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La Segunda Internacional y el problema nacional y colonal (segunda parte) PDF

301 Pages·1978·20.26 MB·Spanish
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las egnduai nternacional ye plr oblema nacioync qoll onial (segupnadrtae ) •. richcaarlwde r kakralu tsky ottobauer jossetfr asser antpoannn ekoek 74 CUADERNOS DE PASADYO PRESENTE ·• ediciócnu iadlad dejo o sé aric6 ,· primeerdai ción, 197•8 © cuaderdneop sa saydp or esen,t� publicyad dios troip boursi idgxlxoe; dJi toreas., s. avec.err od ealg u2a4 �· -:méxJco.�o;.9. f ... · ISB9N6 8-23-0(2o3b7rc-ao4 m pleta) ISB9N6 8-23-0f2se6_3gÚ-ri3'4 o·vol.rI1,e n) _ derecrheosse drvoasc o�ónn�e- ¡;le;-�··. improey s hecehnmo é �i��or'Íi ntli.endd� adei nm exico INDICE LA POLÍTICA COLONIAL, porRI CHARD OALWER 9 HENRl VAN KOL 21 SOBRE LA POLÍTICAC OLONIAL,p orH ENRI VAIN< OL 22 SOCIALISMOy POLÍTICAC OLONIAL, porK ARL KAUTSKY 39 Prólogo,. I 3n9t;r odluc4c0i;ó nP2,o. l ítcioclao npioasli t4i6v;a , 3,!. ticdael ap olítica 5c5o;l4 o.Cn oilaoln,di eap so blamie6n1t o;, 5.C olondieaex sp lotap. cali vóiejeos ti6l6o;6, . C olondieae sx plo­ taciódne n ueov esti7l3o;7, . C ivilizpaacciíófnoi vciao len8t4;a, 8.E lp asaojbel igadoe lc paopri tal9i4s;m9 o.L, a recaíednal a barbarie1,9 3A;p éndice, 119 NACIONALIDAD E INTERNACIONALIDAD,p orKAR L KAUTSKY 121 OTrO BAUER 169 OBSERVACIONESSO BREL A CUESTI6N DLEA SN ACIOANLIDADES, por OTTO BAUER . 172 1.Elc oncedpetn oa ció1n2,;1. - L ac onlsdioacidóenl an ació1n3,0 ; 3.L osd rculcousl turialnetse rnaci1o3n6a4;l. eE sle, s tandaoc io­ nal1,4 25;. E le stadod en acioidnaalde1s4,9 6;. E lfu turod eA us­ tri1a5,2 l.L a nació1n7,2 2;. E le stad1o8,2 JOSEFS TRASSER 187 EL OBRERO LyA NACIÓNp, orJO SEF STR.A.SESR 189 1. cLuae st,i 1ó8n9n;. L a grandeezlpa o dyed re l an ación, 194; UI.L al engu2a0,0 IV;. Etle rruñop atr2i0o5,v; . E lc aráctenra cio­ Jlal2,1 3VI; .E ls entimineanctioo nal, 2L1a7 a;uto nVIoIm.in aa ­ cion2a2l2,v; m . iEnlt ernaciliosnoma, 228L;a l rxu.c hcao nhe·la Pl 8 ÍND!Cl!. -'nacionalismo, 232; Apéndice: El centro ma.ndsta contra la extrema · izquierda, 238 EL ~BRERO y LA NACIÓN, por OTTO BAUER 248 257 ANTON PANNEKOEK LUOHA DE CLASE Y l'iACIÓN, por ANTON PANNEKOEK 259 Prefacio, 259; 1. La nación y sus transformaciones, 260; u. La na ci6n y el proletariado, 272; m. La táctica socia.lista, 289 RICHARD CALWER LA POL1TICA COLONIAL Y LA SOCIALDEMOCRACIA l\1i artículo El 25 de enero, publicado en el número anterior de· esta revista, ha sido reiteradamente objetado. en la prensa partidaria, por haber sido escrito y publicado inmediatamente después de la derrota electoral. Contra· esto sería preciso elevar la más firme protesta. En todo casó, fos órganos partidarios quelasí se han manifestado respecto de la publicación de mi artículo han perdido de vista u olvidado cómo intei;i.tó desacreditarme el órgano Central del partido durante la cam paña electoral. En ese momento a ningún órgano partidario, a ninguna instancia.partidaria, se le ocurrió elevar la más firme protesta contra la polémica del Vorwarts, pese a que entonces ·hubiera sido muy indicado hacerlo. Por eso segui guardándome mi respuesta a los ataques del ór gano Central durante el transcurso de ,la campaña electoral. Pero des pués de las elecciones, ya no me quedaba motivo para seguir callando. De ahí que si algunos órganos partidarios pretenden reprocharme el haber provocado la polémica a destiempo, debe ser por su desconoci miento de las circunstancias, ya que de otro modo su objeción formal a mi artículo me resultaría completamente incomprensible. Incluso en la réplica a mi artículo, el Vorwarts continúa empleando un tono que no responde en absoluto a la exhortación del Comité Central de resolver las divergencias de.opinión con objetividad. Esto no me ha de impedir abordar con calma las objeciones del V orwarts a mi concepción. Lo que parece haber causado mayor desagrado al V orwiirts es mi posición frente a la política. colonial, pese a que nunca la. he