LA CULTURA RELIGIOSA EN EL REINADO DE ABD AL-RAHMÁN III por Mahmüd 'ALl MAKKl Universidad de El Cairo (Egipto) Departamento de Español EKirante el último tercio del siglo tercero de la hégira (ix de la era cristiana), el emirato omeya en Al-Andalus se enfrenta con una crisis que está a pxmto de provocar el derrumbamiento de todo el edificio del Estado hispano-omeya que tan sabia y pacientemente fueron construyendo los descendientes de 'Abd al-Rahmán I a lo largo de vm siglo y medio. Las rebeliones que se extendieron por todo el territorio afectaron negativamente a la economía del país, sumiéndolo en la pobreza, ante la impotencia del gobierno central cuya autoridad estaba casi anulada. Pero con la subida al trono de 'Abd al-Rahman lU en el año 300 (912), se veía alborear ima nueva era. Con ima política mezcla de energía y hábil diplomacia, el joven príncipe pudo acabar con las rebeliones devolviendo al Estado su prestigio y autoridad y al país la paz que tanto ansiaba. Con ello el pueblo volvió a ejercer sus actividades en un ambiente de optimismo, lo cual redundó en beneficio de la situación económica que mejoró considerablemente y en la vida cultural e intelectual que volvió a registrar una nueva era de gran esplendor. Apenas pasaron dieciséis años desde su subida al trono, 'Abd al-Rahman se consideró en situación de reivindicar el título califal de Amrr al-mu'minTn (Príncipe de los Creyentes), es decir, el jefe Éndoxa: Series Fibsóficas, n" 6,1995, UNED, Madrid: Mahmüd 'AlTMakkT: La cultura religiosa en el reinado de 'Abd al-Rahman III pp. 79-108. supremo de toda la comvinidad musulmana. Tal declaración hecha pública en el año 316 (929) era un reto, tanto al califato 'abbasí de Bagdad, donde la autoridad del califa se había reducido a un aspecto nominal falto de contenido, como al pujante califato sl'í de Qayrawan, declarado veinte años atrás en el 296 (909) y considerado por toda la ortodoxia musulmana como representéinte de una abominable herejía. La conversión del emirato andalusí en califato implicaba para el Estado y sus subditos graves responsabilidades. La España musulmana tenía que demostrar su capacidad de rivalizar con los países de Oriente y del Norte de África no sólo en los terrenos político y militar, sino también en el ámbito de la cultura en términos generales, y en el de las ciencias religiosas en particular. De ahí que el Estado adoptara una inteligente política de conceder su estímulo a todo género de actividades intelectuales y se abriera a todas las corrientes nuevas de la cultura procedentes del Oriente, sin que la hostilidad política, reducida sólo al plano teórico, constituyera una barrera que impidiese esos contactos. En las páginas siguientes trataremos de la cultura religiosa a lo largo del medio siglo que duró el reinado de 'Abd al-Rahmán ni y de lo que los andalusíes realizaron en ese terreno. 1. Las lecturas alcoránicas. Uno de los primeros deberes de todo musulmán era asegurarse de la corrección de la lectura del texto sagrado. Ya sabemos que desde un principio hubo varias lecturas que no afectaban al texto en su esencia, pues eran variaciones de la vocalización o la fonética del algunas palabras. Son siete las más importantes de estas lecturas (qira'cít). Los andalusíes que desde un principio adoptaron como escuela jurídica la de Malik, por su veneración al gran «imam» de la ciudad sagrada, Medina, también optaron por la lectura de Nafi' ibn Abl Nu'aym (m. en 169/785), maestro en 80 esta materia de la misma ciudad. El que introdujo en España la lectura de Náfi' fue al-GázT b. Qays (m. 199/815) que^ fue también el introductor de la obra de Malik, al-Muwatta'. Contribu yeron a la difusión de esta lectura un hijo de al-GázI, llamado 'Abd Allah (m. 230/845)/ y un tal Muhammad, b. 