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Gabriel Jiménez Emán SER, DOLOR Y UTOPÍA EN CÉSAR VALLEJO PDF

113 Pages·2017·1.63 MB·English
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Gabriel Jiménez Emán SER, DOLOR Y UTOPÍA EN CÉSAR VALLEJO 1 Ser, dolor y utopía en César Vallejo Gabriel Jiménez Emán 2 Dedico el presente ensayo a la memoria de mi querido profesor, el poeta y gran escritor Hernando Track, quien me guió por primera vez hacia la poesía de César Vallejo 3 Ser, dolor y utopía en César Vallejo © Gabriel Jiménez Emán 1ª Edición 2017, Ediciones Fábula © Copyright 2017, Fábula Ediciones © Copyright 2017, Gabriel Jiménez Emán RIF: J-31218464-F Apartado Postal 7359, Santa Ana de Coro, estado Falcón, República Bolivariana de Venezuela. Email: INDICE Deuda con un poeta, 6 1. Cronología vital, 7 2. Omnipresencia de la muerte, 11 3. Dicotomía espiritual, 15 4. Impacto de Los Heraldos negros, 17 5. La aventura verbal y existencial de Trilce, 29 6. Poemas en prosa, la narración lírica, 46 7. Poemas humanos, la expresión depurada, 56 8. La utopía social de Vallejo, 63 9. Cartas a Pablo Abril, 64 10. Contexto y condición cultural de América, 68 11. Vuelta a Poemas humanos, 69 12. La solidaridad: España, aparta de mí este cáliz, 78 13. La prosa de ficción, 83 14. Obra periodística, 93 15. Vallejo ante la crítica, 96 16. Coda metafísica, 110 5 Deuda con un poeta Desde hace tiempo le debía –y me debía a mi mismo— una reflexión a la poesía de César Vallejo. Han pasado muchos años desde que en mi adolescencia veía, junto a poetas de mi generación, la figura de este escritor sentado en el banco de una plaza en Paris en actitud absorta, percibiéndolo acaso como un símbolo de la poesía americana, (un indio triste que vagaba y escribía en Europa) y representaba para nosotros una especie de esencia de la poesía americana por toda la carga anímica, histórica e intelectual que aportaban su figura y su obra para la configuración cultural de nuestra literatura, en momentos ciertamente cruciales para América. Sin embargo, su obra no conquistó en su momento los lectores suficientes ni fue interpretada a cabalidad. Tampoco, creo, en las décadas iniciales del siglo XX, cuando aparecieron sus primeros libros (1920-1930), ni en las sucesivas (1940-1950) aun cuando su poesía ya fue reconocida, se le dedicaron estudios críticos que calibraran de manera suficiente sus aportaciones. Ni poetas coetáneos suyos como Vicente Huidobro, Oliverio Girondo, Pablo Neruda o Jorge Luis Borges, ni posteriores como Octavio Paz, Gonzalo Rojas, José Lezama Lima, Juan Liscano o Vicente Gerbasi, dotados todos para el ensayo crítico, le dedicaron trabajos críticos de relevancia. Aparecieron, sí, prólogos enjundiosos a su poemas completos (Folios, en Francia; Ayacucho, en Venezuela) y estudios críticos en diversas publicaciones universitarias de escasa circulación; pero en general la poesía de César Vallejo se ha dado por entendida e interpretada. Sus amigos Xavier Abril, Antenor Orrego, André Coyné, Juan Larrea, José Bergamín y José Carlos Mariátegui en un primer momento, y mucho después Enrique Ballon Aguirre, Guillermo Sucre, Américo Ferrari, Julio Ortega, Saúl Yurkievich o Fernando Alegría emprendieron trabajos de suficiente peso. Nos propondremos examinar en este ensayo algunas de las temáticas, motivos y líneas maestras de la poesía de César Vallejo mediante el tratamiento ensayístico, de riesgos y vaivenes, aunque intentando releer esta obra desde una perspectiva que nos permita ofrecerla a los lectores de un modo libre e imaginativo, no exento de voluntad crítica. Para ello nos detendremos en cada libro siguiendo un orden cronológico, explorando en cada uno de ellos los signos que nos parecen significativos. Aclaro que se trata de una lectura personal, de recepción directa del texto original y no de una valoración exhaustiva soportada en una estructura académica prefigurada. 