ocultado. Quiero precisar y fundamentar más detalladamente aquí esta posición mía. El Vorwiirts deduce un argumento fundamental contra una política colonial alemana del hecho de llamar la atención sobre el poderoso desarrollo económico alemán durante un pasado sin colonias. El capita lismo alemán, pues, podría continuar desarrollándose muy bien sin colo nias~ Esta postura anticolonial podría comprenderse si, a diferencia del de otros países~·--sola y únicamente el capitalismo alemán practicara una política colonial. Pero en realidad la situación es la siguiente: precisa mente los países de mayor potencia industrial practican una política colonial, y Alemania cojea con bastante retraso tras los demás con su política internacional. Ahora bien, Alemania realmente no goza· en el mercado mundial de una ·posición cómoda: de un lado está Inglaterra [9] 10 RICHA~D CALWER que, próspera en colonias, se aproxima cada vez más a la meta de una unión aduanera imperial; del otro lado está la Unión Norteamericana que no sólo considera dominio suyo a Sudamérica, sino que nos supera y amenaza en muchos sentidos por razones naturales, técnicas y de his toria económica. A Japón y Rusia podemos, por el momento, dejarlos fuera de nuestras combinaciones. Pero en el medio se encuentra Alema nia, que libra un combate extremadamente arduo no sólo por -la conser vaci6n y ampliación de sus mercados, sino también para asegurar y aba ratar_ la, adquisición de sus materias primas. Tanto los Es~dos U nidos como Inglaterra manifiestan la ostensible aspiración de construir. una unidad económica cerr~da sobre sí misma .y autosuficiente si fuera posi ble. _Es frecuente burlarse de la serieda_d de tales tendencias, perdiendo totalmente de vista los éxitos ya alcanzados sobre la marcha. Inglaterra ha llegado ya al dichoso punto de. _que en casi todas su colonias le, está reservado un lugar de privilegio frente_ a . otros -países. La indus~ri~ ingles.a se procura _de este modo un mercado_ más provechoso que el que tiene nuestra industria; _pero merced a .las colo:nias, _también di~pone de una ·profusión de materias primas -industriales que, en lo que_ ¡¡1.. la adquisición de materias primas respecta, beneficia ampliam~nte a la me trópoli. Indudable~ente, los Est~dos Unid(?s obtiene_n todas susmatcerias primas .industriales a un predo -mucho menor que nosotros, disp<?nen para sµ desarrollo industrial d_e un merca,do interno con un p9der :de absorción en rápido y constante .frecimiento ,y, ademas., pr0<:uran g~ar sobre todo a.Centro;y ~udamérica para la ampl_iación .de su mercado. N<;> obstante, _el desenvolvimiento de la industria en los Estac;tos Unidos; y en Inglaterra, .no tiene por qué-produci_rse en una progresión similar a . ]a de Alemania. El c;re~imient1> d,emográfico en Inglaterra es. rela#,vfl.- mente b~jo r.especto de Alemania;· en cambio en los Estados Unidos el desa.rrollo de ~a industria. no causa inguietuq, puesto que inmensas ex~ensiones e!>tán en condicione~ de ser h~bitacla3., y las _que .y~ lo e~tán pueden .ser pobladas_ más densamente. En Alemania .ocurre algo, muy distinto. Tenemos u:n incrementq anual de _pob_l~ción, d~ aproximada mente 900 000 personas . .La agricuhura no está i;:n condi_ciones de sus .t<:ntar este incremento, y por tanto es necesario derivarlo hacia el mercado d,e trabajo fabril. La producción . fabril alemana crecerá, y tien_e que hacerlo_ c:on más vigor .que en cualquier. otro país indus.trial que poda_mos c:.onsiderar,. Pero es precis~ buscar. y hallar un, mercado, de.ser posibl~ ~n :merca.do _má~ ventajoso, para esta ere.ciente produc ción.; igualmente, hay_ qu~ to_ma.r en consideración_un. abastecimiento al:mndante de.materias prirnas,. .