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H. Arendt y Th. W. Adorno: pensar frente a la barbarie; H - CSIC PDF

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ARboR Ciencia, Pensamiento y Cultura CLXXXVI 742 marzo-abril (2010) 245-263 ISSN: 0210-1963 doi: 10.3989/arbor.2010.742n1105 H. ARENDT Y TH. W. ADORNO: H. ARENDT AND TH. W. ADORNO: PENSAR FRENTE A LA THINKING AGAINST BARBARITY BARBARIE José A. Zamora Instituto de Filosofía - CCHS/CSIC ABSTRACT: Two of the most important thinkers of the twentieth RESUMEN: Dos de los pensadores más importantes del siglo XX, century, Hannah Arendt and Theodor W. Adorno (whose thoughts Hannah Arendt y Theodor W. Adorno, cuyo pensamiento pretendió tried to deal with the most extreme horror of that century, Ausch- medirse con el horror más extremo que conoció dicho siglo –Aus- witz) refused to communicate or even to take into consideration each chwitz–, se negaron a comunicarse y a considerar la obra del otro. other’s works. This article attempts to bring them into dialogue from Este artículo intenta ponerlos en diálogo a partir de lo que consti- the point of view of what constituted the core of their work: thinking tuyó el núcleo de su obra: pensar frente a la barbarie de los campos against the barbarity of the extermination camps - thinking and act- de exterminio - pensar y actuar para que esa barbarie no se repita. ing so that such barbarity is not repeated. After presenting the form Tras presentar la forma en que ambos piensan la singularidad del in which both philosophers think the singularity of the genocide and genocidio y los vínculos con los procesos históricos y sociales que lo the links with the historical and social processes that made it pos- hicieron posible, trata de analizar las diferencias de fondo, aquéllas sible, the article tries to analyze their underlying differences, which que tienen que ver con dos enfoques teóricos irreconciliables. have to do with two irreconcilable theoretical approaches. PALABRAS CLAVE: Arendt; Adorno; Auschwitz; mal radical; bana- KEY WORDS: Arendt; Adorno; Auschwitz; radical evil; banality of lidad del mal; antisemitismo; modernidad; capitalismo; dominación evil; anti-Semitism; modernity; capitalism; total domination. total. introducción Dada la coincidencia en este punto de partida, no deja de sorprender el incuestionable hecho de que ninguno de los Existen paralelismos innegables en la vida de Arendt dos tomara en consideración la obra del otro, de su nega- y Adorno. Nacidos con muy pocos años de diferencia, tiva al diálogo o a la recepción mutua. ¿Se debió a motivos se formaron en un clima intelectual bastante similar puramente personales o biográficos? Por lo general éstos a comienzos del siglo XX en la República de Weimar. son los que primero saltan a vista y los que se suelen tener Ambos pertenecían a familias judías o medio judías en cuenta. Arendt achacaba a Adorno el fracaso del intento asimiladas. Por su condición de judíos los dos tuvieron de habilitación académica de su primer marido Günter que abandonar la Alemania nazi, formaron parte del Stern (Günter Anders) y consideraba inaceptable e irritante exilio intelectual judío en los EEUU y se constituyeron el trato que según ella recibía Walter Benjamin en el exilio en observadores extremadamente críticos del proceso francés de parte de Instituto de Investigación Social en de reconstrucción alemana y de elaboración del pasado Nueva York. Su suspicacia frente a lo que éstos pudieran nazi tras la guerra1. Pero quizás lo decisivo a la hora de hacer con los manuscritos de Benjamin, entre ellos el texto comparar su pensamiento sea que ambos hicieron de la con las Tesis sobre el concepto de historia, que la propia confrontación con la barbarie que se había materializa- Arendt debió entregar a Adorno por encargo expreso de do en medio de la civilización el reto intelectual y vital su autor, su denuncia en el periódico estudiantil Diskurs fundamental que marcaría su existencia y trayectoria de los supuestos intentos de Adorno de adaptación a la intelectual. En la obra de estos dos intelectuales es Alemania nazi como crítico musical antes de su exilio, la reconocible un núcleo que determina todo su pensa- controversia en torno a la primera edición de las obras de miento: pensar frente a la barbarie de los campos de Benjamin, que motivó su única correspondencia conocida, exterminio - pensar y actuar para que esa barbarie no y la acusación a Adorno de urdir campañas difamatorias se repita. contra su maestro Heidegger, son algunos de los episodios de esta historia de desencuentros2. Frente a esta animosi- ban convencidos de que ese acontecimiento arrojaba una dad y desprecio de Arendt hacia la persona de Adorno, en penetrante luz desveladora sobre los procesos históri- él sólo encontramos ignorancia e indiferencia respecto a cos, sociales, culturales y políticos que lo hicieron posible Nº 742 una pensadora cuyos ascendentes intelectuales alemanes (Adorno, 1980, 268). Saber de la existencia de Auschwitz seguramente le hacían aparecer ante sus ojos como con- fue, tal como expresa H. Arendt, “como si el abismo se H . A servadora y filosóficamente irrelevante. abriese” (Arendt, 2005a, 30). Se trataba de una quiebra R E que destruía cualquier confianza en una teleología his- N D T Más allá de estos desencuentros personales no puede ig- tórica positiva y ponía ante los ojos algo insospechado, Y T norarse que los horizontes intelectuales de referencia en incluso para quienes no habían sido víctimas previamente H . W ambos autores son completamente divergentes. Sobre esto de una ingenua creencia en el progreso (Arendt, 2005a, . AD volveré más adelante. También es necesario constatar la 246). En su contingencia histórica refractaria a todo in- O RN desigual recepción de la filosofía social de Adorno y de la tento de integración en un esquema causal, Auschwitz, O : P teoría política de Arendt tras la Segunda Guerra Mundial. desborde tal de horror que se vuelve inexplicable por E N Mientras que Adorno se constituía en un referente inte- cualquier nexo, ya sea en relación con el desarrollo tecno- S A R lectual de la izquierda europea, habría que esperar casi al lógico y su aplicación destructiva, con la universalización F R final de la guerra fría para que se produjese una amplia