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la profesión de ingeniero y los anales del instituto de ingenieros de chile. 1840-1927 PDF

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LA PROFESIÓN DE INGENIERO Y LOS ANALES DEL INSTITUTO... DE CHILE. 1840-1927 LA PROFESIÓN DE INGENIERO Y LOS ANALES DEL INSTITUTO DE INGENIEROS DE CHILE. 1840-1927 Jaime Parada Hoyl “Ha llegado la época en que la acción social del Ingeniero se haga sentir en el manejo de la colectividad” Ingeniero Enrique Vergara Montt, enero de 19011 INTRODUCCIÓN Este volumen recoge la experiencia colectiva de los ingenieros civiles que tran- si taron del siglo XIX al XX, agrupados en el Instituto de Ingenieros de Chile, buscando responder a las preguntas: ¿por qué la ingeniería pasó de ser una profesión de segunda clase en el siglo XIX a una cuya influencia es hoy indiscutida? ¿Cómo y por qué los ingenieros se incorporaron de lleno a la vida nacional desde finales de 1920? Parte de las respuestas están en los Anales editados por el Instituto, los cuales demuestran que en las poco más de cuatro décadas que median entre 1888 y 1930, la organización tuvo un papel activísimo en el posicionamiento social de la ingeniería, tan exitoso como inédito a nivel gremial en el Chile de entonces. El relato que sigue aborda poco más de cien años, buscando entender las dis- tintas etapas por las que transitó la profesión. Creemos que sólo es posible dimen- sionar cuán importantes fueron las conquistas de los ingenieros finiseculares si se tiene una visión del desenvolvimiento de varias generaciones. Los análisis más específicos se concentrarán entre 1887 y 1927, ambos hitos muy relevantes para la historia de la ingeniería en Chile. En 1887 se creó el Ministerio de Industrias y Obras Públicas, principal fuente de empleo para los ingenieros y ente aglutinador de la profesión2. Menos de un año después se fundó el Instituto que nos ocupa, hecho para nada casual según veremos. En 1927, en tanto, se inició la dictadura 1 Ismael Valdés Valdés y Enrique Vergara Montt, “Sesión inaugural de 1901”, p. 9. 2 Sol Serrano, Universidad y nación. Chile en el siglo XIX, p. 217. -ix- Anales del Instituto de Ingenieros.indb 9 30/12/11 12:18:53 ANALES DEL INSTITUTO DE INGENIEROS DE CHILE. INGENIERÍA Y SOCIEDAD 1889-1929 de Carlos Ibáñez del Campo, quien incorporó un contingente numeroso de inge- nieros en la alta administración, inaugurando un modelo de gobierno donde los políticos debieron ceder espacios a los agentes técnicos3. ¿Por qué es esto significa- tivo? Porque en adelante los ingenieros colonizarán y expandirán su influencia en un ámbito que les había sido negado sistemáticamente: el de la toma de decisiones. Una vez ingresados a ese mundo, su influencia crecerá de manera exponencial, sea a través de la CORFO, la administración de empresas estatales, el parlamento, los ministerios, directorios y negocios privados, alcanzando niveles como los de hoy en día –catorce de los veintidós ministros del gabinete nombrado en marzo de 2010 fueron ingenieros–, hecho impensable hace cien años. Los años estudiados a través de las páginas de los Anales del Instituto de Inge- nieros darán luces para entender los caminos seguidos por los ingenieros chilenos, que los llevaron al lugar de privilegio ocupado desde la primera administración Ibáñez. Creemos que es limitado pensar que la incorporación de agentes técnicos al gobierno o al mundo privado sólo haya sido el resultado de la visión política modernizadora de una época o de un gobierno en particular. Reconociendo que es parte del fenómeno, sostenemos que el ascenso de los ingenieros fue, por so- bre todo, producto de una estrategia de largo plazo diseñada y socializada desde ese colectivo profesional que, reunido en el Instituto, fue capaz de promover un programa de posicionamiento de la disciplina en Chile, lo que implicó tomar op- ciones, asumir lineamientos comunes y descartar posibles áreas de desarrollo para ocupar nichos laborales ajustados tanto a sus necesidades como a las del