Contra Galileos: la crítica neoplatónica de Juliano el apóstata al cristianismo César Guarde Paz Nankai university (China) RESUMEN: El presente artículo explora las relaciones entre la crítica neoplatónica al cristianismo del Emperador Juliano el Apóstata y las de sus predecesores, los Christenhasser Celso y Porfirio. En la primera parte introduciremos las motivaciones que empujaron a Juliano a su apostasía de la fe cris- tiana así como las bases de su paganismo, construido sobre el neoplatonismo y la teúrgia oriental de Jámblico de Calcis. A continuación se sistematizarán los argumentos de su Contra Galileos, enfati- zando los puntos de contacto con la tradición anticristiana precedente y resaltando el uso retórico e instrumental que el autor realiza del judaísmo. PAlAbRAS ClAvE: Juliano el Apóstata, cristianismo, paganismo, neoplatonismo, judaísmo against the Galileans: the neoplatonic critic of Julian the apostate to Christianism AbSTRACT: This article explores the relations between the Neoplatonic criticism of Christian logos in Julian the Apostate and his predecessors, the Christenhasser Celsus and Porphyry. In the first part, we will introduce his motivations for apostasy from the Christian faith, as well as the foundations of his paganism, built on the Neoplatonism and Oriental theurgy of Iamblichus of Calcis. Next, we will endeavor to systematize the key arguments used in his Against the Galileans, emphasizing areas of common ground between it and the previous antichristian tradition, and stressing Julian’s rhetorical and instrumental use of Judaism. KEy wORdS: Julian the Apostate, Christianity, Paganism, Neoplatonism, Judaism «Juliano [...] maravillándose del poder de la cruz se dijo: “¿Huyeron pues los demonios de esta imagen, no soportando verla?”. “No asumas esto, mi buen amigo”, dijo el mago, “pues no la temieron, como vos decís, mas horrorizados ante lo que hicisteis se marcharon”». Teodoreto, Historia Eccleasiastica, III, 3 (p. 124 Gaisford) 1. IntroduccIón en los últimos años ha aumentado considerablemente el número de estudios dedi- cados al análisis contrastativo de materiales documentales desde los que reconstruir las complejas interacciones entre los primeros siglos de la Cristiandad y el caduco pa- ganismo que había caracterizado al ya deteriorado Bajo Imperio romano1. a la ho- 1 Véanse, por ejemplo, AlAn cAmeron: The Last Pagans of Rome, Oxford university Press, Nueva York, 2010; robert Shorrock: The Myth of Paganism: Nonnus, Dionysus and the World of Late Antiquity, Bristol Classical Press, Londres, 2011. sobre el origen del concepto religioso de paganus y su falsa rela- ción con lo “rústico”, cf. cAmeron, pp. 14–20. No será hasta la década de 360 que comenzará a usarse con un sentido equivalente al de gentiles, nationes o ethnici (v. infra el uso que de este último término realiza eusebio para justificar la novedad cristiana), traduciendo en ocasiones Ἕλληνες. No obstante, según testi- monio del Código Teodosiano su uso era todavía vulgar a principios del s. V: «gentiles, quos vulgo paganos appellant» (XVI, 5, 46). © PENSAMIENTO, ISSN 0031-4749 PENSAMIENTO, vol. 70 (2014), núm. 263, pp. 411-430 pen.v70.i263.y2014.009 412 C. Guarde Paz, Contra Galileos: la crítica neoplatónica de Juliano el apóstata al cristianismo ra de sistematizar el estudio de las diferentes figuras que constituyeron la defensa del paganismo frente a la nueva religión, dos son las aproximaciones posibles, a saber: en primer lugar, partiendo de un punto de vista cronológico pueden reconocerse a su vez dos momentos clave en las invectivas anticristianas: en primer lugar, los siglos II y III vieron el nacimiento de la crítica filosófica, ilustrada por las objeciones de Celso y Porfi- rio en sus respectivas obras, el Ἀληθὴς λόγος —escrito en el año 178— y el κατὰ Χριστιανῶν —redactada un siglo después, cerca del año 270—2. La posición del cristianismo en el s. IV, sin embargo, generó un nuevo modelo de invectiva personificado en la figura del emperador Juliano, el apóstata, una crítica que se diferenciará de sus predecesoras en la carencia de originalidad y fuerza discursiva3. si bien esta aproximación nos permite delimitar en el tiempo las reacciones paganas al cristianismo, no precisa demasiado sobre la esencia de las mismas. así, atendiendo a su naturaleza, podemos clasificar a los paganos versados en la antigüedad clásica en tres grupos diferenciados: los que optaron por ignorar el cristianismo en sus obras, co- mo Libanio4; los que intentaron equiparar en valor doctrinal helenismo y cristianismo, como Temistio o símaco5; y finalmente los que reaccionaron subversivamente contra la nueva religión, los Christenhasser: Frontón de Cirta, Luciano de samotracia6, Celso, Porfirio y el emperador Juliano. Mientras el primer grupo se sitúa exclusivamente a finales del s. IV, los Christenhasser se encuadran casi exclusivamente en los ss. II–III, apareciendo repentinamente como respuesta al avance cristiano. el presente estudio tiene como finalidad presentar esta línea de la antigüedad pagana con el que fuera su último gran representante y estratega, Flavio Claudio Juliano, conocido como Juliano el apóstata y autor de una obra titulada κατὰ Γαλιλαίων, en su denominación latina, Contra Galilaeos. 