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José Cepeda Adán, nuestro don José PDF

17 Pages·2005·1.02 MB·Spanish
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José Cepeda Adán, nuestro don José ENtuoliL MARTINL/ Ruíz Las circunstancias hanhecho recaer sobre míla responsabilidad de ha- cer una semblanza de don José CepedaAdán. La empresa es difícil, pero son muchos los que desearían estar en mi lugar; por eso, temo no estar a la altura de las circunstancias. Sin embargo, en ningún momento se me ha pa- sado por laimaginación declinar este cometido y siento una enorme satis- fación al poder hacerlo, ya que será la proclamación pública —una vez mas— del profundo afecto y reconocimiento que siento por él, algo sobra- damente sabido por cuantos nos conocen a ambos. Mi deseo es quetodos los que lean estas páginas y lo conozcan a él, puedan suscribirías (no me cabe duda de que muchos podrían mejorarlas) y hacer así de portavoz del amplio número de alumnos que hemos tenido la suerte de tenerlo como profesor. Decían que la empresa es difícil. En efecto. Porque don José es una de esas figuras irrepetibles dela Universidad española, alas que pretenderretra- tar en unas cuantas páginas es imposible,pues lariqueza de su figura escapa a cualquier tentativa de definición. Consciente de ello, no pretenderé más que llamar la atención sobre tres dimensiones de su persona. Una llamada de atención que hago desde mi propia vivencia (aunque se pueda tachar de de- masiado «particular»), puesproceder deotraforma me pareceríade una frial- dad imperdonable e inapropiada para laocasión y lapersona ala que nosre- ferimos. (Á,adernr,sdeHI.yínriaModerna. ni 16. 1905.ServiciodcPublicacionesUCM,Madrid 14 Enrique Martínez Ruiz LA PERSONA La primera vezque vi a don José Cepeda Adánfue unamañana deotoño de 1963, en el pasillo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada, situada entoncesen el entrañable palacio de la calle Pontezue- las. Estaba don José en una postura que le es característica: apoyado en su bastón, con la pierna de la «bola —como él suele decir— hacia adelante y la otra algo rezagada; conversaba animadamente —como en él es habitual— con losque le rodeaban: ungrupo deprofesores de laFacultad,a la que élacaba- bade incorporarse. Llegaba don José como una corriente de aire fresco a una Universidad de provincias, amparada en su larga y gloriosa tradición y acunada por una ciudad sin igual, como es Granada. UnaUniversidad que despertaba ansiosa a larenovación y que pugnaba por convertirse en la tercera de España, pues- to que disfrutó durante un tiempo. que los que lo vivimos aun recordamos con añoranza. Fueron aquéllos unos años pletóricos, y los alumnos de Letras tuvimoslasuerte añadida de contarcon don José. Poco apoco, fuimossabiendo cosas del catedrático recién llegado, y su fi- gura empezó aser familiarparatodos nosotros, aunque unaparte delos alum- nos —como era mi caso— no lo tuviéramos ese año deprofesor; pronto empe- zaron a corrersenoticias y referencias suyas: era de Madrid,venía de Santiago y gozaba de una indudable «buena fama» como docente y persona. Las clases de don José, a primeras horas de la mañana, no sólo reunían a los alumnos matriculados en ellas, sino también actuaban como poderoso reclamo de alumnos de otras facultades que se «colaban» en sus clases para oírle y, a tra- vesde él, tomar contacto —talvez elúnico que hantenido— conlaHistoria de España. Sólo de esta forma se explicaba que un curso con 20 o 30 alumnos matriculados necesitara unaclase con un aforo —en muchas ocasiones— para eldoble de ese número. Los «intrusos» pensaban que pasaban desapercibidos y que para estar allí les bastaba la amistad cómplice de alguno de nosotros. Pero a nadie se escapaba su presencia, pues por entonces nos conocíamos todos,yelloscontaban conla permisividad complacientededon José. El cuarto curso de la carrera resultó un año crucial para mí en el plano profesional. Fue entoncescuando tomé contacto directo con don José, en la asignatura Historia Moderna