entorno. Resulta muy difícil pensar que un gremio carente de prestigio o desdeñado por su carácter técnico, como efectivamente lo fue durante casi todo el siglo XIX, hubiera alcanzado una posición de privilegio sin mediar acciones concretas en este sentido, más si se piensa en el poco tiempo transcurrido en la variación sustancial de las percepciones de que fueron objeto. Ya veremos que ni siquiera las obras públicas –incluidas aquéllas capaces de obnubilar como el viaducto del Malleco– fueron suficientes para sustraerlos de la desconfianza recibida durante todo un siglo. Interesa destacar que la constitución de una sociedad como el Instituto de In- genieros de Chile fue la reacción ante las fallas de un mercado laboral que no pudo acogerlos en el nivel de responsabilidades que, sentían, estaban en condiciones de asumir ya en el último cuarto del siglo XIX, y a una oferta educacional desajusta- da a las exigencias del mundo del trabajo. Los efectos de ello son profundos, lo suficiente como para explicar por qué, durante un largo tiempo, los ingenieros no fueron capaces de generar espacios de socialización que contribuyeran a su cohe- sión como colectivo. La conciencia de esa exclusión fue, creemos, el motor más poderoso para re- vertir la subvaloración de la que fueron objeto durante casi todo el siglo, la que vino luego de una serie de sucesos fundamentales para el desenvolvimiento de la profesión. En parte, esos acontecimientos explican que los ingenieros se organiza- 3 Véase Adolfo Ibáñez Santa María, “Los ingenieros, el Estado y la política en Chile. Del Ministe- rio de Fomento a la Corporación de Fomento. 1927-1939”, p. 45 y ss. -x- Anales del Instituto de Ingenieros.indb 10 30/12/11 12:18:53 LA PROFESIÓN DE INGENIERO Y LOS ANALES DEL INSTITUTO... DE CHILE. 1840-1927 ran para terminar dicha exclusión en ámbitos que sentían como propios, aceleran- do los ritmos de su gremialización, redefiniendo sus metas comunes e intervinien- do sobre los espacios educativos y laborales. De ahí que situemos a los Anales... como el agente activo de su estrategia, dados los problemas que ahí se plantearon y los circuitos dónde se distribuyó, que adelantamos, superaron largamente los muros de la profesión. I. ALCANCES Y SENTIDO DE LA RECOPILACIÓN PRESENTADA EN ESTE VOLUMEN Los textos aquí compilados de los Anales del Instituto de Ingenieros de Chile fueron elegidos en base a dos criterios fundamentales: 1) que reflejaran posiciones gremiales sobre cuestiones que involucraran inte- reses de los ingenieros en los niveles micro tanto (sectorial) como macro (nacional), ojalá de manera explícita; 2) que dicha selección expresara con la mayor fidelidad posible el pensamien- to del colectivo, entendiendo que éste nunca sería unánime, pero sí consen- sua do en algunas materias que en distintos momentos fueron consideradas prio ritarias4. Demás está decir que debimos dejar fuera todo aquello que por su carácter técnico no expresara un esquema de pensamiento gremial de problemas atingentes a la profesión en su aspecto social, eso sí, reconociendo que en el nivel de decodificación especialista éste podría estar presente. En lo específico, la recopilación busca poner en evidencia las percepciones ela- boradas por los ingenieros chilenos, tanto de la sociedad en que se desenvolvieron como la propia en tanto colectivo, en dos momentos claves de su historia: el de la formación de un discurso gremial, articulado en torno a un pensamiento común manifestado como tal por primera vez en los Anales...; y el de la valida ción social de la disciplina, coronada con la incorporación de ingenieros en altos puestos de la administración pública y privada. Ambos hitos dan cuerpo al tercer criterio de se- lección, que otorga un marco cronológico bastante acotado: el período 1889-1929. Con todo, la organización de los trabajos compilados es, primero, temática. Para ello, dividimos la selección en tres partes: – Percepciones y autopercepciones; – Desarrollo educacional e intelectual y – Políticas públicas. 