6 1. CRONOLOGÍA VITAL César Vallejo nació en 1892 en Santiago de Chuco, aldea del departamento de Libertad, Perú. Sus padres fueron Francisco de Paula Vallejo y su madre María de los Santos Mendoza. Sus abuelos paternos y maternos son oriundos del mismo pueblo. Dos de sus hermanos –Francisco y María Encarnación-- María Jesús y Miguel Antonio son mayores en edad que César, se dedicaron a la agricultura, el comercio o a oficios domésticos. A los ocho años César es inscrito en la Escuela Municipal de Santiago de Chuco. En 1904 culmina sus estudios primarios; en Huamachuco va a cursar estudios secundarios; en años sucesivos de la secundaria regresa a su ciudad natal con su familia, sin saber dónde va a trabajar en el futuro; en 1910 se matricula en la ciudad de Trujillo en la Facultad de Letras de la Universidad, pero no le es posible sufragar los gastos de estudio. Regresa a Santiago y allí decide viajar a Lima en 1911 y marchar a la Facultad de Ciencias de la Universidad Mayor de San Marcos, pero de nuevo aparecen las dificultades económicas y debe abandonar sus estudios e ir a trabajar como preceptor de niños en una familia pudiente en 7 una hacienda de Pasco. Ya lleva varios años escribiendo en secreto. Envía a la revista Variedades (Lima, 1911) un poema. En otra hacienda azucarera se emplea como ayudante administrativo y toma contacto con campesinos y obreros. Continua escribiendo poemas y en 1913 se encuentra de nuevo en Trujillo estudiando Filosofía y Letras en la Universidad; se encarga de la Biblioteca de la Asociación de Preceptores e imparte clases de anatomía, biología y botánica. Dicta conferencias y finaliza sus estudios universitarios. Compone su tesis El romanticismo en la poesía castellana para optar por el bachillerato en Letras. Comienza sus lecturas de los modernistas y los existencialistas. Lee sus primeros poemas en público. Desde 1917, --a la par de su trabajo como profesor de escuela-- publica poemas en diarios locales de Trujillo y Lima. Se sumerge en nuevas lecturas de filósofos españoles, novelistas rusos y alemanes. En 1918 llega a la Universidad de San Marcos de Lima y toma contacto con relevantes escritores peruanos: Abraham Valdelomar, cuentista; el poeta José María Eguren y el ensayista José Carlos Mariátegui. Abraham Valdelomar publica un ensayo sobre sus primeros poemas, textos que al año siguiente reunirá con otros bajo el título de Los heraldos negros. Continúan los problemas económicos. Ejerce la docencia en academias y liceos comerciales. Los heraldos negros suscita comentarios positivos en la prensa. En ese año de 1918 se están publicando los Poemas árticos de Vicente Huidobro. En 1920 se mantiene viajando entre Trujillo, Huamachuco y Santiago de Chuco. Es involucrado en un incidente político, en un amotinamiento, incendio y saqueo, y hecho preso. En la cárcel escribe cuentos y poemas. En diciembre de ese año estudiantes, amigos y profesores inician una campaña por su inocencia y su libertad. Sale de la cárcel en libertad condicional. Continúa escribiendo poemas y cuentos para un nuevo libro, algunos de los cuales merecen premios. Finalmente en 1922 apareen los poemas que ha venido escribiendo, reunidos en libro con el título de Trilce con prólogo de Antenor Orrego, que merece los comentarios más disímiles. Es la época del surgimiento de las vanguardias en América Latina: el estridentismo en México; el creacionismo en Chile, surgen las obras de Carlos Pellicer, Alfonso Reyes y Manuel López Velarde en México. Nacen los partidos comunistas en Argentina, Bolivia y Perú. Vallejo queda cesante en su cargo de profesor, pero lleva a imprenta algunas de sus obras en prosa más significativas, además de Trilce: la novela breve Fabla salvaje y los textos de Escalas. Labora como corresponsal del diario limeño “El Norte”. En junio de ese año se embarca hacia Francia; en Paris escribe una serie de crónicas (“Desde Europa”) y en varias revistas españolas y francesas (“Alfar”, “España” “L’Amerique Latin”) donde publica el hermético texto de su poema Trilce (1923) y el cuento Los Caynas (1924) en la revista “Alfar”. 8 Continúa su vida en Paris en medio de condiciones económicas precarias. Se mueve para gestionar pagos y una beca por sus colaboraciones periodísticas. Conoce a Juan Gris, Vicente Huidobro y a los escultores Max Jiménez y Drecreft. Se enferma y debe ser operado en un hospital de Paris. Por fin en 1925 le conceden la beca solicitada y consigue trabajo en la Oficina de Prensa Latinoamericana. Su salud decae. En Madrid comienzan a escribirse opiniones encontradas sobre su trabajo literario; mientras José Carlos Mariátegui en el Perú reconoce la valía de sus poemas en Los heraldos negros, Luis Astrana Marín lo subvalora. Sus colaboraciones periodísticas se hacen más frecuentes en diarios