2 Para un estudio de estos textos en castellano véase SAmuel Fernández: «el Discurso verídico de Celso contra los cristianos. Críticas de un pagano del siglo II a la credibilidad del cristianismo», Teología y vida, 45 (2004), pp. 238–257; JordI morIllAS: «La primera crítica filosófica al Cristianismo: Celso y el Alethes Logos», Daimon, 34 (2005), pp. 19–36; «Contra Christianos: la crítica filológica de Porfirio al Cris- tianismo», Daimon, 40 (2007), pp. 145–164. 3 Tal es la división que sigue euStAquIo Sánchez SAlor: Polémica entre cristianos y paganos, akal, Madrid, 1986, pp. 13 ss. 4 sobre este íntimo amigo del emperador Juliano véase PAul PetIt: Libanius et la vie municipale à Antioche au IVe siècle après J.-C., Institut français d’archéologie de Beyrouth, París, 1955; VASIlIkI lImbe- rIS: «“religion” as the Cipher for Identity: The Cases of emperor Julian, Libanius, and Gregory Nazian- zus», The Harvard Theological Review, 93/4 (2000), pp. 373–400, especialmente pp. 386 ss.; emIly WIlSon: Muerte de Sócrates. Héroe, villano, charlatán, santo, Biblioteca Buridán, Barcelona, 2007, pp. 124 ss. 5 Véase GlAnVIlle doWney: «Themistius and the defense of Hellenism in the Fourth Century», The Harvard Theological Review, 50/4 (1957), pp. 259–274; dWIGht nelSon robInSon: «an analysis of the Pagan revival of the Late Fourth Century, with especial reference to symmachus», Transactions and Procee- dings of the American Philological Association, 46 (1915), pp. 87–101; FrAncISco JoSé tAlAVerA eSteSo: «el libro primero del “Contra símaco” de Prudencio: Introducción y traducción española», Analecta malaci- tana, 5/1 (1982), pp. 129–161; JoSé luIS moreno mArtínez: «aurelio Prudencio y el debate sobre el altar de la Victoria», Kalakorikos, 7 (2002), pp. 79–102. 6 el mayor estudio sobre Frontón sigue siendo el de edWArd chAmPlIn: An Historical Study of Fronto of Cirta, Tesis doctoral, university of Oxford, 1976. según mInucIo FélIx (Octav. 9 y 31) compuso una oratio contra los cristianos. sobre el contenido de este texto, véase heInrIch GottlIeb tzSchIrner: Opus- cula Academica, Leipzig, 1829, p. 294. Cf. m. dorothy brock: Studies in Fronto and his Age, Cambridge university Press, Cambridge, 1911, pp. 93 ss. sobre los textos satíricos de Luciano ténganse en cuenta los siguientes estudios: AdAm Storey FArrAr: A Critical History of Free Thought in reference to the Christian Religion, Londres, 1862, pp. 49 ss.; erIc FrAncIS oSborn, Justyn Martyr, J.c.b. mohr, Tubinga, 1973, pp. 36 ss.; robert e. VAn VoorSt: Jesus Outside the New Testament: An Introduction to the Ancient Evidence, Wm. B. eerdmans, Cambridge, 2000, pp. 58 ss. PENSAMIENTO, vol. 70 (2014), núm. 263 pp. 411-430 C. Guarde Paz, Contra Galileos: la crítica neoplatónica de Juliano el apóstata al cristianismo 413 2. contexto hIStórIco y doctrInAl Hasta el s. III, momento en el que Porfirio escribe su tratado filológico contra el cristianismo, el movimiento galileo no había progresado lo suficiente como para alcanzar las capas más altas de la clase aristocrática, limitándose como secta mino- ritaria a extender su influencia, únicamente, sobre los estamentos medios y bajos del Imperio. La aristocracia continuaba poco impresionada7. esta situación cambiará con el emperador Constantino I, con quien el cristianismo se convierte en religión oficial para convivir más o menos pacíficamente con las creencias clásicas, no cristianas, hasta la toma de decisión por parte de Constancio de prohibir los sacrificios paganos en el año 3418. a pesar de este ambiente de supuesto pacifismo y a expensas de los conflictos entre cristianos y paganos9, la escuela neoplatónica —a la que pertenecieron tanto Porfirio como Juliano— fue desde Plotino fundamentalmente anticristiana10 y no dejó de sos- pechar en ningún momento del modus vivendi cristiano: las críticas de Celso y Porfirio seguían, pues, plenamente vivas en el s. IV, pues no habían surgido esporádicamente sino de una raíz común incontenible, de una voluntad plenamente helena. sin embargo, si la crítica celsiana era fundamentalmente griega antes que platónica y la de Porfirio filológica en esencia, el neoplatonismo desde el que Juliano combatirá la doctrina de los Galileos estará fuertemente impregnado por un orientalismo cuyo germen princi- pal será Jámblico11, fundador del neoplatonismo sirio y discípulo de Porfirio. Con una Grecia empobrecida y agotada los pueblos de egipto y asia Menor recogen sus frutos intelectuales, disfrutando de la paz del Imperio: mientras las tradiciones de los pueblos 7 A. h. m. JoneS: «The social Background of the struggle between Paganism and Christianity», en A. momIGlIAno (ed.): The Conflict between Paganism and Christianity in the Fourth Century, Clarendon Press, Oxford 1963, pp. 17–37, p. 37. sobre la situación del debate entre cristianos y paganos en el s. III, cf. JAcob burckhArdt: Del Paganismo al Cristianismo. La Época de Constantino el Grande, tr. euGenIo ImAz, FCM, México, 1982, secciones I, V y VI; rAmSAy mAcmullen: Christianizing the Roman Empire, A.D. 100–400, Yale university Press, Londres, 1984, pp. 17–42; JohAnneS GeFFcken: The Last Days of Greco–Roman Pa- ganism, tr. SAbIne mAccormAck, North–Holland, amsterdam, 1978 (edición revisada y actualizada), pp. 26–74. 8 P. de lAbrIolle: La Réaction Païenne. Étude sur la Polémique Antichrétienne du Ier au VIe siècle, L’artisan du Livre, París, 1948, pp. 335–368. el edicto de Milán, en el año 313, estableció la libertad reli- giosa en el Imperio con anterioridad al carácter oficial del cristianismo en el mismo. 