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la originalidad del español americano y las lenguas amerindias PDF

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LA ORIGINALIDAD DEL ESPAÑOL AMERICANO Y LAS LENGUAS AMERINDIAS JUAN M. LOPE BLANCH UniversidadNacionalAutónoma de México ElColegiodeMéxico Lagran aventura de la lengua española a través de su secular historia ha sido, sin duda, su azaroso transplante al Nuevo Mundo. Aquel rudo romance nacido en el «pequeño rincón» a que estaba reducido el condado de Castilla en el siglo x, cuando «era de castellanos Montes d'Oca mojón», había de exten- derse velozmente a lo largo y a lo ancho de un inmenso continente recién descubierto por obra de la casualidad pero, también, de la tenacidad y perse- verancia humanas. Gracias al impulso de aquellos descubridores, conquista- dores y colonizadores, la lengua castellana alcanzó una expansión a que nin- gún otro idioma románico ha podido aspirar; sólo otra lengua romance, también hispánica, disfrutó de un destino similar, al extenderse por gran parte de Sudamérica y del lejano Oriente, de tal manera que la casi totalidad de la Romania Nueva es de raigambre iberrománica, castellana o portuguesa. El estudio de esta aventura lingüística no siempre ha sido hecho, lamenta- blemente, conla objetividad y el rigor que todo trabajo científico exige. Como no ha sido así hecho, tampoco, el estudio de la aventura histórica que sirvió de vehículo a la expansión lingüística. Cierto que ese estudio filológico habíasido comenzado de manera objetiva y desapasionada -científicamente-- por el iniciador de lamoderna filología hispánica, el colombiano Rufino José Cuervo, a cuya extraordinaria labor filológica tanto deben muchos dialectólogos y lingüistas de nuestro siglo, a veces sin saberlo o sin querer reconocerlo. Pero la objetividad y el rigor con que Cuervo había iniciado el estudio filológicode nuestro idioma -particularmente, de su rnodalidad americana 1-- no se han mantenido incólumes siempre. Consideraciones y actitudes de carácter histórico o político vinieron pronto a complicar el estudio de la aven- tura lingüística castellana. Son obstáculos éstos que han dificultado el pro- gresocientífico de lafilología hispanoamericana, y quemuchos no hansabido -o no hemos sabido- salvar todavía. ' Me refiero, obviamente, a sus Apuntaciones criticassobreellenguaje bogotano, inicial- mente publicadas entre 1867 y 1872, pero revisadas, refundidas y muy aumentadas «con frecuente referenciaal de los países de Hispanoamérica», a lo largode los años, hastael de 1914, fecha de la sexta y última edición preparada por el propio CUERVO, al menos en gran parte, antes de su muerte, acaecida el 17 de juliode 1911. (cid:9) 74 JUAN M. LOPE BLANCH Don Pedro Henríquez Ureña, otro ilustre y venerable hispanoamericano, creía firmemente -y muyjustas razones habíapara ello- en la originalidad de la lengua española habladaenAmérica. Advirtiendosu fuerte personalidad, dedicó algunos de sus desvelos filológicos a ponerla de relieve, como también había de destacar la singular importancia de la cultura hispanoamericana'. Enemigodefáciles generalizaciones, consideró necesariorefutar unacreencia que tenía ya mucho tiempo de vida, pero que no le parecía acorde con la realidad: la del andalucismobásico del españolhabladoen América. Condición que menoscabaría la posible originalidad de las hablas americanas. Ya en 1921, en sus Observaciones sobre el españolen América, escribía: «Ante tanta diversidad [fonética, morfosintáctica y léxica del español americano] fracasa una de las generalizaciones más frecuentes: el andalucismo de América; tal andalucismo, donde existe -es sobre todo en las tierras bajas-, puede esti- marse como desarrollo paralelo y no necesariamente como influencia delSur de España»3. De estas palabras pueden deducirse, al menos, dos conceptos importantes:Uno, que Henríquez Ureña no negaba radicalmente la influencia andaluza en la formación del español americano, si bien la reducía aparte de las tierras bajas -en lo cual no estaba nada desencaminado-, restringiendo así su importancia; y otro, que considerabaque el «andalucismo» del español habladoenlas costas deAméricaeraindependiente del andaluz, lo cual salva- guardaba la originalidad fundamental del español americano4. En esas mismas páginas de la todavía joven Revista de Filología Española menciona tímidamente Henríquez Ureña la posibilidad de que las diferencias fonéticas que existen entre algunas tierras bajas y tierras altas del continente americano sean debidas a las diversas condiciones climatológicas respectivas: tierras calientes de lascostas y tierras fríasdelas altiplanicies5.Loscasos con- ' Pienso, entre otras importantísimas obras, en su póstuma Historia de la cultura en la América hispánica, México, FCE, 1947. 