de España, al poco tiempo de empezar el curso, mc decidí ahablar con él, con visitas a la Memoria de Licenciatura y la Tesis Doctoral, algo que con laperspectiva actual me parece precipitado, pero que élentonces aceptó amablemente y en lugar de favorecer aquellaansiedad, lo que hizo fue inundarme literalmente de lecturas, sumergiéndome en una co- piosa bibliografía: no empecé la Memoria de Licenciatura hasta después de terminar la carrera, pero recuerdo aquellos dos añoscomo una de las etapas demayoraprovechamiento como lectorde toda mi vida:contaba con alguien que me seleccionaba los libros y con el que podía comentarlos después dc José Cepeda Adán, nuestrodon José 15 leerlos. Para mayor sorpresa mía, supeque otros compañeros estaban en una situación similar y coinciden conmigo en la valoración de los años así vivi- dos. Mientras concluía mi licenciatura, sefue creando un grupo de alumnos dedon José,con efectivos delos cursos que me precedieron, que preparaban su Doctorado u oposiciones a cátedras de Instituto, dinamizando la vieja cá- tedrade Historiasde España yAmérica.Ungrupo del quehan salido numero- sos profesores repartidos por toda la geografía española, que tienen en co- mun la formación profesional recibida entonces y que conservan los fuertes lazos deamistad nacidos y desarrollados aquellos anos. En todo ese tiempo y después pudimos comprobar la gran talla humana de don José. Después de clase, subía invariablemente a su despacho, donde permanecía hasta la horade comer, con su pueda siempreabierta para cual- quiera quelo necesitara. Allí, en aquelperqueño habitáculo, don José nos re- cibía siempreamable einteresado, haciéndonos ver que paraél,en aquel mo- mento, lo verdaderamente importante es lo que nosotros íbamos a contarle; de esta forma,las conversaciones se alargaban pasando rápidamente de unos teffiasa otros o extendiéndonos porextensoen algunos que nos preocupaban o atraían másque losdemás. En esas situaciones era donde se explayaba el don José que veíamos en las clases: afable, coloquial, entrañable, nos daba el consejo humano o la re- comendación profesional; sin prisas, sin divismos ni prepotencias. Aquellas entrevistas han dejado su huella en todos los que las vivimos, pues al recor- darlas podemos encontrarel mejordecálogo para relacionarnos con nuestros alumnosy colegas. Si tuviera que destacar una sola cualidad de don José, resaltaría su tre- mendahumanidad, porque deella nos hemos beneficiadotodos. Hastasu sa- ber —que es mucho—, esesaber enciclopédico de auténtico maestro, está ma- tizado por su humanidad; de formaque elsaber de don José es un saber que gratifica, que estimula, que reconforta, que se comparte; no es el saber seco, distante, friamente académico que puede sorprender por su pulcritud, pero quedejaindiferente o provoca rechazo porsu formalismo. EL MAESTRO Y es que don José, el maestro, vive para enseñar. Con mucha frecuencia le be oído decirque él escribía poco, que su obras son sus alumnos. Esto es algo que la Universidad y la sociedad españolas no se lo reconoceran nunca lo suficiente.Somos muchos —bastantes más de los que puedapensarse en un primer momento— los alumnos de don José Cepeda Adán que estamos re- partidos por todos los escalafones de la enseñanza y que reconocemos su magistrado como «responsable» denuestro éxito. 16 Enrique MartínezRuiz Un magisterio que, además de en las clases, se impartía por medios mu- cho más directosy también en el mareo de la Universidad. Las tardes de los miércoles, en la sede del Departamento de Historia de España en el Hospi- tal Real grandino —ahora sede del rectorado y servicios centrales—, teníamos unas sesiones de seminario tremendamente fructíferas, que se alargaban du- rante horas: alguno de nosotros preparaba concienzudamente un tema esta- blecido de antemano y tras su exposición pasábamos al coloquio. A estas se- siones asistíamos un grupo de quince o veinte personas, compuesto por los profesoresdel Departamento, doctorandos, licenciados yalgún que otro alum- node losúltimos