LAS NUEVAS ANTROPOLOGÍAS Un reto a la teología JUAN LUIS RUIZ DE LA PEÑA Colección PUNTO LIMITE 17 Las nuevas antropologías- Un reto a la teología 2.a edición Editorial "SAL TERRAE" Guevara, 20 - Santander 1 A Carlos Díaz, a quien este libro y su autor deben más de lo que él mismo se figura. © 1983 by Editorial Sal Terrae, Guevara, 20, 39001-Santander Cubierta de Jesús García-Abril Con las debidas licencias Impreso en España - Printed in Spain ISBN: 84-293-0647-1 Depósito Legal: S.A.-293 Impreso por: Artes Gráficas Resma Prol. M. de la Hermida, s/n. - 39011-Santander Í N D I CE Págs. Al lector 9 1. LA DIALÉCTICA SUJETO-OBJETO: HUMANISMO Y ANTIHUMANISMO 17 — El existencialismo: una ontología antropocéntríca 19 — La antropología estructural 34 — El marxismo humanista 51 2. LA DIALÉCTICA HOMBRE-ANIMAL: BIOLOGÍA ANTROPOLÓGICA Y REDUCCIONISMO BIOLOGISTA 73 — El reduccionismo biologista 76 — El planteamiento an.tropobiológico 107 3. LA DIALÉCTICA MENTE-CEREBRO: ENTRE EL MONISMO Y EL DUALISMO 133 — Identidad mente-cerebro: la versión del monismo fisica- lista 138 — Identidad mente-cerebro: la versión del monismo emer- gentista 156 — Diversidad mente-cerebro: el dualismo interaccionista ... 174 4. "IMAGEN DE DIOS" 203 — Sobre el humanismo y el antihumanismo 204 — Sobre el problema del alma 208 — "Imagen de Dios" 219 Al lector "¿Qué es el hombre? Muchas son las opiniones que el hombre se ha dado y se da sobre sí mismo. Diversas e incluso contradictorias. Exaltándose a sí mismo como regla absoluta o hundiéndose hasta la desesperación". Estas pala bras del Vaticano II (Gaudium et Spes, 12) reflejan fiel mente la crisis en que se debaten las antropologías actua les. La idea del primado ontológico y axiológico del hombre sobre el resto de la creación ha sido una de las persua siones básicas del Occidente cristiano, umversalmente de fendida en el plano teórico por teólogos, filósofos y cien tíficos (si bien fuese regularmente escarnecida en el plano sociológico y político) con argumentos tanto religiosos (el hombre es imagen de Dios) como metafísicos (el hombre es algo más que materia o cuerpo). Pero nada resta hoy de esa unanimidad; así lo constata el texto conciliar y así re sulta del cotejo de otros dos, escogidos al azar entre los muchos de igual tenor que podrían aducirse, y que son emblemáticos en su diáfana contradictoriedad: — "Espere treinta años y entonces mire usted a la Tierra. Verá maravillas sobre maravillas añadidas a aqué llas cuyo nacimiento puede usted testificar, y presenciará el formidable resultado: ¡el hombre alcanzando al fin casi su completa estatura! Y todavía creciendo, creciendo visiblemente mientras usted observa..." (Mark Tivain). — "A todos aquellos que quieren hablar aún del hom bre, de su reino o de su liberación..., no se puede oponer otra cosa que una sonrisa filosófica... El hombre es una invención cuya fecha reciente muestra con toda facilidad la arqueología de nuestro pensamiento. Y quizá también su próximo fin" (Micheí Foucault). 10 LAS NUEVAS ANTROPOLOGÍAS. UN RETO A LA TEOLOGÍA AL LECTOR 11 No es objeto de este libro reconstruir el proceso que bien se mira, más que con tres núcleos de problemas, te conduce de Twain (1889) a Foucault (1966), de la eufo nemos que vérnoslas con un único problema modulable ria auroral a la escéptica melancolía crepuscular, del can en tres tonos. Cada una de las dialécticas implica las otras to del gallo al canto del cisne. Rehacer palmo a palmo dos, aunque sus portavoces no siempre se aperciban de este trágico desmoronamiento de la fe del hombre en sí ello, y opera (de forma ya tácita, ya expresa) con ele mismo y en sus obras sería una empresa tan fascinante mentos comunes. La temática del libro es, pues, más ho como osada; en cualquier caso no es lo que aquí se per mogénea de lo que la lectura del índice pudiera sugerir; sigue. Estas páginas se ocupan, más modestamente, de los el subsuelo común de las tres dialécticas analizadas, su últimos avatares de la cuestión, de su tramo postrero, el recíproca concatenación tonal, su índole contrapuntística que discurre del existencialismo a nuestros días, articu (para seguir con la metáfora