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EtimoLogías dEL EspañoL amERiCano Mario Portilla PDF

24 Pages·2015·0.36 MB·Spanish
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Φ Revista de Filología y Lingüística de la Universidad de Costa Rica Publicación Semestral, ISSN-0377-628X Volumen 40 - Número Especial, 2014 EtimoLogías dEL EspañoL amERiCano Mario Portilla Esta obra está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-No Comercial-Sin Obra Derivada Filología y Lingüística 40 (Especial): 35-55, 2014 issn: 0377-628X EtimoLogías dEL EspañoL amERiCano EtimoLogiEs in tHE amERiCan spanisH Mario Portilla REsUmEn El tratamiento de las etimologías del español americano en los diccionarios, tanto regionales como generales, muestra un descuido y una falta de interés por parte de los investigadores de la lexicografía hispanoamericana. Por ello, la indagación etimológica en este campo parece ser prometedora, aunque no exenta de dificultades. En este artículo, se presenta un proyecto en curso sobre las etimologías del español de Costa Rica, que constituye una primera etapa de una investigación mayor que incluirá el estudio etimológico del español de América Central. Finalmente, esta investigación contribuirá al esclarecimiento de etimologías del español general americano. palabras clave: etimología, lexicografía, español de Costa Rica, español de América Central, español americano. aBstRaCt The treatment of etimologies in the American Spanish in regional and general dictionaries shows carelessness and lack of interest by the researchers of Hispanic American lexicography. That is why the etimological research in this area is promising albeit difficult. This article presents an ongoing project about Spanish etimologies in Costa Rica, the first stage of a larger etimological study of Central American Spanish. Finally, this research will contribute to the understanding of etimologies of American Spanish in general. Key words: Etimology, Lexicography, Costa Rican Spanish, Central American Spanish, American Spanish. 0. introducción El establecimiento de etimologías en los diccionarios del español se remonta al origen mismo de la lexicografía hispánica. En su Tesoro de la lengua castellana de 1611, que constituye el primer diccionario monolingüe del español, Covarrubias presenta información etimológica dr. mario portilla. Universidad de Costa Rica. Profesor Catedrático. Escuela de Filología y Lingüística. Director del Instituto de Investigaciones Lingüísticas. Costa Rica. Correo electrónico: [email protected] Recepción: 01- 11- 2014 Aceptación: 28- 11- 2014 36 Filología y Lingüística 40 (Especial): 35-55, 2014/ ISSN: 0377-628X para gran parte de sus entradas. El Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española (1726-1739), el cual estuvo basado en buena medida en diccionario de Covarrubias, también ofrece referencias etimológicas para gran cantidad de lemas. El Diccionario de la Real Academia incluirá indicaciones sobre el origen de las palabras apenas a partir de la duodécima edición de 1884. Es interesante destacar que, en el mencionado Tesoro de la lengua castellana, Sebastián Covarrubias presenta referencias etimológicas para ya reconocidos aportes léxicos de origen indígena americano, iniciando con ello la indagación etimológica de los llamados americanismos. El siguiente es un ejemplo que corresponde al primer americanismo consignado en la lexicografía hispánica, canoa, el cual fue recogido por primera vez en el Vocabulario español - latino de Antonio de Nebrija (hacia 1495) [‘Canoa nave de un madero. monofylum.i.’]