ÍNDICE I CARPETA CONTENIDO PÁGINA CD 000 ÍNDICE I 001 AGRADECIMIENTOS 1 INTRODUCCIÓN A UN UNIVERSO CAMBIANTE 3 Ciencia y religión inadecuadas 4 Poscristiano y posmoderno 6 La vida de las formas 7 Plan del libro 11 Primera Parte – SIMPLICIDAD Y COMPLEJIDAD 13 CAPÍTULO I FIASCO EN BERLIN 13 002 CAPÍTULO II COMPARTIR EL LENGUAJE Y LOS VALORES CÓSMICOS 18 CAPÍTULO III LA COMPLEJIDAD EN LA ARQUITECTURA Y EL URBANISMO 22 LA CIENCIA DE LA COMPLEJIDAD: NÚCLEO DEL CAPÍTULO IV 25 POSMODERNO CAPÍTULO V SATANIZACIÓN DEL MOVIMIENTO MODERNO 27 CAPÍTULO VI ¿CUÁNTA COMPLEJIDAD? – UNA AXIOLOGÍA CÓSMICA 30 003 CAPÍTULO VII EL POETA IDEAL 35 Segunda Parte - ¿EN QUÉ LENGUAJE CONSTRUIREMOS? 38 CAPÍTULO VIII AUTOSIMILITUD (FRACTALES) Y EXTRAÑOS ATRACTORES 39 CAPÍTULO IX NO LINEALIDAD 42 CAPÍTULO X LA ARQUITECTURA DE ONDAS Y TORSIONES 45 004 CAPÍTULO XI PLIEGUE, CATÁSTROFE Y CONTINUIDAD 48 CAPÍTULO XII EMEREGENCIA SÚBITA – FASES DE TRANSICIÓN 54 005 CAPÍTULO XIII PROFUNDIDAD ORGANIZATIVA 59 El tiempo y la profundidad 65 CAPÍTULO XIV SUPERPOSICIÓN ¿SE PUEDE INCORPORAR EL TIEMPO? 69 006 CAPÍTULO XV EL FILO DEL CAOS Y PROPÓSITO DEL UNIVERSO 77 CAPÍTULO XVI EL RETO ECOLÓGICO Y LA EXTINCIÓN DE LAS ESPECIES 83 007 CAPÍTULO XVII ARQUITECTURA VERDE 86 008 CAPÍTULO XVIII LA GAIA ¿ES TEOLÓGICA? 95 009 CAPÍTULO XIX DEL HIGH TECH A LA TECNOLOGÍA ORGÁNICA 101 Sigue pág. II ÍNDICE II CARPETA CONTENIDO PÁGINA CD 010 Tercera parte – ARQUITECTURA COSMOGÉNICA 111 CAPÍTULO XX – EL SORPRENDENTE UNIVERSO Y LA ARQUITECTURA CÓSMICA 112 La responsabilidad de la metáfora 118 011 Arquitectura cósmica 121 012 CAPÍTULO XXI ARQUITECTURA COSMOGÉNICA 128 CAPÍTULO XXII ¿OTRA ESTÉTICA? 134 CAPÍTULO XXIII LO ESPIRITUAL EN ARQUITECTURA: LA CREATIVIDAD EN 013 ACCIÓN, LA COSMOGÉNESIS EN EL CONTENIDO 139 CAPÍTULO XXIV RECAPTURAR EL ESPÍRITU DE LA BAUHAUS: “YALP” 143 014 CAPÍTULO XXV EL RETORNO A UNA NATURALEZA DIFERENTE 148 Evaluación de una segunda naturaleza 149 Reduccionismo no: elevación 151 015 CAPÍTULO XXVI LOS CRITERIOS PARA LA ARQUITECTURA 156 POSDATA 160 LA ARQUITECTURA ADQUIERE LA FORMA DEL TERRENO 160 016 NOTAS 175 LA ARQUITECTURA EN UN UNIVERSO CAMBIANTE PROPUESTA para una POLEMICA: CÓMO la CIENCIA de la COMPLEJIDAD ESTÁ CAMBIANDO la ARQUITECTURA y la CULTURA CHARLES JENCKS A mi hija Lily, que brinca Título original: THE ARCHITECTURE OF THE JUMPING UNIVERSE A POLEMIC: HOW COMPLEXITY SCIENCE IS CHANGING ARCHITECTURA AND CULTURE Charles Jencks Academy Editions – Revised Edition, West Sussex, 1997 Traducción: ELSA RUTH MARTINEZ CONDE LEO C. J. STELLINO FERRARIS A Ana Isabel, que lo hubiera hecho mucho mejor PARA EL USO INTERNO EXCLUSIVO DE LA FACULTAD ARQUITECTURA - U.M.S.N.H. Septiembre, 2002 1 AGRADECIMIENTOS Empecé a escribir la primera edición de esta amable polémica poco después de que Jeffrey Kipnis y yo organizáramos un simposio sobre La Teoría de la Complejidad y la Arquitectura en la Asociación de Arquitectos de Londres. Inevitablemente, debo agradecer a la AA por facilitarme el lugar y el pretexto para tratar ambos temas en conjunto y particularmente a Jeffrey por su colaboración y crítica. El ha iluminado muchos aspectos de este campo de conocimientos tanto con sus diseños como con sus comentarios. Maggie Keswick, mi fallecida esposa, aportó su rigurosa corrección a la maraña de mi prosa, extirpó la mayor parte de sus infortunados enredos y también me proporcionó algunas ideas sumamente útiles. Estoy muy agradecido por sus continuos consejos a ella y a Maggie Toy, mi editora en Academy. Rem Koolhaas me estimuló a concretar ciertos enfoques que en un principio me resistía a adoptar, pero he aceptado su guía debido a la naturaleza personal de cierta polémica, aunque no tanto como él hubiera querido. Una vez más Charlene Spretnak me condujo a través de ciertas ideas sobre ecología y nuestra relación con la naturaleza y asimismo ha mejorado mis expresiones en innumerables