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La crisis de la sociología occidental PDF

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ganz1912 La crisis de la sociologfa ocddental Alvin W. Gouldner Amorrortu editores Buenos Aires Director de la biblioteca de sociologfa, Luis A. Rigal Dedico este libro con amor a Janet Walker Gouldner. The Coming Crisis of Western Sociology, Alvin W. Gouldner © Alvin W. Gouldner, 1970 Primera edici6n en castellano, 197 3; primera reimpresi6n, 1979 Traducci6n, Nestor A. Miguez y Revision, Marfa R. Vigan6 de Bonacalza Ariel Bignami Unica edici6n en castellano autorizada por Basic Books Inc., Nueva York, y debidamente protegida en todos los pafses. Queda hecho el © ganz1912 dep6sito que previene la ley n? 11.723. Todos los derechos de la edici6n castellana reservados por . Amorrortu editores S. A., Icalma 2001, Buenos Aires. La reproducci6n total o parcial de este libro en forma identica o mo dificada, escrita a maquina por el sistema multigraph, mime6grafo, impreso, etc., no autorizada .por los editores, viola derechos reser vados. Cualquier utilizaci6n debe ser previamente solicitada. Industria argentina. Made in Argentina. ISBN 84-6H>-1038-8 lmpreso en los Talleres Graficos Didot S. A., Icalma 2001, Buenos Aires, en abril de 1979. Tirada de esta edici6n: 2.000 ejemplares. ganz1912 «He aqui a los sacerdotes; aunque son mis enemigos. . . mi sanP,re Pr6logo esta emparentada con la de ellos». Friedrich Nietzsche, Asi hablaba Zaratustra. , · · · Los teoncos sociales de la actualidad trabajan dentro de una matriz social que se derrumba, con centros urbanos paralizados y universida des arrasadas. Algunos podran taparse los oidos con algod6n, pero eso no impedira que sus cuerpos sientan las ondas del impacto. No es exagerado afirmar que hoy· teorizamos entre el estruendo de las ar mas de fuego. El viejo orden tiene clavadas en su piel las picas de den rebeliones. Una de las canciones populares· por. la epoca en que preparaba esta obra era Light My Fire (Enciende mi fuego). Es un hecho caracte ristico de nuestro tiempo qtie esta canci6n, que constituye una oda a la conflagraci6n urbana, haya sido convertida en aviso publicitario por un fabricante de autom6viles de Detroit, la misma ciudad cuyo incendio y saqueo celebra. Nos preguntamos: ~Es solo un ejemplo de «tolerancia represiva», o se trata, simplemente, de que no entienden su real significado? Este contexto de contradicciones y conflictos so ciales es la matriz hist6rica de lo que he llamado «La crisis de la sociologfa occidental». Y lo que aqui habre de examinar es el reflejo de estos conflictos en el lenguaje de la teorfa social. El presente libro forma parte de un plan de trabajo mas vasto cuyo pri mer producto fue Enter Plato y cuyo objetivo es contribuir a elaborar una sociologfa hist6ricamente estructurada de la teorfa social. El plan contempla tambien una serie de estudios sabre «Los origenes sociales de la teorfa social de Occidente», y ahora me encuentro trabajando en otros dos volumenes del mismo. Uno de ellos examina la relaci6n del movimiento romantico del siglo XIX con la teoria social; el otro es un estudio en el que espero anudar los diversos hilos analiticos y pre sentar ima teorfa sociol6gica mas sistematica y general acerca de las teorias sociales. Al igual que otros autores, debo mucho a muchas personas. Estoy par ticularmente agradecido a Dennis Wrong por sus abundantes criticas, sensibles y sensatas a la par, de todo el trabajo. Tambien estoy en deuda con Robin Blackburn, Wolf Heydel;>rand, Robert Merton y S. Michael Miller, por sus agudas sugerencias concernientes al capitulo «Que sucedi6 en la sociologia». Agradezco profundamente a mis dis dpulos de la \Vashington University, en especial a Barry Thomp sop y Robert Wicke, por las cri~icas y el estimulo que recibi de ellos dentro y fuera de nuestros seminarios. Mis ideas sobre el «dualismo meto®l6gico» se desarrollaron en el curso de mi labor conjunta con Williain Yancey, mientras fui su consejero de tesis. Los admiradores de,:Raymond Williams, de Inglaterra, tambien se percataran de que ha influido mucho. sob re mi la importancia que el asigqa a la «estructura de los sentimientos». 9 Primera parte. Sociologfa: contradicciones Debo agradecer tambien a Orville Brim y a la Russell Sage Foundation de Nueva York por ia ayuda que me brindaron y que me permiti6 e infraestructura realizar un extenso viaje por Europa durante 1965 y 1966, sin el cual este estudio serfa muy distinto y, en verdad, mucho mas defi ciente. En Europa tuve la fortuna de contar con la colaboraci6n de una secretaria multilingiie, Manuela Wingate, y en Estados Unidos recibf la gran ayuda de Adeline Sneider en la preparaci6n del rilanus cri to. Agradezco a las dos su inalterable buen humor, eficiencia tec nica y gran capacida<l de trabajo. Como ya sefiale, este estudio forma parte de una serie mas vasta, en la que he estado trabajando y para la cual me vengo preparando desde hace veinte afios. Por ello, me he cre1do autorizado a tomar elementos de algunas de mis publicaciones anteriores y a utilizarlos aquf cuando me pareci6 conveniente. Dado que el presente estudio fue concebido como una obra de sfotesis, no me he sentido