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La Alhambra y el Generalife de Granada PDF

46 Pages·2008·1.11 MB·Spanish
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Artigrama, núm. 22, 2007, 187-232 — I.S.S.N.: 0213-1498 La Alhambra y el Generalife de Granada JOSÉ MIGUEL PUERTA VÍLCHEZ* Resumen Se ofrece aquí una síntesis sobre el conjunto monumental de la Alhambra y el Generalife atendiendo a su evolución histórica y a sus principales características constructivas, decorati- vas y simbólicas, a partir de las aportaciones de la tradicional y reciente historiografía, y pres- tando especial atención a los textos árabes nazaríes y a los nuevos datos toponímicos, históri- cos, poéticos y funcionales que de algunos importantes espacios alhambreños han aparecido recientemente. A synthesis about the monumental site of the Alhambra and Generalife is given here, according to its historical evolution and its main constructive, decorative and symbolic cha- racteristics. The article takes the contributions of traditional and recent historiography as a starting point, paying special attention to Nasrid Arabic texts and the new toponymical, his- torical, poetic and functional data recently arisen about some important spaces of the Alham- bra. * * * * * El derrumbamiento del estado almohade y la subsecuente creación del reino nazarí de Granada por parte de Muhammad b. Yusuf b. Nasr Ibn al-Ahmar, conlleva el desarrollo de una nueva y postrera actividad edi- licia islámica en el reducido territorio de al-Andalus, que brillará con luz propia hasta la actualidad por haber creado el excepcional conjunto monumental de la Alhambra y el Generalife, síntesis y culminación de la gran arquitectura andalusí, hoy Patrimonio de la Humanidad y uno de los sitios con mayor poder de atracción sobre multitud de personas de todas las geografías. La fortaleza roja Muhammad I (g. 1232-1273), perteneciente a una noble familia de origen árabe establecida en Arjona, se proclamó sultán en esta ciudad jiennense en 1232 y, tras declararse vasallo de Fernando III de Castilla, entró pacíficamente en Granada el mes de mayo de 1238 y se instaló en el palacio zirí del siglo XI de la Alcazaba Qadima (Antigua), en la parte * Profesor Titular de la Universidad de Granada. 188 JOSÉ MIGUEL PUERTA VÍLCHEZ superior del actual barrio del Albaicín. Muy poco después ordenó erigir una nueva sede monárquica sobre la colina de la Sabika (lingote), en el sitio llamado al-Hamra’ (la Roja), donde marcó los cimientos de la nueva fortaleza, puso a quien dirigiese las obras, la irrigó abriendo una acequia con caudal propio y, en menos de un año, estaban listas sus murallas, según el ms. anónimo de Madrid y Copenhague. El lugar elegido, la parte más occidental de la colina, tenía ya denominación y cierto pasado arquitec- tónico castrense, por cuanto que las crónicas árabes se refieren a una Qala‘t (fortaleza), Ma‘qil (refugio) o Hisn (castillo), llamada siempre al-Hamra’ (La Roja), en la que se refugieron los árabes en las luchas que sostuvieron con los muladíes de la Cora de Elvira en tiempos del emir cordobés ‘Abd Allah (g. 888-912). Más tarde, entre 1052 y 1056, el visir judío Yusuf Ibn al-Nagrila al servicio del rey Badis, construyó, con la pro- bable intención de proteger el barrio judío de la ladera sur de la colina, una nueva fortificación, que unió, además, a las murallas de Granada, y que el último rey zirí de Granada, ‘Abd Allah (g. h. 1073-1090), remo- zará antes de su destronamiento por los almorávides. Los almohades, en fin, volverán a utilizar la entonces también llamada al-Qasaba al-Hamra’ (Alcazaba Roja), hasta que con la llegada de Muhammad I se inicia una verdadera refundación del lugar con consecuencias de mucho mayor alcance (fig. 1). El nuevo soberano nazarí, cuyo