musical), a más de ser seña lando los materiales disponibles en torno a tres nudos de lada al comienzo de los primeros capítulos, se ratificará problemas que se plantean como otras tantas contraposi cuando en el último se aborde el problema del alma, en ciones dialécticas: sujeto-objeto (¿es el hombre realidad tendiendo por tal la cuestión del fundamento objetivo, real, subjetiva, personal, frente al mundo de las cosas, o sólo de la especificidad de lo humano. Especificidad que la hay una realidad objetiva omnicomprensiva?: cap. I), Biblia y la fe cristiana dan por supuesta cuando designan hombre-animal (¿es el hombre una especie zoológica más, al hombre como "imagen de Dios". o dista cualitativamente de cualquier otro animal? : cap. II), Al autor no se le oculta el carácter de misión imposible mente-cerebro (¿encuentra la mente explicación acabada que reviste todo ensayo de sintetizar en pocas páginas (y en el cerebro, o lo mental trasciende lo meramente cere en solitario) el proteico mundo de las antropologías actua bral? : cap. III). Un último capítulo se dedicará a la relec les. El enjambre de modelos antropológicos y el puzzle tura teológica de los datos inventariados y a confrontar la de problemas en ellos involucrados convierte en zona mi interpretación cristiana del hombre con las antropologías nada el territorio que se dispone a transitar. Las acusa examinadas. ciones de que puede ser objeto van del intrusismo ("he Nacida al compás de la actividad docente, esta obra aquí de nuevo a la teología allanando moradas ajenas") tiene una intención originariamente descriptiva o didác al dilettantismo (pues nadie puede ser especialista de to tica; de las aulas salió y para las aulas ha sido pensada dos los continentes de este vasto mundo), el eclecticismo o en principio. Se trata de poner al alcance de los estudian el irénico concordismo (que redondea perfiles, lima as tes de teología el marco de referencias en el que ha de perezas y sobrepuja hegelianamente enconadas antítesis moverse hoy el logos cristiano sobre el hombre si quiere para ahormar en breve espacio una apacible síntesis), etc. ser un discurso contextuado e inteligible. En este sentido, Dios me libre de declararme virtuosamente inmune de el libro aspira a ser no mucho más que una crónica o in tales pecados, lo que les agregaría el de presunción. Mas, forme sinóptico de las discusiones antropológicas en curso. por si sirviera de atenuante, me atrevo a hacer al lector De otro lado, empero, se tratará también de subrayar depositario de una doble confidencia. En primer lugar, en algo que, a mi juicio, raras veces se destaca suficiente el proyecto original del libro intervenían, junto al que mente y que se echa de menos incluso en la literatura es ahora lo firma temerariamente solo, un avezado cultivador pecializada: el solapamiento, la mutua penetración, la in de la antropología filosófica (Carlos Díaz) y un experto terdependencia de la triple dialéctica antes enunciada. Si filósofo de la ciencia (Alfonso Pérez de Laborda). A la 12 LAS NUEVAS ANTROPOLOGÍAS. UN RETO A LA TEOLOGÍA AL LECTOR 13 postre, y como ha ocurrido ya más de una vez, el proyec concentración de nombres y títulos por razones de exten to tripartito pareció de ejecución harto lenta y no poco sión (forzosamente limitada) y claridad expositivas. Ade complicada. Pero si algo de él ve ahora la luz, se debe más, dar cuenta de todas las dimensiones esenciales de ca en buena parte a quienes tendrían que haber sido sus CO: da una de las tres dialécticas consignadas, y no escamotear autores, de cuyos plurales saberes, impartidos desde la en ninguna de las posiciones significativas adoptadas en sus trañable amistad, el que esto escribe se ha beneficiado am respectivos ámbitos, lo que implicó, por ejemplo, la refe pliamente. rencia a la sociobiología en el capítulo segundo o la in En segundo término, y supuestas las dificultades del clusión de un personaje tan secundario como Mackay en proyecto, me adelanto gustoso a reconocer sin ambages el capítulo tercero. que, en su presente realización, todo es discutible, desde En fin, que los juicios emitidos sobre autores y teorías la