re- de la organización burocrática de la vida social, con el E N T cepción del pensamiento político de Arendt. A esto se unen sesgo autoritario de los Estados nación o con su descom- E A L las diferentes coyunturas que han propiciado un creciente posición, con el darvinismo social convertido en ideología A B debate en torno a la posible actualidad de su aportación popular, con la sustracción a la determinación moral de A R intelectual en una hora de enorme desconcierto y agota- los procesos administrativos y de la acción de los suje- B A R miento de “paradigmas”, incluidos los supuestos “cambios tos implicados en su funcionamiento, etc. (Birulés, 2006, IE de paradigma”. Si bien en el caso de Arendt su actualidad 42s.), Auschwitz, decimos, sin embargo, hace que muchos está vinculada con la llamada “crisis del marxismo”, por un de esos elementos constitutivos de la modernidad o re- lado, y de la “política”, por otro (Heuer, 1997, 21), quizás lacionados con su devenir histórico aparezcan bajo una en el caso de Adorno dicha actualidad esté relacionada nueva luz y manifiesten una complicidad con la catástro- con los intentos de una “relectura del marxismo” después fe. Estos son los dos movimientos que Arendt y Adorno del colapso del bloque soviético y de la agudización de imponen al pensamiento ante la catástrofe de Auschwitz: las contradicciones del capitalismo tardío, de una parte, analizar su singularidad irreductible y desentrañar desde y con el agotamiento de lo que recibió el precipitado ella lo universal, para intentar reconocer y combatir en lo nombre de postmodernidad, por otra. Sin embargo, lo que universal las condiciones de posibilidad del horror. nos interesa poner en el centro de nuestra comparación es la radicalidad de la mirada que ambos arrojaron sobre el horror materializado en los campos de concentración y de exterminio y la intención desesperada de desentrañar 1. el caMpo de exterMinio: su significado para entender el mundo y la sociedad en el topos del Mal radical que dicho horror había podido producirse. Este punto de coincidencia es el que justifica el esfuerzo de analizar Para Arendt aquello que singulariza la dominación totali- analogías y diferencias entre ambos pensadores y de pre- taria, su “institución central”, (Arendt, 1981, 653) son los guntarnos sobre lo que ambos nos legan como tarea para campos de exterminio. En un ámbito separado y blindado pensar nuestro presente. se experimenta como en un laboratorio aquello en lo que consiste de manera esencial dicha dominación. Es el lugar Para Adorno y Arendt la catástrofe de Auschwitz supuso en el que han sido eliminados todos los obstáculos que una quiebra civilizatoria de extraordinarias dimensiones pudieran dificultar un perfecto funcionamiento del domi- que carecía de precedentes en la ya terrible historia hu- nio total. En ellos se lleva a cabo un exterminio industrial, mana. Ambos pusieron el acento en la singularidad de sustentado en una organización burocrática compleja, eje- lo acontecido en los campos de exterminio, algo para lo cutado por individuos “normales” que “hacían su trabajo” y que no existen analogías, y, sin embargo, también esta- “cumplían órdenes” y que pretendía la aniquilación de todo 246 ARboR CLXXXVI 742 marzo-abril [2010] 245-263 ISSN: 0210-1963 doi: 10.3989/arbor.2010.742n1105 lo que caracteriza a la individualidad humana (Traverso, ya no existiera, como si su existencia no importara nada. 2001, 84ss). “Su muerte simplemente pone un sello sobre el hecho de que en realidad nunca había existido” (Arendt, 1981, 671). Según el concepto arendtiano que mayor difusión ha al- Dado que es la existencia humana en cuanto tal la que canzado, los campos de exterminio son la expresión del debe ser borrada, en Auschwitz no bastaba simplemente J “mal radical”. Un mal radical que tiene que ver, como es- con asesinar, se trataba de “fabricar” cadáveres y de hacer- OS é cribe en una carta a K. Jaspers, con “hacer superfluos” a los los desaparecer3. La eliminación de todo resto era el último A . Z hombres en cuanto tales (Arendt/Jaspers, 1993, 202). Esta paso consecuente de la negación de cualquier sentido a la A M empresa va decididamente más allá de la mera instrumen- existencia de los aniquilados. OR A talización de aquellos que, según la definición kantiana, son fines en sí. En los campos de exterminio “el homicidio Esta conexión entre aniquilación y burocratización que es tan impersonal como el aplastamiento de un mosquito” revela la despersonalización de la muerte en los campos (Arendt, 1981, 650). Los seres humanos son degradados a de exterminio permite reconocer muchos rasgos comunes puro material humano superfluo. en la forma de dominación administrativa (M. Weber) y el mal radical: “Los rasgos del mal radical –escribe Arendt en Según esto, la singularidad del Auschwitz no reside en el su Diarios filosóficos– son: 1. La ausencia de motivos y el número de víctimas, tampoco en los argumentos antise- carácter desinteresado. 2. La completa carencia de imagi- mitas o racistas que esgrimieron los perpetradores, sino en nación, de la que se deriva un fallo total de la compasión, el hecho de que representa una nueva forma de asesinato ¡también de la compasión consigo mismo! 3. Coherencia de masivo que convierte a los congéneres en meros ejemplares todo lo puramente lógico, sacar las últimas conclusiones a desprovistos de individualidad, de aquellos rasgos que nos partir de las premisas previamente asumidas y mantener diferencian de los animales: la pluralidad y la espontanei- a raya a los otros con el argumento: quién ha dicho A, dad en el pensar y el actuar. En los campos de exterminio la debe decir también B” (Arendt, 2006a/I, 124). El carácter eliminación de seres humanos se realiza como si se tratara puramente funcional de la aniquilación en los campos de eliminar a insectos molestos, “sin consideración de la establece una conexión entre asesinato y lógica burocrá- persona”. En el genocidio actúa una estructura funcional tica de enormes consecuencias. Como confiesa Arendt a que abstrae de toda singularidad, una estructura volcada Jaspers en una carta, dicho mal no procede de supuestas en su propio funcionar. “El totalitarismo –dice Arendt– perversiones o de vicios morales (Arendt/Jaspers, 1993, busca no la dominación despótica sobre