cursos dela carrera. Además, cuando tres o cuatro de nosotros preparábamos un trabajo co- lectivo bajo su dirección, el lugar de reunión y trabajo era su propia casa. En ella, Carmen —su esposa— siempre tenía una sonrisay palabras de bienveni- da~sus hijas —colegialespor entonces—nos miraban a hurtadillas yen oPepo» —su hijo— se vislumbraba al compañero que se nos uniría al terminar su li- cenciatura. Y allí, en torno a su mesa, se iba depurando el resultado final de nuestros desvelos hastadarlesu forma definitiva, sin horas, sin prisas. Por todo esto, muchos de sus alumnos pensamos que don José enseña siempre, en todo momento, ylo hace desdeeí trabajo cotidiano yel ejemplo permanente: la mejor forma de hacerlo. Así lo hemos entendido todos y así se lo hemos manifestado un nutrido grupo de quieneslo tratamos. Mi proxi- midad a don José me ha permitido ser testigo a lo largo de los años de mu- chas, muchísimas de estas muestras y testimonios de afecto yreconocimien- to, que bastan por sí solos para justificar una vida. Muestras de afecto difícilmente igualables en cantidad y calidad, que hacen que cuando entre nosotros hablamos de don José —así, sin más—, todos sabemos que ese «don José» no puede ser otro que el «nuestro», don José Cepeda Adán, nuestro maestro. Fácilmente secomprenderá que suvenida aMadrid, allá por 1976, resul- tara una especie de trauma para los que nos quedamos, trauma acentuado porquecon él se venían también dosamigos y compañeros: José Cepeda Gó- mci y Rosa Capel Martínez. Los que allí quedamos, nos esforzamos en man- tener su espíritu —con mejor o peor acierto, porque don José solo hayuno—, y así seha mantenido hasta ahora, graciasa sus visitas frecuentes y alos fuer- tes lazos creados antano. Época reciente que yo ya no viví, pues desde octu- brede 1978 estoyen Madrid, adonde vine en pos del maestro. Aquí, en Madrid,don José screencontró con su «pasado»: retomó el pul- so de un Madrid al que ama desdesiempre. Porquedon José es un madrileño de los que ya quedan pocos. Se reencontró con viejos amigos y compañeros de carrera, catedráticos como él. Recuperó lavieja peña deamigos... Ysiguió enseñando como él sabe hacerlo. El Departamento de Historia Moderna de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Ma- drid tiene unas proporciones bastante superiores al de Granada. Eso no le losé Cepeda Adán, nuestro don José 17 impidió agrupar en su torno a un grupo comparable al de allí, dentro de la marchageneral del propio Departamento. Un grupo que se hamostrado —se muestra— tan fructífero como aquél, muchos de cuyos componentes se han sumado alosque yatrabajanprofesionalmente en laenseñanza. Especialmente emotivaresultó la última clase que don José impartió an- tes de su jubilación anticipada. Recorrimos Madrid, ese Madrid que él tanto ama, en unajugosa recreación de lavida madrileña bajo los Austrias. El sen- tido homenajeque le hicieron acontinuación los alumnos de ese último cur- so resultó entrañable e inolvidable para quienes fuimos testigos del mismo. Nunca el «absurdo administrativo,, había resultado de tal magnitud: uno de los mejores maestros de nuestra Universidad, en plenitud de facultades, con su larga experiencia, pasaba a engrosar el número de émeritos que por suerte siguen con su magisterio entrenosotros. También en esto don José ha sidoespecial. Desde su jubilación sigue en el Departamento, con suscursos dc Doctorado, prolongándose más de lo ha- bitual su actividad docente... Y todos sabemos dónde encontrarlo, pues su despacho sigueabiertopara cuantos desean acercarsea él. EL INVESTIGADOR Don José pone siempre especial cuidado en «hablar de lo que sabe». Su vida docente le ha llevado a explicar casi todos los periodos de la Historia, tanto española como universal, y haprocurado ilustrar su docencia contra- bajose investigaciones suyas, lo que ha hecho que su producción historiográ- fica tenga una enorme variedad, desde lo general a lo concreto, desde la Edad Media ala Contemporánea. Entra la serie de trabajos de que es autor, vamos