SEMINARIO DE HISTORIA Dpto. de Historia Social y del Pensamiento Político, UNED Dpto. de Historia del Pensamiento y de los Movs. Sociales y Políticos, UCM Fundación José Ortega y Gasset Curso 2007-2008 Documento de trabajo 2008/1 LA INTEGRACIÓN DE AL-ANDALUS EN LA HISTORIA DE ESPAÑA: REFLEXIONES EN TORNO A LA OBRA LA REVOLUCIÓN ISLÁMICA EN OCCIDENTE, DE IGNACIO OLAGÜE Maribel Fierro Profesora de investigación Instituto de Filología, CSIC SESIÓN: JUEVES, 31 DE ENERO DE 2008, 19 H. Lugar: Anexo de la biblioteca Fundación José Ortega y Gasset c/ Fortuny 53, 28010 Madrid Contacto: [email protected] 2 La obra de Ignacio Olagüe y el miedo al invasor1 En el año 2004, una editorial andaluza reeditó el libro de Ignacio Olagüe titulado La revolución islámica en Occidente2 que había sido publicado en el año 1974 por la Fundación Juan March. Esa primera edición española de 1974 no constituía en realidad una primicia, pues se trataba de la versión ampliada de una obra publicada por vez primera en francés en 1969 con el provocador título de Les arabes n’ont jamais envahi l’Espagne (Los árabes nunca invadieron España). Al autor se le echó entonces en cara la escasez de aparato crítico en su libro3, ausencia que fue justificada por I. Olagüe por el hecho de que esa primera versión estaba destinada a un público amplio. Años más tarde, la traducción española pretendía poner fin a las deficiencias de la versión francesa, añadiendo a su contenido una anotación que se presentaba como extensa y probatoria de los argumentos del autor. Tendré ocasión más adelante de volver sobre el contenido del libro de Olagüe. Por el momento, remitiré a la información recogida en la Wikipedia, pues la inclusión en ella de una entrada sobre Olagüe es un reflejo de la enorme popularidad de la que La revolución islámica en Occidente goza en diversos foros de Internet - el libro entero está volcado en la red-4. En dicha entrada se explica que Olagüe (= I.O.) niega que se produjera una invasión musulmana de la Península ibérica en el siglo VIII, debido a la escasa población árabe y la pobreza de sus medios logísticos, que no le permitirían realizar grandes operaciones militares, ya sea a través del mar o del desierto, y, aun menos, derrotar a tantos pueblos en tan poco tiempo5. Para explicar la Alta Edad Media española, I.O. propone que el arrianismo y, en menor medida, el paganismo o el gnosticismo, no 1 Una primera versión de este trabajo fue una reseña de La revolución islámica en Occidente de Ignacio Olagüe aparecida en Revista de Libros 109 (2006), pp. 3-4. Quiero agradecer al personal de la Biblioteca de la Casa de Velázquez la amabilidad con la que me facilitaron la consulta del legado de I. Olagüe en ella depositado (las referencias a su correspondencia lo son a las cartas contenidas en dicho legado). También quiero agradecer a los participantes en el Seminario en el que presenté este trabajo sus útiles comentarios y sugerencias. Paz Fernández, como siempre, fue generosa con su tiempo y su saber. 2 2ª edición (1ª edición 1974), prefacio de Ricardo de Olagüe, introducción de Bernard Vincent, edición al cuidado de René Palacios More, Córdoba: Plurabelle, 2004. En esta segunda edición se han traducido los textos latinos, ingleses y franceses y se han elaborado dos índices (temático y onomástico). 3 Véanse las críticas de Pedro Martínez Montávez en su reseña aparecida en Informaciones 27/05/1971. A Ignacio Olagüe le fue publicada una réplica, de la que se conserva copia en la Casa de Velázquez (en dicha copia no consta la fecha de publicación, que tal vez sea la misma en la que se publicó la reseña de Martínez Montávez). 4 Véanse, por ejemplo, www.islamyal-andalus.org/nuevo/olague/indice.htm, Publicaciones de la Yama’a Islámica de al-Andalus (Liga Morisca), consultada el 11/12/2006 y www.webislam.com/BEI/Olague/Index.htm, consultada el 05/05/2006. 