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la economia en el mundo antiguo PDF

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LA ECONOMIA EN EL MUNDO ANTIGUO MONOGRAFIA DEL CURSO DE HISTORIA ECONOMICA Y FINANCIERA GENERAL Y DEL PERU Para poder enfocar correctam'ente la Economía de la Edad Antigua debemos dividir este trabajo en dos partes bien marcadas: una, la primera, referente a la interpretación del carácter que revis· tió la economía en las culturas orientales, en Grecia y en Roma; y otra, la segunda, al estudio del desenvolvimiento económico en los países principales, durante esa época. CARACTER DE LA ECONOMIA EN LAS CULTURAS ORIENTALES Las concepciones más antiguas del pensamiento humano res· pecto a los fenómenos económicos, se remontan a las teocracias orientales. El espíritu general del tipo de vida social consistía en tomar la imitación como principio fundamental de la educación y en consolidar la civilización por entonces en sus primeros albores, mediante la herencia de las funciones o profesiones, o bien por un sistema de castas_ o jerarquías subordinadas unas a otras, bajo la dirección común de la casta dominante, es decir, de la casta sa cerdotal. Esta casta sacerdotal tenía bajo su inmediato cuidado el acerbo tradicional y procuraba la regulación de la vida sobre esa base trasmitida-de ideas prácticas. La conservación es, así, la tarea principal dentro de este estado social y su cualidad más saltante es la estabilidad, que tien'de a degenerar en estancamiento. Sin embargo, no obstante estas características apuntadas, las llamadas artes útiles progresaron notablemente. Los miembros direc tores de las teocracias prestaron atención al desenvolvimiento in~ LA ECONOMIA EN EL MUNDO ANTIGUO 21 dustrial que, contrariamente a la guerra, no hacía peligrar su pre~ minencia política desenvolviendo una clase social que rivalizara con ellos. Pero concibiendo la vida como un todo, y haciendo· de la re~ gulación de ella su fin primario, es natural que, se fijaran sobre to~ das las cosas en las creaciones sociales que puede originar la indus~ tria organizada. De esta manera, el aspecto moral de la econo~ mía suscitó su atención constante; abundando en consejos contra la avidez y el ansia de hacerse ricos; insistiendo en que se ponga hon radez en los tratos mutuos, acerca del uso de pesas y medidas jus~ tas, de la fiel observancia de los contratos, de la palabra empeña~ da. Amonestan contra el orgullo y la arrogancia y recalcan mucho sobre los deberes de la justicia y beneficencia para con los criados e inferiores. Mientras de acuerdo con el espíritu teológico se presenta ia adquisición de la riqueza como determinada por voluntad divina, a la cual nada ni nadie puede sustraerse, se enseña con ahinco que ha de subordinarse a la diligencia y frugalidad individuales. Existe, pues, en los sistemas teocráticos desarrollados, una marcada tenden cia a dar preceptos que en poco se diferencian de los mandatos; preceptos que detallan el tiempo, el modo y las circunstancias de casi todos los actos de los miembros de la colectividad. Como podrá observarse, a poco que se profundice esta ma~ teria, tal sistema está íntimamente relacionado con la unión, o más bien diríamos confusión, de los dos poderes: temporal y espiritual. Las empresas económicas de la antigüedad griega y roma"' na no hubieran podido competir, ni aún independientemente de cual quier influencia adversa, en magnitud de escala o variedad de re cursos, con los de los tiempos modernos. La condición incipiente de la ciencia Física impedía una amplia aplicación a la producción de las potencias naturales menos claras y patentes, o el uso de ma• quinarias. La imperfección de los conocimientos geográficos y la deficiencia de los medios de comunicación y de transporte eran obs táculos casi insalvables para el floreciente desenvolvimiento del co mercio exterior. Algunos autores han dejado de lado la distinción entre el mundo antiguo y el moderno, por considerarla imaginaria o de poca importancia, y a la vez que admiten la separación profunda entre nosotros y los pueblos teocráticos del Oriente, nos presentan a los griegos y romanos como si estuvieran sobre una base de pensa- 22 LA ECONOMIA EN EL MUNDO ANTIGUO miento, sentimiento y acción semejantes, en lo sustancial. a la de los pueblos occidentales de nuestro tiempo. Tal asev~ración entraña un profundo error; ello significa no haber mirado la cuestión con el detenimiento que redama. Entre el espíritu y la vida de las ca~ munidades antiguas y de las modernas hay una diferencia esencial: y es