'Abd AUah^ que en Egipto la estudió con 'Utman b. Sa'id, conocido por War§ (m. 197/813) que era ui\o de los más célebres discípulos de Nafi'. Al regresar a su patria, el emir al-Hakam nombró a Muhammad preceptor de sus hijos. La lectura de Nafi' predominó en al- Andalus, gracias a estos esfuerzos, hasta el final del dominio del Islam. Incluso fue un andalusí, de nombre Muhammad b. Jayrün (m. 306/919) quien divulgó esta lectura por tierras africanas. La lectura adoptada por la gente de QayrawSn era la de Hamza b. Hablb al-Zayyat (m. 156/773), de la ciudad de Küfa, pero gracias a la labor de ese andalusí emigrado a IfrTqiyya (Túnez), pronto fue sustituida por la de Nafi'*. Sin embargo, no encontramos en al-Andalus gran actividad en el estudio de las lecturas alcoránicas durante la primera mitad del siglo IV (X de la era cristiana). Sólo a finales de este siglo y a principios del siguiente es cuando aparecen las grandes figuras de esta materia, comenzando con Abo Amr 'Utmán b. Sa'id de Denia (m. 444/1053) de qviien dice Ibn Jaldün que sus obras fueron no sólo la base de estos estudios en España y el Magreb, sino en la totalidad del mimdo musulmán'. De todos modos hemos de señalar que a finales del reinado de 'Abd al-Rahman HI fueron ' Cf. Ibn al-Faradl, n. 1013; al-Zubaydl. 452 Tabaqüt al-liigaiviyyTn wa-l-nahzmyyTn, p.254. Acerca de Nafi' cf. Kitab al-Sab a ft-1-qira'at de Ibn Muí^ahid, ed'. Sawql Dayb, pp. 53-63; Ibn Jallikan, Wafayat ai-a 'yin, V, pp. 368-369; Ibn al-'í'azarl, tabaqat al-qurra', II, 330-334. ^ Cf. al-Zubaydl, TabaqUt, p. 259; Ibn al-Faradl, n. 632 ' CF. al-Zubaydt, op. cit., p. 270, Ibn al-Faradl, n. 1101. Un nieto de este Muharrunad b. Abd Allah, llaniado 'Abd Allah b. Mudar llegó a ser visir de 'Abd al-Rahman III hasta el año 303 (915). Cf. Ibn Hayyan, al-Muqtabas, ed. Chalmeta, p. 111. * Ibn al-Faradl, n. 1391; al-Maqqan, Nafh, 11, p. 66. ' Ibn Jaldün, Muqaddirm, ed. BOlaq, p. 365, A. Goiuález Falencia, Historia de la literatura arábigo-española, p. 267. 81 introducidas algunas obras orientales dedicadas a las lecturas alcoránicas. En el año 341 (952) llegó a España Ahmad b. al-Fadl al-Dmawañ, discípulo del célebre Ibn Mu^ahid, autor del libro al- Sab 'a (Las sietes lecturas). Este sabio oriental se dedicó en Córdoba a la enseñar\za hasta su muerte en 349 (960)*. 2. Los comentarios del Corán Desde una época muy temprana, los andalusíes se interesaron también por los comentarios coránicos. Resulta curioso cómo apenas pasado medio siglo desde la conquista musulmana, encontramos la primera obra original compuesta por un español en esta materia. Se trata de im comentario hecho a principios del reinado de 'Abd al-Rahman I por Abü Musa 'Abd al-Rahman b. Müsá al-Hawwan, de Ecija. Esta obra fue objeto de estudio hasta principios del siglo rv (X de la era cristiana), pues la estudió con el autor el ecijano Musa3^ab b. Sulaymán, quien la trasmitió a otro ecijano, MMká'Il b. Hanm^. Otra recensión, aún más importante, es la del famoso alfaquí al-'Utbí (m. 255/868) diftmdida por Muhammad b. 'Umar b. Lubaba (m. 314/926)*. En la segtmda mitad del siglo III (IX), compone BaqT b. Majlad (m. 276/889) su Gran Comentario {al-TafsVr al-KaUr), estimado por Ibn Hazm como el mejor y más completo de cuantos se escribieron tanto en Oriente como en Occidente'. Parece que la admiración de que gozó el TafsTr de Baql hizo a los andalusíes de la generación siguiente, de la primera mitad del siglo IV (x), abstenerse de escribir más comentarios, ya que no ' Ibn al-Faradl, n. 201. ^ Ibn al-Faradl, nos. 1472 y 1288, respectivamente ' Ibn al-Faradl, n. 776; al-Dtbag al-muihab, p. 148. ' Ibn al-Hazm, apud al-Maqqarl, Nafh, III, p. 175; al-Humaydl, fairoat al- muqtabis, p. 331. Véase también M. Asín f alados, Abenházam 1,124-125. 