LA ACTITUD DE CERVANTES ANTE SUS ANTEPASADOS JUDAICOSl Daniel Eisenberg Cervantes Society l?fAmerim Por primera vez en la vida hablo ante un público en gran parte judío, en una universidad hebrea. Algo de lo que voy a decir, supon go que ya es conocido de todos. Al rnislllo tiernpo, hay aquí personas que saben mucho más de algunos aspectos de esta materia que yo, y pido disculpas por mis errores e insuficiencias. Algunas cosas que digo o explico serán conocidas por una parte, o todos, de los presentes: por ejemplo, explico qué son cristianos nuevos. Pero espero que al menos algo de lo que voy a decir no sea conocido de todos. Lo que sigue ha nacido como una conferencia vivípara. El con cepto es de Unamuno, quien dividió a los escritores en ovíparos y vi víparos. Los escritores ovíparos se preparan, hacen un esquema, dise ñan la obra entera antes de comenzar a escribirla. Los vivíparos -y en primer lugar Unamuno se colocaría a sí mismo, y en segundo lu gar, a Cervantes (quijotista inferior a Unamuno. según éste)- los es critores vivíparos se ponen a escribir sin saber más que el arranque de 1 Quisiera agradecer a Santiago López Navia y a Isabel Lozano Rellieblas por su ayuda en la corrección lingüística de esta ponencia. 56 CERVANTES ANTE SUS ANTEPASADOS JUDAICOS su obra, «a lo que salga» como dijo Unamuno. Éste es el caso de mi ponencia, cuyo tema propuse antes de saber lo que iba a decir ni las conclusiones a que iba a llegar. Escogí el tema, como casi todos mis temas, porque me interesaba. Se trataba para mí de una cuestión can dente, y si me comprometía a hablar sobre el tema, le tendría que de dicar el tiempo y la meditación necesarios. Me he dado cuenta, mien tras progresaba, de que estoy escribiendo, en el término de Berceo, «a ventura»: me he propuesto, atrevidamente, comentar la opinión de Cervantes sobre un tema que no discutió nunca, sobre el cual sólo hay datos indirectos y sobre el cual, que yo sepa, nadie ha escrito. Esta ponencia consiste en cuatro partes desiguales: 1. Sefarad; 2. Los cristianos nuevos; 3. Cervantes (la más larga); y 4. Don Quijote; más una apostilla con un pensamiento final. 1. SEFARAD La grandeza de la civilización judía en España será ampliamente conocida por algunos de los presentes, pero es relevante y no me cons ta que lo sea por todos los cervantistas. España, Sefarad como la llamaron, era el centro del mundo judío, de la cultura judía, en lo que hoy llamamos, en un término que no le conviene a España, la Edad Media2• Se fecha desde los siglos x y XI el mayor florecimiento de la cultura judía desde tiempos bíblicos. Hubo un renacimiento del hebreo corno lengua literaria, y se cornen zó a usarlo, por prinlera vez, para poesía no religiosa. Fue entonces cuando nacieron la filología, lexicografia y ecdótica hebraicas. Hubo científicos y filósofos judíos; los judíos participaban en el gobierno como en ninguna otra parte del mundo. No se puede elogiar dema siado. España, Sefarad, era líder del judaísmo medieval mundial. El concepto del sionismo, de aliyah, que los judíos deberían volver a su país original, tuvo su origen en aquella cultura judeoespañola. Allí tuvo su origen el misticismo judío conocido como Cabalá, vivo has ta la fecha en varias encarnaciones más recientes de diferentes nom bres. Piensen Uds. lo que sería el judaísmo sin sionismo y sin misti cismo y se darán alguna cuenta, si no lo apreciaban sobradamente ya, de la enorme contribución al judaísmo de los sefardíes. 2 Eisenberg. 