5 Según lo recogido en www.andalucia.cc/axarqiya (consulta realizada el 05/05/2006), esta interpretación (no hubo invasión musulmana) se vería corroborada también por la obra de Roger Collins, La conquista árabe: 710-797, traducción castellana de Néstor Míguez revisada por el autor, Barcelona: Crítica, 1991 (trad. española de The Arab conquest of Spain: 710-797, Cambridge: Basil Blackwell, 1989), obra sobre la cual puede verse la reseña que le dedico en Al-Qantara XIII (1991), 619-621. En este caso se trata de una obra de mayor altura que la de Olagüe, aunque no deja de adolecer de un mismo defecto: está escrita por alguien que no puede leer las fuentes originales árabes. 3 desaparecieron de España con la conversión de Recaredo. Era también frecuente la poligamia, no sólo entre los judíos. En el siglo VIII, lo que tuvo lugar es el fracaso del Estado teocrático visigodo, seguido por una guerra civil entre dos bandos irreductibles: los partidarios de Rodrigo, a los que hace defensores del cristianismo trinitario (el catolicismo), y los partidarios de los hijos de Witiza, adscritos al cristianismo unitario (arriano), con la intervención de caudillos provinciales, rebeldes al poder central. Este período de caos habría coincidido con un aumento de aridez provocado por el mismo cambio climático que había ido desecando el Sahara desde hace milenios. Como resultado de todo ello, tuvieron lugar varias crisis de subsistencia en la Península durante los siglos VII y VIII. De acuerdo con esta teoría, habría sido un guerrero visigodo, por más señas pelirrojo y de ojos azules, quien, tras apoderarse de Córdoba en el 755, sometería la mayor parte de la Península antes de morir en el 788. Los cronistas árabes posteriores lo denominaron Abd Al Ramán y le atribuyeron la condición de Omeya. En el siglo IX, debido a las relaciones comerciales con el Mediterráneo oriental, la política pro-islámica de Abd Al Ramán I, la difusión de la literatura y la predicación de propagandistas árabes, se fue produciendo un lento fenómeno de arabización (sustitución del latín por el árabe e invención de ascendencias árabes con cambio de apellidos) en ciertas élites urbanas, seguido de una fusión de estas influencias islámicas con el arrianismo. Éstas habrían penetrado desde el Levante (el puerto de Almería era el más importante del Mediterráneo Occidental en la Alta Edad Media) y no desde el Estrecho de Gibraltar, difundiéndose luego por el sur y el noroeste. El momento de aparición de las primeras manifestaciones externas del Islam, se fecharía en torno al año 856, pues es entonces cuando se habría tenido constancia de que Eulogio (posteriormente San Eulogio de Córdoba) y Alvaro (San Álvaro de Córdoba), apologetas mozárabes (trinitarios) de Córdoba, que hasta entonces habían centrado sus críticas en los arrianos o los acéfalos, pasan a escandalizarse con las llamadas a la oración de los almuédanos. Según Olagüe, hasta los años 850-851, éstos y Juan de Sevilla habrían ignorado la existencia del mismo Mahoma. Esta fusión del islam con el arrianismo daría lugar hacia el siglo X a la cultura arábigo-andaluza, un mahometanismo de tinte liberal que alcanzaría su cénit en los siglos XI y XII, antes de entrar en decadencia por culpa del dogmatismo introducido por la invasión almorávide6. Las carencias, desde un punto de vista científico y académico, de la obra de Olagüe sobre al-Andalus han sido puestos de relieve por especialistas como Pedro Martínez Montávez, Pierre Guichard y Dolors Bramón7. Esta última señalaba, además, el eco que las 6 es.wikipedia.org/wiki/La_Revoluci%C3%B3n_isl%C3%A1mica_en_Occidente, consultada el 11/12/2006. 7 Para el primero véase la nota 3. Para la tercera, véase www.webislam.com/numeros/2001/01_01/Articulos%2001, consultada el 05/05/2006. Para el segundo véase su artículo “Les arabes ont bien envahi l’Espagne: les structures sociales de l’Espagne musulmane”, Annales 29 (1974), 1483-1513 (reproducido en Estudios sobre historia medieval, “Los árabes sí que invadieron España. Las estructuras sociales de la España musulmana”, traduccion de Eduard J. Verger, Valencia: Edicions Alfons el Magnanim, Institucio Valenciana D'Estudis i Investigacio, 1987, pp. 27-71). Un internauta (www.celtiberia.net/articulo.asp?id=668, consultada el 05/05/2006) se queja de que la lectura del artículo