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La restauración del papa Wojtyła PDF

116 Pages·1985·12.584 MB·Spanish;Castilian
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GIANCARLO ZIZOLA PRIMEROS TITULOS DE LA COLECCION Marciano Vidal El discernimiento ético. 173 págs. LA RESTAURACION J, Gómez Caffarena El teísmo moral de Kant. 246 págs. DEL PAPA WOJTYLA Juan Luis Segundo Teología abierta. 3 tomos I. Iglesia-Gracia. 395 págs, II. Dios-Sacramentos-Culpa. 486 págs. III. Reflexiones críticas. 334 págs. Domenico Grasso Los carismas en la Iglesia. 182 págs. Juan Luis Segundo Teología de la liberación. Respuesta al Cardenal Ratzinger, 196 págs. Juan Luís Segundo El hombre de hoy ante Jesús de Nazaret 3 tomos I. Fe e ideología. 413 págs. II-III, Historia y actualidad, 980 págs. Manuel Fraijó Jesús y los marginados. Utopía y esperanza cristiana. 318 págs, Giancarlo Zízola EDICIONES CRISTIANDAD , La restauración del Rapa Wojtyla. 335 págs, Huesca 30-32 MADRID Universidad de Navarra Servicio de Bibliotecas Este libro fue publicado por Laterza & Figli, Bari 1985, CONTENIDO con el título LA RESTAURAZIONE DI PAPA WOJTYLA * Traducción de J. M, Diez Alegría y. R, Godoy López Derechos para todos los países de lengua española en EDICIONES CRISTIANDAD, S. L, Madrid 1985 Depósito legal: M. 44,350.-1985 ISBN: 84-7057-386-1 Printed in Spain Artes Gráficas Benzal, S. A. - Virtudes, 7 - 28010 Madrid PREFACIO A veinte años de la conclusión del Concilio ecuménico, la llamada del evangelio resuena con mayor fuerza, a despecho de ciertas apariencias, en la humanidad y en las mismas Iglesias cristianas. Se puede decir que, gracias al impulso de aquella asamblea, los cristianos se han hecho conscientes de que, a pesar de las viejas estructuras, el agua viva de los primeros días sigue rebrotando. Sin embargo, la renovación conciliar ha tropezado con una serie de dificultades, de errores de interpretación, de intentos de echar tierra encima, que han reavivado tensiones y conflictos dentro de la Iglesia católica, y actualmente amenazan con alejarla de nuevo de los procesos de formación de una nueva sociedad. Ciertamente, los conflictos han acompañado siempre, desde los orígenes, a la historia de la Iglesia, Pero los actuales son dignos de especial atención y responsabilidad: se refieren especialmente a la apertura de la Igle­ sia al diálogo con el mundo contemporáneo y, consiguientemente, a su participación en las inquietudes más profundas y universales de la humanidad, en especial de los pobres y los oprimidos. Al lado de los fieles que desarrollan su papel serenamente, crece el número de creyentes para quienes la pertenencia a la Iglesia es motivo de sufrimientos. Algunos la abandonan; otros, aunque per­ manezcan fieles a ella, se sienten incómodos. La involución de los dirigentes vaticanos ha impulsado a bastantes a desobedecer a las directrices eclesiásticas en algunos campos, por lo que llaman «fi­ delidad crítica» y «obediencia cristiana». Muchos cristianos del Tercer Mundo participan en las luchas de liberación de los opri­ midos, pero, a diferencia de lo que pasaba ayer, tienen la impresión de que Roma no los anima suficientemente. Como consecuencia de este malestar, surgen y toman cuerpo algunas preguntas-, ¿Por qué este salto hacia atrás? ¿Por qué el miedo, en vez de la valentía profètica? ¿Por qué el despertar evan­ gélico, que se desencadenó por medio de Juan XXIII y del Con­ cilio, parece, si no sofocado, sí ciertamente controlado con severi­ dad por el poder eclesiástico? ¿No es de temer que la Iglesia acabe 12 Prefacio Prefacio 13 por acomodarse al clima restaurador impulsado por los poderes Que el pontificado pueda reducirse o no al proceso de restau­ ración de modo incondicionado constituye una duda constante, que, del mundo? a pesar de los esfuerzos analíticos realizados, permanece hasta el He recogido en no pocos países interrogantes de este tipo, for­ término y quiere quedar abierta, a despecho de los observadores mulados a veces dramáticamente por creyentes y por no creyentes. que pretenden haber conquistado ya un juicio definitivo al respecto. Constituían un llamamiento al que había que responder con algo Aunque, desde