9 Ya desde el s. I a. C. los Galileos judíos participaron activamente en revueltas antiromanas. Véase FrAncIS loFtuS: «The anti–roman revolts of the Jews and the Galileans», The Jewish Quarterly Review, 68/2 (1977), pp. 78–98. Muchas de las antiguas acusaciones contra los judíos se repetirán igualmente en los Christenhasser, desde Celso a Juliano. así, apolonio Molón (ap. Josefo, Contra Ap., 2.145 y 148) y Lisímaco (fr. 3) acusaron a Moisés de γόητα καὶ ἀπατεῶνα (“mago e impostor”) y a los judíos de ἀφυεστάτους (“sin talento”); diodoro sículo (34.1.3-4) califica sus prácticas de μισάνθρωπα καὶ παράνομα (“misantrópicas e ilegales”), cuando no de μισόξενα (“xenófobas”). sobre estos y otros ataques, cf. John GrAnGer cook: The Interpretation of the Old Testament in Greco–Roman Paganism, Mohr siebeck, Tubinga, 2004, pp. 12–29. 10 salvo excepciones, pues no todos los neoplatónicos fueron enemigos incondicionales del cristia- nismo. así alejandro de Licópolis, sobre el cuál véase otto bArdenheWer: Patrologie, Herder, Frisburgo de Brisgovia, 1894, p. 234; Geffcken, p. 74. Cf. Anthony meredIth: «Porphyry and Julian against the Chris- tians», Aufstieg und Niedergang der römischen Welt, II/23, 1 (1980), pp. 1119–1149, p. 1120; h. lAnGerbeck: «The Philosophy of ammonius saccas», The Journal of Hellenic Studies, vol. 77, parte 1 (1957), pp. 67–74, p. 74. 11 Muestra admiración en su Contra Galileos (229 e). Las fuentes sobre su pensamiento han sido es- tudiadas en J. bouFFArtIGue: L’empereur Julien et la culture de son temps, Institut d’études augustiniennes, París, 1992, pp. 379–385. Cf. para una bibliografía al respecto John F. FInAmore: Iamblichus and the Theory of the Vehicle of the Soul, Tesis doctoral, scholars Press, California, 1985, p. 159, nota 29. PENSAMIENTO, vol. 70 (2014), núm. 263 pp. 411-430 414 C. Guarde Paz, Contra Galileos: la crítica neoplatónica de Juliano el apóstata al cristianismo europeos sucumben rápidamente a la cultura latina, asia y egipto no sólo se resisten, sino que exportan sus nuevas creencias a un Occidente admirado12. es aquí en donde brota el pensamiento de Juliano, bebiendo directamente de este ambiente intelectual en el que las nuevas ideas de Oriente enriquecen para unos y empobrecen para otros el paganismo heleno. 3. Juliano y su κατὰ Γαλιλαίων 3.1. Biografía Juliano nace en el año 331 en Constantinopla, hijo único de Julio Constancio con Basilina, mujer educada y devota cristiana, fallecida cuando Juliano sólo contaba con unos pocos meses de vida13. dos hechos influyeron notablemente en su desarrollo filosó- fico y posterior reinado: el asesinato de la práctica totalidad de su familia más cercana a manos de su primo, Constancio II, así como la educación pagana que, en combinación con sus estudios cristianos, recibió en los primeros años de su vida. en lo que a su formación respecta, el joven Juliano fue enviado a estudiar litera- tura y filosofía griegas a Nicomedia, prosiguiendo su búsqueda intelectual en atenas y algunas ciudades de asia Menor, en donde su amor por la cultura helena y sus grandes maestros, unido al asesinato de su familia, sembrarían en el joven Juliano la semilla de la apostasía14. en Nicomedia estudió con eusebio y con el eunuco Mardo- nio, maestro de su madre Basilina, mientras en Constantinopla recibió instrucción del sofista Hecébolo. edesio y Crisantio, discípulos de Jámblico en Pérgamo, junto al teúrgo Máximo de éfeso completarían su educación pagana tres años después de su definitiva renuncia a la oscuridad cristiana y su conversión a los ideales paganos15. este hecho, que tuvo lugar en Nicomedia en el año 351, no sólo redirigiría toda 12 el filólogo belga FrAnz cumont, autoridad en lo que a religiones mistéricas se refiere, culpa de ello a la superioridad del pensamiento asiático, por ejemplo en Las Religiones Orientales y el Paganismo Roma- no. Conferencias pronunciadas en el Collège de France en 1905, trad. de JoSé cArloS bermeJo bArrerA, akal, Madrid 1987, especialmente en pp. 172–173. Cf. WAlter burkert: The Orientalizing Revolution: Near East Influence on Greek Culture in the Early Archaic Age, trad. al inglés del propio autor, Harvard university Press, Londres 19973, quien sostiene que este fenómeno ya provocó, un milenio atrás, el «griechisches Wunder». 13 Para una biografía completa de Juliano remitimos a las introducciones a su obra en, por ejemplo, The Works of the Emperor Julian, ed. de W.c. WrIGht, Loeb, Londres 1962–1969, 3 vv., vol. 3, pp. VII ss. y, en castellano, el primer volumen de sus Discursos, publicado en Gredos, Madrid, 1982, con traducción de José García Blanco, pp. 7–54. el lector interesado puede recurrir a la amplia bibliografía contenida en ésta última y en la obra de klAuS roSen: Julian: Kaiser, Gott und Christenhasser, Klett–Cotta, stuttgart, 2006, en donde se incluyen, entre otros, los siguientes estudios biográficos: J. bIdez: La vie de l’empereur Julien, Les Belles Lettres, París, 1930; r. broWnInG: The Emperor Julian, Weidenfeld and Nicolson, Lon- dres, 1975; G. W. boWerSock: Julian the Apostate, Harvard university Press, Cambridge, 1978; PolymnIA AthAnASSIAdI-FoWden: Julian and Hellenism: An Intellectual Biography, routledge, Londres 1992. 14 k. F. Stroheker: «das Konstantinische Jahrhundert im Lichte der Neuerscheinungen 1940–1951», Saeculum, 3 (1952), pp. 654–680, p. 676; F. dVornIk: «The emperor Julian’s ‘reactionary’ Ideas on Kings- hip», en k. WeItzmAnn (ed.): Late Classical and Mediaeval Studies in Honor of Albert Mathias Friend Jr., Princenton university Press, Princenton, 1955, pp. 71–81. 