formas. Estoy en deuda con ella por su paciencia con respecto a varias exasperantes complicaciones, como por ejemplo lo de la bomba de población, que fueron una amenaza al desarrollo de este texto. Mi secretaria, Valery Zakian también tuvo que armarse de mucha paciencia para editar las pruebas. Del personal de Academy Editions Ramona Khambatta, Phil Kirwin y Mario Bettella manejaron con habilidad el laberinto de correcciones en este texto. Les agradezco su eficiencia bajo la presión impuesta por la fecha límite de la Navidad. Y, para la segunda edición, y otra fecha límite navideña, Andrea Bettella, Rachel Bean, Alistair Probert y mi secretaria, Sandra Rothwell trabajaron hasta lo imposible con inmejorable sentido del humor. Pero por sobre todo, Peter Eisenman ha sido mi más incansable crítico y contendiente arquitectónico. Conozco a Peter desde fines de los ’60, cuando recorríamos senderos diferentes pero relacionados. A lo largo de todos estos años a menudo hemos discutido y debatido sobre arquitectura, pero estuvimos de acuerdo en no coincidir. Luego, a fines de los 80, para sorpresa de ambos, nuestros derroteros comenzaron a converger. Entre otros asuntos, nos unieron la ciencia contemporánea y la Teoría de la Complejidad. Y bueno aquí estamos, para nuestra sorpresa, tenemos una buena amistad... ¿podría decir accidentalmente que la causa fue una propiedad emergente que teníamos en común? De todos modos, debo a Peter muchas sugerencias (sus positivos comentarios en cosas tales como “exceso”, emergencia y superposición) y su crítica negativa sobre asuntos como una “nueva estética”. Por supuesto, no hice todos los cambios que me sugirió, pero me siento inspirado por su ejemplo infatigable, su valentía y también por su singular arquitectura. Todas las imágenes fueron cedidas por cortesía de los arquitectos a menos que se especifique lo contrario. 2 Cuatro saltos hacia la conciencia. Cada uno de los cuatro mundos emergió en forma impredecible a partir de una pequeña parte de su antecesor y nuestro propio mundo es el primero en reflejar las causas y leyes subyacentes. Una parte de estas leyes, el Código Cósmico que lentamente están decodificando los científicos, creó la explosión inicial mal llamada “Big Bang” (gran explosión). Porque son nuevos, los mundos holísticos realmente emergen con sus propias leyes e individualidad internas, por lo que el programa reductivista de la ciencia moderna sólo va a producir verdades parciales. 3 INTRODUCCIÓN: UN UNIVERSO SALTARIN Dios no está en los cielos, el Príncipe ha perdido a su esposa y todo anda mal en el mundo. Durante más de cincuenta años nos hemos quejado de que la sociedad ha perdido su orientación. Pero el problema empezó antes; desde que Copérnico desplazó al hombre del centro de las cosas, Darwin le dio un árbol genealógico de monos para balancearse, y Freud convirtió a su amable alma en una psique impulsiva, muchos han supuesto que esta desorientación es permanente. Por supuesto, Nietzsche celebró la muerte de Dios porque el hecho conducía a la libertad y al poder del hombre futuro, el superhombre, y recientemente los deconstructivistas y el Arzobispo de Canterbury, para citar los opuestos, han llegado a conclusiones diferentes con relación a este cambio secular. Sin embargo, coinciden en una cosa: la sociedad carece de dirección, se está desintegrando en irritados fragmentos. Muchos posmodernos dicen que es confuso porque no existe una filosofía compartida ni una “metanarración”. En este trasfondo de desacuerdos y declinación, sin que nadie se haya dado cuenta, ha crecido algo. Ha empezado a surgir una nueva concepción del mundo. En Occidente, por primera vez desde el siglo XII, estamos empezando a construir una historia total que podría unir a los pueblos del globo: una metanarración del universo y su creación. Esto emerge de la ciencia y de la cosmología contemporáneas, que