82 encontramos obras originales en este terreno. Los esfuerzos andalusíes se limitaron durante el reinado de 'Abd al-Rahman ni a estudiar los obras existentes o a introducir otros comentarios coránicos escritos por orientales. Entre estos últimos reseñamos los siguientes: -El Comentario atribuido al Compañero del Profeta 'Abd AllSh b. 'Abbas. Fue introducido por Abü Zayd 'Abd al-Rahman b.Sa'ld al-YazM (de Algeciras) (m. 265/879) y difundido por Yahyá b. Zakariyya B. Matar de Córdoba (m. 315/927). En la segxmda mitad del siglo IV (X) lo enseñaba Muhammad b. Sa'dün de Beja (m. 392/1002)'°. - Los Comentarios de 'Abd Allah b. Nafi', de Medina, de 'Abd al-Rahman b. Zayd b. Aslam de Basora, y de Yahyá b. Salam de Qayrawan. Estos comentarios fueron introducidos por 'All b. al-Hasan de Pechina (m. 334/946) y difundidos amplia mente por Abü 'Isa Yahyá b. 'Abd Allah al-Laytl (m. 367/977), hermano del cadí mayor de Córdoba bajo 'Abd al-Rahm5n III. Ibn al-Faradl dice que las clases de Abü 'Isa eran de las más concurri das en Córdoba y que el mismo futuro califa HiSam II, hijo de al- Hakam II, se contaba entre sus discípulos". - El Comentario del tradicionista 'Abd al-Razzáq b. Hammán de San'a ' (Yemen). Fue introducido por Muhammad b- 'Abd al- Salam al-ju§anl (m. 286/899) y transmitido por su discípulo Ahmad b. Jalid, conocido por Ibn al-Habbab de Córdoba (m. 322/934). Esta recensión fue, según el testimonio de Ibn Jayr, la que tuvo una gran difusión en al-Andalus hasta el siglo Vil (xn)'^. - El Comentario de al-Hasan b. Abl-l-Hasan de Basora. Se sabe que al-Hasan fue maestro de Wasil b. 'Ata*, fimdador de la escuela teológica mu'tazilí que abogaba por un sistema de pensamiento racionalista y por el libre albedrío. Quizás fuera esto la causa de que los trasmisores de este Comentario pertenecieran '" Ibn al-Faradl, nos. 780,1579 y 1386, respectivamente. " Ibn al-Faradl, n. 1591, II, pp. 189-190; Ibn Jayr, Fahrasa, p. 57. '^ Fahrasa, p. 54. 83 a esta tendencia, muy combatida por la ortodoxia musulmana. El introductor del citado Comentario fue Jalll b. 'Abd al-Malik, conocido por Jalll al-Gafla y su transmisor más importante fue Yahyá b. Yahyá, conocido por Ibn al-Samlna (m. 315/927)". A pesar de que durante este período no encontramos comenta rios originales escritos por andalusíes, no faltan alguna obras interesantes de estudios corárücos. Entre ellas, dos que llevan el título de Ahkam al-qur'Sn y que tratan al parecer de las normas jurídicas basadas en el texto coránico. La primera es de \m tal Ibn Umayya de Guadalajara, un jurista Safi'í del que no tenemos más datos", y la otra del famoso cadí mayor de Córdoba, Mundir b. Sa'Td, del Valle de los Pedroches (m. 355/966)^^ Ambas obras fueron elogiadas calurosamente por Ibn Hazm. 3. Las ciencias jurídicas LA ESCUELA MALIKI Las doctrinas de la escuela jurídica mSlikl fueron introducidas en vida del mismo imam de Medina (m. 179/795) y pronto tuvieron una rapidísima propagación. Su obra básica al-Muwatta' constituyó el corpus de las normas por la que se regía la vida del pueblo hispanomusulmán. Muchos investigadores han sentido la tentación de aceptar las tesis de Ibn Hazm y del cadí 'lyád según las cuales las doctrinas mSlikíes fueron impuestas al pueblo por las autoridades del Estado. En otro estudio ya hemos demostrado que este juicio encierra ima gran exageración**. Los musulmanes " Ibn al-Faradi, nos. 417 y 1578, respectivamente; Asín Palacios, Ibn Masarra y su escuela, en Obras escogidas, I, pp. 182-183. " Ibn H^m apud al-Maqqail, Nafli, III, 169. El texto fue reproducido por al- Humaydl, Yaiiva,p. 380, pero lo llama Ibn Amina. " Nttjh, III, 169 y fadwa, n. 811. Cf. Mahmüd Makkl, Ensayo sobre las aportaciones orientales en la España 84 españoles, por otras razones en las que no nos detendremos aquí, aceptaron voluntaria y espontáneamente esta dirección jurídica y el Estado no hizo más que ratificar esa voluntad popular. Resulta cvirioso que desde principios del siglo ffl h. (IX) y a lo largo de las cinco décadas siguientes, al-Andalus produjera varias obras jurídicas originales en que se desarrollan las doctrinas del mali- kismo, debidas a cinco autores andalusíes. El primero en inaugurar esta actividad fue el toledano 'Isa b. Diñar (m. 212/827), autor del al-Hidüya, seguido por 'Abd al-Malik b. Hablb de Elvira (m. 238/852), autor de al-Wodiha, al-'Utbl (m. 255/868), con su Mustajra^a, Yahyá b. Ibrahün b. Muzayyin (m. 259/872) autor de varios tratados (entre ellos al-Mustaqsiya, comentario de al-Mu- zvatta'), y finalmente Malik b. 