15 sobre la educación que recibió Juliano véase, en la edición de Gredos, pp. 19–25; J.W. donAldSon: A History of Literature of Ancient Greece, 2 vv., Parker & son, Londres 1858, vol. 2, p. 304, nota 2. según testimonio de eunapio (Vidas, p. 437, ed. Wright) se habría iniciado también en los misterios eleusinos en su estancia en atenas. PENSAMIENTO, vol. 70 (2014), núm. 263 pp. 411-430 C. Guarde Paz, Contra Galileos: la crítica neoplatónica de Juliano el apóstata al cristianismo 415 su carrera política en dirección contraria a los Constantinos, sino que marcaría, adicionalmente, una ruptura vital con su familia —a la que veía como hipócritas y traidores— y sus primeros educadores, que a pesar de ser cristianos llevaban una vida tan poco digna y divina como la de los asesinos de su familia16. el paganismo, y en concreto su interpretación neoplatónica a través de la teúrgia consolidada por Jámblico, serán la respuesta de Juliano al cristianismo17, una respuesta que nace en el emperador como responsabilidad vital a la asimilación anímica que del platonis- mo realizó el cristianismo alejandrino. Con la ocasional muerte de Constancio II en Mopsucrene, cerca de Tarso, el apoyo de las tropas permite a Juliano ascender pacíficamente al poder en diciembre de 361, reemplazando rápidamente eunucos y cortesanos por sofistas y filósofos en un claro intento representacional de la República platónica18. Junto a estas reformas estatales, Juliano modificará la legislación relativa a las prácticas religiosas, reconstruyendo tem- plos paganos, estableciendo la libertad de culto en el Imperio y reduciendo cada vez más los privilegios que su familia había otorgado a los cristianos19. Todo este programa legislativo estaba encauzado hacia un propósito que Juliano te- nía muy claro: la eliminación del cristianismo del marco estatal y la restauración de los privilegios de los paganos, unida a una libertad de culto tras la cual se vislumbraba no sólo su temprano amor por la cultura helena, sino también su resentimiento hacia una doctrina sin ley ni instrucción (paideia), tal y como había sido proclamado previamente por los acusadores Celso y Porfirio. 3.2. Doctrina y contenido textual dividiremos nuestro análisis del corpus doctrinal de Juliano en dos apartados: en esta primera parte analizaremos brevemente los pormenores doctrinales que anticipan el ataque del apóstata a la religión cristiana como sistema nuevo, contrario incluso a los propios judíos, puestos ya en contraposición con los paganos por el pensamiento heleno precedente20. desde este punto de vista, resulta incluso más sugerente aproxi- marse al modo en que se entrelazan, por un lado, la necesidad de una reforma política 16 Íbid., pp. 304–305. 17 acerca de la conversión de Juliano véanse los testimonios de AmIAno mArcelIno, XXII, 5, 1; Li- banio, I, p. 258 (reiske); del mismo Juliano en su Epístola XLVII, 434 d; su hagiografía mitraica Contra el cínico Heraclio, 227 c–234 c y su Oración IV a Helios, 131 a, en donde se expresa con estas palabras: «Olvidemos aquellas tinieblas» (de la trad. de J.G. Blanco, Discursos, vol. II, ed.cit.). Cf. sócrates, H.E., III, 3 (p. 124, Gaisford) y Juliano, Or. IV, 146 a y 157 b, para la influencia de la teúrgia de Jámblico. en castellano puede consultarse m. J. hIdAlGo de lA VeGA: «Teología política de Juliano como expresión de la controversia paganismo–cristianismo en el siglo IV», en VV. aa.: Cristianismo y aculturación en tiempos del Imperio Romano, Monografías históricas sobre la antigüedad tardía, vol. 7, universidad de Murcia, Murcia, 1990, pp. 179–195, pp. 181 ss. 18 una interesante profundización en los conflictos cristianos que siguieron al ascenso al poder de Juliano puede consultarse en JoSePh torrey: General History of the Christian Religion and Church, trad. a. Neander, Crocker & Brewster, Boston, 1854, 3 vv., vol. 2, pp. 35–66. 19 «He now regarded himself as conducting a war in the name of Hellenism», en palabras de Wright, en Wright, III, p. xVI. La intolerancia de Juliano hacia el cristianismo fue en aumento, prohibiendo el estudio de los clásicos paganos entre las familias cristianas e intentando restaurar el Templo de Jerusalén para promover las prácticas judías frente a las cristianas. Véanse sócrates, H.E., III, 15; 21; sozómenes, H.E., 17 ss.. Cf. Juliano, Ep. Frag., 295 c; Ep. XLI, 398 a, etc., sozóm., H.E., V, 22. 20 Por ejemplo en Celso, V, 6, así como Granger, pp. 12–29, en nota 9. Para una introducción com- pleta al pensamiento religioso y filosófico de Juliano, véase roWlAnd SmIth: Julian’s Gods. Religion and Philosophy in the thought and action of Julian the Apostate, routledge, Nueva York, 1995. PENSAMIENTO, vol. 70 (2014), núm. 263 pp. 411-430 416 C. Guarde Paz, Contra Galileos: la crítica neoplatónica de Juliano el apóstata al cristianismo que restaurase la soberanía clásica del filósofo–rey y, por otro, la necesidad de defender al paganismo del acomodacionismo cristiano que amenazaba con asimilarlo. es en este sentido que puede decirse que Juliano no sólo era perfectamente consciente de su papel reformador, sino que, como veremos en el apartado siguiente, sus alusiones al pueblo judío, en modo alguno exiguas, serán el arma arrojadiza con la que el apóstata se entre- gará al asalto crítico de la secta de los Galileos. el punto central de su programa político se enuncia en un pasaje de su Himno al Rey Helios, dedicado a salustio y escrito durante las horas robadas a