apellido familiar, al-Ahmar (el Rojo), venía a coincidir con la denominación que ya tenía el lugar y, asimismo, con el topónimo de Granada, de origen latino y vinculado a la fruta de la granada y a su color, nació precisamente en 1195, el año de Alarcos, como dice Ibn al-Jatib, y tomó para su nueva dinastía uno de los lemas de las banderas almohades triunfantes en la batalla de Alarcos en signo de continuidad: la conocida expresión Wa-lagaliba illaAllah(No hay ven- cedor excepto Dios), que será estampada en los más diversos objetos y documentos cortesanos, así como en los muros de los palacios construi- dos a partir del siglo XIV. Mas, desde el punto de vista estrictamente arqui- tectónico, la empresa de Muhammad I fue realmente trascendental: mandó construir la Acequia Real (saqiyat al-sultan) desde el río Darro, atravesando el Yˆabal al-‘Arus (el Monte de la Novia, hoy Cerro del Sol), homónimo del que acojió en el siglo X a Madinat al-Zahra’ en las inme- diaciones de Córdoba, lo que será determinante hasta el presente para dotar de agua, tanto a su Alcazaba como a las futuras almunias del Gene- ralife, Dar al-‘Arusa (La Casa de la Novia) y Alijares, más el fortín del Mawrur (Torres Bermejas) y el resto de los palacios, baños, jardines y viviendas de la colina. Bajo su reinado se desarrolla, asimismo, una nueva arquitectura militar propiamente nazarí, aunque enraizada en la almo- LA ALHAMBRA Y EL GENERALIFE DE GRANADA 189 1. Torres Bermejas (hisn al-Mawrur). 26. Palacio de los Leones (al-Riyad 2. Puerta antigua de entrada a la Alcazaba. al-Sa‘id: El Jardín Feliz). 3. Torre de la Vela. 27. Rauda (Rawda). 4. Torre del Homenaje. 28. Mezquita Mayor (al-masˆyid al-a‘zam) 5. Torre Quebrada. (Iglesia de Sta. M.ª de la Alhambra). 6. Torre del Adarguero. 29. Vivienda y baño (Baño del Polinario) 7. Barrio Castrense. junto a la Mezquita Mayor. 8. Baño. 30. Partal Alto. 9. Aljibe. 31. Palacio del Partal. 10. Caballerizas. 32. Oratorio del Partal. 11. Torre y Puerta de las Armas. 33. Puerta de la Alegría (Bab al-Faraˆy). 12. Puerta de la Tahona (dentro del Cubo). 34. Torre de los Picos. 13. Puerta del Vino. 35. Camino medieval hacia el Generalife. 14. Calle Real. 36. Generalife. 15. Puerta de la Justicia (Bab al-Sari‘a). 37. Torre del Cadí. 16. Patio de los escribas del Mexuar. 38. Torre de la Cautiva (qalahurra de 17. Patio del Mexuar privado (Patio de Yusuf I). Machuca). 39. Torre de las Infantas (qalahurra de 18. Pabellón de la Victoria (bahw al-Nasr) Muhammad VII). (Torre de Machuca). 40. Palacio de Abencerrajes. 19. Mexuar. 41. Antiguo convento de San Francisco 20. Oratorio del Mexuar. (Parador Nacional). 21. Cuarto Dorado, Patio del Cuarto 42. Barrio Artesanal. Dorado y Fachada de Comares. 43. Torre de las Cabezas. 22. Patio de Arrayanes. 44. Bab al-Gudur (Torre de los Pozos) 23. Torre de Comares. (Puerta de los Siete Suelos). 24. Baño Real. 45. Torre del Agua. 25. Torre de Abu l-Yˆuyus Nasr (Torre del 46. Bastión del s. XV. Peinador de la Reina). Fig. 1. Croquis del conjunto monumental de la Alhambra y el Generalife. 190 JOSÉ MIGUEL PUERTA VÍLCHEZ hade, consistente en la mayor elevación y esbeltez de sus torres gracias a un progresivo adelgazamiento de los muros en altura y a sistemas de abo- vedamiento más variados y elegantes que los precedentes, con lo que sus edificios ofrecen una mayor sensación exterior de poderío militar, subra- yado por la elevación de la colina de la Sabika, y establecen un diálogo visual directo con Granada que regula el juego de miradas entre la corte y el pueblo. La fortaleza roja de Muhammad I (fig. 2) formó una espe- cie de trapecio irregular rodeado por una barbacana y doble muralla con dos torres principales a las que Ibn al-Jatib calificará de grandiosas (buryˆ a‘zam, ‘azim): la Torre de la