Corso di Laurea magistrale (ordinamento ex D.M. 270/2004) in Scienze del Linguaggio Tesi di Laurea La leyenda de los viajes aéreo y submarino de Alejandro Magno en el Libro de Alexandre Relatore Marco Infurna Correlatore Maria Del Valle Ojeda Calvo Laureando Francesca Susin Matricola 827932 Anno Accademico 2016 / 2017 Índice 0. Premisa .................................................................................................................................................. 3 1. Alejandro Magno: las etapas de la vida y de las conquistas .................................................................. 6 2. Las fuentes históricas de Alejandro ..................................................................................................... 13 3. El Pseudo-Calístenes y la fortuna de Alejandro durante la Edad Media ............................................ 17 4. La doble corriente sobre Alejandro Magno: la positiva y la negativa ................................................. 26 4.1 Alejandro en clave positiva: la imitatio Christi ............................................................................. 28 4.2 Alejandro en clave negativa: el exemplum superbiae.................................................................... 36 5. El Libro de Alexandre como objeto de análisis de la figura de Alejandro Magno .............................. 43 5.1 La poética del Alexandre: el Mester de Clerecía ........................................................................... 46 5.2 La estructura de la obra ................................................................................................................. 50 5.3 Finalidad didáctica de la obra: la posición del autor en el texto y su intencionalidad ................... 53 6. La doble visión del autor y sus comentarios: ¿Alejandro como ejemplo positivo o negativo? ........... 66 6.1 Alejandro elogiado por su clerecía ................................................................................................ 66 6.2 Alejandro elogiado por su liberalidad ........................................................................................... 74 6.3 Alejandro elogiado por su magnanimidad ..................................................................................... 78 6.4 Alejandro elogiado por su piedad religiosa ................................................................................... 83 6.5 Alejandro como ejemplo negativo ................................................................................................. 85 6.6 Alejandro criticado por su codicia y desmesura ............................................................................ 88 6.7 Alejandro criticado por su megalomanía e incapacidad de controlar las pulsiones ...................... 92 6.8 La soberbia: el más imperdonable pecado de Alejandro ............................................................... 95 6.9 La soberbia del viaje submarino .................................................................................................. 101 6.10 La soberbia del viaje aéreo ........................................................................................................ 111 7. Conclusiones ..................................................................................................................................... 114 8. Propuesta de traducción ..................................................................................................................... 118 9. Bibliografía ........................................................................................................................................ 