20U3a. lJ. ElSENBERG 57 Incluso cabe hablar de un estado judío en España, con un monar ca judío: la única ocasión en que nos consta la existencia de un gene ral judío a la cabeza de un ejército judío, entre los tiempos bíblicos y el siglo xx (para aquellos que conocen algo de la historia medieval española, me reftero al reino zirí en la Granada del siglo Xl; es tema de una conferencia inédita mía, «Granada, el reino de las hadas»). Entremos en territorio aún más atrevido. Según el historiador de la arquitectura Bargebuhr3, los judíos granadinos intentaron recons truir el destruido templo judaico, mil años después de su destrucción en Jerusalén (los judíos presentes entenderán exactamente a qué me reftero, pero por si acaso y para los que no lo son, se trataba de cons truir, en España, no «un templo judaico» sino «el templo judaico», para reemplazar el destruido en Jerusalén, lo cual tendría implicaciones na cionales, teológicas y para el culto). Y también según Bargebuhr, lo que ha sobrevivido de aquella etapa del complejo de la Alhambra, aparte de los cimientos, es la conocida fuente de los doce leones. Unas estatuas que carecen de sentido en un contexto islánüco, pues en el arte musulmán no se representaban seres vivos, ni personas ni anima les, sólo plantas. Los leones son un conocido símbolo o icono judai co, y el número doce -las doce tribus bíblicas- tiene pleno signi ficado para la nación judía. Hasta la fecha se siguen buscando las tribus desaparecidas. Búsquenlas en el Internet y lo verán. España es insólita. Como todos Uds. saben, unos restos de esta civilización hispano judaica, dispersos por Europa y el norte de África, y ahora emigrados a Israel en gran parte, han sobrevivido hasta la fecha, cinco siglos des pués, con su variedad del castellano medieval, el ladino o judezmo. ¿Tiene todo esto algo que ver con Cervantes, siglos después? Espero mostrarles que sÍ. 2. CRISTIANOS NUEVOS Los cristianos nuevos apenas constituyen, hasta hoy, un campo de estudio. No tienen revista ni asociación. Es algo como era Al-Andalus, la España mora, hace un siglo, cuando no había sino un especialista 3 Bargebuhr, 1968. 58 CERVANTES ANTE SUS ANTEPASADOSJUDAICOS allí y otro acá. Ésta es la situación de los que estudian a los cristianos nuevos. Con la decadencia militar, política y económica de AI-Andalus (la España musulmana) en sus últimos siglos, los judíos españoles, que flo recieron tanto en ella, se trasladaron en gran parte a la Espaila cristia na, contribuyendo a su apogeo. Como todos Uds. saben, después de más de un siglo de discriminación, conflictos y conversiones forzadas, tres meses después de la conquista de Granada, Isabel la Católica de cidió, al parecer según sugerencia de su nuevo confesor Cisneros4, obli gar a los judíos a convertirse al cristianismo o abandonar el país. Fue un acto controvertido y criticado, incluso por cristianos, desde el pri mer momento, causa de un sufrimiento enorme y visible. Los judíos españoles salieron a cualquier lugar que los admitiera, aunque fuera por poco tiempo. Encontraron la mejor acogida en el imperio oto mano, contribuyendo a su prosperidad en el siglo XVI. El monarca oto mano dijo que España le mandaba sus mejores súbditos. Sí constituye un campo de estudio lo que pasó a estos judíos des terrados, que prosperaron en Italia, Holanda, Salónica en lo que hoy es Grecia", y otras ciudades. Después de 500 años se ha levantado la orden de destierro. Creo haber sido el primero en sugerir que, igual que se discute en mi país con relación a los descendientes de los es clavos, hay que estudiar la cuestión de una indemnización a los des cendientes de estos ciudadanos i~ustamente desterrados6. Ahora se permite la construcción de nuevas sinagogas en España7. Pero en lo que sigue, quisiera llamar su atención a los que no sa lieron del país, a los que se quedaron. Se discuten mucho las cifras exactas, pero es innegable que muchísimos -centenares de miles, pro bablemente- abandonaron su país, y muchísimos otros -otros cen tenares de miles- se quedaron. 