'Ali, al-Qatanl (m. 268/881), autor de un compendio de Derecho'^. Era natural que la preponderancia malikí continuara bajo el reinado de * Abd al-Rahman El, sobre todo teniendo en cuenta que el malikismo representaba la oposición ortodoxa más férrea a las tendencias heréticas y especialmente al Sl'ismo, poderosa amenaza al Estado hispanomusulmán en las cercanas costas africanas. El predominio mSlikí se manifestó en que desde principios del siglo III h. (IX) y a lo largo de él, sólo juristas málikíes ocuparon los cargos de jueces y consejeros en al-Andalus. Sin embargo, la política de apertura mantenida por 'Abd al-Rahman ni permitió que algunos pertenecientes a otras escuelas ostentaran cargos religiosos importantes. Dos de ellos fueron alzados a la máxima magistratura religiosa en Córdoba, es decir, al cargo de Qndr-l- famü'a: el Sáfi'í Aslam b. 'Abd al-'AzIz, que ejerció el cadiazgo dos veces (de 300 a 309/912-921 y de 312 a 314/924-926)'* y el zahirí Mundir b. Sa'ld (de 339 a 355/950-966)". Pero la presión musulmana, pp. 90-93. '^ Acerca de estas obras y sus autores cf. J. López Ortiz, La recepción de la escuela malequí en España (ver íi\dices) y MahmOd MaRki, Ensayo, pp. 135-137. " Al- JuSanl, Kitah al Qudat, pp. 182-184 y 190-191. " Al-JuSanl, op. cit., pp. Í206-207 y al Nubahi, al-Marqaba al- 'ulya, 66-75. 85 de la opinión pública andalusí adicta casi por unanimidad a las doctrinas málikíes, obligaba a estos cadíes —según la puntualiza- ción hecha por al-Nubahl en el caso de Mundir^° —a seguir la escuela de Malik en sus procedimientos judiciales. Esta hegemonía malikí tenía que reflejarse en la labor intelec tual. Y efectivamente se maiüfíesta esta actividad en dos aspectos primordiales. El primero es el interés general por estudio de las obras de Derecho málikí compuestas tanto por orientales y norteafricanos como por los propios andalusíes. Las transmisiones de estas obras llegaban a todos los pvmtos de la Península, incluso a los pueblos más pequeños y el número de estudiantes que afluían a las clases de los maestros málikíes era enorme. Entre las obras que despertaban el mayor interés, citaremos las siguientes: -Al- Muwatta', de Malik, según la recesión de su discípulo cordobés Yahyá b. Yahyá. Sus máximos transmisores durante el siglo III (IX) fueron Muhanunad b. Waddah (m. 287/900) y 'Ubayd AUáh, hijo de Yahyá b. Yahyá (m. 298/910). Fueron muchísimos los discípulos de estos dos maestros que vivieron en la primera mitad del siglo IV (x). Entre ellos, los de más prestigio fueron Qásim b. Asbag, de Baena (m. 340/952), Yahyá b. 'Abd Alláh b. 'Abl 'Isa (m. 364/974) del cual dice Ibn al-Faradl que las clases en que enseñaba al-Muwatta' retmían a más de quinientos alumnos^', y finalmente Wahb b. Masarra, de Guadalajara (m. 346/957)^. A través de estos tres maestros, la obra básica del málikismo se difundió hasta finales del siglo VI (XII) por lo menos, segtin el testimonio de Ibn Jayr de Sevilla^. -Al-Wcídiha de Ibn Hablb, cuyo depositario más autorizado fue Sa'ld b. Fahlün de Elvira (m. 324/935)^*. Al mismo tiempo en ^° AI-Nubáhl, Marqaba, p. 74-75. ^' Ibn al-Faradl, n. 1595; al-Q3dI 'lyad, Tartlb al-rmdarik, II, pp. 412-414. " De estos personajes nos ocuparemos más adelante con más detalle. " Fahrasa, 77-86. '^ Ibn al-Faradl, n. 500 y J. López Ortiz, Recepción, p. 86. 