a referirnos, en primer lugar, a los de carácter general, que encierran visiones o análisis amplios, como La raíz de España, Un punto de vista en la cultura española, La Recon- quista, Iúkquema para una histora de España (una interpretación sucinta del pasado español, en el que se destacan las principales alternativas de nuestra historia),al que se puedeañadirla SíntesisdeHistoriadeEspaña En la misma línea, pero en el plano de la Historia Universal, tenemos Sentido de la historia europeayEpilogopara una historia(donde encontramos una apretada visión de las alternativas de la vida europea y sus inquietudes). Más concreta es la introducción al volumen Xl de latraducción española de la Historia Moderna de Camhridge, con el título El progreso material y los problemav mundiales, 1870-1898 (preciso análisis del desarrollo económico y las tensiones creadas por él), obra el la que le vemos abordar temas afines a los contenidos en un Historia Universal, aparecida en 1978, donde laaporta- cion dedon José secentraba en los capítulos Lasgrandescorrientesculturales, Progreso científico ynuevosplanteamientos culturales y La cultura del sigloxx: 18 Enrique Martínez Ruiz tecnología, cienciay humanismos,a los que hay que unir La ciencia en elsiglo XVIII,títulos todosexpresivos desu contenido. Mención especial merece La historia de España vista por los extranjeros, donde se cuestiona la forma en que los historiadores foráneos ven nuestra historia, cómo enfocansus problemas ehitos más significativosy en qué me- dida sus aportaciones matizan el alcance detópicos negativos, repetidos una yotravez. Si nos ceñimos a estudios más concretos y específicos, empezando por la Edad media,citaremos La repoblación en lazona del Tajo. Huertade Valdeca- rábanos (cuyo tema nos sitúa en la tierra toledanaen el siglo xii y La Recon- quista. Mucho más significativos son los trabajos centrados en la España de los Reyes Católicos, sobretodo El conceptode Estadoen laépoca delosReyes CYitólicos (obra de cita obligada desde su aparición, consultada por cuantos hemos querido saber los perfiles de esa institución en tiempos de Isabel y Fernando); en la misma línea está La sociedadespañola enla época de losRe- yes (i=¿tó/icos(análisis de losideales, mentalidadesyformas de vida delos es- pañoles de ese período); de entre los personajes de aquellos años, el Conde de Tendilla ha sido su favorito, y basándose en el copioso epistolario del aristócrata, le dedicó varios trabajos; Andalucía en 1508? Aspectos de la co- rrespondencia del virrey Tendilla, Elgran Tendilla medievaly renacentista, Un caballeroy un humanista en la Cortedelos Reyes Católicos: el Condede Tendi- líaen lascartasdePedroMártirdeAng/ería. En lo referenteal siglo xvi nosencontramos con estudios muy sugestivos. Nuestras referencias empezarán por la Desemortización de tierras de/Ordenes Militares en elreintado de Carlos y(donde reconstruye las ventas —precios y propietarios— de las encomiendas vendidas por el Emperador) y Elpalacio de Carlos 1 símbolodeunafrustración (unasugestivareflexión sobre el inaca- bado edificio y su significación). Felipe IIno podía faltar en sus preocupacio- nes y el profesor Cepeda Adán lededicó dos trabajos, El drama de FelipeII. Lamuerte en la vida de un rey(donde plantea lainfluencia que pudo tener en el carácter del monarca la constante presencia de la muerte en su familia) y Loscomienzos deElEscorialyelcabio designo en lapolíticade FelipeII(cam- bio de signo que él considera relacionado con la aplicación de los acuerdos tridentinos). En el siglo xvii don José ha dejado sentir su pluma con dos trabajos —aparte de otros de menor entidad— muy favorablemente recibidos por la críticaespecializada, publicados ambos en el t. XVIde laHistoria de España fundada por Menéndez Pidal. Uno es la introducción, titulada Los españoles entre elensueñoyla realidad(un ensayo sobre la mentalidad de los españoles del Barroco); el otro, La historiografíadelsiglo delQuijote, serápunto derefe- rencia durante mucho tiempo, pues encierra un