4 Eisenberg. 1992. s Mazower, 2005. 6 Eisenberg, 2003a. 7 El viernes pasado en el Ncw \'Órk Times, hubo un artículo sobre una sinagoga neoyorquina que dejaba de existir, como ha sido el caso de varias, incluida la de mi abuelo, por los cambios demográficos de la ciudad. Esta sinagoga poseía seis Toras; era lo último que les quedaba, y no sabía qué hacer con ellas, a quién regalarlas. La pri mera, según el articulo, se fue «al sur de Espaíla», a una nueva sinagoga (Haberman, 20(5). D. EISENBERG 59 La realidad religiosa del siglo XVI, que es el siglo de Cervantes, na cido en 1547, se suele entender mal. Vaya citar un hecho clave: se dice y se piensa que 1492 significó el fin del Islam y del Judaísmo en la península ibérica. No es asÍ. El judaísmo, presente por todo el país, se prohibió en 1492. El Islam, presente sólo en el Sur y Levante, no se prohibiría en Castilla (es decir, Andalucía) hasta 1500, y en el orien te de la península sobreviviría durante otros veinte años. Más impor tante es que los judíos convertidos al cristianismo -los «conversos» podían quedarse para siempre dentro de España. A pesar del «peligro» cultural, económico o social que conllevaban, no representaron nin gún peligro político o militar; no tenían aliados en el extranjero que amenazaban, o podían amenazar, a España. En cambio, los descendientes de los musulmanes granadinos soña ron con su restauración política, y pedían repetidamente al imperio otomano que ayudara a la «reconquista» de España. Los musulmanes granadinos primero sufrieron un destierro interno a principios de los 70, el que llevaba a los padres de Aldonza Lorenzo a El Toboso, con el cual, entre otras cosas, se acabó con la industria de seda en España. Después, por buenos cristianos que hubieran llegado a ser, los moris cos, los descendientes de musuhnanes, fueron desterrados en su tota lidad del país. Así que hubo dos suertes diferentes para estos dos gru pos religiosos. Los moriscos salieron, pero los marranos, los cristianos nuevos de origen judío, se quedaron. Resultado de esta realidad de mográfica es que hubo a partir del siglo XVI, y hasta cierto grado en unos siglos anteriores, un mayor influjo en España de los nuevos cris tianos judíos que de los nuevos cristianos moros. Dicho sea de paso, no hay un término adecuado para referirse a los cristianos nuevos de origen judío. Para sí mismos nunca usaron un término propio, que yo sepa. Existe el término judío anusim, los for zados, pero no es lo mis1110. Muchos no erall «conversos» porque nun ca habían sido judíos. El término «marranos» es ofensivo, y «cristianos nuevos» sugiere que dentro del cristianismo cabe hablar de clases, que desde un punto de vista teológico es absurdo; todos los cristianos son iguales ante Dios. Pero el ténnino «cristianos nuevos» es corriente y útil, y no conozco otro mejor. Pronto se vio que algunos de los judíos convertidos continuaban su culto judío, tal como podían, en secreto. Ha habido bastante estu dio de este fenómeno, muy vigilado por la Inquisición -la Inquisición 60 CERVANTES ANTE SUS ANTEPASADOS JUDAICOS sí es un campo de estudio--, y sabemos hoy que hubo mucho más judaísmo secreto en el siglo XVI, y en fechas más tardías, de lo que se pensaba hace medio siglo~. A través del siglo XVI, hubo una serie de leyes, medidas y prácticas para identificar a los que todavía intentaban practicar el judaísmo, medidas como obligar a dejar abiertas las puer tas de las casas en los días de fiesta judíos, y obligarles al consumo de cerdo, carne ante la cual los cristianos genuinos no experimentarían ningún asc09• El prejuicio y hostilidad contra los judíos fácilmente se transfirie