en la obligaci6n de inun darlo con un mar de notas al pie. Si la esencia y la l6gica de lo que aquf digo no resultan convincentes, tampoco lo seran los convenciona· lismos academicos. No abusare de la inteligencia de! lector con las habituales declaraciones de rutina acerca de quien es, en definitiva, el responsable de los defectos que este trabajo presenta. Alvin W. Gouldner St. Louis, Missouri Enero de 1970 10 1 · Int:roducci6n: Hacia una cr!tica de la sociologfa Solo exponiendonos a correr riesgos podemos divorciar la critica y la transformaci6n de la sociedad de la crftica y la transformaci6n de las teorfas acerca de 1a sociedad. Sin embargo, el abismo entre · teorfa y practica, tan comun en 1~ historia de los movimientos radicales norte americanos, se esta anipliando en ciertos sectores. Algunos de los ta dicales norteamericanqs mas combativos, en la <<nueva izquierda» 0 en el movimiento negro de liberaci6n, han evitado, al menos por,el mo- menta, toda preocupaci6n seria por la teorfa so~Jal. · Sin duda, este descuido de la teoria reconoce iliversos orfgenes. En cierta medida, obedece .:iJ hecho de que estos movimientos sociales son ailn nuevos y la actividad politica consume sus energfas y recursos, necesariamente limitados; en resumen, los nuevos radicalismos necesi taran tiempo para producir sus nuevas teorfas. Aunque el descuido de la teo.rfa no es peculiar de los norteamericanos, una de sus causas es tambien el hecho de que los radicales de este pafs suelen ser mas norteamericanos que lo que suponen y tienden a preferir los resul tados tangibles de la poli:tica pragmatica a los productos intangibles de la teorfa. Tambien es probable que su descuido de los problemas te6ricos derive, en parte, de los estrechos lazos que unen a algunos jovenes radicales COil el COntingente hippie de SU generacion, cuyas . maneras mas· expresivas y esteticas de rechazar la cultura norteame ricana los predisponen a eludir lo que ellos consideran esteriles «dis pu tas» de la confrontaci6n intelectual. Existe, asimismo, una minorfa vocinglera que, como alguien ha dicho, se siente personalmente exclui da cuando oye apelar a la raz6n; La sociologia como cultura popular Hay, sin embargo, otras fuentes importantes de la apatfa te6rica que prevalece entre la actual juventud radical norteamericana, y que, )unto con otros factores, la distingue de sus similares de la decada de 1930. Una de esas fuentes bien puede ser el surgimiento, entre 1940 y 1960, 1de la sociologfa como parte de la cultura popular. La sociologfa lleg6 por entonces -en lo institucional, si no en lo intelectual- a la ma yorfa de edad. Se convirti6 en un sector viable del panorama acade~ mico: cientos de miles de estudiantes universitarios norteamericanos siguieron cursos de sociologfa, y se escribieron, literalmente, miles de libros sobre la materia. Al rnismo tiempo, la incipiente industria de libros en nistica puso tales obras al alcance de todos, como literatura 13 de masas. Se los vendia en drugstores, estaciones de ferrocarril, aer6- hombres, quienes, por lo tanto, no solo se abstienen de de~ lo que piensan sino que se someten a ella voluntariamente. Emanc1par a los dromos, hoteles y almacenes. La creciente prosperidad de la .clase me hombres de la vieja sociedad o erigir una sociedad nueva, dotada de dia, a su vez, facilit6 que los estudiantes los compraran aunque no contenido humano, sera imposible s0- comenzar, aquf y ah~ra, la .cons los necesitaran coma libros de texto. trucci6n de una contracultura total, mcluyendo nuevas teonas sociales; Este acceso de las masas a la sociologia ( y a las otras ciencias socia y esto no ;es posible sin una critica de las teorfas sociales dominantes l~s), convertida en elem:nto de la cultura cotidiana, ha ~~mido un efecto en la actualidad. parad6jico sabre las act1tudes adoptadas por algunos 1ovenes frente a La ambivalencia que manifiestan hacia la teoria algunos s.ectores de la la teoria social y a los problemas sociales. Por t;n lado, el. he~ho de nueva izquierda, el sentimiento ~imultaneo d~ que es irrel~vante y que en las librerias apareciese~ mezclados los libros de c1encias so necesaria, fue expresada con clandad p?r Dam~l C:ohn-Bendit. ~uno ciales con otras expresiones de literatura popular hlzo que aquellas de los principales activistas de la rebelion estudiantil francesa mmada fueran identificadas por asociaci6n, coma un componente de la cul en Nanterre en la primavera de 1968-, quien observ6 que los anar tura global que ios ~adicales rechazaban. Asf, ciertos j6venes radicales quistas «han influido sabre mf mas por ciertas actividades que por. llegaron a desconfiar cie Ia teorfa social, experimentandola como parte sus teorfas ( ... ) los te6ricos dan risa». Pero sefial6 tambien «la exis de la cultura prevaleciente. Por otro lado, sin embargo, la mera. fa tencfa de un abismo entre la teorfa y la practica ( ... ) Estamos tra miliaridad con las ciencias sociales condujo a otros a aceptarla siE tando de elaborar practicamente una teoria».1 crfticas. Para algunos j6venes, la sociologia de los libros en ~stic~ que Sea cual fuere la actitud ante la teorfa, su influencia sabre la nueva se vendian en las librerfas comenzo a reemplazar a la anterior htera- izquierda