¿ Cpmo solucionar estos dos problemas? Confieso: no existe una .receta un_iversal; el empresariado alemán,, . es . dec:ir, e,l estado en su noII?:br.e, debe seguir,ante _todo una .serie de.cami nos para alcanzar la meta_ con cierta probabilidad. Y. el capitalismo .LA POLÍTICA COL.ONI/\L Y LA SOCIALDEMOCRACIA 11 nlemán considera que la obtención y explotación de colonias es uno de esos medios. · Como representante de los intereses del mercado de trabajo alemán> me pregunto ahora si la población obrera gana o pierde con la política colonial. No encaro aquí la pregunta desde el punto de vista polí tico o des.de el del contribuyente, sino con un criterio netamente econó mico. Considero imposible que las . colonias alemanas aporten ya, próximamente, algún beneficio digno f:ie mención al mercado de trabajo alemán. Pero cons.idero igualmente equivocado ver en nuestras colonias un objeto ·sin valor. .¡ Cuán bajo aquilataron los romanos a Alemania, y qué .fue sin embargo .de esta terra vasta! En estas cosas hay que · r.uidarse. de las exageraciones en cualquiera de ,los sentidos. Pero algo puede afirmarse· ya hoy: en nuestras cqlonias, varios cultivos permiten augurar :éxito, y las riquezas del subsuelo tampoco deben ser estimadas como insignificantes. Organizar las. colonias de manera tal ·-que pro duzcan gana1.1Cias costará dinero, mucho dinero sin duda alguna. Pr1me ro hay -que invertir mucho capital en el negocio antes de ·poder con:far c:on µn ingreso. para la .economía de toda la nación. Tomemos ahóra eLc;a.~ de que en nuestras colonias obtuviéramos ·algodón, ·por ejemplo, en una escala .digna de m:enci6n; entonces ese sólo' éxito ya infhiiríá indirectamente sobre nuestro mercado de trabajo en forma provechosa. ;Dos añqs atrás reinaba una intensa agitación ·a causa del escaso abaste.:. .c.imiento de algodón en el mercado· mundial:Aini juicio, la ~sí llamada pobreza de algod6n fue• exagerada por los círculos interesados; sin embargo; algo se demostró entonces con plena evidencia: el cultivo de algpclón necesita ampliarse. Porque precisamente el principal pro veedor, los Estados Y nidos de Norteamérica, requieren_ de ·un· porcen taje cada :vez mayor de su éosecha de algodón para ·su reelaboración en el propio país.-Pero además, aprovechan del modo más inaudito k, reducida oferta para especular con ~lgodón en 'escala gigantesca, y los c.ostos corresppndientes · deben ser pagados, en· primer lugar, por la industria· algodonera continental. Si Alemania logra cultivar algo dón en una colonia propia no sólo gana influencia dentro del mercado del algodón en rama .en calidad de vendedora, sino que también podi-a co.mprar más barata su materia prima. Pero esto constituiría un beneifi cio considerable, aunque poi- el momento indirecto, para el mercado de trabajo de los obreros textiles alemanes, porque una materia prima·m·ás. barata implica un descenso de los éosi:os de producción, lo cual, con una organización, obrera fuerte,· implica a su vez la posibilidad de sala; ríos más elevados, mientras que a lo 'largo de los últimos años las movi lizaciones sa'Iariales en la industria algodonera tenían forz9samente que brindar escasas posibilidades. de éxito, debido a las intensas flucttia.:.· ciones en· los precios del algodón: 'Pata el ·mercado de trabajo alemán 12 RICHARD CAL \VER resulta así muy probable que nuestras colonias le brinden apreciables ventajas indirectas. De todos modos, esta probabilidad es más verosímil que la contraria, según la cual las colonias carecerían de todo valor. Si el empresariado alemán es de la opinión que las colonias le son necesarias para el incremento de las ventas y para asegurarse sus adqui siciones de materias primas, los trabajadores no podrán oponer ningún reparo a la política coloníal, en tanto y en cuanto los costos de la misma sean cubiertos con los ingresos del capital y los intereses polí ticos de los obreros no sean tocados. Al fin y al cabo, dada su actual ubicaci6n en e.l proceso de producción, el• empresariado tiene el deber de encargarse de la. obtención de ·f as materias primas, así como de la salida de los productos. No podemos trazarle al empresariado reglas arbitrarias en la ejecución de este deber, tanto· menos cuando vemos que las medidas aplicadas por el empresariado alemán son empleadas desde tiempo atrás por otros países industriales. ltste. es el