de Guichard le “defraudó en parte. Frente a la 4 tesis de Olagüe estaban teniendo entre los musulmanes españoles, especialmente entre los conversos, añadiendo: Mi experiencia docente con alumnos interesados por el islam, musulmanes o no, me recuerda, curso tras curso, que la lectura de este libro no debería hacerse sin preparación historiográfica. Contiene demasiados disparates. Y se corre el riesgo de creer que el estricto monoteísmo que se impuso en Arabia por mediación de un Profeta, aquí surgió por obra y gracia de las luces hispanas. No es ésta una buena deducción y, sobre todo, resulta peligrosa en las circunstancias con que en España vive actualmente el islam, uno de cuyos problemas es, precisamente, el de la dificultad de encontrar una verdadera cohesión y representatividad entre las muy diversas situaciones sociales, económicas y culturales de los hombres y mujeres que hoy y aquí constituyen la comunidad musulmana. Como bien supieron percibir tanto Guichard como Bramón, el principal objetivo del libro de Olagüe es limitar al máximo la intervención “foránea”, “extranjera”, en la historia de España, en una versión específica de ese “miedo al invasor” que ya destacó en su día Th. F. Glick8. Olagüe se inventa un islam autóctono primigenio que nada (o muy poco) debe al venido de fuera; en otras palabras, en la Hispania visigoda se habría producido una revolución ideológica, sobre todo religiosa, paralela al surgimiento del islam, estableciéndose de esta manera en la Península un estado de opinión “premusulmán”9. Es otra variante de un viejo fenómeno, el de la hispanización de lo árabe: como señaló Federico Corriente en otro contexto, esa hispanización de lo árabe, a la que tan aficionados se ha sido en círculos académicos y no académicos obsesionados porque no se perturbe una supuesta “esencia española”10, suele llevar a que “el intruso semita [sea] siempre sorprendido y vencido por el nativo y sometido a un lavado que nos lo devuelve limpito de sangre, hispanizado y con perfil de renegado de cuanto fueron sus orígenes y naturaleza”11. La cuestión del unitarismo religioso y la insistencia en lo “andaluz” (que es la forma con la que Olagüe hace referencia a lo andalusí) son los elementos que explican la gran acogida que ha tenido La revolución islámica de Occidente entre las comunidades musulmanas españolas de conversos y entre sectores nacionalistas andaluces. No deja de ser curioso que la obra de Olagüe - quien, como veremos, fue un nacionalista español de origen amplitud de datos, con seguridad fruto de una enorme investigación, el estilo academicista de Guichard poco aportaba justificadamente y, en cambio, abundaba en menosprecios globales a la obra del primero”. 8 Islamic and Christian Spain in the early Middle Ages, Princeton University Press, 1979 (hay una reedición en Leiden: Brill, 2005 y una versión al español bajo el título Cristianos y musulmanes en la España medieval: 711-1250, traducción de Pilar Aguirre Marcos, María Luz López Terrada y Víctor Navarro Brotóns, revisión Victor Navarro Brotons, Madrid: Alianza, 1991), pp. 3-15. 9 La revolución islámica en Occidente, pp. 63, 189-248. 10 James T. Monroe, Islam and the Arabs in Spanish scholarship (sixteenth century to the present), Leiden, 1970, p. 252. 11 Federico Corriente, Introducción a la gramática comparada del semítico meridional, Madrid: CSIC, 1996, p. 8. 5 vasco atraído por el pensamiento de uno de los teóricos españoles del fascismo, Ramiro Ledesma Ramos (1905-1936) - se haya convertido en libro de culto de conversos musulmanes y andalucistas. El texto de Olagüe nos hace viajar, por tanto, desde el nacionalismo español de los círculos fascistas menos tradicionalistas hasta las nuevas identidades que se formulan en la democracia actual. Tanto la versión francesa como la española se caracterizaron por la escasez de reseñas y por el silencio prácticamente unánime con que fue recibida en los círculos académicos12. Lo que no podía prever Flammarion, y sin duda tampoco la Fundación Juan March, era que el libro iba a gozar de esa enorme popularidad en algunos círculos de conversos españoles al islam y de nacionalistas andaluces. Esta popularidad será analizada en la primera parte de este estudio, mientras que en la segunda parte se prestará atención a la intencionalidad de la obra de Olagüe. La tercera parte, por último, se centrará en la figura del autor y en las posibles conexiones con el pensamiento fascista español, en especial el de Ramiro Ledesma Ramos. 