4 La fusión del Instituto de Ingenieros de Santiago de Chile con la Sociedad de Ingeniería, pro- ducida a fines de 1900, eliminó la palabra ‘Santiago’ tanto del nombre del Instituto como de Anales... Por ello, en esta recopilación se diferenciarán los Anales del Instituto de Ingenieros de Santiago de Chile, que existieron entre 1889 y 1900, de los Anales del Instituto de Ingenieros de Chile, publicados por primera vez en 1901 y que obligaron a un cambio en la numeración, partiendo desde el tomo I, Nº 1, en enero de ese año. -xi- Anales del Instituto de Ingenieros.indb 11 30/12/11 12:18:53 ANALES DEL INSTITUTO DE INGENIEROS DE CHILE. INGENIERÍA Y SOCIEDAD 1889-1929 Se incluye, asimismo, un anexo con dos entregas parciales publicadas en los Anales..., del que posteriormente será el libro Nuestros ingenieros5. El valor de la obra radica en su carácter testimonial, además de ser el primer intento sistemático por historiar el desenvolvimiento de la disciplina durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX. Creemos que este modelo de organización de los textos facilita la comprensión de los fenómenos que se explican en la parte introductoria. La primera parte de la selección ofrece nueve trabajos, publicados entre 1889 y 1929, en los que a propósito de fenómenos tan diversos como la inauguración del Instituto de Ingenieros, la publicación del primer número de los Anales..., la fusión con la Sociedad de Ingeniería y hasta una extensa digresión sobre la relación in- geniería-opinión pública, se revela la construcción de una identidad propiamente ingenieril, elaborada sobre la base de las experiencias vividas por los profesionales en el país y los aprendizajes que el colectivo extrajo de ellas. El fenómeno es intere- sante, pues cada escrito cumple con la doble función de socializar las imágenes que conformaron dicha identidad en construcción, pero por otro reafirmarla o modifi- carla. En este sentido, los Anales..., como toda revista profesional, fueron el soporte más adecuado para integrar a distintas generaciones de ingenieros a la discusión sobre los caminos que debía seguir tanto la profesión como la disciplina6. La segunda parte de la selección reúne ocho trabajos, publicados entre 1892 y 1928, en los que se discuten o proponen distintas iniciativas destinadas a per- feccionar los modelos educativos imperantes en Ingeniería. Muchos de ellos ac- túan como “recetas”, en las cuales un ingeniero “prescribe” la incorporación de un determinado cuerpo de conocimientos a la formación de los jóvenes ingenieros. ¿Con qué objetivo? Con el de estandarizar las estructuras cognitivas presentes en Chile con las de países desarrollados. No es de extrañar, entonces, que las mencio- nes a Europa y Estados Unidos sean una constante en muchos de esos trabajos. En los Anales..., el debate sobre la educación en ingeniería se fue tornando cada vez más importante, al punto de que lo que al principio eran sólo recomendaciones sobre la inclusión de una determinada materia en los programas, hacia el centena- rio comenzó a llenar cada vez más páginas y dio paso a posiciones encontradas de parte de los articulistas. Lo central de esta discusión estriba en la determinación de 5 Véase Santiago Marín Vicuña, Nuestros ingenieros. Excluimos de la selección la segunda parte de la obra, dedicada a la vida y desempeño profesional del ingeniero Domingo Víctor Santa María, dada su poca relevancia para el análisis propuesto. 6 En este sentido, el caso chileno es homologable al de cualquier país que haya experimentado la emergencia de profesiones que tendieron a homogeneizar el pensamiento de sus miembros a través de sociedades y publicaciones. Por ejemplo, para el caso de la Revista de Obras Públicas editada por el Cuerpo de Ingenieros de Caminos español (siglo XIX), Darina Martykánová explica que entre los ob- jetivos de esa publicación estaban “servir como tribuna corporativa del Cuerpo y eso en dos sentidos: hacia afuera, definiendo los intereses de los ingenieros de caminos, y hacia adentro, como un espacio de debate para los ingenieros, ‘faltos de discusión que esclarece’”. Véase su artículo “Por los caminos del progreso. El universo ideológico de los ingenieros de caminos españoles a través de la Revista de Obras Públicas (1853-1899)”, pp. 193 a 219. -xii- Anales del Instituto de Ingenieros.indb 12 30/12/11 12:18:53 LA PROFESIÓN DE INGENIERO Y LOS ANALES DEL INSTITUTO... DE CHILE. 