140 2 Premisa Entre los grandes personajes que han dejado una huella indeleble en la historia, sin duda Alejandro Magno representa una de las figuras más significativas, pero también complejas, de descifrar. Ya durante su vida había construido un auténtico mito de sí mismo y, a partir de su muerte, se convirtió en un héroe sobre el cual surgieron muchos relatos y leyendas. Pocas figuras históricas han suscitado tanta admiración cuanto la del soberano macedonio que, en poco más de diez años, desde el 334 hasta el 323 a.C., se apoderó del inmenso imperio persa y condujo su ejército hasta la India. Durante siglos, su imagen siguió viviendo y condicionando tanto la cultura oriental como la occidental; en ésta, en particular, fue tomado como modelo por todos los grandes estrategas y conquistadores, o sea por todos los que, en diferentes momentos históricos, deseaban el poder y necesitaban emular a una figura ejemplar para alcanzar sus objetivos. Fue precisamente esta preciosa herencia la que suscitó el interés de los historiadores hacia su figura, cargada en los siglos de valencias ideológicas fundamentales, para justificar ciertas posiciones políticas y culturales. La edad helenística, que se abre inmediatamente después de la muerte prematura de Alejandro, marca una etapa de importancia fundamental para comprender la evolución de la imagen de nuestro héroe, poniendo las bases del mensaje ideológico a partir del cual empieza la reflexión que, a través de los siglos y milenios, llega hasta la edad moderna. Sus admirables hazañas le aseguraron el dominio de un imperio grandioso y, gracias a sus conquistas, se le reconoció un indiscutible poder sobre sus contemporáneos y en los siglos por venir; es así que el modelo de Alejandro como conquistador fue objeto de emulación por parte de los monarcas helenísticos y de los emperadores romanos. Después de su muerte, empezaron a aparecer los cuentos sobre su vida, los cuales, pero, llegaron hasta nosotros solamente de manera indirecta, por medio de referencias y citas de autores posteriores de tres siglos con respecto al periodo en que se desarrollaron los hechos. Es por eso que nos podemos enterar de la dificultad y complejidad del trabajo de reconstrucción de los historiadores, que tienen que distinguir entre acontecimientos reales, por una parte, e incrementos fantasiosos o invenciones por la otra. Estos testimonios que se han difundido a lo largo de los siglos nos permiten, por lo tanto, reconstruir las varias etapas de la existencia de Alejandro Magno; sin embargo, nos resulta más difícil elaborar un juicio sobre el hombre, sobre la parte más humana de 3 nuestro personaje, sobre los que fueron su conducta, sus planes, su personalidad particularmente compleja y enigmática. Los rasgos que lo caracterizan son, en el imaginario colectivo, aquellos heroicos, los que remiten a una figura extraordinaria y que casi se parece a una divinidad olímpica; una figura que sabe autodefinirse como un ser superior, un dios o un hombre que se convierte en un dios, cargado de un carisma, de una determinación, autoestima y ambición fuera de lo normal. Alejandro era verdaderamente Magno, siendo mucho más que un simple conquistador, un simple guerrero; demostró su increíble genio en su concepción de la cultura como instrumento de civilización y creación de un Imperio Universal, cuyo motor principal fuera precisamente la cultura. Logró hacerlo a golpe de espada, venciendo militarmente a todos los pueblos que encontraba a lo largo de su camino, pero siempre intentando respetar e integrar la cultura de las poblaciones vencidas, engrandeciendo así su sueño. Alejandro es, por lo tanto, la encarnación absoluta de la fuerza, física e intelectual, de la potencia humana puesta al servicio del progreso, de la expansión, del ir más allá, de superar los límites, de romper las barreras. Una personalidad compleja, por tanto, difícil de analizar y descifrar totalmente a causa de su ambivalencia que, aún hoy en día, divide todo el mundo; no es fácil tener una opinión precisa y definitiva sobre él, ya que sus numerosas facetas confunden fácilmente: ¿Alejandro como figura ejemplar positiva, llena de cualidades, virtudes y capacidades, o como ejemplo negativo que es mejor no emular? Cada uno tiene su propia clave de lectura, cada uno decide cómo interpretar el temperamento de ese personaje tan célebre en todo el mundo y que ha sobrevivido en toda su grandeza hasta nuestros días. En efecto, a lo largo de la historia se crearon dos posiciones bien distintas: la de los que veían en él un extraordinario modelo de monarca, líder y guerrero y la de los que no conseguían apreciar sus