Vela (de 16 m. de lado y 26,80 m. alt.), cuyos muros de hormigón tienen 4,60 m. de grosor en la base y albergan un sótano con entrada en el techo que se usaba de silo y/o mazmorra (matmura), y tres pisos superiores, cada uno de los cuales, más espacioso que el inferior, compuesto por cámaras centrales rodeadas por dos pasi- llos a modo de deambulatorio marcado por pilares; el interior tiene fábrica de ladrillo nazarí, con el que se da forma también a sus variadas bóvedas de aristas, baídas, esquifadas y de cañón que cubren estos espa- cios cuasi palaciales, cosa que sucede también en la Torre del Homenaje (de 12,12 x 10,46 m. de base y 26 m. alt.), aunque ésta se compone de seis plantas, la inferior asimismo con matmura y las superiores, desde la tercera, formadas por pilares centrales cruciformes, que recuerdan los de la Torre del Trovador de la Aljafería, y cuatro adosados; las bóvedas de arista y baídas otorgan de nuevo delicadeza arquitectónica al interior, que, como en el caso de la Torre de la Vela, tiene saeteras, lugares para la guardia y comunicación con los adarves. Su último piso es, novedosa- mente, una vivienda en torno a un pequeño patio central abierto al aire libre, que pudo servir, según sugirió Gómez-Moreno, de residencia al pri- mer sultán nazarí, como luego lo fue de los alcaides cristianos de la Alca- zaba. Tanto en la base de esta torre, como en las murallas norte de esta fortaleza, se hallan los restos más tangibles de las edificaciones de la Sabika del siglo XI. En la esquina sureste, se conservan, además, los restos de la Torre del Adarguero, desmontada. Todos estos edificios, y la generalidad de las murallas y torres posteriores, estuvieron revocados de blanco, de lo que quedan restos, así como descripciones que aluden a la elevación, blancura y brillo exterior de la Alhambra. En su interior, la Alcazaba acoge el llamado Barrio Castrense: una docena de casas conservadas sólo en planta que se distribuyen a ambos lados de una angosta y recta calle central, con sendos pasajes de entrada laterales junto a las murallas norte y sur, además de almacenes y dos silos subterráneos; la mayor de las casas, de unos 70 m2, está junto a la mura- lla norte y tiene una pequeña alberca central, letrina a la entrada y esca- LA ALHAMBRA Y EL GENERALIFE DE GRANADA 191 leras de ascenso a un segundo piso; pudo ser la vivienda de algún per- sonaje destacado, y en caso de peligro, estaba bien conectada con el adarve y la Torre del Homenaje. Al final del Barrio Castrense perduran, en la base de la Torre de la Vela, los restos de un baño árabe con sencilla deco- ración en el pavimento, y un aljibe en paralelo y conectado a él. En la Alcazaba de la Alhambra quedan igualmente tres puertas: la más antigua, al suroeste y cerca de la Torre de la Vela, es de reducidas dimensiones y tiene doble arco de herradura apuntado con buena fábrica de piedra sin decoración, salvo un alfiz, y entrada en recodo; probablemente pertene- ció a la fortaleza roja prenazarí; luego, en el siglo XIV, se añadió la Torre y Puerta de las Armas, sobre la que luego hablaremos, y la Puerta de la Tahona, situada en el foso, al pie de la Torre del Homenaje, que comu- nicaba la Alcazaba con el área palatina; la construcción del cubo, o torre semicircular, en época de Carlos V, la dejó oculta. La inexistencia de ora- torio en esta Alcazaba hace suponer que sus primeros ocupantes rezaban en una musalla al aire libre, tal vez situada en una explanada contigua a la Puerta de la Justicia. Aunque es posible que Muhammad I señalase el amurallamiento de toda la Sabika, como piensan algunos, para otros lo hizo su hijo Muham- mad II, lo cierto es que la fisonomía militar de la Alhambra sería com- pletada en lo fundamental por los sultanes del siglo XIV. En cualquier caso, Muhammad