1. La identidad recuperada. Olagüe, los conversos españoles al islam y los nacionalistas andaluces Umar Ribelles firmó en el año 2000 la introducción al libro de Olagüe, cuya primera edición española fue volcada en Webislam13, diciendo: WEBISLAM se congratula de poner al alcance de la comunidad de Internet el libro maldito de la Historia de España: La revolución islámica en Occidente de Ignacio Olagüe ... Libro de heterodoxo documentado y rigurosamente científico que articula una argumentación que suele llevar al lector a un cambio copernicano en su idea de la Historia de España: No hubo invasión ni de árabes ni de inexistentes moros sino tan solo la guerra civil entre cristianos unitarios y trinitarios, iconoclastas contra idolatras [sic], 12 Véase la nota 7. El único investigador perteneciente al mundo académico que parece haber citado el libro de Olagüe en su propia obra es el ya mencionado Th. F. Glick en su Islamic and Christian Spain in the early Middle Ages, p. 302: “Although Olagüe’s views on conversion and social structure cannot be taken seriously, his comments on historical climatology are interesting and well- informed” (véanse también pp. 29, 37). Charles Julian Bishko hace referencia a otra obra de I. Olagüe (La Decadencia española) en su “The Castilian as Plainsman: The Medieval Ranching Frontier in La Mancha and Extremadura”, Studies in medieval Spanish frontier history, London: Variorum Reprints, 1980, IV: “Ignacio Olagüe, who attempts to explain Spain’s decline in the later sixteenth century as due to an alleged radical change in meseta climate, attributes forests, extensive grasslands, and flourishing crop farming to medieval La Mancha and Extremadura, but his thesis rests more on personal conviction than actual proof”. Por otro lado, el libro de Olagüe era susceptible de atraer el interés de personajes para los que la historia es un rosario de agravios o de conspiraciones. Así, le escribe un tal Dr. Claude Nancy (2/10/1970): “Dans notre société qui se desagrège rapidement et qui est en tous points comparable à celle de la fin de l’empire romain d’Occident, je crois qu’il est capitale de retourner aux sources de nos origines, de notre culture et de notre religion indo-europeenne. Les Wisigoths à mon avis sont un des clés de notre histoire, et leur étude peut dissiper les brouillards étendues par le christianisme dans nos esprits par la suite ». Pero en su libro This is Spain (véase infra), Olagüe afirma que « The Visigothic influence was ephemeral » y que sólo hay 50 palabras de origen germánico en el español. 13 www.webislam.com/BEI/Olague/Intro_Olague.htm, consultada el 05/05/2006. 6 creyentes en un Creador único, eterno e incomparable contra los seguidores de Pablo de Tarso. Es admirable como [sic] nos deja perplejos cuando demuestra con argumentos de autores cristianos que la Mezquita de Córdoba estaba construida doscientos años antes de la pretendida invasión. Nos informa que la herradura fue inventada en Francia cien años después de la invasión y que un caballo consume cuarenta litros de agua al día por lo que no pudieron existir las asombrosas cabalgadas de caballería árabe que tan gustosamente describen los imaginativos historiadores ortodoxos. Nos asombra al decirnos que todo documento histórico del siglo VII ha sido destruido en toda la cristiandad. Nos enseña a reconstruir un estado de opinión escondido tras un hecho falso inventado para burlarnos. Para dominar a un pueblo hay que quitarle la memoria histórica. Admira el logro de la inteligencia del Vaticano eterno en cambiar una guerra civil por una invasión imposible. Admira y horroriza verles navegar por los milenios a lomos de tan gran mentira. La Gran