Levato, Vanina Lorena La Escuela Redentora de la Humanidad, Sarmiento, su Apóstol principal III Jornadas de Sociología de la UNLP 10 al 12 de diciembre de 2003 Cita sugerida: Levato, V.L. (2003). La Escuela Redentora de la Humanidad, Sarmiento, su Apóstol principal. III Jornadas de Sociología de la UNLP, 10 al 12 de diciembre de 2003, La Plata, Argentina. La Argentina de la crisis: Desigualdad social, movimientos sociales, política e instituciones. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.6943/ev.6943.pdf Documento disponible para su consulta y descarga en Memoria Académica, repositorio institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FaHCE) de la Universidad Nacional de La Plata. Gestionado por Bibhuma, biblioteca de la FaHCE. Para más información consulte los sitios: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar Esta obra está bajo licencia 2.5 de Creative Commons Argentina. Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 Abstract del Trabajo presentado en Terceras Jornadas de Sociología de la UNLP.-la Argentina de la Crisis- . 10, 11 y 12 de diciembre de 2003. Título: La Escuela Redentora de la Humanidad, Sarmiento, su Apóstol principal. Apellido y Nombre: Levato Vanina Lorena. D.N.I.: 27.315.691. Teléfono: 4682-5696. E-mail: [email protected] Entidad a la cual pertenece o representa: Universidad de Buenos Aires. El objetivo de este trabajo es analizar, desde la perspectiva histórica, el aporte democrático de Sarmiento al sistema educativo argentino. De igual manera, se indagará la función cuasi sacramental que el autor de Facundo le asignó a la educación, teniendo en cuenta las causas pero sobre todo las consecuencias que esto produjo en el cumplimiento del propósito vigente: transformar en Nación un territorio habitado por una heterogeneidad de individuos. Se observarán también otros aspectos concernientes a la educación tales como los orígenes de la profesión docente y la peculiar forma de vinculación con el saber que los mismos establecieron, profundizando la ideas que Sarmiento sostenía con respecto al rol de la mujer en la trasmisión de conocimientos. Para finalizar, considero que al ocuparnos de la educación nos ocupamos también de la cuestión de la formación de la conciencia nacional debido a la insoslayable dimensión política que la escuela posee. La Escuela forma y configura ciudadanos, ofrece modelos de comportamiento social, crea y define estilos de visión del mundo. La lucha por democratizar la educación no sólo tiene lugar dentro de la escuela. Deberíamos sentirnos profundamente implicados en todo lo que sucede en este espacio ya que, después de todo, la educación, como acción de influir en las personas, es profundamente ética y política por propia naturaleza. Nuestra tarea no consiste en rechazar la dimensión política de la enseñanza sino reconocerla y actuar en consecuencia. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Departamento de Sociología. Terceras Jornadas de Sociología de la UNLP - La Argentina de la Crisis- La Escuela Redentora de la Humanidad- Sarmiento, su Apóstol Principal. Autora: Vanina Lorena Levato D.N.I: 27.315.691. 10 diciembre de 2003. La educación, según el Diseño Curricular vigente en nuestro sistema educativo, queda definida como el “... proceso dialéctico por el cual un sujeto en interacción con su medio, y a partir de sus propias posibilidades, desarrolla capacidades que le permiten la formación de una personalidad autónoma integrada activamente a la sociedad y cultura en que vive.1”. Asumir esta concepción implica adscribirse en un enfoque filosófico de la educación permanente, entendida como concepción humanista y como principio de organización. Según Giddens“El desarrollo de la educación siempre se ha vinculado a los ideales de la democracia de masas”2,. Los reformadores valoran la educación como medio para conseguir la igualdad ya que la universalización de la educación llevaría a reducir las desigualdades de riqueza y poder. Sin embargo, cualquiera que hoy intentara describir el papel que desempeña la educación actual se desencantaría de tal manera que sólo atinaría a expresar respuestas cargadas con un gran dejo de resignación. Y no es para menos ya que la educación en nuestro país no está exenta de la crisis profunda por la que atraviesa la sociedad toda. Es difícil que la escuela logre escapar de las consecuencias que generan la redistribución desigual, el aumento de la concentración y la paralización de la economía. Así como el Estado, quién a través de sus políticas , responde a las exigencias del capital, las políticas educativas reflejan los cambios en el proceso de producción de la cultura. Nuestras instituciones educativas han sido menos útiles en los procesos de democratización de lo que a muchos nos hubiera gustado. Este escenario nos permitió desarrollar nuestra percepción acerca del importante papel que las escuelas y el conocimiento, tanto explícito como