunidad, intercambiando esclavos por tabaco en polvo. Estos intercambios formaban parte de un ciclo más amplio, pues los esclavos contribuían a que el cultivo aumentara y la producción -que incrementaba en cantidad pero no en calidad- era adquirida de nuevo por los mercaderes galos. La Habana cobró así una importancia vital como centro neurálgico de actividades mercantiles. Pronto los gobernantes españoles comenzaron a notar las consecuencias negativas de esta intromisión francesa en el ciclo comercial. Las cantidades de tabaco que el mercado español debía recibir disminuyeron considerablemente. El producto, antes elaborado de manera cuidadosa, perdió calidad debido a las exigencias de la demanda francesa7. Son abundantes los documentos que señalan a Jean Baptiste Jonchée, factor del asiento de la Compañía Francesa de Guinea, como el promotor del primer boom tabacalero de La Habana. Sin embargo, después de Utrecht, el Asiento de esclavos pasó a manos de la Compañía del Mar del Sur, que pertenecía a Inglaterra, poniendo así fin a la denominada etapa francesa. Mientras los franceses aprovechaban el auge tabacalero de La Habana, los nuevos encargados de la Real Hacienda española trataron de aplicar los términos del mercantilismo colbertiano, intentando adquirir el control del tabaco cubano en beneficio de la Corona. Pero encontraron serias dificultades, como la escasez de navíos o la rigidez del monopolio sevillano8. Esta situación se mantuvo aun a pesar de las complicaciones atravesadas durante la Guerra de Sucesión. Un ejemplo que escenifica de manera clara las dificultades del momento se encuentra en el caso del capitán Bartolomé Garrote, quien con una dilatada experiencia en los viajes a Indias, propuso en 1705 viajar a La Habana y traer una considerable suma de tabaco -500.000 6 Crespo Solana, Ana, “Utrecht, ¿la atlantización de Europa?”, Anuario de Estudios Americanos, CSIC, Sevilla, 2015, 15- 21. 7 Marrero, Levi, Cuba, economía y sociedad, tomo VIII, Editorial Playor, Barcelona, 1976, 42. 8 Este concepto fue empleado por Leví Marrero en su obra Cuba, economía y sociedad para resaltar la inflexibilidad ejercida por los funcionarios de la Real Hacienda en Sevilla, que se ejemplifica con algunos casos a continuación. 301 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 5, p.297-327, ene-jun, 2017 libras- acarreando él con todos los riesgos de la operación. A cambio, exigía poder hacer escala en Veracruz para vender cierta cantidad de mercancías en un período de 15 días9. Eugenio de Miranda, administrador de la Renta de Tabaco en Sevilla, apoyó el proyecto al considerar la operación bastante rentable y al estimar capacitado para llevarla a cabo al capitán Bartolomé Garrote. A pesar de esto, y de saber que momentáneamente no había otros navíos que fueran a llegar a España con cargamentos de tabaco, el Consejo de Indias se negó debido a la petición de hacer escala en Veracruz, la cual consideraban inestimable puesto que perjudicaría el comercio del monopolio sevillano. Además, argumentaron que no había habido ningún precedente en estos casos. Se instaba a Garrote a esperar la salida de la flota y hacer escala únicamente en el puerto de La Habana10. Observamos con este suceso la manera de preservar a toda costa el monopolio, aun a pesar de ir contra los propios intereses y beneficios de las arcas reales en una operación que, de haberse llevado a cabo, hubiera supuesto una gran rentabilidad. Los envíos de tabaco procedentes de La Habana eran insuficientes e irregulares, y además la calidad del tabaco en polvo disminuyó considerablemente. Otro caso a tener en cuenta es, por ejemplo, el del bergantín Jesús Nazareno, que por determinadas circunstancias se vio obligado a atracar en el puerto de Bilbao, en lugar de su destino original en Canarias. Sus dirigentes solicitaron permiso para regresar a La Habana desde Bilbao, debido a la falta de tiempo para realizar el cargamento en el puerto cubano, pero esta petición les fue denegada argumentando que debían primero pasar por Cádiz y cargarse de “frutos de la tierra”, pues de lo contrario estarían perjudicando “el comercio de Andalucía”11. A pesar de lo que nos muestran los casos expuestos, y la cierta tenacidad empleada para mantener el control comercial que se ejercía desde Sevilla, resultaría esclarecedor realizar un análisis profundo sobre estas circunstancias, cuestionando la importancia política de este monopolio, su alcance y las presiones ejercidas en la corte para garantizar su mantenimiento. Las investigaciones realizadas en este aspecto nos destapan una realidad compleja, más allá del monopolio sevillano, 9 Marrero, Levi. Cuba, economía y sociedad, tomo VIII, 39. 10 Marrero, Levi. Cuba, economía y sociedad, tomo VIII, 44. 