exhaustivo repaso a la histo- riografíadelsigloen cuestión. En el siglo xviii se centra un bloque detrabajos—porencima de laveinte- José (jepeda Adán, nuesírodon José 19 na— del profesor Cepeda Adán, que van desdeel más general,Elsiglo crítico yfenoménico, a otros más concretos, como (‘asti/la en elsigloXVIII, y los es- pecíficamente dedicados a Caños 111: El Madrid de CarlosJI! en las cartasdel marqués de San Leonardo, Sociedad, vidaycultura en laEspaña de (i’arlosIII, Enfermos y enjérmedades en el siglo XVHL el marqués y la marquesa de San Leonardo y Perfilhumano de Carlos IIIy ambiente de su Corte, por citar los mas significativos. Enamorado desu Madrid, don José esuno de los mejoresconocedores y “hacedores» de su historia, como demuestra en varios de sus trabajos: Felipe II, MadridyElEscorial, ElMadrid deFelipe V Tipospopularesen elMadrid de CarlosIII, LossitiosdeMadrid en e/sigloXIX, el 98enMadrid, Elfóndo histó- ricoysocial de «Luces de Bohemia’ de ValleInclán... Trabajos que constituyen un mosaico de noticias y perfiles de la capital, de sus calles, de susgentes, de su vivircotidiano, de susgobernantes, desus reyes. También sededicó en sus investigacionesal estudiodel siglo xixy duran- te mucho tiempo acaparó su interés una figura, poco conocida entonces y ahora algo más familiar gracias a él: Sagasta. Entre los trabajos que le tienen como objetivo, podemos destacar: La figura de Sagasta en la Rcvtauración, Sagasta yla incorporación de/izquierda a la Restauración. Elgobierno de 1881 a 1883, Sagasta, elpolíticodelashorasdifíciles,etc. Y finalizamos con los relativos al siglo xx, donde don José nos ha dejado algunos tan destacados como Historia de la Repáblica Española, /931-1936, que pertenece ala Historia de España de laEditorial Marín, y Losmovimien- tos estuiliantiles 1900-1936. Nuestra última referencia será para elProyecto de encuesía oral sobre la Guerra Civil Española (1936-1939,), publicado en las Actas del IXCongreso de Ciencias Históricas (Bucarest, 1980) y queresultó ser pionero en un terreno poco explorado, como es elde la historia oral y su transmísion. El paso delosaños hapuesto de manifiesto otragran cualidad dedon J 0- sé Cepeda Adán: su «olfato» para los temas de investigación, pues amuchos de nosotros nos inició en este quehacer lanzándonos sobre temas cuyo camí- Ho empezamos a desbrozar entonces~~ ya que brillaban por su ausencia en la historiografía española y que ahora vemos muy concurridos, hasta el punto que algunos se han consolidado bastante: la Desamortización, el cantonalis- mo y, más aún, la historia militar, las cuestiones de orden público y seguridad y la historia de la mujer, entre otros, fueron en su día auténticas novedades, que seconocían merced aTesis Doctorales queíbamos elaborando los discí- pulosdedon José. Algunas de esaslineas deinvestigación han resultado bastante fructíferas. En las que hemos mantenido sus discípulos más directos, contamos ya con trabajos de «tercera» ycasi «cuartageneración», alpresentarseTesis Doctora- les elaborado por doctorandosque han sido dirigidos por nosotros. Gracias a esta continuidad, en nuestro Departamento de Madrid se han consolidado 20 EnriqueMartínez Ruiz como líneasde investigación las dedicadas a los temasfemeninos, militares y de seguridad y orden público, temas en los que todos los cursos se produce alguna aportación de interés, ya se trate de unatesis, de una ponencia en al- gún congreso o deunapublicación destacada. Otra líneade conducta que conocemosperfectamente los que nos hemos formado con don José es la que le hace estar «al día» permanentemente, as- pectoque el profesor Cepeda nunca ha descuidadoy que le ha llevado a ser asistente habitual a coloquios, congresos y seminarios, donde concurre con trabajos siempre meritorios. Pretender hacer una relaciónde sus asistenciasa estas reuniones sería realizar una larga nóminade varias páginasde extensión y siempretendríamos la dudade cuántas omisioneshabríamos cometido. Sin embargo, en nosotros, en los que le rodeamos, hay otro rasgo de don José en ese interés por estar al día que nos ha influido más profundamente. Me refiero a la lectur~t Siempre le hemos visto y levemos leyendo. Es un lec- tor incansable y generoso. Siempre encuentra algo positivoen lo que lee. Aún está por serla primera vez que leoiga unjuicio descalificador de algún traba- jo. Siempre, cuando cierra la última página, aHora a sus labios una recomen- dación sobre alguna parte del contenido, que él pone de relieve con acierto, haciéndonos una breve y oral reseñade gran valorsobre lo queacaba de leer, donde encontramos pistaspara hacermás provechosanuestra lectura. En este sentido, adon José siempre le vemos con un taco demedias cuar- tillas ydos bolígrafos —uno, rojo; el otro, azul— anotando la publicación que tiene delante. Esas hojas han ido acumulándose a lo largo de su vida y se han reunido a separatas, reseñas periodísticas e informaciones muy diversas, apa- recidas en los mas variopintos lugaresparaser guardadassistemáticamente en unas carpetas,junto con sus guiones de clase. Unas carpetas que nos han re- suelto multitud de problemascuando empezábamos nuestra práctica profesio- nal y que nos fueron muy útiles para crearnos nuestra propia sistemática de trabajo, ya que cuando teníamos algún problema, no sabíamos por dónde se- guir, no encontrábamos tal o cualtrabajo, don José echabamano dealguna de ellas y después de hacer alguna comprobación en su contenido, sacaba una partede él —cuandono nos la daba entera— y nos lo tendía diciendo: «Toma, tal vezesto te ayude.» Y ya lo creo que nos ayudaba. Aquellasfichas, aquellos apuntes resolvían rápidamente lo que nos hubieraretrasado Dios sabe cuánto. Cuando le retornábamos sus hojas, al tiempo que las devolvía a su lugar en aquellas carpetas de plástico azul o marrón, nos preguntaba: “¿Te ha servi- do?»,y al oírnuestra respuesta afirmativa,concluía: Me alegro.» Esta línea de conducta, don José la mantiene siempre y se la he visto practicar desde que le conozco. Es algo tan sabido por quienes le tratamos, que con mucha frecuencia, al preguntarnos entrenosotros por tal o cual cosa, si nuestras pistas o recomendaciones no son convincentes, concluimos inva- riablemente preguntando anestro interlocutorsi havisto lasnotas de don Jo- se:es elrecurso mágico queresoveráel problema. José (‘epeda Adán, nuestro don .Ioáé 21 Más recientemente, he visto a nuestro maestro a vueltas con el “ratón». Me imagino que pronto empezarán a circular entre nosotros sus disquetes, pues sigue tan infatigablemente como antaño leyendo y anotando, con una capacidad que siempre ha sido asombrosa y que aún nos sigue sorprendien- do: cuando nos vemos, a lo largo de nuestra conversación aparece más de una vez lapreguntade si hemos leído tal o cual cosa y nos hace alguna reco- mendación sobre lo que acaba de salir que nos puede interesar para lo que trabajamosen ese momento. Yo creo queeste afán permanente de lectura y su puesta al día es la cla- ve de buena parte del éxito del profesor CepedaAdán como conferencian- te. Le he oído muchas conferencias. En sus exposiciones, don José se nos muestra profundo en los planteamientos y en los análisis y tremendamente ameno en sus exposiciones. Su conferencias son una hábil mezcla de las lí- neastradicionales vertebradoras deltema quetrata, las aportaciones recien- tes —entre las que haymuchas de sus propias investigaciones— y unas anee- dotas que ponen la «salsa» en esos cincuenta o sesenta minutos de exposición, realizada en un tono directo y coloquial que capta inmediata- mente laatencióndel oyente. No voy ni a intentar hacer una relación de los ciclos de conferencias da- dos por don Joséy, mucho menos, delas instituciones en las queha interven- dio como conferenciante. Son tantas, que nuestra relación se alargaría en ex- ceso y olvidaríamos no pocas, pues centros culturales y academícos, instituciones de la vida local o provincial, centros de significación nacional en la vida cultural española le han tenido como huésped, en el ejercicio de una actividad profesional que le ha llevado con frecuencia fuera de nuestras fronteras, saltando al otro lado del Atlántico en más de una ocasión. (Así, so- brela marcha, recuerdounalarga estanciasuya en Venezuela, Panamá, Costa Rica,Nicaragua, Honduras, Guatemala y México.) En esta dimensión, don José también es un maestro y sus consejos nos han servido para iniciarnos en algotan íntimamente ligado a nuestraprofesión como es la exposición oral, en cualquier tipo de foro, del resultado de nues- tras investigaciones o de nuestros conocimientos; sus recomendaciones si- guen operativas entre nosotros. ALGUNOS APUNTES BIOGRÁFICOS Después de todo lo dicho, fácilmente se comprenderá que en este home- naje no se pretende compendiar la vida de don José Cepeda Adán. La suya es una vida tanjugosa y variada que no puede encerrarse en unas cuantas pá- ginas, como tampoco se pueden encerrar sus actividadesprofesionales. Ade- mas. ¿para qué? La empresa resultaría baldía y quedaría anticuada en breve, dada la actividad que mantiene don José en la Universidad desde su condi- 22 EnriqueMartínez Ruiz cion de Emérito, unida a su labor en las demás instituciones a las que está vinculado. Sin embargo, estas páginas quedarán incompletas —más de lo que ya lo son— si no llevaran ensu contenido algunas referencias a datosobjetivos que permitan hacerse unaideade lo que ha sidolavida dedon José,unavida de- dicada ala investigaciónyla docencia...,dedicada, en fin, a susalumnos. Su vida puede considerarse la de un universitario ejemplar, pues empezó porabajo y llegó a lacima tras un laborioso aprendizaje, acogido siempre al régimende dedicación exclusiva, sin ejercer ninguna otra actividad pública o privada.El 7 de octubre de 1946 ingresó como Profesor Ayudante de la cá- tedra de Historia Moderna de España, regentada por el profesor doctor don Cayetano Alcázar Molina, y como tal permaneció hasta el 7 de octubre de 1949, fecha en quefue nombrado Profesor Adjunto Provisional, en cuya si- tuación se mantuvo hasta el 18 de noviembre de 1959,en quefue nombrado Encargado de Cátedra, puesto que desempeñó hasta el 3 de enero de 1961, momento en que accede al Cuerpo de Catedráticos de Universidad, merced a lasoposiciones ganadas el20 dediciembre de 1960. Su primera cátedra, Historiade España de lasEdades Modernay ~ontem- poránea, deHistoria Generalde España (Modernay (‘ontemporánea)y de His- toria deAmérica eHistoria dela ColonizaciónEspañola, era dela Universidad deSantiago deCompostela, y allí estuvo hasta que lo recibimos en Granada, el 28 de septiembre de 1963, donde ocuparía una cátedra, por concurso de traslado, con la misma titulación, en la Facultad de Filosofía y Letras. En Granada permaneció hasta el 29 de enero de 1976, fecha en que, también por concurso de traslado, pasó a la cátedra de Historia de España en la Edad Moderna, adscrita al Departamento de Historia Moderna de la Facultad de Geografía e Historia de laUniversidad Complutense deMadrid, donde se ha jubilado el 30 de septiembre de 1985 ycomo Emérito continúa desdeenton- ces ennuestro Departamento. Durante estos años, don José Cepeda Adán haocupado numerosos car- gos de responsabilidad propios de la vida y de la actividad universitaria, como corresponde a un universitario de pro. En efecto. Lo encontramos como Administrador de la Universidad de Granada de 1964 a 1967. Más tarde, entre 1969 y 1971, es Director del Instituto de Ciencias de la Educa- ción de dicha Universidad. Simultáneamente, se ocupa de la Dirección del Departamento de Historia Moderna de la Facultad de Filosofía y Letras (1963-1976). Ya en Madrid, también es Director del Departamento de His- toria Moderna dela Facultad deGeografía e Historia dela Complutense, en- tre 1982 y 1985. A lo largo de estos años, don José ha dejado ver su dirección en otradi- mensión nada desdeñable: es el director de cincuentayseis tesis doctorales y cientotreintamemorias delicenciatura. Su proyección científica le ha llevado a tener gran relevancia fuera de la

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