cualidades, o mejor, no le consideraban como cualidades, sino como los excesos de un rey demasiado arrogante, egoísta y soberbio. Este trabajo, por lo tanto, será una propuesta de estudio del personaje, recorriendo todo el camino hecho por el reflejo de esta figura y las huellas que ha dejado a lo largo de la historia, con particular atención a las numerosas obras que surgieron durante la edad medieval sobre su vida y hazañas, siendo la temática alejandrina una de las más prolíferas y difundidas de aquel período. Me focalizaré, en modo especial, en una de todas esas obras, la titulada Libro de Alexandre, un extraordinario poema en verso del primer tercio del siglo XIII que, sirviéndose de las fuentes precedentes, se ocupa de este asunto, mostrando grande maestría y originalidad. Elegí esta obra en particular porque es sin duda una de las más interesantes por el trabajo de manipulación y reelaboración del autor (anónimo); pero lo que más me impresionó es su capacidad de presentarnos el protagonista, en todas sus facetas, implicándonos en la apasionante historia desde las primeras cuadernas y permitiéndonos asistir a la gradual transformación del personaje, de ejemplo positivo a 4 ejemplo negativo. El autor enriquece la narración con sus comentos que son parte integrante del intento didáctico de la obra y nos ayudan a reflexionar sobre el proceso de metamorfosis de Alejandro, en toda la primera parte admirado y sostenido por el poeta, y sucesivamente criticado y reprochado en la parte final, hasta la caída. 5 Alejandro Magno: las etapas de la vida y de las conquistas Hijo de Filipo II, rey de Macedonia, y de su esposa Olimpia, perteneciente a la familia real del Epiro, Alejandro nació en Pella en julio o agosto de 356 a.C.; del padre heredó los rasgos del conquistador y del estadista, mientras que, de la madre, le vinieron las inclinaciones hacia lo irracional, lo sobrenatural y lo divino1. Desde muy joven recibió una atenta educación destinada a fortificar la mente y el cuerpo: su padre le dio una completa preparación física, política y militar; en cambio, en el campo intelectual, el príncipe tuvo el privilegio de ser educado por el grand filósofo griego Aristóteles, el cual impulsó el interés de su discípulo por la geografía, la medicina, la poesía, la zoología, la botánica. Entre maestro y alumno surgió una interesante relación que perdurará en el tiempo, ya que la doctrina y los consejos del filósofo siempre influenciaron de manera muy marcada la mente y la manera de actuar de Alejandro. Es así que primó sobre todos desde muy pequeño: era un grande atleta, cabalgaba con increíble habilidad (ya a los 9 años había conseguido domar su caballo Bucéfalo) y amaba mucho la caza. En el año 338, el príncipe ya había superado su primera grande prueba militar, luchando valientemente al frente de la caballería en la batalla de Queronea, en la cual los macedonios derrotaron las tropas griegas. El joven Alejandro, muy aficionado a la madre, sufrió mucho por el abandono de ésta por parte de Filipo, que había decidido casarse con otra mujer, pero el momento más delicado para él fue cuando este último fue traicionado y asesinado, en el año 336. Así, un jovencísimo Alejandro subió al trono de Macedonia, con todo el apoyo de los militares que habían colaborado con Filipo en sus campañas y victorias, e inmediatamente actuó con extrema decisión en la represión de una insurrección explotada en Grecia con el sostén de Persia, destruyendo Tebas y esclavizando a la población. De hecho, algunas polis griegas se habían alzado en armas contra Alejandro aprovechando de la aparente debilidad de la monarquía macedonia; pero Alejandro, no solamente consiguió resolver con grande seguridad este problema, sino que también reclutó mercenarios de las polis para su campaña contra el Imperio Persa de Darío III. Este era su objetivo: sacar las ciudades griegas del dominio de Darío y su infinita determinación y ambición es lo que le permitió hacerlo, aunque contara con un ejército de solamente 40.000 soldados. Su avance fue una marcha de conquista realmente fulmínea e impetuosa, si consideramos que en 331 a.C., solo cuatro años después, él ya se había proclamado sucesor del rey Darío III, habiendo conquistado el imperio más grande de la tierra en aquel momento. Un imperio que, después de su victoria, sumando Persia 1 Para los hechos biográficos, véase BRACCESI, Lorenzo, Alessandro Magno, Firenze, Giunti, 1997. La obra enriquece su narración con citas de Curcio Rufo, Plutarco y Arriano, algunos de los primeros autores que nos han transmitido informaciones sobre la biografía y personalidad de Alejandro. 