nuevamente están formulando esos profundos interrogantes: ¿de dónde venimos? ¿qué somos? ¿cómo nos integramos a un mundo cambiante? Nuestra reciente capacidad de comprensión es única. Somos la primera generación en conocer la edad aproximada del universo, su origen probable, las principales líneas de su historia y su principio fundamental de complejidad creciente. Somos los primeros en descubrir las principales leyes de su desarrollo, y la creatividad, belleza y catástrofe que han de traer consigo. Somos los primeros en comprender el significado de nuestro lugar en un proceso simple, en continuo desarrollo, que ha durado ya unos quince billones de años y somos los primeros en celebrar y cuestionar estos descubrimientos. En realidad, poseemos una noción más creativa de la naturaleza que la que pudieron concebir los cristianos o el movimiento moderno. ¿De qué noción se trata? Es la improbable idea (especialmente sorprendente para quienes creyeron que la naturaleza era una máquina o, como Darwin, que se desarrollaba gradualmente) que el universo avanza a saltos. Como voy a demostrar con las teorías de no-linealidad [non-linearity], de catástrofe y de emergencia, la naturaleza atraviesa repentinas fases de transición parecidas a los brincos del cuantum. Es cierto que sí hay continuidades y evoluciones graduales, pero la historia básica del universo consiste en saltos de organización creativos, sorpresivos. Las religiones tradicionales enfatizan la constancia; el movimiento moderno, con sus modelos mecánicos, subraya la predictabilidad, pero el cosmos es mucho más dinámico que lo que puede ser un mundo prediseñado o una máquina inerte. Pensemos en lo improbable de su historia. En los últimos quince billones de años realmente sólo se han producido cuatro cambios realmente fundamentales. Algo que infortunadamente recibió el nombre de “gran explosión” [“big bang”] creó energía, este impulso dinámico se congeló parcialmente en materia, luego la materia brincó 4 hacia la vida y la vida nos produjo a nosotros, criaturas sensibles y con conciencia. Son sólo cuatro actos principales, aunque en el Capítulo XX voy a mostrar muchos actos menores. Para apreciar totalmente el extraño significado de los cuatro saltos mayores y de los muchos menores, se necesitaría condensar esos quince billones de años en una película de dos horas, realzando el drama de la secuencia de sucesos y de los misterios de la emergencia. ¿Por qué habrían de surgir, dentro del código cósmico, la energía y luego la materia? Este código es una selección de las leyes posibles capaces de cohesionarse para formar un universo. ¿Podrían estas leyes ser, como lo dijeron el profeta Isaías y el cosmólogo Stephen Hawking, “pensamientos de la mente de Dios”? ¿Están bien equilibradas, incluso bien afinadas? ¿O se trata de burdas contingencias, de una suerte improbable, aproximadamente de un billón de billones contra uno? Y aún así, ¿por qué habrían de producir sociedades de insectos y animales con sentimientos; por qué de repente emerge la ciencia del mundo físico? O, el salto que ahora nos sorprende suspendidos en el aire, ¿por qué han de ser nuestras mentes y nuestras matemáticas tan eficientes como para descubrir el código cósmico? Ahora se conocen, y ya no se discuten, los hechos que produjeron cada salto, pero la explicación sigue siendo enigmática. Cada brinco es un gran misterio y (aparece ahora, con la propia teoría de la emergencia) todo el tiempo nuestro mundo cotidiano presenta una serie de saltos menores, de “emergencias”, como a veces se los llama. Las implicancias de esta nueva visión del mundo son inquietantes porque nos demuestran que la violencia y la extinción masiva son partes esenciales de la evolución. Sin embargo, también son prometedoras, porque sugieren que en alguna forma fundamental, estamos inmersos en las leyes del universo. No somos, como lo creyeron el