. CANOA, es varco hecho ordinariamente de vna pieça como artesa de que vsan los Indios, y ellos llaman a estas varquillas en su lengua Atlacales, q’ vale tanto como casas de agua, porque en algunas partes viuen en ellas dentro de las lagunas, por assegurarse de enemigos, y de fieras de la tierra. Es nombre compuesto de Atl, que vale agua, y calli, casa, y todo junto casas de agua. Esto es en lengua Mexicana: mas porque a tales varquillas las llaman en Santo Domingo, donde primero estuuieron los Españoles Canoas, las llamaron a todas de este nombre. Los nuestros afirmã auer en solo Mexico mas de cinquenta mil dellas, con que portean gentes, y traen bastimentos. (Nebrija, 1951 [1494]) Los diccionarios contrastivos del español, los generales de americanismos o los de regionalismos particulares no han sido consistentes en la tarea de señalar etimologías. Los primeros diccionarios de americanismos, el Diccionario de voces americanas atribuido a Manuel José de Ayala, redactado entre 1750 y 1777, y el Diccionario histórico geográfico de las Indias Occidentales ó América de Antonio de Alcedo, publicado entre 1786 y 1789, no contienen etimologías de los vocablos recogidos. Los diccionarios de regionalismos tanto americanos como peninsulares redactados durante el siglo XIX tampoco suelen establecer etimologías para los vocablos. Ni el primer diccionario de ‘provincialismos’ americanos, el Diccionario provincial de voces cubanas de Esteban Pichardo, publicado en 1836, ni el Ensayo de un diccionario aragonés-castellano de Pedro José Gelabert, publicado en 1853, por ejemplo, presentan referencias etimológicas en las entradas comprendidas en ellos.1 Por otra parte, otros diccionarios de regionalismos americanos de finales de este siglo sí hacen algunas referencias al origen de las palabras tratadas. Tal es el caso de la obra Vicios del lenguaje y provincialismos de Guatemala de Antonio Batres Jáuregui, de 1892, y el Diccionario de barbarismos y provincialismos de Carlos Gagini, de 1893. Un ejemplo tomado de la obra de Antonio Batres es el siguiente: amol. Es una planta venenosa, que se usa para pescar, y que mata todos los peces grandes y chicos [...] En lengua mexicana se llama ese tósigo amole, nombre que se conservó hasta el siglo XVII. (Batres, 1896, pp. 90-91) Otro ejemplo extraído esta vez del Diccionario de Gagini es el siguiente: achará. Ignoramos el origen de esta expresiva interjección costarricense, equivalente en castellano à ¡qué lástima! ¿Tendrá relación con el verbo andaluz hacharar? (Gagini, 1893, p. 19) Las referencias etimológicas son muy escasas, se presentan de manera asistemática y corresponden más bien a información de tipo enciclopédico. En ningún caso, es la intención de los autores establecer de manera metódica las etimologías de los vocablos que presentan. Las referencias etimológicas aparecen casi como una acotación histórica o etnográfica. PORTILLA: Etimologías del español americano 37 Así, por ejemplo, en la entrada correspondiente al lema adifesio, Gagini refiere distintas historias que explicarían la causa que lleva al sentido de ‘despropósito’ o ‘cosa ridícula’ que tiene el vocablo en su forma estándar adefesio, según varias fuentes. Sin embargo, al final declara a modo de disculpa: “Todo esto es para nosotros hablar ad ephesios, pues aquí no nos compete inquirir el origen del vocablo: solamente queríamos insinuar que no se dice adifesio sino adefesio.” (Gagini, 1893, p. 20). Finalmente, otra cita ejemplifica el valor histórico-etnográfico de las referencias etimológicas en esta obra de Gagini. agora. Burlábase de nuestros labriegos un extranjero petulante porque dicen agora en lugar de ahora: según él, era ésta una de las más graciosas corruptelas que había oído en Costa Rica; pero el pobre se quedó como quien ve visiones cuando le mostramos los siguientes versos de Garcilaso: ‘Do están agora aquellos claros ojos/ que llevaban tras sí como colgada/ mi ánima doquier que se volvían?’ Agora (del latín hac hora, en esta hora) es una palabra castellana que se arrumbó en el siglo pasado. Todavía es de uso común entre los campesinos españoles. (Gagini, 1893, p. 24) También, los diccionarios generales del español de América así como los regionales elaborados hasta la década de los setenta del siglo XX suelen contener algún tipo de información etimológica. Dos ejemplos de estos diccionarios son el Diccionario de americanismos de Marcos A. Morínigo de 1966 y el Diccionario de costarriqueñismos de Arturo Agüero, publicado en 1996, pero iniciado en la década de los años sesenta. A partir de los años ochenta del siglo XX, tanto los diccionarios generales de americanismos como los particulares de los distintos países, al decantarse más exclusivamente por la corriente sincrónica, no suelen ofrecer información etimológica. Dos ejemplos de esta modalidad son el Diccionario de hispanoamericanismos no recogidos por la Real Academia de Renaud Richard de 1997 y Diccionario de venezolanismos de Tejera de 1993. Esta tendencia es confirmada por Milagros Aleza-Izquierdo (2000, pp. 36-37) para varios diccionarios de americanismos publicados en la década de los noventa del siglo pasado. Una de las novedades que presentan estos diccionarios es la de no incluir indicaciones sobre el origen de las palabras, dado el caos que en la lexicografía tradicional ha producido el intento de indicar el origen, sobre todo, de aquellas voces que no son españolas (aunque el origen latino, griego y árabe también se solía marcar). Ninguno de los diccionarios que estamos revisando (NDA [Nuevo Diccionario de Americanismos: Colombia], DHAV [Diccionario del habla actual de Venezuela], NDC [Nuevo Diccionario de Costarriqueñismos]) incluye etimología ni información sobre el origen del lema. Precisamente, la dificultad que plantea el esclarecimiento de muchos étimos de los llamados americanismos históricos es lo que ha sido aducido, por lo general, para justificar no incluir etimologías en los diccionarios más modernos del español de América (cf. Fajardo- Aguirre, 2010, pp. 346-347). Esta posición es expresada claramente por Haensch (2000, pp. 180-181): Algunos colegas han criticado o por lo menos lamentado, el hecho de que en los diccionarios del “Proyecto Ausburgo” no se hayan indicado etimologías. Esto, en primer lugar, no es necesario ni usual en un diccionario descriptivo que tiene otra finalidad; en segundo lugar, me gustaría que alguien me explicara dónde hay especialistas en docenas de lenguas amerindias, que conozcan al mismo tiempo la evolución histórica de éstas y la gramática histórica del español, para investigar los casos de las etimologías amerindias no resueltos hasta hoy; todo ello ante la falta de un número suficiente de estudios de documentos y relatos desde el Descubrimiento hasta el siglo XIX. Resulta significativo, sin embargo, que el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española de 2010 contenga referencias etimológicas, 38 Filología y Lingüística 40 (Especial): 35-55, 2014/ ISSN: 0377-628X siguiendo con la tradición lexicográfica académica, aunque ciertamente lo haga solo de manera selectiva. En la “Guía del consultor” se indica lo siguiente acerca de la información etimológica contenida en el diccionario: “Llevan información etimológica los lemas que la necesiten para su mejor comprensión, sobre todo los que no sean de procedencia patrimonial española” (Asociación de Academias de la Lengua Española, 2010, p. xi). El recuento del tratamiento de las etimologías en los diccionarios del español americano indica que este ha sido un campo de estudio que ha sido descuidado, especialmente en la actualidad. La aparente dificultad en establecer el origen preciso de ciertos vocablos ha sido aducida como la justificación principal de obviar la indagación etimológica. Además, en general, los diccionarios descriptivos que no contemplan la perspectiva etimológica enfrentan el problema de la homonimia simplemente ignorándola. Sobre este asunto, en la introducción de su Diccionario de hispanoamericanismos no recogidos por la Real Academia, Renaud Richard expresa: “Cabe precisar al respecto que en nuestro trabajo, los homónimos no dan lugar a entradas especiales: el grupo prefirió no abordar las etimologías (tan inseguras y discutidas) de las formas y locuciones presentadas” (Richard, 1997-2006, p. 10). 