6 a Macedonia, se extendía desde Mar Ionio hasta el Golfo Pérsico y desde la desembocadura del Danubio hasta la del Nilo. Los momentos cruciales de esta rápida conquista son representados por tres grandes batallas: la del Gránico, la de Issos y la de Gaugamela. La primera, que tuvo lugar en la zona del río Gránico, en la primavera de 334 a.C., le entregó el control de Asia Menor, rompiendo la resistencia de los persas en este territorio y permitiendo a Alejandro acceder al sur, hacia Jonia y Siria. Aquí, de hecho, las poblaciones locales acogieron a Alejandro como el nuevo señor del mundo asiático, con tributos y honores, pero solamente con el intento de proteger sus propios intereses, o sea la plena libertad de comercio entre Eliade y Asia, sin imposiciones fiscales extranjeras. Sucesivamente, Alejandro siguió siempre hacia el sur, alcanzando Efeso, donde se reunió con la flota federal griega, con la cual conquistó a las ciudades de Mileto y Alicarnasso, que no se habían rendido; más tarde, la armada se dividió para reencontrarse solamente después, en Gordio, donde llegaron nuevos refuerzos macedonios y donde tuvo lugar el famoso episodio del Nudo de Gordio, que preanunció a Alejandro un futuro glorioso, ya que se decía que quién hubiera sido capaz de desatar aquel nudo se habría convertido en el señor indiscutible de toda Asia. El triunfo del Gránico abrió a Alejandro las puertas de Anatolia, pero hay que decir que amenazó sólo marginalmente las fuerzas del imperio, de hecho las principales fuentes del poder persa, la extraordinaria riqueza, la grande flota naval y la armada real no habían sido tocadas, y tampoco el Gran Rey Darío III, que, frente a la amenaza enemiga, tuvo una reacción bastante lenta y plácida. El conflicto decisivo entre los dos se desarrolló precisamente en el 333 a.C., en Issos, en la llanura litoral de Siria; fue una batalla en frentes invertidos, ya que Alejandro jugaba al anticipo y consiguió sorprender a Darío a sus espaldas, el cual, intentaba enfrentar al enemigo pero encontraba mucha dificultad por el gran número de sus soldados quienes no conseguían moverse bien a causa del espacio muy reducido y dificultoso, una pequeña llanura entre el mar y las colinas, en que se disputó la batalla. Darío se encontró así en una situación crítica, que lo obligó a huir hacia Mesopotamia, dejando allí a su familia, que Alejando hizo prisionera. Esta segunda victoria abrió a nuestro héroe macedonio el camino hacia las grandes capitales del imperio persa, pero prefirió obtener el control total de las regiones costeras antes de ir a buscar a Darío, y por eso, decidió mover hacia Fenicia para derrotar, estando en la tierra, las bases navales persas. Así conquistó, de manera implacable, las ciudades de Tiro y Gaza, tomando el control de sus puertos; particularmente difícil fue el asedio de Tiro, que reconoció la soberanía de Alejandro, pero rebelándose de manera muy fuerte a su entrada en la ciudad. La estrategia militar de Alejandro fue 7 todo un éxito y eso determinó el triunfo del ejército macedonio en el mar también, asegurando a la armada libertad de provisiones en las rutas del Egeo. Alejandro, sin encontrar problemas, siguió su camino hacia Egipto, que conquistó sin la mínima dificultad y allí fundó la primera y más famosa ciudad que toma el nombre de él: Alejandría. En Egipto Alejandro aportó toda una serie de novedades, sobre todo en el campo administrativo, y la población veía al nuevo soberano como el sucesor de los faraones, venido a liberarlos del yugo persa. Los sacerdotes lo veneraban como el hijo del dios del Sol, Amon-Ra; se trata de una descendencia que obtenían los faraones en cuanto