incipiente se evidencia, entre otras cosas, en el.papel que le tura de critica y protesta radicales. . . cupo a la «Escuela de sociologfa critica de Francfort» -mtegrada por Al asimilar las ciencias sociales coma un aspecto de la cultura cot1diana Jurgen Habermas, Theodor Adorno, Max Horkheimer y algunos mas-;-, y al leer libros acerca de la naturaleza del prejuicio o de la pobreza, de la que se ha dicho que ha tenido «tanta importancia coma cualqwer los hechos de la vida en Estados ·Unidos les parecieron, a menudo, otro suceso» 2 en la revitalizaci6n politica del Sozialisticher ·Deutscher mu)' claros. Creyeron entonces que los intentos de examin~r la teorfa Studentbund de 1961 a 1965. Otro fndice de tal influencia es la recep constituian una obcecaci6n innecesaria, con la cual se sust1tuia la ac tividad internacional de los nuevos radicales a, la obra de otro miembro ci6n respecto de los problemas por su discusi6n. Al contemplr.r tales de esa escuela Herbert Marcuse, cuya importancia practica fue reco investigaciones contra el tel6n de fondo de sus propios valores, expe nocida indirec~amente por las recientes criticas sovieticas a sus ideas rimentaban con frecuencia, una simple repulsa moral, mas que un Sin embargo aun dentro de la escuela critica de sociologfa, la continua est1mulo idtelectual. Algunos llegaron a pensar que la actividad te6- tension entr~ teoria y practica qued6 revelada por la polemica enri;e rica era una forma de escapismo, si no de cobardfa moral. Habermas y los j6venes militantes durante el otofio de 1968, des;:mes Sin embargo, que los radicale~ sube~timen la _necesida~ ?e. contar con de sus manifestaciones en Francfort. una teorfa escrupulosa es al mlsmo tiempo pebgroso e iromco, pues tal Faltos de tiempo o de aliciente para reformular las viejas ~eorias o ela postura implica que, aunque pretenden ser radicales, de hecho han borar las propias, los radicales suelen satisfac:r sus neces1~ades .a este cedido ante una de las corrientes mas vulgares de la cultura norteame respecto mediante un marxismo vulgar, engullido a toda pnsa. Sm em ricana: el antiintelectualismo de los Babbitt pueblerinos, su negativa bargo, aun esto parece mejor q~e otra alternativa a mer:udo adoptada a enterarse de nada. Ademas, no cabe duda de que si desean cambiar en la actualidad: la de rotular slrnplemente coma «marx1stas» las pro el mundo en que viven solo pueden esperar lograrlo contra la resistencia pias ideas. Quizas esta autocaracteri~aci6n exp~ese s?li?~~~ad con una de algunos v con la ayuda de otros. Pero, en la practica, tanto sus vicrorosa tradici6n intelectual, pero sm su genuma aSIDlilac10n no presta . oponentes COmO SUS posibles aliados Se orientaran, a menudo, SegUn ni~guna utilidad real. En verdad, este «empleo magico» de un termino determinadas teorias. Sin una teorfa escrupulosa, los radicales no po puede ser perjridicial, apartando ·la atenci6n critica de la teoria, bas dran comprender a sus enemigos ni a sus amigos, y mucho menos cam tante diferente. que tal vez el individuo aplique en la practica. Asf, en biarlos. Aquellos radicales que creen poder separar la elaboraci6n de una ocasion o{ a un joven radical formular una extensa critica de. ia teorfas de la modificaci6n de la sociedad no acruan, en realidad, sin ?el sociologfa moderna -en particular de la version funci?nalismo teorfa, sino con una que es tacita y, por ende, no analizable ni perfec ofrecida por Talcott Parsons- desde un punto de vista que el procla tible. Si no aprenden a utilizarla a conciencia, seran utilizados por ella. maba marxista, pero que, en realidad, era otra version, alga diferente, Incapaces de controlar o comprender sus teorfas, se someteran en la de la teorfa funcionalista. practica a una variante de la misma alienaci6n que suelen rechazar. En el mejor de los casos, tal uso del marxismo por parte de l~s radi La profunda transformaci6n de la sociedad que muchos de ellos busca; 1 cales norteamericanos, aun cuando es alga mas que una mera mvoca- no puede lograrse solamente por medios politicos, su expresi6n con creta no puede ser confinada a lo puramente politico. En efecto, la 1 «Interview with Daniel Cohn-Bendit», Our Generation, vol. 6, n°5• 1-2, mayo, vieja sociedad no se mantiene unida solu por la fuerza y la violencia, junio y julio de 1968, pags. 98-99. 2 J. y B. Ehrenreich, «The European Student Movements», Monthly Review, o por la conveniencia y la prudencia. Tambien perdura mediante teo - vol. 20, septienibre de 1968; pag. 17. rfas e ideologfas que establecen su hegemonia sabre la mente de los 15 14 ci6n, resulta en lo fundamental regresivo y primitivista, p11rticular de la apatfa te6rka de algunos j6venes radicales, su marxismo ritual, mente en un pais coma Estados Unidos, donde, aparte de muy pocos sus intentos de rehabilitar al joven Marx de la alienaci6n o su adhesion economistas y un numero apenas mayor de expertos historiadores, el a nuevas teorfas coma la etnometodologfa son expresiones diversas de marxismo casi no se ha desarrollado; donde su calibre intelectual no ha una necesidad te6rica insatisfecha, producto del abismo que separa su ido mas alla del atrofiado nivel de la decada de 1930, cuando lo nueva estructura interna de sentimientos, o