movimiento moderno y los nihilistas, totalmente accidentales ni estamos alienados del mundo. Los rasgos principales de la historia del universo que he bosquejado ahora se aceptan como parte corriente de la ciencia, pero aun así, queda abierta la pregunta más crucial: ¿quién va a interpretar esas leyes: sólo los científicos y los teólogos? Y ¿qué lenguaje han de usar, qué metáforas y qué arte son los más adecuados a la historia? Se me ocurre que aquí nuestra cultura se encuentra ante un problema crónico y deprimente. Ciencia y religión inadecuadas La ciencia y la religión han sido los principales medios que hemos utilizado para explicar los verdades fundamentales, pero ambas tradiciones resultan ahora inadecuadas para presentar el significado de los recientes descubrimientos. Ante las extraordinarias verdades que han surgido, ambas sufren de autismo cultural. Es cierto, como lo dice el teólogo Thomas Berry, que la ciencia es el medio más prolongado y continuo de meditación sobre el universo. También es una meditación progresiva, es decir, que da como resultado, y muestra en sí, el progreso. Pero es posible que los científicos no comprendan la magnitud de sus teorías que, según la naturaleza de la ciencia, tienen que ser muy limitadas y especializadas. O, lo que también es malo, tal vez no puedan interpretar sus alcances en forma más completa y cósmica, dentro de la amplitud de la tradición cultural y espiritual. Como voy a exponer en la Tercera Parte, tienden a explicarse mediante metáforas de adolescentes. ¿De dónde vino el universo? De la “gran explosión”. ¿Cómo va a terminar? Con el “gran crujido” [Big Crunch]. Y ¿qué es lo que constituye el 90% de 5 esta cosa básica? “Machos” y “blanduchos” [“wimps”]. Por tradición gran parte de la ciencia está desarrollando sistemáticamente una visión gris del universo, algo que trivializa su grandeza. La razón va al corazón mismo de la moderna visión del mundo. Muchos científicos actuales, como Richard Dawkins, piensan que la naturaleza carece de objetivo (su precepto es “No pregunten por qué”) o de lo contrario, que es maligna, es decir, que se basa en la guerra. Se han tragado el amplio enfoque darwiniano y, a su vez, éste los ha devorado: terminan considerando a “los genes del egoísmo” como verdades fundamentales. También los teólogos tienen criterios limitados porque en su mayoría están sujetos a creencias del pasado y a explicaciones tradicionales. Para evitar el anatema, tienden a meter los nuevos descubrimientos dentro de las antiguas escrituras. Qué deprimente, qué alienante; este tradicionalismo nos aisla de la naturaleza y de la historia progresiva del universo. Es verdad que hay algunos maestros religiosos que tienen una visión más profunda: por un lado, informada por la cultura y por otro, articulada con nuestra relación con el cosmos desde lo íntimo. Cuando hacen la distinción entre los aspectos benignos y hostiles, es posible identificarse con algunos de los significados cósmicos más positivos y darse cuenta de cómo hemos madurado a partir de una pequeña selección de éstos. Es posible que la naturaleza haga sus propias podas con la guerra, que ponga en acción fuerzas egoístas, pero su capacidad de auto-organización es más profunda, más benigna, y da infinitos dones de belleza, goce y energía: algo para celebrar. Por lo tanto, el universo presenta dos aspectos básicos: el selectivo y el auto- organizador; y dos diálogos básicos con la naturaleza: el científico y el religioso. El primero nos da las leyes externas y el segundo las leyes internas que nos permiten relacionarnos con la naturaleza; o, para decirlo en forma más simple, ecuaciones objetivas y una proyección poética de nuestro lugar en el mundo. Pero ambos diálogos han perdido el criterio más amplio y se han quedado en lo local, en lo defensivo, en lo que carece de ingenio, de drama, de grandeza y de sorpresa, y la nueva