el punto de vista constitucional, todos los actos se que no fuese un puro testimonio personal, sino ante todo un ins­ puedan referir a quien detenta la máxima autoridad de gobierno trumento de análisis de los hechos, una reconstrucción del proceso en la Iglesia romana, yo no me decido a compartir estas opiniones histórico, llevada a cabo con medios suficientemente fundados des­ absolutas, incluso porque la experiencia adquirida siguiendo diver­ de el punto de vista crítico para contribuir a una penetración, lo sos pontificados me sugiere que la subjetividad de un papa no se más rigurosa posible, de la fase actual de una institución mundial puede reducir simple y definitivamente a la objetividad del aparato todavía influyente en la sociedad moderna. que él preside, y que, en último análisis, el papa no es un producto. Así nació este libro-: como una respuesta a preguntas urgentes Por eso he preferido dejar la palabra a los hechos en su des­ de las conciencias. No disponía de mucho material que pudiese nuda elocuencia, aunque sean fragmentarios, y analizar su signifi­ ayudarme en semejante empresa. Al contrario, algunas cosas se cado con respecto a la restauración, más bien que tratar de hacer oponían a este intento: incluso prescindiendo de los límites perso­ un retrato completo del pontificado, imposible actualmente de nales, de los que soy muy consciente, los medios de investigación modo documentado. Además, la restauración se presenta como un se reducen a los disponibles de momento, mientras está en curso proceso, no como algo acabado de una vez para siempre, y que se el pontificado de Juan Pablo II, y las iniciativas de la restauración impone desde arriba de un modo automático; este proceso se pre­ de ningún modo están dispuestas a aplacar su agresividad en los senta con una autonomía y un carácter sistemático propios, pero archivos. Además, sobre el pontificado existe una producción que también con indudables características de complejidad, en razón oscila entre la hagiografía encomiástica, más o menos oficial, y de de los mecanismos utilizados, de las alianzas puestas en juego, de dudoso valor crítico, y los prejuicios polémicos de algunos «aboga­ la variedad y novedad de las intervenciones, de la extensión y la dos del diablo». consistencia de las resistencias que se oponen a él a todos los Sólo me quedaba abordar la empresa con humildad, aceptando niveles. la pobreza de los instrumentos, delimitando desde el principio el El lector sabrá, por tanto, comprender con paciencia la exclu­ campo y tomando sólo como base narrativa los hechos oficialmente sión de objetivos más ambiciosos y apreciará igualmente la inten­ establecidos, pero nuevamente analizados y penetrados, integrán­ ción de llevar a cabo un trabajo libre de complicidades hagio- dolos cuando fuese necesario con informaciones que no podían gráficas y de preocupaciones apologéticas, pero también de los faltar a un periodista con veinticinco años de Vaticano a sus es­ sarcasmos polémicos con los que esta fase de la historia de la Igle­ paldas. Esto significaba aceptar, como lo hago, la responsabilidad sia, con los dramas y los sufrimientos que la entretejen, es fre­ del carácter provisional y fragmentario de este análisis, al que casi cuentemente despachada. sólo avala la lealtad y honestidad de la investigación. También comprenderá el lector la vacilación que ha acompaña­ Querría insistir en el hecho de que no he intentado ni podía do esa finalidad más reducida: no sólo por su conciencia de cre­ intentar hacer un retrato del presente pontificado. El tema del libro yente, sino también por su inteligencia crítica de observador, que no es, pues, Juan Pablo II, aunque sea él quien domina el esce­ tiene ciertamente que habérselas con la materia prima de los he­ nario, sino, ante todo, la restauración de la Iglesia católica a veinte chos y de las referencias históricas, con documentos y testimonios años del Concilio. que están frente a él, pero que es consciente igualmente de la gran Prefacio 13 14 Prefacio del ex Santo Oficio al «partido alemán», con el nombramiento de verdad que guarda para todo historiador el interrogante suscitado Ratzinger como prefecto; la