los hombres, sino 202), sino de la completa formalización de la aniquilación un sistema en el que los hombres sean superfluos. El poder derivada de su burocratización. El procedimiento está do- total sólo puede ser logrado y salvaguardado en un mundo minado más bien por la apatía, por el cumplimento des- de reflejos condicionados, de marionetas sin el más ligero interesado de prescripciones y normativas. Este desinterés rasgo de espontaneidad” (Arendt, 1981, 677). Esta lógica (Selbstlosigkeit) es el fundamento de la formalización, de desindividualizadora no sólo afecta a las víctimas, sino la coacción fría de la lógica implacable de la deducción, también a los verdugos, cuya existencia es tan superflua de su totalización, que termina abstrayendo de los seres como la de aquéllas (Arendt/Blumenfeld, 1995, 43). Este es concretos y las relaciones, tal como suena en el término el verdadero horror del mal radical: la insignificancia del acuñado por Göring de “solución final” (Endlösung) de la ser hombre, su completa funcionalización en un proceso de cuestión judía. aniquilación que lo convierte en puro material. Ésta es la razón de que, a pesar de la diferencias y de la in- Ésta es también la razón fundamental para eliminar de terpretación de la propia Arendt, no se pueda hablar de una la muerte todo carácter humano y personal. El “genoci- completa discontinuidad entre la tesis del “mal radical” y la dio administrativo” (Verwaltungsmassenmord) convierte “banalidad del mal”. El vínculo entre las formas de domina- la muerte en un acto burocrático e industrializado. La ción burocrática y el mal radical ponen de manifiesto hasta muerte se vuelve anónima. Podemos decir que a la víctima qué punto determinada funcionalización y formalización no sólo le es arrebatada la vida, también se le arrebata de las relaciones sociales, en las que los seres humanos la muerte. Y por eso ha de ser tratada en vida como si se han vuelto superfluos en cuanto personas, maduran las 247 doi: 10.3989/arbor.2010.742n1105 ARboR CLXXXVI 742 marzo-abril [2010] 245-263 ISSN: 0210-1963 condiciones de una aniquilación fría y funcionarial de los capaces de servirla sin problemas de conciencia, por más individuos. Los discursos secretos de Heinrich Himmler, que con ello se eliminasen millones de seres humanos organizador de Holocausto, son realmente reveladores en inocentes (Schulze, 2006, 193). Evidentemente este mal Nº 742 este sentido. Firmeza, resolución y dureza van de la mano no tiene nada de banal, tampoco las condiciones que lo de una completa carencia de sentimientos hacia los sufri- hicieron posible, pero fueron condiciones normalizadas, H . A mientos de los otros, que deben ser eliminados sin excesos incluso para los que condenaban sin paliativos su efectos. R E de “crueldad” (Himmler, 1974). La certera descripción que Este vínculo entre funcionalidades normalizadas y mal ex- N D T Arendt hace de este poderoso nazi lo retrata no como un tremo es lo que denuncia H. Arendt y lo que convierte el Y T fanático lleno de crueldad, sino más bien como un peque- horror en algo todavía más temible. H . W ño burgués, como un filisteo, representante de aquellos . AD individuos atomizados capaces de entregarlo todo para O RN responder a cualquier amenaza de su seguridad (Arendt, O : P 1981, 524s.). La dureza y la frialdad del genocidio adminis- 2. los orígenes de la catástrofe E N trativo (Verwaltungsmassenmord) sólo fue posible sobre la S A R base de la apatía de quienes se pusieron al servicio de un En su análisis de los orígenes del totalitarismo Arendt F R entramado funcional que, produciendo el máximo horror, distingue los elementos de la dominación total respecto E N T sugería el mantenimiento de la más estricta normalidad. de la aparición histórica de regímenes totalitarios5. Esto le E A L permite afirmar la existencia de dichos elementos previa- A B Nadie encarna esa normalidad de modo tan acabado como mente y más allá del período histórico dominado por los A R Adolf Eichmann, cuyo proceso sirvió de base a una las mencionados regímenes, que, como hemos visto, poseen B A R obras más conocidas de H. Arendt. Lo que sorprendió a un rasgo distintivo y exclusivo: los campos de exterminio. IE nuestra autora, por más que esta imagen haya sido pos- Esta caracterización también hace posible que la afirma- teriormente sometida a revisión (Smith, 2000), es que sus ción de singularidad irreductible de la dominación total rasgos tampoco correspondían a los de un criminal, sino a no oculte los vínculos que ella mantiene con el mundo los de un burócrata tan obediente como eficiente (Aren- no totalitario, tanto desde el punto de vista de la génesis, dt, 2003, 44s.). Esto ponía en evidencia que el genocidio como también desde la consideración de su posible resurgir había sido posible gracias a una coordinación sistémica (Arendt, 1981, 681). No existe tranquilidad alguna basada de un conjunto de individuos que se negaban a asumir en la supuesta constatación de la ausencia de campos responsabilidad. El escándalo que produjo la expresión “ba- de exterminio. Las condiciones que hicieron posible su nalidad del mal” se debió en gran medida a que se quiso existencia no han desaparecido definitivamente. Nuestro ver en ella una banalización del genocidio, cuando en mundo no es completamente diferente de aquél en el que realidad lo que pretendía era una caracterización radical ocurrió Auschwitz. del crimen4. Presentando a Eichmann como un funcionario de la muerte, como un ingeniero social de la deportación Considerar la singularidad y la vinculación al mismo tiem- para la aniquilación, Arendt no pretendía minimizar la po no sólo exige reflexionar sobre lo que el “genocidio dimensión del horror, sino mostrar que éste tiene que ver administrado” tiene de ruptura con la historia precedente con la destrucción de la capacidad para pensar y juzgar y posterior, sino también atender a las continuidades y (Arendt, 1971, 417), con la eliminación de toda indepen- complicidades con la “normalidad” histórica. Esta es la dencia frente a la ley sancionada por el poder dominante razón de que nos encontremos con afirmaciones aparen- (Arendt, 2006b). temente contradictorias. Por un lado, Arendt afirma que la dominación totalitaria, “en su carácter sin precedentes no El concepto de la “banalidad de