I dejó marcado el camino para lo que sus descendien- tes convertirían en una verdadera ciudad palatina asomada a Granada, que se sumaría a la tradición de las ciudadelas áulicas islámicas, separa- das a la vez que unidas con la capital. Ibn al-Jatib la describirá así, pro- mediado el siglo XIV: La Alhambra es cabeza de la capital del reino, sede del islam y refugio del poder, lugar en que se entrelazan las manos, armario del dinero y del tesoro. Después de haber sido terreno desértico y ruina yerma es hoy una novia dulcificada por la lluvia a la que cortejan los astros; un espacio, pues, en el que las funciones militares, regias, religiosas, económicas, administrativas y edilicias en torno a la figura central del soberano se unen a la invete- rada feminización simbólica del buen lugar y a los signos de fertilidad y lumínica elevación astral con que la retórica de la época idealiza esta arquitectura. Los palacios del siglo XIII A la muerte de Ibn al-Ahmar, su hijo y sucesor, Muhammad II (r. 1273-1302), dio un nuevo vigor cultural, administrativo y arquitectónico al sultanato nazarí. Además de construir seguramente el Cuarto Real de 192 JOSÉ MIGUEL PUERTA VÍLCHEZ Fig. 2. Alcazaba de la Alhambra (dibujo de Miguel Salvatierra). Santo Domingo, una torre con salón protocolorio o qubba encajada en la muralla del barrio de los Alfareros, hoy Realejo, completó problablemente el cerco de la Sabika y, dentro de ésta, erigió el área palacial del Partal Alto, al sur del actual Partal (al-Bartal o al-Burtal: arabización de Pórtico), con jardines, baño, viviendas privadas, patios, y un eje principal con salón y pórtico abierto a un patio con una alberca de 6,18 x 27,45 m. y andén perimetral, todo ello conectado con la Bab al-Faraˆy (Puerta de la Ale- gría) (luego Torre de los Picos y Puerta de las Armas). De su palacio del Partal Alto sólo quedan huellas en planta, ya que fue demolido hacia 1734-5. A Muhammad II, que fue posiblemente también quien estableció junto a este palacio suyo la Rawda, es decir, el cementerio regio nazarí, se le atribuye la primera construcción nazarí de la almunia del Genera- life, extramuros de la Alhambra, a la que se accedía directamente desde la citada Bab al-Faraˆy. Con el segundo soberano nazarí se cierra la arqui- LA ALHAMBRA Y EL GENERALIFE DE GRANADA 193 tectura palatina nazarí del siglo XIII, a la que hay que añadir, intramu- ros de la Alhambra, el Palacio de los Abencerrajes, adosado a la muralla meridional en la mitad de la Sabika, y cuyos restos muestran una torre con qubba interior bajo la que discurre el camino de ronda, una alberca larga y estrecha, y doble baño (uno del siglo XIII y otro del XIV), más los restos del palacio nazarí del entorno del exconvento de San Francisco (actual Parador Nacional), —primera sepultura de los Reyes Católicos—, por el que pasa la Acequia Real, y que sería reformado luego por Muham- mad V. No cabe descartar, pues, que el propio fundador de la dinastía nazarí, hubiera construido alguno de estos dos palacios e iniciado así la ocupación residencial y protocolaria del gran espacio colindante con la Alcazaba. Estos palacios alhambreños del siglo XIII presentan, en todo caso, semejanzas estructurales y decorativas con los de época almohade y taifa, a la vez que configuran una primera arquitectura áulica nazarí: salas-qubbasmodestas en torretas con distribución tripartita, pórticos abier- tos a patios alargados con alberca, pervivencia de los soportes de pilas- tras, zócalos de cerámica y pintados, decoración de sebkas, yeserías con atauriques y policromía (verde, rojo y azul), programas epigráficos en cúfico y cursiva, aunque todavía sin poemas ni lema nazarí, así como baños, jardines, fuentes, viviendas, sótanos y miradores. A Muhammad II se le deben también actuaciones