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Grecia. El mundo griego y Filipo de Macedonia PDF

55 Pages·1989·2.545 MB·Spanish
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19 HISTORIA ' / MDO delvm A n i í g v o a G, FŒCI m Esta historia, obra de un equipo de cuarenta profesores de va­ rias universidades españolas, pretende ofrecer el último estado de las investigaciones y, a la vez, ser accesible a lectores de di­ HISTORIA versos niveles culturales. Una cuidada selección de textos de au­ tores antiguos, mapas, ilustraciones, cuadros cronológicos y ■^MVNDO orientaciones bibliográficas hacen que cada libro se presente con un doble valor, de modo que puede funcionar como un capítulo A ntïgvo del conjunto más amplio en el que está inserto o bien como una monografía. Cada texto ha sido redactado por el especialista del tema, lo que asegura la calidad científica del proyecto. ORIENTE 25. J. Fernández Nieto, La guerra 44. C. González Román, La Re­ del Peloponeso. pública Tardía: cesarianos y 1. A. Caballos-J. M. Serrano, 26. J. Fernández Nieto, Grecia en pompeyanos. Sumer y Akkad. la primera mitad del s. IV. 45. J. M. Roldán, Institudones po­ 2. J. Urruela, Egipto: Epoca Ti- 27. D. Plácido, La civilización líticas de la República romana. nita e Imperio Antiguo. griega en la época clásica. 46. S. Montero, La religión roma­ 3. C. G. Wagner, Babilonia. 28. J. Fernández Nieto, V. Alon­ na antigua. 4. J. Urruelaj Egipto durante el so, Las condidones de las polis 47. J. Mangas, Augusto. Imperio Medio. en el s. IV y su reflejo en los 48. J. Mangas, F. J. Lomas, Los 5. P. Sáez, Los hititas. pensadores griegos. Julio-Claudios y la crisis del 68. 6. F. Presedo, Egipto durante el 29. J. Fernández Nieto, El mun­ 49. F. J. Lomas, Los Flavios. Imperio Nuevo. do griego y Filipo de Mace­ 50. G. Chic, La dinastía de los 7. J. Alvar, Los Pueblos del Mar donia. Antoninos. y otros movimientos de pueblos 30. M. A. Rabanal, Alejandro 51. U. Espinosa, Los Severos. a fines del II milenio. Magno y sus sucesores. 52. J. Fernández Ubiña, El Impe­ 8. C. G. Wagner, Asiría y su 31. A. Lozano, Las monarquías rio Romano bajo la anarquía imperio. helenísticas. I: El Egipto de los militar. 9. C. G. Wagner, Los fenicios. Lágidas. 53. J. Muñiz Coello, Las finanzas 10. J. M. Blázquez, Los hebreos. 32. A. Lozano, Las monarquías públicas del estado romano du­ 11. F. Presedo, Egipto: Tercer Pe­ helenísticas. II: Los Seleúcidas. rante el Alto Imperio. ríodo Intermedio y Epoca Sai- 33. A. Lozano, Asia Menor he­ 54. J. M. Blázquez, Agricultura y ta. lenística. minería romanas durante el 12. F. Presedo, J. M. Serrano, La 34. M. A. Rabanal, Las monar­ Alto Imperio. religión egipcia. quías helenísticas. III: Grecia y 55. J. M. Blázquez, Artesanado y 13. J. Alvar, Los persas. Macedonia. comercio durante el Alto Im­ 35. A. Piñero, La civilizadón he­ perio. GRECIA lenística. 56. J. Mangas-R. Cid, El paganis­ mo durante el Alto Impeño. 14. J. C. Bermejo, El mundo del ROMA 57. J. M. Santero, F. Gaseó, El Egeo en el II milenio. cristianismo primitivo. 36. J. Martínez-Pinna, El pueblo 15. A. Lozano, La Edad Oscura. 58. G. Bravo, Diocleciano y las re­ 16. J. C. Bermejo, El mito griego etrusco. formas administrativas del Im­ 37. J. Martínez-Pinna, La Roma y sus interpretaciones. perio. primitiva. 17. A. Lozano, La colonización 59. F. Bajo, Constantino y sus su­ 38. S. Montero, J. Martínez-Pin­ griega. cesores. La conversión del Im­ na, El dualismo patricio-ple­ 18. J. J. Sayas, Las ciudades de Jo- perio. beyo. nia y el Peloponeso en el perío­ 60. R. Sanz, El paganismo tardío 39. S. Montero, J. Martínez-Pin- do arcaico. na, La conquista de Italia y la y Juliano el Apóstata. 