1. El tratamiento de las etimologías Ciertamente, se debe reconocer que el tratamiento de las etimologías de muchos vocablos considerados americanismos no ha sido acertado. En primer lugar, tenemos el caso de los diccionarios generales del español que incluyen usos americanos. Esta falta de rigurosidad en el tratamiento de las etimologías puede ser ilustrada con el siguiente ejemplo tomado del Diccionario de la Real Academia Española. El vocablo gato aparece especificado en tres lemas distintos: gato1. (Del latín cattus) 1. m. Mamífero carnívoro de la familia de los Félidos, digitígrado, doméstico [...] 2. m. Bolso o talego en que se guardaba el dinero [...] 6. m. Trampa para coger ratones [...] 8. m. coloq. Ladrón, ratero que hurta con astucia y engaño. 9. m. coloq. Hombre sagaz, astuto [...] 12. m. Zool. Nombre aplicado a todos los félidos en general. 13. m. Arg. y Ur. Baile de movimientos rápidos, de pareja suelta [...] 14. m. Arg. Música que acompaña ese baile. 15. m. C Rica. Variedad de pastel, cortado rectangularmente, compuesto de dos tapas unidas con miel o conserva [...] 16. m. El Salv. bíceps braquial. 17. m. despect. coloq. El Salv. y Méx. servidor (|| persona que sirve como criado). gato2. (Del quechua qhatu, mercado) 1. m. Perú Mercado al aire libre. gato3, ta. (Del gato1) 1. adj. C. Rica y Nic. Dicho de una persona: Que tiene los ojos verdes o azules. El término gato1 incluye 17 acepciones distintas como definiciones del mismo lema. Las definiciones del 1 al 12 aparecen sin marcación alguna o con indicación del registro de uso. Se trata, pues, o bien de significados generales del español actual o bien de usos no vigentes, pero históricos del español, especialmente europeo. PORTILLA: Etimologías del español americano 39 En el ejemplo citado, la acepción número 2, ‘bolso o talego’, aunque en principio no sea tan clara su relación con el significado primario, se vuelve etimológicamente transparente al descubrir que estos bolsos eran hechos comúnmente con la piel de este animal. Se trata de una metonimia: el bolso está hecho de piel, la piel es de gato, por tanto, el bolso es el gato. Las acepciones 6, 8, 9 se derivan del significado primario del término como casos de claras metáforas relacionadas con cualidades o hábitos atribuidos a este animal. La acepción 12 constituye otro ejemplo de una metonimia (un gato es un tipo de felino, por tanto, todo felino es un gato). Las definiciones de 13 a 17 constituyen usos americanos. La acepción 13 tampoco es transparente en cuanto a su etimología. Sin embargo, se trata de otro proceso metonímico. El nombre de este baile, popularizado en América del Sur a partir del siglo XIX, especialmente en Argentina, proviene del estribillo de una copla que se cantaba al compás de la música con que se ejecutaba esta danza: “Salta la perdiz madre | salta la infeliz | que se la lleva el gato | el gato mis-mis.” (Furt, 1927, p. 42). Este origen etimológico está corroborado por el hecho de que este baile ha sido conocido en las pampas rioplatenses también como perdiz y como mis-mis (Furt, 1927, p. 43). La acepción 14 es otro ejemplo de una metonimia: el baile se ejecuta con cierta música, por tanto, esa música es llamada como el baile. La acepción 16 constituye también un caso de metonimia. Es probable que el término gato, en El Salvador, para referirse al bíceps braquial sea una metonimia humorística, pues en Costa Rica, por ejemplo, se llama ratón al bíceps. Es decir, la metonimia jocosa consiste en llamar ‘gato’ al ‘ratón’. Por su parte, la denominación de este músculo con el término ratón parece ser un calco semántico tomado del