1840-1927 los modelos académicos más aptos para el posicionamiento de la Ingeniería en el Chile del siglo XX: ¿debía privilegiarse la enseñanza práctica por sobre la teórica? ¿Habría que incluir elementos hasta entonces ajenos a la tradición disciplinaria, como la Economía Política? Finalmente: de replicarse uno de los modelos pro- puestos por los articulistas (estadounidense, alemán, francés, etc.), ¿qué posibilida- des de éxito tendría? En este punto, los Anales... se presentan como una plataforma de discusión riquísima, que saca el debate del claustro universitario y lo somete a escrutinio público. La tercera y última parte está dedicada a la irrupción del colectivo de inge- nieros en las políticas públicas. Si bien el texto de Adolfo Ibáñez es uno de los escasos trabajos publicados sobre el particular, su estudio no alcanza a cubrir los ant ecedentes (para nosotros, las razones) que explican la irrupción de la lógica tec no-científica en el nuevo modelo de toma de decisiones inaugurado durante la primera dictadura del siglo XX. De ahí nuestro interés por presentar en esta reco pilación nueve trabajos previos a su irrupción en el circuito del poder, que evidencian visiones y discursos sobre el Estado desde fines del siglo XIX. Se inclu- yen opiniones en ámbitos sensibles para el colectivo –obras públicas y minería especialmente–, pero también los debates sobre problemas emergentes para los ingenieros, considerados trascendentales para su devenir profesional en los nichos que se habían decidido a ocupar en el nuevo siglo. En este sentido, creemos haber recogido algunas de las polémicas más candentes en las que participaron, a saber: la reorganización del Ministerio de Industria y Obras Públicas y de la Empresa de Ferrocarriles del Estado; la política portuaria; la nacionalización de la industria minera; y la política monetaria. Atendida la magnitud de la recopilación, que incluye artículos, editoriales, dis- cursos y conferencias, el estudio introductorio que presentamos no tiene más pre- tensión que servir de marco referencial para una lectura más comprensiva de los textos incorporados en este volumen. II. ÁMBITOS Y EJERCICIO DE LA INGENIERÍA DECIMONÓNICA EN CHILE Cuando en 1888 se fundó el Instituto de Ingenieros de Santiago de Chile, la Inge- nie ría llevaba más de dos décadas siendo la segunda profesión más poblada del espectro profesional chileno, tal como lo demuestran los últimos cuatro censos del siglo (gráfico Nº 1). A través de ellos se evidencia su crecimiento sostenido durante más de una década: en el quinquenio 1865-1870, la Ingeniería creció a tasas del 85%, mientras que abogados y médicos lo hicieron a 22% y 4%, respectivamente. Cinco años más tarde siguió siendo la profesión que más creció con un 46%, frente al 18% de abogados y 4% de médicos. A partir de la década de 1880 enfrentó un estancamiento que, hacia 1885, la dejaba última en esa medición: sólo crecían a un ritmo del 14%, mientras que los médicos lo hacían a tasas del 41% y los abogados al 20%. -xiii- Anales del Instituto de Ingenieros.indb 13 30/12/11 12:18:53 ANALES DEL INSTITUTO DE INGENIEROS DE CHILE. INGENIERÍA Y SOCIEDAD 1889-1929 1400 1200 1159 1000 941 940 842 800 689 600 624 625 515 400 435 239 200 259 191 0 1865 1875 1885 1895 ingenieros médicos abogados Gráfico N° 1. Distribución y crecimiento profesional según censos7. La explicación de las variaciones pareciera radicar en las dinámicas experi- mentadas por la Ingeniería durante el siglo, así como en las políticas educacionales y laborales que influyeron en su desarrollo. Dos hechos llaman la atención: prime- ro, su rápido ascenso en un contexto profesional como