tres frías noches de diciembre. aquí Juliano se identifica a sí mismo con el filósofo–rey platónico, en cla- ra alusión a un pasaje del final de la República21: habiendo sido su alma sembrada por Helios en una familia poderosa, cae sobre él la tarea de restaurar la hegemonía greco– latina del Imperio22. Helios no es sólo «ἁπάντων ἀνθρώπων [...] τοῦτον κοινὸν πατέρα» (131 c)23, sino también protector de roma y del modo de vida transmitido por los antiguos (153 a, 157 b). a su vez, de la misma forma que Helios gobierna el «πάγκαλος κόσμος» y se identifica con el Bien platónico, Juliano, cuya alma ha encarnado Helios en su cuerpo de emperador, debe representar ese mismo Bien en la Tierra y traer la luz a todos los hombres, según su especie24. este programa político no puede prescindir, pues, de un constructo teológico de raíces paganas que, para el apóstata, se identifica con el neoplatonismo y con la teúrgia de Jámblico, con la que pretendía iluminar el conocimiento de los antiguos dioses25: una cosmovisión que se enorgullece en refutar una moral que al heleno le resulta an- titética, de la que difiere toto caelo de la magnificencia pagana, del riguroso instinto anímicamente superior y sublime que caracterizaba, según Juliano, a todos los pueblos de la antigüedad y al heleno por encima de todos. en un imperio carente de cohesión metafísica en el que la distancia entre la fe popular —por ejemplo, cultos a las piedras ungidas— y las mentes cultas era cada vez mayor26, el pensamiento de Juliano debe ser entendido, en palabras de anthony Meredith, como un «alegato por la integridad de la cultura clásica» y como un ataque al pretendido matrimonio alejandrino entre platonismo y cristianismo, del que la cultura y filosofía helenas debían separarse para 21 Juliano, Discurso al Rey Helios, 131 b; Platón, República, X, 620 d. 22 Huelga decir que Juliano comprendía la civilización latina como una extensión del mundo grie- go, tal y como reconoce en el mismo discurso, 152d: οὗτος (el dios apolo) ἡμέρωσε μὲν διὰ τῶν Ἑλληνικῶν ἀποικιῶν τὰ πλεῖστα τῆς οἰκουμένης, παρεσκεύασε δὲ ῥᾷον ὑπακοῦσαι Ῥωμαίοις ἔχουσι καὶ αὐτοῖς οὐ γένος μόνον Ἑλληνικόν. 23 sobre este principio descansan sus ideas de caridad y filantropía, practicadas también por los cristianos, mas no en virtud de la humanidad común a todos sino, según Juliano, hipócritamente con la secreta intención de aumentar sus filas conduciendo a sus creyentes al ateísmo. Cf. Ep. Fr., 289 a–291 a; Ep. XXII, 130 d. 24 Juliano cita Platón, Rep., VI, 506 d; 508 c; Ep. II, 312 e, además de un pasaje de las Enéadas de Plotino, V, 3, 13. La imagen resultante es poderosamente evocadora de la alegoría de la Caverna y de la encarnación de dios en Cristo. 25 sobre la teología de Juliano en relación al Himno o Discurso al Rey Helios, véase John m. dIllon: «The Theology of Julian’s Hymn to King Helios», Ítaca. Quaderns Catalans de Cultura Clàssica, 14–15 (1998–1999), pp. 103–115; emmA c. clArke, John m. dIllon y JAckSon P. herShbell: Iamblichus. On the Mysteries, society of Biblical Literature, atlanta, 2003, p. xxvii. (traducción ampliamente revisada de la edición francesa de Les Belles Lettres de édouard des Places, publicada en 1966). Las fuentes mitraicas del Himno fueron ya discutidas por roGer beck: «Mithraism since Franz Cumont», en hIldeGArd temPo- rInI y WolFGAnG hAASe: Aufstieg und Niedergang der römischen Welt, de Gruyter, Berlín, 1984, II.17.4, pp. 2002–2115, p. 2053. 26 cumont, p. 172. PENSAMIENTO, vol. 70 (2014), núm. 263 pp. 411-430 C. Guarde Paz, Contra Galileos: la crítica neoplatónica de Juliano el apóstata al cristianismo 417 evitar la influencia enfermiza y envenenadora de una moral y una doctrina contrarias a la antigüedad, al Mundo y a lo que éste guardaba de noble27. Conforme a esta breve exposición, cabría imaginar que Juliano desarrollaría un sis- tema paralelo en complejidad al de su alabado Jámblico. No obstante, el apóstata no aspira a la originalidad ni es su intención presentar un sistema complejo o innovador. al contrario, Juliano es ante todo un transmisor y restaurador de la tradición pagana que tiene como referentes a Plotino y, en especial, al neoplatónico y discípulo de Porfirio, el ya mencionado Jámblico de Calcis. a ellos sigue en lo que a su idea de un principio supremo se refiere, al que denomina de diferentes formas —«ἔν», «τἀγαθόν»— y el cual identifica, como ya se ha visto, con Helios, la divinidad que originalmente preside sobre el mundo inteligible y sobre sus «νοητοὶ θεοί» o «dioses inteligibles», a los que el funda- dor del neoplatonismo sirio ha incorporado los «νοεροὶ θεοί» o «dioses intelectuales» del mundo intermedio. de esta forma el pensamiento de Jámblico queda reducido, a través de Juliano, a un sistema tripartito en el que coexisten tres mundos regidos por tres soles: Helios primero, su correspondiente transcendental entre los inteligibles y, finalmente, su manifestación visible, el sol. de estas tres realidades la más importante es la inter- media, por ejercer de mediador («μεσότης») entre las dos realidades platónicas, un papel que corresponderá a Mitra28. Cabe resaltar, ante todo, que tanto el mito de Helios como el de la Madre de los dioses, explicados racionalmente en sus correspondientes oraciones, responden a una interpretación metafórica del mito que el neoplatonismo, frente al judeo–cristianismo, reclama: el mito como historia alegórica tras la que se esconde una enseñanza o una idea sincrética