ron a los cristianos nuevos, que continuaban desempeñando los mis mos oficios. Se implantaron una serie de medidas legales, de estatutos llanlados de «pureza de sangre», para discriminar contra esta clase, sean las que hayan sido sus verdaderas creencias o prácticas religiosas. Se prohibió su entrada en universidades, la práctica de ciertos oficios, su emigración al nuevo mundo, y un largo etcéteralO. Igual que se pro dujo en la edad media una comunidad cristiana y otra judía, en el si glo XVI había una comunidad de cristianos viejos y otra de cristianos nuevos. Hay un vínculo directo entre las leyes de «pureza de sangre» y el antisemitismo alemán, en el siglo xx. Tema para otra conferen Cia. Llegado aquí voy a dejar el tema de los anusim, los judíos conver tidos a la fuerza o bajo presión, que no querían ser cristianos, que si guieron con el judaísmo en el grado que podían. Vamos a pasar al tema mucho más espinoso de los convertidos que no deseaban volver al ju daísmo. Entre ellos figuran muchos de las generaciones segunda, ter cera y cuarta, que no tenían contacto directo con una comunidad ju día tal como había existido en España hasta 1492. Éstos -los cristianos nuevos que no tenían ganas de volver al judaíslllO- constituyen el nuevo campo de estudio, nacido después de la Guerra Civil Española y asociado al principio con la figura de América Castro, refugiado en EE. UU., y con sus estudiantes norteamericanos como Gilman. Este nuevo campo, que pudiéramos llamar los estudios cristianonuevos, no ha sido acogido con entusiasmo ni por los católicos ni por los judí os. Pero es nlUy relevante para Cervantes. ~ Amiel. 1995, citado por Childers, 2004. 9 SicrofC 1960, y Gilman, 1972. 111 Sicroff, 1960. D. EISENllERG 61 Lo que se ha llegado a entender en la segunda mitad del siglo xx es hasta qué grado los intelectuales y líderes culturales del siglo XVI español eran descendientes de aquellos judíos sefardíes cultos, lecto res, pensadores e inquietos; sólo unos pocos, como Alejo Venegas11 o Miguel de Luna, eran moriscos. Sabemos ahora algo que no sabían nuestros padres o abuelos en 1936: que eran cristianos nuevos, des cendientes de judíos, Diego de San Pedro, Hernando del Pulgar, Antonio de Nebrija11, Fernando de Rojas, Luis Vives, Bartolomé de Las Casas, Francisco de Vitoria, el político Antonio Pérez, los médicos Andrés de Laguna y Juan Huarte de San Juan, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, el beato Juan de Ávila, Fray Luis de León, su amigo el hebraísta Benito Arias Montano, bibliotecario y capellán de Felipe n, Francisco Delicado, Feliciano de Silva,Jorge de Montemayor, Alonso de Ercilla, Mateo Alemán, y aquí vaya parar, aunque podría continuar, porque hemos llegado a Cervantes.Y vaya pedir a los his panistas presentes que piensen en qué quedaría de la cultura españo la del siglo XVI, restados estos nombres. Y para los que no son hispa nistas (algunos de los que figuran en esta lista incompleta serán conocidos sólo por los hispanistas) quisiera señalar que tenernos aquí no sólo a autores literarios sino a pensadores, a grandes figuras de la cultura cristiana, héroes del cristianismo en algunos casos, como Santa Teresa. Para decirlo con otras palabras, una parte importante del gran florecimiento cultural que se produjo en la España del siglo XVI es producto de la cultura antiguamente sefardí, ahora convertida del ju daísmo al cristianismo. Los escritores constituyen el grupo de ellos mejor estudiado (porque hay muchos más profesores de literatura es pañola, que profesores de historia o arte o filosofía españoles). Mi an tiguo profesor A. David Kossoff, influido por la Institución Libre de Enseñanza por conducto distinto al de América Castro13, llegó a la ci fra del 80% de los escritores de clase media -yen gran parte los es critores eran de la clase media- que eran cristianos nuevosl4. 