3 «Observaciones sobre el español en América»,Revista deFilología Española, vin (1921), págs. 357-390. Las líneas citadas corresponden a la pág. 359. 4 Un análisisexcelente, pormenorizado y penetrante, de lo queCuervo había dichosobre el andalucismodelespañolamericanoysobre la utilización quede ello hizo HenríquezUreña puedeverseenel ensayo deGuILLFRmo L.GUITARTE, «Cuervo, HenríquezUreñayla polémica sobreel andalucismodeAmérica»,publicadoinicialmente en VoxRománica, xvil(1958),págs. 363-416, y reproducido un año después en el Boletín del instituto Caroy Cuervo, xiv (1959), págs. 20-81. Muestra además GUITARTE cómo «el fundamento de la singularidad lingüística americana» habíasido la diferente base de desarrollo histórico-cultural sobrequese desen- volvió el castellano en el NuevoMundo, como bien habíavisto Rufino José Cuervo. 5 «Lainfluencia delclima, tan difícilde distinguir, porlo general, parece manifestarse en el siguiente caso: en la República mexicana es fácilobservar diferencias fonéticas, unidas a gran semejanza devocabulario, entre la ciudad de México, situada en tierra fría, a más de 2.000 metros sobreel niveldel mar, y el puerto deVeracruz,enla tierra caliente». Y, tras de enumerar algunas de esas diferenciasfonéticas,concluía: «Esprobablequeen todaAmérica hayaparecidasdiferenciasde fonética entrelastierras bajasylastierrasaltas» (pág.358, n. 1). Aunque Henríquez Urēña remitía, a continuación, a diversos pasajes de las Apuntaciones críticasde CUERVO yal Manualdegramática históricade MENÉNDEZ PIDAL, como refuerzo de su hipótesis, lo cierto es que ella -en cuanto establecimiento de una distinción relativamente sistemáticaentrehabla de las tierras bajas y habla de las tierrasaltas- pertenece ividiscuti- blemente al maestro dominicano. (cid:9) LA ORIGINALIDAD DEL ESPAÑOL AMERICANO YLAS LENGUAS AMERINDIAS 75 cretos de distinción entre la fonética de unas y otras regiones que Henríquez Ureñaseñalaba-ora en esanota dela página 358, oraen laspáginas consecu- tivas de su artículo- eran las siguientes: articulación precisa y fuerte de las consonantes en lastierras altas, dondeademás se conserva normalmente la -s implosiva, así como la -d intervocálica; donde la articulación de las vocales es breve y débil; donde -ry -1implosivas nose neutralizan ni se pierden, y donde la velar fricativa sorda-lajota-se articula como tal fricativa, aunque sin la fuerza dela articulación castellana, en tantoque en el habladelastierrasbajas la -s final de sílaba se aspira y aunse pierde,cosa que sucede igualmente en el caso de la -d- intervocálica, la jota se aspira (x > h), y las líquidas -r y -1 implosivas se neutralizan o desaparecen". Como es bien sabido, Henríquez Ureñaconcedió ala posible influencia de las lenguas indoamericanas sobre el español de América una gran importan- cia. Esas lenguas amerindias constituían un elemento exclusivamente ameri cano capaz de proporcionar sello y fisonomía propios alas modalidades ame- ricanasdelromance castellano. Ladivisión dialectaldelespañolde Américaen cincograndeszonas que proponía Henríquez Ureñaen el artículo quevenimos considerando se fundamentaba precisamente en la diversidad de las cinco lenguas amerindias sobre las que se había impuesto el castellano en sus res- pectivos territorios:el náhuatl, el lucayo, el quechua, el araucano yel guaraní'. A la debilidad de los razonamientos con que procuraba justificar tal división dialectal, como consecuencia directa de la influencia ejercida por las lenguas amerindias sobre el español, se refirieron ya varios de sus contemporáneos, según he procurado mostrar en otro lugar8. Apartir de entonces, muchoes lo que se hadiscutido sobre la importancia de la influencia indoamericana sobre el castellano hablado en América. Y en tal discusión muchísimo han pesado consideraciones o prejuicios de índole histórico-política, que nohanservido más que para causar confusión y oscu- recer el problema, según he tratado de probar en otras páginas lo cual me 9, permite no referirme ahora a tan lamentable asunto. La lealtad noes virtud frecuenteen nuestraépoca;pero Ángel Rosenblat la poseyó en alto grado, lo cual muestra la noblezay generosidad desu carácter. e En el caso de la vibrante,cabe además su aspiración (calme),suvocalización (porque> poique) osuasimilaciónala consonante siguiente (cueppo).Cf. Observaciones, págs.372-373. 