implícito que allí se imparte, desempeñan en la reproducción de un orden social estratificado. De manera sorprendente advertimos que dicho orden se basa en la desigualdad ligada a la clase social sexo o raza. No es preciso, entonces, revisar las variadas investigaciones que se realizaron para comprender que la educación tiende más bien a expresar y reafirmar las desigualdades preexistentes antes que a producir un cambio sustancial en las mismas. Personas tan diversas como Althusser, Bernstein, Bordieu, Willis han afirmado en reiteradas ocasiones que el sistema educativo y cultural es un elemento extraordinariamente importante para el mantenimiento de las actuales relaciones de dominación y explotación en estas sociedades. Claro está que dichos autores han realizado estas aseveraciones desde distintas perspectivas. Sin embargo, esto no impide rescatar la característica que las une: el énfasis otorgado al análisis de la relación entre la escuela y la perpetuidad de las situaciones de desigualdad. Los fuertes lazos tejidos entre la educación y las diferentes esferas del poder, ya sean políticas culturales o económicas, crearon en ella una nueva dimensión política. Y como la política significa, entre otras cosas, la lucha por los espacios de poder no resulta extraño percibir que los medios y los fines implicados en la política y la práctica educativa son el resultado del esfuerzo de poderosos grupos y movimientos sociales por legitimar sus conocimientos, por defender o potenciar sus modelos de movilidad social y por incrementar su poder en el conjunto de la sociedad. “La política del conocimiento oficial es una política de acuerdos o de compromisos3” resume Apple. Aunque los compromisos se desarrollan en diferentes niveles, casi siempre se adoptan de manera desigual ya que generalmente se definen a favor 1 Diseño Curricular para el Nivel Inicial, 1989: 1. 2 Giddens, 1997: 532. de los grupos más poderosos que deciden qué cuenta como problema o necesidad así como también las posibles vías de solución. Pero los compromisos no siempre son estables. Muchas veces dejan o crean espacios para acciones más democráticas. Ahora bien, ¿esta situación también forma parte de nuestro legado nacional? .¿Se hallan los suficientes elementos para afirmar que la educación argentina posee dicho estigma? Este trabajo trata de aportar datos para revertir este diagnóstico ya que tiene como objeto presentar algunas consideraciones respecto al proceso de formación del sistema educacional argentino en el que se vislumbrarían algunos atisbos de democratización escolar. Desde una mirada retrospectiva el desafío consiste en revelar si en el pasado la educación aportó dispositivos favorables para la cultura democrática. En esta dilucidación en torno a la historia de la educación argentina, decidí analizar a uno de sus máximos referentes: Domingo Faustino Sarmiento. En la mayoría de los libros y revistas escolares uno puede acceder a los datos más sobresalientes de su intensa vida. Así, encontramos que fue político, militar, pedagogo y escritor argentino, presidente de la República desde 1868 hasta 1874 y que el mismo se constituyó como una de las personalidades sudamericanas más ilustres del siglo XIX. Hasta aquí se esbozaron datos escuetos sobre “el Padre del Aula”. Pero Sarmiento fue mucho más que eso en nuestra historia. Su importancia es tal que se lo ha abordado desde los más diversos géneros y estilos literarios, ya sea desde la pasión de Astrada en el “Mito Gaucho” hasta el sarcasmo de las necrologías de Anzóategui y su “Vida de muertos”. 3 Apple, Michael, 1993: 23. En este análisis se advierten, de manera exploratoria, una serie de problemas conceptuales sobre la educación. El énfasis se colocará en los aportes de Sarmiento a esta temática tratando de advertir en dónde radicarían los ideales democráticos de su postura, considerando, además, que su pensamiento es síntesis definitiva de idea de escuela redentora, debido a su adscripción a la proclama de necesidad de instrucción universal para lograr la dignidad de los pueblos. En la primera parte de este trabajo se incluye una breve reseña sobre los rasgos de Sarmiento, desarrollando sus principales líneas de acción. Esto nos permitirá el planteo de la idea descripta en el párrafo anterior. La segunda parte de este estudio está conformada por la contemplación de otros temas que atañen a la sistematización de la educación tales como la formación del personal a cargo de la misma, considerando, asimismo, la paradójica “misión” que les había sido encomendada y el espacio que Sarmiento le otorgaba a las mujeres en la tarea educativa. Todas estas cuestiones se considerarán, principalmente, a partir de las correspondencias que Sarmiento mantuvo con diferentes personalidades y en las que se plasman sus concepciones pedagógicas, así como también se tomarán como ejes de referencia las publicaciones de Facundo, De la Educación Popular y Recuerdos de