guerra civil de mil años que asoló España desde tiempos de Leovigildo en el siglo VI hasta la expulsión de los moriscos al [sic] comienzos del siglo XVI [sic] se cerró con la Inquisición y esta [sic] con la Constitución de los liberales de Cádiz (“La religión católica apostólica romana, única verdadera ...”), las ridículas guerras de conquista en Marruecos y la cruzada franquista. Ahora, 2000, estamos en democracia y la Constitución de 1978 afirma que el Estado es laico y que hay libertad. Como musulmanes españoles pretendemos utilizar la libertad hablando de lo que nos interesa y que hasta hace poco significaba la muerte. Escritos antes de que Dan Brown volviera a poner de moda las conspiraciones vaticanas, estos pasajes nos sirven de introducción no tanto al libro de Olagüe como a las necesidades identitarias de una nueva comunidad religiosa, la de los conversos españoles al islam. Estas necesidades están claramente expresadas en otra presentación del libro en Internet, firmada esta vez por Abu Yabal en el año de la hégira de 142314, para quien “esta magna obra, que sigue las tesis en cierto modo de Américo Castro” causó gran sensación por su argumentación, siendo esta tan sólida y tan contraria al relato tradicional transmitido “por aquellas monolíticas enciclopedias de bachiller” que ello explica que tras su publicación se perdiese “para el resto de los tiempos siendo de muy difícil localización de no ser por la rebusca en alguna biblioteca o la edición furtiva que algunos hicieron del libro para alimentar las bases teóricas de la identidad andalusí [el subrayado es mío]”15. Abu Yabal se sorprende de lo vilipendiada que ha sido la obra y del escaso eco que ha tenido, habiéndola encontrada citada como fuente a seguir tan sólo por Roger Garaudy en su libro El islam en Occidente. 14 www.al-madrasa.com, consultada el 05/05/2006. Véase también www.alyamiah.com/cema, consultada el mismo día. 15 www.andalucia.cc/axarqiya/genetica_historia.htm, consultada 05/05/2006: “aquellos andaluces ... que hicieron de la Península Ibérica el foco de civilización más avanzado de Occidente, siendo el asiento del posteriormente llamado Renacimiento Europeo, y que hubieron de abandonar su tierra ante la negación de su cultura por aquellos que les sometieron. A los que le fue negada su lengua como medio de expresión, sus propiedades para mayor acúmulo en manos de poderosos y su religión, como medio de desarraigo y sometimiento social y cultural, daremos aquí, voz tardía y reconocimiento para que sus hijos, tengan elementos de conocimiento y capacidad con la que recuperar su identidad perdida [el subrayado es mío]”. 7 Córdoba, capital del pensamiento unitario16, mientras que la mayoría de quienes hacen referencia al libro de Olagüe lo rechazan17. Destaca Abu Yabal especialmente entre estos últimos a Pierre Guichard. Mientras que Abu Yabal no parece encontrar falta alguna en la escasamente rigurosa metodología de Olagüe, echa en cara en cambio a Guichard – cuya obra se atiene impecablemente a los criterios de investigación científica - no haber elaborado “una revisión alternativa de cada una de las fuentes” en las que se basa Olagüe y de cada una de sus conclusiones18. Sobre todo teniendo en cuenta, sigue diciendo Abu Yabal, que un artículo publicado en 2003 por genetistas19 viene, según él, a apoyar la tesis de Olagüe: a éste, pues, solamente “le faltó el apoyo en algo como la novedosa tecnología de la investigación molecular aplicada al análisis genético de poblaciones”. En ese artículo se plantea, en efecto, la cuestión de las relaciones genéticas entre la Península Ibérica y el Magreb y se concluye que hay una nítida separación entre las poblaciones de ambas zonas, debido probablemente a un sustrato paleolítico distinto, si bien las personas y, si se reproducen, sus genes han cruzado el estrecho de Gibraltar con distinta intensidad a lo largo de la historia. En algunos periodos dicho flujo aumentó. Además se trata de una corriente bidireccional ... Respecto al total de linajes del cromosoma Y, la contribución norteafricana al acervo genético ibérico