19. R. López Melero, El estado es­ igualdad de los órdenes. 61. R. Teja, La época de los Va­ partano hasta la época clásica. 40. G. Fatás, El período de las pri­ lentiniano s y de Teodosio. 20. R. López Melero, La forma­ meras guerras púnicas. 62. D. Pérez Sánchez, Evoludón ción de la democracia atenien­ 41. F. Marco, La expansión de del Imperio Romano de Orien­ se , I. El estado aristocrático. Roma por el Mediterráneo. De te hasta Justiniano. 21. R. López Melero, La forma­ fines de la segunda guerra Pú­ 63. G. Bravo, El colonato bajoim- ción de la democracia atenien­ nica a los Gracos. perial. se, II. De Solón a Clístenes. 42. J. F. Rodríguez Neila, Los 64. G. Bravo, Revueltas internas y 22. D. Plácido, Cultura y religión Gracos y el comienzo de las penetraciones bárbaras en el en la Grecia arcaica. guerras aviles. Imperio. 23. M. Picazo, Griegos y persas en 43. M.a L. Sánchez León, Revuel­ 65. A. Giménez de Garnica, La el Egeo. tas de esclavos en la crisis de la desintegración del Imperio Ro­ 24. D. Plácido, La Pente conte da. República. mano de Ocddente. e S m · HISTORIA ^MVNDO Αιτπανο r n r n λ l f \ V i I v l I Director de la obra: Julio Mangas Manjarrés (Catedrático de Historia Antigua de la Universidad Complutense de Madrid) Diseño y maqueta: Pedro Arjona «No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.» © Ediciones Akal, S.A., 1989 Los Berrocales del Jarama Apdo. 400 - Torrejón de Ardoz Madrid - España Tels.: 656 56 11 - 656 49 11 Depósito Legal: M-29281 -1989 ISBN: 84-7600-274-2 (Obra completa) ISBN: 84-7600-431-1 (Tomo XXIX) Impreso en GREFOL, S.A. » Pol. II - La Fuensanta Móstoles (Madrid) Printed in Spain EL MONDO GRIEGO Y FILIPO DE MACEDONIA F J. Fernández Nieto Indice Págs. Introducción............................................................................................................... 7 I. Macedonia bajo Filipo II ................................................................................... 9 1. El reino de Macedonia antes de Filipo II .................................................. 9 Los orígenes de la dinastía macedonia ....................................................... 11 Macedonia durante el siglo V ........................................................................ 12 Macedonia en la primera mitad del siglo IV (399-359) .......................... 17 2. Macedonia en época de Filipo II ................................................................. 19 El reino a la llegada de Filipo ....................................................................... 19 Las reformas internas de Filipo .................................................................... 25 Los medios aplicados por Filipo................................................................... 29 Π. Filipo y la conquista de Grecia ..................................................................... 34 1. De la Guerra Sagrada a la Paz de Filócrates ............................................ 34 La guerra contra Olinto y el desarrollo de la Guerra Sagrada ............ 37 La Paz de Filócrates y el fin de la Guerra Sagrada................................ 39 2. La ascensión final de Macedonia y la privación general de la autonomía .... 44 La guerra contra Macedonia y la batalla de Queronea ......................... 47 La Liga de Corinto y la expedición a Asia................................................ 50 Bibliografía................................................................................................................ 