adopción del Opus Dei como instru­ por T. S. Eliot en los coros de la Roca: «¿Dónde está la sabiduría mento de gobierno del papa, particularmente en relación con la que hemos perdido en el conocer? ¿Dónde el conocimiento que crisis provocada por la quiebra del Banco Ambrosiano y por la se nos ha extraviado en la información?» J. muerte de Roberto Calvi. Esto quiere decir que, incluso ante hechos suficientemente En la cuarta parte examinamos las repercusiones de la restau­ comprobados desde el punto de vista del dato material, no sólo ración en algunos sectores neurálgicos de la política eclesiástica: no será nunca excesivo el recurso a la duda para verificarlos, sino en particular, tratamos de estudiar los cambios operados en la po­ que habrá que aguzar la vista para penetrar en su invisible signifi­ lítica exterior de la Santa Sede y en la cuestión de la paz y del cado inmaterial. desarme nuclear, en comparación con Jos veinte años precedentes, Por eso he preferido generalmente apoyarme sobre datos ya ' poniendo de relieve ios límites impuestos al episcopado americano adquiridos y oficiales, más bien que sobre testimonios privados, en su crítica a la política militar de la Casa Blanca. Analizamos por muy fidedignas que fuesen las fuentes, e incluso mantenerme luego las consecuencias de la restauración en el interior de la Igle­ siempre en disposición de integrar las hipótesis mediante nuevas sia, tras la promulgación del nuevo Código de Derecho Canónico: y mejores perspectivas y revisiones. el uso real de los instrumentos de la colegialidad, como el Sínodo de los Obispos; el control de los movimientos de inculturación del Con respecto a la estructura de este ensayo, he dedicado la evangelio, como en África; las involuciones que se han producido primera parte a la investigación de los núcleos teóricos de la res­ en el plano del ecumenismo; la ofensiva contra la teología de la tauración presente, tal como se manifiestan en la «Entrevista» de liberación, para dedicar finalmente una especial atención a los cam­ Vittorio Messori con el cardenal Joseph Ratzinger, confrontándo­ bios introducidos bajo el pontificado polaco en la Ostpolitik de la los después con los motivos, los instrumentos y los resultados fi­ Santa Sede, El último capítulo se dedica a las contradicciones in­ nales de las restauraciones precedentes, la del Ochocientos y la de troducidas por el proceso restauracíonista en la misión y en las Pío X. Reconocidos de este modo algunos caracteres permanentes estructuras de la Iglesia, entre labor profètica y pretensión de do­ y comunes a toda restauración eclesiástica, he tratado de identifi­ minio, entre concurrencia con las ideologías y capacidad de ser hu­ car los rasgos peculiares de un «modelo polaco» de restauración, milde «levadura en la masa», entre cristiandad poderosa y servicio escrutando la historia religiosa, cultural y política de la nación de peregrina hacia el reino: la discusión se refiere en particular a polaca y el comportamiento de Karol Wojtyla en su episcopado la cualidad de una reforma auténtica de la Iglesia. cracoviense y en el Concilio Vaticano II. En una segunda parte he tratado de analizar los pasos iniciales Querría añadir solamente que me habría gustado tener que es­ de la restauración en los primeros trescientos días del pontificado cribir algo agradable y que fuese fuente de gozo y de esperanza y los instrumentos nuevos de los que se sirve de un modo siste­ para los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, en particular mático: los viajes pontificios y los mass-medía, para reconstruir y para nuestros queridos hijos, que tendrán que habérselas con pro­ relanzar el primado pontificio como tercera, e incluso primera, blemas más complejos y radicales que los nuestros. Desgraciada­ fuerza político-religiosa del mundo. mente, narrando los avatares del invierno romano, un velo de amar­ En la tercera parte, el análisis se ocupa de algunas operaciones gura ha caído con frecuencia sobre los folios, hasta el punto de significativas llevadas a cabo por la restauración: la normalización obligarme a acallar con esfuerzo un sentimiento, si no de rebeldía, de los jesuítas, el control del