mal” nos pone tras la pista se puede aprehender mediante las categorías habituales de la cuestión fundamental que plantea la catástrofe de del pensamiento político”, se trata de un acontecimiento Auschwitz, esto es, que su ejecución se basó en el buen que “rompió la continuidad de la historia de Occidente” funcionamiento de una maquinaria burocrática y en el (Arendt, 1996, 33). Sin embargo, por otro lado, en una desempeño obediente de funciones racionalmente defini- carta a K. Jasper, en la que le da cuenta de sus esfuerzos das previamente, así como en la existencia de individuos por limpiar la tradición filosófica occidental “de Platón 248 ARboR CLXXXVI 742 marzo-abril [2010] 245-263 ISSN: 0210-1963 doi: 10.3989/arbor.2010.742n1105 a Nietzsche inclusive” de toda sospecha de complicidad Arendt considera que los movimientos totalitarios sólo con los elementos de las formas totalitarias de gobier- son posibles en sociedades de masas (Arendt, 1981, 489), no, no deja dereconocer su responsabilidad en la génesis es decir, allí donde se ha producido un colapso de la de la catástrofe. Ésta consistiría en no haber elaborado sociedad de clases y su estructuración política en el un genuino concepto de lo político, que sólo puede ser Estado-Nación a través de la representación y confron- J construido desde la centralidad de la idea de pluralidad tación de intereses plurales. La existencia de la masa OS é (Arendt/Jaspers, 1993, 203), cuyo contrario es el concepto presupone una desestructuración social y política de la A . Z de masa. que son índice el antisemitismo y el imperialismo. La A M pérdida de una estructura sistemática deja a los indivi- OR A Por eso buena parte de su libro sobre Los orígenes del duos abandonados a sí mismos. La masa se constituye totalitarismo está dedicado a analizar los procesos de por la combinación de ese aislamiento y la totalización constitución de un nuevo tipo de sociedad: “la sociedad de los individuos aislados. En ella son englobados indivi- de masas”. El antisemitismo y el imperialismo, fenóme- duos sin verdaderos contactos sociales y desarraigados. nos a los que Arendt dedica el primer y el segundo de Por eso esta totalización del aislamiento tiene que ver los volúmenes de su obra, tienen enorme relevancia en “con la creciente funcionalización de nuestra sociedad, cuanto que preparan la aparición de ese nuevo tipo de o, más bien, con el hecho de que el hombre moderno se sociedad. El antisemitismo está directamente relacionado ha convertido crecientemente en una mera función de la con la dialéctica entre el proceso general de emancipa- sociedad. El mundo totalitario y sus ideologías [...] refle- ción en la modernidad y el de la emancipación judía en jan el aspecto radical de funcionalización de los hombres” particular y con la disolución del individuo como sujeto (Arendt, 2005a, 459). de derechos. La muerte jurídica, que dejaba a millones de personas sin la protección del derecho cristalizado en los La sociedad considerada como un todo funcional supone sistemas jurídicos de los Estados-Nación, es el precedente una diferenciación y una coordinación bajo criterios de de la muerte industrial-burocrática perpetrada en los eficacia y concertación en la que fines y medios se re- campos. Pero si la crisis de los Estados nacionales unida lacionan en términos de calculabilidad. Se trata de una al crecimiento del racismo ponía en el punto de mira a funcionalización que manifiesta una tendencia a la indife- las minorías étnicas o a los ciudadanos sin Estado y per- rencia de todo lo singular e individual, a hacer superfluos mitía identificarlos de modo prioritario como poblaciones a los individuos en aras de asegurar el funcionamiento del a segregar y eliminar (parias), el proceso desencadenado entramado funcional. La experiencia que hacen las masas alcanza en el Estado totalitario una dimensión universal. modernas se corresponde pues con el intento totalitario Potencialmente nadie estaba a salvo en él de la arbitra- de hacer superfluos a los hombres (Arendt, 1981, 678). riedad de un poder que podía dejar sin la protección de Dicho intento es inseparable de la consideración y, en los derechos burgueses a cualquiera. A esto se une la parte, del tratamiento de las poblaciones como material deriva imperialista de los Estados europeos, que Arendt administrable y funcionalmente organizable. El genocidio considera fundamentalmente desde la perspectiva del administrativo encaja pues en la lógica instrumental que colapso de la sociedad de clases, un colapso promovido se emancipa de toda finalidad y termina convirtiendo el por los burgueses a través de la supeditación del Estado funcionamiento en finalidad de sí mismo. “Con la política al despliegue ilimitado de sus intereses económicos. El de aniquilación la función del antisemitismo se reduce resultado es una perversa alianza del capital con la masa [para Arendt] a la elección de las víctimas. [...] Las víc- atomizada y amorfa cómplice con el racismo y la nega- timas de la dominación total que se alza sobre sociedad ción de los derechos humanos a los pueblos colonizados. de masas de individuos radicalmente aislados le parecen Esto resultó posible por una especie de disolución moral a Arendt en última instancia intercambiables” (Schulze/ del individuo dispuesto a sacrificar su capacidad de pen- Rensmann, 2003, 105). sar y enjuiciar y, en definitiva, sus libertades políticas a la búsqueda del enriquecimiento o por una especie de Estas condiciones prestan al proyecto totalitario de do- disposición generalizada a someterse a formas de domi- minación una eficacia inusitada. La clave de ese proyecto nación que prometan estabilidad y orden. consiste para Arendt en intentar someter el conjunto de 249 doi: 10.3989/arbor.2010.742n1105 ARboR CLXXXVI 742 marzo-abril [2010] 245-263 ISSN: 0210-1963 la realidad a la idea de una ley que rige la evolución de 3. auscHwitz: líMite del pensar y vuelco la naturaleza y la historia. El poder totalitario se inter- de la civilización en barbarie preta a sí mismo como ejecutor de esa ley inapelable a Nº 742 la que han de someterse, voluntariamente o no, todos También Adorno vio en Auschwitz una cesura que obliga los individuos, que ven así cómo es negada su capacidad a los medios convencionales de análisis racional a cues- H . A de