11 Archivo General de Indias (AGI), Santo Domingo, 325. Resolución del rey. 302 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 5, p.297-327, ene-jun, 2017 advirtiendo Pierre Chaunu la existencia de un complejo portuario canario-andaluz que de facto ejercía el monopolio12. Por otra parte, en Sevilla se denunciaba que el tabaco fuera molido en La Habana para venderlo con más ventaja. Las quejas eran frecuentes, también debidas a que ante la falta de tabaco procedente de La Habana se veían obligados a comprarlo en Virginia, procedente de cargamentos robados por corsarios. Incluso se consideraba en aquel entonces recurrir a comprar hojas a los moros. “Por ser cada día mayor la carestía y la falta de rama, se propuso, y el Rey aceptó, que se comprasen en La Habana cada año 3000000 de libras de tabaco, precisamente en rama, pues no es justo se lleven los moros el caudal de esta renta”13. En cuanto a los labradores habaneros “supónese la libertad... en vender sus cosechas, pero… en frutos, como la tierra los produce al beneficio y cultura, con que no se pueden quejar los naturales de La Habana, comprándoles… la hoja, pues la segunda parte, que es… la labor de cigarros o tabaco es propia regalía de S.M. en las fábricas... Los precios regulares… en La Habana son de la hoja 3 cuartos la libra y molido, de 5 a 6 (cuartos), con que dándose al labrador por la hoja bien cultivada y beneficiada… medio real de plata (17 mvs.) sale sumamente utilizado y… se adelantarán los plantíos. El labrador pocas veces muele los tabacos de su cosecha, pues quien lo ejecuta es el revendedor que compra la hoja… Por tanto, si se comprara a los cosecheros, se logrará que aquellos naturales se lleven el producto, que… hoy disfrutan bárbaros y extranjeros”. 14 Es interesante lo que nos vienen a decir las líneas anteriores, pues vemos cómo se opinaba que los labradores estaban bien pagados, pues ellos solo se dedican a cultivar el producto -que les proporciona su tierra y su cultura- mientras que la elaboración corría a cargo de la Corona, siendo esta función desempeñada en las reales fábricas. Se abogaba por comprar directamente a los cosecheros para evitar que el producto cayera en manos de extranjeros. 12 Chaunu, Pierre, “Les ports de la monarqhie espagnole- Amérique”, E-Spania, Revista interdisciplinaria de estudios hispánicos medievales y modernos, 2016. 13 Marrero, Levi. Cuba, economía y sociedad, tomo VIII, 49. 14 AGI, Santo Domingo, 324. 303 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 5, p.297-327, ene-jun, 2017 Los gobernadores Torres de Ayala y Vicente Raxa A principios del año 1708 llegaba a La Habana el gobernador Laureano Torres de Ayala, con el principal objetivo de fomentar la producción de tabaco y enviar a España la mayor cantidad posible de este producto hasta alcanzar tres millones de libras. Torres ya había residido en Cuba anteriormente y era conocedor del problema tabacalero. Por tanto, eximió de toda carga a los vegueros, mientras forzó el cobro de los impuestos a los dueños de los molinos de tabaco -60 pesos anuales- y de piedras de moler -30 pesos-15. La labor de Torres de Ayala fue impecable, logró recaudar los tres millones de libras en menos de un año, y estos fueron enviados a España. Esta cantidad reportó un beneficio tal a las arcas de la Real Hacienda que se decidió otorgar al exitoso gobernador un importante título de Castilla, de los primeros que se nombraban en Cuba, Marqués de Casa Torres. La buena gestión del gobernador se prolongó entre los años 1710 y 1712. Numerosos documentos reconocen que la labor de este gobernador hizo crecer la producción del tabaco en rama y en polvo, al punto de calcularse que en 1712 habría unos 300 molinos de tabaco en La Habana y sus alrededores16. La buena gestión de los recursos tabacaleros realizada por el gobernador Torres dejó claro en Madrid que en Cuba, si se explotaba de la manera correcta, existía un enorme potencial para sacar grandes beneficios de la producción y venta del tabaco. Lo que tenía que evitarse era la salida de este producto hacia el mercado exterior, y gran culpa de esto la tenían los intermediarios, que distribuían cantidades considerables hacia vías privadas, o bien a través del contrabando. Otro factor importante a tener en cuenta era que podía conformarse una economía productiva del tabaco, como en el caso de Virginia. En este sentido, se ha señalado siempre al ministro de Felipe V, Jean Orry, como el principal precursor de que se estableciera la primera Factoría en la isla, con la intención de canalizar toda la producción de tabaco hacia las arcas de la Corona. El primero en llevar noticias del proyecto de monopolio fue uno de los mayores labradores e intermediarios de tabaco, el capitán Juan Núñez de Castilla, a quien se le concedió un señorío en el que contaría con una población de vegueros. Obtuvo 15 Marrero, Levi, Cuba, economía y sociedad, tomo VIII, 45. 