tales, pero Alejandro quiso asociarla a su misma persona como representación y ejemplo de su carisma y majestad. Empujado por esta convención y necesidad de ser reconocido y celebrado como algo divino, cruzó el desierto de Libia para alcanzar el oasis de Siwah, donde, en un importante santuario, el oráculo lo proclamó hijo de Zeus. Es así que el rey de Macedonia estaba ahora listo para convertirse en el más grande soberano teocrático de Asia: no sólo descendiente de los faraones, sino hijo de una verdadera divinidad. Con el desarrollo de esta nueva situación, Darío intentó transigir con Alejandro, en un primer momento proponiendo un rescate para la liberación de sus familiares y una alianza entre Alejandro y él, y, después, ofreciéndole su hija, junto al dominio de todas sus tierras a occidente del Eufrates. Naturalmente, el orgullo de Alejandro no le permitió aceptar, demostrando así la grande determinación del soberano y confirmando su objetivo, la conquista de toda Asia, con la siguiente caída de la monarquía persa. Regresado a Siria y entrado en Mesopotamia, Alejandro demostró su fuerza por la tercera vez, en la batalla de Gaugamela (o Arabela), en el 331 a.C. Aunque la nueva armada de Darío fuera tres veces superior a la suya, derrotó con gran habilidad a su enemigo, el cual, una vez más, se escapó, dejando a Alejandro libre de poner las manos en su grandioso tesoro real. Alejandro había convertido su sueño en realidad: la potencia persa había sido derrotada y él se confirmó el nuevo rey de todo el mundo asiático. Los hombres de Alejandro saquearon las ciudades más ricas e importantes del imperio persa, conquistando todos sus suntuosos palacios y apoderándose de sus riquezas. Babilonia, Susa, Persépolis, Ecbatana, ninguna pudo sobrevivir al hambre de poder y riqueza de los macedonios. En este contexto, muy criticada fue la acción violenta del mismo Alejandro que, en un ímpetu barbárico, destruyó sin piedad el estupendo palacio real de Persépolis, quemándolo. Pero, enseguida, Alejandro se arrepintió, enterándose de que ahora él ya no era el destructor del imperio persa, sino el continuador; por este motivo, organizó el gobierno de su reinado sobre la base de un concepto de colaboración entre viejos funcionarios 8 persas que habían reconocido su autoridad y nuevos funcionarios macedonios. Entre tanto, con el pretexto de perseguir al fugitivo Darío, empezó a prepararse para su próximo objetivo, es decir la conquista de las comunicaciones entre el Mediterráneo y las nuevas tierras de Oriente. Pero, a lo largo del tiempo, las relaciones entre los macedonios y su grandioso soberano Alejandro empezaron a transformarse, y eso cambió mucho la situación. Alejandro estaba cambiando, se estaba acercando cada vez más al mundo persa, aportando muchos rasgos de la cultura, las ideologías, las tradiciones. Así en el 330 a.C. explotó la primera gran crisis entre el rey y su aristocracia, cuando introdujo en la corte algunas prácticas del ceremonial persa; eso creó gran descontento entre algunos oficiales que reaccionaron organizando una conjuración, a la cual parece que participaron también viejos miembros de la nobleza macedonia. El conflicto se encendió en particular entre Alejandro y Filota, acusado de conocer esta conspiración y no haber informado a su rey. Además de Filota, Alejandro se convenció de que también su padre, Parmenión, fuera responsable y así, delante de la asamblea del ejército, ambos fueron acusados de traición y matados. Otro episodio que demuestra los fuertes roces entre el rey y sus nobles es cuando, durante un banquete en Samarcanda, Clito, grandísimo y fiel amigo de Alejandro, habló de Filipo II como modelo de soberano auténticamente macedonio; Alejandro no soportó la provocación y, totalmente poseído por la cólera y por el vino, lo asesinó con sus manos, casi olvidándose de la grande amistad y de las miles demostraciones de fidelidad que le había dado Clito. El segundo momento de gran conflicto con la nobleza fue en el año 327, con la introducción de la proskynesis, que determinó una conjura de los pajes, los jóvenes nobles macedonios que servían personalmente al soberano; otra