7 Cuyaszonasde influencia serian, respectivamente, lassiguientes: 1) losterritorios dela Nueva España y la América Central; 2) las Antillas, la costa delos llanos de Venezuela y el nortedeColombia;3) lasaltiplaniciesdeVenezuelaydeColombia-y su costaoccidental-, el Ecuador, el Perú,la mayorpartedeBoliviayelnortedeChile;4) la mayorpartedeChile, y 5) la Argentina, el Uruguay, el Paraguay y parte del sudestede Bolivia. a JUAN M. LOPE BLANCH, «Henríquez Ureña y la delimitación de las zonas dialectales de Hispanoamérica», Cuadernos de la Facultadde Humanidades, Universidad de Puerto Rico, RíoPiedras, 13 (1985),págs.31-48, recogido en mi libro Estudiosdelingüística hispanoameri- cana, México, UNAM, 1989, págs. 43-57. ' «En tornoala influencia de laslenguasindoamericanas sobrela española», Actasdel 11 Congreso Internacional sobre el Español de América, México, UNAM, 1986, págs. 65-75. (Recogido también en el libro de Estudios citado en la nota anterior, págs. 121-137). (cid:9) 76 JUAN M. LOPE BLANCH Movido por la fidelidad a su maestro, Henríquez Ureña, quiso Rosenblat pro- bar,rigurosa y pormenorizadamente, la validez de la tesispor aquél propuesta casimedio siglo antes: la distinción entre tierras bajas y tierras altas del conti- nente americano, dicotomía debida a la fuerte influencia de las lenguas ame- rindias sobre el español de las altiplanicies americanas, y a la firmeza y casti- cismo, en cambio, del castellano conservado en las tierras bajas. El trabajo de Rosenblat ha sido el intento más amplio y sistemático de los que se han hecho --que yo sepa- para mostrar en qué medida las lenguas amerindias han influido en el español hablado en grandes regiones de América, y es obra, además, de uno de los más ilustres y autorizados filólogos hispanoamericanos de nuestro siglo 11'. Su investigaciónse mantuvo-comose había mantenido la de ella inspiradora, obra de Henriquez Ureña--- dentro de los dominios de la fo- nética exclusivamente ", dejando de lado la posible influencia morfosíntáctíca --que es, sin duda, la más significativa y probatoria- y la influencia léxica. Permítanme hacer un brevísimo resumen 12-a manera desimple recorda- torio- de la tesis de Rosenblat: 1) El español hablado en las tierras bajas suele debilitar las articulaciones consonánticas, en beneficio de las vocálicas; 2) El de las tierras altas, en cambio, refuerza el consonantismo 13; 3) La debilitación consonántica responde a las tendencias seculares de la lengua castellana, extremadas en su variedad andaluza 14;4) El reforzamiento de las consonantes en las tierras altas es el resultado de la influencia de las lenguas indoamerica- nas, de fuerte consonantismo 15; 5) El diferente comportamiento de las lenguas indígenas de América en su contacto con la española se debe a que la pobla- ción aborigen de las tierras bajascarecía de fuerza cultural y política, en tanto ° Cf.«Contactos interlingüísticos enel mundohispánico: el españolylaslenguasindíge- nas de Arnérica», en las ActasdelSegundo CongresoInternacionalde Hispanistas(Nijmegen, 20-25, agosto 1965), Instituto Españolde la Universidad deNimega, 1967, págs. 109-154. '1 «Prescindiremosporahora de la influencia léxica --préstamos, pseudomorfosis,inter- ferencias, etc.--, en general mejor conocida [?], de la enumeración de sufijos -algunos formativos-que hanpenetrado con elléxico, de las contaminaciones sintácticas en el espa ñol de las zonas bilingües y de la formación, en algunas fronteras, de lenguas mixtas de comunicación, más o menos inestables. Vamos a afrontar hoy un problema general que afecta al sistema fonológico, ypara ello partiremos del contrastre entre el fonetismodelas tierras altas y de las tierras bajas» (págs. 109-1lo). 'z Cosanadafácil,dada laextensiónyla abundanciadedatoseinformacionesquereúne ROSENBLAT enlas 47densas páginas de su ensayo. 11 «Las tierras bajastienden en generala relajarel consonantismo, sobre todo el conso- nantismo implosivo. Lastierras altas, porel contrario, tiendenengeneralareforzarlo, man- tienen las consonantesimplosivas delespañolyadoptanimplosivas nuevas,fonemasnuevos y grupos consonánticos extraños ala lengua» (pág. 110). 