su sensaci6n de lo que es esteriliz6 el stalinismo; y donde ni siquiera ha ·comenzado a asimilar real, de las viejas teorfas que ahora circulan en el media academico las primeras contribuciones de un Georg Lukacs o un Antonio Gram- y social . . sci, y mucho menos. las de las brillantes alemanes, italianos y franceses Segi:in el sentir actual de algunos j6venes radicales norteamericanos, su contemporaneos. Los marxistas norteamericanos han sido de las menos necesidad mas importante en este momenta de la historia es activar originales y creativos en el mundo, limitandose, par lo comlin, a aplicar y afirmar :i1s sentimientos radicales incipientes, as1 como consolidar y la teorfa marxista, sin profundizarla jamas. A menos que se pretenda preservar su ntieva identidad radical. Tai vez en un comienzo esto que las ciencias sociales academicas no han hecho ninguna contribuci6n pueda lograrse medi:rnte una polf tica militante de manifestaciones ac valiosa para comprender la .sociedad moderna en las Ultimas treinta tivistas. R. D. Laing, cuy::is opiniones han expresado a menudo las afios, el retroceso a un marxismo no reelaborado es un acto de seiitimientos de las j6venes radic:.!les, formul6 correctamente esta cues desesperaci6n en el mejor de las casos, o de irresponsabilidad o mala ti6n en su Politics of Experience: ·« Ahora nadie puede empezar a pen fe en el pear de ellos. Pero muchos j6venes radicales de la actualidad sar, sentir o actuar sino desde el punto de pntida de su propia alie no se sienten atraidos a refugiarse en un marxismo rutinario. En ver nacion ( ... ) lo que necesitamos no es tanto una tcorfa como la expe dad, critican profundamente lo que consideran su proclividad intrinseca riencia que le da origen».3 · a una Realpolitik totalitaria, y. algunos piensan que esta es una raz6n La sensaci6n de que las propios sentimientos son validos, de que se adicional para sospechar de la teorfa y eludirla. tiene derecho a abrigarlos y sostenerlos, esta basada, en parte, en el sentido de realidad que deriva de la experiencia personal y en la soli daridad con otros que comparten estas experiencias y sentimientos. Asi, la validez adjudicada a los sentimientos depende fundamentalmente de Nuevos sentimientos, viejas teorias la validaci6n consensual, no del poder analltico, ni de la conceptuali zacion refinada, ni siquiera de la «eviclencia». De tal modo, el joven Interpreto la situacion actual del radicalismo en el sentido de que vi radical establece sus limites en terminos de solidaridades y separacio vimos una fluida epoca de transici6n, en la que ha surgido una ge nes generacionales; de afinidades emocionales, mas que ideologicas; neraci6n joven provista de una estructura de sentimientos muy dife «No confles en nadie que tenga mas de treinta afios». Correctamente rente, cuyo sentir colectivo no halla eco en los distintos tipos de sen o no, la teorfa social esta siempre enraizada en las experiencias. del timientos hist6ricamente depositados en las antiguas teorfas. POi te6rico. Correctamente o no, la validez que se adjudique a una teorfa este motivo, algunos miembros de la nueva generacion manifiestan, depende de que la experiencia y los sentimientos que ella origina sean respecto· de dichas teorfas, una frfa indiferencia o una ardiente hosti compartidos por quienes la ofrecen y quienes la escuchan. lidad. En resumen, un abismo separa la estructura de sentimientos que Aparte de que las teorfas sociales . tradicionales se hallan en total de va surgiendo entre los j6venes radicales y las viejos «lenguajes» o suso cultural pot basarse en realidades personales mas antiguas, y apar teorfas, abismo todavfa no superado par el desarrollo de un nuevo len te de que las viejas teorfas no pueden expresar nuevos sentimientos, guaje te6rico que permita a aquellos expresarse con mayor plenitud actualmente suele desconfiarse de la teorfa pol: tratarse de alga recibido y poner de manifiesto su concepci6n de la realidad. del pasado. Par lo comun, la teorfa es trasmitida par las mas viejos Desde este punto de vista, el. quid de la cuesti6n es la falta de «ajuste» a los mas jovenes, que de alguna manera dependen de aquellos. Asf, entre los nuevos sentimientos y las viejas teorfas. Precisamente par la apatfa te6rica de un joven radical expresa, a veces, su vigoroso im esto, ciertos j6venes radicales no solo consideran las viejas teorfas pulso hacia la individualidad y la autonomfa, as1 como su necesidf!d coma «erroneas» y criticables en detalle; su reacci6n mas caracter1sti de llegar a ser un hombre y vivir coma tal, y, si fuei;a posible, com') ca ante ellas es fa sensacion de su pura irrelevanda. No -se sienten un hombre mejor que sus mayores. En el fondo, los jovenes radicales inclinados a refutarlas o discutirlas, sino a ridiculizarlas o evitarlas. sospechan que las teorfas tradicionales recibidas no solo son err6neas En esta coyuntura, las te6ricos sociales academicos podrfan replicar o irrelevantes, sino tambien poco viriles. Las ven como productos de que la nueva izquierda esta simplemente eqt.Iivocada, pues, ~que tie hombre pusilanimes, generadoras, a su vez, de pusilanimidad. nen que ver las teorfas con las sentimientos personales? El soci6logo El joven radical, todavfa no «profesionalizado», no considera a la teorfa academico podrfa argiiir: no hay par que suponer que las teorfas deben cemo algo puro, aislado y · separado, sino que ·a traves de ella ve al te6- corresponder a las sentimientos de las hombres antes de ser aceptadas rico. Para el, la teorfa es una comunicaci6n proveniente de un hombre o rechazadas. Par mi parte, sostengo la premisa -que desarrollare luego-- de que la adecuaci6n entre teorfas y sentimientos tiene muchc1 3 R. D. Laing, The Politics of Experience, Nueva Yor1;:: Ballantine Books, 1968, importancia para el foturo de cualquiera de ellas. Opino que gran parte pags. 12 y 17. 