se puede estimar en un 8%.... Este artículo20 lleva a Abu Yabal a afirmar que “no son tan desacertadas las tesis que se exponen en la obra de Olagüe y en las que se basan los argumentos de quienes reivindican la identidad andalusí sosteniendo la originalidad de aquella cultura asentada sobre un sustrato humano autóctono de la Península Ibérica y que fuera sometida en los inicios del siglo XVII hasta la supuesta libertad religiosa aprobada por la Constitución de 1978”. Los genetistas autores del artículo, además, permiten gracias a su contribución que podamos 16 Madrid: Editorial Breogán, 1987. La utilización de la obra de Olagüe por R. Garaudy debió de contribuir a su difusión entre los musulmanes españoles. 17 Se menciona específicamente a Serafín Fanjul, Al-Andalus contra España, la forja del mito, Madrid: Siglo XXI, 2001 y a Julio Valdeón Baruque, Abderramán III y el Califato de Córdoba, Madrid: Debate, 2001. 18 El planteamiento de Pierre Guichard sobre la imposición en al-Andalus de unas estructuras sociales de carácter “oriental” traídas por los conquistadores musulmanas ha sido uno de los más enriquecedores e innovadores en la historia de al-Andalus (véase al respecto la introducción de A. Malpica a la reed. facsímil de la obra de Guichard Al-Andalus: estructura antropológica de una sociedad islámica en Occidente, Granada: Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1998), si bien quienes siguen obsesionados por la existencia de una “esencia española” rechazan de partida ese planteamiento. 19 E. Bosch, F. Calafell, S. Plaza, A. Pérez-Lezaun, D. Comas y J. Bertranpetit, “Genética e historia de las poblaciones del norte de África y la Península Ibérica”, Investigación y Ciencia, 2003. Dejo para otra ocasión la discusión de este y otros artículos de parecida temática. 20 El folleto de propaganda de la editorial Plurabelle también incide sobre lo mismo: en él se afirma que a la obra de Olagüe sólo le falta un apéndice en el que se haga mención de los últimos estudios genéticos en los que se demuestra que no hubo presencia árabe y apenas beréber en la población de la Península Ibérica, lo cual, se dice en dicho folleto, “da la razón al pensador navarro”. 8 plantearnos si las invasiones árabes implicaron una aportación demográfica significativa, o si, por el contrario, una élite numericamente limitada, pero culturalmente prestigiosa, consiguió difundir una nueva lengua y religión, sin que ello conllevara una aportación de genes notables ... El análisis de gran cantidad de marcadores nos revela una llamativa ausencia de diferencias entre poblaciones árabes y beréberes. Sólo el ADN mitocondrial separa de los bereberes a los árabes argelinos y tunecinos (pero no marroquíes). Debemos concluir pues, que la arabización del Magreb fue un fenómeno básicamente cultural, en que una reducida élite impuso su lengua y religión, sin que hubiera cambios sustanciales en la población local, incluso la actualmente arabófona. Para Abu Yabal, pues, el principal valor de la obra de Olagüe es que hace del islam una religión autóctona de la Península Ibérica, no el resultado de una invasión ni de una conquista: si los musulmanes de al-Andalus eran genéticamente “indígenas”, el islam queda legitimado como religión propia, no ajena. El aprecio por la obra de Olagüe se advierte también en las publicaciones de Aderrahmán Medina Molera, quien a partir de dicha obra y de sus propias reflexiones se lanza a hacer una pirueta étnico-histórica mucho más complicada al afirmar que los moros “eran una mezcla de andaluces exiliados – lo que hay llamaríamos ‘luchadores por la libertad’ – y norteafricanos. La cultura y etnia de Tartessos ya es mora” 21. La popularidad del libro de Olagüe no se limita al círculo de conversos22. En un trabajo firmado por Alfonso López Domínguez aparecido el 24 de julio de 200323 se afirma: en unos cursos del CEP dados en nuestra ciudad a los docentes empeñados en acumular puntos que sumar en su particular cómputo de sexenios, se impartió una conferencia por el profesor Antonio Enrique24 titulada ‘Canon Heterodoxo’ de la que me llega