54 El mundo griego y Filipo de Macedonia 7 Introducción La batalla de Mantinea (362), en la aunque la responsabilidad de condu­ que murió Epaminondas, y la derrota cirlo vertiginosamente recayó, por vo­ de Atenas en la Guerra de los Aliados luntad del destino, sobre su hijo y su­ (355), que dejó reducida la segunda cesor Alejandro. Confederación marítima a un grupo Veinte años antes de que Filipo ob­ de estados insulares con escasa fuer­ tuviese el cetro existió en el norte de za, consumaron el fracaso definitivo Grecia otro monarca absoluto, cuya de las formaciones hegemónicas. Es­ ambición e inteligencia le colocaron parta, Tebas y Atenas quedaron pro­ en disposición de equipararse a los fundamente debilitadas tras sus in­ principales estados de su tiempo: el tentos de establecer un dominio tirano Jasón de Feras. Con rapidez y efectivo sobre la mayor parte de la acierto Jasón dominó a todas las ciu­ Hélade, pero todos los griegos paga­ dades de Tesalia; los dólopes y los rían su agotamiento viéndose inexora­ molosos acataron su protectorado, la blemente a merced de los macedonios. Acaya Ftiótide, los magnesios y los En efecto, el vacío que se produjo perrebos le pagaban tributo. Impuso en Grecia a causa del desgaste ince­ su nombramiento como tagos (señor sante sufrido por las tres grandes po­ absoluto) de los tesalios y estableció tencias durante la primera mitad del un acuerdo de alianza con Tebas. En siglo IV no duró demasiado tiempo; los Juegos Píticos de Delfos pretendió la ocupación de ese espacio marca aparecer como el jefe indiscutible de precisamente el inicio de una nueva toda la Hélade y que los amfictiones época, en todos los órdenes de la vida le encomendaran la misión de em­ y del pensamiento, que estuvo llama­ prender una gran expedición contra da a modificar muchos de los carac­ Persia, que muchos griegos alenta­ teres distintivos de la cultura anterior: ban. Su asesinato en el 370 disgregó es la ruptura que puso término al pe­ de nuevo a Tesalia en una serie de pe­ ríodo clásico de la historia griega. queños dominios, aunque el atractivo Fue en el norte del Egeo, en Macedo­ del ejemplo unificador de Jasón no nia, en donde un personaje que había pasó inadvertido a sus vecinos los alcanzado el poder, primero como re­ macedonios. Sin duda la tarea de au­ gente y luego desde el trono, se con­ nar a los griegos y acometer la con­ virtió en el árbitro de la postrera auto­ quista de Asia estaba reservada a nomía de los griegos. La obra de otro. gobierno de Filipo II de Macedonia Tampoco el reino de Macedonia habría de fundamentar un cambio era un estado unitario. La casa de los radical en todo el mundo antiguo, Argeadas no siempre había manteni- 8 AkaI Historia del Mundo Antiguo do su autoridad sobre las comarcas y movilizar los recursos humanos y ma­ los dinastas repartidos por un territo­ teriales del reino y de aquellas regio­ rio que comprendía desde el norte de nes que fue conquistando, se valió de Tesalia hasta el río Estrimón, y las la ayuda de un buen número de técni­ frecuentes disputas familiares por la cos griegos de primer orden y aca­ sucesión en nada había favorecido la bó imponiendo su pujante hegemo­ cohesión del reino, que incluso sufrió nía, que tuvo en casi todos los lugares algunas invasiones y fue parcialmen­ de Grecia decididos partidarios, a te sometido por pueblos vecinos. una Hélade dividida y vacilante en Cuando finalmente hubo un indivi­ sus principios sociales, políticos y duo que conoció el éxito a la hora de morales. imponer una sólida estructura central El testimonio vivo de Demóstenes al estado macedonio, se encontró re­ y de Esquines, dos de los principales compensado con la adquisición de protagonistas de la escena pública, una situación preeminente en el ilustra con infinidad de matices las mundo egeo. etapas de la ascensión y triunfo de Fi­ La victoria de Filipo