vez, Alejandro descubrió la traición y reconoció en Calístenes, su más importante historiador, el responsable, ya que había criticado explícitamente esta práctica. Pero tenemos motivos para creer que, mientras la eliminación de Clito fue una verdadera locura, causada por el alcohol y la índole cada vez más violenta de Alejandro, la de Calístenes fue un acto político racionalmente calculado por el rey. Solamente la madre, Olimpia, y sus compañeros más fieles comprendían a Alejandro, que siempre intentaba justificar sus acciones, a veces muy violentas, en el nombre del mito helénico; de hecho, él no descendía solamente del grande héroe griego Aquiles, sino también, por parte de madre, de la dinastía de los reyes de Troya. Por lo tanto, en él encontramos dos identidades, la griega y la asiática, que se funden hasta crear algo único. Sucesivamente, Alejandro se dirigió hacia Oriente en búsqueda de Darío, el cual fue matado por uno de sus mismos hombres, el traidor Bessos, que quería ser bien visto por Alejandro, pero, obtuvo 9 todo lo contrario. Alejandro se había proclamado sucesor del gran rey de Persia y, con un acto de grande sagacidad política, alcanzó al traidor de Darío y lo hizo matar, dando una demostración ejemplar para todo el mundo. De esa manera, con gran astucia, se hizo apreciar por las poblaciones que iba a someter, proponiéndose no como tirano invasor sino como soberano vengador. Luego se dirigió hacia el moderno Afganistán, donde se casó con Rossane, hija de un príncipe local, para marcar su continuidad dinástica con los soberanos persas, y sucesivamente siguió siempre hacia el norte, donde en el año 328 a.C. fundó una nueva Alejandría, Alejandría Escate. Ahora Alejandro se encontraba en los confines del mundo, habría podido pararse allí, pero su sed de poder y conquista lo atormentaba; su imperio era mucho más extendido de lo de los aqueménides, pero a nuestro macedonio le parecía todavía demasiado limitado, y por eso empezó a proyectar su ampliación, preparándose a la conquista de la India. Lo que más lo empujó a avanzar hacia territorios desconocidos fue la búsqueda de fama y poder y también la sed de conocimiento que siempre le había transmitido su maestro Aristóteles. La campaña india, que se desarrolló entre el año 327 hasta el 325 a.C., se concluyó con el enfrentamiento entre Alejandro y el rey Poro, y la evidente victoria del primero cerca del río Idaspe, que le permitió llegar hasta la región de Punjab; pero, de repente, poco después, Alejandro ordenó la retirada, probablemente porqué convencido por los lamentos de los soldados que estaban demasiado cansados e ya no conseguían soportar aquel viaje tan dificultoso y arriesgado en lugares desconocidos, con un clima y una naturaleza particularmente adversos. No obstante, Alejandro decidió igualmente alcanzar el Océano, conduciendo la armada en Mesopotamia por vía costera, navegando el Indo; allí pasó por regiones ilimitadas, superó inmensos desiertos y enfrentó peligros de todo tipo, hasta llegar a Carmania, donde se reencontró con la flota de Nearco y las tropas de Cratero, que habían ido por otras vía. Por fin llegó a su destino, en Mesopotamia, con un ejército totalmente agotado, habiendo sufrido muchísimas pérdidas. En el verano de 325 a.C. Alejandro estaba en Babilonia, reflexionando sobre el significado de su conquista y enterándose de que el modelo de su formidable imperio ya no podía ser el de Macedonia, y ni siquiera el de Persia, sino que venía de la superación de la misma experiencia ecuménica de los reyes aqueménides. Pero el imperio aqueménide, un imperio sin fronteras, necesitaba ser reorganizado, a través de la elaboración de una nueva cultura y el desarrollo de una nueva sociedad; Alejandro trabajó a este proyecto con toda una serie de iniciativas que, en el año 324 a.C., encontraron la cumbre simbólica en la grande celebración nupcial de Susa, donde el rey se casó con Barsine, hija de Darío III, y sus compañeros más cercanos con otras jóvenes mujeres pertenecientes a la más noble aristocracia persa. Todo eso era importante para reforzar las 10
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