16 17 total. Sabre su criteria respecto de la teorfa y la teorizaci6n influirfo sus vado que «en la rafz de toda manifesta~i6n publica [ estudiant~] h_a) sentimientos acerca del hombre total que las produce. Y suele ver en un personaje que es ( ... ) estudiante de sociologfa ( ... ) [y] JU· este hombre a alguien que ha «desertado», que se ha retirado de las dio ( ... ) [y] marginal», o que posee al-menos dos de estas caracte luchas vitales, cediendo en sus ideales mas elevados, adaptandose a la risticas.4 Aunque no comparto la validez de todas las caracterizaciones injusticia y al sufrimiento y convirtiendo en una confortable carrera de Fiedler, considero muy centrada su observaci6n acerca del papel pro el estudio de la miseria de otros. Observa que el cientifico social, aun minente que juegan los j6venes soci6logos en las actuales rebeliones que escriba compasivamente acerca de la «cultura de la pobreza», no comparte las derechos de autor de sus libros con las pobres a estudiantiles. Pero si es asi'., ~c6mo puede la sociologfa ser una expre si6n absoluta _de conservadorismo politico? quienes ha estudiado y que han hecho posible su publicaci6n. Advierte Otra version de esta paradoja se puso de manifiesto en el congreso que, pese a todos las comentarios compasivos acerca del sufrimiento de la Asociaci6n Sociol6gica Norteamericana (ASA) realizado en agos de las negros, casi ningun soci6logo de renombre se aviene a ensefiar en las universidades negras del Sur. Par ello suele quejarse de que el to de 1968 en Boston. En cierto sentido, tuvieron lugar alll, de hecho~ dos congresos rivales: el oficial, rutinariamente dirigido por l[Aso soci6logo y te6rico social no es un hombre total, y de que su vida no ciaci6n Sociol6gica Norteamericana, y, junto a el, una serie de reunio expresa de manera coherente sus propios valores. En resumen, es pro nes «extraoficiales», no programadas, orga:nizadas por los j6venes del penso a ver en el soci6logo, coma en otros de sus mayores, una es <<nucleo radical» -el Movimiento de Liberaci6n de la Sociologfa-, pecie de explotador y de hip6crita. Observa, ademas, que entre los animado, en gran medida, por militantes de la Universidad de Colum soci6logos no hay martires. bia. Estos dos caminos corrieron paralelos hasta la sesi6n plenaria en Al interpretar la teorfa social en funci6n de lo que ve en el te6rico y que culmin6 el congreso de la ASA, donde se reunieron mas de mil al considerarla coma un falseamiento de lo que ha vista en el mundo personas para escuchar al secreta,rio de Salud, Educaci6n y Bienestar. social, el joven radical define a menudo toda la sociologfa academica Programada como una aburrida ceremonia honorffica, esta se convir y la teorfa social coma una indiferenciada ceguera ante la vida, .coma ti6 en algo que quiza sea, en escala modesta, un suceso hist6rico, cuan una ideologfa destefiida por una parcialidad conservadora general1zada, do el presidente de la ASA, Philip M. Hauser, enterado de que el puesta al servicio del statu quo. grupo radical se proponfa llevar a cabo una manifestaci6n durante la conferencia del secretario, invit6 a dicho grupo a expresar, desde la tribuna, sus opiniones discrepantes. Quien formula la principal declaraci6n disidente fue un joven soc10- Sociologia y nueva izquierda: una paradoja logo, Martin Nicolaus, par entonces perteneciente a la Universidad Simon Fraser, de Canada, y codirector del peri6dico de la nueva iz. Hay en esto, sin embargo, una profunda paradoja, con la cual ha co quierda Viet Report. En tono frfo y mesurado, Nicolaus declar6: menzado a enfrentarse el mismo joven radical. Por ejemplo, algunos han observado que alrededor de la Ultima decada ha surgido tambien «El secretario de Salud, Educaci6n y Bienestar es un funcionario mi en la Union Sovietica, siguiendo los lineamientos del marxismo-leninis litar del frente interno en la guerra contra el pueblo ( ... ) El depar mo tradicional, una sociologfa academica similar a la que rige en Es tamento que encabeza puede ser descripto con mayor precision coma tados Unidos. Este proceso ocasion6 inquietud intelectual entre aque el organismo encargado · de la distribuci6n desigual de enfermedades llos radicales norteamericanos que, partiendo de un marxismo escolar, evitables, de la financiaci6n· de la propaganda y el adoctrinamiento den han llegado a la conclusion de que en su pai'.s la sociologfa academica tro del pai'.s, del mantenimiento de una mano de obra barata y d6- es un instrumento del capitalismo corporativo.