francés, en donde souris ‘ratón’ tiene también el significado de músculo de una extremidad (s. XIII «soris de le gambe», CNRTL) y en especial la referida al cordero (1694 «muscle charnu à l’extrémité du gigot», CNRTL). En Costa Rica, también existe un corte de carne denominado posta de ratón (Quesada-Pacheco, 1991 [2007]). La acepción 17 parece ser producto de la comparación de un criado doméstico con este animal, también doméstico. Por otra parte, la acepción 16, gato como ‘variedad de pastel’, no puede ser derivada del sentido original de ‘mamífero carnívoro de la familia de los Félidos’. Esto se debe simplemente a que proviene de otro étimo distinto. Esta palabra es una adopción o préstamo tomado del francés gâteau ‘pastel’. El lema gato2 está correctamente identificado como una adopción tomada del quechua. El lema gato3, al ser incluido dentro de la clase de los adjetivos, aparece diferenciado de la entrada de gato1, la cual solo incluye sustantivos. El sentido de ‘que tiene ojos verdes o azules’ es evidentemente una comparación metafórica con el color característico de los ojos de estos felinos. Desde un punto de vista etimológico, la distinción de este tercer lema es totalmente ociosa. Huelga decir que el Diccionario de la Real Academia Española, en muchos casos, carece de precisión etimológica, sobre todo en cuanto a los americanismos. Un diccionario etimológico de americanismos debería tomar muy en cuenta la homonimia y, por tanto, incluir para el vocablo de gato por lo menos los siguientes lemas: gato1. (Ar, Ur) ‘Baile tradicional sudamericano; (ES) ‘bíceps branquial’; (CR) ‘persona de ojos verdes’: del latín cattus ‘gato silvestre’, derivado de catta ‘ídem’, de origen incierto, pero seguramente de alguna lengua de la familia afroasiática (cf. árabe qitt ‘ídem’). 40 Filología y Lingüística 40 (Especial): 35-55, 2014/ ISSN: 0377-628X gato2. (Pe) ‘Mercado al aire libre’: del quechua qhatu ‘mercado; puesto de ventas; negocio’, relacionado con qhatuy ‘vender; comerciar’. gato3. (CR) ‘Variedad de repostería’: del francés gâteau ‘pastel’, de gastel ‘masa de tarta’, del fránquico antiguo *wastil ‘alimento’, derivado de *wahs ‘cera’, del PG [protogermánico] *wakhsan ‘ídem’. En segundo lugar, está el caso de los diccionarios propiamente de americanismos, los cuales tampoco están exentos de imprecisiones etimológicas. Por ejemplo, el Nuevo diccionario de americanismos e indigenismos de Marcos Morínigo (1998), también ilustra las complicaciones que derivan de incluir homónimos en una misma entrada. A pesar de que este diccionario incluye etimologías para ciertas voces, especialmente para muchos indigenismos, aparecen discordancias debidas al pasar por alto la homonimia. Este autor define tres sentidos para el lema joco. Joco, ca. (Del náhuatl xococ, agrio.) adj. Cen. y Méx. Agrio. Se dice de las frutas fermentadas. | Col. Hueco. | Cos. Agrio en general. Se dice también del sudor y del aliento humanos. Es evidente que la segunda acepción del término difícilmente está relacionada con los otros dos significados. El hecho de asignar la misma etimología para todas las acepciones resulta claramente engañoso. En un diccionario etimológico habría que establecer dos entradas distintas para estas acepciones. Joco1. (CA, Me) ‘Agrio; fermentado, en especial la leche’; (CR) ‘hediondo’: del náhuatl xokok ‘agrio, ácido’. Joco2. (Co) ‘Hueco’: del quechua hutk’u ‘hueco, cóncavo; hueco, hoyo, agujero’. En tercer lugar, se hallan los diccionarios de variedades regionales. Como se ha dicho, en especial, los diccionarios más modernos, al no contener referencias etimológicas, presentan en una misma entrada definiciones que son realmente incompatibles. Por ejemplo, esto sucede con el lema china en el Nuevo diccionario de costarriqueñismos de Quesada-Pacheco, el cual corresponde a dos vocablos distintos en su origen. Sin embargo, este autor consigna