11 Eisenberg, 1983. 12 Márquez Villanueva. 2000, p. 16. 13 A través de su profesor de Brown University, William Fichter. Pero era amigo de Gilmall y Albert SicrotT. 14 Kossoff. 1979. 62 CERVANTES ANTE SUS ANTEPASADOS JUDAICOS Es como el judaísmo convertido a otra clave. Estas figuras no eran judías, ni querían volver a la religión de sus ascendientes, ni medita ron mucho en ello pues faltaban libros, faltaba quién se la explicara y las prácticas judaicas fácilmente llevarían a la horca o a la hoguera. Sólo los que manejaban el hebreo, como Fray Luis y Arias Montano, o salieron de España, como Cervantes, tenían un posible acceso di recto a textos o individuos sefardíes. Pero si el 80% de los escritores de clase media es cristianonuevo, como el 80% del Israel actual es judío, se llega a una conclusión: la cultura española del Siglo de Oro es en su mayor parte -no toda, pero en su mayor parte- un reflejo, un descendiente, un producto de la cultura hispanojudía. Y cabe preguntar qué tenía en común toda esta gente. Tenían en común que estudiaban, que leían mucho, que escribían mucho, que valoraban la comunicación escrita, la educación y los li bros. No podían tener una educación judía y libros judíos, pero leían y estudiaban todo lo que estaba a su alcance. Era gente que medita ba, que miraba lo que tenía delante de los ojos, y que tenía un com promiso para mejorar el mundo en cuanto pudiera y de la manera que pudiera. La vida la tomaron en serio. Si ésta no es una cultura ju día vestida de cristiana, no sé lo que es\5. ¿Cómo podrían portarse de una manera más judaica en un país en el cual el culto y las costum bres judías llevaron a la hoguera? Se trata también de un grupo que sufría discriminación, cada vez más exagerada, una discriminación contra la cual no hubo otra pro testa o apelación que confeccionar documentación para demostrar que no descendían de quienes descendían. El confesar públicamente y con orgullo que eran cristianos nuevos, descendientes de judíos, y protes tar por la discriminación, hubiera sido un suicidio y nadie lo hizo. Vivían, si no manejaban el hebreo o salían de España, sin contac to con la cultura sefardí, sin saber lo que había sido y hasta dónde ha bía llegado. También vivieron en aislamiento los unos de los otros, 15 "Wh3t no doubt was "Jewish" about them was the tireless intellectual activity and love of learning, the realistic openness to the world of material things, like eco nomy, management, and productive work. lt is in this way that they added to Golden Age Spanísh culture a truthful, human tensenes, which is not Renaissance nor Baroque, but preciously modern as a delayed echo of theír Jewish rootS» (Márquez Villanueva, 2000, p. 18). D. E1SENBERG 63 porque no sabían lo que acabo de mantener: que constituían los cris tianos nuevos una buena parte o una mayoría de los intelectuales del país. Y vivían también en un ambiente de hostilidad oficial y rutina ria contra los judíos, quienes, según se recordaba a menudo, habían matado a Cristo y no le aceptaban como el Mesías. Estos cristianos nuevos son un campo de estudios flamante, sin sede y con pocos especialistas. Ha habido congresos sobre diversos aspec tos de la historia y cultura sefardíes, aljamiadas y andalusíes. No faltan quienes estudian aspectos de la Edad Media de la España cristiana. A lo menos algunos, sobre todo en España, estudian la desaparecida ci vilización hispanomusulmana, tema de recuerdos y leyendas pero en cierto grado molesto para los países árabes actuales. Mientras ha ha bido coloquios sobre judíos españoles y sobre e! ladino, que yo sepa no ha habido nunca un coloquio, ni siquiera un libro dedicado a los cristianos nuevos españoles, los descendientes de judíos que no dese aban volver al judaísmo. El tema no interesa ni a los cristianos ni a los judíos. Ahora pasemos a Cervantes. 