Provincia. Es importante destacar que el análisis de los elementos que conformaron su accionar se realizará tomando como eje de referencia las estrofas que conforman el Himno a Sarmiento por considerar que las mismas aportan matices interesantes para nuestro trabajo Los sistemas escolares crecen. La escuela ocupa cada día un lugar más importante en el ámbito de la sociedad de nuestros días y este fenómeno, sin lugar a dudas, se incrementará en los próximos años. Mi elección por la problemática educativa se debe al marco de permanente actualidad y vigencia que la recubre. La cultura popular es el instrumento más valioso para fundar el bienestar colectivo el progreso y la paz social. Sin embargo, construir una comunidad democrática de aprendizaje plantea exigencias que se extienden a todos los elementos que incidan en la configuración del ecosistema del aula, nuestro legado histórico es uno de ellos. Sólo a partir de una mirada crítica retrospectiva de nuestro pasado podremos “aprender” de los errores cometidos y construir la escuela que queremos. Esta es una tarea de la política educativa que implica el esfuerzo de hombres de gobierno capaces de forjar la nueva concepción de la política educativa como otrora supo hacerlo Sarmiento. Al examinar su legado comprendí que “...“Civilización o Barbarie” fue el lema que signó la ruta en la cual las burguesías progresistas colocaron los sistemas educativos y encuadraron la producción pedagógica4”Considero que estas palabras demuestran la importancia para mí reviste recuperar a este autor. “ Educar es gobernar” según la fórmula feliz de Sarmiento pero la función educativa no es ni puede ser una obligación exclusiva del Estado sino una deber de la colectividad y una responsabilidad moral de cada ciudadano. 4 Puiggrós, 1994: 33. La singularidad de Sarmiento “Es un hombre de acción. (...)Grande como su talento es su pasión la que lo convierte no sólo en docente sino en combatiente”5 La figura de Sarmiento siempre estuvo ligada a la idea de grandilocuencia. ¿Acaso esto se debe a que en este hombre se fusionaron la intensidad de su pasión, lo asombroso y lo contradictorio? ?Es importante advertir la primera de las múltiples paradojas que se suceden en la vida de Sarmiento, ya que si bien fue educado en la lectura de la Biblia por clérigos católicos, no fue católico ortodoxo sino cristiano sin dogmas; invocaba a Jesucristo pero combatía al clero. Quizás por ese motivo, redactó una serie de artículos en los que defiende la enseñanza laica, contraponiéndose con Avellaneda. Estos quedaron plasmados en “La escuela sin la religión de mi mujer” (1882) en donde sostiene que por más que los predicadores proponen la imitación de las virtudes de los santos del cielo, los niños, desde pequeños, renuncian a esa pretensión ya que advierten que los que lo aconsejan, se abstienen de realizar dichas acciones. Si intentamos ahora, describir brevemente los inicios de la educación de Sarmiento debemos trasladarnos hacia la provincia de San Juan. Allí nació el 15 de febrero de 1811, y fue allí donde, de la mano de su tío, el presbítero José María de Oro descubrió las primeras letras convirtiéndose en un precoz y ávido lector. Sarmiento narró las memorias de su infancia y juventud en Recuerdos de Provincia. (1850): 5 Ricardo Rojas,1983: 33 “En todos estos esfuerzos estuvo siempre en actividad el órgano de instrucción y de información que tengo más expedito, que es el oído. Educado por medio de la palabra por el presbítero Oro, por el cura Albarracín, buscando siempre la sociedad de los hombres instruidos ...”6 En 1816 ingresa a la escuela de la Patria, a la que asistió hasta 1825. “En aquella escuela, de cuyos pormenores he hablado en Civilización y Barbarie, en Educación Popular, y conoce hoy la América, permanecí nueve años sin haber faltado un solo día bajo pretexto ninguno, que mi madre estaba ahí, para cuidar con inapelable severidad de que cumpliese con mi deber de asistencia. A los cinco años de edad leía corrientemente en voz alta...”7 Pero las frustraciones no tardarían en llegar, y marcar su vida, ya que en el año siguiente, no pudo obtener una beca para el colegio de Ciencias. Morales, al que concurrió Alberdi. Desde ese momento se consideró autodidacta y junto a su tío fundan la escuela de San Francisco del Monte, en San Luis. Es en ese olvidado pueblito donde Sarmiento inicia su vocación de educador: “ Fundamos una escuela a la que asistían dos niñitos Camargos, de edad de veintidós y veintitrés años y a otro discípulo fue preciso sacarlo de la escuela porque se había obstinado en casarse con una muchacha lindísima y blanca a quien yo enseñaba el deletreo.”8 Algunos años después, tras ir preso a causa de su oposición a la dictadura de Rosas, se exilia en Chile, fijando su residencia en Santiago. Allí inicia su labor periodística y funda 6 Sarmiento,1966: 221. 7 Sarmiento, 1966: 199.
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