14 «Esa relajación consonántica ... se explicacomo prolongación ocumplimiento gradual de viejas tendencias del castellano, extremadas en su variedad meridional, el andaluz» (pág. 11$). is «Encambio vemosqueel [consonantismo] denuestras tierras altasmarcha decidida- mentecontra la corrientedeleonsonantismocastellano.Lo cual tambiénse puedeformular deotro modo:el vocalismodelastierrasaltas se relaja enfavordelconsonantismo. Locual vaigualmentecontra lastendencias delespañol.Unaamplia tendenciadeesta naturalezano parece quepuedaexplicarse poreljuego endógeno delsistema, sino porla intervención de una influencia extraña. Esa influencia no vemos que pueda ser otra que el carácter del consonantismode las lenguas indígenas dela meseta americana» (pág. 134). (cid:9) LA ORIGINALIDAD DEL ESPAÑOL AMERICANO Y LAS LENGUAS AMERINDIAS 77 que enlas tierras altas estaban asentados densos núcleos de pobladores inte- grantes de las espléndidas culturas prehispánicas 's. Aunque Rosenblat rechazatoda posibilidad de quelasdiferenciasclimato- lógicas entre tierras altas -frías--- y tierras bajas -calientes- hayan deter- minado la diversídad de los sistemas fonéticos del español hablado en unas y otras, sugiere la posibilidad de quetalinfluencia climatológica sí se haya ejer- cido en las lenguas amerindias «a través de los milenios», y recuerda, como marco de referencia, la riqueza consonántica de varias lenguas caucásicas --muy pobres, por el contrario, en vocales-- frente a lo que sucede en el hawaiano, cuyo sistema consonántico es muy reducido", Considera Rosenblat tierras bajas«las vastas regiones de las costas y de los llanos que las prolongan» y tierras altas, «la vasta porción de mesetas que se extienden desdeMéjico, a través de la cordillera de América Central y de los Andes de América del Sur, hastael Norte argentino» 19. «Los dos tipos fonológi- cos» correspondientes aesas diversas geografías «tienensu realización extrema, el uno en el área antillana, el otro en la meseta mejicana» (pág. 110). Revisa cuidadosamente Rosenblat todas lasnoticias de quese dispone -no muchas ni siemprefidedignas, porcierto-relativasa lasrealizaciones fonéti- cas en las diversas regiones de América. De todas las revisadas, advierte que «la articulación de la s, y sobre todo su aspiración y pérdida, es la piedra de toquede la división entretierras bajas yaltas»,ya que «laaspiración y pérdida de s, sobretodo en final de sílaba o de palabra, [es] característica del español de todaslas tierras bajas» (pág. 113). Tierras en que, además, las oclusivas son de tensión débil, se relajan y llegan a perderse, en especial la /d/, muy particu- larmente en la terminación -ado (págs. 110- 11 l); tierras donde la palatal afri- cada /é/ se debilita, ya haciéndose fricativa [s], ya despalatalizándose [s']; donde la palatal sonora /y/ es abierta y se pierde en ciertos casos; donde la velar fricativa sorda /x/ es aspirada [h] y débil; donde las líquidas /r/ y /1/ implosivas se neutralizan ypueden,porotra parte, llegar adesaparecer; donde '° «Mieniras que las "tierras bajas" estuvieron pobladas por una enorme cantidad de tribus dispersas, fraccionadas, sin cohesión cultural ni política, singrandes centros, las "tie- rras altas" fueron asientos de las grandes culturas precolombinas y cobijaron, bajo cierta unidad política, densos núcleos depoblación que en gran parte, másomenospuros, más o menosdesintegrados, subsisten hasta hoy» (pág. )l0). '7 «Es evidente que hay que descartar esa influencia [climatológica] en la evolución del español americano» (pág. 150). 18 «La influencia climatológica quizá no sea del todo descartable en el fonetismo de las lenguas indígenas de las mesetas americanas: cabe pensar en una adaptación al medio ambiente atravésdelosmilenios ,1-os climatólogos entusiastaspueden alegarasu favorla pobrezavocálica (sólotres vocales) frente alaextremariquezaconsonántica en unaseriede lenguas del Cáucaso (78 en el ubykh, 66 en el bjedukh-chapsug, 65 en el abazine, 57 en el terkesse-adigé, cte.); los42 fonemas consonánticos del kwakiut1, en el extremo noroeste de América...frente alasochoconsonantes-sóloochoonueve- delhawaiano»(pág. 150, n. 1). 