el de la segunda mitad de siglo, definido por la subvaloración de saberes técnicos con relación a profesiones con mayor prestigio, como el Derecho o la Medicina. Parece ser que, a pesar de su esquivo valor simbólico, la ingeniería fue incorporada al universo mental de la juventud por las inmensas transformaciones que era capaz de producir, y por las opciones que se abrían en un país donde estaba todo por hacerse. En este senti- do, la alta inversión en infraestructura durante el siglo XIX mostró, tal vez como espejismo, un inmenso campo laboral a los aspirantes chilenos, lo que –veremos– estuvo lejos de ser así. Un segundo fenómeno interesante es la caída en las tasas de crecimiento desde mediados de la década de 1870, momento en el que la Ingenie- ría vivió una crisis que podríamos definir como multisistémica: alta competencia extranjera, dificultad de chilenos para acceder a los mejores puestos de trabajo, programas de estudios desajustados a la realidad laboral, entre otros. Por el momento, es necesario entender que la Ingeniería fue una profesión cuyos inicios estuvieron ligados a las necesidades de un Estado dispuesto a per- feccionar las condiciones para el comercio, la producción de bienes, el control 7 Información extraída de los censos de 1865, 1875, 1885 y 1895. Se fijó 1865 como inicio por tratarse del primer censo que catastró ingenieros titulados en los programas de la Universidad de Chile, iniciados el año 1853. Confróntese: República de Chile, Censo general de la República de Chile levantado el 19 de abril de 1865; República de Chile, Quinto censo general de la población de Chile levantado el 19 de abril de 1875 y compilado por la Oficina central de estadística; República de Chile, Sexto censo general de la población de Chile levantado el 26 de noviembre de 1885 y compilado por la Oficina central de estadística y República de Chile, Séptimo censo general de la población de Chile levantado el 28 de noviembre de 1895 y compilado por la Oficina central de estadística. Los gráficos son nuestros. -xiv- Anales del Instituto de Ingenieros.indb 14 30/12/11 12:18:53 LA PROFESIÓN DE INGENIERO Y LOS ANALES DEL INSTITUTO... DE CHILE. 1840-1927 territorial, etc., según lo demostró Sol Serrano8. En lo que nos atañe al colectivo de ingenieros, ello explica la primera actitud de los gobiernos, cual fue organizar una estructura corporativa que permitiera distribuir en las provincias los servicios de ingeniería tal como se había hecho en países como Francia o España. En ese contexto vio la luz el Cuerpo de Ingenieros Civiles, al cual nos referiremos en el título siguiente. También en el ámbito estatal se abrieron algunas plazas laborales para integrar misiones contratadas por el gobierno para fines específicos. Dentro de éstas destacan algunas que dieron cierta estabilidad y hasta prestigio a los in- genieros que trabajaron en ellas, por ejemplo, las comisiones: Topográfica (1849- 1873), Exploradora del desierto de Atacama (1883-1887) y de Límites en el tránsito del siglo XIX al XX. Hacia fines del período, la creación del Ministerio y Dirección de Obras Públicas dio un nuevo impulso a la centralización de las actividades in- genieriles, abriendo espacios para un desarrollo más efectivo en su variante estatal, pero excluyente en lo que respecta a los “ingenieros indígenas”9. Paralelamente, hubo ingenieros que ejercieron la profesión de manera libre, esto es, no adscritos a un cuerpo estatal. Se trata de un colectivo diverso y muchí- simo más numeroso que el anterior, que desde las décadas de 1830-1840 juntó a profesionales chilenos y extranjeros en trabajos de índole privada, de magnitudes tan distintas como trazados de ferrocarriles, construcción de puentes y túneles, te- légrafos, canales de regadío, servicios sanitarios, minería y demarcaciones agríco- las10. Hay que agregar también su labor en la implementación de tecnologías con fines industriales o domésticos, por ejemplo, el alumbrado a gas desde mediados de la década de 1850. El Cuerpo de Ingenieros Civiles o la