decisión y de responder ante sí mismos y ante los tionarse a sí mismos y a cuestionar la marcha histórica R E demás. El caudillo es el mediador infalible de dicha ley. en la que pudo abrirse un abismo tan insondable de dolor N D T Su omnipotencia para imponerla es al mismo tiempo la e injusticia. Pues no sólo la efectividad histórica de un Y T verificación de la ley, la prueba de su verdad. La propa- sujeto divino suprahistórico, sino también la de la razón, H . W ganda no persigue tanto dar crédito a aquello que se la del sujeto burgués o la del proceso dialéctico quedaron . AD proclama como movimiento inexorable, cuanto implicar en suspenso en los campos de exterminio del Tercer Reich. O RN al mayor número posible en su ejecución. Esta forma de Una catástrofe de tales dimensiones, en la que se comenzó O : P entender la relación entre idea y realidad es incompati- a eliminar sistemáticamente a una parte de la humani- E N ble una sociedad plural y activa. Toda espontaneidad es dad y se pudo hacer de dicha aniquilación un problema S A R una amenaza y debe ser perseguida dentro y fuera, en puramente técnico y organizativo, pone de manifiesto la F R los fieles y en los enemigos. La absoluta maleabilidad de gravedad del fracaso de las fuerzas y los poderes sobre los E N T la sociedad exige de ésta que posea un carácter amorfo, que se habían apoyado hasta ese momento las diferen- E A L que quede reducida a puro material manejable por los tes esperanzas históricas. Auschwitz representa pues una A B que se erigen en sus constructores y hacedores. Toda la quiebra en el proceso civilizador que exige un replantea- A R realidad social es sometida a comando, organización y miento radical en la forma de considerar dicho proceso. B A R control. IE Pero, ¿es posible dar explicación de esa quiebra? Como Esta forma de poder totalitario se ejercita y verifica en señala Adorno en la Dialéctica Negativa, “la aptitud para los campos de exterminio como “poder absoluto”. Se trata la metafísica quedó paralizada, porque lo que sucedió le de un poder que organiza el orden temporal y social de hizo añicos al pensamiento metafísico especulativo la base todos los procesos vitales de los prisioneros, impone una de su compatibilidad con la experiencia” (Adorno, 1970b, estructura social clasificatoria y cambiante que supone 353). Sobre Auschwitz no es posible ni siquiera elaborar una distribución azarosa e imprevisible de posibilidades una filosofía de las situaciones límite, en las que todavía efímeras de supervivencia. Crea un sistema de colabo- el existencialismo creía poder encontrar la fuente de la ración que difumina la diferencia entre perpetrador y “autenticidad” humana (Adorno 1974c, 424; 1974a, 129; víctima, etc. Transforma el trabajo en un medio de aniqui- 1970a, 500ss). Si ya las reflexiones que pretenden dar lación. Y todo ello emancipado de cualquier exigencia de sentido a la muerte, independientemente de cómo ésta legitimación o de normas establecidas de modo estable. tenga lugar, permanecen impotentes frente a su incon- Ser agredido, torturado o asesinado arbitraria y capricho- mensurabilidad para la “experiencia” humana, Auschwitz samente se convierte en una posibilidad omnipresente, significa una imposibilidad de dichas reflexiones incom- de modo que la línea que separa la muerte y la vida parablemente más radical, pues “desde Auschwitz, temer desaparece. Pero como hemos visto, ese poder absoluto la muerte significa temer algo mucho peor que la muerte” “no se da por satisfecho meramente con matar, ese pun- (Adorno, 1970b, 364). to último de referencia de todo poder. Antes transforma las estructuras universales de la relación humana con el Es más, todo pensamiento teórico choca con barreras mundo: el espacio y el tiempo, la relación social con los insuperables al intentar dar una explicación racional de otros, la relación con las cosas en el trabajo, la relación Auschwitz. Con ayuda de la crítica de la economía política de los seres humanos consigo mismos. Se sirve de algunos se pueden explicar y fundamentar las condiciones econó- elementos y métodos de las formas tradicionales de poder, micas, sociales y políticas de posibilidad de la toma del las combina y la potencia, se deshace de su instrumenta- poder por los nacionalsocialistas y asimismo la “necesidad” lidad y se convierte así en una forma de poder específica” desde el punto de vista de la política interna alemana de (Sofsky, 1993, 29). una guerra ofensiva. Con ayuda de un psicoanálisis flan- 250 ARboR CLXXXVI 742 marzo-abril [2010] 245-263 ISSN: 0210-1963 doi: 10.3989/arbor.2010.742n1105 queado por una buena dosis de teoría crítica de la sociedad inocentes” (Adorno, 1977d, 557). Y vincula ese asesinato se puede explicar la capacidad de adaptación y sumisión administrativo de modo directo con la “frialdad”, “principio de las masas, su frialdad e indiferencia frente al destino de fundamental de la subjetividad burguesa sin la que Aus- las víctimas y su entusiasmo por un sistema que de hecho chwitz no habría sido posible” (Adorno, 1970b, 356). Sin actuaba contra ellas y contra sus verdaderos intereses. ese principio los seres humanos no habrían aceptado un J proceder semejante, se habrían rebelado. El problema es OS é Sin embargo, la aniquilación de millones de seres humanos que ese principio estructura la sociedad y la vida individual, A . Z llevada a cabo de modo industrial en los campos de con- estableciendo la persecución del interés propio frente a los A M centración y de exterminio está en contradicción con toda intereses ajenos por encima de cualquier otro criterio. Y OR A razón económica, aunque sea la “razón” de la cobertura por paradójico que parezca, el instinto de rebaño obser- con fuerza de trabajo “enemiga” de las necesidades de la vable por doquier no se opone a esa búsqueda del propio industria bélica o la “razón” de la logística y la concen- interés. El individualismo es el rasgo característico de la tración de recursos en un momento en el que el ejército “masa solitaria”, cuya constitución responde a la necesidad alemán se encontraba en una situación más que precaria de agruparse de aquellos que experimentan la frialdad en en los diferentes frentes de batalla. La aniquilación de los sí mismos y en los otros y no pueden soportarla ni hacer judíos no puede ser explicada de modo funcional a partir nada para cambiarla. Justo esta incapacidad para identi- de dichas “racionalidades”. Además, el intento de una ex- ficarse con el otro “fue sin duda la condición psicológica plicación científica del universo irracional de los campos más importante para que Auschwitz pudiera ocurrir en de exterminio conduciría a una racionalización inaceptable medio de seres humanos inofensivos y provistos en alguna de los mismos (Claussen, 1988, 64). medida de moralidad. [...]