'e Generalización tangrande obliga a ROSENSLATaprecisar y matizarsusconceptos, anti- cipándosea posibles objeciones:«Dentrodeellas[delastierrasbajas] hayextensiones máso menos grandesquepueden elevarse hastadosmil metros de altura,pero queporsu forma- ción,su población, susformas devida,constituyenunaunidad con lastierrasbajasvecinas... No faltan tampocoen esta área [delas altiplaniciesamericanas] valles profundosygrandes llanuras, pero son una prolongación de las tierrasaltascontiguas» (pág. 110). (cid:9) 78 JUAN M. LOPE BLANCH lanasal alveolar /n/ suelearticularse como velar[rl]en posición final; y donde -al menos en algunos puntos de esos territorios 2°-- la vibrante múltiple /r/ se articulacomo velar [R] (cf. págs. 111-117) 21. Todaesta«relajación consonan- tica», compensada por la fuerte conservación de las vocales, hace pensar a Rosenblat que «estamos en ese terreno íntegramente dentro de la tradición castellana, que a su vez prolonga tendencias seculares del románico occiden- tal» (pág. 118). Y el hecho de que ese debilitamiento consonántico se agudice en el habla de lapoblación negra del NuevoMundo es consecuencia del mayor vigor con quetales fenómenos de relajamiento se propagan entre los hablan- tes incultos 22. Frente a esa tendencia a la debilitación del sistema consonántico, en las tierras altas el consonantismo es fuerte, y las vocales, en cambio, débiles y caedizas. En las altiplanicies americanas, en efecto, las oclusivas -sordas y sonoras- «presentan tensión energética» (pág. 118), cosa que va acompañada por la formación «de una serie de grupos consonánticos, algunos de ellos extraños al español, por pérdida de vocales» (pág. 120); en la ciudad de México y en todo su valle -así como en Bogotá-- la palatal africada /é] es «tensa, de gran contacto palatal y fricación prolongada» (pág. 123); la sibilante sorda /s/ suele conservarse en las tierras altas -sin aspirarse sistemáticamente- y en muchas partes es «muy silbante» (pág. 129)23, particularmente en México, donde tiene «timbre muy agudo y fricación muy larga» (pág. 127), posible- mente por influencia del náhuatl24; lajota /x/ es «fricativa velar, que contrasta con la aspirada laríngea de la zona antillana» (pág. 130); la /r/ y la /1/ no se neutralizan ni se vocalizan nise pierden, sino que muchas veces la /r/ implo- sivase asibila o se refuerza convirtiéndose en vibrante múltiple (pág. 131); este fonema /r/, por su parte, suele asibilarse en las hablas de los altiplanos conti- nentales 25; y, finalmente, «la nfinal nose velariza» (pág. 133)16, frente a lo que suelesuceder en las tierras bajas. «En resumen, el fonetismo de las tierras altas 2° FrecuenteenPuerto Rico («eshoyla másextendida»)yesporádica en«Santo Domingo, Cuba y costade Colombia(del Pacífico)» (pág. 116). 21 El caso de la fricativalabiodental /f/ queda desechado, por cuanto que sus alófonos bilabial [w], labiodental [f] omixtos [<p`], [P], pueden encontrarsetanto en tierrasaltas como en tierras bajas (cf. pág. 126). 22 Si lasmodificaciones articulatorias analizadas «enefecto se dan de modo másostensi- bleen la poblaciónde colores sinduda porqueella pertenece en todas partes alos estratos sociales en quese manifiestanmáslibremente lastendencias dialectalesextremas,losmenos expuestos ala nivelación de la lengua culta» (pág. 118). 23 «Elsignomásllamativoycaracterizador[del fonetismodelastierrasaltas] es sinduda el carácter silbante yprolongado de la s» (pág. 133). 24 «Es posiblequeesa sibilanteindígena,juntoconla prolongación dela tz,haya influido sobreelcarácter dela smejicana...Porlomenosparece deorigen indígenala tensiónconque se articula» (pág. 128). 25 «La rr asibilada es característica de una serie de regiones altas... Excepto Chile y la región guaranítica [argentino-paraguaya], la asibilación parece fenómeno de tierras altas» (pág. 132). 26 Lapalatalsonora quedatambiénmarginada, ya que«noparece quela yse preste para un contraste entre tierras altas y tierras bajas... De todos modos, ya hemos visto que la rehilada tiene bastante extensión en las tierras bajas: en todo el Litoral rioplatense (con variantesafricadas yensordecidas) y en partes delSur de España» (págs. 124-125). (cid:9) LA ORIGINALIDAD DEL ESPAÑOL AMERICANO Y LAS LENGUAS AMERINDIAS 79 de Hispanoamérica presenta una notable unidad y coherencia sistemática, determinada en general por el refuerzo de la tensión consonántica y la relaja- ción compensatoria del vocalismo» 27, lo cual supone «el realce de la tensión lingual y labial, en contraste con la tendencia general del castellano, extre- mada en su prolongación andaiuza,al relajamiento delcontacto artieulatorio» (pág. 133). Alteración tan profunda del derrotero secular del castellano sólo puede explicarse como resultado de la influencia del fuerte consonantismo de las lenguas indoamericanas za. Refuerza Rosenblat su tesis con la consideración dela importancia que en el español de México y de algunas otras regiones altas de América tienen tres fonemas de origen indudablemente amerindio: el prepalatal fricativo