irrealidad de un modelo El Cuerpo de Ingenieros Civiles fue creado por la Ley General de Caminos de1842, con el propósito de: “hacer los estudios y tomar la dirección de los trabajos públicos que se emprendan, prin cipalmente caminos y canales”11. Pese al espíritu de progreso y modernización que tuvo en sus orígenes, el mo- delo de ingeniería corporativa chileno fue poco más que una declaración de inten- ciones. Así lo revela el análisis de la constitución y funcionamiento del cuerpo: su personal y remuneración fueron insuficientes; no tuvo atribuciones para obrar de acuerdo con sus competencias técnicas en relación con las necesidades reales de las provincias; su dispersión geográfica, así como el modelo de administración no 8 Véase Serrano, op. cit., p. 204 y ss. 9 El término fue utilizado por los ingenieros chilenos de fines del siglo XIX para diferenciarse de lo extranjeros que ocupaban una porción importante del mercado profesional. Véase Carlos Hoerning, “El ingeniero ante la opinión pública”, p. 15. 10 La dispersión de las fuentes imposibilita, por el momento, caracterizar el desenvolvimiento de la ingeniería moderna en el país en la década de 1830. Sin embargo, ello no afecta la explicación general del fenómeno dado el ímpetu con se practicó en la década siguiente. 11 Citado en Ernesto Greve, Historia de la ingeniería en Chile, tomo III, p. 371. -xv- Anales del Instituto de Ingenieros.indb 15 30/12/11 12:18:53 ANALES DEL INSTITUTO DE INGENIEROS DE CHILE. INGENIERÍA Y SOCIEDAD 1889-1929 respondieron a la idea de cuerpo; y sus integrantes, lejos de compartir homogenei- dad formativa, se educaron en modelos y tradiciones que aportaron muy poco a las crecientes necesidades de desarrollo material. Surgido por iniciativa de Andrés Antonio Gorbea, ex ingeniero militar espa- ñol, el cuerpo fue la única institución civil dedicada a ejecutar obras de vialidad hasta 1888; fue, además, la primera fuente de empleo estatal para los miembros de la profesión. Sin embargo, en sus más de cuatro décadas de funcionamiento, pudo poco más que mantener y reparar los caminos existentes, dada la ausencia de políticas públicas bien implementadas en el área12. Prueba de ello es que hasta fines del siglo XIX –e, incluso, a principios del siguiente– el desenvolvimiento del rubro de caminos fue bastante modesto, según consta en distintos análisis realizados en el período. Aun cuando el mismo Claudio Gay en su ensayo Agricultura (1865) había ex- puesto la urgencia de extenderlos y repararlos –“el poder y la riqueza de un país pueden juzgarse por la construcción de sus ca minos y por el modo en que están conservados” decía13–, se llegó a fin de siglo en un estado de “lamentable abando- no”, si damos crédito a las palabras del ingeniero Santiago Marín Vicuña14. Más allá de las razones, dentro de las que podría contarse el espejismo producido por los ferrocarriles, muc has veces lejanos de cualquier rentabilidad y siempre en des- medro de otras obras, interesa constatar que las deficiencias del sistema, incluidas estructura, presupuesto y modelo de toma de decisiones en obras públicas, reper- cutieron gravemente sobre el cuerpo, al punto de decretarse su cierre como parte del plan de instauración del Ministerio y la Dirección de Obras Públicas, hacia fines de la década de 1880. Tal como lo reconoció Claudio Gay, el cuerpo de ingenieros desempeñó bien sus funciones durante la primera década, “a lo menos en cuanto dependía de su buena voluntad, pues sus conocimientos teóricos y prácticos estaban lejos de hallarse a la altura de la alta y compleja misión que tenía a su cargo”15. Con el paso del tiempo, mientras más conciencia se tuvo de la importancia de los caminos, mayores fueron las expectativas que se crearon sobre el trabajo del cuerpo. La educación formal de sus miembros, sin embargo, no se condecía con esas expectativas. Sin duda, uno de los problemas que hizo difícil su desenvolvi- miento fue la precaria instrucción, marcada por la ausencia de un centro formativo único que diera cohesión a nivel de conocimientos, esto es, que imprimiera en los ingenieros un sistema de pensamiento que propendiera tanto a la investigación 12 Para constatar cuán precarios fueron los avances en el rubro de caminos durante el funciona- miento del cuerpo, véase Sergio Villalobos y otros, Historia de la ingeniería en Chile, pp. 123-126. 