delimitación cronológica hasta la selección de autores sean discutibles, es cosa que se da pacíficamente por con y de obras, pasando naturalmente por los juicios de valor venida. Con todo, este libro ha sido dictado por la convic que se aventuren a lo largo de sus páginas. ¿Por qué, en ción de que la interpretación cristiana del problema hu efecto —-y por ejemplo—, arrancar del existencialismo? mano goza hoy de (al menos) tantas posibilidades como En Engels se encuentran ya espectaculares antecedentes del cualquier otra para concurrir decorosamente en el merca estructuralismo (las leyes de la dialéctica "deben regir do de las antropologías. A decir verdad, y según estipula tanto para el movimiento en la naturaleza, como para el la célebre distinción marceliana, el cristianismo detecta que se da en el campo del pensamiento"; Dialéctica de la en el hombre algo más que un problema; habla de él en naturaleza, México 1961, 228) o de la reducción física- términos de "enigma" (GS 18: "el enigma de la condi lista de la mente al cerebro ("si se considera más de cer ción humana...") o "misterio" (ibid., 22: "el misterio del ca qué sean pensamiento y conciencia y de dónde provie hombre..."). Permítaseme finalizar estas líneas introduc nen, se ve que son el producto del cerebro"; ibid., 15). torias con dos apreciaciones a este propósito: por fortu Pero o se acota discrecionalmente el campo de indagación na, no es sólo la voz cristiana la que confiesa hoy la den merced al empleo de un criterio más o menos razonable sidad enigmática, el hondo espesor de lo humano, sino (algo se dirá sobre esto al comienzo del primer capítulo) que otras voces se suman a la suya corroborándola; allí o se pone en marcha un regressus in infinitum (la dialécti donde el estudio del hombre se emprende como si de un ca sujeto-objeto, antes que en el estructuralismo, se reco problema exhaustivamente soluble se tratase, el objeto de ge en la gnoseología de Marx-Engels y, antes que en éstos, indagación se escurre entre los dedos y del mismo se retie en Hegel y en Kant, y antes... Et ita porro) que acaba ne tan sólo una falaz caricatura. De estas apreciaciones, así por paralizar todo programa de investigación. como de otras varias con ellas relacionadas, confío en que han de dar cumplida razón las páginas siguientes. Igualmente discutible se presenta la selección que se ha efectuado con los autores y las obras. ¿Por qué Hei- degger y no Jaspers, Garaudy y no Machovec, Monod y no Jacob, Feigl y no Ryle, etc.? ¿Por qué no aparecen sino fugazmente figuras de la talla de Skinner, Ayer, Piaget, Chomsky? El criterio manejado al respecto ha sido doble; ante todo, dejar hablar a los propios autores siempre que ello sea posible, lo que condujo ya a una decantación y La dialéctica sujeto-objeto: ^B humanismo y antihumanismo Uno de los méritos innegables del existencialismo radi ca en haber actuado como detonante de la reacción en ca dena que, en torno a los conceptos sujeto-objeto, humanis mo-antihumanismo, conmovió en los últimos treinta años a una franja significativa del pensamiento antropológico europeo. Qué es la existencia concreta del hombre concre to, qué es la subjetividad, en qué consisten la temporalidad y la mundanidad específicamente humanas, el porqué de la angustia, el sentido de la muerte y, sobre todo, el sig nificado de la existencia: he ahí el paquete de cuestiones que no pueden menos de interesar al hombre y que los exis- tencialistas depositaron sobre la mesa de trabajo de los filósofos. El horizonte frente al que se alza el existencialismo es un cielo vacío (Dios había muerto a manos de los tres "maestros de la sospecha"), una tierra reducida a escom bros por las convulsiones bélicas, una sociedad desgarra da por antagonismos políticos y económicos insanables y, en fin, una humanidad en el atolladero, que se pregunta si la historia no será una broma siniestra o una aventura insensata. Ante este panorama, ¿qué salida le cabe al in telectual, cuando los diversos intereses y partidos en liza VI lo solicitan para que tome postura? La propuesta existencialista consistirá en optar por el sujeto humano singular: la polaridad