que las primeras estaban organizadas en forma sui~generis para la guerra, mientras que las segundas han tendido más bien a formar una robusta organización para la industria, como fin y tér~ mino práctico. Con la constitución militar de las sociedades antiguas es~ taba relacionada la esclavitud, que se encontraba en entera con~ sonancia con aquella forma de vida, en forma tal. que era una ne~ cesidad temporal, un bien relativo; pero llevaba también varios ma~ les: conducía entre la clase de los llamados ciudadanos a un des~ dén por las ocupaciones industriales; se desdeñaba toda forma de producción, con una excepción parcial tratándose de la agricultura, como indigna de un hombre libre, considerándose únicamente como formas nobles de la actividad humana las directamente conexiona~ das con la vida pública, fuera militar o administrativa. El trabaj., estaba degradado por haberse relegado los oficios a la clase ser~ vil, sobre la cual se elevaban poco en la estimación general los artesanos libres. Estando los productores, en su mayor parte, desprovistos de cultura intelectual y excluidos de toda participación en la vida de las ideas, intereses o esfuerzos cívicos, se encontraban, pues, inca~ pacitados, tanto por carácter como por posición, para los hábitos de combinación y poderosa iniciativa que demandan los progresos de la industria. Hay que añadir a esto que la relativa inseguridad de la vida y de la propiedad, que surgía de los hábitos militares, eran graves inconvenientes para la formación de grandes capitales y para el establecimiento de un efectivo sistema de crédito, base de la ma yor parte de las transacciones económico~mercantiles. Tales fueron las causas que dieron a la vida económica de los tiempos antiguos en las teocracias Orientales, la limitación y mo~ notonía que contrastan con la expansión incesante y la múltiple variedad del mundo moderno. Cada sistema ha de estimarse según la obra que ha de llevar a cabo: la vocación histórica de la civili~ zación antigua, que había de cumplirse no por la industria sino LA ECONOMIA EN EL MUNDO ANTIGUO 23 por la guerra, era al fin crear un estado de cosas que admitiera su propia eliminación y la fundación de un régimen basado en la acti~ vidad política. EL DESENVOLVIMIENTO ECONOMICO EN ALGUNOS PAISES ORIENTALES.- EL EGIPTO El Egipto se desenvolvió durante mucho tiempo en una rela~ tiva autonomía, constituyendo un Estado dividido en varios Esta~ dos Administrativos, en los cuales se logró la utilización plena de la tierra mediante diques y otras construcciones análogas, y en don~ de se apreció, casi de inmediato, las ventajas que reporta el trabajo en común. Tras una larga prehistoria, constituyó, 3000 años antes de Jesucristo, un Estado burocrático en el cual desempeñó un papel considerable la economía natural. Decimos economía natural por~ que desde antiguo distínguense dos etapas bien marcadas con res~ pecto a la economía de cambio: economía natural y economía mo~ netaria, según que el cambio de materias se realice sin mediación de moneda, mediante el trueque de un objeto por otro, en especie; o bien con intervención del factor monetario. Junto a los artesanos, labradores y mercaderes libres exis .. tían siervos y esclavos. Estos últimos realiznban faenas domés ticas y también las grandes construcciones, siendo utilizados igual~ mente en la navegación del Nilo. Gran parte de los productos eran almacenados en los lla~ mados silos del Rey, de los templos y de los magnates. El dis frute de las rentas en especie podía ser transmitido a tercero. Mu~ chas instituciones propias de la economía natural en gran escala arraigaron de tal manera en Egipto, que lograron mantenerse durante mucho tiempo aún en época de economía monetaria intensa como la del helenismo. Las operaciones de trueque alcanzaban a pocos ob jetos; las escenas mercantiles que aparecen en las pinturas funera rias ponen de manifiesto como el pueblo se remediaba con pocas mercancías; por esta razón el tráfico mercantil con otros países era sumamente reducido y. en general. puede afirmarse que no exis tieron en Egipto relaciones duraderas con el extranjero. La ley y la costumbre establecían ciertos pagos en forma de multas, que comprendían cantidades precisas de artículos. 