no fue sola­ lipo II de Macedonia. Frente a la jus­ mente militar, política y diplomática, ta admiración que desde antiguo ha sino también administrativa y econó­ despertado la figura de su hijo, Ale­ mica. Macedonia contaba con una jandro Magno, ya no cabe hoy en día población dispersa, disponía de abun­ ignorar que Filipo rayó a tan extraor­ dantes tierras de labor y de pastos, de dinaria altura y desplegó tan especial frondosos bosques, de importantes ya­ talento que sólo gracias a su visión de cimientos mineros —que proporcio­ gobierno, a su competencia militar y naron el metal para acuñar una exce­ a la capacidad diplomática pudo Ale­ lente moneda—, de puertos adecua­ jandro abandonar el estrecho marco dos para facilitar el tráfico con el del reino de Macedonia y edificar el norte del Egeo e incrementar los in­ gran imperio griego cuyo espíritu per­ gresos del estado. Pero Filipo supo vivió durante toda la Antigüedad. La palestra de Olimpia. El mundo griego y Filipo de Macedonia 9 I. Macedonia bajo Filipo II 1. El reino de Macedonia de Metona y Pidna. Por el norte cru­ antes de Filipo II zaron el río Axio para adueñarse de Migdonia; bajo su dominio cayeron Dentro del mundo griego Macedonia asimismo los crestonios, los bisaltos y formaba una comunidad situada en la ciudad de Antemonte. el extremo norte de la península, con­ De esta manera, antes de que los tigua a los tesalios y al pueblo bárba­ persas pasaran a Europa (finales del ro de los ilirios; debido a su aisla­ siglo VI) Macedonia disponía de un miento había conservado numerosos territorio que casi duplicaba el de Te­ rasgos propios del arcaísmo helénico, salia (unos treinta mil kilómetros aunque paulatinamente estrechó sus cuadrados frente a quince mil) para relaciones con los grandes centros del un conjunto de población no dema­ poder y la cultura en Grecia. El pri­ siado alto; aunque los habitantes de mitivo solar macedónico lo constituía las regiones conquistadas no fueron la franja que separa el curso superior desalojados de sus hogares, el núcleo de los ríos Haliacmón y Axio, es de­ formado por los invasores era bastan­ cir, las comarcas de la Lincéstida, la te pequeño (se trataba sólo de unas Oréstida y la Elimea. La expansión cuantas estirpes ilirio-epirotas). El de los macedonios hacia el sur y ha­ emplazamiento estratégico de Mace­ cia el este en busca del mar se produ­ donia respecto al norte del Egeo, pues jo a finales del siglo VIII a.C. o co­ controlaba los caminos que condu­ mienzos del VII, coincidiendo con cían desde el oeste y el sur hacia la movimientos de población que afec­ Calcídica, la costa de Tracia, el Quer- taron a todo el ámbito septentrional soneso y el Bosforo, junto a sus for­ de los Balcanes (empuje de los ilirios midables recursos forestales, agríco­ desde el oeste y de los cimerios contra las y mineros, explica que desde el los tracios desde el este). Invadieron siglo V fuera vital para los intereses primero la Almopea y la Eordea, ade­ de Atenas, y por consiguiente a Es­ más del país de los boteos, que ocu­ parta le tocaba impedirlo, hacerse con paban la plana de Ematia, y aquí es­ la amistad de los monarcas macedonios. tablecieron sus capitales de Egas Históricamente la casa real de Ma­ —perdió esa condición a últimos del cedonia había sido reconocida por siglo V— y Pela. Luego se instalaron los griegos como una parte de la fa­ en Pieria, adquiriendo así una salida milia helénica —los Argeadas preten­ al mar a ambos lados de las ciudades dían tener su origen en los Teménidas 10 Akal Historia del Mundo Antiguo de Argos y descender de Heracles—, formada por la fusión de diferentes por lo que les fue concedida autoriza­ estirpes de