* En efecto, es evidente cil ( ... ) La asamblea [de soci6logos] que se reune es ta noche ( ... ) que el conservadorismo de la sociologfa norteamericana no puede ser es un conclave de sacerdotes, escribas, lacayos intelectuales de alta v atribuido a su sometimiento al capitalismo corporativo si ha surgido baja alcurnia, y de sus vi'.ctimas inocentes, empefiados todos en la mutu una sociologfa esencialmente similar en la Union Sovietica, donde no afirmaci6n de una falsedad ( ... ) La profesi6n es un pi;oducto de! existe un capitalismo tal. tradicionalismo y el conservadorismo europeos del siglo XIX, unidos Pero esta no es mas que una de las paradojas engendradas por la al liJ:>eralismo corporativo norteamericano del siglo xx ( ... ) Profe cr1tica generalizada, para la cu.al toda la sociologfa es el instrumenta sionalmente, el soci6logo dirige su mirada hacia los ;de abajo, mientras conservador de una sociedad represiva. Por ejemplo, muchos de los tiende la mano hacia los de arriba ( ... ) Es un Ti'.6 Tom,* no solo Hderes mas notorios de las rebeliones estudiantiles de todo el mundo, respecto de este gobierno y esta clase dominante, sino de cualquiera~. desde Nanterre hasta las universidades americanas, han sidb est1.i diantes de sociologfa. El £ranees Cohn-Bendit no es sirio uno de los Estas duras palabras fueron vigorosamente aplaudidas por el- grupq casos mas obvios. En un plano mas general, Leslie Fiedler ha obser- radical y sus simpatizantes, silbadas por algunos de los antiguos. radi- * Capitalismo de las grandes compaiifas o sociedades an6nimas (corporationsi 4 Village Voice, 19 de septiembrc; de 1968, pag. 59. . Emplearemos esta designaci6n a lo largo de la obra. (N. de! E.) * Alude al personaje de la conocrda novela de Beecher Stowe, caractenzado· por una actitud de obediencia servil hacia su amo. (N. de! E.) 18 19 Mills en cuanto a formular los sentimientos incipientes del nuevo mdi cales y recibidas por el grupo mas numeroso con una tolerancia rigida calismo norteamericano, todo ello sugiere que)a sociologfa no ha s~d? y escandalizada. 4.hora bien; quienes como yo concuerdan con muchos solci un obstaculo para la nueva izqui'erda. Sugiere; ademas, la pos1b1- de los acerbos juicios de Nicolaus, deben tambien reconocer que el solo lidad de que ciertos estilos y aspectos de la sociologfa hayan contribui hecho de haber sido expresados implica un dilema. Este se mariifiesta, do a producirla de modo consciente e inconsciente .. Esto, a su vez, no tanto en que los mismos funcionarios de la ASA le hayan permitido implica que la sociologfa no tiene, en modo alguno, un caracter total hablar, sino mas aun en que el haya querido hacerlo; no tanto en que mente represivo o uniformemente conservador, sino que posee tambien se le haya permitido decir 10 que veia, como en que viera tantas cosas. un potencial liberalizador o radicalizador susceptible de mayor elabo Las mismas expresiones de Nicolaus y el vigor y actividad del grupo racion. radical en ese congreso prueban por sf solos que no todos los sociologos Por su indole dialectica, la sociologfa contiene tanto dimensiones repre son «lacayos intelectuales» ni «Tios Tom» de la clase dominante. sivas como liberadoras. Desentrafiar y profundizar su potencial libera· Se presenta aqui un problema: (Como puede explicarse el radicalismo dor depended, en gran medida, de la penetracion de una critica his de esos sociologos que acusan a la sociologfa de ser conservadora? toricamente informada de la sociologfa como. teorfa y como institucion Por cierto, gran parte de los siguientes capitulos estara dedicada a su- · social. brayar la indole conservadora de ciertas tendencias predominantes en La sociologfa actual es afin al hegelianismo de principios del siglo XIX, la sociologfa norteamericana. Pero al mismo tiempo, el hecho de que sobre todo en cuanto a la ambivalencia de su significado politico. A con frecuencia sean los mismos sociologos quienes critican a la socio pesar de su tendencia predominantemente conservadora y autorita logfa SU COnservooorismO, implica que esta puede originar tanto radi~ ria, aquel contenfa poderosas implicaciones radicales que Marx logro cales como conservadores. Afirmo, por consiguiente, que la sociologfa desentrafiar e incOJ?porar a un sistema trascendente de pensamiento. puede no solo reclutar radicales sino producirlos; no solo tolerar la Desentrafiar de la'estructura conservadora que lo envuelve el potencial radicalizacion, sino engendrarla. ; . liberador de,la inoderna 5ociologfa academica es una de las principales Sin duda es cierto que la sociologfa suele atraer a hombres y mujeres tareas de la critica cultural contemporanea. Es una tarea paralela al jovenes de inclinaciones reformadoras, con una perspeGtiva radical · actual esfuerzo similar de algunos nuevos radicales por liberar incluso previa, y que acaso su posterior critica a la sociologfa deri:ve, en .Parte, al marxismo de sus propios componentes conservadores y represivos, de sus expectativas frustradas. Sin embargo, dudo que la cuest1on s,~ y, en particular, de las tendencias burocdticas y tcitalitarias a las que agote •con esto, pues hay que tener en cuenta otros problemas: (Curu es vulnerable. Pero esto no sera posible en uno ni en otro caso sino es la atraccion que a menudo impulsa a los radicales