modo en que analizo económicamente la colonización desde el punto de vista del mercado de trabajo industrial. Pero como soy socialista me pregunto también cómo repercutirá la actual política colonial sobre el desarrollo de la economía mundial. Si como repre sentante de los intereses del mercado de trabajo soy hasta cierto punto escéptico, admito que en cuanto socialista saludaré siempre, por una cuestión de principios, como un progreso en direcci6n al socialismo to~a colon.izaci6n capitalista de un país, aunque ésta se realice por medio de las formas más reprobables. En el partido hemos olvidado casi totalmente que, junto a sus proyectos tenebrosos, el capitalismo ha aportado, .y aún aporta, los mayores avances. económicos. Ignorar sus facetas progresistas, querer incluso negarlas, constituye un alto grado de miopía. Por cierto que a un socialista le resulta muy natural seguir con gran complacencia, pese a sus aspectos negativos, el desarro llo del capitalismo extranjero, y en cambio ver primordialmente los aspectos tenebrosos del empresariado del propio país, y combatir en con secuencia la acci6n política internacional de ese empresariado. Esta actitud que se precia de sus puntos de vista internacionalistas es absolu tamente errónea. Por lo pronto, vivimos aún dentro de un marco na •cional al que tampoco puede sustraerse 1a clase obrera. Tenemos que otorgarle a nuestro capitalismo la misma. libertad de movimientos para :su ulterior desenvolvimiento . que la que goza el capitalismo extran jero; es más, tenemos que desear que nuestro capitalismo nacional -desarrolle su esfera de influencia de ser posib1e con mayor fuerza y poder que el capitalismo extranjero, porque del nivel de ese desarrollo no sólo depende muy estrechaniente la suerte relativa de toda la clase ~brera, sino que con él toda la disposición de la estructura económica sufre un viraje en un sentido socialista. Alguien podría replicarme y LA POLÍTICA COLONIAL Y LA SOCIALOEMOCRACIA 13 plantear: ¿ Para qué una política internacional y colonial si ésta entraña enredos internacionales que deben ser evitados en cualquier circuns tancia? Si nuestra industria no pudiera avanzar sin una política interna cional, bien; pues entonces deberá emigrar el materiai humano super fluo. Al fin y al cabo, en el transcw-so del último siglo hemos ceélldo bastante material humano superfluo a América, y sin ·embargo hoy nos alzamos en toda nuestra estatura. Por supuesto, Alemania también puede subsistir sin colonias, sin política internacional; pero_ retrocede ría en su desarrollo econ6mico. Grandes pérdidas en hombres implican un estancamiento del desarrollo ecón6mico, en tanto que, por el con- . trario, ]a necesidad de sustentar dentro de un marco nacional deter min~do a una poblaci6n en rápido crecimiento impulsa vigorosamente el desarrollo capitalista. Exactamente cc;>mo ocurre con el material hu mano, ocurre también con el capital. Vorwiirts menciona que hemos colocado 25 000 millones de marcos en el exterior. Es verdad, pero esos 25 000 millones están, hasta cierto punto, tan perdjdos ·para la economía nacional alemana como <los centenares de miles de hombres que hemos cedido a América. En todo caso no constituyen ningún fermento para el desarrollo de nuestro capitalismo nacional, y se hallan sustraídos a la influencia de la política econ6mica alemana.· Pero cre cient~s masas de hombres y de capital dentro de una unidad econ6mica nacional no solamente hacen avanzar el desaITollo econ6mico a máxima velocidad, sino que chocan con fuerza contra la estrechez de ,las actuales barreras nacionales y obligan a una· ampliación de las fronteras nacionales por sobre el territorio ahora cercado por ellas. De ahí que el socialista deba actuar dentro del marco de la estructura económica nacional si no quiere permanecer en las etéreas alturas de la teoría pura. Debe luchar para que, de acuerdo al imperativo de las exigencias econ6:n:i.icas, el mercado nacional se amplíe permanente mente, sea por medio de uniones aduaneras, sea por