sujeto-objeto, hom bre-cosa, y la consiguiente confesión de fe humanista son el denominador común de los diversos existencialismos. Como es bien sabido, esta propuesta ejerció una fascina ción magnética sobre el pensamiento y la literatura del período de entreguerras y de la década siguiente a la se gunda gran guerra. Las respuestas existencialistas podían o no ser estimadas válidas; lo que no se discutía era la validez de sus preguntas. • 18 LAS NUEVAS ANTROPOLOGÍAS. UN RETO A LA TEOLOGÍA ¿Qué ocurriría, sin embargo, si se negase el presu puesto existencialista, a saber, la realidad y la significa- tividad especulativa de la idea de hombre? Eso es lo que va a hacer la moda filosófica que tomó el relevo del exis- tencialismo: la antropología estructural. El efímero rei El existencialismo: una ontología nado del sujeto existencialista dará paso a la dictadura del objeto estructuralista; del humanismo confeso de Heideg- antropocéntrica 2 ger y Sartre 1 se girará al antihumanismo teórico de Fou- cault y Althusser. Pero la moda estructuralista resultó aún más fugaz que 1. Como no se ha cansado de repetir él mismo, la la del existencialismo: duró apenas el decenio de los se cuestión que interesa primordialmente a M. Heidegger es senta. Según la confesión del propio Lévi-Strauss, los suce la cuestión del ser. Toda su reflexión discurre, en efecto, sos de mayo del 68 señalan el fin de su apogeo. Entretan con vistas a este objetivo, al que dedica en su obra más to el pensamiento existencialista había estimulado a un conocida 3 una extensa introducción titulada "la pregunta puñado de teóricos marxistas que encontraban planteadas por el sentido del ser" (Die Frage nach dem Sinn vom en él cuestiones para las que el marxismo clásico había Sein). sido ciego y mudo. Estos pensadores no están dispuestos a ¿Qué es, pues, el ser? Para Heidegger tal interrogante dar por bueno el subjetivismo individualista de un Heideg- es inseparable de este otro: ¿cómo entrar en contacto con ger o del Sartre de la primera época. Pero discrepan con él, cómo alcanzarlo? Las ontologías clásicas habrían nau indignación tanto de la relectura antihumanista que Al fragado en el océano de la inconcreción y la abstracción, thusser hace del marxismo como del antihumanismo prác y sólo existe un medio de evitar que se reitere una vez más tico del estalinismo. El péndulo se pone, pues, en movi el naufragio: localizar el ser, focalizarlo en concreto. No miento de nuevo, derivando ahora hacia un humanismo hay más que un ser capaz de preguntarse por el ser. Este marxista restablecedor de la diástasis sujeto-objeto y del existente privilegiado, que realiza al máximum la esencia primado del hombre sobre la realidad. del ser, soy yo. La encuesta ontológica, por consiguiente, Es a través de esta trayectoria cambiante como toma debe partir del análisis óntico del existente humano sin cuerpo la dialéctica recogida en el título del presente ca gular que no sólo es, sino que sabe que es, que está ahí, pítulo y se delimita el primer círculo de cuestiones en las y que Heidegger denomina Dasein*. En los demás entes, que se debaten las antropologías actuales: la consistencia su relación con el ser es opaca y muda; en el Dasein tal ontológica y la relevancia axiológica del fenómeno hombre. * Cuanto sigue utiliza, con algunos retoques y añadidos, materiales ya elaborados por mí en El hombre y su muerte. Antropología teoló gica actual, Burgos 1971, pp. 69-116. Limito la presente exposición a Heidegger y Sartre por bastar a mi propósito; sobre Jaspers y Marcel, cfr. ibid., pp. 94-115. 8 Sein und Zeit (= SZ), Tübingen 1958 8. 1 HEIDEGOER, M., Brief über den Humanismus, Bern 1954 (escrito * Para el significado del binomio "ontológico-óntico", vid. FERRA- en el que, sintomáticamente, su autor deja caer el término Dasein en TER, J., art. "Ontico", en Diccionario de Filosofía III, Alianza, Ma favor del vocablo común hombre); SARTRE, J. P., L'existentialisme esi drid 1980 a. El término Dasein ha sido vertido al castellano de formas un humárosme, París 1946. tan diversas que parece más prudente dejarlo sin traducir.
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