administrativas y culturales de gran impacto para el futuro de la Alhambra. Muy intere- sado por el saber, se le llamaba el alfaquí, compuso poemas, formó una tertulia literaria e hizo traer a su corte a importantes sabios conocedores de las ciencias de los Antiguos, como Ibn al-Raqqam y al-Riquti; estable- ció, además, el doble visirato y, sobre todo, creó el Diwan al-Insa’ (Ofi- cina de Redacción) para agilizar el gobierno y la diplomacia estatales. Entre las misiones de los funcionarios-poetas que lo dirigían estaba la composición de casidas sultaniyyas (regias), que eran panegíricos dedi- cados al monarca en las festividades religiosas, bodas, nacimientos, cir- cuncisión de los príncipes, viajes, alardes militares, regreso de los ejérci- tos victoriosos, así como elegías para las ceremonias fúnebres, que a veces acababan en los epitafios de los sultanes. De ahí salieron, además, los poemas a estampar en los objetos artísticos de la corte y un nuevo género de poesía monumental que hace única a la Alhambra de Granada. En su reinado se inicia, en efecto, la gran saga de poetas de la Alhambra: Ibn al-Yˆayyab (1274-1349), su discípulo Ibn al-Jatib (1313-1374), y el alumno, y posterior enemigo a muerte de éste, Ibn Zamrak (1333-h. 1393), el sul- tán Yusuf III (1376-1417) y su poeta áulico Ibn Furkun (h. 1379/80-s. XV), quienes, a excepción del citado rey poeta, fueron dobles visires y ejercieron la máxima autoridad estatal después del sultán, o en ausencia 194 JOSÉ MIGUEL PUERTA VÍLCHEZ de éste. Aunque produjeron una poesía marcadamente oficialista, sus casi- das son de gran importancia para el estudio de la arquitectura, puesto que se funde espacial y semánticamente con ella, exaltan la figura ideal del soberano y despliegan una rica metaforización interna de los edifi- cios, de los que, en ocasiones, especifican incluso su función. La Mezquita Mayor, el Partal y la urbanización de la Sabika (1302-1314) Muhammad III (g. 1302-1309), también dado a la poesía, acomete, tras envenenar y suceder a su padre Muhammad II, la construcción de la Mezquita Mayor (al-masˆyid al-a‘zam), la de un nuevo palacio frente al de su antecesor, el actual Palacio del Partal, y establece la conexión, a tra- vés de la Calle Real Alta, entre la Puerta del Vino, seguramente de esta época (aunque Muhammad V la remozó después añadiéndole, bajo la llave, signo del umbral, el comienzo de la azora de la Victoria y exce- lentes paneles cerámicos de cuerda seca en la fachada interior), la Mez- quita Mayor, la Rawda y el Secano, donde se estableció el barrio artesa- nal, todavía mal conocido, pero en el que se han descubierto silos, pozos, hornos de cerámica, una curtiduría y casas, entre las que se encuentra el llamado palacio del almotacén, una amplia vivienda con alberca alar- gada en el patio y baño. La construcción de una Mezquita Mayor, en 1303 (de unos 50 x 60 pies), indica que la colina de la Sabika dejaba de ser un reducido emplazamiento castrense y se convertía ya en una ver- dadera ciudad en torno a la corte y a la administración central. Ibn al-Jatib hace constar la importancia de esta Mezquita, financiada con la capitación (ˆyiziya) impuesta a los infieles cristianos de las fronteras para rescatar unos sembrados; tenía buena obra de ladrillo, tres naves, mihrab saliente y magníficas columnas y valiosos capiteles de plata y ricas lámparas, de las que se conserva una en el Museo Arqueológico Nacional, que es de bronce calado, con lema nazarí, inscripción regia con fecha de fundición (1305) y finísimos atauriques. Junto a la Mezquita Mayor, Muhammad III construyó una vivienda y unos baños anejos, que han per- durado (Baño del Polinario), mientras que la mezquita fue consagrada por los Reyes Católicos como catedral, y después demolida en 1576, cons- truyéndose