una fotocopia del trabajo “Sobre la identidad hispánica”, del citado autor, quien desarrolla ampliamente en uno de sus capítulos su visión sobre el libro de Olagüe ‘La revolución islámica en Occidente’. La polémica no es que esté servida. Es que lleva siglos cociéndose en el puchero de nuestras desdichas colectivas, y ahora que se destapa la olla, el guiso que se nos descubre debería ser plato obligado en todos los centros de enseñanza, que se precien de serlo, dentro y fuera de nuestra Comunidad. Se trata, en síntesis, de otra visión más, contraria al mayor engaño histórico al que hemos sido sometidos, hecha de forma rigurosamente sistemática y científica, discutible, pero incuestionable, si se me permite la paradoja. Pues nada, animo a los lectores a que se busquen la vida y encuentren una copia del citado libro, o del citado artículo que lo extracta, porque merecen la pena. 21 Moros y cristianos (Revista Verde Islam, 16 año 6 (2001): www.verdeislam.com/vi_16/moros-cristianos.htm, consultada el 19/09/2005. 22 El libro de Isma,il al-Amin, Al-,Arab lam yagzu l-Andalus: ru,ya ta,rijiyya mujtalifa, London: Riad al-rayyes books, 1991, no es otra cosa que una traducción de la obra de Olagüe, como el propio “autor” reconoce en el prefacio. No tengo datos sobre este Isma,il al-Amin. 23 www.alyamiah.com/cema/modules.php?name=News&file=article&sid=173, consultada el 05-05-2006. 24 Autor de una obra titulada El Tratado de la Alhambra hermética, 1ª ed., Editorial Ubago, 1988; 3ª ed. Editorial Port Royal, 2006. 9 En estas palabras afloran ciertas aproximaciones al islam del nacionalismo andaluz, que han dado lugar, por ejemplo, a la idea de que Blas Infante llegó a convertirse al islam25. La editorial Plurabelle publicita su edición de la obra de Olagüe poniendo de relieve que se trata de una obra “que no debe faltar en la biblioteca del interesado por la historia y ha sido desde su aparición el pilar base del nacionalismo andaluz junto a la obra de Blas Infante”.26 En el mismo sentido, en una reseña de la segunda edición del libro de Olagüe publicada en una revista académica27 y escrita por Antonio J. Mialdea Baena, éste, profesor de la Universidad de Córdoba, afirma que “la obra del investigador vasco, contemplada y repudiada en el ámbito universitario nacional e internacional, sufrió un paulatino proceso de eliminación más propio de la censura de los años anteriores a su salida a la luz pública que de los años en que fue publicada” y añade que el “lector tiene en sus manos ... una obra especial, polémica obviamente, cuyo mérito radica no sólo en las tesis que propone sino en el desarrollo editorial propio que ha tenido a lo largo de estos años, lo que dota al escrito de Olagüe de un valor a la vez intrínseco e interesante”. Estando de acuerdo en que parte del interés del libro de Olagüe reside en el tipo de recepción que ha tenido y que sigue teniendo, me llama la atención que el autor de la reseña destaque del contenido el hecho de que para Olagüe los “hispanorromanos se islamizaron de la misma manera que ahora, por motivos diversos, nos americanizamos sin necesidad de que desembarquen los marines en el Guadalete”. En este comentario parece translucirse, una vez más, la apreciación del hecho de que, si la islamización se produjo así, ello quiere decir que los musulmanes andalusíes fueron, ante todo, gente local. Claro está que esto último ya se sabía desde hace tiempo y al-Andalus no se diferencia por ello de otras regiones del mundo islámico: las elites conquistadoras fueron minorías cuyas creencias religiosas terminaron siendo adoptadas por la mayoría de la población autóctona. Otro profesor universitario, esta vez en Sevilla, el arabista Emilio González Ferrín, va más lejos en su apreciación de la obra de Olagüe, pues ha escrito un libro titulado - engañosamente - Historia General de Al Ándalus. En él retoma, adoptándolas, las tesis de Olagüe con la intención de convencer a quien quiera leerlo - el libro son más de 600 páginas en una prosa que se quiere aguda y ágil, pero que es abrumadoramente vacua- de que al- Andalus fue una cultura autóctona que floreció mientras permaneció como tal (la llegada de 25 Véase Manuela Marín, « Al-Andalus et le pluralisme religieux : un enjeu politique ? », en curso de publicación. 