sordo /s/ el dentoalveolarafricado tambiénsordo /s/ y el lateral africano /A/ que los misioneros gramáticos representaron gráficamente con 11, fonemas en los que ya había reparado, por cierto, Henríquez Ureña29. La /s/ «se da en una serie de indigenismos, del náhuatl, del maya, de diversas lenguas mejicanas y centroamericanas, del quechua, del aimara y de otras lenguas del Ecuador, Perú, Bolivia y la Argentina» (pág. 135). «El grupo 1s311 ... se encuentra en una serie muy grande de índigenismos, del náhuatl y de otras lenguas mejicanas» (pág. 140). También «la africada lateral tl (con /sorda) es característica del náhuatl y de una serie de lenguas mejicanas, y hoy lo es también del español de la meseta de Méjico» (pág. 141). Todo este reforzamiento consonántico vacompensado, en el españolde las tierras altas, poruna debilitación de lasarticulaciones vocálicas-que pueden, inclusive, llegar a desaparecer-, lo cual contrastacon la fuerza de las vocales en el español de las tierras bajas (págs. 143-147). Atiende, por último, Ángel Rosenblat a la influencia de las lenguas amerin- dias en la entonación del español hablado en las tierras altas3l, lo cual sería una prueba más de la veracidad y acierto de su tesis general. Y concluye su trabajo refiriéndose a las «condiciones histórico-sociales de carácter extraordinario» que explican la trascendental influencia indoameri- canasobre el español de las altiplanicies: «las del lento y complejo proceso de hispanización» (pág. 147). Entrelas cuales señala el contraste entre el reducido 2' Encasoscomo ant's, pess, ch'ste, entóns, etc. Noregistro transcripcionescomo bífntrés (`vivo interés') o mnistr°asúnts:teríórs (por `ministro de asuntos exteriores'), etc., debidas a ALONSO ZAMORA VICENTE(«Vocalescaducasen el españolmexicano», NuevaRevista deFilología Hispánica, xiv, 1960, págs. 224-241) porcuanto que no creo que reflejen, ni remotamente, la realidad del habla mexicana, según he procurado demostrar en mí artículo «Entorno a las vocales caedizas del español mexicano», en la misma NRFH,xvll (1963-1964), págs. 1-19 (cf. en especial págs. 5-6). ae Cl. supra, nota 15. 11 En su «Introducción» al tomo iv de la Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana, Buenos Aires, 1938, págs. xiv-xvi. 3° Tal vezfueramejor decirel fonema ápicodentoalveolar africado sordo /s/, represen- tado gráficamente por is o iz. 31 «Seadmite,como principio general, quelaspoblaciones indias y mestizas de la meseta adoptaron el español con la entonación de sus propias lenguas. Con entonación náhatl se hablaal parecerel españoldelamesetamejicana.Conentonación quechua, quevaríaporlo demásdeunaregión aotra ... sehablael españolen gran partedelastierrasaltasde América del Sur» (pág. 147). (cid:9) 80 JUAN M. LOPE BLANCH número de conquistadores y colonizadores frente a «una población de millo- nes de indios»; la necesidad que tuvieron «casi todos los españoles de la pri- mera hora» de aprender las lenguasindígenas; la considerable influencia en la vida de la lengua española ejercida «por el bilingüismo de amplios sectores indios, mestizos y hasta blancos» (pág. 148) 32; y la diversidad de las épocas en el proceso de castellanización del Nuevo Mundo: una primera etapa en que tanto tierras altas como tierras bajasreciben «una mismalengua»33,queman- tienen en su estructura fonética tradicional y aun la imponen a las voces indoamericanas 34, y una segunda época, en que la influencia indígena se deja sentir con gran fuerza en las altiplanicies americanas 3s. En síntesis, «el contraste entre tierras altasytierrasbajas es, pues, contraste entre regiones que prolongan y extreman las tendencias del castellano meri- dional y regiones en que se ha producido -en dirección opuesta a ese desarrollo- una profunda influencia del fonetismo indígena» (pág. 150). El debido respeto, la cordial amistady el sincero cariño que, durantelargos años, tuve para con Ángel Rosenblat me han hecho muy difícil y penoso escribir las páginas que ahora siguen. Pero el respeto y el amor a lo que considero la verdad me han obligado a escribirlas. Sea ello justificación o, al menos, explicación de su destemplanza. Observacionesy aunobjeciones de dosclases creo quepueden hacerseala doctrina de Rosenblat. Unas, de carácter general y más de fondo; otras, de índole particular y más dedetalle. Comencemos por las primeras.Sonellas-a mi entender- las seis siguientes: 1) La poderosa tentación de buscar explica- ciones generalizadoras de los hechos lingüísticos, a riesgo de incurrir en peli- grosas simplificaciones; 2) La distribución un tanto imprecisa -y también simplificadora- de las tierras altas y bajas de América; 3) La inclinación a buscar explicaciones externas ---influencia de lossustratoso adstratos linguis- ticos- para cambios fonéticos o morfosintácticos de un idioma, antes de 32 «Nos parece indudable que los hablantes mestizos e indios comunicaron a su español sus propioshábitosarticuladores yauditivos, yqueaun en las grandesregiones dondese ha perdidola lenguaindígena,persistenenlasnuevas generaciones losviejos hábitos» (pág. 148). 