hacia la sociolo a partir de la mas tajante y profunda critica. En ningtfil. caso sera gfa? (Es posible que se trate de un simple error de identificacion? posible suponer simplemente que la Uni.ca cuestion importante es la Ademas es verdad que muchos radicales atrafdos por la sociologfa se validez empfrica o facticidad de los sistemas intelectuales implicados, vuelven'conservadores, pero esto no ocurre con la totalidad. No_todos y que las partes viables de cada sistema teorico pueden ser tamizadas los jovenes socialistas de la decada de 1930 que llegaron a sociologos por la mera «investigacion». Aqui la cuestion es no solo que partes de pasaron tambien a ser pilares del statu quo, ni lo haran todos los de la un sistema intelectual son eillpi'.ricamente verdaderas o falsas sino tam actual nueva izquierda. En mi opinion, el caracter y la vision intrin bien cuales de ellas son liberadoras y cuales represivas en sus conse secos de la sociologfa academica misma presentan aspectos que, lejos cuencias. En resumen, el problema es: <1Cuales son los resultados so de frenar el impulso radical, lo afianzan, aunque tal cuestion no puede ciales y pollticos del sistema intelectual que examinamos? 11Liberan ser un tema central de este volumen ni sed examinada aqui en deta o reprimen a los hombres? <1Los atan al mundo social existente o les lle. Creo que en el curso normal de su labor como sociologo, suceden permiten trascenderlo? cosas que pueden radicalizar a un individuo y ejercer sobre el un Todo enunciado respecto del mundo social, as! como las metodologfas efecto liberador, en lugar de represivo. En resumen, y· para decirlo en que permiten formularlo, tienen cor;isecu~ncias que pue~en ser cons~de­ el lenguaje de una sociologfa no academica, considero que la sociologfa radas independientemente de su validez mtelectual. Decir que una cien-· encierra sus propias «contradicciones internas», las cuales, a pesar del cia social debe ser juzgada solo en terminos de sus propias normas poderoso vinculo de aquella con el statu quo y su profundo sesgo autono~as es ·una eleccion d~ valor que no se puede justificar en forma conservador, tienen como consecuencia -involuntaria, pero inheren exclusiva por consideraciopes <~puramente cientjficas» sino que depen te- favorecer las tendencias radicaliz~doras y contrarias al orden esta de de supuestos anteriores, no cientlficos, acerca de:l proposito de una blecido, en especial entre los jov~es. · · ciencia social. De riinglin modo pretendemos afirmar que las implica Las relaciones entre sociologfa y nueva izquierda son complejas. No ciones ideologicas y las consecuencias sociales de un sistema intelectual pretendo sugerir, por cierto, que haya sido el surgimiento de la socio. determinan su validez, ya que la teorfa es, en cierta medida, autonoma. logia y su penetracion en la cultura popular lo que puso en movi Sin duda, ll}~~dez cognoscitiva de un sistema intelectual no puede ni miento a la nueva iZquierda. No obstante, la mera presencia de socio debe ser juzgada por sus implicaciones ideologicas o sus consecuencias logos en diversas rebeliones universitarias, la importancia de la escuela sociales. Pero de'esto no se desprende que un sistema intelectual deba alemana de sociologfa critica para la nueva izquierda en Alemania y ser juzgado ( ni lo es nunca, en realidad) solamente en terminos de su otros pafses, as! como el papel inicial desempefiado por C. Wright 21 20 validez cognoscitiva, de su verdad o falsedad. En suma, nunca ?~ trata en calidad de maestros e investigadores, y de operar dentro de una sencillamente de saber si un sistema intelectual, o una formulac1on que comu.nidad intelectual con una cultura ocupacional recibida, donde si de el se desprenda, son verdade.ros o falsos. Qui~nes as! lo ~fi~n:an guen carreras, se ganan la vida y desarrollan ambiciones materiales y estan optando simplemente por 1gnorar o desvalonzar otros s1gmfrca aspiraciones intelectuales. dos y consecuencias de las teorfas, y en realidad, se estan negando a Por Ultimo -y esto es fundamental- una critica de la sociologfa exige responsabilizarse par ellos, aunque existan. tambien un analisis detallado y especffico de los principales productos Ninguna raz6n obliga a evalua~ la f6rmi:l~ de un nuevo g~s ~ortffero te6ricos e intelectuales que la sociologfa ha creado. Son estos produc solo en terminos de SU elegancta matematlca 0 de OtrOS Cnteqos pura tos intelectuales los que distinguen a esta disciplina de otras actividades, mente tecnicos. Y tiene poco sentido pretender que semejante formula justifican su existencia y ejercen su influencia especffica sabre la socie es un eiemento puramente neutral de infon_naci6n, util para la promo dad circundante. No puede haber critica seria de la sociologfa sin un ci6n de todo valor social: esta destinada a matar, y lo hace prec1samen analisis minucioso y atento de sus teorfas y sus te6ricos. te porque es adecuada desde el punto de vist.a tecnico: En realida~, El alcance y la producci6n intelectuales de la sociologfa moderna son limitar el juicio a criterios exclus1vamente tecmcos «autonomos» e_qm vastos y complejos, sin hablar ya de la magnitud de las instituciones vale no solo a permitir sino a exigir, que los