13 Claudio Gay, Agricultura chilena, p. 219. 14 Santiago Marín Vicuña, Estudio de los ferrocarriles chilenos, p. 19. 15 Gay, op. cit., p. 234. -xvi- Anales del Instituto de Ingenieros.indb 16 30/12/11 12:18:53 LA PROFESIÓN DE INGENIERO Y LOS ANALES DEL INSTITUTO... DE CHILE. 1840-1927 como a la solución de los desafíos de su actividad profesional16. Así como existie ron centros formales especializados en el extranjero destinados a miembros de corpora- ciones de este tipo como la Éco le des ponts et chaussés francesa (1747) o la Escuela de caminos española (1834), dependientes de los propios cuerpos adm inistrativos17, en la primera organiza ción de caminos chilena sólo se dispuso de algunos cursos remediales para quienes integrasen el cuerpo, los que no llegaron a impartirse dada la temprana muerte de Andrés A. Gorbea, quien sería su profesor18. Desde su fundación y por la próxima década, el cuerpo estuvo integrado en su mayoría por agrimensores sin conocimientos especializados en el área de las construcciones civiles. Excepcio nal mente, hacia fines de la década de 1850, el in- geniero francés Eduardo Salles, experto en puentes y calzadas, proveyó un “curso sustancial” que “contribuyó a aumentar los conocimientos de aquellos jóvenes, tan versados ya en los diferentes ramos de las matemáticas”, según Claudio Gay19. También excepcionales fueron las becas para tres de sus miembros en Europa a principios de la década de 1870: Ricardo Fernández, Enrique Fonseca y Valentín Martínez, quienes fueron enviados a perfeccionar sus estudios y debieron devolver dicha concesión del gobierno enseñando en la sección universitaria del Instituto Nacional y en el propio cuerpo20. Con todo, el diagnóstico de fin de siglo era que los graves errores cometidos en obras públicas, que redundaron en inmensas pér- didas pecuniarias, se habrían evitado si “se hubiera dado a la enseñanza profesio- nal la importancia que tiene”21. A la ausencia de un centro especialista en trabajos públicos, se agregó la esca- sez de ingenieros civiles universitarios durante un largo tiempo; sólo en 1869 se graduó el primero de ellos, Ricardo Fernández Frías, a más de dieciséis años de abierta la especialidad22. Claramente hubo decisiones en el diseño de los progra- 16 Tanto la Historia Social como la Sociología de la Ciencia han demostrado cuán importante son para la configuración de comunidades profesionales las redes constituidas en centros formativos, sean de carácter universitario o técnico-especialista. Las implicancias de ello son tanto gremiales como dis- ciplinarias, aunque las fronteras entre una y otra son difusas. Como bien explica Horacio Capel, en su interior se comparten estilos de pensamiento, “que determinan la elección de los problemas científicos, las preguntas que se hacen guían las observaciones, establecen las reglas para trabajar e incluso deter- minan el vocabulario que debe utilizarse”. Véase Horacio Capel, “Factores sociales y desarrollo de la ciencia: el papel de las comunidades científicas”, p. 201. 17 Manuel Silva Suárez (compilador), Técnica e ingeniería en España IV. El ochocientos; pensamiento, profesiones y sociedad, pp. 58-59. 18 Villalobos, op. cit., p. 123. 19 Gay, op. cit., p. 238. 20 En el caso de Ricardo Fernández, estaría obligado ejercer la docencia por nueve años en los ramos de puentes y caminos. Véase “Copia del contrato celebrado entre el Supremo Gobierno y el in- geniero de 2ª clase del Cuerpo de Ingenieros Civiles, Don Ricardo Fernández F.”, en Archivo Nacional de la Administración, fondo Ministerio del Interior, vol. 604, pieza 11, sin número de foja. 21 Instituto de ingenieros de Chile, “Actas”, tomo I, 1901, p. 9. 