33 «Esevidente que la mesetade Méjico yla Sierra del PerúydelEcuadorrecibieron la mismalenguaquelastierras bajasdelcontinente:uncastellano congraninfluencia meridio- nal, nivelado duranteveinticincoaños de aclimatación antillana».Duranteesa«primera hora se cumplieron todos los cambios que estaban en marcha en el español» (págs. 148-149). 34 «En general se adaptaron las voces y nombres indígenas a los hábitos fonéticos del español»: HuichilobosoCuedlavaca o Xicotenga... de Huitzilopochtli, Cuitláhuac, Xicoténcatl (pág. 149). 35 «Pero vieneuna segundahora, que se inicia tímidamente al principio yquealcanza su plena fuerza en las generaciones siguientes, con los progresos del bilingüismo y la entrada persistente de nombresy voces de las lenguas indias en el español hablado. Esta segunda etapanose daen lasAntillas (eltaínoylasdemáslenguasse extinguieron rápidamenteenlas primeras generaciones)ni en generalenlascostas,dondelastribus desaparecen ose replie- gan al interior» (pág. 149). (cid:9)(cid:9) LA ORIGINALIDAD DEL ESPAÑOL AMERICANO Y LAS LENGUAS AMERINDIAS 81 haber exploradola posibilidaddeexplicaciones internas36;4) La aceptación de la invariabilidad de las tendencias propias de unalengua,o grupo delenguas, y de la existencia misma de tales tendencias seculares; 5) La creencia en la riqueza y vigor del consonantismo de las lenguas indígenas habladas en las altiplanicies americanas, fundamento capitaldela tesisdefendida, tanvaliente y brillantemente, por Rosenblat, y 6) La consideración del habla andaluza como una simple prolongación de la castellana, que cumple y extrema las tendencias seculares del castellano medieval. Muchas másson, en número,las observaciones de detalle que pueden hacerse al ensayo del ilustre filólogo argentino-venezolano; haré sólo, al final de estas páginas, las que me parecen más dignas de tomarse en consideración. l. Lapretensión de proporcionar unaexplicación generala lasdiferencias fonéticas entre unas y otras regiones de América la heredó Rosenblat -tam- bién- de su maestro Henríquez Ureña, quien, no obstante su prudente desconfianza ante las generalizaciones 37, consideraba-ya en 1921- llegado el momentodehacerestudios generales en tornoal españolamericano38.Hoy, setenta años después de que Henríquez Ureña hiciera tan entusiasta exhorta- ción, sigo yo pensando -ojalá fuera opinión excesivamente pesimista- que tal momento -no obstante los evidentes progresos de la lingüística hispano- americana durante los últimas décadas- no ha llegado todavía, según he tra- tado de mostrar en otro lugar39, atendiendo, básicamente «a la carencia de estudios particulares sobreun elevadísimonúmero depoblacioneso deregio- nes hispanoamericanas, [y] ala ligereza y superficialidad con quese han estu- diado, en nopocasocasiones, lasdiversas modalidadesdelespañolhablado en América». Pienso que Rosenblat sucumbió a la tentación! de comprobar rigurosa y sistemáticamente la tesisgeneraldesu maestro-a quien siempre guardó leal veneración- sobre la diferenciación dialectal de las tierras altas ylas tierras bajas de América. En la conformación de las diversas hablas hispanoamericanas ha interve- nido una gran multitud de factores, de muy diferente naturaleza, como, por otra parte, sucede en la constitución de cualquier lengua. En el caso de un idioma transplantado a territoriosyahabitados por el hombre,la complejidad de tal constitución aumenta aún más. Quienes se han interesado en el estudio del español americano han advertido la importancia de factores tan diferen- ciados como lasdiversas lenguasindígenassobrelas quehabía de asentarse la castellana; el origen regional de los conquistadores y colonizadores, asícomo se O externas -históricas- dentro de la historia del propio idioma, sin necesidad de recurrir ainterferencias de idiomas vecinos. 