hombres sean cretmos mediante las cuales opera y del numero de SU personal. Es imposible, morales en sus roles tec~icos. Equivale a imponer la conducta psicopa por ende, referirme en este volumen a todas sus variadas expresiones tica coma una exigencia cultural en el cumplimiento de los roles cien y tendencias. En lugar de un esfuerzo superficial por abarcar todo de tfficos. En la medida en que nuestra cultura concibe convencionalmen una manera seudosistematica y exhaustiva, he intentado llevar a cabo te que los roles tecnicos, cientfficos y profesionales obligan a quienes una critica detallada de algunas opiniones y problemas importantes; en los cumplen a ignorar todo, salvo las implicaciones tecnicas de su labor, particular, del sistema predominante en la teorfa social norteamericana: la estructura social misma es intrfnsecamente pat6gena. La funci6n so el creado por Talcott Parsons. Aunque, sin duda, este intento parecera cial de tal estructura segmentada de roles se asemeja a la de la obedien a veces arduo, permitaseme repetir que lo considero solo coma una cia refleja inducida por el entrenamient? militar. Al ig;i,al que .Ia. dis contribuci6n muy parcial a la crftica de la sociologfa norteamericana. ciplina militar, esta estructura de role? _uene coma func1on. si;iprlfil1r Ia Estoy convencido de que no sera posible desentrafiar el potencial li sensibilidad y las normales responsab1hdades morales de c1viles y sol berador de la sociologfa actual mediante vastas generalizaciones que ig dados, preparandolos para ser utilizados coma contingentes de despli~­ noren los detalles; sera necesario confrontar las teorfas punto por pun gue, dispuestos a persegui: practicamente cl:talq~ier obj~tivo: En :u.1~1- to y los te6ricos hombre por hombre. Este proceso de examen en de mo analisis, tales ordenam1entos engendran una irreflexiva disposlClon talle de las teorfas y de nuestras reacciones ante ellas es una tarea a matar o dafiar a otros --o a crear cosas que produzcan tales efectos necesaria, si queremos trascenderlas, liberarnos de su penetrante in cumpliendo 6rdenes. fluencia conservadora e incorporar a nuevos puntos de vista sus dimen· La investigaci6n por si sola no podra desentrafiar el potencial liberador siones viables. Sin este penoso proceso, una critica radical de la sociedad de la sociologfa academica o del marxismo hist6rico. Esto exige tam o de la sociologfa corre el riesgo constante de caer en una polemica bien acci6n y crf tica, intentos de modificar el mundo social e intentos esteril, que no ofrecera ninguna orientaci6n perdurable y carecera pe· de modificar la ciencia correspondiente, uno y otra profundamente en ligrosamente de autoconciencia. trelazados, aunque solo sea porque la ciencia social es tanto parte del Tal como los mas severos criticos del marxismo han sido generalmente mundo social coma una concepci6n de este. marxistas, d~ igual modo los mas agudos criticos actuales de la socio En un estudio posterior espero poder contribuir a una critica del mar logfa suelen ser soci6logos y estudiosos de la sociologfa. Son, en gene xismo con fundamentos sociol6gicos; en este volumen tratare de hacer ral hombres que se consideran soci6logos y que evaluan criticamente un aporte a la crftica de la sociologfa moderna en algunas de sus carac la 'sociologia desde una perspectiva sociol6gica. Su prototipo es, por teristicas institucionales e intelectuales predominantes, coma parte de· supuesto, c. Wright Mills. Asi, hasta SUS criticas mas polemicas tienen una critica mas amplia de la sociedad y la cu1tura modernas. No cs u.na implicaci6n ambigua: testimonian, al mismo tiempo, las profundas posible profundizar la c~itica de la socie~ad c?ntemporanea ~i st;s ins faJlas y el valor permanente de la perspectiva sociologica, SUS dolorosas trumentos intelectuales, mcluyendo la soc10logta v las otras c1enc1as so dificultades y sus perdurables potencialidades. ciales, no son a su vez afilados crfticamente. Por consiguiente, toda Muy a menudo, quienes con mas vehemencia rechazan. tal crftica son crftica de la sociologfa sera superficial, a menos que veamos en esta los que viven de la sociologfa, mientras que SUS mas Ve~ementes crf disciplina el producto defectuoso de una sociedad defectuosa y comen ticos son los que viven para ella. A menudo, pero no s1empre, pues cemos por especificar los detalles de esta interconexi6n. Lo que se ne conviene observar que hay criticos y criticos. Tambien a ellos se lps cesita par lo tanto, es un analisis en diferentes niveles, que examine puede dividir entre los que viven para la sociologfa y los que viven Ia so~iologfa en su relaci6n con tendencias hist6ricas mas va.s5as,. co~ de ella. En algunas ocasiones l:;i. critica es una manera rapida de llamar el nivel macroinstitucional y sabre todo con el Estado. Tamb1en s1gru la atenci6n sin efectuar s6lidas contribuciones propias. En resumen, los fica COntemplar la sociologfa en SU ambito mas inmediato: }a universi hombres adoptan a veces el papel de criticos porque esperan obtener dad. Significa conten;plarla coma una manera de actuar las hombres asi un facil acceso a la fama. Pero los criticos serios son aquellos capa- 22 23

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