iniciática29, una idea que, aún siendo característica del neoplatonismo si- rio y reflejo de la racionalización estoica, encontramos ya en Platón y su interpretación del Mito de Faetón, precisamente hijo de Helios (Tim., 22 c–d), historia a la que Juliano alude en su Oración III (208 b). Las similitudes entre las enseñanzas neoplatónicas impregnadas de orientalismo y mitraísmo30, por un lado, y los fundamentos de la fe cristiana, por otro, hicieron pensar tempranamente en una rivalidad basada en el plagio doctrinal de los paganos, acusados de satanismo por los Padres de la Iglesia31. Pese a las semejanzas superficiales y la in- 27 meredIth, p. 1138. Cf. Contra Galileos, 229 c; Porfirio, fr. 39. Cf. e. VAcherot: Histoire Crítique de l’École d’Alexandrie , ed. de adolf M. Hakkert, amsterdam, 1965, 3 vv., vol. 2, pp. 120 ss.. 28 La idea podría ser de origen persa. Véase, además de Wright, I, pp. 349–350 (Oración IV, 133 d), los citados estudios sobre mitraísmo y teología juliana. Cf. Plutarco, Isis y Osiris, 46. a. Naville ha señala- do, no sin razón, la semejanza entre esta idea y el logos cristiano, en el que Cristo es a la vez manifestación del Padre y mediador entre ambos mundos, en Julien l’Apostat. Philosophie du Polithéisme, L’erma di Bretschneider, roma 1972, p. 104. 29 sobre su función didáctica, véase Or. VII, 207 a ss., 219 b, 222 c. Cf. salustio, Sobre los Dioses y el Mundo, III-IV. sobre su significado iniciático, Or. V, 169–170; Or. VII, 206 c; Césares, 306; Contra Galileos, 94 a. 30 Wright, I, p. 348. Cf. hAnS lAWy: Chaldean Oracles and Theurgy, ed. de M. Tardieu, études augus- tiniannes, París 1978, pp. xIII y 461 ss. 31 Por ejemplo, JuStIno mártIr, Apología, I, 66; Dial. Typho, 70; Tertuliano, Praes., 40; etc. sobre esta idea en la patrística véase cArSten colPe: «die Mithramysterien und die Kirchenväter», en W. den boer et al. (ed.): Romanitas et Christianitas: Studia J. H. Waszink, North–Holland, amsterdam, 1973, pp. 29–43. Cf. J.e. renAn: History of the Origin of Christianity, Mathieson, Londres, 1890, 8 vv., vol. 7, p. 331; A. PIGAnIol: L’Empire Chrétien, PuF, La Broché 1973, p. 131. La acusación y relación entre satanismo y paganismo también la recogerá Focio en su Biblioteca, 483b15–484b14, sobre la cual véase el estudio de este pasaje en SAbIno PereA yébeneS: «un trasfondo mithraico en los conflictos religiosos en alejandría en tiempos del emperador Juliano según la Vida de Atanasio en la Biblioteca de Focio», Studia historica. Historia antigua, 24 (2006), pp. 83–107. PENSAMIENTO, vol. 70 (2014), núm. 263 pp. 411-430 418 C. Guarde Paz, Contra Galileos: la crítica neoplatónica de Juliano el apóstata al cristianismo negable vinculación entre algunos aspectos de ambos movimientos, no debe olvidarse, como ha señalado Luther H. Martin, que “la diferencia entre la Cristiandad y el mitraís- mo parece estar rodeada por la comprensión de la Cristiandad sobre el orden histórico de las cosas como una alternativa al entendimiento cósmico del paganismo”, antes que una rivalidad específica entre ambas teologías32. 3.3. Κατὰ Γαλιλαίων Juliano, en una epístola dirigida a Fotino, obispo de sirmio, conservada en el Pro defensione trium Capitulorum de Facundo de Hermíone (IV, 2, Migne PL, 67, p. 621) y escrita en algún momento de su estancia en antioquia, entre julio de 362 y marzo del año siguiente33, anuncia ya la redacción de una obra dirigida contra una «religionis agrestis», en la que pretende demostrar, en «larga y dura polémica»34, que en el antiguo Testamento no existe idea alguna que lleve al cristianismo, «pura irrisión y garrulería», por lo cual éste no tiene derecho a considerarse heredero legítimo del judaísmo. La fe- cha y el lugar de redacción quedan confirmados, a su vez, por el epitafio a Juliano escri- to por su amigo Libanio (Or. XVIII) en el año 36535, mientras acompañaba al emperador en su campaña de restauración del paganismo en la ciudad de antioquía, momento en el cual escribirá también otras importante polémicas, como su Misopogon, fechada a principios de 36336. el nombre de la obra, κατὰ Γαλιλαίων, erróneamente transliterado por Neumann en su edición de 1880 como κατὰ Χριστιανῶν —título de la obra de Porfirio—37, podría hacer referencia, ora al carácter local de esta creencia, inspirado en los mismos evangelios y en los Hechos de los apóstoles38 y ya utilizado poco antes por epícteto en su Dissertatio- nes ab Arriano digesta (IV, 7, 6)39, ora al carácter tradicionalmente rebelde y disidente de este grupo de judíos40. Lo cierto es que esta denominación forma parte de la estrategia juliana de instrumentalización del judaísmo como arma retórica con la que enfrentarse a los cristianos. Pocos años antes el mismísimo eusebio de Cesarea había respondido a Porfirio y su tratado difamador recuperando el concepto de τρίτον γένος o «tres razas», 32 luther h. mArtIn: «roman Mithraism and Christianity», Numen, 36/1 (1989), pp. 2–15, p. 11. 33 sobre la fecha de composición véase Wright, III, p. 186–187, n. 4 y p. 314. La epístola está nume- rada como LV en la edición inglesa de Loeb, y como 90 en las ediciones española y francesa de Gredos y Les Belles Lettres. 34 Libanio, Or. XVIII, 178. Citamos de la traducción contenida en la introducción a la edición de Gredos de Contra Galileos, p. 9. 35 sobre la fecha de la oración de Juliano, véase la edición definitiva de r. FoerSter (ed.): Libanii Opera, Teubner, Leipzig 1904, vol. 2, pp. 224, «non ita multo ante finem anni 365 orationem conscriptam esse coniecerim». 