catolicismo holandés, la encomienda al menos de pena, quizá poco compatible con el oficio del histo­ riador. Pero ni siquiera los robots son neutrales y, después de todo, Cf. T. S. Eliot, Poesie (Parma 1955) 167. «VADE RETRO» «Rourquoi un Concile Oecuménique quand le pilori suffit?». (José de Maistre, Du Pape II [Lyon 1819] 16). Finalmente, la pequeña, fatídica y grave palabra ha sido dicha: res­ tauración. Y no por un crítico cualquiera, sino por la cabeza de la Congregación para la Doctrina de la Fe, antiguo Santo Oficio, el cardenal Joseph Ratzinger. El 6 de noviembre de 1984, una entre­ vista del cardenal alemán aparece publicada en la revista mensual de los paulinos, «Jesus», Han pasado más de veintiún años desde la muerte del papa Juan, el profeta que había abierto la Iglesia a la historia. El Concilio de la reforma católica terminó hace menos de veinte años; Pablo VI murió en 1978, y su capacidad de dudar, su búsqueda con el hombre moderno a través de la fortaleza del dogma, se agigantan. Desde hace seis años, un papa polaco pasea por las plazas del mundo sus certezas absolutas. Los católicos que en los triunfos de Juan Pablo II habían olfateado indicios de un programa de audaz marcha atrás, al principio del pontificado no eran tomados en serio: había que hacer creer, en aquel momento, que la renovación del Concilio Vaticano II no sólo no iba a quedar interrumpida, sino que sería reinterpretada de una manera actua­ lizada, como señal de una «continuidad dinámica». Sin embargo, ahora reconoce tranquilamente Ratzinger que se trata de restauración: «Si por restauración —dice— se entiende un volver atrás, entonces no es posible ninguna restauración: la Iglesia va adelante hacia el cumplimiento de la historia, mira adelante hacia el Señor. Pero si por restauración entendemos la búsqueda de un nuevo equilibrio después1 de las exageraciones de una aper­ tura indiscriminada al mundo, después de las interpretaciones de­ masiado positivas de un mundo agnóstico y ateo, entonces cierta­ mente esta restauración es deseable y, de hecho, ya se está dando». 20 «Vade retro» «Vade retro» 21 Lo que impresiona en las declaraciones del cardenal es la coin­ El cardenal hace un balance enteramente negativo del pos­ cidencia con la visión del mundo, radicalmente pesimista e incluso concilio: «Se esperaba una nueva unidad católica y nos hemos en­ apocalíptica, de la nueva derecha americana, que se ha manifestado contrado con un disentimiento que, para usar las palabras del papa con la «mayoría moral» del reverendo Jerry Fahvell, el predicador Montini, parece haber pasado de la crítica a la autodestrucción. Se de los pulpitos electrónicos que han hecho campaña por la reelec­ esperaba un salto hacia adelante y nos hemos encontrado frente a ción de Ronald Reagan para la Casa Blanca, un proceso progresivo de decadencia», Y añade: «El problema de Mientras la entrevista de Ratzinger, difundida por las agen­ los años sesenta era adquirir lo mejor de los valores expresados cias de prensa, anuncia oficialmente que la Iglesia católica mete por dos siglos de cultura 'liberal’. De hecho, hay valores que, si los remos en la barca, la avalancha de votos a favor de Reagan bien nacidos fuera de la Iglesia, pueden encontrar un lugar —de­ asume el tono de un triunfo. En la India crepitan las últimas ho­ purados y corregidos— en su visión del mundo. Esto se ha hecho. gueras que han producido una matanza en la minoría desviacionista Pero ahora el clima es diferente: ha empeorado mucho con respec­ sikh, para vengar el asesinato de Indirà Gandhi, En Etiopía, miles to al que justificaba un optimismo tal vez ingenuo. Es preciso, por de seres humanos mueren de sed. En Chile, el régimen de Augusto tanto, buscar nuevos equilibrios». Pinochet proclama el estado de sitio y se defiende con el terror. En Es claro que Ratzinger tiene interés en diferenciar su propia la antecámara del Imperio, en Nicaragua, se han llevado a cabo idea del Concilio de la de la oposición reaccionaria clásica, que se elecciones bajo control internacional, las primeras después de la oponía al Vaticano II de un modo absoluto, como el sacerdote revolución sandinista, pero la presión de los amos