más tarde, sobre parte de su solar, la Iglesia de Santa María de la Alhambra. Su Palacio del Partal (fig. 3), con conceptos edilicios anclados aún en la etapa almohade y nazarí del siglo XIII, es un avance al mismo tiempo hacia la gran arquitectura áulica nazarí del siglo XIV: un gran patio con alberca central, pórtico (de 16,80 x 3,30 m.) de más envergadura que los LA ALHAMBRA Y EL GENERALIFE DE GRANADA 195 del siglo anterior, con cinco arcos peraltados, mayor el central, sosteni- dos por pilares (que Prieto Moreno cambió por columnas en 1965) y con paños de sebka calados, salón cuadrado de aparato (de 5,90 x 7,80 m.) dentro de una torre abierta por tres ventanas, en cada una de sus tres paredes, sobre la ciudad, tacas en la entrada, zócalos de alicatado con lacería de 8, 12 y 16, inscripciones en cúfico y cursiva y armadura atau- jerada con piñas de mocárabes en el almizate. La gran alberca central rectangular (de 25 x 13,60 m.) recupera la tradición palatina omeya cor- dobesa, con lejanos orígenes en las culturas mesorientales y mediterrá- neas preislámicas, y otorga una imponente masa de agua al lugar, en cuya superficie especular se refleja el pórtico, el salón y la torre conservados, así como la ciudad. El Salón del Partal, dentro de la torre que desde el finales del siglo XVIII se la sigue llamando Torre de las Damas, conserva una clara muestra de lo que debieron de ser los inicios de la poesía monu- mental alhambreña, con un sencillo programa poético de tres breves casi- das en cursiva: un pareado de tradición popular dedicado al Profeta, que todavía recitan los musulmanes, y otras dos composiciones asignables a Ibn al-Yˆayyab, a la sazón poeta áulico de Muhammad III; en una de ellas agradece a Dios sus dádivas y, en la otra, recurre a un decidido tono áulico, saludando a la mansión regia como lugar de alegría (surur) y feli- cidad (sa‘d) y solicitando que los deseos del constructor (bani) sean satis- fechos, que su noche sea amanecer y goce eternamente, protegiendo su reino (mulk) y dándole triunfos. Otro elemento destacado del Partal es la vivienda contigua al salón principal con íntimo mirador en la planta superior abierto al paisaje por ventanas entre pilares; tenía decoración de estuco representando ladri- llo rojo y tendeles blancos con banda de inscripción coránica en rojo sobre blanco, que ha quedado dentro de unas viviendas adosadas des- pués a la torre. La casa inmediata a la misma conserva los restos de inte- resantes pinturas murales descubiertas en 1907 debajo de los enlucidos de la pared, que son una muestra de pintura áulica mural sin parangón en al-Andalus, aunque con claros antecedentes orientales (fig. 4); muy deterioradas, su mano anónima las pintó, en la primera mitad del siglo XIV, sobre un fino estuco de yeso, con calcos y con colores batidos con yema de huevo, según los principios de bidimensionalidad, linealidad y narratividad discursiva, desarrollando, en cuatro franjas paralelas y per- filadas por cenefas ornamentales con cartelitas y breves inscripciones voti- vas, escenas de caza (hombres armados frente a leones y un oso), tien- das de campaña campaniformes con mujer sentada y siervos, dama sobre camello, caballos, mulos, un león atacando a un hombre aterrorizado, y escenas de música y entretenimiento, con laúd, guitarra, pandereta, flauta 196 JOSÉ MIGUEL PUERTA VÍLCHEZ Fig. 3. Palacio del Partal Bajo desde el Partal Alto. Foto: Agustín Núñez (Edilux). Fig. 4. Pinturas murales del Partal, fragmento. Foto: José Miguel Puerta Vílchez.

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Puerta antigua de entrada a la Alcazaba. 3. Torre de la Vela. 4. Torre del Homenaje. 5. Torre Quebrada. 6. Torre del Adarguero. 7. Barrio Castrense.
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