22 Es importante destacar que Ricardo Fernández lo obtuvo como segundo título, pues ya se había graduado de ingeniero geógrafo en 1863. En los años que median se desempeñó en el Cuerpo de In- genieros Civiles, hasta que fue becado en Europa por el gobierno. Véase Virgilio Figueroa, Diccionario histórico, biográfico y bibliográfico de Chile, tomo II, p. 142. -xvii- Anales del Instituto de Ingenieros.indb 17 30/12/11 12:18:53 ANALES DEL INSTITUTO DE INGENIEROS DE CHILE. INGENIERÍA Y SOCIEDAD 1889-1929 mas educacionales del área que no favorecieron la formación de capital humano ad hoc. Sin ir más lejos, la misma la carrera se extendía entre seis meses y un año sólo para quienes quisieran acceder a la especialidad de civil. Y es que la prioridad en la formulación de los primeros programas estuvo puesta –qué duda cabe– más en las áreas más conocidas por Ignacio Domeyko, en tanto impulsor de las ingenierías universitarias, que en las necesidades materiales del país. Las repercusiones fueron profundas: pareciera que el perfil más bien modesto de los primeros estudiantes de Ingeniería determinó su ingreso a especialidades cortas dada la necesidad de acceder con celeridad al mercado del trabajo. La escasez de ingenieros civiles, sin embargo, no llevó a las autoridades uni- versitarias a promover reformas a los programas del área sino hasta 1889, ni a los políticos a exigirlas en pos de una mejora en los conocimientos de sus proveedores de infraestructura, pues rápidamente se optó por extranjeros. Aun así, al interior de la universidad hubo voces que cla maron por el perfeccionamiento de los planes de estudio; lo hizo en 1868 el académico de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemá- ticas, Alejandro Andonaegui, quien declaró que la sola revisión de los errores co- metidos en la realización de las obras públicas desde inicios de la República, “por la falta de conocimientos y experiencia profesional” de quienes intervinieron en ellas, ameritaba no sólo enfatizar las áreas de construcción, mecánica, geometría aplicada y dibujo sino, también, reforzar la enseñanza práctica. Si a todo lo anterior se agrega la incapacidad para atraer profesores expertos en la materia, se comprende con ma- yor nitidez cuán duro fue el panorama en los años fundacionales de la profesión23. Parece sintomático que ni los propios directores del cuerpo se salvaran de los cuestionamientos a su idoneidad: Ricardo Marín, ex ingeniero militar y penúltimo en ejercer la jefatura, fue vapuleado en “varios artículos firmados por un ingeniero respetable, quien aseguraba que el di- rector [...] no había hecho los estudios que su nuevo empleo requería”24. Su sucesor y último en ocupar el cargo, Jesús Fernández Bayón, fue formado como agri men sor, por lo que tampoco tenía instrucción formal en obras civiles25. Si bien la pobre realidad formativa fue un elemento de distorsión, peor fue lo que se encontraron los miembros del Cuerpo de Ingenieros Civiles una vez desti- nados a las provincias. Tal vez el único testimonio completo que hay sobre ello se lo debemos al ingeniero y novelista Daniel Barros Grez, quien repartió su tiempo entre las creaciones literarias e ingenieriles, y fue miembro de la corporación por más de una década26. Su pluma crítica le permitió denunciar con vehemencia e iro- nía las imperfecciones del sistema en el que estuvo inmerso, en un folleto titulado 23 Serrano, op. cit., p. 210 y ss. 24 Daniel Barros Grez, Motivos de una renuncia, o sea, el gobierno i el Cuerpo de Ingenieros Civiles en sus relaciones con el interés público, p. 10. 25 Greve, op. cit., tomo IV, p. 235. 26 Entre sus obras como literato destacan: Como en Santiago (1865), Pipiolos y pelucones (1876) y La academia político literaria (1889). -xviii- Anales del Instituto de Ingenieros.indb 18 30/12/11 12:18:53

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Obras Públicas, principal fuente de empleo para los ingenieros y ente . como la propia en tanto colectivo, en dos momentos claves de su historia: el
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