26 La obra de Olagüe es de hecho citada por uno de los teóricos del nacionalismo andaluz, José Acosta Sánchez, Historia y cultura del pueblo andaluz, Barcelona: Editorial Anagrama, 1979, 27- 43. Debo esta referencia a Alejandro García Sanjuán. 27 Collectanea Christiana Orientalia 2 (2005), 513-5 publicada por la Universidad de Córdoba y la Université Saint-Joseph. Es la única reseña que conozco, aparte de la de Pierre Guichard citada en la nota 7, que ha sido publicada en una revista académica. 10 los almorávides y almohades norteafricanos fue un duro golpe a la “esencia” de esa cultura) y de que Europa es deudora de ella por haberse desarrollado allí el primer renacimiento europeo28. Es un alivio que la crítica que Alejandro García Sanjuán ha hecho del derroche de ignorancia de que hace gala ese libro y de sus caducas referencias bibliográficas me exima ahora del esfuerzo de tener que dedicarle más espacio29. 2. La identidad vindicada. Olagüe, Juan Andrés y lo que Europa debe a España Olagüe dedica más de 500 páginas a intentar convencernos de que la presencia musulmana en suelo peninsular no fue el resultado de una invasión militar ni la civilización arabo-musulmana que allí floreció fruto y consecuencia de esa presencia. En vez de invasión y conquista lo que hubo fue una penetración de misioneros musulmanes que encontraron terreno abonado para el islam en las creencias arrianas ya existentes en la Península. En vez de una civilización desarrollada por elementos alógenos, lo que hubo fue una creación autóctona que Olagüe denomina “andaluza”. Esa civilización “andaluza” tiene su símbolo en la mezquita de Córdoba, que no debe ser adscrita ni a Oriente ni a Occidente y que originariamente no fue ni iglesia ni mezquita, sino un templo arriano cuya posterior evolución en un contexto especial hace de él un edificio único. El islam, dicho de otra manera, penetró en la Península como una “idea-fuerza” (concepto que Olagüe toma del francés Alfred Fouillée30) que ofreció a las poblaciones locales consuelo y apoyo durante un periodo de crisis climática y ello fue posible porque entre esas poblaciones el cristianismo trinitario todavía no estaba lo suficientemente enraizado. El resultado de esa combinación fue la creación de una original y pujante cultura, la andaluza, de la que Occidente es deudor en su desarrollo. Las argumentaciones de Olagüe - quien no sabía árabe y tenía una actitud bastante laxa a la hora de justificar en qué basaba algunas de sus aseveraciones más rotundas – son a menudo tan contundentes como faltas de fundamento. Por ejemplo, afirma que “nos consta que el árabe no empezó a escribirse en España hasta la segunda mitad del siglo IX”, siendo así que está perfectamente documentada la composición por parte de autores andalusíes de obras en árabe desde la primera mitad de ese siglo, conservándose algunas de ellas, como la crónica de ,Abd al-Malik b. Habib (m. 238/852) y la compilación jurídica de al-,Utbi (m. 255/869)31. Los estudios de W. E. Kaegi y Pedro Chalmeta sobre las conquistas musulmanas 28 E. González Ferrín, Historia General de Al Ándalus. Europa entre Oriente y Occidente, Almuzara, 2006. 29 La reseña se publicará en Medievalismo 16 (2006). 30 Alfred Fouillée, Esquisse d'une interprétation du monde, d'après les manuscrits de l'auteur revus et mis en ordre par Emile Boirac, 3e éd., Paris: F. Alcan [ca. 1930]. 31 Véase del primer autor su Kitab al-Ta'rij = La historia, edición y estudio por Jorge Aguadé, Madrid : Consejo Superior de Investigaciones Científicas/Instituto de Cooperación con el Mundo Arabe, 1991, así como su Kitab al-Wadiha = Tratado jurídico : fragmentos extraídos del "Muntajab al-ahkam" de Ibn Abi Zamanin (m. 399/1008), introducción, edición crítica y traducción por María Arcas Campoy, Madrid : Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2002. Para la obra del
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