. La frialdad de la mónada social, del competidor aislado, se convirtió en cuanto indiferencia En “Auschwitz” la realidad desborda toda capacidad de frente al destino de los otros en la condición para que sólo imaginación. La maquinaria de violencia altamente efi- muy pocos se rebelasen” (Adorno, 1977b, 687). ciente tenía como meta la nada, la eliminación incluso del recuerdo del objeto de la aniquilación hecho existir en El antisemitismo ofrece un código que permite explicar cierta medida por definición del procedimiento aniquilador el mundo, que aparentemente permite conocer las causas mismo. Así, lo irrepresentable se presenta a la desbordada de la opresión y personificarlas, pero además produce la capacidad imaginativa como realidad de la nada consuma- ilusión de poseer el poder para eliminarlas gracias a la da. “El horror que por ahora ha culminado en Auschwitz participación en la poderosa comunidad antisemita. Sin produce la regresión del espíritu con una lógica que le es embargo, por medio de esta ideología las estructuras de inmanente. Sobre Auschwitz no es posible escribir bien opresión que sustentan las prácticas de dominio y exclu- desde el punto de vista del lenguaje; es preciso renunciar sión son doblemente enmascaradas, para así mantener a complejidades, si se quiere ser fiel a sus impulsos, y sin encadenados a los sujetos privados de su subjetividad y embargo con la renuncia se termina obedeciendo a la su individualidad. Las condiciones sociales del aislamiento, regresión universal” (Adorno, 1977c, 597-598). Ante lo el sometimiento, la presión a adaptarse a lo existente y la inimaginable se abre un abismo de silencio, pues “sólo renuncia, que abocan en última instancia a un debilita- callando es posible expresar el nombre de la calamidad” miento de la conciencia independiente, no sólo afectan a (Adorno, 1974b), aunque ni siquiera “el silencio escapa al los antisemitas, sino a todos los miembros de la sociedad. círculo” (1970b, 360). Por ello, “la conciencia que desea El origen de las disposiciones antisemitas se encuentra en hacer frente a lo indecible se ve arrojada de nuevo al la dialéctica de la socialización. intento de comprender, si es que no quiere sucumbir subje- tivamente a la locura que impera objetivamente” (Adorno, El mecanismo de la represión y la proyección paranoica 1980, 116). no son simplemente mecanismos de la economía psíquica individual, sino mecanismos de la civilización. El orden En el intento de comprender, Adorno se refiere a lo ocurrido totalitario no hace más que ponerlos a su servicio. Sin en Auschwitz en términos muy parecidos a Arendt. Habla reflexión, el sujeto se hace incapaz para la diferencia y se del “asesinato administrativo de millones de seres humanos convierte en un mecanismo de reacción primitivamente 251 doi: 10.3989/arbor.2010.742n1105 ARboR CLXXXVI 742 marzo-abril [2010] 245-263 ISSN: 0210-1963 animal. El instinto destructor del fascismo no es más que del yo gracias a la identificación compartida. El narcisismo el despliegue de esa incapacidad para la diferencia. Sólo la dañado encuentra cumplimiento en el narcisismo colecti- capacidad de dar un paso atrás, la capacidad de pensar en vo (Adorno, 1972a, 419). Nº 742 cuanto reflexión y autocorrección que percibe la necesaria aportación conceptual en cuanto tal e impide al mismo No es que Adorno espere de la psicología social una expli- H . A tiempo su absolutización, puede liberar al conocimiento cación de la catástrofe (Adorno, 1980, 186). Estas aporta- R E de su sombra paranoica. ciones resultan significativas sólo para descartar falsas ex- N D T plicaciones, sobre todo aquéllas que pretendan considerar Y T Como es bien conocido, el carácter autoritario es el tipo de el genocidio obra de una banda de criminales con rasgos H . W carácter que permite a Adorno rastrear la conformidad y la demoniacos excepcionales. La movilización de conceptos . AD complicidad con los poderes que organizaron y perpetraron como la “frialdad burguesa” o el “carácter autoritario” son O RN el genocidio6. Su núcleo no es otro que la ambivalencia mucho más intranquilizadoras, porque vinculan el geno- O : P entre sometimiento y rebelión coagulada en el psiquismo cidio con la patogénesis normalizada de subjetividades E N de los que se aferran al orden existente. Dicho carácter hiperadaptadas y conformes con una aniquilación masiva S A R les permite dar una salida al conflicto interior identificán- o al menos incapaces de resistirse. La desproporción de la F R dose con el dominio encarnado en una figura personal y catástrofe proviene de su carácter administrativo y frío, de E N T proyectando la agresión contra grupos identificados como una funcionalidad que había penetrado hasta el alma de E A L más débiles. Partiendo del análisis freudiano, es posible ejecutores, cómplices y espectadores (Adorno, 1980, 117). A B explicar por qué el carácter autoritario tiene que dirigir A R la agresión contra grupos considerados extraños. Su debi- Supuestas estas condiciones sociales e individuales de po- B A R lidad le impide dirigirla contra las autoridades del propio sibilidad, lo que Adorno subraya de la eliminación industrial IE grupo. El conflicto intrapsíquico se proyecta a la relación y burocráticamente organizada de innumerables víctimas entre el propio grupo y los grupos declarados ajenos, lo que es que esta forma de asesinato masivo supone un salto permite la descarga de la agresividad y la identificación cualitativo que afecta al carácter mismo de la muerte, que con la autoridad. El resultado es una paradójica “rebelión ya no es lo único que les queda a los asesinados, por pobre conformista”: una especie de combinación entre el placer que sea, sino algo de lo que también han sido expropia- de obedecer y la agresión contra los indefensos. dos. La muerte no