24 LA ECONOMIA EN EL MUNDO ANTIGUO En el tercer milenio antes de Jesucristo este Estado burocrá~ tico se tornó feudal. Los funcionarios, que antes eran simples man~ datarios del Rey, en épocas posteriores trasmitieron a sus hijos sus cargos y los terrenos anexos, originándose de esta manera los se~ ñoríos. El cargo hereditario unido a la propiedad territorial crea el señorío feudal, que en determinadas ocasiones llega a adquirir ca~ 'tegoría regia. La concisión económica y la estructura general del país contribuyeron a que gran parte de la economía natural en gran escala, administrativamente regulada, se conservara en el seno de los señoríos feudales; por eso los burócratas desempeñaron papel importante y miraron con desdén las profesiones que agotaban las energías físicas y a nadie enriquecían. Posteriormente surge la economía mercantil o de intercam~ bio. En esta época el individuo, que poco valor tuvo antes, va ad~ quiriendo cierta importancia, especialmente los espíritus aventure~ ros encuentran campo propicio para el desarrollo de sus actividades. Pero esta evolución fue lenta. En este período se destacaron los metales como objetos preferentes de riqueza, empleándose en al~ gunas oportunidades como medida de trueque. Pero la organización feudal transtornó a Egipto. El país, falto de resistencia interna, no pudo resistir la avalancha de las tri~ bus nómadas cayendo bajo la dominación de los hicsos, que fueron expulsados a principios del siglo XVI antes de Jesucristo. La mo~ narquía para sostener esta guerra de reconquista tuvo que apoyar~ se en el auxilio que le proporcionaron algunos pueblos extranje~ ros. Por otra parte era necesario no interrumpir el cultivo del país, pues, la clase agrícola no se avenía a sostener guerras prolongadas, a no ser que éstas proporcionaran como botín nuevas tierras de cultivo. Por esta razón nació el mercenarismo en el Egipto, reci~ hiendo los mercenarios, así como también los sacerdotes, tierras pro~ pias. Estas colonias mercenarias tuvieron la ventaja de que con el rendimiento de los terrenos se atendía a la manutención de las toopas. También es de notarse que en esta época no podían produ~ cirse entre los particulares relaciones duraderas ni obligaciones a largo plazo. El tráfico internacional creó una clase especial de mer~ caderes que servían de mediadores en el trueque y almacenaban re~ servas susceptibles de cambio. Los objetos del tráfico mercantil de~ bieron ser de fácil transporte, por la deficiencia de las vías de co~ LA ECONOMIA EN EL MUNDO ANTIGUO 25 municac10n. Frente a estas reservas existentes el incremento anual era reducido. Los objetos de consumo eran menos adecuados para constituir reservas mercantiles que los artículos de lujo; de manera que los mercaderes consagrados al comercio internacional prefe~ rían aquellos artículos cuya demanda era más elevada en su pro~ pío país, ya que lograban de esta manera grandes ganancias. En el siglo VII antes de Jesucristo, Egipto empezó a aban~ donar su posición de retraimiento respecto al extranjero. Es así como se otorgaron algunas factorías a los griegos y se hicieron al~ gunos viajes de circunvalación al Africa por los fenicios. Pos~ teriormente Egipto fué sojuzgado por los persas, que a su vez fue~ ron sometidos por los macedonios. BABILONIA Para conocer el desenvolvimiento econom1co de este país en la Edad Antigua, nada hay mejor que el Código de Hammu~ rabí. Este cuerpo de leyes nos muestra que el comercio, la indus~ tria, el crédito y el cambio se encontraban muy desarrollados por aquel entonces. Siguiendo la inspiración de la economía natural. propia de los pueblos antiguos, se estableció que una persona podía ceder a otra un campo a cambio de una cierta participación en el rendi~ miento; por manera que los perjuicios de una mala cosecha o los beneficios que se pudieran alcanzar, se repartían entre los copar~ tícipes de manera casi fraternal. Los contratos en los cuales se establecían cantidades o rentas fijas aparecen posteriormente; y es que la renta fija pertenece al período de progreso económico de una colectividad cuando el rendimiento de las cosechas es aproximada~ mente invariable. Así mismo se estipulaban esta clase de contra~ tos en los casos en que una persona ponía dinero· a disposición de un mercader que ejercitaba su tráfico con el extranjero, pues, si se establecía un contrato de participación era fácil a dicho mercader ocultar una parte de los productos obtenidos. Tanto en una como en otra clase de contratos estableció el Código de Hammurabí sa~ bias disposiciones tendientes a borrar sus malos efectos. En cuanto a las tierras; una parte fue dada en calidad de préstamo, otras fueron arrendadas a pequeños propietarios y otras se encomendaron a la labor de obreros libres o de siervos. La ten~ 26 LA ECONOMIA EN EL MUNDO ANTIGUO dencia a laborar la tierra de un modo intensivo impidió que alcan zara gran escala el