de ayer, soste­ francés Georges de Nantes, o bien parcialmente, como el obispo nidos por los Estados Unidos, se ve fortalecida incluso con el apoyo Marcel Lefèbvre, suspendido a divinis en 1977 por Pablo VI a de la Iglesia católica para sofocar en su nacimiento a una demo­ causa de su rebeldía. La postura de Ratzinger es más matizada, cracia que se emancipa. En Varsovia, el gobierno del general Ja- imita la estrategia típica de la lucha guerrillera, cuyo potencial teóri­ ruzelsld acepta jugar el juego de la verdad y, por primera vez, so­ co principal tiene como cuna a Prusía; su espacio se define por la mete a proceso a los altos funcionarios estatales implicados en el irregularidad con respecto al Concilio, que es normativo y cons­ asesinato del sacerdote Jerzy Popieluszko, sangrientamente apalea­ tituye una parte integrante de la legítima tradición de la Iglesia, do y arrojado a un lago el 19 de octubre por su pública oposición Pero esta irregularidad debe ocultar sus armas, debe servirse de al régimen. El premio Nobel de la Paz es concedido a Desmond emboscadas, debe sobre todo camuflarse de mil maneras, sea con Tutu, un pastor anglicano que encabeza la lucha no violenta de los uniformes robados al enemigo, sea con trajes de paisano. Ratzinger negros contra el apartheid en Sudàfrica. viste la púrpura de cardenal, procede de las filas de los progresis­ Las declaraciones del maitre-à-penser del partido alemán en el tas que realizaron las principales novedades del Concilio, conoce Vaticano, quizá el lobby más influyente en el vértice de la Iglesia, bien el terreno : es el hombre ideal, con el uniforme ideal, para una son consideradas generalmente como un acto formal de revisión operación destinada a vaciar el Concilio valiéndose del Concilio. del Concilio. «Mi impresión es —dice Ratzinger— que los daños Esta estrategia emerge claramente del texto: el cardenal multi­ a que se ha visto abocada la Iglesia en estos veinte años se deben, plica sus adhesiones formales a las decisiones del Vaticano II, pero más que al verdadero Concilio, al desencadenamiento —en su in­ denuncia una interpretación incorrecta del mismo, atribuyéndola terior— ¿e fuerzas latentes, agresivas, polémicas, centrífugas, in­ precisamente a los que se inspiran en el Concilio. Elabora una dis­ cluso irresponsables, y —en el exterior— al choque con un cambio tinción fundamental para el revisionismo entre «espíritu» y «anti­ cultural: la afirmación en Occidente de la clase media-superior, de espíritu» del Concilio (Konzils-Ungeist), Trata además de absorber la nueva burguesía del Terciario, con su ideología liberal-radical de el viraje conciliar en peculiaridades del magisterio pontificio del cuño individualista, racionalista, hedonista». Ochocientos y del Novecientos, sirviéndose de una verdad —la fi- «Vade retro» 23 22 «Vade retro» en multiversalidad *. Lo que parece diseminado en búsquedas plu­ delidad de la reforma conciliar a la tradición eclesial precedente— rales de identidad, lo que tiende a conformarse y crecer sobre las para encerrar la tradición en la categoría del continuismo, negando raíces, sobre la tierra de la historia y de la cultura de cada uno, es así valor innovador y dinamismo a la tradición misma. Más aún, por ello mismo considerado como una amenaza para el modelo Ratzinger evita también culpar al Concilio de la posterior crisis dado. Se trata de una lectura en términos dogmáticos y defensivos católica; al contrario, prefiere encausar al desarrollo cultural que de los nuevos niveles de pluralismo que el catolicismo va conquis­ ha tenido lugar fuera de la Iglesia, a los cambios que se han pro­ tando fatigosamente, en la variedad de sus mediaciones con las cul­ ducido en las bases materiales de la sociedad, criticando a lo sumo turas de los pueblos en los que habita. Tal situación había sido a los círculos católicos progresistas por no haber sabido oponer un juzgada de un modo positivo por el teólogo Karl Rahner, el jesuíta dique a la irrupción de estas oleadas de nueva secularización «de a quien muchos consideran como el mayor pensador católico del terciario» en el interior de la Iglesia católica. siglo xx. «La Iglesia una del futuro —había dicho en una entre­ Sin embargo, un análisis más profundo de este texto clave de vista, un año antes de morir, en 1984— no será naturalmente la la restauración permite identificar algunos núcleos teóricos, que Iglesia romana católica en la forma en que existe actualmente. impregnan el conjunto y están por ello destinados a inspirar y a Y esta Iglesia una del futuro tendrá un pluralismo legítimo, un justificar las conductas prácticas sucesivas. La primera de estas pluralismo más grande que el que existía y aún existe en el catoli­ coordenadas del nuevo saber reaccionario católico consiste en la cismo italiano actual. En la perspectiva del mayor pluralismo del afirmación del modelo total. Ratzinger motiva su desencanto en futuro, el pluralismo actual de las confesiones cristianas no está que del Concilio «se esperaba una nueva unidad católica» y se ha tan distante de esta Iglesia una del futuro» h producido el espectáculo de una «disgregación». «La teología no Pero es precisamente la teoría principal de Rahner la que, sin parece ya transmitir un modelo común de la fe», deplora el carde­ nombrarlo, hace Ratzinger objeto de su crítica: la tesis del «cristia­ nal. «La catequesis está expuesta a Ja fragmentación [...]». nismo anónimo», de la posibilidad, por consiguiente, de salvación Todo lo que en la Iglesia sigue la línea del pensamiento diver­ reconocida más allá de las murallas institucionales. «Ha sido dema­ gente, de lo fragmentario como reconquista de las propias raíces, siado subrayada», dice el cardenal. Éste, por su parte, deplora que de las culturas plurales, de las identidades históricas, representa «se haya llegado a decir que interviene siempre la gracia cuando un peligro inmediato a los ojos del responsable del ex Santo Oficio. alguien no creyente en religión alguna o seguidor de cualquier reli­ Ni las teologías latinoamericanas de la liberación ni las africanas gión se acepta a sí mismo como hombre También se han y asiáticas, que surgen en el horizonte católico con creciente auto­ subrayado los valores de las religiones no cristianas, que algún teó­ nomía y conciencia de sí, le parecen libres de riesgos : «El peligro logo presenta como vías ordinarias, en vez de extraordinarias, de está —dice— en que, en nombre de una negritud de contornos in­ salvación». Si el Concilio había reconocido las religiones no cris­ ciertos, quede olvidada la unidad católica». SÍ el catolicismo se des­ tianas como un camino de la gracia, Ratzinger no duda en liquidar­ centra del modelo y se hace multipolar, Ratzinger le opone la nece­ las como «regímenes de terror», instrumentos de satanás. El proto­ sidad de un centro: «La fe se fracciona en una serie de escuelas y colo cultural, digamos la epistemología, que determina el discurso, corrientes. Se ha perdido el servicio a la verdad garantizado por el dogma. Cierta tendencia parece indicar que algunas inculturaciones * Utiliza el autor este neologismo —multìversalìtà—, que conservamos en o indigenizaciones apresuradas podrían llevar a religiones nuevas la traducción, para indicar que el cristianismo siempre ha estado abierto a la con respecto al catolicismo que conocemos». diversidad de culturas de los pueblos con quienes ha tenido contacto. La protesta de Ratzinger se amplifica hasta afectar al potencial (N. del T.). entero del pensamiento religioso divergente, gracias al cual el cato­ 1 K. Rahner, Se vedessi Reagan gli direi che non sono d>accordo, entre' vista de Giancarlo Zízola en «Panorama Mese» (septiembre de 1984) 55, licismo va haciéndose multiforme y su universalidad se transforma «Vade retro» 27 2(5 «Vade retro» Esta coordenada centralista conduce fatalmente a confrontar el al centro del universo, suponiendo que lo haya. Hoy la categoría de modelo de la «verdad» católica con los modelos ideológicos: ence­ lo humano debería curarnos necesariamente de todos los sueños rrado en la lógica del modelo, el cardenal quizá no cae en la cuenta irreales y mesíánicos de nuevos imperios mundiales, aunque se de que su competición se establece entre viejas glorias, en un campo anuncíe con grandes y triunfales trompetazos de libertad, Dios, situado en los márgenes de la historia, entre