es pues una invariante de la existencia humana que a todos iguala, como ingenuamente se dice. También encontramos la misma necesidad de identifica- Las condiciones en que se produce pueden llegar a afectar ción con la autoridad o con el colectivo en el “narcisismo a su misma esencia y de modo irreversible. En los campos herido”, que no es simplemente una figura históricamente de concentración y exterminio la experiencia de la muerte posterior al carácter autoritario. Su clave está en el con- invade paradójicamente el ámbito mismo de lo viviente, la flicto entre la necesidad de una ocupación libidinal de la frontera entre la vida y la muerte sufre una transformación propia persona y el agravio permanente que las condi- hasta ese momento desconocida: ciones sociales infringen a los individuos para asegurar la autoconservación. Dichas condiciones son percibidas “En los campos de concentración del fascismo se eliminó la como ajenas, extrañas o destinales y, al mismo tiempo, línea de demarcación entre la vida y la muerte. Esos cam- como precarias, cuando no asociadas a insuficiencias de pos crearon un estado intermedio, esqueletos vivos y seres los propios sujetos amenazados, pero raramente identi- putrefactos, víctimas a las que les falló el suicidio, la risa de ficadas como resultado de coacciones sistémicas. Si las Satanás sobre la esperanza de vencer a la muerte. Como en exigencias de autoconservación reclaman una ocupación los epos invertidos de Kafka pereció allí aquello que da la libidinal adicional de la propia persona (narcisismo), la medida a la experiencia: la vida vivida desde sí misma hasta incapacidad de controlar las condiciones de existencia su final” (Adorno, 1977a, 273). provocan un agravio permanente que abre y reabre la he- rida narcisista: “El yo experimenta [...] su impotencia real La eliminación de todo resto, la conversión de las víctimas como agravio narcisista” (Adorno, 1972b, 72). La solución en humo, es el signo de que la vida de los aniquilados a este conflicto se produce a través de la colectivización no tiene valor alguno, de que la vida individual es com- 252 ARboR CLXXXVI 742 marzo-abril [2010] 245-263 ISSN: 0210-1963 doi: 10.3989/arbor.2010.742n1105 pletamente indiferente, superflua. Pero esta indiferencia que la situación se prolongue, se perpetuará la catástrofe” de lo singular anida para Adorno en el propio principium (Adorno, 1980, 62). Adorno interpreta aquí, como pue- idividuationis, en el triunfo de una individualidad juramen- de verse, la perduración de las condiciones que hicieron tada con la ley universal de la ventaja individual, que bajo posible la recaída en la barbarie como pervivencia de la pretexto de asegurar al yo, lo sacrifica. catástrofe misma (Adorno, 1977b, 674). A primera vista sin J embargo, esa identificación de la reconstrucción después OS é “Que en los campos ya no muriera el individuo, sino el de la guerra con la prolongación de la catástrofe parece A . Z ejemplar, tiene que afectar al morir también de aquellos que presuponer una analogía inadmisible que amenaza con A M escaparon a la medida. El genocidio es la absoluta integra- desmentir la tesis de que Auschwitz sea una “quiebra de OR A ción que se prepara por doquier donde los seres humanos la civilización”, como no menos la tesis de su singularidad son cortados por el mismo patrón, son disciplinados, como y su inconmensurabilidad con el resto de la historia, pues se decía en el ejército, hasta que, como desviaciones del una identificación tal llevaría a constituir la catástrofe de concepto de su propia nulidad, eran literalmente eliminados. Auschwitz en una especie de invariante histórica afectada Auschwitz confirma el filosofema de la pura identidad en sólo por diferencias de grado. Contra esto se opone el cuanto muerte” (Adorno, 1970b, 355). mismo Adorno decididamente (cfr. Adorno, 1980, 268). ¿Resulta legítima esta afirmación de Adorno? ¿Realmente Pero por otro lado, para él no es aceptable reducir los es nuestro Brave New World, en caso de que el diagnóstico campos de exterminio sencillamente a “un incidente en de A. Huxley sea certero, “un único campo de concentra- la marcha triunfal de la civilización” (Adorno, 1980, 267). ción, que, carente de alternativa, se tiene por el paraíso” Singularidad equivaldría entonces a una delimitación no (Adorno, 1977e, 99)? ¿Se pueden trasladar al pensamiento sólo temporal, sino también social y cultural del nacional- identificador y a los mecanismos de integración de la socialismo, que convertiría a éste en una especie de avería sociedad actual el carácter aniquilador que encontramos circunstancial. Frente a esto afirma Adorno: “El hecho de en la integración absoluta de los seres humanos y en la que Auschwitz haya podido ocurrir en medio de toda una destrucción exterminadora de toda singularidad e indi- tradición de filosofía, arte y ciencias ilustradas no significa vidualidad de los campos de concentración? ¿No lleva a simplemente que ella, el espíritu, no llegara a prender en cabo Adorno una identificación inaceptable de categorías los hombres y a cambiarlos. Precisamente en esas ramas lógicas, por un lado, y sociales e históricas, por otro? Cier- del espíritu, en la pretensión enfática de su autarquía, tamente Adorno percibe una conexión y, por así decirlo, habita la mentira” (Adorno, 1970b, 359). una imbricación entre la identidad subjetiva, la lógica y la formal. En la base de todas ellas se encuentra el mismo Así pues, hay que rechazar la afirmación de una pura proceso histórico y social constituido por el intercambio y invariabilidad, ya que esto supondría banalizar todas las la dominación de la naturaleza, se ejercita la dominación catástrofes haciéndolas intercambiables, y además llevaría que en Auschwitz se vuelve total. Esto es lo que la proto- necesariamente a una resignación frente a lo inevitable, historia de la catástrofe ha de sacar a la luz. pues si siempre ha ocurrido lo mismo, resulta imposible pensar en una alternativa. Además, el concepto de inva- riabilidad infiere a las víctimas una nueva injusticia en su singularidad al eliminar las diferencias entre ellas. Pero por 4. la protoHistoria de la catástrofe otra parte, la afirmación de la singularidad de Auschwitz no debe ir tan lejos, que éste quede reducido a un acon- A diferencia de aquellos