origen ilirio-epirota con ción para participar en los Juegos otras ramas de raíz tracofrigia; sólo Olímpicos, de los que se excluía a los por su sangre epirota, originaria de la bárbaros, en época de Alejandro I Tesprótida, se acercaban los macedo­ (probablemente en la Olimpiada del nios a la condición de griegos. año 476 a.C). Ello no constituyó, des­ Así pues, Macedonia constituyó de luego, un acierto; los helanodicas, desde el final de la época arcaica una magistrados de Olimpia encargados unidad política, pero no étnica; al de juzgar las incidencias relativas a igual que entre los dinastas y la no­ los Juegos, habían puesto en duda que bleza se aglutinaron estirpes de diver­ debiera admitirse al rey de Macedo­ sa procedencia, también las poblacio­ nia. Fue entonces cuando Alejandro I nes sometidas estaban muy mezcla­ creó la falsa historia sobre el origen das. El nombre de macedones, que sig­ temcnida de sus antepasados, para lo nifica «montañeses» o «serranos», cual se basó en paralelos extraídos fue el término aplicado a los prime­ del material onomástico, pues tanto ros linajes ilirio-epirotas que invadie­ Témeno de Argos como el primitivo ron Pieria hacia el 700; sólo después rey Perdicas 1 de Macedonia tuvieron del proceso durante el que incorpora­ un hijo del mismo nombre, Argeo. ron a su dominio otros territorios se Alejandro apeló además a esa ascen­ desarrolló el antiguo calificativo de dencia argiva porque en aquel mo­ montañeses como denominación mento Argos era su aliada natural y propia: macedonios y su derivado había ganado bastante influencia en Macedonia fue el nombre que recibió Olimpia; como los argivos no mostra­ todo el país e incluía a los antiguos ron reparos a la genealogía ficticia, conquistadores y a los nuevos habi­ que los convertía en progenitores de tantes. No hay huellas de que en Ma­ los reyes macedonios, pese a las pro­ cedonia hubiera ningún tipo de orga­ testas de los helanodicas hubo que nización gentilicia ni de que la po­ aceptar la participación de Alejandro blación más antigua fuera reducida a 1 en Olimpia. una posición jurídica claramente in­ Sin embargo, el conjunto del pue­ ferior o servil. blo macedonio era considerado por La lengua macedonia fue un dia­ los helenos como no griego, y con lecto mixto, en el que se aprecian ele­ bastante razón, pues la realidad fue mentos aportados por cada uno de que en los diferentes territorios ocu­ los grupos que componían la pobla­ pados por Macedonia en la época ción. El material lingüístico que co­ clásica existían restos étnicos de va­ nocemos es escaso; no hay ningún rias proveniencias. El grupo más an­ texto continuo —los macedonios no tiguo estaba formado por las pobla­ escribieron, al parecer, en su lengua—, ciones del tronco tracofrigio, como sino sólo voces aisladas, conservadas eran los migdonios, emparentados por los lexicógrafos alejandrinos, y con los frigios; a su vez los crestonios series onomásticas (nombres de per­ y los bisaltos, así como los habitantes sonas, de lugares, de meses y de fies­ de Pieria, pertenecían a la familia de tas). Su estudio nos descubre una len­ los tracios. También en las tierras del gua cotidiana formada por extranje­ primitivo solar, entre el Haliacmón y rismos y préstamos griegos, por voca­ el Axio, habían perdurado comuni­ blos que apuntan a antiguas relacio­ dades aisladas de sangre tracofrigia. nes con el griego, por elementos in­ Y todos ellos habían sido» sometidos doeuropeos cercanos al ilirio y al tra- por una población no estrictamente cio, y por términos que parecen no in­ griega: los macedonios, comunidad doeuropeos; de ello cabría concluir,

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