y revistas del Perú, España y Francia, entre ellas la revista “Variedades” (Perú) y en París la revista de Juan Larrea “Favorables Paris-Poema” (1926). Es la época en que se produce un resurgimiento del americanismo y de los intentos de desentrañar una filosofía para el continente; se fundan las primeras organizaciones reivindicadoras de movimientos sociales, políticos y revolucionarios. Vallejo comienza su reflexión creadora sobre la realidad social americana a través del marxismo. En esta dirección se ubica la novela El tungsteno (1927) donde aborda los problemas reales de los trabajadores. Comienza el reconocimiento a su obra entre sus contemporáneos. En esos años también comienza su relación con Henriette Maisse y sus amoríos con Georgette Philippart. Su salud se debilita, lo cual no le impide viajar a Rusia, Alemania y Hungría. Sus colaboraciones en distintas publicaciones se multiplican en Chile, Argentina y Colombia. Se va sintiendo portador de experiencias revolucionarias, por su cercanía directa con el pueblo. Funda con Mariátegui, Bazan, Paiva, Ravines y Tello el Partido Comunista Peruano, y una célula del Partido en París, al servicio de la clase obrera peruana. En 1929 viaja a Inglaterra y Rusia nuevamente, no sin detenerse por breves días en distintas ciudades italianas, rusas, alemanas y austríacas. Se profundizan sus estudios de marxismo. Desde 1930 publica en la revista “Mundial” --que dirige Pablo Abril en Paris-- un trabajo titulado Un reportaje en Rusia, reproducido luego en otros diarios de Lima y Buenos Aires. Con Georgette Philippart viaja a España y conocen a Pedro Salinas, Rafael Alberti, Corpus Barga, José Bergamín y Gerardo Diego. Se publica la edición española de Trilce con prólogo de José Bergamín. Por su activismo político en Paris es detenido en varias comisarías hasta que finalmente es expulsado de Francia. Marcha a Madrid con Georgette en diciembre de 1930. En la capital española colabora con diversas revistas y prepara ediciones y traducciones del francés. Se hace militante del Partido Comunista Español y su activismo político se acentúa. Su reportaje Rusia en 1931 obtiene resonancia extraordinaria, agotando sucesivas ediciones en tres meses, y recibiendo elogios de todas partes. En octubre de este año regresa a Rusia, al asistir al Congreso Internacional de Escritores: Le Monde de Paris publica un fragmento de su novela El Tungsteno y su obra comienza a reconocerse en Chile, España y Rusia. En 1932 se produce su retorno a Paris bajo una autorización lograda por el Ministro, Camille Chautemps, con la condición de que se presente regularmente en la Prefectura. Es de hacer 9 notar que en esa época la represión al comunismo es exacerbada en todas partes, tanto en América como en Europa. Entre 1933 y 1934 permanece habitando un departamento en Paris con Georgette, y mientras puede participa de nuevo en actividades clandestinas. Viaja a España y recorre Barcelona, Valencia y Jaén, llevando un mensaje a los trabajadores peruanos, contrastándolo con el oscurantismo visible en su país y en la España represiva del autoritarismo franquista. Sobre este tema escribe en diversas revistas americanas. Es designado Secretario por Perú de la revista de la Asociación Internacional de Escritores. Funda junto a otros militantes al Comité Iberoamericano para la defensa de la República Española, y organiza un boletín informativo de este Comité. Continúa su producción poética a fin de organizar su libro Poemas humanos. Escribe artículos y obras de teatro, al tiempo que en Paris continúa su labor para restablecer las garantías constitucionales en Perú, en el año 1938. Sus requiebros de salud continúan y el agotamiento por los viajes y el trabajo se hace presente. En abril de 1938 su salud empeora y es llevado a una clínica de Paris, donde fallece el 15 de abril de ese año. Se efectúa su funeral en la Capilla de la Clínica. Sus restos son inhumados en el cementerio de Montrouge. Se hacen presentes en el día del entierro varios escritores, entre ellos André Malraux y Louis Aragon, quienes leen una comunicación a los presentes, donde comunican su pesar y hablan de “un gran duelo de las letras hispanoamericanas” extensivo a España. Desde 1970 los restos de César Vallejo reposan en el cementerio parisino de Montparnasse. 10

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