36 Misopogon, 344 a. Libanio (18.178) se refiere a «καλῶν ἑτέρων λόγων», entre los que se incluiría, también el Himno al Rey Helios y los Césares, compuestos en diciembre. 37 el error de Neumann no se debe, como pretende Wright en su edición inglesa (III, p. 313, n. 1), a la ignorancia del texto de GreGorIo nAcIAnceno, sino al nombre que en las fuentes se da a la invectiva de Teodoro de Mopsuesta contra la obra de Juliano, Adversus Iuliani apostatae calumnias in Christianos y πρὸς τὰς κατὰ Χριστιανῶν κατηγορίας Ἰουλιάνου, tal como explica en su erudita disertación inaugural en la universidad de Leipzig, en k. J. neumAnn: Prolegomena in Iuliani imperatoris libros quibus impugnavit Christianos, Teubner, Leipzig 1880, pp. 23–24. 38 Por ejemplo, Hechos, 2:7. Tanto GreGorIo nAcIAnceno (Or. III, lxxVI, 114 p. 602 Migne) como só- crates (H.E., III, 12) nos informan de su hábito de denominar Galileos a los cristianos. 39 SteFAnIA ScIcolone: «Le accezioni dell’appellativo Galilei in Giuliano», Aevum, 56 (1982), pp. 71–80. 40 Loftus, pp. 87 ss. PENSAMIENTO, vol. 70 (2014), núm. 263 pp. 411-430 C. Guarde Paz, Contra Galileos: la crítica neoplatónica de Juliano el apóstata al cristianismo 419 según el cual existían tres pueblos: los helenos, los judíos y los cristianos41. de esta for- ma los Padres de la Iglesia intentaban justificar el carácter neófito de que era acusado el Cristianismo (νέον ... ἔθνος), autodenominándose «raza elegida» (γένος ἐκλεκτόν) o «varie- dad intermedia» que se había liberado del error de sus padres42. Los cristianos no eran sólo el nuevo pueblo elegido, sino que ya desde san Justino Mártir y la famosa Apología de arístides constituían una «raza» diferenciada de los judíos43. de esta forma, con su negación del tercer genus, Juliano no sólo se enfrentará a la apologética cristiana44, sino que, acusando a los Galileos de ser una simple secta de los judíos, ratificará que las in- vectivas de sus predecesores no han sido todavía superadas. retornando al destino del texto, ampliamente estudiado por Neumann en su ya ci- tada edición45, y al igual que sucediera con Celso y Porfirio, la obra de Juliano contra la secta de los Galileos también se ha perdido y su conservación, fragmentaria, se ha debido una vez más a una de las invectivas de los apologetas cristianos, el Pro Christia- na Religione adversus Julianum imperatorem de Cirilo de alejandría. escrito en algún momento entre los años 429 y 441, es a partir de este texto que Karl J. Neumann re- construyó su edición de 1880, basándose en la edición de Cirilo realizada por ezechiel spanheim (1696), de la que extrajo los fragmentos de Juliano citados por el Patriarca 41 Ya en los Discursos de Pedro (ap. Clemente, Strom., VI, 5, 41), datados en la primera mitad del s. II, así como en la Epístola a Diogneto, 5, 17 (finales del s. II) y el Pseudo Bernabé (5, 7; 7,5) se encuentra in nuce esta idea. Cf. para su desarrollo eusebio, H.E., I, 4, 2; P.E., I, 2, 1 (en donde los cristianos son denominados «variedad intermedia»); 2, 3–4; 5, 12; D.E., I, 2; Tertuliano, Ad Nationes, 1,8. La bibliografía al respecto es abundante, comenzando con el imprescindible estudio de AdolF Von hArnAck: Die Mission und Ausbreitung des Christentums in den ersten drei Jahrhunderten, Hinrichs, Leipzig, 1902, 19244, 2 vv., vol. 1, pp. 259–281; domInGo rAmoS–lISSón: «La novità cristiana negli apologisti del II secolo», Stu- di e Ricerche sull’Oriente Cristiano, 15 (1992), pp. 15–24; Aryeh koFSky: «eusebius of Caesarea and the Christian–Jewish Polemic», en orA lImor y Guy G. StroumSA (eds.): Contra Iudaeos: Ancient and Medieval Polemics between Christians and Jews, J.C.B. Mohr, Tubinga, 1996, pp. 59–83 (=Id.: Eusebius of Caesarea against Paganism, Koninklijke Brill, Leiden, 2000, pp. 100 ss.); eduArd IrIcInSchI: «Good Hebrew, bAd hebreW: Christians as Triton Genos in eusebius’ apologetic Writings», en sabrina Inowlocki y Claudio zamagni, Reconsidering Eusebius. Collected Papers on Literary, Historical, and Theological Issues, Brill, Leiden, 2011, pp. 69–86. 42 respectivamente, eusebio, H.E., 1, 4, 2; I Pe 2, 9–10; eus., P.E., 1, 5, 12. en este último pasaje se diferencia explícitamente a los cristianos de los judíos y de los helenos con una clara alusión a Celso, al afirmar que los primeros tenían una καινὴ καὶ ἀληθὴς θεοσοφία. 43 Just., Dial., 119, 3–6; arístides, Apol., 2. el texto griego de éste último establece tres divisiones: paganos, judíos y cristianos, mientras la versión armenia y siríaca diferencia entre bárbaros y helenos, estableciendo, pues, cuatro geni. sobre la superioridad de la versión siríaca véase J. r. hArrIS (ed.): The Apology of Aristides on behalf of the Christians, Cambridge university Press, 1891 (reed. Gorgias Press, 2011), pp. 67 ss. remitimos a esta edición para una relación entre este texto y Celso, los Discursos de Pedro o eusebio de Cesarea. 