La azafata soltó una carcajada y exclamó: —¡Es usted muy simpático, señor Maxallence! El señor Maxallence, Grant para los amigos, personas de confianza y compañeras de cama, frunció el ceño, y dijo: —Mal asunto. —¿Qué? —se desconcertó la linda rubia—. ¿Es mal asunto ser simpático? —Malísimo —aseguró Grant. —¡Está usted bromeando de nuevo!