trabajo de los esclavos, caracterizado por su pobre rendimiento. Oon p~;eferencia se cedían las tierras a una clase de colonos independientes, participando los propietarios en los beneficios obtenidos. La industria_ y las empresas mercantiles suscitaron numero~ sas reformas-legales, pues, su grado de desarrollo fue notable. Existieron, para favorecer las transacciones económico~mercantiles, instituciones bancarias que aceptaban depósitos, realizaban pagos en determinadas localidades y compensaban créditos. También se otor~ garon créditos a algunas empresas industriales y mercantiles. LOS FENICIOS Entre las tribus sirias descollaron en el orden económico los fenicios. Ya en el siglo XVI antes de Jesucristo poseían una ele~ vada cultura. Establecidos en el Mediterráneo, desde los tiempos más remotos emprendieron expediciones a los pueblos vecinos. Los mercaderes fenicios fueron los primeros navegantes de la humani~ dad, y sus costumbres, dadas para ordenar sus relaciones maríti~ mo~mercantiles, han sobrevivido a través del tiempo informando gran parte de las instituciones jurídicas de esta índole y hasta las modernísimas prescrípciones del Derecho Social. Tal tenemos por ejemplo la indemnización por accidentes del trabajo, cuyo antece dente no es otro que los viejos usos mercantiles de fenicios y radios que establecían el pago de una indemnización al hombre de mar que se accidentara al servicio de la nave, por motivo de naufragio, abor~ daje o defensa de ella. Por eso dice muy bien el tratadista Loren~ zo Benito Endara, que la mayor parte de las instituciones del De~ recho Social tienen como antecedente legislativo las antiguas cos tumbres marítimas. Los navegantes fenicios establecieron factorías en toda la cuenca del Mediterráneo, muchas de las cuales sirvieron posterior~ mente a los cartagineses como puntos de apoyo para sus expedicio~ nes militares. Los fenicios colonizaron algunos territorios agrícolas que fue~ ron incorporándose a la economía monetaria, siendo ellos, en tales regiones, los primeros que practicaron el préstamo usurario. Existió como consecuencia de este estado, severa sanción para el que no res- LA ECONOMIA EN EL MUNDO ANTIGUO 27 tituía oportunamente la cosa prestada, por considerársele como un vulgar ladrón. Por razón de las deudas surgió la esclavitud en gran escala, existiendo un intenso tráfico de hombres sometidos a la voluntad de otro hombre. La economía monetaria pronto encontró raigambre entre los fenicios como consecuencia del tráfico internacional. de un lado, y de otro, por la exigencia de los reyezuelos que obligaban a pagar las contribuciones en numerario. ARABIA Los árabes desempeñaron papd importante en el desenvol~ vimiento del comercio de la antigüedad. Las tribus árabes del Norte participaron incipientemente en las fundaciones políticas, logrando en ciertos casos hacerse sedentarias e imprimiendo impulso al co· mercio y a la pequeña industria. La ocupación de las tribus nóma~ des fué la ganadería. Para el ejercicio del comercio existían verda~ deras redes de carreteras que atravesaban los desiertos arábigos. En algunas ocasiones sirvieron las tribus árabes de interme~ diarias entre los países orientales y el Mediterráneo, y en otras oca~ siones aplicaron la activtdad comercial a sus propios productos, ta~ les como el incienso y la mirra. Cuando no organizaban caravanas se encargaban de la defensa de los mercaderes transeúntes por los desiertos, consistiendo su ganancia en los tributos que se hacían pagar por esa protección. Las mercancías, ante todo incienso y mirra, se reunían en tal cantidad que las tribus celebraban grandes mercados y comer ciaban con dichos artículos. Los árabes mantuvieron por mucho tiempo su condición de intermediarios; pero como productores de incienso y otros artículos preciosos conservaron siempre un lugar privilegiado. No nos ocuparemos de otros pueblos del Oriente, por dos razones: lo.-Porque ello sería dilatar demasiado este trabajo. 2o.-Porque aparte de los países que hemos tratado los de más no prestaron mucha atención al fenómeno económico; así los medos y persas fueron esencialmente guerreros. 