las acepciones en una misma entrada. China. f. Niñera // 2. [Bot.] Nombre de planta ornamental que da flores de diversos colores, muy común en los jardines (Impatiens wallerana). En un diccionario etimológico, las distintas acepciones deberán aparecer en entradas distintas. China1. ‘Niñera’: del quechua china ‘hembra tanto animal como humana; hija; muchacha; sirvienta’. China2. ‘Planta ornamental (Impatiens wallerana)’: del nombre del país China, del portugués China (usado primero en italiano por Marco Polo), del sánscrito Cīna ‘chinos’, seguramente del nombre de la dinastía Qin (pronunciado “chin”), durante la cual se formó el primer imperio chino. Probablemente, esta planta fue denominada así por ser originaria de China. PORTILLA: Etimologías del español americano 41 Es interesante mostrar que, por otro lado, en algunas ocasiones este autor consigna en entradas distintas, palabras que provienen del mismo étimo. Esto sucede también con otros autores. Zorra. f. Mujer que tiene amoríos con varios hombres. Zorra. f. (Zona Noroeste) [Ict.] Cierto pez de color cenizo, picudo. Ambas voces presentan un origen etimológico idéntico. Si se incluyera, la entrada quedaría especificada de la siguiente manera en un diccionario etimológico: Zorra. ‘Mujer de una moral sexual considerada muy liberal; especie de tiburón de la familia Lamnidae (Alopias vulpinus)’: de zorra ‘prostituta; mamífero cánido carnicero (Vulpes vulpes)’, del portugués zorra ‘holgazán’, derivado del portugués antiguo zorrar ‘arrastrar’. La denominación del cánido con esta palabra tenía carácter de vituperio. El nombre del animal acuático proviene de la abreviación de la frase pez zorra, llamado así debido a que la longitud de su cola, que es igual o superior al de resto de su cuerpo, recuerda la del zorro. Por otro lado, es interesante señalar que, en algunos casos, la indeterminación de la homonimia llega a ser desorientadora también con los vocablos derivados. Considérese el caso del lema guapote consignado en el Diccionario de la Real Academia Española: guapote, ta. (Del aum. de guapo) 1. adj. coloq. Bonachón, de buen genio. || 2. coloq. De buen parecer. || 3. m. C. Rica, Guat. y Nic. Pez de agua dulce, muy carnoso, de ocho a doce pulgadas de longitud. En realidad, la tercera acepción consignada en la entrada anterior no se deriva del español guapo, sino que proviene de una lengua indígena americana. guapote. (CR, Gu, Ni) ‘Pez de agua dulce de la familia Cichliadae (Herotilapia multiespinosa)’: del náhuatl wapo-tl ‘ídem’, probablemente del totonaco waapa ‘ídem’. Lo mismo sucede con el lema mapachín. En el Diccionario de Americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española, este vocablo aparece en una entrada distinta a la de mapache. Sin embargo, no queda claro si se trata de un derivado del lema mapache o no, al igual sucede con el término mapachito. Sin embargo, aunque tanto mapachín como mapachito comparten, evidentemente, la raíz con la voz mapache, el primero no constituye una derivación, mientras que el segundo sí. Así, estos vocablos quedarían especificados de la siguiente forma: mapache. (Me, Gu, Ho, ES, Ni, CR, Co, Ec) ‘Mapache (Procyon lotor)’: del náhuatl mapach-tli ‘ídem’. mapachín. (Ho, Ni, Co) ‘Mapache (Procyon hernandezii)’: del náhuatl mapachin ‘ídem’. mapachito. (Me:SE) ‘Mapache de menor tamaño que la especie común (Procyon pygmaeus)’: de mapache + -ito sufijo diminutivo, del latín -itus. Probablemente, la forma mapachín proviene de la variedad de azteca denominada nicarao, que se habló en Honduras, Nicaragua y el norte de Costa Rica en la época de la conquista española, pues aparece reportada como regionalismo en estos tres países. 