sacos de desechos y verdad, que son los verdaderos símbolos positivos; pero nosotros detritus culturales. Su controversia se dirige a los paradigmas mar- no poseemos ni su totalidad ni el monopolio sobre ellos» 4. xistas: hace pocas semanas ha firmado un documento de condena La operación no alcanza sólo a la Iglesia. Meternos a todos en de la teología de la liberación, acusándola de aceptar el marxismo el mismo saco, en el mismo culto, obligarnos a todos a la monoto­ de una manera no «suficientemente crítica». «Me parece —dice el nía de la misma fórmula teológica y jurídica, so pena de excomu­ cardenal— que el marxismo, a causa de su elaboración filosófica y nión, tiene un peso reaccionario por la cultura que en ello se de sus intenciones morales, constituye una tentación más profunda encierra: significa que la Iglesia de Ratzinger corre a taponar las que los ateísmos superficiales». La lógica de los modelos absolutos grietas de la categoría de lo central, cuya crisis atraviesa el ámbito lleva a Ratzinger a situar la fe en el interior de las ideologías y a entero de la civilización industrial, hiriendo de muerte los modelos declarar que sería preferible el «ateísmo superficial», que en Occi­ ideológicos totales y sus pretensiones masculinas de salvación. Tam­ bién en esta inmensa área lo que emerge es la cultura del fragmento, dente niega al hombre todo valor fuera de la prestación y el consu­ como posible horizonte del tercer milenio, sobre las ruinas de los mo, a la intencionalidad ética del humanismo marxista. El nietecillo universos: fragmentos no como detritus diseminados y nostálgicos de Hegel es fatalmente pariente de Marx, aunque se vista de púr­ de un mundo que estalló, de una catedral medieval que hay que pura. reconstruir y en cuyas naves hay que dar refugio a los escapados del apocalipsis moderno, sino más bien como identidades singula­ La otra coordenada de la charta magna de la restauración es lo res, populares, radicales que salen finalmente de las cajas geográ­ demoníaco. El texto de Ratzinger parece lamido por el fuego del ficas, de las segregaciones en cápsulas económicas, áreas culturales, infierno. «Digan lo que quieran ciertos teólogos superficiales ghettos raciales, para reconocerse unos a otros, inventar nuevos mo­ —dice—, el diablo es, para la fe cristiana, una presencia misteriosa, dos de comunión recíproca y no de coacción, enriquecerse mutua­ pero real, personal, no simbólica. Y es una realidad poderosa, una mente sin apoderarse o dominarse y encontrar juntos las bases para. maléfica libertad sobrehumana opuesta a la de Dios». Y añade: construir entre todos la catedral de una paz humana a medida de «La cultura atea del Occidente moderno vive todavía gracias a la la dignidad y pluralidad del planeta y de su historia. Se da hoy liberación del miedo a los demonios posibilitada por el cristianismo. por descontado que Occidente se desliza velozmente desde la cate­ Pero si esta luz redentora de Cristo llegase a extinguirse, el mundo, goría de lo central a la diseminación, desde lo unívoco a lo «equí­ a pesar de toda su sabiduría y tecnología, volvería a caer en el terror voco significante», que constituye el espacio de los lenguajes imper­ y en la desesperación. Hay ya señales de este retorno de fuerzas tinentes, tanto más simbólicos, por tanto, cuanto más libres del oscuras, en tanto que crecen en el mundo secularizado los cultos lenguaje basic del computador y de su mercado: el modelo de satánicos». Más todavía. «Hay algo de diabólico —dice Ratzinger— Ratzinger y su obelisco obturan este proceso y objetivamente sir­ en el modo con que se explota el mercado de la pornografía y de ven para construir la pequeña capilla que necesita el castillo del la droga; en la frialdad perversa con que se corrompe al hombre feudalismo nuclear o, en otras palabras, para fundar el nuevo Sacro tomando pie de su debilidad, de su posibilidad de ser tentado y Romano Imperio. vencido. Es infernal una cultura que persuade a la gente de que el único fin de la vida lo constituyen el placer y el interés privado». 4 R. Panikkar, La grazia di Babele: «Bozze» 6 (1984) 51-104.

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