historia del universo no contiene más que sorpresas. Ambos fracasos serían deprimentes si fueran los únicos discursos, pero allí donde la ciencia y la religión han resultado inadecuadas para interpretar la visión de un mundo emergente, se ha abierto una fisura y una oportunidad para otros con un trasfondo cultural diferente. Aquí puede penetrar el artista, el arquitecto y el escritor, para construir un nuevo territorio, presentar sus quejas por las realidades mal nombradas y crear mejores metáforas y comprensión. Principalmente, voy a dedicar el presente libro a otros y a dar mis argumentos sobre un caso más general, pero dentro de mi propia labor de diseñador en Escocia he comprobado algunos de estos supuestos. Junto con científicos, artesanos y mi fallecida esposa Maggie Keswick, he buscado nuevas formas, modelos y metáforas para narrar la historia cósmica, para simbolizar el despliegue [unfolding] del universo. Como se trata de un proceso y no de una entidad estática, la he llamado “cosmogénesis”. ¿Cómo presentar el dinamismo de esta historia? En un modelo esférico aparece como un globo holístico que brota desde el centro en espiral, como una ola que va adquiriendo fuerza (ver página 97). No obstante, si se presenta como un proceso que se desarrolla a brincos, se puede concebir como una trompeta en expansión con treinta saltos representados por los escalones (ver página 119). Sin embargo, exactamente la misma narrativa se puede 6 representar con una metáfora distinta: en la terraza de un jardín los cuatro saltos aparecen como quiebres en la simetría dentro de un patrón de césped y grava. Estos terminan en el brinco hacia la conciencia: una seto en crecimiento que va a sobrepasar el nivel del muro y de la terraza. Por lo tanto, tenemos tres soluciones diferentes, todas compatibles con el modelo estándar del universo y todas las alternativas de la metáfora de la “gran explosión”. Poscristiano y posmoderno La ciencia y la historia teológica corrientes se transforman aquí en lo que podrían llamarse poscristiano y posmoderno, porque surgen por igual del cristianismo y de lo moderno. El propio movimiento moderno fue poscristiano, pero se basó en una ciencia mecanicista y en el concepto de que el universo se fue desarrollando gradual y determinísticamente. Por el contrario, las “ciencias de la complejidad” explican un mundo más creativo, un panorama lleno de muchas ciencias emergentes, como los fractales, la teoría del caos, la dinámica no lineal y la propia teoría de la complejidad (en la página 114 se presenta un gráfico de la evolución de estas ciencias). En conjunto, describen una entidad que se parece más a un organismo dinámico que a una máquina inerte y algo que, según la concepción cristiana del mundo, tiene cierto propósito o telos, aunque no una teleología final. Charles Jencks, Terraza con simetría rota, Escocia, 1995. Los cuatro brincos de izquierda a derecha: (1) irrumpe la energía en líneas rectas; (2) emerge la materia para curvar el espacio y el tiempo; (3) emerge la vida a partir de la materia, forma oval; (4) conciencia, emerge un seto vivo y crece. ¿Qué tienen en común esta concepción de la cosmogénesis y la del mundo cristiano? El núcleo de la fe cristiana es la historia del Génesis que culmina en Cristo, una idea lineal, secuencial de la historia e, incidentalmente, esto la distingue de muchas otras religiones. Esta narración de la historia, con su teleológico comienzo, su parte media y el final, condujo a la moderna noción del desarrollo progresivo. Ahora sabemos que el tiempo tiene más de una flecha positiva (la Segunda Ley de la Termodinámica implica disolución), pero la idea del tiempo como elemento creativo y direccional ha sido tomada tanto de los cristianos como del movimiento moderno para transformarse en una nueva historia de la cosmogénesis, del universo como ente auto-organizador que se va desplegando hacia ciertas direcciones. Paradójicamente es una historia difícil de aceptar hasta por sus propios inventores, como Einstein, que tanto deseaba creer en un universo estático, perfecto, eterno, que durante diez años anduvo traspapelando sus ecuaciones. 