28 LA ECONOMIA EN EL MUNDO ANTIGUO CARACTER DE .LA ECONOMIA GRIEGA Grecia no tuvo condiciones para el arte guerrero, por eso sus miembros fueron más aptos para la vida intelectual. En las "Obras y Días" de Hesíodo se encuentra un orden de pensamientos en la esfera económica, muy semejante al de las teocracias. Pero el desenvolvimiento del pensamiento abstracto que se inicia con Tales de Mileto, da a la cultura griega su forma ca~ racterística y marca una nueva época en la historia intelectual de la humanidad. Los pensadores griegos interesándose en el surgir de la Ciencia positiva, se vieron conducidos por las exigencias sociales a estudiar con especial cuidado la naturaleza del hombre y las con~ diciones de su existencia en la sociedad. Las observaciones económicas tendían a la racionalidad; pero como no descansaban sobre una base suficientemente amplia de vida práctica, no pudieron alcanzar resultados considerables. La constitución militar de la sociedad y la existencia de la esclavitud llevaban a estimar en poco a la industria productiva, apartando la atención de los pensadores de este aominio. Por otra parte, la ah~ sorción de los ciudadanos en la vida del Estado y su preocupación por las luchas de los partidos, hacían que ocuparan el primer plano las cuestiones relativas a la política. Los escritores de asuntos so~ ciales se dedicaban casi exclusivamente al examen y comparación de las Constituciones Políticas, y en indagar los métodos educati~ vos más convenientes para orientar al ciudadano en el manejo de los negocios públicos. Sin embargo, hasta Platón, entrelazadas con lo que podría llamarse la quimera de su obra, hay varias notables y elevadas con~ cepciones morales y algunos acertados análisis del problema econó mico. Platón da una razón correcta y acertada de la división y combinación de los empleos, tal como se presentan en el agregado social. Señala como fundamento de la organización social los prin~ cipios económicos, no dando valor a los desinteresados impulsos so~ ciales de hombres que tienden a acercarse y ligarse unos a otros. Expone, así mismo, como las diferentes necesidades y capacidades de los individuos exigen y dan origen a mutuos servicios, y como por limitarse cada cual a la clase de ocupaciones a que, por su puesto y aptitudes, está mejor adaptado, se produce de un modo más fácil y mejor todo lo necesario para el conjunto. Sintiendo LA ECONOMIA EN EL MUNDO ANTIGUO 29 Platón con el espíritu de todos los antiguos legisladores, desea un Estado que se baste a si mismo en todo orden de cosas; por eso se muestra enemigo encarnizado del comercio extranjero, y con esta idea "aleja su ciudad ideal del mar". Aspira este filósofo a la igualdad de la propiedad entre las familias de la comunidad, que están empeñadas en el desenvolvi miento de la industria. A la clase industrial, siguiendo el ritmo de su época, la tiene en poca estima; considera sus ocupaciones habi tuales como tendientes a una degeneración del espíritu y al debili tamiento del cuerpo y como si hicieran a los que las siguen, inca paces de los más elevados deberes de hombres y de ciudadanos. Las más bajas formas de trabajo recomendaba entregarlas a los forasteros y a los esclavos. Desterrar el empleo de los metales pre ciosos en cuanto fuera practicable; prohibir el préstamo a interés dejando al libre arbitrio del deudor la restitución del capital que le fue prestado. Aboga porque los tratos económicos sean sujetos a fiscalización activa del gobierno, no solamente para evitar fraudes y violencias sino también para mantener en jaque hábitos de lujo y asegurar a la población un regular suministro de lo necesario para la vida. Contrasta con el idealismo de Platón el espíritu práctico de J enofonte. Predomina en este pensador el hombre de acción; pero sin estar desposeído por completo de la tendencia especulativa de los griegos. Su tratado "Oeconomicus' es sumamente interesante. Aun cuando no rebasa los límites de la economía doméstica, muestra sin embargo, mucho buen sentido y sagacidad. Participa de la ordi naria preferencia de sus compatriotas por la agricultura sobre los otros empleos, y la alaba "en cuanto desenvuelve -dice- los sen timientos patrióticos, en cuanto deja tiempo suficiente y pensamien to disponible para que admitan una considerable actividad inte lectual". Su sentido práctico le lleva a dar importancia a la indus tria, a las manufacturas, y muy especialmente al tráfico mercantil; pidiendo para ellos respeto y protección del Estado. Aunque sus ideas respecto a la naturaleza del dinero son por demás vagas y hasta erróneas, ve que su exportación a cambio de géneros de con sumo no empobrece a la comunidad. Insiste en que la paz es fac"' tor esencial para el desenvolvimiento del comercio; por lo que re--

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mía suscitó su atención constante; abundando en consejos contra la avidez y mundo antiguo y el moderno, por considerarla imaginaria o de poca.
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