86 que éste la difundía en al-Andalus, otro discípulo de Ibn Hablb, Yüsuf b. Yahyá al-Magaml (m. 288/900), de Magán, pueblo de Toledo, la propagaba por todo el Norte de África y Egipto^'. - Al-Mustajra^a de al-'Utbl, cuyos transmisores principales fueron Muhammad b. 'Umar b. Lubaba (m. 314/926) en cuya autoridad se basó Yahyá b. 'Abd Alláh b. Abl 'ísá^'' (364/974) para divulgarla en gran escala, y Muhammad b. Futays de Elvira (m. 319/931)^. De estos dos maestros, ambos discípxílos directos de al-'Utbl, arrancan las cinco recensiones citadas por Ibn Jayr^. A pesar de las duras críticas de que fue blanco esta obra —Ibn Waddah deda que estaba plagada de errores— la gente de Ifriqiyya (Túnez) la tenía en gran estima y su divulgación allí era enorme^. - Al-Mujtasar (Compendio jurídico) de Málik al-Qatarü, transmiti do por Ibn Lubaba (m. 314/926) y Muhammad b. 'Abd al-Málik b. Ayman (m. 330/942)^. - Las obras del toledano Yahyá b. Muzaj^yín: al-Mustaqsiya, un Comentario (TafsTr) de al-Muwatta' y una relación biográfica (Ri^cll) de los personajes que figuran en la misma obra. Estos libros, muy elogiados por Ibn Hazm^^ fueron enseñados amplia mente por tres juristas de principios del siglo IV (x): Sa'Id b. Jumayr (m. 301/913), Sa'ld b. 'Utmán al-A'naql (m. 305/917) y Muhammad b. Futays (m. 319/931). Estos tres discípulos del autor, junto con algunos otros, fueron los que Ibn Jayr menciona como depositarios de las obras citadas^^. Entre los libros orientales o norteafricanos de málikismo difundidos en España durante el reinado de 'Abd al-RahmSn III, " Ibn al-Faradl, n. 1613 y López Ortiz, op. cit., p. 133. ^ Al-faiwa, n. 5. " Ibn al-Faradl, n. 1203. " fflftrasfl, pp. 241-424. ^' Ibn al-Faradl, n.ll02; Ibn Farhün, Díba^, pp. 238-239. *> Ibn al-Faradl, n. 1091. " Apud Nafh, III, p. 168. '2 Fahrasa, pp. 86-87, 92-93. 87 el más importante es indudablemente al-Mudazvwana al-Kubra del gran alfaquí de Qa5a-awán, Sahnün b. Sa'íd (m. 240/854). El mayor difusor de esta obra durante la segunda mitad del siglo in (IX) fue Muhammad b. Waddáh (m. 287/900). En el siglo IV (x) se encargaron de divulgar esta obra, la n\ás apreciada después de al- Muwatta', varios discípulos de Ibn Waddih, entre los cuales los principales son Muhammad b, Lubaba, Ahmad b. Jálid, «Ibn al- Habbáb», y Wahb b. Masarra^. Entre los componentes de la siguiente generación de transnüsores de al-Mudawwana, el más importante fue 'Abd Alláh b. Muhammad b. San'a de Sevilla, conocido por Ibn al Ba^ (que murió casi centenario en el año 378/988)^. Pero los andalusíes no se limitaron, durante el reinado de 'Abd al Rahman III, a transmitir obras ajenas. También hubo quienes compusieron obras originales. La temática de estas obras era varia, comentarios o compendios de obras anteriores, tratados apologéti cos que defendían al malikismo frente a otras escuelas, colecciones de dictámenes judiciales o formularios notariales. Algimas de ellas eran diccionarios biográficos de generaciones sucesivas de alfaquíes málikíes, pero el material de este último grupo es de carácter más histórico que jurídico. La primera obra de jurisprudencia producida bajo el reinado de 'Abd al-Rahmán III fue al-Muntajab (Lo selecto), escrita por Muhammad b. Yahyá b.'Umar b. Lubába (m. 330/942), sobrino del alfaquí repetidamente citado antes. Ibn Hazm califica este libro de «el más completo en reunir las diversas tendencias de la escuela malikí»^^ Fadl b. Salama de Pechina (m. 319/931), se dedicó, al parecer, a componer compendios de famosas obras málikíes: al-Mudaurwana, ^ Ibn Jayr: Fahrasa, pp. 241-242. ^ Ibn al-Faradl, n. 740; 'lyád, Tartib al-madarik, II, pp. 579-581. ^ Ibn al-Faradl, n. 1229; Humaydl, faiwa, n.l63; 'lyad, Tartib al-madarik, II pp. 398-403; Dtbap, 251-252; Najfh, IIl/pp. 171 y 178. 88
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