37 «Encualquierestudio sobreel castellano de Américadebecomenzarseporabandonar, siquiera seatemporalmente, lasafirmaciones muy generales: toda generalización corre peli- gro de ser falsa» (Observaciones, págs. 357-358). 38 «Sería tiempo ya de acometertrabajos de conjunto sobre el español de América» (ib., pág. 357). 3` Cf.«Los estudios generalessobre el españoldeAmérica», en Cuadernos del Sur (Bahía Blanca,Argentina), 16 (1983),págs. 17-26. (Recogidotambién en milibro de Estudios citada en la n. 8, págs. 81-93). (cid:9) 82 JUAN M. LOPE BLANCH su nivelsociocultural4°;la densidad de la población aborigen ysu organización sociopolítica; el grado de desarrollo cultural de los pueblos indígenas; las dis- tintas épocas de la conquista y colonización de los territorios americanos; la intensidad de sus contactos con la metrópoli española o su relativo aisla- miento;las actitudes -conservadoras oinnovadoras-delosgrupos de coloni- zadores;laspeculiaridades de lasoleadassucesivas de emigrantes españoles a lo largo de los siglos, así como sus lugares de procedencia; el proceso de castellanización de las comunidades indígenas y las modalidades de su bilin- güismo; la capacidad de penetración de las diversas lenguas amerindias en la española";lasposibilidadesde evolución interna delpropio sistema castellano en cada región de América42; la actitud -social o colectiva y oficial o académica- de los hispanohablantes frente a las lenguas indoamericanas; el distinto nivelcultural alcanzado durante la épocacolonial porlos asentamien- tos hispánicos, etc., ingredientes todos ellos que -además- intervinieron en muy diferente medida en la conformación de las diversas hablas hispanoame- ricanas. De ahí la enorme complejidad -por no decir heterogeneidad- del español hablado en América43; complejidad extrema que requiere, para ser bien comprendida, de una explicación también compleja, en que se atienda a los muchos diversos factores que la originan, y no, naturalmente, de una explicación basada en unasola causao factor determinante, como bien sabe el profesor Yakov Malkiel, aquí presente (cf. su artículo «Múltiple versus simple causation in linguistic changeo, To Honor Roman Jakobson, t. 1t, The Hague, 1967, págs. 1228-1246). Claro está que no todos esos factores tuvieron la misma influencia en la constitución de las hablas regionales o locales; pero parece evidente que algu- nos de los secundarios pudieron establecer diferencias notorias entre hablas 40 Factoraque tanacuciosamenteprestó atención el propio ROSENBLATen unodesusmás bellos, apasionados y apasionantes estudios: «Bases del español en América: Nivel social y cultural de losconquistadores y pobladores», en lasActasde laPrimera Reunión Latinoame- ricana deLingüísticayFilología(Viñadel Mar, Chile, 1964), publicadas porel InstitutoCaroy Cuervo de Bogotáen 1973,págs.293-371.Refundidayampliada en el libro Los conquistado- res ysu lengua, Caracas, UniversidadCentral de Venezuela, 1977, págs. 7-89. 4' Que no ha sido la rnisma, evidentemente, la influencia del maya en el español de Yucatán o la del guaraní en el Paraguay, que la del náhuatl en el español de la altiplanicie mexicana o la del quechua en la comarca limeña (o, en el dominio lexicológico, la de las lenguasantillanas,quela de cualquierotro idiomaamerindio, al menosen el españolgeneral). 41 Aunque este factor,consersinduda unodelosmásimportantes, hasido,inexplicable- mente, uno de los menos considerados por los investigadores. 43 Creo al menos parcialmente equivocada la idea de que el español usado en América presenta «una sólida homogeneidad», como sostiene A. ZAMORA VICENTE (Dialectología espa- ñola, 2.~ ed. Madrid, 1967, pág. 378) con base en lo dicho previamente por MAx LEOPOw WAGNER: «Lo spagnolo americano rivela, almeno nelle sue fondamenta basilari una assai grande unitáe omogeneitá» (Lingua e dialetti dellAmerica Spagnola, Firenze, 1949,pág. 12). Consideroque el español de América presenta bastante más diversidad -heterogeneidad- delo quesuelereconocerse, según he tratadode mostraren miponencia sobrela «Fisonomía del español en América: Unidad y diversidad», presentada en el 1 Congreso Internacional sobre el españoldeAmérica (San Juan de Puerto Rico,octubre de 1982)y publicada en las Actas correspondientes (Madrid, 1987), págs. 59-78. (Incluidatambién en el librocitado en la n. 39).

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afecta al sistema fonológico, y para ello partiremos del contrastre entre el fonetismo de las tierras altas y de las tierras bajas» (págs. 109-1 lo). 'z Cosa
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