3. CERVANTES Sobre Migue! de Cervantes, como sobre Shakespeare, se han dicho y se siguen diciendo unas tonterías vergonzosas cuando no espeluz nantes. Por ejemplo, se ha dicho -me abstengo de dar las referencias a estas chapuzas- que las obras cervantinas no son de Cervantes, sino de un inglés, y que los textos que tenemos son traducciones del in glés al español. Uno ha publicado a su costa un libro en el cual ex plicó que había encontrado la casa de Diego de Miranda, y en el só tano hubo nada nlenos que una sinagogal6. Que Cervantes era de Alcalá de Henares está, para mí, bien docu mentado. Quien lo apuntó primero era e! historiador «Diego de Haedo», nombre que pongo entre comillas. Me refiero a la TopogrC!fia e historia general de Argel, publicada en 1612, con e! nombre Diego de Haedo en la portada, pero todos los que hemos estudiado esta obra estamos de acuerdo en que no la escribió Haedo, un monje benedic- 16 Hortigón, ¿ 1992? 64 CERVANTES ANTE SUS ANTEPASADOS JUDAlCOS tino que jamás había estado en Argel17• Fue por esta obra, a mediados del siglo XVIII, cuando se comenzaban a recoger los datos biográficos sobre Cervantes, que se sabía que Miguel de Cervantes era «natural de Alcalá de Henares». Con esta pista se pudo encontrar en Alcalá su partida de bautismo. A pesar de esta partida de bautismo y de las pa labras de Haedo, y bastantes otros documentos conocidos ahoral8, hay quienes dicen que Cervantes no nació en Alcalá de Henares sino en Alcázar de San Juan. Se ha dicho que la tierra de don Quijote no es la Mancha, a pesar de lo dicho en el texto cervantino, sino Sanabria, en la provincia de Zamora, donde hay un pueblecito llamado Cervantes. Allí hay otra ruta de don Quijote. Sobre estas tesis extravagantes les recomiendo un artículo reciente de Michael McGaha19. Su respuesta es bastante negativa. Creo que un tallo de nosotros los cervantistas serios, y el cervantista serio es el que haya leído todas sus obras y lea gran parte de lo que se publica sobre él, es que no hemos hecho lo que McGaha: contestar a tantas tesis ab surdas. Continuando con el rechazo de tesis extravagantes y absurdas, no estoy aquí para decirles que Cervantes fuera secretamente un judío, ni que quisiera ser judío, en cuyo caso hubiera podido quedarse en Italia o en el imperio otomano. Tampoco creo que conociera el Talmud ni la Cábala, ni que haya anagramas con mensajes escondidos en el tex to del Quijote. Incluso no voy a afirmar que fuera simpatizante del ju daísmo ni que hubiera leído especialmente el Antiguo Testamento. Sería interesantísimo si se pudiera demostrar que había leído el Antiguo Testamento y no, o no tanto, el Nuevo, o si se estableciera convin centemente que conocía algún libro prohibido en la España de su tiempo, como la Biblia de Ferrara y tantos otros. Las investigaciones minuciosas de Ruth Fine sobre su conocimiento de textos bíblicos no lo apoyan20. Por mi parte, he reconstruido su biblioteca, y para ha cerlo, repasé todas las referencias a autores y libros en sus obras y los 17 Eisenberg, 1996. lB Mientras redactaba esta ponencia, apareció la noticia de un nuevo documen to de 1579, relacionado con el rescate de Cervantes, y allí consta que era de Alcalá de Henares y su madre y su hermana Andrea, «vecinas de Alcalá» (Sáez, 2005). 19 McGaha, «Is There a Hidden Jewish Meaning in Don Quijote» (<<¿Hay un ocul to mensaje judaico en Don Quijote?», 2004). 20 Fine, 2001.
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