42 Filología y Lingüística 40 (Especial): 35-55, 2014/ ISSN: 0377-628X Aunque es verdad que los diccionarios etimológicos del español general incluyen una buena cantidad de los llamados americanismos históricos, estos no toman en cuenta la mayor parte de los americanismos. Para citar también tan solo un ejemplo, del total de 505 entradas que constituyen el apartado de la letra G del Nuevo diccionario de americanismos e indigenismos de Morínigo (1998), solo 25 de estos lemas aparecen en la letra correspondiente del Breve diccionario etimológico de la lengua castellana de Joan Coromines de 1961 [2010], la cual contiene 300 entradas. 2. El proyecto de un diccionario etimológico del español de Costa Rica El panorama anterior muestra de forma evidente que existe un campo abierto para la indagación etimológica del español en América. Como parte de este estudio, el autor se ha propuesto la tarea de elaborar un diccionario que recoja las etimologías de los vocablos regionales que, por contraste con el español general, aparecen como costarriqueñismos. Actualmente, este trabajo se halla en proceso y forma parte de un proyecto mayor de investigación etimológica del español. En una segunda etapa, esta obra pretende abarcar el ámbito completo del español de América Central. Finalmente, en una tercera etapa, incluirá el estudio etimológico de más americanismos. A continuación se presenta una tipología de los vocablos que han sido incluidos en los diccionarios con una marca de costarriqueñismo, de acuerdo con sus características etimológicas. El primer tipo de voces está constituido por aquellas palabras no derivadas, las llamadas primitivas o simples y las compuestas, las cuales difieren del uso de general por presentar una acepción particular distinta, pero cuyas formas son idénticas en el español general. Pareciera que, en muchos casos, la anotación etimológica sea innecesaria, pues, otras fuentes pueden dar perfecta cuenta de su origen. Sin embargo, no pocas veces vale la pena incluir información enciclopédica que explique el origen del significado del uso regional del término. Algunos ejemplos de esta categoría son los siguientes: Boca. ‘Bocadillo servido como acompañamiento de una bebida; alimento ligero que se toma antes de las comidas como aperitivo’: aféresis de abreboca ‘alimento ligero que se toma antes de las comidas como aperitivo’, de abrir + boca ‘abertura anterior por la que se ingieren los alimentos’, del latín bucca ‘boca, originalmente mejilla’. plátano. ‘Árbol de la familia Musaceae (Musa paradisiaca, Musa sapientum); su fruto; homosexual, afeminado (término ofensivo)’: del latín platanus ‘árbol de familia Plantacea’, del griego plátanos ‘ídem’, de platanistos ‘nombre de una especie específica de platanácea de Asia Menor (Platanus orientalis)’, de platys ‘ancho, extenso’, en referencia a sus hojas, del PIE *plat ‘extender’, de *pele ‘extenso, llano, plano’. El sentido de ‘homosexual’ se debe al empleo de este término como un eufemismo del vocablo playo ‘ídem’. parte. ‘Multa por infracción de las normas de tránsito’: abreviación de la frase parte de tránsito, de parte ‘escrito generalmente breve que sirve para notificar o dar aviso’, del latín pars, -tis ‘porción indeterminada de un todo’, del PIE *per ‘asignar, repartir, distribuir’. Buzo. ‘Ropa deportiva que consta de un pantalón amplio y una sudadera hechos del mismo material y color; persona que hurga en los basureros para reciclarlos’: de buzo ‘el que trabaja sumergido en el agua’, del portugués búzio ‘ídem’, originalmente ‘caracol que vive debajo del agua’, del latín bucina ‘cuerno de boyero’. El primer sentido proviene de la abreviación de la frase metafórica traje de buzo.

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Filología y Lingüística 40 (Especial): 35-55, 2014/ ISSN: 0377-628X. 40 gato2. (Pe) 'Mercado al aire libre': del quechua qhatu 'mercado; puesto de ventas; negocio', relacionado con qhatuy 'vender; comerciar'. gato3. (CR) 'Variedad de repostería': del francés gâteau 'pastel', de gastel 'masa d
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