7 La vida de las formas Para que artistas y arquitectos puedan representar el nuevo enfoque del mundo con su dinamismo y su incesante fecundidad, es preciso hallar nuevos lenguajes expresivos, o bien desarrollar mejor los previos. La vida de las formas en el arte es la medida de la cosmogénesis. En este sentido, una estética de la creatividad es la que finalmente ha de juzgar el proceso cósmico. Por supuesto, “Hazlo de nuevo” ha sido el principio de lo moderno desde Wordsworth hasta Ezra Pound y “La tradición de lo nuevo” ha sido un cliché desde que Harold Rosenberg acuñara la frase en los años ’60. La novedad que aquí se propone, típica del proceso cosmogénico, es la del DNA cambiante o la de una galaxia en despliegue, que también guarda memoria de su pasado. Es la típica creatividad posmoderna, una creatividad doblemente codificada que vincula el pasado, el presente y el futuro en un continuum incluyente. ¿Cuáles son algunos de sus productos? A escala grande, los autores Michael Batty y Paul Longley han identificado una nueva forma de pensar sobre la vida urbana: su libro, Ciudades fractales, 1994, describe la forma dinámica, pulsátil, del crecimiento y la muerte de la ciudad. Londres y Los Angeles son ciudades típicamente fractales, burbujas con formas estrelladas que parecen fluctuar y desarrollarse a lo largo de las líneas electrónicas de comunicación. Al volar sobre ellas por la noche, o mejor aún, desde la perspectiva de un satélite, empieza a asomar la verdad de estos cuerpos blandos, cuya vida depende de la muerte y renovación constantes a través del crecimiento de los pequeños comercios. Las ciudades reales son muy diferente de los modelos mecanicistas que Le Corbusier y otros modernos impusieron a este proceso vital, y, teniendo en cuenta el paradigma fractal, ahora, para trabajar, los planificadores se pueden acercar mejor a este crecimiento sutil y finamente texturado. Un nuevo lenguaje de las formas basado en el diseño fractal está empezando a permear nuestros cielos y paisajes. El avión Stealth Fighter F-117A y sus subsiguientes derivados, se diseñaron para que fueran invisibles al radar, y este requerimiento ha generado una serie de formas similares a sí mismas capaces de reflejar los rayos del radar. El resultado se parece a la reciente arquitectura fractal: planos y formas cristalinas fractales, formas que captan la luz y la sombra en un claroscuro brillante. Esto recuerda las estructuras de vidrio que los arquitectos expresionistas propusieron en la década de 1920, pero las láminas plegadas responden a un razonamiento diferente y no se han diseñado para que se parezcan a cristales: han sido generadas por las computadoras y por nuevas condicionantes, de manera que su lenguaje formal es muy diferente. Toby Russell, que trabaja a escala pequeña diseñando cuencos y vasos, acentúa esta misma estética fractal utilizando superficies muy pulidas. Estas reflejan curvas similares a sí mismas multiplicando así su similitud. Pero hay misteriosos puntos oscuros, pliegues y sombras que también titilan en la superficie, una consecuencia de la retroalimentación de reflejos sobre reflejos. En su proyecto para una ampliación del Museo Victoria y Alberto de Londres, Daniel Libeskind ha producido una arquitectura fractal que surge del suelo en una serie de seis brincos. Son seis cajas que se empujan hasta penetrarse, en parte cubos, en parte romboides, como el as de diamantes. Los muros chatos que se intersectan de acuerdo con los cálculos del ingeniero Cecil Balmond, se transforman con la estructura, permitiendo interiores libres de columnas, de modo que las formas
Description: