Al oír hablar de filosofía, muchas personas se sobresaltan y algunas se echan a temblar: ¿filosofía?, ¿qué es eso? ¡Seguro que no es para mí! Se equivocan, porque las preguntas básicas de la filosofía nos las hemos hecho todos alguna vez: tratan de la muerte, de la verdad, de la justicia, de la naturaleza, del tiempo… Hacer filosofía no es sino reflexionar sobre nuestra humanidad. A quien no le asuste ser humano no puede asustarle la filosofía. Pero… ¿quiénes han sido los grandes filósofos? Personas como nosotros, inquietas a lo largo de los siglos por las mismas cosas que ahora nos inquietan. Su historia es un relato de aventuras racionales, de genio y de ingenio, en la que no faltan persecuciones, calabozos, martirios y también descubrimientos sorprendentes. Fernando Savater Historia de la filosofía sin temor ni temblor ePub r1.0 Titivillus 10.09.16 Título original: Historia de la filosofía sin temor ni temblor Fernando Savater, 2011 Ilustraciones: Juan Carlos Savater Editor digital: Titivillus ePub base r1.2 Para Juan y Luz, los nuevos pensadores Nadie por ser joven dude de filosofar ni por ser viejo de filosofar se hastíe. Pues nadie es joven o viejo para la salud de su alma. EPICURO, Carta a Meneceo C 1 APÍTULO ¿Filosofía? ¿Qué es eso? N os pasamos la vida haciendo preguntas: ¿qué hay esta noche para cenar?, ¿cómo se llama esa chica?, ¿cuál es la tecla del ordenador para «borrar»?, ¿cuánto son cincuenta por treinta?, ¿cuál es la capital de Honduras?, ¿adónde iremos de vacaciones?, ¿quién ha cogido mi móvil?, ¿has estado en París?, ¿a qué temperatura hierve el agua?, ¿me quieres? Necesitamos hacer preguntas para saber cómo resolver nuestros problemas, o sea, cómo actuar para conseguir lo que queremos. En una palabra, hacemos —y nos hacemos— preguntas para aprender a vivir mejor. Quiero saber qué voy a comer, adónde puedo ir, cómo es el mundo, qué tengo que hacer para viajar en el menor tiempo posible a casa o a donde viven mis amigos, etcétera. Si tengo inquietudes científicas, me gustaría saber cómo hacer volar un avión o cómo curar el cáncer. De la respuesta a cada una de esas preguntas depende lo que haré después: si lo que quiero es ir a Nueva York y pregunto cómo puedo viajar hasta allí, será muy interesante enterarme de que en avión tardaré seis horas, en barco dos o tres días y a nado aproximadamente un año, si los tiburones no lo impiden. A partir de lo que aprendo con esas respuestas tan informativas, decidiré si prefiero comprarme un billete de avión o un traje de baño. ¿A quién tengo que hacer esas preguntas tan necesarias para conseguir lo que quiero y para actuar del modo más práctico posible? Pues deberé preguntar a quienes saben más que yo, a los expertos en cada uno de los temas que me interesan: a los geógrafos si se trata de geografía, a los médicos si es
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