16 Ibid. 304 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 5, p.297-327, ene-jun, 2017 además el título de marqués y más tarde sería también asentista de molinos. La Corona le encargó el monopolio a cambio de enviar 500.000 libras de tabaco17. Frente a esta situación, en 1716 los diez moledores de tabaco más importantes presentaron una denuncia ante el cabildo. Sus nombres eran: José F. de Arango, Pedro Beltrán de Santa Cruz, Eugenio Castro Palomino, José Fernández Pacheco, Melchor Pérez Calderón, Antonio Poveda Rivadeneyra, Manuel Romero Paz, Ambrosio Zayas Bazán y Juan Zayas Bazán. Como es lógico, se quejaban de que fuera Núñez de Córdoba el único que podría moler tabaco. Además, advertían de que solo con la llegada de los rumores sobre el proyecto de monopolio, los ánimos ya estaban empezando a estar alterados por parte de los labradores y los fabricantes de molinos18. En este contexto de agitación llegó a la isla el nuevo gobernador, Vicente Raxa. A diferencia de su predecesor, el gobernador Torres de Ayala, cuya gestión fue impecable al conocer bien el mercado y la situación de Cuba en general, la actuación de Raxa no fue nada afortunada. Su labor resultó conflictiva desde el inicio y llegó al punto de tener que abandonar La Habana tras la primera revuelta, para evitar represalias mayores por parte de los indignados vegueros. Llegó a la isla en junio de 1716, acompañado de cuatro funcionarios que se encargarían de hacer un sondeo de la situación del mercado para evaluar el nivel de beneficios que podrían obtenerse y qué posibilidades reales había de establecer la Factoría monopolizadora. Los funcionarios eran Salvador Olivares, Intendente de la Renta del tabaco en España y posteriormente nombrado director de la Factoría; el licenciado Pedro Nicolás de Morales y Soler; Diego Daza, maestre de navíos y cargador de tabacos; Manuel de León y Navarro. Los dos últimos realizaron visitas a todas las áreas tabacaleras de Cuba para examinar cuáles eran las cantidades posibles de producción, el funcionamiento del mercado y la actitud de los vegueros. Su informe fue favorable, por lo que se dio el visto bueno a llevar a cabo el proyecto de la Factoría. Lo más destacable del informe de estos dos funcionarios fueron sus estimaciones acerca de los niveles de producción que podrían alcanzarse una vez establecido el monopolio, ya que sobre este informe se basó la posterior Instrucción Real que justificaba el Estanco. 17 Ibid, 46. 18 Ibid. 305 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 5, p.297-327, ene-jun, 2017 Los intermediarios y dueños de molinos, que estaban empezando a notar que la situación podía cambiar peligrosamente en contra de sus intereses, comenzaron a circular rumores y suspicacias. Los temores de los vegueros se hicieron realidad cuando el 27 de julio de 1717 el gobernador Raxa hizo público un bando por el cual entraba en vigor el Estanco del tabaco. El informe favorable señalaba que sería posible adquirir a través de la Factoría hasta 7.300.000 libras en un año, mientras que la Corona hasta entonces no había logrado adquirir más de 3.000.000 de libras. Felipe V ordenó que la primera cifra debería ser exportada en las siguientes direcciones: hacia España 5.000.000 de libras anuales, hacia Lima y Buenos Aires 200.000, hacia Chile 100.000, hacia Canarias 500.000, y hacia reinos extranjeros 1.500.000, para un total de 7.300.000 libras anuales19. Según Felipe V el argumento fundamental para establecer el Estanco era haberse “reconocido los graves daños que resultaban de la saca de tabacos que produce la isla de Cuba, para los Reinos extranjeros, dejando la península de España sin el que necesita para su abasto, obligando a comprarlo en otros Reinos, en perjuicio de mi hacienda y vasallos…”, perjuicio que competía al rey evitar, por lo que “usando de mi Real facultad, como señor despótico de la referida isla, he resuelto prohibir la franqueza con que sus nacionales han usado hasta ahora de los referidos tabacos, estancándolos en forma que sus cosecheros y dueños no puedan venderlos a otra persona alguna que al… superintendente general…”. A continuación se ordenaba la publicación del bando en La Habana “… para que sus naturales, vecinos y moradores de cualquier estado, edad o condición que sean, sin excluir los eclesiásticos, no puedan sacar tabaco alguno fuera de la isla, en donde sólo tendrán facultad de comerciarlo entre sí para sus cosechas, porque mi real voluntad es que todos cuantos tabacos estuvieren cogidos y se cogieren en las 6 leguas del contorno de La Habana, de polvo y hoja, así de seculares como de eclesiásticos, por razón de diezmos u otro derecho, los compre de cuenta de mi Real Hacienda, con concurrencia de veedor, contador y tesorero de esta dependencia…”20 Este documento suponía un anuncio determinante, puesto que el monarca instauraba el Estanco. Como puede leerse, Felipe V quería terminar con la salida del tabaco cultivado en un territorio que se encontraba bajo su dominio hacia manos 19 Marrero, Levi, Cuba, economía y sociedad, tomo VIII, 46. 20 Ibid. 306
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