44 su conocimiento de la obra de eusebio de Cesarea contra Porfirio parece evidente a la luz de éste y otros motivos. Juliano habría leído su crítica al neoplatónico gracias a la biblioteca de Jorge de Capa- docia, que habría consultado durante su exilio en la ciudad (342–348). Jorge de Capadocia fue asesinado durante las revueltas paganas del 24 de diciembre de 361 (sócrates, H.E., III, 2, 10; sozómenes, H.E., V, 7, 2–4; epifanio, Panarion, 76, 1; etc.) y su biblioteca saqueada, por lo que poco después de llegar a antioquía Juliano redactó dos epístolas, una a Porfirio (Ep. CVI, 411 c–d; Ep. 38 en la edición de Wright) y otra al prefecto egipcio ecdicio (Ep. CVII, 377 d, 378 a–b; Ep. 23 Wright), pidiendo la recuperación de los textos filosóficos y galileanos, probablemente con la intención de documentarse para la realización de su Contra Galileos (Bidez, 1930, p. 25). Porfirio habría sido, según Wright (III, p. 74, n. 1), secretario de Jorge de Capadocia, aunque esta asunción se basa probablemente en el título de su carta contenido en el manuscrito copiado por Giovanni Lascaris Parisinus 2131, Ἰουλιανὸς αὐτοκράτωρ Γεωργίῳ Πορφυρίῳ (Γεωργίῳ del. F. c. G. hertleIn: Juliani Imperatoris quæ supersunt..., Teubner, Leipzig, 1875–1876, 2 vv.). 45 neumAnn, op. cit., capítulo primero. PENSAMIENTO, vol. 70 (2014), núm. 263 pp. 411-430 420 C. Guarde Paz, Contra Galileos: la crítica neoplatónica de Juliano el apóstata al cristianismo alejandrino y añadió los comentarios de éste a pie de página46. al igual que el texto original de Juliano, la réplica al mismo de Cirilo de alejandría no se ha conservado íntegramente y de ella sólo nos han llegado los diez primeros libros, correspondientes a los ataques al libro primero del κατὰ Γαλιλαίων de Juliano, junto a fragmentos de los diez siguientes volúmenes en florilegia y catenae, correspondientes al segundo libro de Juliano47. en base a esto, Neumann dedujo, no sin razón, que la obra de Cirilo constaba originalmente de 30 libros, diez por cada uno de los del tratado de Juliano48, una hipó- tesis rechazada sin embargo por los editores modernos que argumentan que, tal vez, el apóstata nunca terminara su obra y, por tanto, Cirilo habría escrito únicamente los veinte libros de los cuales tenemos constancia49. sin embargo, en la dedicatoria a Teo- dosio II con que da comienzo la obra de Cirilo, el Patriarca nos dice que «τρία συγγέγραφε βιβλία»50 y, de igual forma, Libanio, presente durante la composición del tratado juliano, da a entender que su discurso contra los Galileos había sido ya terminado51. en cualquier caso, la obra de Cirilo es la única de las muchas invectivas que en el s. V se dirigieron contra la obra de Juliano que han llegado hasta nosotros y cuya eje- cución apuntaba probablemente mucho más allá de las páginas del apóstata52. además de las críticas que desde bien temprano efrén de siria y Gregorio Nacianceno53 escri- bieron contra Juliano, tenemos constancia de al menos tres invectivas contra su κατὰ Γαλιλαίων: Teodoro de Mopsuesta escribió en antioquia, cerca del año 378, una πρὸς τὰς κατὰ Χριστιανῶν κατηγορίας Ἰουλιάνου, y Felipe de sido redactó también una refutación a esta obra de Juliano54. sozómenes nos informa de un ὑπὲρ ἀληθείας redactado por apo- linar de Laodicea, noticia que Neumann ha rechazado acertadamente por una cuestión cronológica55. a pesar del gran número de ataques que se dirigieron contra su obra no parece haberse realizado ninguna prohibición formal contra Juliano o su κατὰ Γαλιλαίων. Ni 46 sobre la problemática edición de spanheim, véase cArlo PrAto: «ezechiele spanheim e la fallita edizione di Giuliano Imperatore», Filología e forme letterarie, Collana, urbino, 1987, 5 vv., vol. 5, pp. 579- 587. Cf. u. Von WIlAmoWItz-moellendorF, Geschichte de Philologie, Teubner, Leipzig 1959, p. 33, «sein Julian ist unbedeutend». 47 Cirilo, sin embargo, dice haber censurado parte de las críticas del apóstata por considerarlas pe- ligrosas. Cf. k. J. neumAnn: Iuliani imperatoris librorum Contra Christianos quae supersunt, Leipzig 1880, p. 97, para una descripción detallada de las demás fuentes del tratado de Juliano: el comentario al Nuevo Testamento de Teodoro de Mopsuesta, la enciclopedia bizantina suida (s.v. ἀπόνοια, § 3460), el comentario al Mateo, 1:3 de san Jerónimo y la Bibliotheca de Focio (quaest. anphil.). 48 neumAnn, Contra Christianos, p. 94. 49 Por ejemplo Wright, vol. III, p. 314, supone que nunca se acabó y, más adelante, que Cirilo tal vez sólo escribió 20 libros. de la misma opinión con respecto a Cirilo es el editor español (p. 10). Cf. J. quASten: Patrology, spectrum, utrecht, 1960, 4 vv., vol. 3, p. 129, quien rechaza la hipótesis de Neumann. 50 Cirilo de alejandría, Adversus Julianum, prol., IV, 17. 51 Libanio, Or. XVIII, 178, op.cit., «atacó los libros que hacen a ese hombre de Palestina dios e hijo de dios, y en una larga y dura polémica demostró que tales honores son pura irrisión y garrulería». 52 Neumann considera que la obra estaba dirigida a Teodoro y otros heréticos, en su Prolegomena, p. 25. 53 Para la crítica de carácter más general de efrén de siria, téngase en cuenta el artículo de SIdney h. GrIFFIth: «ephraem the syrian’s Hymns ‘against Julian’: Meditations on History and Imperial Power», Vi- giliae Christianae, 41/3 (septiembre, 1987), pp. 238–266. sobre Gregorio Nacianceno, J. GeFFcken: «Kaiser Julianus und die streitschriften seiner Gegner», Neue Jahrbücher für das klassische Altertum, Geschichte und deutsche Literatur, 21 (1908), pp. 174–178. 54 neumAnn: Prolegomena, pp. 23-31. La noticia de la refutación de Felipe de sido se encuentra en sócrates, H.E., VII, 27, mientras la de Teodoro de Mopsuesta en Fragmenta Patrum Graecorum, I, 72 ss.. 55 neumAnn: Prolegomena, pp. 10–11, en torno a sozómenes, H.E., V, 18, quien no especifica que este tratado se dirigiese expresamente contra el κατὰ Γαλιλαίων de Juliano. PENSAMIENTO, vol. 70 (2014), núm. 263 pp. 411-430
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