medio de colonias, sea por ambas. Precisamente esta ampliación de las áreas· económicas nacionales, a la cua'l la competencia internacional nos obliga cada·ve:a más multiplica las fuerzas productivas y garantiza una organización cada vez más elevada de la producci6n en sú conjunto, de un modo satisfactorio para el socialismo, mientras que el desperdicio de hombres y capitales en otras economías competidoras entorpece y lentifica el desarrollo capitalista del propio país. El capitalismo nacional alemán tiene que desplegarse plenamente antes de que el socialismo ·p ueda crecer y fortalecerse. En cuanto socialista, querría ver, de ser posible, a Alemania ocupando no el segundo, ni el tercer lugar,· sino el primero cuando llegue el momento de crear las formas básicas de una organizaw ción econ6mica mundial para ]a producción y la distribución. Es que los antagonismos nacionales aún subsisten, no los podemos negar ni l+ RICHARD CAI.Wt;R c9n la mejor buena voluntad, y se simplificarán con la extensión de los mercados unificados, pero subsistirán hasta que se haya configurado una verdadera economía mundial, en· el sentido estricto de la pa1abra, y con ella también el socialismo. · En caljdad de representante de los intereses del mercado de tra bajo, veo la probabilidad .de un beneficio indirecto por parte de nues tras colonias par:a la clase obrera alemana, pero como socialista puedo saludar con convicción la expansión del capitalismo alemán dentro del marco naciopai.~ora bii;m, en mi calidad de socialdffmÓcrata, ¿ cómo me ubico-frente a las exigencias.propias de la política colonial? Ya he señalado un criterio que como socialdemócrata me impide votar en fa vor de una política colonial y de sus · exigencias. Los gastos. para las no. . colonias deben .ser cubiertos en ningún _caso a partir de ingresos salariales, .sino de Jos ingresos del capital. Reproduzco nuevamente un párrafo con el que. hace poco fundamenté esta concepción . en mi Wirtschaftlich~ W_oche_nschau: - "La estntctura de nuestra economía actual se fundamenta en que el vendedor de. Ja mercancía fuerza de trabajo no tiene una influencia directa sobre el proceso de producción en su conjun~o, ni sobre la distribución de las mercancías, y tampoco puede ni debe tenerlo a .juicio de los empleadores. El obrero vende su fuerza, de trabajo y.a cambio recibe su sala.rio; todo lo demás no es de su incumbencia. C<Smo produce. cada empleador, de dónde y a qué preci~s obtiene sus mater-ias primas y otros. materiales; qué fonnas de administraciQn establece, <;on qué medios técnicos tra'baja:, a qué pre c_ios dedd~ vender, la mercancía: elaborada, dónde busca y logra, su colocación: tod~ eBo es ~os_a,del empleador; en estas cuestiones eL obrero no debe inmiscuirse; .son, por, ~l .contrario, dominio exclusivo de los empleadores, y ¡pobres-los ,obreros que -no quieran respetar. esta auto.~ ridad del empleaclpr! Serían. despachados. con viento fresco inmecdiata~ men,te, el emplead.or .P,ronunciar,la UP. claro· aquí el que manda-soy yo .. Porque éste, , a . cambio de i;_er · dueño y señor de la producción y distribución, ,carga_ con todos lqs .riesgos en cuan'to a los .,resultados de los negosios: por un~. parte,. la posibilidad de grandes ~xi tos,; por otra parte, ]a de pérdidas más o menos considerables. En término meclio prevalece el éxito. El conjunto de .los empleadores y del. capital qtie.:ios respalda obtienen de esta posición -dominante en la vida econ·ómica todos los benefi_ciqs,. los c~a~es pueden res_umirse bajo la :.qenominación de gqnancia del emprera.rio. De esta, ubicación de obrqos. y,.emplea dores resu)ta s~n más ni .más que n.o es tarea de los obreros preo~uparse por el in~remento ge las. ventas~ sino que, .esta titrea·. le ,c.orr:e·sponde al empre!;)ariado en virtud_ de su ubicación en el pro.ceso'de:próducción. En realidad; ning(1_n empleador. piensa de- otra·-manera,'· y, ,considera obvio que es él quien debe preocuparse. por la ,ampliación:.de)as• ope-

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