que en el otoño de 1944, a la vista tecimiento puramente contingente, pues esto conduce a de un final previsible de la guerra, empiezan a pensar en la un positivismo histórico para el que toda la historia no “reconstrucción”, Adorno se niega a pensar en todo lo que es otra cosa que el acontecer fáctico en su contingencia. sea reconstruir: “Resulta idiota pensar que después de esta Esto supondría una relativización minimizadora y reduciría guerra la vida podrá continuar ‘normalmente’ y aún más considerablemente la relevancia de Auschwitz de cara a que la cultura podrá ser ‘restaurada’ - como si la restau- comprender la historia y la sociedad en cuyo seno pudo ración de la cultura no fuera ya su negación. [...] Mientras tener lugar dicha catástrofe (Claussen, 1987, 9s). Esa si- 253 doi: 10.3989/arbor.2010.742n1105 ARboR CLXXXVI 742 marzo-abril [2010] 245-263 ISSN: 0210-1963 tuación paradójica lleva a Adorno a formular una frase minación de la coacción social que produce el sufrimiento, que a primera vista parece contradictoria: “La identidad está todavía por realizar (Schmid, 1990, 32)7. Por ello, para se encuentra en la no identidad, en lo aún no acontecido, Adorno no basta con limitarse a desenmascarar la historia Nº 742 que denuncia lo que ocurrió. [...] Quien se sustrae a la humana como prehistoria, como estática en y a través de evidencia del crecimiento de lo espantoso no sólo se aban- la dinámica, sino que hay que sacar a la luz el reverso H . A dona a la contemplación carente de sensibilidad, sino que oculto de la misma. R E además pierde de vista, junto con la diferencia específica N D T de lo más reciente respecto a lo acaecido anteriormente, No se trata de considerar la dominación como fundamen- Y T la verdadera identidad del todo, del terror sin fin” (Adorno, to ontológico y negativo de la historia, sino de impedir H . W 1980, 268). una relativización del sufrimiento en ella. De un modo . AD negativo se puede reconocer la unidad de los momentos O RN Sólo la percepción de la singularidad cualitativa permite discontinuos y caóticamente dispersos de la historia en O : P captar paradójicamente la identidad dentro del proceso cuanto continuidad de la dominación destructora, dado E N que ha conducido a los horrores inimaginables de Aus- que el sufrimiento injusto no ha sido todavía eliminado en S A R chwitz. Lo que hay que evitar es pues, por una parte, el ninguno de ellos. La figura más reciente de iniquidad abre F R hechizo de la filosofía del origen o philosophia prima, en la los ojos para el sufrimiento actual en cada momento, así E N T que toda la realidad se deduce más o menos directamente como la persistencia del sufrimiento injusto es la prueba de E A L de un solo principio, en la que lo singular es la expresión la perduración del dominio destructor. Adorno no pretende A B o manifestación de la estructura ontológica básica de la formular con esta construcción de la historia en cuan- A R realidad, y es igual que dicha estructura se determine to “historia natural” una nueva metafísica de la historia, B A R positiva o negativamente. Pero, por otra parte, sería ilícito ahora negativa, sino que pretende forzar un cambio de IE mantener una desconexión de los fenómenos, pues esto perspectiva en la consideración de la misma. no hace justicia a las dimensiones y la persistencia de la negatividad histórica. W. Benjamin lo ha formulado de un modo insuperable al referirse a la dictadura nacionalsocialista frente a aquellos La identidad de la no identidad o viceversa, que el nuevo que se sorprendían de que ocurrieran cosas semejantes en el horror permite descubrir, podría caracterizarse de entrada siglo veinte: “La tradición de los oprimidos nos enseña que con K. Marx como la estática de la dinámica social. Dado la regla es el ‘estado de excepción’ en el que vivimos” (Ben- que la sociedad avanza de modo antagónico y pseudonatu- jamin 1972, 697). La posibilidad de pensar conjuntamente ral, la dinámica de su expansión desenfrenada sigue siendo “regla” y “excepción” o –con Adorno– “continuidad” y “dis- una reproducción del viejo antagonismo y por tanto está- continuidad”, “identidad” y “no identidad” depende de ese tica. La irracionalidad de las crisis cíclicas, la impotencia cambio de perspectiva. No se pretende ontologizar la dis- de los sujetos socializados frente a la marcha de su propia continuidad, el estado de excepción o el sufrimiento, como historia, así como el sufrimiento evitable pero persistente, si se tratara de una determinación esencial de la historia, de ponen de manifiesto que “la dialéctica histórica conduce la que lógicamente no habría posibilidad de liberarse. Más en cierto sentido a una constancia de la fatalidad” (Adorno, bien lo que se exige aquí es adoptar la perspectiva de los 1972c, 234). oprimidos, de las víctimas de la historia, y no simplemente por solidaridad con ellas, sino en honor a la verdad de esa El concepto marxiano de “prehistoria”, al que Adorno quiere historia. Adorno comparte con Benjamin la convicción de mantenerse fiel con su idea de “historia natural”, compren- que es necesario un cambio de perspectiva, como revela su de el proceso histórico bajo el signo de la persistente falta interpretación de Kafka: “En la Edad Media, tortura y muerte de libertad. No se trata pues de una continuidad positiva, se aplicaban ‘invertidas’ a los judíos; en un célebre pasaje sino la continuidad de la historia de sufrimiento. Cuando de Tácito ya se acusa a su religión de religión invertida. Los Marx califica el trabajo asalariado “libre” como “esclavitud delincuentes fueron colgados cabeza abajo. Tal como la asalariada”, lo que pretende es romper la apariencia de un superficie de la tierra tiene que haberse presentado a esas progreso que ciega frente a la continuidad de la coacción víctimas en las infinitas horas de su agonía, así es como la más allá de sus mutaciones históricas. Lo decisivo, la eli- fotografía el agrimensor Kafka” (Adorno, 1977a, 284). 254 ARboR CLXXXVI 742 marzo-abril [2010] 245-263 ISSN: 0210-1963 doi: 10.3989/arbor.2010.742n1105

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ARboR Ciencia, Pensamiento y Cultura. CLXXXVI 742 marzo-abril (2010) 245- 263 ISSN: 0210-1963 doi: 10.3989/arbor.2010.742n1105. H. ARENDT Y TH.
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